Hace unos días volviste, y siendo honesta no se cuál regreso fue más memorable.

Si bien, no volviste directamente a aparecer en mi vida, hablo de forma física, lo hiciste por el único medio que nos mantiene mínimamente conectadas, y me refiero a instagram.

La primera vez que volví a saber algo de ti estaba de viaje, la noticia sorprendió a mi enamoradizo corazón en la fría cama se un hotel a mitad de la noche.

Sigo sin saber que me emociono más:
- La foto de tu perfil
- Tu ocurrente nombre de usuario
- O el hecho de que fuiste tu la primera en mandar un mensaje

Sea la que haya sido, aún causa un sonrojo ligero en mi.
No tuvimos la plática más interesante de la historia esa noche, pero tus halagos la hicieron la mejor que tuve en semanas.

Y con esa misma clase de palabrería regresaste hace algunas noches.

Había pasado por un momento que no pensé pasar, no sabía cómo sobrellevarlo, sentía la necesidad de estar haciendo algo para no pensar en quien ya no estaba y como no había (ni hay) nadie en quien buscar refugio, preferí buscar aprobación en línea.

Abrí instagram y sin pensarlo mucho hice un live mientras dibujaba como me sentía en ese momento, no más de 5 personas lo vieron al momento, pero me libero un poco.

Cuando terminó, el live se quedó publicado y realmente no esperaba nada, pero tú eres esa nada que inevitablemente siempre espero.

¿Cómo es que un par de comentarios tuyos me pueden devolver lo que creía perdido? ¿Cómo simples frases logran otorgar significado a mi vacío interno?

¿Cómo es que siempre vuelves cuando más lo necesito y tú ni siquiera eres consiente?

Así como volviste hace unos días, te marchaste de nueva cuenta, pero dejaste un poco de ti para que el poco de mi que aún se siente vivo y con esperanzas de amar siga creyendo, en que tal vez, otro día volverás.