Clear se incorporó despacio y tentó su rostro, a pesar de que lucía igual sentía que algo en su cuerpo era distinto. Que no era ella.

Caleb y Rose se habían marchado, y solo Kain seguía en el mismo sitio.

Permanecía en silencio, mantenía una mano en su barbilla apenas cubierta por una delgada capa de vello. Mostraba una sonrisa perversa mientras la observaba con interés.

—¿Me lo dirás ahora? —inquirió la chica.

—Eres uno de nosotros, ¿Qué más necesitas saber?

—¿Cómo vuelvo a ser humana? —susurró con un sollozo ahogado.

—No hay manera, esto es lo que eres ahora. Solo te queda aceptarlo.

—¡No quiero! ¡Jamás seré como ustedes, jamás les ayudaré! —dejó salir sus lágrimas mientras golpeaba incesante el pecho de la estigia.

—Deberías ser un poco más agradecida con la amabilidad de nuestro padre —exclamó Kain, molesto—. El mundo está lleno de basuras que no merecen siquiera que las mire, agradece que te eligiera.

—Yo no pedí esto.

—Ya perdí suficiente tiempo, podría quedarme contigo a discutir sobre quién es el malo, pero en todos hay partes podridas, incluso en ti.

Apenas Zerek los encontró, Clear pudo reconocerlo como la estigia que asesinó a Nicholas.

—Veo que el procedimiento fue un éxito. Y a diferencia del apóstol defectuoso esta niña no podrá revelarse ante la voluntad de Caleb. Podríamos considerarla una versión mejorada.

Clear, llena de furia, se arrojó contra él, pero ni bien puso una mano encima de la estigia y ya se hallaba en el piso, temblando de dolor.

—No lo intentes, linda —se burló Zerek—. La sangre que corre en ti te lastimará si tú intentas lastimar a otra estigia.

Reunió todas sus fuerzas y sujetó el pie de Zerek, usando la habilidad que Charlotte le había heredado.

La estigia se apartó ante el drene de sangre y con el otro pie la pateó disgustado.

—Eh, cuidado con tocarla —Advirtió violentamente Kain,

—Domestícala mejor si no quieres que se convierta en un problema.

Y mientras ellos discutían aprovechó para escapar de ese lugar, en busca de alguna salida para volver con los demás.

Se alejó tanto como pudo, protegida por su manto de ilusión, el cual se había potenciado -pese a que odiaba admitirlo- tras ser convertida.

De repente una figura se encontró frente a ella, se concentró en pasar desapercibida, pero cuando notó que se trataba de Elizabeth una esperanza nació en ella.

—Elizabeth... en serio eres tú —dejó salir con tal alivio que incluso sus lágrimas se asomaron— ¿También te han capturado?

Pero el gesto burlesco de la chica terminó con su paz y una sonora carcajada resonó.

—Niña tonta, ¿no lo entiendes? Yo soy quien ha revelado la ubicación de los apóstoles.

—¿Traicionaste a los demás? ¿Cómo has podido? —Llena de molestia, y un profundo dolor se arrojó sobre ella, pero el impacto del martillo de Elizabeth le regresó.

—Creí que había dejado en claro que ninguno de ustedes me importaba, aunque bueno, veo que Kain te ha adoptado como su mascota, supongo que si sabes comportarte no termines como el resto de los apóstoles.

Las lágrimas de furia se deslizaron por sus mejillas, volvió a ocultarse en su manto de ilusiones para buscar otra opción, ahora tenía una razón más para reunirse con sus amigos.

Dirigió sus pasos con cautela siguiendo un camino tan recto como podía, cuando de pronto se vio bloqueada por un muro de hielo.

—Suficiente —exclamó Kain detrás de ella—. Tu juego de huir se termina aquí.

—¿Cómo me has encontrado?

—Porque hay muchas cosas que puedo sentir, tus pasos, tu olor —a cada palabra sus susurros se llenaban de cierto toque de sensualidad que para Clear resultaba molesto—, tu respiración, incluso puedo escuchar tus latidos justo ahora.

Clear sintió que los colores le subían al rostro, le miró y ambos sostuvieron la mirada.

—También puedo sentir tu aroma. Hueles a sangre y muerte —espetó apartando la mirada, triste porque ahora era uno de ellos.

—Todo lo contrario a ti, tu esencia es de bondad, de vida y de azucenas.

Se acercó más a la chica solo para notar como se desvanecía la ilusión. Sonrió al saberse engañado, pero lejos de decepcionarse le emocionaba lo divertido que podría llegar a ser.

—Inténtalo cuanto quieras. Es imposible huir.

..Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ..

Clear seguía escondida en lo alto de una torre. Quiso subir para visualizar el panorama y encontrar alguna salida, pero la densa niebla le impedía ver más allá.

Rendida, dejó las lágrimas salir. Le dolía el alma al saber que no podía volver con los demás.

Una mano entrelazó la suya con dulzura. Al girar su cabeza se encontró con el rostro de Ellie quien la miraba con ternura e inocencia. Sus miedos parecieron amortiguarse tras el contacto y finalmente dejó de llorar.

—¿Puedo? —cuestionó el chico señalando la herida de su brazo, producto del encuentro con Elizabeth.

Clear, tímida, se encogió de hombros y acercó su brazo. Ellie lo tomó entre sus manos y poco a poco la herida se fue cerrando. Se detuvo una vez estuvo curada.

—Gracias —murmuró sorprendida.

—No hay nada de que agradecer, eres una de los nuestros.

Clear bajó la mirada y apretó los labios para no llorar.

—No me siento como ustedes, tal vez no deberías ser amable, en el fondo sigo siendo uno de los apóstoles.

—Tampoco tengo razones para no ayudarte, no has hecho algo malo.

—Eres amable... no pareces una estigia.

—Las estigias no somos tan malas como seguramente lo crees. Pero estamos condenados a limpiar el mundo para crear nuestro paraíso, a nosotros ni el infierno nos quiere, así que continuamos aquí, sin un paraíso y sin un castigo.

—¿Tienes alguna persona que amaras y que entristecería al ver en lo que te has convertido?

Ellie sonrió triste.

—De hecho, sí. Cuando aún vivía era feliz teniéndole a mi lado, y cada vez que sonreía era como si el mundo desapareciera y solo estuviésemos los dos. Quiero hacer un paraíso para esa persona.

—¿Le echas de menos?

—Cada día desde que regresé, desearía buscarle y atarle a mí; pero es imposible, no deseo que me vea hasta que este mundo sea digno, tan hermoso como lo que sentía cuando estábamos juntos.

—Tal vez para esa persona el paraíso sería solo estar contigo.

Sus palabras parecieron calar en lo profundo a Ellie cuyos ojos se abrieron de más a punto de derramar las primeras lágrimas.

—¿Sabes? Eres muy interesante. Me alegra que pudiéramos encontrarnos.

—Es tan egoísta —suspiró abrazando sus rodillas— yo no pedí ser parte de esto, muchos tal vez tampoco lo hicieron.

—El abismo no se entiende: solo se acepta.

Clear mordió su labio y finalmente contestó.

—Matar está mal.

—¿En serio? ¿Quién decidió eso? —cuestionó Kain llegando hasta donde ellos—, ¿Por qué no le dices eso a los humanos que proteges? Ah y de paso les informas que mentir, robar, violar y demás también está mal, porque aparentemente tu Dios puede matar a los malos, pero si nosotros lo hacemos somos unos monstruos.

—¿Quiénes somos nosotros para decidir sobre las vidas de los demás?

—Ya que lo mencionas, sí, es cierto. Ahora dime que no deseabas la muerte del apóstol que mató a la prostituta. —El rostro de Clear se tornó desconcertado al recordar aquello—. Dime que tal vez tu Dios tenía mejores planes para él, algo como dejarlo ser apóstol.

Clear le miró dubitativa, temblando frente a él y apretó los dientes.

—De cualquier manera, él está muerto.

La estigia se acercó suavemente, tomándola del mentón y obligándola a mirarlo.

—¿Y por qué nos miras de ese modo? —preguntó—. Como si fuéramos monstruos, aun cuando los apóstoles han hecho cosas horribles.

Clear abrió los ojos desmesuradamente.

—Ya es suficiente para ambos —habló Ellie, tomando la mano de Clear—. Al final ¿quién de nosotros sabe si lo que hacemos es lo correcto? Sin importar el camino que elijamos siempre nos dañaremos los unos a los otros y solo nos queda pelear por lo que creemos.

El sol estaba casi saliendo cuando el cansancio se apoderó de ella, cerró los ojos lentamente y Ellie la sujetó con cuidado.

Se la entregó a Kain y él susurró un agradecimiento. Pensando en que definitivamente había hecho una elección interesante al llevar a Clear con ellos.