Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 22: Supongo que esta es Dagr.

—¿Leo? —exclamé, sin poder evitarlo.

Por supuesto, eso alertó a todos los vampiros presentes. Incluso desde la distancia, percibí el cambio en el campo de entrenamiento. De pronto, todas las miradas cayeron sobre mí, haciéndome sentir nerviosa.

Me preocupaba haber hecho algo mal. Claramente no era un sitio en el que Donovan me quisiera. Pero ya me habían atrapado, así que terminé por acercarme con pasos temblorosos.

Los vampiros que sostenían al muy golpeado chico evitaron mi mirada, pero pude ver cierto arrepentimiento en sus rostros, como si supieran que se habían excedido. Donovan en cambio, me esperó con mucha paciencia.

Su usual mueca burlona no se encontraba por ninguna parte. Estaba mortalmente serio. Y para mí sorpresa, eso me pareció sexy.

Se veía como un matón de una película noventera. Y por alguna razón que no entendía, esa imagen me agradó. Tanto que al verlo sonreí inconscientemente.

—¡Juliette! —gritó al verme, revolviéndose entre los brazos de los guardias.

Hasta que confirmé que el chico atrapado era nada más y nada menos que Leo, el mismo del que me enamoré cuando era apenas una cría y la primera persona que me rompió el corazón. ¿Cómo era que había llegado hasta aquí? El castillo estaba lo suficientemente lejos de la población humana como para que fuera una simple casualidad.

—¿Conoces a esta persona? —Su pregunta resonó, incluso cuando lo pronunció con voz baja.

—Sí —respondió por mí—. ¡Cuéntales! Dile que me conoces, Juliette.

Unos ojos carmesíes quemaron cuando se posaron sobre mí. Sí, no necesitaba ser telépata para saber que Donovan comenzó a arder en celos. Acorté la distancia entre nosotros, sintiendo aquel molesto latido de mi corazón. No sabía que hacer, pero me coloqué a su lado.

—Es alguien a quien solía conocer —terminé aceptando.

Mi voz se rompió un poco al final, pero no por el chico atrapado. Era porque temía que, por primera vez, Donovan se enojara conmigo por seguirle. Quizás no fue mi mejor opción.

Debí quedarme tranquila, jugando con un semi dios en mi habitación. Sí, eso sonaba mejor.

—¿Es así? —alzó una ceja en mi dirección.

—No es lo que tu crees —negué rápidamente—. Estudiaba conmigo.

—No he dicho nada —elevó las manos, como si estuviera mostrando su inocencia—. Solo te he preguntado.

—Oh, no sé. Es que me parecía que estabas, quizás, un poco... Celoso.

Tuve el presentimiento que eso le hizo molestar un poco más, pero yo en cambio sonreí. Al menos así fue, hasta que mi mirada cayó sobre aquel rostro maltratado y golpeado. Tenía un ligero rastro de sangre sobre su cien, quizás a causa de un golpe.

Lo habían lastimado, pero esa no era mi mayor preocupación.

—¿Cómo rayos llegaste hasta aquí? —Mi interrogatorio no tardó en llegar.

—Primero... ¿Podrías decirles a estas personas que me suelten?

Miré a Donovan, preguntándole en silencio si era posible. Él se encogió de hombros, como si no le interesara. Aunque no me paso desapercibido su poca participación. Estaba claramente enfadado, pero me permitió hacerme cargo de la situación.

Al final, seguía siendo solo un humano. Uno muy entrometido, pero un humano que no tendría oportunidad contra tres vampiros.

Los vampiros que lo custodiaban terminaron soltándolo y dejándole caer al suelo con un ruido sordo. Mordí mi labio inferior, un poco nerviosa y dudosa de que hacer.

Mi primer instinto fue acercarme y ayudarlo a levantarse, pero pronto pensé que eso solo cabrearía aun más al vampiro que se encontraba a mi lado. Leo se sentó en el suelo, quejándose por lo bajo por la brusquedad.

—Yo... —carraspeó, mostrándose avergonzado—. Estuve buscándote desde hace dos semanas.

Fruncí al ceño de inmediato, sintiendo incomodidad. Donovan notó el cambio en mí, por lo que dio un paso al frente. Como si quisiera estar lo suficientemente cerca para intervenir en caso de que fuera necesario.

—¿Qué? ¿Para qué?

—Desapareciste sin decir nada. Nadie sabía dónde estabas. Incluso te marchaste antes de que pudiéramos conversar.

Quizás en otro momento, en otras circunstancias, saber que alguien me buscó por cielo, mar y tierra me hubiera gustado, pero ese no era el caso. Era claro que me había marchado de esa forma porque algo me había empujado a hacerlo. Y quizás Leo tuviera buenas intenciones... Sin embargo, seguía siendo una locura lo que hizo. ¿Viajar por horas sin tener seguro mi paradero? Si yo no hubiese seguido a Donovan... ¿Estaría ahora a tres metros bajo tierra?

—Dejé todo mi pasado atrás por una razón, Leo.

—Ya lo sé... Pero cuando escuché de lo de tu padre, no pude aguantarlo. Fui hasta tu casa y te vi marchándote con este tipo. Anoté la matricula de la camioneta y los rastreé hasta aquí gracias al gps satelital. No fue fácil hackearlo, pero logré dar con esta ubicación y luego estas personas me atacaron.

Asentí, prestándole completa atención a sus palabras.

—Ya. Ya lo entiendo.

—¿Lo haces? —preguntó Donovan, con inquietud.

El rostro de Leo se iluminó, como si fuera todo lo que hubiera querido escuchar.

—Es claro que perdiste la cabeza —concreté.

Escuché la amplia carcajada de Donovan a mis espaldas, pero lo ignoré con facilidad. Leo bajo la cabeza, con sus mejillas ardiendo con fervor. Era claro que estaba avergonzado. ¿Pero qué demonios esperaba? No iba a felicitarlo y halagarlo por haber roto la ley, persiguiéndome hasta aquí... ¿Para qué? ¿Cuáles eran sus intenciones?

—Tú...

—Ese es el problema, Leo. Tú piensas que yo debo entender las razones por las cuáles haces lo que haces. Así has sido siempre. Tú haces algo y luego yo debo adaptarme a ello. ¿En que demonios estabas pensando? Llegaste hasta aquí con vida, eso ya es un milagro. ¿Qué pensaste que iba a suceder cuando me consiguieras?

—Pensé que estabas en peligro.

—Si, bueno, claramente no lo está —intervino Donovan—. Mira, no sé quién eres y en realidad no me importa. Invadiste propiedad privada, hackeaste un gps y nos has seguido hasta aquí. ¿Acaso no le tienes miedo a la muerte?

Para mí sorpresa, se veía más intimidado cuándo yo le hablaba que cuando lo hacía Donovan. Definitivamente su sentido de supervivencia estaba estropeado. Un chasquido de Donovan y su vida se extinguiría en un segundo.

—Hice lo que tenía que hacer. ¿Qué otra opción tenía? Necesitaba saber que estabas a salvo.

—No, claro que no. Siempre eres tan impulsivo. ¿Me ves por primera vez en un bar? Asumes que me estoy prostituyendo y lo esparces por toda la ciudad. ¿Al fin me marcho de un sitio en el que no era feliz? Me sigues e intentas convencerme de que esto es por mi bien. ¿Acaso me odias?

—¡No! —gritó, sorprendiéndome—. Eso es justo lo que quería decirte. Yo no fui quien les dijo a todos lo del bar. Fui un cobarde al no defenderte y dejé que pensaras de esta forma respecto a mí, pero no fui yo. Te juro que yo jamás diría algo así de ti.

Repentinamente, el recuerdo golpeó mi cabeza. Por supuesto, recordaba con gran claridad a Leo, justo en la barra del peor bar que pudiera existir en el planeta. Y a su lado, un chico de su misma edad que estudiaba con nosotros. Ambos se colaron en el bar y a la semana siguiente, yo era echada del instituto.

Todo este tiempo asumí que había sido Leo quién esparció los rumores. Pero por supuesto, nunca esperé que fuera un completo desconocido quién lo inició. Aquel tipo del que ni siquiera recordaba bien su cara.

Fue un terrible malentendido. Quizás si le hubiera dado la oportunidad de explicarse antes... Las cosas serían diferentes hoy.

—¿Y?

Mi pregunta pareció sorprenderlo. Incluso Donovan puso una extraña expresión en su rostro, como si tampoco se lo esperaba. Leo me miró con desesperación, su lengua se enredó varias veces, mientras yo poco a poco perdía el interés en la conversación.

—¿Qué quieres decir? ¡Te digo que no fui yo! Debes creerme.

—Vale, te creo —Me miró como si dos cabezas acabaran de salir en mi cuello —¿Qué pensaste que iba a ocurrir? Me dirías la verdad y entonces... ¿Qué? ¿Bailaríamos y reiríamos sobre ello hasta que las panzas nos dolieran?

—¿No? —Respondió con dudas.

Suspiré, intentando calmarme antes de ser demasiado brusca. Tampoco pretendía atacarlo, no más de lo que los vampiros ya lo habían hecho, al menos.

—Mira, lo entiendo. Te juzgué mal al pensar que fuiste tu quien empezó todo. Te pido perdón por ello. Pero eso no quita los hechos. Alguien comenzó a llamarme prostituta y tuve que abandonar la escuela. Terminé siendo arrojada a las calles con tres hermanos menores hambrientos a quienes debía cuidar. Ahora sé qué no fue tu culpa, pero acaso eso borra que tampoco intentaste defenderme.

Quizás hubiera terminado renunciando a mis estudios en algún momento. Era lo más probable, de hecho. Porque no podía trabajar y estudiar a la vez. Pero el hecho de haber sido expulsada era algo que me dolía en lo más profundo de mí. Nunca lo diría en voz alta, pero ese día, cuando tuve que recoger todas mis cosas mientras todos me veían y señalaban, fue uno de los peores de toda mi vida.

Y no podía culpar a Leo. Ya no. Sin embargo, él tampoco me ayudó. Ni una sola vez. Ahora fingía estar muy preocupado por mí, pero la verdad era que todos los años que estuve trabajando por mi cuenta, él nunca se acercó hasta esa noche en el bar.

—Yo...

Sabía que intentaría excusarse, así que no le di la oportunidad. Dejé escapar todos los pensamientos que me habían estado ahogando, todo lo que siempre pensé y que nunca antes tuve la oportunidad de decir.

—No moviste un dedo. Todos me atacaron y tú no moviste un dedo. Ahora quieres pensar que estas libre de culpa, pero tú estuviste allí esa noche. Sabías que yo no estaba haciendo nada malo. Incluso te confesé que la situación en mi casa era complicada. Te dije que estaba en aprietos. No solo permitiste que tu amigo esparciera todo tipo de rumores, sino que nunca te paraste a mi lado. De hecho, no me buscaste hasta que los rumores del pueblo se centraron en otra persona. Quieres pensar que eres muy valiente, pero no eres más que un cobarde.

Donovan mostró una mueca asesina en su rostro. Sin embargo, al notar que me encontraba tranquila, no se entrometió en la discusión.

—¿Qué querías que hiciera? —preguntó con desesperación—. No podía meterme en el ojo del huracán, Juliette. Tú eras una niña, lo sé. Pero yo también era demasiado joven. No pude hacer nada.

—No quisiste hacer nada—rectifiqué.

—Vamos, no seas así conmigo —suplicó, con lágrimas en los ojos.—. No sabes cuánto me arrepiento.

—Donovan —llamé su atención, un poco harta—. No es alguien peligroso. Déjalo marcharse.

El vampiro me miró a la cara, como si estuviera buscando alguna señal de que lloraría. Pero, aunque esos recuerdos siempre serían dolorosos, ya había compartido la mayor carga con él, por lo que se hizo un poco más ligera.

Estaba bien. No necesitaba que me cuidaran. Pero si él se sentía más tranquilo cuidándome, tampoco me quejaría.

—Juliette —dijo en tono de advertencia.

—No dirá nada —me apresuré—. Él no dirá nada de lo que vio aquí. No creo que lo sepa.

Leo nos miró con atención, pero no abrió la boca. Se lo agradecí internamente, pues en realidad no tenía idea de qué haría si llegaba a decir algo sobre la situación actual.

Porque era obvio que las personas en esta habitación no eran del todo humanos. Leo era un idiota, pero no tan estúpido como para no darse cuenta de que había algo más.

—Sabes que no puedo arriesgarme...

—Por favor —supliqué hacia él.

Él sabía lo peculiar que era que le pidiera algo, pero incluso así, no dio su brazo a torcer. Desvió la mirada, como si estuviera intentando huirle a mis ojos.

—Donovan...

—No puede irse, criaturita —se negó, aunque pareció costarle—. No solo hablamos de que burló la seguridad del castillo, también hablamos de tu propia seguridad. Vine aquí porque sabía que nadie iba a encontrarte.

No conocía mucho sobre política, pero entendía que Donovan estaba intentando armar una partida de ajedrez conmigo como la reina. Pero si no era lo suficientemente cuidadoso, pronto estaríamos en jaque.

—No puedes esconderme para siempre.

—Y no lo haré, pero si se filtra, que estás aquí... Todos correremos peligro. Lo estoy preparando todo, pero necesito ganar algo de tiempo. Necesito que confíes en mí.

Lo hacía. Podía entregarle mi vida a Donovan con los ojos cerrados, pero eso no significaba que estuviera de acuerdo con sus decisiones. ¿Qué se supone que haría con Leo? ¿Planeaba dejarlo secuestrado aquí?

No sabía cuál era la mejor opción. ¿De verdad no podía dejarlo marchar?

—¿Qué? ¿De qué están hablando? —Como si fuese capaz de saber que perdí la batalla, Leo comenzó a interrogar.

—Lo siento —fue lo único que fui capaz de pronunciar.

—Supongo que tendremos que dar un pequeño paseo, querido Leo —la sonrisa de Donovan solo gritaba peligro.

Y por paseo, se refirió a que Raven terminó visitando nuestra ciudad natal, encantando tanto a sus padres como a todos los humanos que fueran cercanos a Leo. Manipularon sus recuerdos para que todos creyeran que acababa de irse a la universidad, graduándose unos meses antes.

Así fue como Leo terminó convirtiéndose en un invitado no tan invitado en el castillo.

No era tan idiota como se la daba. Estaba segura de que ya se había dado cuenta de que estaba tratando con seres sobrenaturales, pero era como si no le importara.

Actuaba con tanta naturalidad con todos, que a veces me preguntaba si olvidaba que fue secuestrado.

Solo le tomó tres días. Tres días que para mí fueron un completo suplicio. Con la llegada del guardián de la noche y el intruso humano, la seguridad en el castillo incrementó. Si no estaba siendo perseguida por Nótt, estaba con Donovan. Y si Donovan estaba ocupado, entonces enviaba a Raven con nosotros. Estaba comenzando a cansarme de aquella situación, pero no me atreví a decir nada.

Leo dormía en una zona completamente ajena a la nuestra. Y para mí sorpresa, eso no le impedía estar tras nosotros todo el día. Le encantaba jugar con Julia y era un amigo cercano de Justin. Los únicos que no parecían estar muy agradados por su presencia, excluyéndome, eran Raven y Jake, quienes parecían vigilarlo.

Y es que era un poco extraño. ¿Cómo un humano era capaz de colarse en el territorio de los vampiros? Además, no había hecho ninguna pregunta respecto a dónde nos encontrábamos. Así que comencé a sospechar que había algo que Leo me ocultaba y no planeaba dejarlo pasar.

—¡Juliette! ¡Juliette! —escuché los gritos de Julia venir de la parte baja.

Usualmente no les dejaba a solas, pero me había sentido tan vigilada, que había decidido quedarme en mi habitación por un rato. Y al escuchar a Julia gritar, comencé a pensar que quizás había subestimado a Donovan.

No lo pensé dos veces y corrí escaleras abajo. Mi cuerpo se movió mucho más rápido de lo que jamás en la vida, como si algo más estuviera dándome impulso. Sin embargo, al no estar en tan buena forma, llegando al final de las escaleras me tropecé.

Por instinto protegí mi cabeza, cerrando los ojos mientras esperaba el golpe.

—Atrapé a una criaturita —me recibió el rostro sonriente de Donovan.

—Gracias —apenas y logré susurrar hacia él.

Me ayudó a estabilizarme, tomándome por un segundo de la cintura como si quisiera que respirara un poco. Le hice caso. Si algo grave estuviera pasando, él no estaría con una expresión tan relajada.

—¡Juls! —exclamó, llena de felicidad cuando me vio.

Respiré, aliviada, al ver a Jake y Julia tranquilos. No había sangre por ningún lugar y no parecía que sus vidas estuvieran peligrando.

Pude haberme enojado por preocuparme, pero no pude al ver sus expresiones felices.

—¡Mira, mira!

Dirigí mi mirada hacia dónde me señalaba, encontrando a un cachorro igual a Nótt, pero con un pelaje tan blanco como la nieve. Logré ver más allá, tal y como me indicó Donovan hacía unos días. Su pelaje brillaba, tan cálido como la luz del sol. Brillaba tanto que apenas y podía verlo sin que me dolieran los ojos.

—Déjame adivinar —comenté hacia Donovan—. Supongo que esta es Dagr.

Su sonrisa fue respuesta suficiente. 



¡Hola, hola! Esta capítulo me tomó mucho más tiempo del que esperaba, así que espero que les haya gustado.

Por si se lo preguntan, Nótt y Dagr son parte de la mitología nórdica. 

Nótt se pronuncia como "Nox" Y Dagr se pronuncia "Dagur" 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro