╰✯┋Capítulo 27┋
Al doblar la esquina divisó la silueta de un joven apoyado en el portal. Un cigarrillo humeaba entre sus dedos.
Lo reconoció como el apóstol al que salvó sin saber por qué.
La vergüenza tiñó sus mejillas al pensar que había fallado a su deber como estigia y contribuido a que uno de los apóstoles siguiera vivo.
Aunque no era la primera vez, al menos la anterior lo podía justificar con el dolor de Charlotte y con el odio desmedido al mafioso que la asesinó. Pero en esta ocasión era diferente.
—Sabía que te encontraría si esperaba en este sitio —Damien dejó caer el cigarrillo y lo aplastó con la suela de su borcego.
—¿Por qué te has quedado cuando te dije que huyeras?
—Quería agradecerte supongo...
—No creas que lo hice por ti, eso fue un error —dijo él, e introdujo las manos en los bolsillos de su abrigo.
Le dio la espalda y siguió su camino por el puente, pasando de largo sin dar explicaciones.
—Sospecho que fue tu manera de agradecer por aquella ocasión, aunque tú salvaste primero a Shannon así que ya estábamos a mano.
Intentó llevar el ritmo apresurado de los pasos de la estigia, como si el muro que los separaba fuese invisible.
—Más bien fue por acabar con aquel hombre.
—Ya veo... sin embargo matar a Gianluca no devolvería a Charlotte.
La estigia frenó el paso y Damien tuvo que imitarle.
—No te culpo a ti, pero me decepciona no haber sido capaz de hacer algo más por ella.
Damien apoyó su peso en el barandal del puente y miró el cielo otoñal que pasaba de un azul brillante a un oscuro gris.
—Te entiendo mejor de lo que imaginas. Me siento exactamente igual.
La estigia frunció el ceño y volteó con brusquedad hacia él.
—Pero ustedes son a quienes eligió, y, aun así, no pudieron hacer nada por ella —replicó—. No es lo mismo.
Algo pasó por su rostro, algo que parecía furia, o quizás dolor. Sin una palabra más se apartó para alejarse.
—Nos eligiera a nosotros o a ustedes, el deseo por salvarla habría sido el mismo. Sabes que es así.
—¿Por qué me hablas con tanta confianza cuando podría asesinarte en cualquier momento?
Damien llevó la mano a los labios para intentar no reírse.
—No sé si te has dado cuenta, pero hace un buen rato que podrías haber peleado si esa fuera tu intención.
—Antes tengo una última pregunta: ¿por qué no me mataste cuando tuviste oportunidad? O ¿por qué no dejaste que el mafioso terminara su cometido? Salvaste a una estigia.
—A dos en realidad —corrigió, despreocupado.
—No lo entiendo.
El viento sopló en un canto triste y despeinó los cabellos de la estigia, que permanecía mirándole en busca de una respuesta.
—Vaya, pero si eres bastante apuesto. Dejémoslo entonces en que no me habría gustado que algo le pasara a un rostro tan bonito.
—¡No juegues conmigo!
—Bien, te lo diré si me respondes antes una pregunta que tengo yo.
La estigia echó su cabeza hacia atrás y cerró los ojos como si lo meditara.
—De acuerdo. Pregúntame.
—Hace unos momentos... ¿cómo supiste cuál era yo? Todas mis sombras lucen idénticas e incluso son materializadas con el mismo olor y temperatura.
—Supongo que solo lo sentí. Hay algo en ti que me hace recordar a la esencia de nosotros.
—¿Así que lo has notado? Hace unos años su "padre" intentó convertirme.
—¿Eres una estigia?
Y cayó en cuenta de las palabras de su creador. Todo cobró sentido al entender que él era uno de "los apóstoles que aceptaban la sangre de Caleb". Una posible respuesta para recuperar a Charlotte.
—Más bien diría que soy un experimento fallido —contestó Damien interrumpiendo sus pensamientos—, el menos defectuoso puesto que el resto de las personas terminaron muriendo.
—¿El resto?
—No soy el único humano con el que experimentaron, pero sí uno de los que sobrevivió a la transformación, después de mí posiblemente haya más.
Lowell apartó la mirada, sabiendo que la respuesta a su conjetura era una negativa, y sobre todo pensando en que, como primer experimento exitoso, tal vez él debía ocupar su lugar.
—Supongo que tenía planeado que tú fueses uno de los siete. La verdadera séptima estigia —dejó salir con pesar. Sus pensamientos se hallaban confundidos, y eso no le parecía digno de una estigia.
—Aunque así hubiera sido me daría lo mismo —contestó desinteresado—. Ser estigia completa o incompleta no me impediría pensar por mí mismo y saber que esto es lo que quiero.
—No puedes escapar de tu naturaleza.
Damien rio y dio algunos pasos continuando con el camino. Esta vez fue Lowell quien lo siguió de cerca.
—Si así lo creyeras no habrías insistido en convencer a Charlotte.
Lowell soltó un pequeño bufido.
—Tal vez. Ahora responde tú a mi pregunta. ¿Por qué me ayudaste?
—Creí que lo habías olvidado —susurró con una risita—. Simplemente porque no pareces alguien malo, de hecho, no entiendo ¿por qué no te uniste a nosotros en lugar de esperar que Charlotte lo hiciera con ustedes?
—No hay nada que ustedes, los humanos normales, pudieran ofrecerme. No veo el sentido a salvar a una raza defectuosa.
—Pero es la misma raza defectuosa que Charlotte protegió hasta el final.
—Estás perdiendo el tiempo si intentas utilizarla para convencerme de unirme a ustedes —Frenó nuevamente.
—Tú eres el único al que no debes fallarle, si algo que te haga sentir mejor decepciona a otros hazlo, decepciónalos. Tal vez Charlotte murió al elegirnos, pero murió siguiendo lo que creía.
Un instante de silencio sucedió a su reflexión.
—¿Y si hubiera la remota posibilidad de traerla de vuelta, aunque fuera como estigia? —Lowell dejó escapar sus pensamientos, arrepintiéndose al momento.
El rostro de Damien lo miró con asombro e intriga, pero ambas emociones murieron para dar paso a una expresión más afligida.
—Bueno, no lo sé de cierto, pero creo que eso le causaría dolor. Tú la conocías mejor que yo, así que supongo que sabes la respuesta.
—Aunque lo sepa, no logro entenderlo...
—¿Sabes lo que pienso? —preguntó con la mirada perdida en el horizonte.
—Si lo supiera entendería tantas cosas.
—Dame un par de encuentros más y te aseguro que podré mostrarte por qué Charlotte prefirió a la humanidad hasta el final. Te convenceré de unirte a nosotros.
Y sin dejar de sonreírle se marchó, agitando la mano mientras se alejaba y se perdía entre la oscuridad.
..Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ..
Entró despacio evitando hacer ruido, creyó que no habría nadie a esas horas por lo que se sorprendió de encontrar a Nicholas sobre uno de los sillones.
Se le acercó por detrás y susurró muy cerca de él:
—Deberías ir a casa. No creo que Elizabeth venga hoy.
—¡Damien! —saltó al verse descubierto—. No es como piensas, no estoy esperando a Elizabeth.
Damien, divertido tomó asiento a su lado.
—Vamos Nico, no pasará nada si aceptas que la esperas. Tampoco si confiesas que ella fue quien te hizo lastimar al grupo de Damon.
El rostro del chico pasó a mostrar dolor.
—¿Lo sabes?
—Lo vi cuando fuiste a enfrentarte a Shannon.
—Gracias por no delatarla —susurró agachando la mirada para ocultar su rostro avergonzado.
—La quieres mucho ¿verdad?
Nicholas se encogió de hombros y apartó la mirada para dirigirla al gran ventanal, donde la Luna brillaba detrás de un cúmulo de nubes.
—Es tonto, ¿no? No me ha tratado bien, y estamos en medio de una guerra sin tiempos para amoríos.
—Te sorprendería, Nico. Te sorprendería.
Y le acompañó en su contemplación del cielo nocturno. Estaba lleno de estrellas y no pudo evitar imaginar un mundo más brillante, donde los problemas ridículos como el amor eran cotidianos y las guerras por la humanidad no existían.
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