Capítulo 43: La traición, la decepción hermanos.
—Bien, lo haces bien —indicó la suave voz de Aria—. Respira, concéntrate en tu alrededor, en las vibras que te rodean.
Obedecí, respirando hondo. Percibí el pasto que pisaba, la brisa que bailaba a mi alrededor. El sol calentaba mi espalda y podía escuchar los murmullos de los dos idiotas que ahora eran parte de mi entrenamiento.
—¿Acaba de llamarnos mala vibra? —Preguntó Brett.
—Sí —confirmó Mara.
Nos había tomado días enteros de entrenamiento. Después de mucho sudor, quejas y lágrimas, ahora era capaz de percibir la magia.
Y no siempre podía. Días mejores, días peores. Solo había logrado percibirla unas tres veces luego de aquel extraño entrenamiento con Brett. Bastaba con que él se acercara para que yo pudiera notar la ausencia de magia a su alrededor. Una vez que notaba la diferencia entre un ambiente con magia y uno libre de ella, fue más sencillo para mí distinguir aquella particular energía que habitaba entre nosotros.
Y aunque estaba mejorando, la verdad era que comenzaba a frustrarme por no ver frutos de mi entrenamiento. No sabía por qué razón se me dificultaba tanto, ni tampoco estaba segura de que este entrenamiento sirviera de algo.
—Silencio —ordené.
Solté el aire poco a poco, tal y como ella me lo indicó. Ahora lo importante era hacer una conexión con la magia. La sentía como si la tuviera en la punta de los dedos, pero aun así no era capaz de comunicarme con ella.
—¿Puedes sentirlo? Está a tu alrededor, solo tienes que notarlo.
—Solo está molestándose porque no lo logra —intervino Mara.
—No me molesta que leas mi mente constantemente, pero sí me gustaría que al menos mantuvieras esa información para ti misma —le dediqué una mala mirada.
Ella solo comenzó a reír. Su pasatiempo favorito era hacer enojar a las personas. Y era trampa, porque era capaz de leer los pensamientos de todos y encontrar la fórmula exacta para hacer enojar a cualquiera.
—A mí no me gusta ser utilizado por ustedes para todos sus experimentos. Primero con Eleanna, ahora con la Barbie gótica.
Mi poca paciencia comenzó a esfumarse gracias al inoportuno comentario de Brett.
—Uh, a la Barbie gótica no le gusta escuchar ese nombre —se burloneó Mara.
—¿Cuál? ¿Eleanna?
—Ah, que refrescante —sonrió Mara—. Los celos siempre son divertidos.
—Pensé que esto era un entrenamiento, no la hora de burlarse de Juliette —tercié.
—¿Estás celosa de Eleanna? —preguntó de nuevo Brett—. ¿Por qué?
—Yo te lo puedo decir —se emocionó Mara.
—Suficiente —intervino Aria—. ¿Por qué cuándo se juntan se portan como unos niños?
No era mentira. Los entrenamientos con Brett eran útiles, pero él siempre estaba con Mara, por orden de Elliot. Y Mara era una bomba de energía. Pero por más extraño que sonara, cuando estaba junto a ellos avanzaba mucho más que cuando practicaba sola.
Era tan extraño tener este tipo de entrenamientos poco convencionales. Cuando Aria Matthews dijo que aceptaba entrenarme, debo confesar que imaginé mil cosas diferentes, exceptuando esta.
Sentarme, meditar, escuchar y respirar. Eso era todo lo que hacíamos al menos tres veces a la semana. Y ya teníamos dos meses en esto.
Yo seguía investigando todo lo que podía sobre la sombra de la rosa. Aquel grupo de humanos con habilidades sorprendentes, capaces de hacerle frente a los vampiros.
Aprendieron, practicaron y se esforzaron por mantenerlos a raya. Se defendieron por años, destruyeron comunidades, hasta que un grupo de vampiros dirigido por Dominik Black acabó con todos ellos.
Los llamaron cazadores.
Algunos los llamaban justicieros.
¿Yo? Les llamaba sin oficios. ¿Cómo es que podían tener tanto tiempo libre para desperdiciarlo en aprender a percibir la magia? ¡Era sencillamente imposible!
—Te estás frustrando de nuevo y espantas la magia a tu alrededor.
—Debería rendirme. Tengo cosas más importantes que hacer que sentarme aquí por horas —mascullé.
—Si quieres ayudar a tu hermano, tienes que aprender a canalizar la magia. Tienes talento natural, Juliette, pero esperas resultados inmediatos y no es así como funciona.
—¿Inmediatos? ¡Tengo dos meses enteros en esto! Lo único que hago aquí es sentarme, respirar y escuchar.
Mi frustración no estaba dirigida hacia ella. Sólo esperaba que ella lo supiera. La mirada de Aria logró callarme. Cuando quería, podía ser muy intimidante. No necesitaba decir nada, solo miraba de reojo como una clara advertencia de que estaba por traspasar los limites de su paciencia.
—¿De nuevo perdió la paciencia? —apareció Donovan.
Su look de profesor siempre me sorprendía. Su camisa manga larga ocultaba sus músculos. Los pantalones oscuros le quedaban a la perfección. Lo que me sorprendía era que había incluido unos lentes de lectura que estaba segura que no necesitaba.
Mordí mis labios de forma inconsciente al verlo. Él me devolvió la mirada, como si supiera exactamente que clase de pensamientos estaba teniendo.
—¡Oh, no! ¡No quiero ver una película porno! —exclamó Mara, tapándose los ojos como si con eso pudiera evitar la imagen mental.
—Ugh, no quería saber eso —Aria se sonrojó.
Brett guardó silencio, como si estuviera intentando pasar desapercibido para Donovan.
—¿No se supone que tú haces que no escuche los pensamientos de los demás? —pregunté hacia Brett.
—Sí —asintió con tranquilidad—. Solo cuando quiero.
—Te juro que a veces me dan ganas de...
Hice el gesto de estrangular a Brett con mis manos, por lo que Mara comenzó a reír. Aria dio por terminado el entrenamiento, suspirando por lo bajo. Ella era muy consciente de que una vez que Donovan llegaba, el entrenamiento quedaría olvidado.
Y él solo venía porque decía temer que fuera a lastimarme.
¿Cómo se suponía que me lastimaría? ¡Solo me sentaba sobre el pasto a esperar!
—Supongo que hoy tampoco avanzamos mucho, eh —comentó Donovan.
—No quiere escucharme —negó con la cabeza—. Ni siquiera Eleanna actuaba con tanta terquedad.
Solté un resoplido al escuchar su nombre. Por el rabillo del ojo, noté que Donovan le hacía señas a Aria para que cortara la conversación.
Era la segunda vez que escuchaba ese nombre en dos minutos. Y aunque quise evitarlo, no logré evadir aquél molesto sentimiento que generaba en mí. Sabía que Mara iba a comentar algo sobre mis celos, pero solo entonces Brett apartó la magia de ella, como si intentara advertirle que no era una buena idea.
—Te vi —mascullé.
—¿Qué sucede? —preguntó con confusión Donovan.
—No es nada grave —intentó responder Mara, ganándose una mala mirada de mi parte—. Es solo que tu criaturita se siente celosa.
—No estoy celosa —Negué, pero nadie me escuchó.
—¿De verdad? —Aria se acercó hasta a mí—. Eso es extraño, porque escuché a Eleanna decir que en cualquier momento se tomaría unos días para venir a conocerte.
Lo supe en ese momento.
Aria estaba aprovechándose de la situación para burlarse de mí. No era tan directa como Brett y Mara, pero tenía una sonrisa burlona en su rostro. Ella sabía que no era capaz de ser honesta con Donovan al frente, pues preferiría morir antes que admitir que estaba celosa de una persona que ni conocía.
—Pues yo no quiero conocerla —me crucé de brazos.
Supe que mi actitud les causó gracia a todos, pero no tuve la oportunidad de decirles en donde podían meterse sus burlas.
—Ya, ya —Donovan pasó un brazo por mis hombros y casi me hace caer—. No tienes que preocuparte. Soy solo tuyo, criaturita.
—Me voy —declaré, sonrojada—. No puedo estar más tiempo aquí.
—¡Nos vemos mañana! —se despidió a los gritos Mara al verme marchar.
Caminé a paso apresurado hacia el auto de Donovan. Sabía que él me alcanzaría solo con intentarlo, pues mi velocidad nunca podría compararse a la suya. Sin embargo, me dejó un tiempo para calmar mi cabeza.
—¿Estás bien? —preguntó con seriedad.
—No me considero una persona celosa —aclaré, una vez que comenzó a manejar—. Es solo que hay muchas cosas que no sé de ti. Y todos parecen amarla. Todos hablan de ella como si fuera la salvadora del mundo. Ella es parte de tu círculo y yo solo soy...
Él me volteó a ver en ese instante, incitándome a que terminara mi frase.
Y es que Donovan y yo habíamos desdibujado las líneas entre nosotros una y otra vez. Eliminamos cualquier rastro de distancia que pudiera existir entre él y yo.
Pero no le habíamos dado un nombre a lo nuestro. Ninguna etiqueta válida para el entendimiento humano.
Porque en su mundo tenía sentido simplemente ser. ¿Qué etiquetas podría necesitar alguien que es la otra parte de tu alma? Porque así era yo a los ojos de Donovan.
—¿Qué crees que eres tú, Juliette?
El hecho de que me llamara por mi nombre era una señal de que estaba siendo serio. Aparcó el auto en medio del camino al ver que no le contestaba y luego me obligó a verlo a los ojos.
—Solo dímelo —pidió.
—No lo sé. Nunca he tenido una relación. Eres mi primer todo —admití, con las mejillas sonrojadas—. No es que no sepa que soy alguien importante para ti. Es solo...
—¿Sí? —insistió.
—Me da miedo lo importante que soy para ti —confesé.
Él no respondió nada por unos segundos. Era un pensamiento que no había querido expresar, pero una relación sin comunicación solo estaba destinada al fracaso. Si no era capaz de expresarle cómo me sentía... ¿Cómo podía esperar que él me entendiera?
—Está bien, Juliette. Es un miedo racional —habló de pronto, sacándome de mis pensamientos—. Eres muy joven, apenas estás experimentando tu libertad, fuera de las responsabilidades y obligaciones que no te correspondían. No es como que estuvieras pensando en encontrar a tu alma gemela cuando apenas cumpliste la mayoría de edad.
—No me molesta la idea de pasar el resto de mi vida contigo —admití en un susurro—. Es solo que no estaba preparada para esto. No para una relación así —hice énfasis en la palabra—. De seria.
—No le hemos puesto una etiqueta, pero creo que es bastante obvio que eres mi novia, Juliette. Eres mi pareja. Olvídate de la eternidad, no tengo apuros y no necesitamos pensar en lo que será el resto de nuestras vidas. Podemos vivir el hoy y hoy eres mi novia.
—Hoy soy tu novia —repetí con calma.
—Mi novia —asintió, tomándome de la nuca.
Antes de que fuera capaz de reaccionar él ya estaba besándome. Y como si hubiera eliminado un peso de mis hombros que no sabía que existía, fui capaz de disfrutar a profundidad su posesivo beso.
Él profundizó sin pedirme permiso. Su agarre sobre mí era fuerte, firme. Me besó como si yo fuera suya y yo me entregué a él sin dudarlo. Me besó como un novio besaría a su novia. Y yo no pude evitar sentirme satisfecha ante eso.
—Ah, no puedo respirar si me besas así—me quejé.
—Entonces no seas tan malditamente provocativa.
Para Donovan, todo era ser malditamente provocativa, pensé con una risa. Él comenzó a manejar con tranquilidad, sin embargo, una de sus manos se mantuvo en mi rodilla.
Hoy era su novia. El mañana no estaba decidido. Podía lidiar con ello, podía lidiar con el pensamiento de pasar toda una vida a su lado, porque estar con él siempre se sentía correcto.
Apenas llegamos al castillo, fuimos recibido por el huracán Julia, quien me esperaba con impaciencia. Camille había pasado por ellos hoy, por lo que no pudieron esperarme mientras terminaba de entrenar y eso la había puesto de mal humor.
Aunque ahora parecía que se le había olvidado, pues corrió hacia mí con una gran sonrisa en su rostro.
La herida en su rodilla estaba perfectamente curada y apenas quedaba una pequeña cicatriz. Pronto correteó por todo el lugar con total confianza, siempre siendo cuidada por el pequeño vampiro Raven.
Aún no me hacía la idea de que ellos estaban destinados, pero pronto supe que nada podría hacer al respecto. Raven la cuidaba y Julia lo adoraba. Su amor era puro, fraternal. Se querían como amigos y ambos se cuidaban las espaldas mutuamente. Incluso con la diferencia de edad, se convirtieron en los cómplices perfectos.
Vi a Julia correr hacia nosotros, sonriente. Marilyn le había hecho dos coletas, mientras que su vestido rosa caía hasta sus rodillas. Donovan la consentía demasiado. No lo había notado al principio, pero él se la pasaba consintiendo a Julia en cada oportunidad que tenía. Y aunque Jake no quería admitirlo, la verdad es que le gustaba pasar tiempo con él. Ambos jugaban videojuegos y practicaban algún deporte diferente todas las semanas.
Él era más cercano a mis hermanos de lo que era capaz de admitir en voz alta.
—¡Juls! —gritó con entusiasmo.
—¿Qué sucede? —pregunté sonriente.
—Mamá quería hablar contigo. Quiso venir aquí, pero yo me ofrecí a buscarte.
Si, ahora que mi madre era capaz de moverse libremente por el castillo, solía mantenerla entretenida con los pequeños, sobre todo ahora que debía mantenerle oculto que uno de sus hijos estaba técnicamente preso en una parte del castillo. Y aunque la situación de Justin mejoraba día tras día, seguía manteniéndose en el exilio.
Había logrado ocultárselo los primeros días con la excusa de los exámenes, pero ahora podía ver que se preocupaba cada día más por el paradero de Justin. Y por más que lo intentara, sabía que me estaba quedando sin excusas. Los niños nunca estuvieron tanto tiempo alejados de Justin. Ya no me creían con facilidad y yo ya no sabía que decirles.
Sabía que estaba a instantes de ser descubierta. Y como si fuera un fenómeno natural, también sabía que no había nada que pudiera hacer para detenerlo.
—Bien, iré por ella. Hiciste un buen trabajo, Julia.
Se veía un poco mayor. Quizás fuera porque ya no estaba huesuda y desnutrida. Ahora sus cachetes eran regordetes, su mirada más brillante y su energía desbordante. Los niños estaban creciendo y era un poco extraño saber que pronto no me necesitarían.
Julia comenzó a correr delante de mí. Me sorprendía la capacidad de olvidar de los niños. Hacía poco estaba llorando porque se lastimó corriendo, pero eso no la detenía a correr nuevamente.
Quizás los adultos aún teníamos mucho que aprender de los niños.
—Criaturita —Donovan me llamó antes de que siguiera a mi hermana.
—¿Si?
—Lo siento —su expresión se oscureció—. No creo que llegue hoy para cenar.
—¿Ocurre algo?
Un mal presentimiento se instaló en mi pecho, por lo que fruncí el ceño. Él suspiró, como si no quisiera decírmelo. Se pasó una mano por el cabello, despeinándose de repente.
—Hay vampiros problemáticos en territorio de lobos —explicó, exasperado—. Si lo dejo pasar, romperán todos los acuerdos que tanto nos costaron lograr. Debo irme...
—¿Por cuánto tiempo? —pregunté, ansiosa.
No era lo mismo estar en un nido de vampiros con su rey, que estar a nuestra suerte. Y él debía pensar lo mismo, porque se veía tan preocupado como yo me sentía.
—Será poco tiempo —prometió, acercándome a su cuerpo—. Tienes que tener cuidado. He dejado a Raven y Camille en el castillo. Camille está loca, pero es confiable. Estarán bien.
—¿Qué hay de...?
No fui capaz de preguntar. Y él no insistió en saberlo. Quizás porque no tenía tiempo. Quizás porque no quería darme esa respuesta.
—Ten cuidado. Te amo, criaturita.
Como si no quisiera escuchar una respuesta de mi parte, me dio un beso y se alejó antes de que pudiera procesarlo. Algo en mi pecho dolió al verlo marchar, pero me convencí a mí misma de que todo estaría bien. Había aguantado muchos años sin Donovan. Podía estar unos días sin él.
Ingresé en el castillo, sintiéndome ansiosa. No quería tener esa conversación con mi madre, porque sabía que quería preguntarme.
Sabía dónde se encontraba, así que fui hasta aquel salón que sabía tanto le gustaba.
Mi madre se encontraba allí, bebiendo una taza de té. Era su nuevo pasatiempo favorito, probar y mezclar tés. Vivir en un castillo le estaba afectando, pero no fui capaz de decirle eso a la cara.
Reina de los vampiros o no, todos teníamos miedo de hacer enfadar a nuestras madres.
—Ah, Juliette —exclamó apenas me vio—. Quería hablar contigo.
Sí, eso me temía.
—¿Qué sucede?
—¿Qué está pasando? —me enfrentó con una mirada fría—. Paso días enteros sin verte. ¿Y dónde se supone que está Justin? Porque fui a su habitación y allí no se encontraba. Quería salir con ustedes, como cuando eran niños. Pero tu hermano se encuentra desaparecido y creo que tú sabes muy bien dónde está.
Joder. Joder. Joder.
—Quizás aún no ha llegado de sus clases...
—¿De verdad crees que soy tan estúpida? Dime la verdad ahora mismo, Juliette. ¿Qué está pasando?
Jamás, en todos los años que viví con mi madre, la vi estar tan furiosa. Demandaba información sin titubear, mirándome a los ojos, sin dejarme escapatoria.
¿Así se sentiría estar en un interrogatorio?
¿Cómo? ¿Cómo podría explicarle lo que pasaba? Era tan difícil. Ni siquiera yo me había hecho a la idea de que mi hermano era un vampiro y que ahora tendría que mantenerse lejos de nosotros por un tiempo.
—Mamá...
—Te juro por Dios que si estás pensando en mentirme de nuevo yo...
Me armé de valor, dispuesta a decirle todo. Ya suficiente había tenido con los secretos y mentiras. Era tiempo de enfrentarme a las consecuencias de mis decisiones.
—¿A dónde iremos? —escuché una voz detrás de mí.
—Justin —la exclamación se me escapó antes de que pudiera procesarlo.
Ahí estaba mi hermano, recostado en el marco de la puerta, con actitud despreocupada. Era claro que tuvo un gran cambio, ahora se veía mucho más alto y musculoso, también se veía más pálido.
Mi corazón se saltó un latido al verlo. Después de dos meses enteros sin él, no podía expresar en palabras lo mucho que lo había extrañado. Por un segundo, me pregunté si estaba bien fuera del refugio de Donovan, pero la emoción pudo más.
Noté que mi madre me veía con sospecha, pues no se había perdido mi sorprendida reacción.
Guiñó un ojo en mi dirección, antes de acercarse hasta nuestra madre y darle un beso en la mejilla.
Ella lo aceptó de buena gana, pero algo en ella parecía extraño. Era la primera vez que veía a su hijo en meses. ¿Por qué estaba tan tranquila? Yo me sentía más emocionada y eso que sabía dónde se encontraba.
—Cariño mío. ¿Dónde te habías metido? —preguntó sonriente.
—Perdón, mamá. Estaba estudiando duro —mintió con naturalidad—. Me da gusto verte de pie. ¿Cómo te sientes?
Justin, el niño que siempre cubrió mis espaldas desde que aprendió a hablar. Justin, el chico que cuidó a sus hermanos menores cada día, llenando el vacío que yo dejaba. Justin, mi cómplice, mi amigo, mi hermano menor.
Justin, el vampiro.
—Mejor que nunca —respondió, con una sonrisa—. ¿Así que te unes?
—No me perdería una de nuestras salidas por nada en el mundo. ¿Cierto, Juliette?
La atención se centró en mí y no supe qué hacer. No estaba segura de qué hacer, pero decidí seguirle la corriente a Justin.
—¿Por qué no te vistes bonito? —sugerí hacia mi madre—. Iremos de paseo un rato y cenaremos afuera, así que vístete elegante.
—¿Seguro que estás bien? —preguntó de nuevo hacia Justin.
—¿Por qué? ¿Me veo mal? —bromeó.
—Tú nunca te verías mal, mi niño bonito —le tomó del cachete.
Vi su incipiente colmillo aparecer y sentí pánico por unos segundos. Sin embargo, mi madre solo desapareció entre los pasillos del castillo sin mirar.
Aproveché que nos encontrábamos solos para increparlo por su repentina aparición.
Pero antes, lo abracé con toda mi fuerza. Mis ojos se inundaron de lágrimas, mientras sus brazos me envolvieron al instante.
Me dio vueltas en el aire, haciéndome reír. Ahora que era tan fuerte, parecía gustarle poder tomarme entre sus brazos como si fuera una pluma ligera.
—¿Qué diablos estás haciendo?
—Estoy esperando para ir de paseo con mi familia —respondió.
Sus ojos brillaron con diversión durante un instante, como un leve atisbo de que seguía siendo el mismo chico. sólo que ahora más fuerte, más alto y más musculoso.
Si Camille lo veía, estaba claro que iba a coquetear con él.
—¿Está bien que salgas por allí? —pregunté con cautela.
—Donovan me evaluó hace un par de días —respondió con seriedad—. Dijo que estoy lo suficientemente listo como para terminar con la cuarentena. Es sorprendente cómo se puede escuchar todo a tantos metros de distancia.
La última parte la susurró hablando sólo para mí.
Sonreí, un poco incómoda. No me había hecho a la idea de que ahora mi hermano era un vampiro y que por lo tanto tenía nuevas y desconocidas habilidades.
—Así que ahora no podré guardarte ningún secreto —bromeé.
—Y yo ya no tendré que escuchar por detrás de las paredes —alzó una ceja en mi dirección.
Sí, más de una vez lo había pillado escuchando por detrás de la puerta cuando vivíamos en nuestra casa.
Era un pequeño niño adorable preocupado por su hermana mayor.
Y ahora parecía todo un bad boy que podía dejar embarazada a una chica y no hacerse responsable.
—No me gusta tu look —le comenté.
—¿Qué tiene mi look?
Pues, para empezar, la chaqueta de cuero negra era demasiado para el calor que hacía. Los pantalones ajustados me recordaban a la época de los noventa y los lentes negros sobre la camisa blanca eran un poco innecesarios, considerando que estábamos en el interior del castillo.
—No te ves mal, pero te ves como un jodido maleante.
Fingió sorpresa, antes de reírse y pasar su brazo sobre mis hombros. Estaba demasiado... Contento. Se veía con demasiado buen humor para todo lo que había pasado.
Debería verse más confundido, enfadado. No actuar como si fuera algún personaje sacado de Crepúsculo, porque así no era él.
—Mira, soy mucho más alto que tú ahora.
—Si, ya veo —fruncí un poco el ceño—. ¿Estás acostumbrado a esta nueva... condición?
—Sí, bueno. No del todo. Me vuelve loco el ruido que hace Julia mientras está buscando que usar. Sé que Jake está jugando videojuegos y hasta sé que hay un vampiro en este momento usando el baño. Escucho los tacones de Camille en el piso de arriba. Es agobiante escuchar tantas cosas al mismo tiempo, pero está bien. Solo tengo que acostumbrarme un poco. Y estar lejos de la sangre.
Sí, lo mejor que podía hacer era mantenerse lejos cualquier sangre. Aún era muy inestable, pero si Donovan dijo que estaba listo, entonces lo estaba.
Le di un codazo, haciéndolo reír. Adoraba a mi hermano y adoraba tenerlo de vuelta.
Pero por alguna razón, un mal presentimiento se incrustó en mi pecho, haciéndome dudar...
En un par de horas todos estuvieron listos. Jake bajó de mala gana. Probablemente se hubiera negado si se lo pedía yo, pero como fue nuestra madre, no tuvo otra opción.
Ya no parecía odiarme, pero sí que le gustaba sacarme de quicio. Me sacaba la lengua cada vez que me veía, me volteaba a los ojos y cualquier cosa que le pidiera, la respuesta sería no.
Maldita adolescencia.
Maldita pubertad.
¡Devuélvanme a mi hermano menor!
Entré en el auto y comencé a manejar hacia la ciudad. El paisaje a mí alrededor era increíble, con bosques y montañas. El castillo estaba lo suficientemente alejado de la ciudad como para que los humanos no pudieran ingresar por casualidad, pero también lo suficientemente cercano como alimentarse de ellos cada vez que quisieran.
Aunque Donovan había limitado la cantidad de sangre y mordidas, aún la ciudad era conocida por ser víctima de extrañas desapariciones.
—Oye, Juliette —llamó mi atención mi madre—. ¿Has tenido noticias de tu padre?
La pregunta me tomó por sorpresa. Fruncí el ceño al escucharla. ¿Por qué de repente se interesaba en mi padre? No sabía nada de él y tampoco quería saberlo. Incluso con el tiempo que había transcurrido, mi molestia y enojo hacia él no disminuyó ni un poco.
Donovan se estaba haciendo cargo y confiaba en él.
—Eh...
—¿Eh? —apresuró.
—Se encuentra bien —dije, respirando hondo—. Está internado en un buen lugar para personas como él.
—¿Internado? —alzó una ceja en mi dirección.
—Es un alcohólico, así que está en dónde debe estar.
—Ay, por Dios Juliette. Eres siempre tan exagerada. ¿Cómo es posible que encerraras a tu padre y no intentaras al menos contactar con él?
—Lo siento, mamá. Yo no he querido saber nada de él —Por un segundo, no me importó que los demás nos escucharan—. Él fue lo peor que nos pudo haber pasado.
—Es tu padre —frunció el ceño.
—No, es un imbécil. Está bien si tú algún día decides perdonarle, pero no me incluyas a mí en esto. Si quieres saber de él, le diré a Donovan que te mantenga informada.
Fui fría y tajante, por lo que ella se enfadó. Los niños nos miraron sin saber qué hacer. No quería tener una discusión tan seria enfrente de ellos.
Pero ella no me dejó alternativa.
—No puedo creer que hables de esta manera de tu propio padre. Él te dio la vida —su molestia crecía—. No puedes ser tan malagradecida con él.
Y la mía también. Sentí un enojo subir desde mi estómago hasta mi garganta y no pude contener mis palabras.
—¡No voy a aceptar que intentes manipularme de esta forma! —perdí los estribos, golpeando el volante con el puño—. ¡No te atrevas a decirme estas mierdas!
—¡Juliette!
El grito de Justin me alertó. Un animal cruzó la carretera, por lo que tuve que mover el volante a toda velocidad, impactando contra un árbol. La bolsa de aire comenzó a salir, impactando contra mí. Los gritos de Jake y Julia me alteraron, pero mi primer pensamiento fue mi madre.
—¿Mamá? —susurré.
La sangre comenzó a correr por debajo de mi nariz, a borbotones. El dolor en mi cabeza era sordo, alarmante. No podía escuchar más que un pitido y me sentí al borde del desmayo, pero no podía permitirme perder la conciencia en este momento. Tenía que cuidar a mis hermanos.
Justin no podía estar cerca de la sangre.
Volteé a ver a los demás pasajeros, solo para notar que Justin tuvo que utilizar sus habilidades para evitar que mi madre fuera impactada por la bolsa de aire. Ambos estaban fuera del auto. Y aunque había confusión en su rostro, se veía bien.
Salí del auto a como pude, sintiéndome asfixiada. Julia se unió a mí, intentando verificar mi estado, mientras que Jake salió en dirección a mamá y Justin. Sabía que estaban confundidos, extrañados. Quizás en shock, pero no pude pensar en cuidar de ellos, no cuando me sentía tan sofocada.
Noté que Julia intentaba decirme algo, sin embargo, no escuchaba nada. ¿Era normal que no escuchara nada? ¿Qué demonios había pasado como tal?
¿Fue un lobo lo que hizo que me saliera del camino? Porque no estaba segura. No había rastro alguno de animal cercanos.
El auto terminó destruido. Ni siquiera había notado todos los cortes en mis brazos y rostro, causados por la ruptura del parabrisas. ¿Los demás estaban bien? Julia se veía demasiado borrosa para mí, pero al menos no veía señales de rojo alguno en su cuerpo.
—¿Juliette? —me pareció entender.
Fue solo un instante, pero algo entero me atravesó. Algo estaba mal. No había animal alguno. ¿Por qué perdí el control del auto de esa forma? ¿Qué lo causó?
Un instinto que no sabía que tenía tomó el control en ese momento. Aferré la mano de Julia y a como pude, intenté llegar rápidamente con Justin.
La alerta de peligro sonaba en mi cabeza.
—Julia, ve con Justin y no lo sueltes.
—¿Qué?
—¡Corre!
Y aunque lo intentó, fue demasiado tarde. Un grupo de vampiros apareció frente a mis ojos, rodeándonos. Justin notó al instante que algo estaba mal, se tensó, pensando que hacer.
Negué con la cabeza. Eran demasiados, incluso si lograba derrotar a varios, no podría con todos. Al menos los vampiros no estaban interesados en ellos.
Vinieron por mí.
—Julia, tienes que ir con Justin —susurré—. Cuando te dé la señal, corre.
El cuerpo de Julia temblaba por el miedo, pero asintió, preparada para lo que fuera. Eran al menos doce vampiros, rodeándonos. No sabía cómo escapar, ni cómo poner a salvo a mis hermanos.
—Apártense —ordené, como si tuviera algún tipo de autoridad.
—Miren a la reina —sonrió con burla uno de ellos—. Creyendo que puede librarse de nosotros.
Fruncí el ceño. Algo no estaba bien. ¿Cómo llegó un grupo de vampiros tan rápido a este lugar? Todos encapuchados, con sus rostros completamente cubiertos. Su actitud amenazante, como se acercaban cada vez más a nosotras.
Ellos estaban preparados para atacar.
¿Cómo lo sabrían? ¿Cómo podrían saber que saldríamos este día, sin guardias, sin Donovan?
En ese momento lo supe.
La persona que me había traicionado, era la misma que se encontraba al otro lado de la calle.
—Bien. ¿Vendrás con nosotros por las buenas? ¿O por las malas? —sonrió con burla el que parecía ser su jefe.
¡Hemos entrado al climáx de la historia! Y dejenme decirles que estas son mis partes favoritas, así que espero que las disfruten.
A partir de este momento actualizaré un capítulo aquí y dos capítulos en la otra plataforma, recuerden que al leerme por allí también me apoyan económicamente, así que bueno, nos leemos pronto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro