Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 13: Not O-f*cking-kay

Narrado por Adrián

El tiempo pasó muy rápido o es que quizás a mí me emocionan tanto mis cumpleaños que no me importó nada más en ese entonces, como para contarlo, digo. Bueno, estaba también el momento en que Jorge me contó que terminó con Elizabeth, un gran momento de satisfacción.

Fue gracioso, porque cuando me lo contó, estábamos en mi cocina y lo abracé por impulso, pero lo solté de inmediato para no incomodarlo. La verdad es que, para ese momento, no podía evitar ponerme un poco nervioso, en especial porque tenía miedo de que se diera cuenta de lo que sentía y las cosas cambiaran entre nosotros. Estaba intentando superarlo, pues no quería arruinar nuestra amistad y que se alejara.

Lo solté y traté de hacer de cuenta que nada había pasado, fingí demencia. Después de poner un CD de rock latino y me metí rápido al baño, pues quería hablar urgente con Cindy sobre lo que pasó.

«Es una EMERGENCIA», escribí en un mensaje que le envié.

Mi celular sonó a los segundos después y contestó.

—¡¿Qué pasó?! —Se notaba preocupada.

—Nada malo, descuida.

—¿Y por qué pusiste eso?

—¡Porque es una emergencia! ¡Una buena!

La escuché suspirar.

—¿Qué pasó?

Por más que quería gritar por la emoción, sabía que si lo hacía, Jorge me podía escuchar y no quería arriesgarme, así que, preferí bajar la voz para que no se diera cuenta de que eso me ponía feliz.

—Jorge terminó con Elizabeth.

—¡¿En serio?! ¡Arriba los gays!

—Soy bi...

—Sí, lo siento. A veces es un poco confuso.

—Como sea, descuida.

—Perdón si a veces parezco un poco desconectada y olvido cosas importantes.

—¡Descuida, está bien! En serio.

—Entonces... ¿vas a intentar algo con Jorge?

—No lo sé... o sea, quiero, pero no me ha dado señales de que le guste... o en general, de que le gusten los chicos.

—¿Y si le hablas del tema directamente?

—¿Qué le digo? ¿Digo "oye, como terminaste con tu novia, ¿te gustan los chicos?"? Super normal.

—No... pero podrías iniciar la conversación admitiendo que a ti te gustan los chicos.

—¿Y si se burla?

—Entonces... no es ahí. Alguien que no te acepta tal cual eres ni siquiera es un amigo. No puedes cambiar el hecho de que eres bi y, si alguien no le gusta quien eres, deberías alejarte.

—No quiero alejarme de él...

—No va a pasar si no es necesario. ¿Por qué querrías estar cerca de alguien así? Y también está la posibilidad de que te escuche y diga "¿sabes? No sabía cómo hablar de esto... también me gustan los chicos". 

—En un mundo fantástico, quizás.

—Ten fe.

—Incluso si así fuera... no es garantía de que sienta lo mismo que yo.

—Ya sé, pero ustedes... se nota que entre ustedes hay algo especial. No creo que las cosas sean como piensas.

—Quizás más adelante... O no lo sé. He evitado pensar en Jorge de esa forma y ha estado funcionando, siento que volvimos a tener la amistad que teníamos y eso está bien, me encanta, lo importante para mí es poder estar cerca de él.

—Suena enfermizo, contigo mismo.

—Sí, bueno, así me siento bien... Debe ser raro que siga en el baño, no sé.

—Descuida... vuelve para allá. Si necesitas algo, puedes hablarme.

—Oh... sobre eso... lo siento si te hago sentir que solo te hablo cuando necesito algo.

—Está bien, es mejor que estar echada en mi cama haciendo nada.

Su voz sonaba extraña.

—¿Y sí estás bien tú? En lo personal, no con nuestras conversaciones.

—Eh... sí, todo bien, te lo juro... Parece que mi mamá necesita ayuda con algo, está haciendo mucho ruido abajo. Hablamos después.

—Sí, ok... nos vemos.

Claramente no estaba bien y me inventó una excusa para que no le preguntara más, pero ¿cómo iba a poder averiguarlo? 

Le envié un mensaje, preguntando si estaba pasando algo más, pero no contestó. Volví a la cocina y ahí estaba Jorge, medio atragantándose con las sobras de la cena del día anterior.

Seguí haciendo las micheladas y después le propuse ver una película, pero para evitar constantemente tener que llegar a algún tema personal y profundo. Me sentía horrible, pero lo ocultaba, estaba aprendiendo a hacerlo, por mi propio bien quizás. Quería evitar pensar en Jorge como algo más que una amistad.

Los días pasaron rápido y, por más que lo intentaba, no podía evitar pensar en él, en todo momento. Ya había fantaseado antes con él, pero ahora era más que eso... cuando despertaba, me imaginaba lo lindo que sería ver su cara cerca de la mía, que eso fuera lo primero que viera, o tomar su mano, o abrazarlo, ni hablar cuando me iba a dormir y pensaba en que sería mucho más fácil poder quedarme dormido si él estuviera entre mis brazos.

Era mucho más difícil evitar imaginarnos como una pareja normal.

Como sea, invité a varios chicos para ir a mi casa, como le había contado que iba a hacer. Mi mamá compró varios paquetes de cerveza y un par de champañas, me dijo que las abriera en un momento especial, que me iba a divertir bastante con ese segundo. Todavía faltaban algunos días y quería que fuera perfecto, era gracioso pensar en que lo único que era capaz de organizar era mi cumpleaños, ¡aún así estaba muy mal organizado y mi mamá era la que veía por todo!

—Tres hurras para el cumpleañero... —Escuché la voz de Jorge a mis espaldas y me di vuelta feliz. Ya era jueves y justo a mi mamá le había tocado el turno de día en el hospital, por lo que, no pudo saludarme.

—Eres el primero en acordarse. —Volteé con una enorme sonrisa—. Aunque te faltó cantarme como Marilyn Monroe.

—Ah sí, espera a que vaya por mi vestido y una peluca rubia —dijo, tratando de contener la risa.

—No la necesitas, ya tienes una melena rubia.

—En ese caso... Happy birthday to you... —cantó lento y empezó a acercarse más—, happy birthday to you... —Bajó el volumen y su rostro quedó cerca del mío, poniéndome nervioso, pero traté de evitar que se notara—. Happy birthday, mister president... —susurró en mi oído y noté que estaba a punto de reírse cuando se apartó un poco—. Happy birthday to you...

—¿Y el beso? —Sonreí de medio lado.

—En tus sueños...

—Usas menos ropa ahí.

Se sonrojó.

—Ah... —Sé que él estaba bromeando, pero en ese punto yo estaba coqueteando.

Empecé a reír, para que él hiciera lo mismo. No quería que se pusieran de nuevo raras las cosas y sabía que si le hacía pensar que solo era una broma, todo estaría bien.

Estaba tan cansado de eso.

—¿Qué harás hoy para celebrar?

—No sé... mi mamá llega como a las nueve recién, así que, tal vez pidamos una pizza y veamos alguna película.

—¿Y si...? Eh... no lo sé... ¿Y si me quedo toda la tarde contigo? Podríamos ir al centro comercial o al parque y después esperamos a tu mamá en tu casa.

—¡Oh! Eh... sí, suena bien... Le diré a Cindy que venga también.

—¿A Cindy? ¿Por qué?

—No lo sé, si voy a tener una salida de amigos para mi cumpleaños, me gustaría que estuviera ella.

—¡Claro! Es tu cumpleaños, tú invita a quien quieras... excepto a Will, todavía está enojado conmigo por haber terminado con Elizabeth.

—Oh... ¡está bien! Igual no pensaba en decirle a tantas personas, solo Cindy y tú, son las únicas dos personas que necesito.

—¡Genial! Yo...

El timbre sonó, indicando el inicio de las clases del día. Una mierda total.

Como siempre, Jorge fue más responsable que yo y empezó a caminar directamente a la sala. Por mi parte, primero bufé y reclamé mentalmente por tener que entrar a clases, que por cierto, ERA MATEMÁTICAS, la peor PEOR forma de iniciar un cumpleaños.

Omitiré mejor todo sobre las clases, solo mencionaré que, pese a que ya habían pasado unos días, todavía varios compañeros murmuraban sobre que Elizabeth y Jorge terminaron. Amaba el clima de drama que había por eso.

—Jorge quiere que salgamos después de almuerzo por mi cumpleaños —le dije en voz baja a Cindy en la fila del almuerzo, tratando de evitar hacer evidente mi alegría.

—Sé que cuando hablas así, es porque no quieres ser evidente —me susurró—, pero la verdad es que te falta solo ponerte un letrero. Tu tono es demasiado obvio.

—Ay cállate... como sea, le dije que te iba a llevar también.

—¡¿Qué?! ¡Ni lo creas, es la cita perfecta!

Varios nos miraron en ese momento, sin entender lo que pasaba.

—Mejor hablemos en otro lado...

—Ahora van a asumir que nosotros estamos en algo si hacemos eso.

—¿Desde cuándo no se puede chismear en una amistad de hombre y mujer? —me quejé.

Saqué un plato servido y lo puse en mi bandeja, Cindy hizo lo mismo y luego nos fuimos a hablar a una mesa vacía, que estaba hacia un rincón.

—Bien, ahora sí: te quiero llevar conmigo para evitar confundirme...

—Pero está bien que te confundas... o sea, de verdad creo que entre ustedes sí podría pasar algo.

—¿Y si no? Es claro que seguimos siendo solo amigos, estoy cansado de ilusionarme con cada cosa que hace, si al final sigue siendo lo mismo de todos nuestros años de amistad. No quiero que pase algo y tenga la idea de que me quiere de la misma forma que yo a él, cuando él me sigue viendo como un amigo.

—Bien... voy a ir con ustedes.

—¡Genial, gracias!

Una chica morena se me acercó de repente y se sentó junto a mí. Con Cindy nos miramos extrañados, pues nunca se nos había acercado y no tenía idea de quién era, aunque tenía un aire de familiaridad.

—Hola. —Me sonrió—. Solo quería venir a desearte un feliz cumpleaños y... nada, perdón... ojalá lo pases muy bien hoy.

Asentí, un tanto extrañado. Estaba seguro de que la había visto muchas veces, pero creo que nunca habíamos hablado.

—Gracias.

Miré de nuevo a Cindy, ella tenía las cejas levantada y los labios torcidos hacia abajo, como si se burlara de mí con su expresión.

—Eh... El sábado voy a hacer una fiesta por mi cumpleaños, si quieres, puedes venir.

—¡Me encantaría!

—Ok. —No le di mucha importancia.

Siguió sentada ahí y no entendí por qué. Minutos después, llegó Jorge con una bandeja, quejándose de que Will y la mitad del equipo de cheerleader lo seguían mirando mal, seguramente por haber terminado con Elizabeth. Se sentó junto a Cindy, pues estaba más cerca de ella y quedaba frente a mí, pero al parecer todavía no se percataba de que junto a mí estaba una chica —cuyo nombre seguía sin poder recordar.

—¿Qué tanto nos quedaba de preparatoria? —preguntó Jorge, abrumado.

—A ver... —contestó Cindy—. Las vacaciones por navidad y año nuevo son en un par de semanas... Y después de eso son como seis meses de clases.

—Prefiero morir... Siento que cometí suicidio social al salir con Elizabeth y terminar con ella.

—Sí, bueno, luego le ponemos un cartel a la mesa que diga "rechazados sociales. Si cometió suicidio social, siéntese acá". —Cindy se rio de su propia broma, pero Jorge se veía muy mal como para reírse también... y yo estaba muy preocupado de todo lo que hacía como para reírme en el momento.

—No digan eso. La mesa de rechazados sociales está por allá. —La chica de la nada se metió en la conversación y señaló hacia la mesa donde estaban Maddie y sus amigos—. Ya saben, los raros. Nosotros no somos raros.

—¿Y ella? —preguntó entonces Jorge, que al parecer recién se había dado cuenta de que estaba ahí.

—Soy Sarah. —Sonrió, con total seguridad—. Soy del equipo de cheerleader también y...

—¡Ah sí! —dijo de repente Jorge, mientras comía y se tapó la boca para hablar—. Habíamos practicado danza hace un par de años, ¿no?

Espera, ¿QUÉ?

—Eso mismo iba a decir. —Se veía muy contenta—. Estuvimos en clases de danza juntos, la de...

—¡Danzas latinas!

—¡Sí!

—Ay... ¿y qué hacen ahí o qué? —No traté de tapar mucho mi molestia. Esa chica, Sarah, estaba ahí solo para hablar con Jorge... ¡y yo la invité a mi fiesta! Vaya pe...

—Tuvimos que aprender y practicar varios estilos latinos de danza, incluyendo samba, claro.

—Sí, Jorge ya sabía un poco, así que, me ayudó bastante al inicio y fuimos pareja ese año... De baile, claro, pareja de baile.

Piriji di biili.

No había necesidad de aclararlo, NADIE había pensado que fueron pareja, tranquila.

Mierda, odio como ya estando soltero se le empezaban a acercar. Probablemente ella quiso adelantarse a las otras chicas, ya era evidente todo lo que se venía.

Siguieron hablando el resto del almuerzo, mientras yo miraba con cierta incomodidad a Cindy, quien además alzaba en ocasiones las cejas y parecía que intentaba contener la risa. Al menos, en la siguiente clase pude estar todo el tiempo con Jorge, quien se veía bastante más animado que al comienzo del almuerzo.

Al terminar la jornada de ese día, hice que saliéramos rápido de la escuela, para así evitar que se nos sumara también esa chica. Por suerte, logré mi cometido y pasé la tarde solo con Jorge y Cindy, evitando cualquier interacción extraña o incómoda y tratando de ser como antes... Aunque a ratos pensaba en lo que estaba haciendo y me dolía, lo que traté de no mostrar y me ponía a pensar en otra cosa.

Iba a terminar volviéndome loco con esa situación. Quería tenerlo cerca todo el tiempo, pero me destruía estar al lado de él sin poder demostrarle lo mucho que lo quería y lo necesitaba.

***

—Ni creas que no lo noté ayer —me dijo Cindy al día siguiente.

—Hola, buenos días, Adrián, ¿cómo estás? —dije con total ironía debido a que ni siquiera me había saludado—. Yo muy bien, ¿y tú? Ay sí, yo también.

—Exagerado. —Rio—. Tu drama no va a evitar lo obvio: ayer estabas incómodo y no dejabas de ver a Jorge.

—¿En serio fui tan obvio? Te juro que lo evité.

—Cuando lo evitas es cuando más se te nota. Deberías dejar fluir las cosas, en lugar de evitarlas tanto... O forzarlas a que sean como quieres, al menos haz algo que te haga sentir bien.

—Estoy muy bien con esto, te lo juro.

—Si tú lo dices. —Levantó las cejas y bebió de un jugo en bolsa que llevaba en la mano—. ¿Por qué tienes tanto miedo?

—Uh... Quizás sea por el hecho de que he tratado de mostrar lo mucho que me gusta y él ha mostrado un total rechazo a eso. Es tonto, pero no quiero alejarme de él, por más que trate de tener cierta confianza para no confundir las cosas.

—Sí, lo sé, hablamos de esto todos los días ya y no importa cuánto lo digas: te mueres de ganas por besarlo.

—Y más... Pero esta es la realidad, no tengo tanta suerte.

Ese día, Jorge faltó. No tenía idea de por qué en ese minuto y, cuando le pregunté por mensaje, se limitó a decirme que no se sentía bien y prefirió no ir a clases. Como había empezado a hacer frío, pensé que quizás le había dado gripe porque habíamos salido un poco desabrigados el día anterior, considerando la hora a la que llegamos a nuestras casas.

***

El sábado me la pasé preparando cosas para la fiesta. Como mi mamá tenía el turno de noche, pudo ayudarme durante el día para tener todo listo, incluyendo obviamente el alcohol. No tenía idea de cómo funcionaría, pues era clarovque iba a terminar siendo una fiesta grande y nunca había tenido una de esas, por lo que, quise esconder cualquier cosa valiosa o delicada, para evitar algún accidente, como suele pasar en las películas. Me concentré tanto en la fiesta —milagro que me concentrara en algo, al fin—, que no estuve pendiente de a qué hora llegaría Jorge. En general, no pensé en él ese día.

Ya eran pasadas las diez de la noche cuando mi casa estaba llena, lo bueno es que mi amigo Alex de la banda había comprado más cervezas por si escaseaban, al igual que Cindy cooperón con una botella de tequila.

—Nunca he hecho esto —dijo fuerte, mientras servía en vasos pequeños que compré para shots—, pero lo vi hace poco en YouTube y lo encontré genial. Debes pasarte un trozo de limón por la mano, luego te echas sal y...

Lamió rápido la sal, se tomó un vaso al seco y luego mordió el trozo de limón que había usado. Tenía una mueca que parecía de desagrado, pero solo se había contraído.

—Es exquisito, se los juro. Prueben.

Hice el intento, replicando lo que ella había hecho. El sabor era fuerte, pero se sintió bien. A la mierda, ya tenía dieciocho, ¿qué importaba? Merecía tomar mi primer shot de tequila ya, no todo podía ser siempre cerveza.

Otros chicos se acercaron y lo hicieron también. Mientras le hablaban a Cindy luego de probar, me surgió la duda de en dónde estaba Jorge y decidí enviarle un mensaje.

«No sabía si ir, pero ya voy caminando a tu casa», escribió.

«Genial. Por cierto, estamos probando el tequila», le conté, pero no contestó.

Pasó un poco más de tiempo. Iba de un lado para otro, saludando a las distintas personas que llegaron y hablando un poco con ellos, pues me preguntaban cosas. Seguía sin ver a Jorge y empecé a preocuparme de verdad, a lo que le mandé más mensajes.

Me di algunas vueltas por la casa, entremedio de las personas que se movían en la sala de estar y el pasillo entre esta y la cocina, con cero sazón para bailar reggaetón, hasta que la vi, ahí estaba esa chica de nuevo: Sarah. Estaba dando vueltas de un lado a otro, como si buscara a alguien y era evidente a quién. Se me acercó casi corriendo de repente, en la cocina, y se notaba que además había estado bebiendo por la forma en que caminaba, al punto en que se tropezó con sus propios pies y tuve que atraparla antes de que cayera de cara al suelo.

—¿Buscas a Jorge? Porque si es así, desde ya te digo que no lo he visto.

—¡¿Por qué lo buscaría a él?! ¡A quien quería ver era a ti!

—¿Qué? ¿Por qué?

—¡Porque me gustas y sé que en otro momento no me voy a atrever a decírtelo!

¿Qué?

Espera...

¡¿QUÉ?!

Como todavía la sostenía, fue fácil para ella aferrarse a mi cuello con cierta rapidez y darme un beso. Yo seguía sin salir de mi asombro, por lo que no supe cómo reaccionar, solo sé que no le correspondí al beso y mantuve los ojos abiertos. En ese momento, vi a un par de metros más allá, entremedio de quienes bailaban, a Jorge, de pie y quieto junto a la puerta. Usaba una sudadera con capucha, pero no la llevaba puesta en ese momento, por lo que, pude reconocerlo rápido por sus falsos y lindos rizos dorados.

Me quité de encima a Sarah y la senté en uno de los bancos que tenía en la cocina, tratando de evitar que se cayera de este al soltarla, pero se seguía aferrando a mi cuello y me daba miedo terminarla botando y que se lastimara. Quizás nunca he sido una persona muy correcta, pero si puedo evitar un accidente, lo hago.

—Sarah, necesito que me sueltes y te quedes aquí hasta que estés mejor —le dije cerca del oído, pues sabía que con todo el ruido era difícil que me escuchara—. Cuando se te pase, hablamos.

Logré que me soltara y pusiera sus manos sobre el mesón de la cocina, afirmándose de este. Me reincorporé y busqué a Jorge, mirando a mi alrededor, pero no lo encontré. Me acerqué a Will, que bailaba con una porrista de penúltimo año. Que bueno que no estaba Kim ahí.

—¿Has visto a Jorge?

—¡Recién lo vi salir! ¡Creo que estaba muy ebrio y necesitaba aire!

Eso no sonaba bien. Salí rápido a ver cómo estaba, pero no lo encontré en el patio, le pregunté a otros chicos que eran de su equipo de básquetbol y me dijeron que lo vieron irse corriendo.

—No sé si se relacione, pero la otra vez en una práctica se veía como... Perdido, no sé cómo explicarlo.

—Sí, estaba agitado esa vez, igual que ahora. Lo saludamos pero no nos respondió, solo se fue corriendo.

Mierda.

—Gracias —contesté.

Partí corriendo en dirección a su casa, pensando en que podía haberse regresado. Tenía un muy mal presentimiento, en especial por su reciente ausencia y su extraño comportamiento en los últimos dos días.

Logré llegar cerca cuando estaba entrando a su casa con la capucha de la sudadera puesta, como si kntentara ocultarse. Había tenido razón con eso, ¿con qué más podía tenerla?

—¡Jorge, Jorge! —grité, tratando de evitar que entrara solo.

Él volteó un momento y se quedó mirándome, aparentemente inexpresivo. Aproveché de correr lo que me quedaba para llegar, incluyendo tener que cruzar la calle. Me di cuenta de que tenía la boca entreabierta y las cejas un tanto fruncidas.

—Ándate a tu fiesta. —Volvió a darse vuelta—. Vas a pasarla bastante mejor.

—No, no... solo seguiré ahí si vienes ahora conmigo. Si no, me quedaré aquí contigo.

—No quiero, ándate.

Cerró la puerta y no alcancé a entrar con él. Mi plan B era escalar hasta la ventana de su pieza, que sabía que iba a estar abierta, pues él mismo rompió el seguro para poder entrar y salir en cualquier momento, incluso si sus padres cerraban la ventana sin saber de sus escapadas.

Lo hice con cuidado, pero tratando de ser veloz. Eché un vistazo y vi que Jorge estaba ahí, con la capucha todavía puesta. Deslicé la ventana y entré sin preguntarle.

—Te dije que te fueras. —Volteó. Llevaba un frasco de pastillas y un vaso con agua en las manos.

—¿Qué es eso?

—Nada... solo unas pastillas para dormir de mi mamá. Déjame.

Se las quité. Leí la etiqueta y me di cuenta.

—Mi mamá usa esto para cuando necesitan aliviar dolores como fracturas y lesiones así. ¿De dónde la sacaste?

—Ya te dije que mi mamá las usa para dormir...

—¡Mierda, Jorge, yo sé lo que es esto! Es muy fácil volverse adicto y puedes incluso morir.

—Que bueno si así es —murmuró.

—¿Qué mierda te pasa? ¿Por esto faltaste ayer? ¿Estabas demasiado drogado para ir?

—¿Qué? ¡No! Además, tú no me puedes reprochar si me drogo.

—¡Fumo de vez en cuando un poco de hierba! Eso no me va a matar, ¡pero este frasco sí puede hacerlo!

—¡Devuélveme eso y vete!

Dejó el vaso sobre el escritorio y se me tiró encima para quitarme las pastillas, a lo que caí sobre su cama, aún así no solté el frasco y lo moví varias veces para evitar que lo alcanzara a tomar. Nunca lo había visto así realmente, pero entonces noté que tenía marcas en el cuello.

—¿Qué mierda te pasó aquí? —Puse mi mano desocupada sobre una de las marcas.

De inmediato, su expresión pasó a ser de aflicción y se levantó rápido.  Parecía estar a punto de quebrarse en llanto, aunque lo evitaba, haciendo que se hiperventilara.

—Jorge, por favor... déjame ayudarte.

Puse el frasco en el bolsillo trasero de mi pantalón. Me acerqué a él, que estaba de espaldas a mí encorvado y con una mano tomándose el pecho. Lo abracé con fuerza y se acurrucó en mi pecho, dejándose caer de rodillas sobre el suelo junto a la cama y, por consiguiente, caí junto a él, pues no lo solté.

—Yo... yo... —Intentaba hablar, hasta que al fin se quebró en llanto.

—¿Fue tu...? —Tantos años junto a él me hacían saber cómo eran las cosas en su casa—. ¿Fue tu papá?

Fue incapaz de hablar y solo asintió. La sangre me hirvió de ira, pero no tenía caso reaccionar así en ese momento, ya que, Jorge necesitaba que estuviera junto a él.

—Y las... —Sollozó entre mis brazos—. Y las pastillas me las conseguí con un amigo del que vendía las licencias falsas... solo pedí algo que... alguna cosa que me ayudara con... con ansiedad... Algo que sirviera para calmar el dolor y relajar.

—Y te vendieron esa mierda.

Asintió, sin dejar de llorar. Puse una de mis manos en su cabeza y acaricié su pelo, hasta que sentí que paró de llorar un momento y se movió entre mis brazos.

—¿Mejor?

Nos quedamos mirando fijamente a los ojos y no pude evitar descender la mirada a sus labios entreabiertos. Eran gruesos y carnosos, quería volver a probarlos, pero no podía. Su respiración seguía irregular, al igual que sus latidos, los que podía sentir al tener su pecho presionado contra el mío.

—Hoy besaste a Sarah. —Soltó de repente y volví mi vista a sus ojos.

—Perdón... Yo no quería besarla, en todo caso. Perdón si eso te gatilló lo que sea que haya sido esto.

—Creo que tuve un ataque de pánico cuando los vi.

—Lo siento, en serio.

—Descuida, ni siquiera yo sabía lo que me pasaba, hasta que los vi...

Esta vez, su vista bajó a mis labios y me provocó mirar los suyos, estuvimos así durante unos segundos y vi que se pasó la punta de la lengua por su labio inferior.

¿Estaba pasando?

Acorté un poco la corta distancia entre nuestros rostros, probando el límite que teníamos, sabiendo que él también debía mostrar que quería. Sentí su aliento, había estado bebiendo quizás incluso antes de haber ido a mi casa.

Se sentía como una eterna espera, unos segundos que se sintieron como una eternidad, pero finalmente se abalanzó tan fuerte que mi cabeza chocó con su cama. Al fin, nuestros labios se enlazaron, por iniciativa de él, y mi lengua se movió por el interior de su boca, causándome un escalofrío por la espalda baja que se sentía tan bien, tan... placentero. Moví mis manos por su espalda, primero solo los dedos, pero después se convirtió un un abrazo que lo atraía más hacia mi cuerpo. Él acomodó sus piernas, dejando una entre las mías y la otra flectada sobre mi cadera. Movía sus dedos, recorriendo desde mi nuca hasta mis cortos mechones de cabello, tirando un poco esto, lo que solo me excitaba más.

Ninguno estaba del todo bien, ambos habíamos bebido, pero ninguno quería parar en ese momento, aunque me separé un momento de sus labios para poder respirar. El tequila y las cervezas empezaban a hacer efecto. A su vez, aprovechó de quitarse la sudadera que llevaba, quesando solo con una camisa en la parte superior de su esculpido cuerpo.

—No sabes cuánto tiempo he anhelado esto... —susurré.

Volvió a besarme, tomando mi rostro entre sus manos. Él estaba ligeramente levantado, acomodándose de nuevo, y decidí otra vez poner a prueba nuestros límites, aventurando mis manos por debajo de su camisa. Se separó esta vez él de mí y me decepcioné un momento, hasta que lo vi quitarse la camisa y se sentó sobre mi regazo. Rodeé su torso desnudo con mis brazos y lo atraje de nuevo a mí, sintiendo cómo se estremecía cuando mi respiración chocó con su piel, la cual lamí con lentitud y descendió un poco, permitiéndome quedar a la altura de sus trabajados pectorales. Su cuerpo era un sueño y necesitaba poseerlo con desesperación.

Mantuve una mano en su espalda baja y llevé la derecha a su pecho, sujetando con esta su pectoral izquierdo y empecé a lamerlo, mientras lo acariciaba. Se estremeció y volvió a jalar mi cabello, quizás por reflejo ante la sensación. Me tenía loco en ese punto.

Volvió a descender, para poder besarme, aunque lo que de verdad me excitó en ese momento fue sentir su trasero chocando contra mi regazo. Mordí su labio inferior y soltó un leve quejido... Dios, cómo iba a chillar después.

Sonreí al imaginarlo. Quería devorar sus labios, introducirme dentro de él, escucharlo chillar, oír mi nombre saliendo del fondo de su garganta...

Volvió a besarme, con desesperación, probablemente imaginando lo mismo que yo. Quité mis manos de su cuerpo para poder desabrocharme el jeans que llevaba, pero nada podía ser perfecto, pues en ese momento paró de besarme y apoyó su frente en la mía. Creí que tal vez me había apresurado mucho, pero vi que puso una mueca de dolor. Puse más atención a mi entorno y escuché un portazo en la entrada. Sus padres habían llegado, de seguro él pudo escuchar el auto llegar, bien dicen que los hijos de padres estrictos agudizan su oído para poder anticiparse.

—Tienes que irte... —Susurró.

—Por favor... deja que me quede.

—¿No lo...? ¿No lo entiendes?

Se puso de pie y se sentó en la cama. Por suerte, había cerrado la puerta de su habitación apenas había entrado en esta. Me senté a su lado, para que entendiera que me importaba.

—De todas las cosas, si mis padres me descubren besando a un chico... Estoy seguro de que mi papá me va a matar.

—Jorge, no digas eso...

—Es en serio. Trató de ahorcarme ayer con sus manos cuando le dije que no quería seguir yendo a la iglesia con ellos.

Mierda. Eso había pasado.

—Descuida... no insistiré. Aún así, no quiero dejarte solo acá.

Puse mi mano en su mandíbula inferior y él restregó su rostro en ella, como un tierno gatito.

—Vete, por favor. No me lo hagas más difícil.

—Ven conmigo entonces, a mi fiesta.

Se levantó rápido de la cama.

—No... prefiero quedarme acostado y con la puerta cerrada.

Me puse de pie también y traté de tomar su rostro, pero se movió hacia atrás.

—Vas a estar mejor en mi casa, siempre ha sido así.

—Adrián, por favor, vete.

Lo miré desconcertado. Solo quería ayudarlo y asegurarme de que iba a estar bien. Sin embargo, hice caso a lo que me pidió, salí por la ventana y regresé a mi casa, aunque se me hizo imposible conectar con la fiesta, solo bebí un poco más y después me fui a acostar, sin poder dormir al principio por pensar en él. Al menos me había llevado el frasco ese de pastillas y me consolaba saber que no iba a poder tomarlas, aunque me preocupaba que volviera a comprar después.

Al día siguiente, le envié varios mensajes mientras limpiaba la casa. Mi mamá tuvo que hacer otro turno, el del día, así que, me quedé solo hasta la noche. Aproveché de botar las pastillas por el retrete y botar el frasco vacío entre toda la basura que saqué aquel día, dejando las bolsas afuera para que las retiraran el lunes temprano.

Le conté por mensaje a Cindy todo lo que pasó esa noche, ninguno podía creerlo todavía. Ella por toda la intensidad de lo que había pasado, yo por no imaginar que Jorge iba a fijarse por fin en mí.

«TE LO DIJE», envió ella después de un rato.

«Dios, la intensidad y la tensión entre ustedes era tan obvia, solo necesitabas quedarte solo en una habitación con él».

«Ya hemos estado solos en una habitación muchas veces, hasta estamos acostumbrados a dormir en la misma cama Y JAMÁS HABÍA PASADO», contesté.

«OBVIO NO PENSÉ QUE SÍ SE HARÍAN REALES MIS FANTASÍAS».

«Aunque en ellas, llegamos mucho más lejos».

«Bueno, pero solo no pasó porque llegaron sus padres», respondió Cindy. Le conté sobre eso, pero omití la parte del maltrato y claro intento de parricidio, pues no me correspondía. Otras veces le había dicho a Jorge que denunciara a su padre, pero siempre me decía que eso significaría que regresarían a Brasil... Y seguiría junto a él, lamentablemente, a miles de kilómetros de acá. Era peor esa opción.

También le había contado a Cindy lo que pasó con Sarah, ese fue el inicio de la historia, de hecho. Sintió pena por la chica, al igual que yo, pero no había mucho que hacer ahí.

Jorge siguió sin contestar mis mensajes, tampoco cuando lo llamé. Empecé a preocuparme, pensando en que quizás de nuevo había tenido problemas con su padre.

Que tonto fui.

Le envié ese día un último mensaje:

«Veámonos al atardecer en la playa, donde siempre».

Llegué ahí, esperando a que apareciera. Me quedé hasta la noche, pero nunca llegó y me devolví muerto de frío a mi casa.

Ya a la mañana siguiente, en la escuela, llegué especialmente temprano para asegurarme de verlo llegar. Y lo hice, pude verlo. Lo vi entrar por el pasillo de la escuela, de la mano de Elizabeth.

No.

Me.

Putas.

Jodas.

...

PINCHE PUTO CABRÓN DE MIERDA.

Justo estaba escuchando «I'm Not Okay (I Promise)», en esa parte que dice «I'm not o-fucking-kay» y definitivamente ERA EL MOMENTO.



♡♡♡



10 de noviembre de 2024:

Holaaaa. Esta vez, no ha pasado tanto tiempo entre los capítulos ❤️

Sé que el final no es lo que uno se espera o quiere, pero les prometo que vale la pena cada capítulo que sigue. Todo es un viaje de emociones, porque así es la vida también. Errores, aprendizajes y avances (o retrocesos).

En fin, espero que me sigan acompañando a lo largo de este libro, que les prometo que les seguirá encantando.

Nos vemos en el próximo capítulo (que me parece que sería el de navidad según mi planificación, de hecho, pero espero tenerlo listo en un par de semanas).

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro