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╰✯┋Capítulo 40┋

Elizabeth daba pasos pequeños, siguiendo a Kain de cerca. Él parecía empecinado en encontrar a Clear, tanto que le daba igual la presencia de la chica.

Apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando una lanza de hielo se acercó a la estigia.

—¡Hazte a un lado! —exclamó, apartándolo y siendo lastimada tras haberlo salvado.

—Elizabeth, ¿por qué? —Nicholas, que había aprovechado el poder que tomó de Kain suspiró decepcionado, había perdido su última oportunidad.

Para mayor inri, la chica creó una runa que parecía fungir como una especie de jaula. Derrotado, se dejó caer, sabiendo que no tendría oportunidad contra ambos.

—¿Por qué siempre tienes que entrometerte? —espetó Kain—. No tiene que ver contigo.

Elizabeth esbozó una amarga sonrisa y se incorporó, intentando detener el sangrado de su costado.

—Sí tiene que ver... porque yo tampoco pude hacer nada por Saphire.

La estigia quedó helada cuando escuchó el nombre de su hermana menor. Aquella por la que había renunciado a su humanidad, aquella por lo que había desmerecido el cielo.

—¿Qué has dicho?

Elizabeth apartó la mirada y luego soltó un suspiro.

—Tal vez has perdido tus memorias, pero sé que la recuerdas a ella. Por eso estás tan obsesionado con Clear ¿no es cierto? Te la recuerda.

—Eso no...

—No me importa tu respuesta, ella era mi única amiga, y cuando el mundo le dio la espalda no pude salvarla. Ni yo, ni tú, y ambos estamos ahora encerrados en la miseria y el odio hacia este mundo.

—Siempre creí que el mundo entero le había dado la espalda —confesó, atónito por encontrar a alguien que los recordara a él y a su hermana.

—Y yo creía que todo el mundo era igual —susurró—. Pero ahora sé que no es así, y por eso no puedo permitirte avanzar.

Se colocó en posición de defensa, advirtiendo a Kain que no le dejaría pasar.

—Formas parte de un pasado que no me interesa recordar. Apártate o morirás junto con el resto de los apóstoles.

La chica negó y se impulsó para atacarlo con su arma, aunque no era su intención asesinarlo, al menos deseaba dejarlo inconsciente para evitar que siguiera en esa absurda pelea.

—Al fin muestras tu verdadera cara —exclamó Jay apareciendo ante ella y frenando con su hacha el martillo de Elizabeth.

—¡Apártate, esta pelea no te concierne! —empujó con más fuerza su arma, sin lograr que la estigia retrocediera.

Tomó impulso y giró para propinarle una fuerte patada, misma que la estigia esquivó sin dificultad.

Dibujó en el aire una serie de runas que murieron sin poder ser activadas.

—¿Cuándo entenderán que sus poderes son inútiles conmigo? —bufó con fastidio la estigia—. Déjame mostrarte lo que es el verdadero poder.

Elizabeth estuvo por desactivar la runa que aprisionaba a Nicholas, pero Jay aprovechó para modificarla y ampliarla hasta hacer que incluso Kain terminara dentro de esta.

La chica chasqueó la lengua con fastidio. Tras las anteriores peleas no se sentía en condiciones de utilizar todo su poder, y los impresionantes poderes de Jay solo la dejaban en una peor posición.

Supuso que su mejor opción sería una pelea física, aunque la herida le provocaba un gran dolor, al menos sabía que Jay no podría usar su fuerza a conveniencia.

Su martillo chocó contra el hacha de Jay una y otra vez.

—Evitar mi alteración de poderes no te hará ganar —informó—. Puedo ver tus pensamientos y saber cómo atacarás. Terminarás fatigada y entonces aprovecharé para matarte. Ah, claro, si no te mata antes la herida.

Elizabeth mordió su labio inferior, miró de reojo a Kain y Nicholas, ni ella misma era capaz de remover la runa que los ataba.

La pelea pasó rápida, Jay no tardó en hallarle el ritmo y Elizabeth terminó por solo defenderse de sus ataques.

Su fuerza había mermado, al grado de que Kain pudo destruirla y salir junto con Nicholas. Apenas pudieron un pie fuera de la runa, la estigia creó una Cúpula de Cristal, pero fue tarde, el hacha de Jay le había atravesado.

Nicholas la apartó, y con cuidado la ayudó a apoyarse.

—Aguanta un poco, no puede terminar así —lloraba el apóstol—. Buscaré como ayudarte, debe de haber algún poder con el que pueda...

—Nico, para —le interrumpió dejando su peso caer—. No me importa morir.

—¡No sabes lo que dices! —Las lágrimas le hacían más difícil hablar. Esta vez Nicholas la ayudó a recostarse con cuidado—. Tienes que vivir.

—Quiero que tú tengas mis poderes, no te lo dije, pero eres fuerte. Muy fuerte Nico.

El chico sujetó sus manos, mirando como sus ojos se cerraban poco a poco.

—Aunque intentabas no encariñarte siempre nos protegías. Lo sé, luego de que Charlotte muriera pusiste runas en nuestros cuerpos para evitar que muriéramos. Aunque querías ayudar a Kain, aunque odiabas a las personas que nosotros protegíamos, tú hacías lo correcto.

—Qué patético, ¿no? —exclamó con una débil sonrisa, apoyándose mejor en el piso.

—¡No lo es! —protestó Nicholas—. Eres noble y fuerte. Eres alguien bondadosa que solo intentaba no sufrir.

—Déjalo, Nico ... no hay más que hacer.

—¡Sí lo hay!

Con determinación Nicholas se levantó y encaró a Jay.

—¿También quieres morir? ¿No les ha quedado claro que no hay poder que pueda hacer algo contra mí?

Nicholas siguió caminando, sabiendo que Jay no podía alterar su poder, y él, por el contrario, era capaz de absorber el suyo. La estigia usó su hacha, pero Nicholas la detuvo, utilizándola como un conducto para que su poder llegara a la estigia. El exceso de fuerza los oprimía y Jay soltó su arma.

Estuvo por apartarse, pero Nicholas se abrazó a él, dejando que el poder siguiera fluyendo hasta comenzar a triturar sus cuerpos.

—¡Nicholas, detente! —suplicó Elizabeth en el piso.

—Todo estará bien —intentó reconfortarla con una sonrisa—. Te aseguro que esta vez les seré de ayuda.

Entre gritos desesperados, y un gran poder, un impacto estalló, y tras él quedó solo silencio.

Nicholas regresó, cojeando y sangrando, y a mitad del camino se desplomó. Kain ayudó a Elizabeth a levantarse para ir hasta él.

La chica se hincó a su lado, recargando su cabeza en sus piernas.

—¿Por qué lo hiciste? —lloró—. Debía de haber otra manera.

—Sabes que no la había dados sus poderes —suspiró—. Gracias por todo, Elizabeth... no te lo dije antes, pero me habría gustado pasar más tiempo contigo.

Elizabeth unió sus labios con los de él pidiendo en susurros que no se rindiera, y que, si lograba extraer el poder de una estigia llamada Ellie, podría recuperarse. Pero fue inútil, Nicholas ya ni siquiera la escuchaba.

Y mientras la vida lo abandonaba sentía como el poder del chico recorría su cuerpo, absorbiendo casi por sí mismo poder para recuperarse.

Aunque no pudo sentir alivio alguno, no cuando se hallaba sin poder hacer más por otra persona importante para ella, como si nada hubiese cambiado en todos esos años.

Siguió abrazando el cuerpo de Nicholas cuando de pronto escuchó ruidos al otro lado. Sin poderlo creer observó a la estigia levantarse, tambaleándose. Tomó su martillo a punto de ir por él cuando Kain la detuvo.

—Está bien, sus heridas le impedirán ir más lejos.

—Pero Ellie...

—Ellie tampoco hará más por él. Un único camino es el que le espera.

Apretó los dientes y los miró con un inmenso odio.

—Kain... también eres un maldito traidor.

—Si vuelves al mundo de las estigias ¿Qué te espera ahí?

—Ya he tenido suficiente —gruñó y les dio la espalda.

La lluvia comenzó a caer. Llevándose la sangre y las lágrimas, mas no así la tristeza y el dolor a su paso.

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