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╰✯┋Capítulo 42┋

—¿Seguro no habrá problema en que lo hayas dejado ir? —inquirió Rose tras la partida de la balanza.

—Todas las piezas se han movido ya. Al final, sin importar lo que hagan, está decidido que nosotros ganaremos.

—¿Por qué tantas molestias entonces? —bufó sentándose sobre la base de una de las esculturas.

—Porque ganar no lo es todo —respondió con una sonrisa.

—Ya veo, querías asegurarte de que Shannon estará bien. Le amas ¿cierto? —cuestionó Rose moviendo impaciente sus piernas que colgaban.

—Sí. Desde siempre y para siempre —respondió sin dudar—. Por eso es por lo que estoy aquí.

—Todo estará bien. Seguro que al final él sabrá agradecer todo lo que has hecho para que estén juntos —musitó sabiendo que era posiblemente lo que quería escuchar.

—Lo sé, no puedo esperar a que estemos juntos por siempre.

Un instante de silencio los envolvió, no se escuchaba ni el canto de las aves. Ninguno se miró, y finalmente Rose se levantó de un salto.

—Saldré. Los demás nos están esperando. Procuraré dejar con vida a Liebheart.

—Gracias, Rose.


..Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ..


Anais caminaba en busca de sus compañeros. Nicholas se había separado de ella y sus fuerzas no le alcanzaban para examinar muy lejos. Casi rendida, suspiró, y de pronto una de sus mariposas regresó, anunciando que había encontrado a alguien.

Corrió tan pronto como sus piernas le permitían hacia la dirección que la mariposa le indicaba y entonces tropezó con una extraña raíz que crecía dentro del castillo.

Para cuando se dio cuenta de que se trataba del poder de Rose fue tarde, un par de enredaderas negras brotaron del suelo, y serpenteando la atraparon aprisionando su pierna derecha.

Las mariposas revoloteaban incesantes alrededor de las espinas que la apresaban. Concentró más de su poder y finalmente logró liberarse.

—Nunca me cansaré de volvernos a encontrar —exclamó Rose divertida detrás de ella.

La mujer se volvió, a la defensiva, pero fue en vano pues el látigo de Rose se enredó en su cuello, por si no fuera suficiente, parecía estar lleno de uno de sus venenos el cuál la había debilitado al grado de que ya no era capaz de luchar por volver a respirar.

Rose la soltó y las vides nuevamente la sujetaron. La estigia sonrió victoriosa al mirar a la mujer en una posición tan vulnerable.

De pronto, la sangre brotó manchando su rostro y al mirar a la supresora esta ya se hallaba incrustada en el tridente de Zerek.

—Ponte seria y deja de jugar —espetó su hermano en reproche.

Rose lo miró, incapaz de pronunciar algo.

—Zerek... ¿qué estás...?

—¿No me digas que te estabas divirtiendo? No me mires así, ya mismo te la devuelvo.

Sacudió su arma y Anais rodó por el piso, Rose tuvo que retroceder al ver lo crudo de aquel acto.

Shannon que recién llegaba y habiendo presenciado la escena, se lanzó con furia contra la estigia.

Zerek liberó a las bestias de su pecho, las cuales fueron derribadas por una sobresaltada Clear.

—¡Tú! ¿Cómo es que...?

Ni siquiera tuvo tiempo de completar su pregunta, Shannon le había atravesado con tantas agujas como pudo.

La estigia separó sus bestias del cuerpo, yendo por Clear. Shannon iba a ayudarla, pero la chica determinada le pidió que se encargara de Zerek.

Un letargo del tiempo llegó, dándole oportunidad de atacar a la estigia con su propio tridente. Apenas el tiempo volvió a correr, Rose corrió a ayudarlo, siendo alcanzada por Clear, que, con una bestia aferrada a su pierna y otra a su brazo, se las apañó para utilizar su hemaikinesis.

Rose vio mermada su energía, al grado de crear una cúpula de flores que la cubriera mientras se recuperaba.

Y mientras, en el piso Shannon había derribado a Zerek, le golpeó una y otra vez, a pesar de que no había señales de vida en él. Incluso sus bestias habían desaparecido, dejando solamente a Clear inconsciente en el lugar donde hacía unos momentos peleaban.

Una mariposa revoloteó cerca de él, y saliendo del shock, corrió hacia la supresora.

—Anais... estás viva, tienes que resistir, te prometo que encontraré como ayudarte, solo aguanta un poco más.

La mujer esbozó una triste sonrisa y negó.

—Debes... seguir Shannon, no pierdas de vista tu objetivo... aun si todo alrededor es una mentira... lo que hay en tu corazón es de verdad.

—Suficiente, deja de hablar —le dolía la garganta, pero se las arregló para que no le temblara la voz.

—Mis palabras nunca parecieron hacer efecto en ti —pronunció débil mientras la sangre se deslizaba por sus labios— pero al menos esta vez... por favor grábate esto: protege a Lawrence.

—Anais yo no empujaría al vagabundo.

—¿Qué cosa? —abrió los ojos sorprendida, mirando al muchacho frente a ella, sufriendo e intentando salvarla.

—Yo no podría matar a alguien para salvar a otro, salvaría a ambos, quiero salvarlos a todos por eso...

—Ya es suficiente... —sonrió—. Lo sé Shannon, pero la vida real no es dulce ni linda, es cruel, y aun así nos esforzamos por hacerla mejor, pero no podemos hacerlo si no salvas ahora a Lawrence, por favor, no dejes que nuestro sacrificio sea en vano.

La mujer se desplomó en los brazos de Shannon con una expresión tranquila en su rostro.

Los ojos de Shannon volvieron a anegarse y abrazó más al cuerpo de la mujer, dejando que la lluvia los mojase a ambos, como si el cielo llorará las lágrimas que él se sentía incapaz de derramar.

Dejó con cuidado el cuerpo de la mujer en una esquina y la miró desde su lugar.

¿Qué tal si me doy por vencido?, lentamente mi corazón empieza a detenerse
Comienzo a ver sangre en mis manos, Tengo frio... ¡Tengo frio maldita sea!
¡Necesito calor!, ¿por qué nadie me escucha? Creo que ya no tengo mucho que hacer.

Se deslizó contra la pared hasta caer y pensó en cómo todo había terminado así. Las ganas de llorar lo invadieron, deseaba liberar el mar de emociones que había estado reprimiendo.

—¿Tan pronto te has rendido? —susurró Lawrence llegando a su lado, inclinándose con cuidado para queda a su altura.

—No hay manera de cambiar el destino —refutó Shannon sin dejar de abrazar sus piernas.

—Incluso las personas que afirman eso miran antes de cruzar la calle.

—No he sido capaz de salvar a nadie —sollozó.

—No puedes quedarte entre miseria y dolor. Los demás dieron sus vidas para proteger a otros, así que sigue porque esa vida no es solo tuya, también es de ellos.

Más de una lágrima dibujó sus mejillas, y los gritos que había contenido finalmente fueron liberados.

Lawrence le abrazó, permitiéndole manifestar su sentir, pero no tardó en levantarse a la defensiva. Mantuvo a Shhanon tras él, pero el apóstol se negó a quedarse simplemente siendo protegido.

Cuando se levantó miró a Ellie, aliviado de que siguiera vivo. Pero cuando estuvo por ir hacia él, Lawrence lo detuvo.

—Mantente atrás Shannon, no confío en él.

—¿De qué hablas? Es mi hermano.

Apartó a Lawrence, pero antes de llegar a donde él miró como unas cadenas lo atravesaban, y Eira apareció asesinando a Ellie frente a sus ojos.

La conmoción pudo con él. Desolado recargó su espalda contra los restos de un muro, jadeando por aire.

—¿Qué has...?

—Finalmente asesiné a tu familia completa, tu padre, tu madre y ahora tu hermano.

Suspiró. Si el mundo estaba equivocado él también lo estaría.

Esperó hasta que sus heridas dejasen de gritar. Cuando pudo reincorporarse miró a Lawrence.

Sintió como un poder le recorría y miró fijamente a Eira. Lawrence pronto supo lo que sucedía.

Shannon Liebheart era la balanza.

El arma con la que su Dios juzgaría.

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