Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 19, parte 1: Tenemos que hablar.

—Juliette —lo escuché llamarme, justo cuando estaba a punto de salir.

El gran salón era inmenso, por lo que su voz se escuchó con fuerza incluso cuando solo fue un susurro. Le dediqué una mala mirada, a lo que él sonrió con un poco de vergüenza.

—¿Sí? —respondí, dudosa.

Camille se había marchado, murmurando que iba a dejar a los tortolitos solos, pero prometiendo pasar el rato conmigo luego. No sabía si eso era una promesa o una especie de amenaza, pero igual me sentía ansiosa.

No confiaba en ella. Pero tampoco podía decir que desconfiaba. Era como si Camille se saliera de los estándares. No podía leerla, ni entender sus verdaderas intenciones.

Parecía peligrosa. Tanto para mí como para mis hermanos.

Pero a la vez...

A la vez se veía tan solitaria que no podía evitar intentar darle una oportunidad. Solo una.

Porque algo me decía que todo el cuento sobre ella siendo preparada toda su vida para ocupar el trono no era solo una mentira o algo que se inventó de un momento a otro. Fácilmente podía imaginarme a una niña siendo entrenada para actuar con la dignidad de una reina.

—Creo que... Tenemos que hablar —habló, desviando la mirada.

Puede que yo fuera una novata en todo esto de las relaciones, pero sabía que esas tres palabras no eran precisamente buenas noticias.

Y Donovan actuando como si estuviera avergonzado tampoco parecía ser una buena señal.

Claro, que después de unirse a la broma de Camille, más le valía estar arrepentido.

—¿Vas a terminar conmigo? —pregunté, medio en serio, medio en broma—. O quizás vas a confesarme que efectivamente estás buscando un rey con quien compartir tu trono.

—De eso es exactamente lo que quiero hablarte —alcé las cejas en su dirección, por lo que pronto se corrigió—. Del trono, Juliette. Me refería al trono. Pequeña malpensada.

—Pues tu deberías ser más claro con lo que dices.

Me dedicó una mirada hastiada, por lo que solo sonreí por lo bajo. Donovan siempre se veía tan seguro de sí mismo, pero con solo un par de palabras, yo era capaz de tomarlo con la guardia baja.

—Solo ven conmigo —pidió, ignorándome.

Ofreció su brazo, como si estuviera escoltando a una princesa. Y quizás fuera por el hecho de estar en un castillo, pero por un segundo, me sentí como una.

Mi cabeza apenas rozaba su hombro. Y eso que yo me consideraba una persona alta. Sin embargo, tenía que subir la cabeza para poder verlo a los ojos.

Comenzó a caminar conmigo hasta el jardín delantero. La tarde comenzaba a caer, por lo que el clima era fresco. El atardecer se encontraba a nuestras espaldas y todo por un minuto estuvo lleno de paz y calma.

Les indicó a los guardias que nos dejaran a solas. No había puesto un pie aquí desde que llegamos, así que aproveché para observarlo todo con gran curiosidad.

La fuente se iluminaba con los últimos rayos del sol, haciendo que el agua pareciera de un color similar al dorado. A nuestro alrededor, no podía captar ninguna otra vivienda. Sin vecinos, sin humanos cerca. Solo vampiros y un enorme castillo.

—¿Te gusta? —preguntó con más seriedad.

—No esperaba que me trajeras a un jodido castillo —repliqué en tono ligero—. Es un lugar precioso.

—Sé que es tarde, pero creo que debería presentarme como se debe —se inclinó hacia mí en una reverencia, tomándome por sorpresa—. Mi nombre es Donovan Black, soy el monarca de los vampiros y el dueño de este lugar, así como muchos otros. Tengo grandes responsabilidades sobre mis hombros, una alianza con los brujos y hombres lobos, grandes habilidades y una increíble modestia.

Comenzó a hablar, respondiéndome las preguntas que nunca me atreví a decir en voz alta. Su tono era ligero, pero noté que en realidad se encontraba un poco nervioso. Me miró, esperando una respuesta de mi parte.

—Espera. Creía que los monarcas no se inclinaban ante nadie.

—Y no lo hacen —sonrió—. Solo lo hacemos ante nuestra reina.

—Donovan —solté en advertencia.

—Eres la otra mitad de mi alma, Juliette. Así lo decidió la madre luna. No sé cómo vayas a tomarte eso, pero yo estoy hablando en serio. Todo lo que es mío, ahora también es tuyo. Te prometo que me haré cargo de ti, de tus hermanos, de tu madre e incluso me aseguraré del bienestar de tu padre. Te lo juro por el apellido Black y por todos los años que han gobernado.

—No soy una jodida reina —negué, sintiéndome ansiosa.

El cielo se pintó de rosa, iluminando el jardín con un tono romántico que yo no esperaba. Pronto las luces se encendieron, pero mis ojos solo estaban puestos en él.

Cabello despeinado por la brisa. Una mirada que parecía querer gritar y expresar todo lo que sentía. De su boca salían las palabras que siempre escuché en un cuento de hadas, pero yo no sabía cómo sentirme al respecto.

—No tienes que serlo si no quieres —murmuró—. Yo nunca he querido el trono.

—¿Nunca? —pregunté, sintiendo que, por primera vez, podía conocer al verdadero Donovan.

Lo tomé de la mano, notando un ligero temblor. Él estaba dispuesto a ser sincero conmigo y yo estaba más que dispuesta a escucharlo.

—Alguien tenía que hacerse cargo. Creo que entenderás el sentimiento mejor que nadie.

Y lo hacía. Al parecer, Donovan y yo teníamos más cosas en común de las que yo pensaba.

Sentí que tenía la oportunidad justo frente a mí. Y no iba a desaprovecharla. Si él me lo permitía, quería conocer todo de él.

—¿Cuántos años tenías? —entrelacé nuestros dedos, intentando consolarlo.

—Debía tener unos nueve años cuando mi padre murió.

—Eras solo un niño...

—Era el heredero oficial de los vampiros —corrigió—. Claro que no fue fácil. Por un tiempo... Por algunos años, permití que mi abuelo me ayudara a hacerme cargo de todo.

Me costaba imaginar al pequeño Donovan con tanta responsabilidad sobre sus hombros. Un niño de nueve años no sería capaz de tomar un rol tan importante.

—Al menos tuviste ayuda.

—No, de hecho, ese fue mi primer error como el monarca —negó con desesperación—. Debía tener unos once años cuando noté que algo no estaba bien. Los vampiros estaban en una guerra continua con los lobos. Los humanos eran nuestros esclavos. Cada día nuestra gente moría. ¿Sabes cuántos vampiros existen en el mundo? Son menos de lo que crees, porque la mayoría están muertos. Todo era oscuro y aterrador. Así que yo... hui.

—¿Huiste? —era la primera vez que escuchaba sobre eso—. ¿A dónde fuiste?

—A todas partes —sonrió con tristeza—. Viajé por todo el mundo. Conocí todos los territorios de los vampiros, sin quedarme demasiado tiempo en el mismo lugar. Cambié muchas reglas y me convertí en todo lo que mi abuelo odiaba. Así que digamos que no estamos en muy buenos términos.

—Pero Raven dijo...

—Sí, no puedo seguir huyendo, Juliette. Es mi deber cuidar de los vampiros. Y lo he hecho. Sin embargo, algunos han olvidado que tienen un rey. Estoy aquí oficialmente para recordárselos.

Se sentó en un banquillo cerca de la fuente, echando la cabeza hacia atrás. Parecía torturado por los recuerdos, atormentado por todo lo que tuvo que pasar antes de llegar hasta este momento.

Por primera vez, incluso lo vi como a un... humano. Sí, era mucho más fuerte, más rápido y con habilidades más allá de mi compresión. Y a la vez, era solamente un hombre abrumado, una persona con heridas emocionales. Así como yo, así como todos los demás.

—Este soy yo, criaturita. No soy tan bueno como crees. Soy egoísta, territorial y un poco indiferente algunas veces. Intento hacer lo correcto, pero probablemente me equivoque. Me equivocaré muchas veces y no siempre seré lo que quieres que sea.

Así que esas eran sus inseguridades. Me tomó un poco por sorpresa, pero una vez que lo escuché, entendí su conducta y su comportamiento. Detrás de toda esa seguridad, también existía alguien que intentaba aprender y mejorar.

Nunca sabré si fue eso lo que me impulsó a hablar, pero cuando me di cuenta, las palabras simplemente comenzaron a salir de mi boca.

—Una vez concerté una cita nocturna con un cliente —hablé por primera vez de aquello que nunca le había dicho a nadie—. El dinero no alcanzaba para nada más. Y yo no encontraba otra salida.

—Juliette...

—Sé que no es tan drástico como el futuro de los vampiros —concedí con una sonrisa fingida—. Pero cuando tienes dieciséis, todo parece más relevante de lo que realmente es.

—No minimices tus sentimientos —suplicó, animándome a continuar contándole.

—Nos fuimos a un hotel de lujo. Era la primera vez que veía algo tan bonito. Todo se veía tan limpio, tan elegante. Era un cliente habitual y me había ofrecido una cantidad inigualable de dinero.

—¿Tú...? —No concretó su pregunta.

—No lo hice —negué con la cabeza—. No fui capaz de hacerlo. Esa fue la primera vez que intenté suicidarme. Fue en una bañera de un hotel cinco estrellas.

Sus ojos me sorprendieron ante el cambio radical. Brillaron por lo bajo, como una advertencia. Tan peligrosos como nunca antes los había visto. Pero esta vez, no tuve miedo.

No supe que me impulsó a seguir hablando, pero si él estaba siendo sincero, yo también lo sería.

—Solo dije "Oh, ya vengo. Debo ir al baño" —hice comillas con los dedos—. Y cuando pasaron unos veinte minutos, supongo que el tipo se dio cuenta de que algo estaba mal. Ingresó al baño sin siquiera tocar y me encontró con las venas abiertas. La sangre salía a borbotones y yo apenas estaba consciente.

—Así que esas son... —pensó en voz alta.

—Sí, estas son las cicatrices —se las enseñé, sintiendo el picor de lágrimas en mis ojos.

—Había sospechado que eran ese tipo de cicatrices, pero nunca creí que...

Comenzó a acariciar mis brazos, allí donde se veían ligeramente las marcas de piel mucho más pálidas. Por eso siempre usaba suéteres y camisas cubiertas, siempre avergonzada de aquel momento. Pero cuando él comenzó a besar aquellas marcas... Sentí que ya no necesitaba seguir escondiéndolas.

—Cualquiera creería que el tipo fue por ayuda. ¿Verdad? Digo, acabas de encontrar a una cría de dieciséis años, con las venas abiertas en el mismo hotel donde planeabas follarla por dinero. La respuesta lógica sería ir por ayuda. Llamar una ambulancia, no lo sé. Pero precisamente por ese motivo el tipo solo huyó.

—¿Qué?

—Sí, solo se fue. Como pude terminé llamando a emergencias —una lágrima traicionera corrió por mi mejilla—. Resulta que no quería morir, solo estaba desesperada. No terminé desangrada porque mi cuerpo está hecho para producir mucha sangre. ¿Cierto?

Esa última pregunta era lo que rondaba por mi cabeza desde la primera vez que lo dijo. Y por su expresión, parecía ser cierto.

Sentí su sed de sangre. Aquel enojo que lo quemaba por dentro. Por mí, por aquella historia que nunca me había atrevido a decir en voz alta. Por aquel recuerdo que empujé a un rincón de mi cabeza con la esperanza de nunca volver a pensar en el.

—Ambos estamos un poco rotos, Donovan —me acerqué un poco más a él, poniendo mi cabeza sobre su hombro—. Tú no pediste un trono, pero haces lo mejor que puedes con el. Yo no pedí ser la responsable de mis hermanos, pero es lo que el destino decidió para mí. No soy alguien perfecta. No podría serlo ni siquiera intentándolo. Pero si tú necesitas de mi ayuda, yo voy a dártela. Si necesitas una reina, yo lo seré. Si necesitas quien cubra tus espaldas, yo seré tu escudo. Porque tú me has ayudado en más formas de las que te imaginas.

—No te ayudo para que me ayudes a cambio, Juliette.

—Y es precisamente por eso que quiero ayudarte. No sé si será lo mejor para ti, pero estoy aquí. Ya no tienes que pelear solo contra el mundo.

Mis palabras lo afectaron. Pude ver el momento exacto en el que Donovan derribó todas y cada una de sus barreras. Soltó un enorme suspiro y sus hombros se relajaron visiblemente. Él me miró como si yo fuera su mundo, como si yo fuera todo lo que él necesitara.

—Pero no voy a tolerar que Camille tenga a tus hijos —concreté.

Su carcajada no me tomó por sorpresa. Comenzó a reírse, tan relajado y tranquilo, dejando atrás todos esos recuerdos que tanto lo atormentaban.

—Eres la única para mí, Juliette.

—Sí, pero eso dicen todos.

—Es cierto —asintió, dándome la razón—. Yo te lo demostraré entonces. Te daré el mundo y lo tendrás a tus pies, mi reina.

Me sonrojé ante la seriedad de su tono. No fue un chiste ni un halago solo por decir. Donovan me miró como si estuviera ansioso, como si solo hubiera estado esperando la oportunidad.

—¿Te harás cargo? —pregunté, solo porque necesitaba oírselo una vez más.

No era fácil para mí soltar el control. No después de tantos años luchando contra la corriente.

—Me haré cargo de todo, Juliette.

—Si es demasiado, aún no es tarde para arrepentirse.

—Eso es lo que tu crees. Pero ya es demasiado tarde. Ya no podría vivir sin ti, incluso si quisiera.

¿Por mi sangre? Quise preguntar. Sin embargo, no me atreví. Porque la respuesta a esa pregunta podría causarme un dolor mayor, impulsándome a enfrentar unos sentimientos para los cuales aún no estaba preparada.

—Eres demasiado perfecto —suspiré dramáticamente—. Me sacas de quicio, pero eres demasiado perfecto para mi salud.

—¿Eso significa que te estás enamorando de mí? No te juzgo, todos terminan enamorándose de mí eventualmente.

—Ya veo porque tienes un castillo tan grande —comenté de la nada. Él me miró, confundido—. Sí, en uno más pequeño no entraría todo tu ego.

—Auch, eso dolió.

—Sobrevivirás —le di una palmadita.

Nos quedamos así, en silencio, sentados uno al lado del otro. No hizo falta decir más. Él conocía mi peor versión y ahora yo conocía un lado de él que jamás imaginé. Ambos un poco rotos, ambos con cargas que no pedimos. Ambos vivíamos escondiéndonos del mundo, mostrando una máscara que nadie notaba. Yo alejaba a todos y él no le permitía a nadie conocerlo por quien realmente era.

Pero mientras la noche caía, también nuestras máscaras lo hicieron. Ya no hacía falta fingir entre nosotros.

Ya nunca más tendríamos que pelear nuestras batallas solos.


¡Hola! Una escritora reportandose por aquí. ¿Cómo están? 

El capítulo es un poco corto porque lo dividí en dos partes, siendo esta una escena completamente inédita. ¿Qué les pareció? 

Ya sabemos un poco más del pasado de Donovan. Conocemos un poco mejor a Juliette. Ahora sí se viene todo el merequetengue. 

¡Nos leemos pronto! 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro