APRETUJADOS
Cerca de las diez y media, cuando ya el profesor Diego parecía dispuesto a encaminarse a la terminal de ómnibus en busca de un transporte, se escuchó el grito de Flavia:
_ ¡Ya llegó mi padrino! ¡Miren! ¡Esa es su guagua!
Las exclamaciones de alegría y alivio no se hicieron esperar y todos comenzaron a tomar sus equipajes:
_ Necesito tres tipos fuertes y musculosos que ayuden a una delicada señorita con sus maletas._ vociferó Salim.
_ No pides poco, perra._ se burló Itzel.
_ ¿Dónde está la señorita, que no la veo?_ sonrió Katia.
_ Váyanse al carajo las dos._ gruñó Salim._ Igor, cariño, cuando acabes con tu novia, aquí estoy yo, esperando por ti.
_ No me explico para qué trajiste tantas maletas, Salim._ protestó Igor tomando una._ ¿Qué metiste acá dentro? ¿Ladrillos?
Erik y Diogo se encargaron de las otras dos maletas, mientras el delicado jovencito subía al vehículo haciendo gala de su incomparable estilo:
_ Eres una perra cínica._ se mofó Katia._ Si yo fuera uno de ellos, te dejaba pasar trabajo con esos tres escaparates que trajiste ¿Qué necesidad había de esa exageración de equipaje?
_ Muy pronto lo sabrás, y haré que te tragues cada una de tus palabritas._ sonrió Salim con acidez y se acomodó en un asiento.
Betsy, que iba atravesando el pasillo en ese instante, se tambaleó y casi cayó encima del muchachito:
_ Niña cuidado._ Salim se le quedó mirando un momento._ Oye ¿Estás bien?
_ Si, si, no te preocupes._ dijo Betsy apresuradamente y avanzó hacia el asiento vacío más cercano.
Cuando ya todos estuvieron acomodados en sus asientos, el profesor Diego dijo:
_ Bueno, ahora sí... Que empiece la fiesta.
Y fue secundado por gritos, aplausos, aullidos y chiflidos. Betsy recostó la cabeza contra el borde de la ventanilla para que el viento le diera de pleno en el rostro, y forzó una sonrisa. No estaba interesada en la diversión que en aquel momento se había desatado en medio del ómnibus, con Salim y Denise en el pasillo mientras sacudían las caderas rítmicamente en una suerte de danza de los siete velos. Desde su lugar, Fabián tomaba fotos y filmaba con su cámara.
Pero Betsy no tenía ánimos de unirse al jolgorio... ¡Mierda! Había esperado con muchas ganas aquel viaje, y no podía creer que tuviera que hacerlo en esas pésimas condiciones en las que se encontraba, tanto física como anímicamente. Pero tenía que disimular. Nadie podía darse cuenta de su estado. Muchísimo menos, Flavia y Renzo. Y Renzo menos que nadie:
_ Oye, ¿en serio te sientes bien?
Salim le hizo la pregunta en un susurro, pero no hubo tiempo de esperar la respuesta, puesto que Grettel, uniéndose al baile, tiró de él mientras chillaba:
_ ¡Vamos Salim! ¡A moverse como Shakira!
♪...Le pido al cielo solo un deseo
Que en tus ojos yo pueda vivir
He recorrido ya el mundo entero
Y una cosa te vengo a decir
Viajé de Bahréin hasta Beirut
Fui desde el norte hasta el Polo Sur
Y no encontré ojos así
Como los que tienes tú...♫
******************
La guagua pasó la garita de seguridad y se detuvo ante la gran edificación que se levantaba, imponente, ante los ojos de admiración de la mayoría de los chicos. Excepto para Dennis y Valeria, a los otros les resultó una visión sobrecogedora:
_ Vaya,_ dijo Víctor con admiración._ este lugar es enorme.
_ Hace tanto desde la última vez que estuve aquí que hasta se me había olvidado lo inmensa que es esta escuela._ suspiró Valeria.
_ ¿La extrañas?_ preguntó Diogo, sentado a su lado.
_ Para nada._ sonrió la muchacha arrugando la nariz.
Diego se puso en pie antes de que los chicos se dispusieran a descender del vehículo:
_ Escuchen... Quiero dejar claras unas cuantas cositas. Necesito que todos sean receptivos y entiendan que vinimos a pasarla bien, pero eso no quita que la disciplina debe prevalecer ante todo. Lo último que quiero es tener que perder la paciencia con cualquiera de ustedes y arrearle un buen pescozón por estar haciendo algo indebido. Así que los revoltosos del grupo, y no mencionaré ningún nombre porque todos saben quiénes son, absténganse de quebrantar alguna regla. Vamos a disfrutar este fin de semana y que reine la paz en todo momento.
_ ¡Amén!_ gritaron Aarón y María Alejandra, y los demás rompieron a reír y a aplaudir.
Erik se puso de pie entonces y vociferó:
_ ¡Ya lo saben! ¡El profe no quiere alterarse!
_ Tú ya me estás alterando con ese pantalón casi por los tobillos. Hazme el favor y súbete el pantalón y apriétate el cinto. Nadie quiere ver tus calzoncillos.
Poco a poco fueron bajando de la guagua:
_ Ahí está Joel._ señaló Nora.
Yolanda echó a correr al encuentro de su novio que venía hacia ellos y se estampó contra su pecho mientras lo besaba con pasión:
_ ¿Por qué tardaron tanto?_ preguntó el joven.
_ La guagua se rompió antes de salir y tuvimos que esperar a que la arreglaran.
_ ¿Hace cuánto llegaste?_ le preguntó el profesor Diego tras saludarlo.
_ Mi tío me trajo a las nueve. Quería quedarse a esperar conmigo, pero como sé que tenía asuntos por resolver, le dije que se fuera. Por lo que escuché, solo faltaban ustedes por llegar. Los demás municipios ya están ubicados, incluso los demás de Florida, que llegaron antes.
_ ¿Hay mucha gente?_ preguntó Renzo.
_ De Céspedes, Esmeralda, Minas, Nuevitas, Santa Cruz del Sur, Sibanicú, Jimaguayú y Camagüey ciudad.
_ Wow... Eso suena a mucha gente._ dijo Oscar.
_ ¿Viste a Niurka?_ le preguntó Claudia.
_ Solo de pasada. Realmente me quedé aparte, esperándolos. Profe, y debo advertirle que los organizadores del festival no estaban muy contentos con la tardanza de ustedes.
Niurka llegó justo en ese momento, seguida de un pequeño grupo de personas que parecían discutir entre ellos, incluyendo a varios jóvenes con uniforme azul y corbatines. La mujer sonreía y ostentaba un mayor número de alhajas artesanales en el cuello y las muñecas:
_ ¡Al fin llegaron! ¡Ya me estaba preocupando!
_ Los que faltaban de Florida ¿verdad?_ preguntó un joven alto y lo suficientemente atractivo para que Salim, Katia y Grettel se pusieran a chillar con picardía. El muchacho consultó un pliego de papel._ Bienvenidos. Por fin. Eran los únicos que faltaban.
_ Se nos presentó un imprevisto._ explicó el profesor Diego.
_ Bien, ahora los llevarán al dormitorio para que dejen sus cosas, y necesito que se unan al resto de los participantes. Íbamos a reunirnos en el comedor ahora mismo para repasar algunas normas, porque ya no podíamos seguir esperando por ustedes.
Señaló a la otra joven vestida de uniforme, la cual tenía cara de pocos amigos:
_ Ella es Lizbeth, la vicepresidenta del ejecutivo provincial de la FEEM. Ella los acompañará a instalarse.
_ Mierda,_ musitó Denise._ esa chiquita tiene cara de hiena.
_ ¿Y usted es...?_ dijo Diego tranquilamente.
_ Ah si, me llamo José Fernando, y soy el presidente provincial de la Federación Estudiantil de la Enseñanza Media.
_ Espero que no se haya quedado sin aire diciendo todo eso._ opinó Dalton.
_ Cuánta rimbombancia. Que pesado es. Ya me cae mal._ murmuró Luis Mario al oído de Wendy.
_ Muy bien,_ comenzó a decir la tal Lizbeth con un tono de voz chillonamente desagradable._ necesito que me sigan ahora, rápido porque no tenemos mucho tiempo. Estamos retrasados y tenemos un horario que cumplir para que todo funcione como está previsto desde el inicio.
_ Espero que los culpables de dicho retraso no seamos nosotros._ sonrió Diego con mordacidad.
Lizbeth reprimió cuanto pudo la mueca que quiso aflorar en su semblante, disfrazándola con una sonrisita forzosa:
_ Si esta payasa se hace la graciosa nada más, va a saber quién es el profesor Diego, con todo y el carguito que presume._ susurró Flavia a Dennis.
_ La conocí cuando estuve en el concentrado para el concurso nacional. Y sí, es una pesada de marca mayor.
Lizbeth echó a andar sin decir nada más, y el piquete tuvo que ponerse rápidamente en movimiento para seguirle el paso:
_ Hola-hola,_ canturreó Salim chasqueando los dedos en el aire._ ¿dónde están mis maravillosos valets? Joe, corazón... Aquí hay una maleta con tu nombre, esperando que la lleves.
_ ¿Es en serio, Salim?_ protestó Joel abriendo los brazos._ ¿Cuánto tiempo crees que vas a estar aquí? ¿Un mes?
_ No seas imbécil. Si fuera a estar un mes, habría traído el doble de maletas.
Avanzaron por los amplios y largos pasillos, observándolo todo con ojos llenos de curiosidad. Vieron a un grupo de jóvenes instalando un equipo de audio con enormes altavoces y controladores de sonido. Salim se aferró a los brazos de Katia e Itzel, entre las cuales iba caminando:
_ ¡Oh-por-Dios!_ exclamó._ Acabo de ver al futuro padre de mis hijos y él todavía no lo sabe.
_ ¿Dónde?_ quiso saber Katia mirando en todas direcciones.
_ Aquel... El trigueñón alto con barbita y aretes en las orejas._ señaló Salim con discreción.
_ Vaya, sí que está lindo._ dijo Itzel aleteando las pestañas.
_ Quítale los ojos de encima, perra, que yo lo vi primero.
El joven al que observaban se dio cuenta de las insistentes miradas que recibía, y lejos de mostrarse incómodo por ello, les obsequió una encantadora sonrisa y les guiñó uno de sus hermosos ojos verdes. Salim soltó un chillido:
_ Niñas, definitivamente creo que me embarazaré este fin de semana.
Escuchar aquello hizo que las chicas se carcajearan, menos Betsy, que venía detrás y ejecutó una mueca casi dolorosa.
Llegaron a un edificio anexo, en cuyos balcones y alrededores, las personas se les quedaron mirando y comenzaron a cuchichear:
_ Me siento como carne fresca._ se lamentó Oscar.
Renzo sonrió complacido cuando varias jovencitas pasaron junto a él y se le quedaron mirando, como extasiadas:
_ Hola chicas, papi ya llegó.
_ Que tu novia no te escuche hablando así._ le advirtió Brianna, colgada de un brazo de Oscar.
Subieron por una escalinata pequeña hecha a base de largos bloques de piedra y enfilaron por un extenso pasillo hasta detenerse ante una puerta cerrada. La vicepresidenta se volteó hacia el nutrido grupo que la seguía y comenzó a hablar con su peculiar toque petulante:
_ Bien, escúchenme... El número de asistentes al festival se nos disparó un poco. Hemos tenido que hacer malabares a última hora. Sé que no es culpa de ustedes, pero si hubiesen llegado más temprano, se les habría ubicado en un lugar mejor.
_ Eso no suena nada bien._ refunfuñó Dennis en voz baja.
_ De las estancias que nos proporcionó la escuela, este es el único cubículo que quedaba disponible. Sé que es muy pequeño para una cantidad de personas tan grande como ustedes, pero esperamos que puedan acomodarse. Como las literas no alcanzan, la administración facilitó un número de colchonetas...
_ ¿Dormir en el piso?_ se quejó Erik sin poder contenerse. Nora lo pellizcó para que se callara.
_ En fin, dejen los equipajes y trasládense rápido al comedor para tener el encuentro previo que les mencionó José Fernando... ¿Quién es el responsable del grupo?
_ ¿Es en serio la pregunta?_ masculló Diego de modo apenas audible, y con el semblante totalmente frío, alzó una mano a modo de respuesta.
_ Aquí tiene la llave del cubículo. Más tarde el administrador debe pasar por aquí para inventariar los medios. Apúrense en dejar las cosas y no se tarden. Ya hemos perdido demasiado tiempo hoy.
_ Quiero golpearla, lo digo en serio._ gruñó Nora.
_ Ah, se me olvidaba. Una de las profesoras de Florida que sí llegó a tiempo, tiene los solapines de ustedes. Es necesario que los recojan y comiencen a usarlos de inmediato.
Y se marchó, abriéndose paso a través del grupo. Diego ignoró los comentarios y protestas de los chicos y metió la llave en la cerradura. El cubículo era lo suficientemente amplio para que cupieran seis literas con igual número de casilleros cerrados con pesados candados. Poco a poco fueron pasando al interior de la estancia, iluminada escasamente por la claridad que se filtraba a través de tres persianas, una al frente y dos al fondo. En un rincón habían dejado alrededor de diez colchonetas. Betsy dejó caer la maleta con estrépito:
_ ¿Es una broma, verdad?
_ No, no lo creo._ contestó Aarón sutilmente.
_ ¿Cómo se supone que nos vamos a acomodar en este barracón?_ quiso saber Itzel._ ¡Alguien tiene que decir algo! ¡Debemos protestar!
_ Ya oíste a la odiosa esa,_ dijo Katia con un suspiro._ si hubiéramos llegado temprano...
_ ¿Ah? ¿Porque fue nuestra culpa que la guagua se rompiera?
_ Este lugar necesita limpieza._ señaló Salim y sacó de su bolso un pequeño espray con el que comenzó a rociar alrededor suyo._ Qué mal huele.
_ No creo que protestar o quejarnos vaya a resolver algo._ observó Joel meneando la cabeza.
_ ¡Voy arriba!_ gritó Erik y trató de trepar en una de las literas, pero Renzo tiró de su pantalón para detenerlo hasta casi bajárselo por las rodillas, lo que alivió un poco la tensión, provocando algunas risas.
Claudia, al ver la expresión fría de Diego, que daba pasitos por el cubículo observándolo todo con detenimiento, dio unas palmadas para decir a continuación:
_ ¡Ok, no vamos a resolver nada quejándonos! ¡Y como no queremos seguir dando de qué hablar, mejor hagamos lo que se nos dijo, y dejemos todo aquí y vayamos para la reunión en el comedor, donde de seguro ya nos deben estar esperando!
A regañadientes, dejaron los equipajes y fueron saliendo. Una vez solos, Claudia se acercó a Diego, que había apoyado los codos en uno de los colchones desnudos de una litera superior:
_ ¿Estás molesto?
_ ¿Y tú no? ¡Mira esto! Somos veintisiete personas en una habitación de doce... ¡Me encantaría tener delante al cretino o la cretina que está al frente de la logística en este evento e hizo las distribuciones! ¡Y esos niñatos del ejecutivo, tan prepotentes...!
_ Oye..._ Claudia le tomó el rostro entre sus manos._ No dejes que esto te afecte, amor.
_ ¿Y cómo no va a afectarme, Claudia? No se suponía que esto fuera así. Lo correcto hubiera sido que las niñas tuvieran su propio espacio y los varones el suyo. No estar todos juntos, como un puñetero arroz con mango... ¿Cómo es que Niurka dejó que esto pasara? ¿Qué carajos estaba haciendo?
_ Diego, cálmate. Estas cosas suelen pasar en estos festivales. No sé porqué, pero Florida siempre ha sido como una espinita en cada evento en el que participa. Claro que, al final, les demostramos de qué calidad estamos hechos, y eso es lo que más les molesta, que somos buenos, buenísimos en todo cuanto hacemos. Quizás por eso nos torturan de esta manera. Ya sabes, la envidia no mata, pero mortifica. Puede que ahora nos parezca incómodo y sea difícil acomodarnos, pero ¿dejaremos que esto nos eche a perder el fin de semana, o sacaremos lo mejor de este problema?
Diego puso los brazos en jarra y lanzó un resoplido. Claudia continuó, cruzando los brazos sobre el pecho:
_ Tú y los muchachos han batallado mucho para llegar hasta aquí. Algunos de esos niños han lidiado con demasiados problemas y estar aquí, ahora, es como una bendición para ellos, lo mejor que podría haberles pasado... ¿Vas o no a sacar lo mejor de este inconveniente? Por ellos.
_ ¿Lo mejor de este problema?_ repitió Diego con sorna.
_ Si. Ahora todo se ve malo, pero si cambiamos la perspectiva, acabaremos riéndonos de todo esto.
_ Ja, ja, ja... Mira como me divierto.
Claudia lo golpeó con suavidad en el pecho:
_ Si los chicos te ven con ese ánimo decaído, así es como estarán, pero si actúas como si no nos importara, y como que podemos superar esto y ser mejores de lo que piensan que somos, verás que acabaremos dándoles un galletazo sin manos a los que nos recluyeron aquí.
Diego soltó un suspiro desgarrador. Echó un último vistazo al deprimente lugar y miró a su novia antes de decirle:
_ Espero que tengas razón.
_ Siempre la tengo._ sonrió Claudia aleteando las pestañas.
Cuando salían del cubículo, Salim llegó corriendo:
_ ¡Ay profe necesito entrar a buscar algo en mi maleta!
_ Trajiste tres maletas contigo._ señaló Claudia.
_ Si, pero sé muy bien en cuál de las tres está lo que necesito.
_ Salim, ya estamos más que retrasados.
_ ¡Lo sé profe! ¡Pero esto será rápido, se lo prometo!
Diego suspiró:
_ De acuerdo, pero cierra bien la puerta cuando salgas. Lo único que faltaría es que se colara alguien y nos robaran el equipaje.
******************
El comedor era inmenso, ubicado en el segundo piso del edificio, y era lo suficientemente grande como para acoger a cerca de más de una cincuentena de comensales. Cuando Diego y su nutrido grupo hicieron entrada, todas las miradas se voltearon hacia ellos, y el local se lleno de murmullos:
_ Tarde otra vez._ musitó Dalton.
_ ¿Por qué siento que cada cosa que hagamos en este fin de semana será motivo de censura?_ preguntó Dennis en un susurro.
_ Ignórenlos a todos y caminen con la frente en alto, con orgullo. Dignos floridanos._ aconsejó Diego en voz baja.
Avanzaron hasta un rincón y se quedaron de pie, mirando en dirección al grupo de estudiantes y adultos que presidía aquella reunión. Estaba todo el ejecutivo provincial de la FEEM, representantes de la UJC y metodólogos e instructores del Consejo Provincial de Casas de Cultura. José Fernando, el joven presidente de la FEEM provincial, cuchicheó algo a Lizbeth, la odiosa vicepresidenta que en esos momentos miraba al piquete con desaprobación mientras movía la cabeza con suavidad. Niurka se aproximó a los recién llegados:
_ Ay Dieguito perdóname. Hice todo lo posible para garantizarles un mejor alojamiento, pero no pude conseguir nada. Esta gente es... mejor me callo y no digo nada porque de verdad estoy muy molesta ahora mismo.
Le tendió un gran manojo de solapines. Dos de ellos llevaban la inscripción INSTRUCTOR, el resto, AFICIONADO. Estaban plasticados y colgaban de unos cordoncillos azules:
_ Distribúyanlos ya entre los muchachos. Han hecho mucho hincapié en que andemos todo el tiempo con esta cosa en el cuello. Y otra vez perdónenme. Si hubiera podido hacer más...
_ No te preocupes._ dijo Diego mientras entregaba los solapines a Claudia para que los repartiera._ Realmente no está tan mal. Además, nos encanta compartir nuestro calor. Y las pijamadas. Creo que esta será la mejor de todas.
Niurka miró a Diego y sacudió su melena rubia, abriendo y cerrando los ojos repetidas veces, como si lo que acababa de escuchar careciera totalmente de sentido para ella:
_ Sobra uno._ dijo Claudia sosteniendo el único que le había quedado.
_ Es que falta Salim._ señaló Brianna.
_ Ah si, dijo que tenía que buscar algo en una de sus maletas. Espero que no se demore._ recordó Diego, ansioso por quitarse de encima a Niurka y sus repetidas disculpas que en nada resolverían la incómoda situación en la que se encontraban.
José Fernando avanzó al frente y se acarició su rizada cabellera antes de comenzar a hablar. Llevaba un pliego de papeles en las manos:
_ Buenos días a todos, otra vez. Pedimos disculpas por los retrasos sufridos. Este encuentro debía haberse efectuado más temprano pero no podíamos hacerlo hasta que no estuvieran todos los participantes presentes,_ y lanzó una significativa mirada al rincón donde estaba ubicado el piquete.
_ Los dos son tal para cual. Si no lo son deberían ser pareja._ masculló Dalton.
_ Que tipito más comemierda._ masculló Luis Mario crispando los puños.
_ Me dan deseos de ir y reventarle la cara._ gruñó Diogo.
_ Lo que tiene de lindo lo tiene de imbécil._ agregó Grettel.
_ No es tan lindo._ rebatió Nora.
_ Verdad,_ apoyó Erik._ yo estoy mejor que él.
Nora lo golpeó en la cabeza:
_ Tampoco hay que exagerar._ dijo la muchacha.
_ Muy bien,_ continuó José Fernando con una sonrisa tan artificial que casi provocó que Luis Mario saliera del comedor, molesto, de no ser porque Wendy lo retuvo firmemente por un hombro._ como les decía, planeamos este pequeño encuentro para puntualizar algunos aspectos que se deben tener presente a lo largo de las siguientes jornadas y hasta el dom...
La puerta del comedor se abrió con un estrepitoso y rechinante ruido que hizo que todos los presentes voltearan las cabezas:
_ Ay, cojone..._ casi exclamó Itzel en voz alta.
Salim estaba parado en medio del umbral de la puerta. Aún llevaba puesto el uniforme escolar, pero, encima de este se había vestido con un grueso abrigo negro de piel, y un gorro a juego en la cabeza. Llevaba las manos embutidas en un par de guantes de terciopelo negro. Se había enrollado una bufanda al cuello, también negra. El auditorio se llenó de risitas ahogadas y comentarios solapados. Todo el equipo organizador del festival parecía impactado ante aquella aparición inesperada de tan estrafalario personaje que, sin importarle las reacciones que su llegada había desatado, paseó la mirada por encima de los despampanantes lentes negros que llevaba puestos, y vislumbrando a sus amigos, avanzó hacia ellos, taconeando sonoramente mientras que, sobre la marcha, desplegaba un gigantesco pericón de encaje negro. Dueño absoluto de sí, Salim ignoró el comentario burlón que alguien profirió en voz alta, con una vocecita disfrazada y que provocó más risas:
_ Voy a matarlo._ anunció Diego sin inmutarse, apretando las mandíbulas.
_ ¿Por qué? Luce genial._ sonrió Claudia entre dientes._ Imagínate si Niurka y Salim compitieran en un evento de extravagancias ¿Cuál de los dos crees que ganaría?
_ No entiendo,_ empezó a decir Erik rascándose la cabeza._ si tiene calor ¿por qué se puso ese abrigón? ¿Y está usando tacones?
Salim se detuvo junto al piquete y se colgó del brazo libre de Joel, que estaba parado junto a Yolanda:
_ Me gusta tu estilo._ celebró la muchacha._ Exagerado, pero elegante.
_ No lo elogies._ gruñó Joel y se giró hacia Salim._ ¿Te das cuenta que pareces una salá mamarracha? Tal parece que te exiliaron de Siberia.
_ Tu opinión me la paso por mi puerta trasera, ya que no cuenta porque no sabes nada de modas.
_ ¿De qué se supone que vas disfrazado? ¿De viuda negra?
_ Solo hago lo que Itzel sugirió._ suspiró Salim.
Itzel titubeó, confundida:
_ ¿Yo? ¿Yo qué dije?
Salim recogió el pericón con un zumbido y se quitó las gafas:
_ Dijiste que había que hacer algo, protestar. En fin, esta es mi manera de hacerlo. Esta es mi protesta. Estoy vestida de luto por nuestra dignidad ultrajada.
_ Lo que estás es haciendo el ridículo. Ya quítate esa indumentaria.
Salim golpeó con el pericón a Joel en la mano, y luego a Erik en la cabeza, que estaba agachado para ver si en verdad llevaba tacones puestos. Solo eran botines de elevado tacón:
_ Ya cállense y dejen de llamar la atención._ imperó Dennis con la voz apretada.
Diego estaba dispuesto a exigirle a Salim que se despojara de toda aquella vestimenta, pero reparó en José Fernando, y principalmente en Lizbeth, quien parecía tener una acalorada discusión con el aturdido muchacho. La jovencita estaba roja y gesticulaba y no se cuidaba de señalar en dirección al piquete. El resto del ejecutivo tampoco se veía muy cómodo. Los labios de Diego se curvaron con una sonrisita cínica que hizo que Claudia lo mirara sorprendida:
_ No me gusta cuando sonríes de esa manera... ¿Qué estás tramando?
Por respuesta, Diego llamó a Salim a su lado, y palmeándole un hombro, le dijo:
_ Bien hecho, Salim. En serio, muy buena jugada.
_ Ooooohhhhh... ¿De verdad?... Gracias profe._ casi chilló el joven y abrazó a su maestro. Luego se giró hacia Joel, con cara de superioridad._ Toma... Bomba.
José Fernando carraspeó y tras solicitar silencio y orden, trató de retomar el hilo de la reunión justo donde había quedado:
_ Ah... como iba diciendo antes de la interrupción, vamos a abordar algunos temas y dejar claros varios puntos que deben tener presentes durante el fin de semana...
Lizbeth parecía estar hirviendo de rabia, y Diego estaba más que encantado con ello. Se inclinó hacia Claudia y le susurró:
_ Solo mírala. Está recomiéndose el hígado.
_ ¿Qué te propones, Diego? Algo está tramando tu maquiavélico cerebro.
_ Salim me acaba de dar una gran idea.
Mientras, José Fernando continuaba su monótona disertación. Se encargó de presentar a cada uno de los miembros de su ejecutivo y del equipo organizador del evento. Habló de la importancia de mantener una buena disciplina; del cumplimiento estricto del horario establecido que, al final de la reunión se le haría llegar a todos los instructores para que lo hicieran cumplir por sus alumnos al pie de la letra. Anunció que los eventos competitivos se efectuarían en diversos sitios de la ciudad. La competición de música y artes plásticas se efectuarían justo esa primera noche, en el centro provincial de casas de cultura, radicado en la calle Cisneros, frente al tribunal provincial y el Teatro La Edad de Oro, y que era la sede además de la compañía teatral La Andariega. También estaban previstos los teatros Tasende y Guiñol para los eventos de danza y teatro, respectivamente. Y la gala cultural de premiaciones y clausura del festival, sería realizada en el Teatro Tasende. Se habían habilitado varios ómnibus para la transportación de los participantes a la ciudad y de regreso al hospedaje, por lo que era necesario que todos siempre estuvieran listos para salir, con antelación. Por supuesto, dijo esto mirando directamente a los chicos del piquete.
También mencionó la importancia de que cada participante usara siempre el solapín, sobre todo cuando estuvieran en las instalaciones de la vocacional. Lizbeth se le aproximó por detrás y le murmuró algo apresurado al oído. José Fernando asintió y volvió a retomar la palabra, mirando directamente hacia el piquete:
_ Además, les rogamos que mantengan un código de vestimenta adecuado. Hoy en la tarde será el acto de inauguración del festival. Les pedimos a todos, por favor, que asistan de estricto uniforme, y cuiden de no agregar nada anacrónico a la vestimenta reglamentada para esa ocasión.
Varios rostros se giraron en dirección a Salim, quien se limitó a alzar la barbilla, desafiante mientras desplegaba el pericón con un crujido seco.
A continuación, llamaron a todos los instructores para que fueran a recoger unas hojas impresas con los horarios de los tres días, y dieron la orden de ir a prepararse para almorzar en unos minutos:
_ Todavía me molesto un poco y voy al dichoso acto con una peluca rosa-fresa y un abrigo verde-lechuga._ dijo Salim en voz alta, para que lo escucharan los del ejecutivo que iban pasando en ese momento, principalmente Lizbeth, que le dirigió una mirada despectiva.
_ Vas a hacer que nos odien más de lo que ya nos odian._ le reprochó Joel.
_ Pues tienen doble trabajo._ chilló Salim con una sonrisa encantadora.
_ Ok pandilla, pónganse para hacernos una foto grupal._ propuso Fabián disponiendo su cámara y para calmar los ánimos y animar al grupo.
_ Pero si la tiras tú no vas a salir._ se quejó Dalton.
_ Entonces la tiraré yo._ dijo una voz tras él.
Fabián se volteó y solo tuvo tiempo de abrazar a su hermano mayor:
_ Amo a los hombres en uniforme._ dijo Salim mordiéndose una esquina del labio inferior.
_ Si, los militares se ven tan sexys._ suspiró Grettel y Víctor le propinó un tirón de cabello.
_ ¿Qué haces aquí?_ sonrió Fabián.
_ Ya sabes, vine a tomar toda la información necesaria para transmitirla a los cadetes de la escuela que van a participar en el festival. Tía llamó a Nadia y Nadia me avisó que ibas a estar acá los siguientes tres días.
_ ¿Y mi papá? ¿Él sabe que estoy aquí? ¿Irá al festival?
Alejandro Felipe se pellizcó el labio inferior con los dientes:
_ No, no le dijimos nada... Pero él debe ir esta tarde al acto de inauguración. De seguro lo verás.
_ ¿Tú estarás allí también?
_ No. Tengo un entrenamiento justo a esa hora.
Fabián bajó los hombros, desolado. Alejandro Felipe volvió a abrazarlo y lo separó para mirarlo:
_ Oye, tranquilo... Ha pasado mucho tiempo, de seguro que ya el viejo te perdona y hace las paces contigo.
_ ¿Y si no es así?_ masculló Fabián volteando la mirada.
Alejandro Felipe se le quedó mirando. Tragó saliva con dificultad, y para animarlo, le quitó la cámara fotográfica del cuello y dijo con tono jocoso:
_ Anda, no te machuques la existencia ni te eches a perder el día pensando en cosas que aún no han pasado... ¡Vamos floridanos! ¡Colóquense para una foto!
_ ¿Y podremos hacernos una con el fotógrafo después?_ preguntó Katia torciéndose un mechón de cabellos.
_ ¿Tienes dinero?_ le preguntó Alejandro Felipe mientras salían del comedor y sacaba su billetera.
_ Si, tía me dio suficiente.
Aún así Alejandro Felipe extrajo unos billetes y se los embutió en el bolsillo de la camisa:
_ Toma, no quiero que me carezcas de nada. Y así puedes invitar a tu novio a merendar.
_ Gracias por el detalle, Alejandro._ dijo Dalton haciendo un remedo de saludo militar.
Las chicas llamaron a Fabián para que les hiciera una foto. Alejandro Felipe aprovechó su ausencia para decirle a Dalton de modo confidencial:
_ No dejes que esté triste. El asunto con mi papá siempre lo pone mal.
_ Tranquilo, haré lo posible por mantenerlo alegre. Es bueno que te tenga como hermano, y que sepa que lo quieres y te preocupas por él.
Alejandro Felipe suspiró mientras observaba a Fabián riendo a la vez que sacaba fotos a sus amigos, que forcejeaban y peleaban por salir bien visibles en las capturas de imágenes, principalmente Salim, con su excéntrico atuendo:
_ ¿Qué te puedo decir? Es mi hermanito. Siempre lo será. No importa cómo sea ni con quien se acueste. Siempre será mi hermanito más pequeño.
El profesor Diego se acercó a los dos jóvenes. Alejandro Felipe sonrió y tras hacerle un saludo militar, le estrechó la mano:
_ Profesor, es bueno volver a verlo.
_ Lo mismo digo.
_ ¿Cómo se está comportando Fabián?
_ Es uno de mis mejores alumnos.
_ Que Dennis no lo oiga decir eso. Se cree que es su consentido._ dijo Dalton riendo y se alejó para dejarlos hablar en privado.
_ Puede estar tranquilo,_ siguió Diego._ Fabián es un alumno ejemplar. Ojalá y todos fueran como él: serio, responsable, de buen corazón.
_ Si,_ suspiró Alejandro Felipe._ ojalá y todos entendieran eso y no se concentraran en otras cosas sin importancia.
Diego observó a los muchachos divirtiéndose mientras se hacían fotos:
_ ¿No hay esperanzas de que se arreglen las cosas entre Fabián y su padre?
_ Profesor, mi padre es un buen hombre. No quisiera que se hiciera un juicio erróneo sobre él. Entiendo que no ha sabido asimilar el asunto de Fabián, y no lo ha manejado debidamente. Es humano, comete errores como cualquiera. En el fondo sé que ama a Fabián. Algo me lo dice.
_ Pero Fabián necesita escuchárselo decir. Necesita saber que su padre lo quiere todavía, a pesar de sus elecciones, a pesar de cualquier cosa.
_ Mi hermana y yo hacemos hasta lo imposible por lograr una reconciliación entre ellos. Ya casi se nos agotan las ideas. Nuestra familia se rompió cuando murió nuestra madre. Y la rotura se hizo más grande cuando se supo lo de Fabián. Nadie más que nosotros desea que volvamos a ser una familia. Mi padre también, lo sé. Pero le cuesta. Hay cosas que le son difíciles de entender... de aceptar.
Ambos miraron hacia el piquete, riéndose a carcajadas mientras se amontonaban tratando de ver las imágenes en la cámara de Fabián, que alzó los ojos para observar a su hermano mayor, y le ofreció una sonrisa. Una sonrisa con cierto toque de tristeza impregnada en ella.
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