Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4: Cruel Summer

Narrado por Jorge

Entré a la habitación que compartía con Adrián, para ver cómo estaba. Si bien sus heridas no parecían ser graves, me preocupaba de todos modos, así que, me senté sobre la cama y puse una mano sobre su abdomen, aprovechando que estaba recostado, y así palpé sus raspaduras, que se veían mejor de lo que recordaba.

En eso, Adrián se reincorporó, lo que me hizo apartar mi mano con asombro, aunque él la tomó y la colocó sobre su pectoral, que estaba bastante magullado.

—¿Te... Te duele? —pregunté.

Él respondió que no, sacudiendo la cabeza. Sus labios estaban entreabiertos y sentí que su pulso se estaba elevando.

Se acercó a mí cada vez más, como si me fuera a besar. Mi cuerpo se quedó inmóvil, pues no supe qué hacer. Sentí que el aire me faltaba, por lo que, empecé a respirar acelerado y entreabrí la boca.

Mi vista descendió a sus labios y por un momento sentí que el mundo giraba más lento, como si se paralizara. Mi respiración se fue calmando y empecé a cerrar los ojos, todavía inmóvil, hasta que escuché su risa boba.

—Perdón, perdón. —Escuché que dijo en español.

Si bien yo no hablaba su idioma de forma fluida, yo podía entenderlo y hasta decir lo básico, gracias a que él me había enseñado.

Volví a abrir los ojos y vi que se echó para atrás, sin parar de reír.

—Es que... Me comí una galleta y...

Siguió riendo. Claro, estaba más que drogado.

Y sí, normalmente estaba algo ido porque solía consumir una dosis pequeña de marihuana, pero cuando se ponía así era porque de verdad había consumido mucho... que era la mitad del tiempo libre que tenía.

Adrián jaló mi brazo y me hizo perder el equilibrio, pues yo todavía estaba ensimismado por lo que había pasado recién. Por su culpa, caí sobre su pecho desnudo y me abrazó fuertemente, como un niño a su peluche, impidiéndome levantarme.

—No es gracioso —dije molesto.

Él no paraba de reír. Probablemente ni siquiera se daba cuenta de que era yo.

—Cómete una conmigo, vamos... —murmuró, sin soltarme—. Pero tendrías que conseguirte hongos por tu cuenta.

—Espera, ¿qué fumaste?

—Solo era broma, era una galleta, lo juro.

Él solo siguió riendo. No supe por qué, pero de la nada paró e hizo silencio. Ni una palabra, ni un ruido, nada, solo me sujetó con más fuerza y entrelazó sus piernas con las mías.

—Nunca me dejarás solo, ¿verdad? —pidió de la nada.

—Adi...

—No me abandones... Ni siquiera por una chica.

Probablemente era la marihuana la que hablaba.

—Jorge, quédate conmigo, por favor.

Suspiré.

—Si me sueltas, prometo que no me iré.

Y me soltó. Me senté sobre la cama y lo vi de frente, él también se sentó y me abrazó, para luego ponerse a llorar.

—Mi familia siempre ha sido pequeña... Solo mi madre y yo. —Sollozó—. Pero te sumaste a ella. Eres mi familia.

Le sobé la espalda mientras lloraba, hasta que se calmó. No se apartó, sino que permanecimos así un largo rato, sintiendo la respiración del otro sobre la piel, una sensación de tranqulidad y satisfacción que jamás olvidaré.

Cuando dejó de abrazarme, se echó de nuevo sobre la cama, pero esta vez se acostó en ella, por lo que, quise levantarme para ir a la mía, pero nuevamente él me jaló hacia su cuerpo y no pude evitar resistirme ante la idea de recostarme junto a él.

Creí que dormiríamos de espaldas al otro, por lo que me volteé hacia afuera, sin pensar que él se iba a dar vuelta y me abrazaría por detrás.

A la mañana siguiente, desperté antes que él y quise moverme sin despertarlo, pero sentí su mano sobre mi dorso recorriendo mi cuerpo hasta agarrarse de mi abdomen.

—De aquí no te vas hasta que quiera levantarme. —Sentenció.

Dejé escapar una risilla. Debía admitir que había pasado la mejor noche de mi vida, abrazado a él. La sensación que me daba era algo que no quería que se acabara y decidí permanecer un largo rato ahí, hasta que mi estómago advirtió lo hambriento que estaba.

—Voy a comer algo —indiqué y me levanté, mientras su brazo se deslizaba hacia abajo por mi espalda, lo que me causó un cosquilleo que provocó que me apartara de inmediato—. ¿Quieres que...? ¿Te traigo...? ¿Qué quieres comer?

Aquello me había puesto nervioso y no fui capaz de pensar con claridad. Vi que su boba sonrisa se dibujó en su cara y luego dejó ver sus dientes relucientes. Uno de sus ojos marrones se abrió y me observó.

—¿Estás en el menú?

Me sonrojé.

—¡Adrián! Solo... Solo te estoy ofreciendo algo para comer.

—Tus nalgas. —Empezó a reír.

Aunque costara creerlo, ya estaba sobrio.

—Voy por un café y waffles a un local que vi por aquí, no te traeré comida.

—¡No, no! ¡Espera!

—¡Y mis nalgas no están en el menú! —grité con el rostro rojo e hirviendo. A veces era divertido bromear así, pero no cuando me abrazó durante toda la noche, me hacía sentir...

Confundido.

En eso, entró Will a la habitación y solo pude rogar que no se hubiera dado cuenta de lo que estaba o había pasado.

—¿Waffles y nalgas? —preguntó riendo.

Sí, lo había escuchado desde afuera.

Me vestí dándole la espalda, para que no notara que estaba sonrojado. Ellos se pusieron a hablar de música mientras me vestía y volteé al terminar. Lo normal hubiera sido haberme duchado primero, lo sé, pero el hambre fue mayor al sentido común.

—Adi, última oportunidad para pedir comida.

—Mmm... Tráeme lo que sea... Y mucho.

Empezó a emitir quejidos y Will salió detrás de mí. Las chicas se habían levantado temprano y se encontraban viendo tiendas, según me contó Will, así que, él aprovechó de hablar.

—Las cosas van bien con Kim. —Estaba sonriendo—. Todavía no pasa algo, pero... Anoche se despidió de mí con un beso.

Era raro pensar que Will se emocionara por eso, pero me alegré por él. Pese a todo, era evidente que amaba a Kim y entendí que, por amor, hasta lo más pequeño podía tener un gran significado para uno.

Una vez que nos pasaron nuestra orden, regresamos a la cabaña y tomamos desayuno con Adrián, quien se puso a comer como si no lo hubiera hecho en días. Al terminar, Will se fue a la playa para estar junto a las chicas, dejándome solo con Adrián.

—Sobre anoche... —Traté de decir.

—Perdón si hice algo que te molestó, perdón si te incomodé.

—No, descuida, estuvo bien, es solo que... No entiendo qué fue todo eso.

—No estoy muy claro sobre lo que hice o hicimos, tengo muy vagos recuerdos, pero en serio: perdón si te incomodé. Eres mi mejor amigo y no me gustaría perderte.

Estaba perplejo. En los ojos de Adrián podía ver reflejada cierta tristeza que no sabía cómo interpretar, sentimientos que no supe que estaban presentes, hasta mucho después.

—Nunca me perderías —murmuré—. Tendría que morir o algo así para que eso pudiera pasar —bromeé, aunque a la vez decía la verdad: si fuera por mí, jamás me alejaría de él.

Nos quedamos ahí hasta el almuerzo, en silencio. Traté de que fuéramos a jugar con su pelota de fútbol afuera, o con una de volleyball, pero se terminó encerrando en la habitación.

Preparé una feijoada sin harina de mandioca para el almuerzo, haciendo que Adrián por fin se acercara al sentir el exquisito olor de lo que estaba preparando.

—No recordaba que cocinaras tan bien.

—Bah, siempre lo he hecho, es solo que ayer me dio flojera.

—A los dos. —Él se puso a reír.

—Tal cual. ¿Mañana? Quizás fideos al pesto, si es que encuentro cosas para poder preparar pesto.

—Mañana es el último día aquí, ¿no?

—Oh, cierto... Sí, lo es. —Cuando dije eso, el rostro de Adrián irradió alegría.

—Que bueno, extraño mi casa.

—¿En serio? O sea, tu mamá es genial y cocina bien, pero no pensé que de todos, tú serías el menos feliz con este viaje.

—Uh... No es el viaje en sí, sino que quería que este viaje fuera especial para nosotros, pero no ha sido así. Siempre hemos sido los dos y ahora... Ahora siento que te da igual.

—¿Es broma? ¡Ya te lo dije! Eres mi mejor amigo, nunca te dejaría solo.

Vi cómo apretó la mandíbula. Parecía que quería decir algo, pero se quedó en silencio de nuevo. Justo en ese momento, el resto del grupo entró a la cabaña y cada quien sacó de la olla cuando estuvo listo.

En la tarde, fuimos a nadar todos, pero Adrián estaba distante conmigo, en cambio, Elizabeth intentaba estar cada vez más cerca, incluso tirándome agua para jugar.

Me estaba acostumbrando a su constante presencia y al irla conociendo mejor, me fui dando cuenta de que no era como yo creía. Me seguía pareciendo incorrecta la forma en que trataba a los demás, pero con ella aprendí que las personas tenían distintos matices, y dependía de cada uno con cuál color la veía, o si era capaz de ver la gama completa.

—Tengo ganas de recorrer la ciudad —me dijo mientras salíamos del mar—, pero no quiero ir sola.

—¿Qué hay de Kim?

—Ni siquiera avisó ahora cuando se fue con Will. Cree que es capaz de disimularlo, pero es obvio que ellos volvieron.

—Oh... ¡excelente!

No podía creer que de verdad le había funcionado el plan. Pero bueno, eran tal para cual: a ambos les gustaba sentirse superiores al resto y humillarlos para lograrlo.

—¿Me acompañarías?

—Pensaba en quizás hacer alguna cosa con Adrián —respondí. Con lo que había pasado la noche anterior y durante el desayuno, tenía miedo de dejarlo solo.

—Claro, o sea, es tu mejor amigo y siempre los mejores amigos quieren hacer cosas juntos, lo entiendo.

Tenía una sonrisa forzada en el rostro, haciéndome sentir cierta culpa. En mi defensa, ese viaje habría sido más fácil si Will le hubiera pedido a alguien más que fuera la distracción para Elizabeth.

Ella entró a la cabaña y yo me quedé junto a la puerta, esperando a que apareciera Adrián.

—¡Adi! —exclamé al verlo.

Él se me acercó con una dulce sonrisa. Otra vez sentí que el mundo se hacía más lento y que solo estaba él, pero entonces Elizabeth salió de la cabaña y me habló.

—No te entendí bien, ¿qué pasó? —pregunté algo apenado.

—Que es insoportable el ruido ahí adentro. Creo que, finalmente, están... Ellos lo están... Ya sabes. —Rio de forma nerviosa—. Lo están haciendo.

—¿Por qué lo dices así? —estaba tratando de evitar la risa.

—¿Así cómo?

—No pudiste decir que están teniendo sexo, encima que te costó bastante decir "lo están haciendo".

—Es que... Ok, quizás suene raro, considerando que normalmente trato de no dar esa impresión, pero mis padres son testigos de Jehová. Es... No lo sé, es complicado hablar sobre esas cosas y de por sí para ellos soy algo escandalosa, por no decir otra cosa.

Ella bajó la vista y frunció el ceño. Parecía que iba a empezar a llorar.

—Hay muchas cosas que para mí son distintas, porque no crecí de la misma forma que el resto, pero trato de ser normal. No quiero ser como ellos... O sea, todo bien con que tengan sus creencias, yo me considero cristiana, pero no quiero vestir como monja ni evitar hacer cosas divertidas. De partida, para poder venir, tuve que convencerlos de que era un viaje con las porristas mujeres del equipo.

—Espera, ¿no tienen idea de que compartes cabaña con tres hombres?

—Se morirían si lo supieran.

—Bien, descuida, sé lo que es eso de tener padres estrictos, es una mierda.

—¿Y van a entrar o no? —interrumpió Adrián, apareciendo a nuestro lado.

Pasó por entremedio de nosotros y entró, para salir solo segundos después.

—Ya entendí: nadie quiere escucharlos. Bueno, al menos alguien aprovechó lo mejor posible este viaje, ¿no?

Adrián empezó a caminar y fui detrás de él, sin entender por qué estaba actuando de forma tan rara.

—¿A dónde vas? —pregunté.

—A cualquier lado que no sea cerca de ustedes.

—No te entiendo: primero me pides que no te deje solo y te dije que nunca te abandonaría, que eres mi mejor amigo, pero ahora tú eres quien está siendo distante. ¿Qué te pasa?

No estaba molesto, solo quería poder entenderlo.

—Nada, ¿sí? Es solo que...

Otra vez hizo silencio. Él no solía ser así y cada vez se estaba comportando más extraño.

—Uh, no soporto verlos con sus parejas, eso. Es ridículo hacer de mal tercio.

—¿Pareja? Elizabeth y yo no somos pareja. Sí, Will y Kim están siendo quizás algo desubicados porque todos ocupamos la cabaña, pero no pensé que eso te molestaría.

—¡No es eso! ¿Y sabes? Puedes regresar y estar con Elizabeth, pero no me pidas que esté viendo cómo ríen y se miran, no lo soporto.

—¿Te gusta Elizabeth? ¿Es eso? Yo te pregunté antes y...

—¡No, yo...!

Estaba alterado, pero de todos modos se volvió a quedar callado. Apretó los labios y siguió caminando, sin mirarme. Quise ir detrás de él, pero entendí que quería espacio.

Regresé a la cabaña, con cierta tristeza. No me gustaba ver a Adrián mal, tampoco que se enojara conmigo y mucho menos por algo así, si ni siquiera era capaz de decirme el porqué.

—¿Y si nos cambiamos de ropa y salimos a recorrer? —me pidió Elizabeth cuando volví.

—Estoy cansado, quizás mañana.

—Pero mañana nos vamos y... Bueno, ya está oscureciendo, tal vez podríamos aprovechar de ver ahora el atardecer.

—Ellie, necesito estar solo ahora.

Ella bajó la vista con tristeza y me paré a verla un momento, para alzarle el mentón.

—No lo dije para lastimarte, es solo que no me siento bien y...

Como Ellie era alta, no fue un problema que se aproximara rápido a mi cara para robarme un beso en ese momento.

Estaba asombrado, me había agarrado por sorpresa, tanto que ni siquiera cerré los ojos.

Sí, era linda y me estaba empezando a caer bien, pero había algo por lo que no me terminaba de atraer del todo. Sin embargo, me terminé dejando llevar por sus movimientos y nos besamos por segunda vez.

Quizás ese beso fue un error, tal vez nunca debí haberme dejado llevar.

Posiblemente así las cosas no hubieran terminado tan mal, o por lo menos lo que siguió en aquellos meses no habría pasado.

Y, es que, nadie merece estar con alguien que realmente no le valora de la misma forma, alguien que no da tanto de sí, porque no le quiere tanto como esa persona lo hace.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro