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╰✯┋Capítulo 22┋

Nota: El siguiente capítulo contiene material sensible. Se recomienda discreción.

Charlotte apretó la carta contra su pecho, cubriéndola de la lluvia con el cárdigan color vino que llevaba puesto. El sol todavía no se ponía, pero las nubes y el clima hacían que pareciera más oscuro.

Al llegar al lugar de reunión de los apóstoles soltó un bufido, la lluvia la había empapado y parte de la carta estaba mojada.

Dio una mirada a la sala, encontrándose con Shannon que enseguida se acercó a ayudarla.

—Estoy bien, cariño. Solo es un poco de lluvia.

Shannon forzó una sonrisa, demasiado fingida para el gusto de Charlotte, aunque no lo culpaba. Sabía que Shannon no tenía ánimos tras la muerte de Jack.

Apretó la carta y se marchó con la excusa de ir a cambiarse para evitar un resfrío.

—Justo a tiempo para darme la buena noticia de que has aceptado mi propuesta.

La voz le hizo dar un pequeño salto. Volteó sabiendo de quien se trataba, y, aunque no tenía ánimos para verlo, no se negaba a la tentación de dejarlo en su lugar como cada vez.

—Gianluca, habría jurado que esta es la habitación que me fue asignada.

El mafioso rio divertido.

—Dejémonos de charlas triviales, vine por una respuesta y espero que sea un "sí".

Charlotte le devolvió la sonrisa sin ganas. El mafioso le había ofrecido una gran suma de dinero a cambio de su cuerpo. Aunque al principio le pareció una broma divertida, había terminado por cansarla.

—Lo siento, cariño, pero no necesito tu dinero, hay quienes lo necesitan más que yo.

—¿Eso impide que lo necesites tú?

—¿No te hace sentir miserable ver a personas que no tienen qué llevarse a la boca mientras tú gastas fortunas en cosas innecesarias?

Continuando en su intento de ignorarlo tomó una toalla para secar su cabello, incómoda porque podía sentir la mirada del mafioso sobre ella.

—Tú eres necesaria Charlotte, si tuvieses esta fortuna ¿Qué harías con ella?

—Ninguna de las cosas que tú haces con ella supongo.

—Cobras por amor —se posicionó demasiado cerca—, ¿Por qué te rehúsas a aceptar mi dinero?

—Cobraba, cariño, cobraba. Laméntate por haber llegado tarde.

—No sé qué es lo que me has hecho, o cómo lo has hecho —susurró colocando una mano en su mentón y obligándola a mirarlo— pero aquí me tienes, delirando por ti, aun cuando podría tener a cualquier mujer.

—Pues bueno, alguien debía bajarte de esa enorme montaña de ego en la que te encontrabas.

—¿Cómo puedes llamar ego a este irracional deseo por nunca tener suficiente de ti? —cuestionó dejando caer su rostro sobre su cuello y aspirando su aroma— ¿Quién puede mandar en su corazón?

—Gianluca, no estamos en edad para romances adolescentes —le separó, incómoda—. Deberías dejar de insistir.

—Querida Charlotte, eres hermosa y lo único que deseo es estar cerca de ti. No creo que eso esté mal.

—Y lo único que yo deseo es dejarte en claro que entre tú y yo no habrá nada. Tampoco creo que eso esté mal.

Charlotte dio la vuelta, decidida a marcharse, dio un paso adelante cuando un tirón brusco de su mano le regresó.

—No tan rápido, muñeca. Negarte a mí no es bueno, eso puedo asegurarlo, si no quieres colaborar por las buenas tal vez querrás que te enseñe a no hacerme enfadar.

Charlotte asestó un golpe en su mejilla, mismo que Gianluca no dudó en devolver.

Los dedos de la mujer se apretaron, estuvo por utilizar su hemaikinesis y embistió su puño hacia él, pero Gianluca fue más veloz y lo atrapó a tiempo, creando una atadura de energía pura.

Torciendo su brazo, la tiró en el piso y se cernió sobre ella. Charlotte trató de abrir la boca, pero fue acallada con la mano del otro, que ahogaba sus gritos.

El mafioso sonrío mientras sus dedos comenzaban a pasearse por el cuello y las clavículas de la mujer.

—Shh, no queremos que nadie escuche y venga a interrumpirnos.

Rasgó el vestido que llevaba puesto hasta que el sujetador quedó expuesto y los ojos de la mujer se humedecieron.

Intentó patear al hombre, pero dado que sus piernas estaban aprisionadas su intento fue en vano.

Como pudo se zafó del agarre y mordió la mano de Gianluca, quien lleno de enfado impactó el puño contra su mandíbula.

—Si no te ha quedado claro déjame explicarte: el dolor que pueda provocarte a ti no se compara al que le haré sentir al resto. ¿Qué dices? No creo que sea mal trato un pequeño sacrificio a cambio de mantener la inocencia de Clear.

El rostro de Charlotte palideció ante el cambio tan brusco de la actitud del mafioso.

—En verdad eres un monstruo —pronunció colmada por la furia.

—En buen momento lo has entendido —articuló recorriendo la piel de la mujer—. No me veas así, preciosa, solo vamos a divertirnos.

—¿Por qué no te diviertes con esto? —pronunció una voz masculina, seguida por un puño en la cara de Gianluca, quien acabó cayendo.

—Bastardo, ¿Cómo te atreves?

Se levantó lleno de furia, mirando a Damien que terminaba con su momento de diversión. Arremetió contra él, al ser más alto le tomó del cuello de la camisa y lo levantó.

Se lanzaron una mezcla de golpes que recibían y esquivaban por igual, hasta que Damien le empujó con fuerza contra la pared.

—Si le llegas a tocar de nuevo puedes jurar que arrancaré cada una de tus extremidades —exclamó torciendo su brazo.

Gianluca se zafó del agarre y le dirigió una sonrisa socarrona.

—Sus amenazas son palabras al viento —exclamó con un dejo de altivez en su voz—. No son capaces de lastimar a otros y lo he comprobado.

Damien, con la mirada perdida consoló a Charlotte mientras le colocaba su chaqueta para cubrirla, limpió la sangre de su labio y se dirigió al hombre, asestando un golpe que le hizo atravesar hasta el jardín.

—Tal vez Shannon es demasiado blando y sea incapaz de matar a un humano —comenzó a hablar, caminando hasta llegar donde él—; pero yo no soy igual, más te vale andar con cuidado, alejado de las chicas o tendremos que ideárnoslas con otro apóstol muerto.

Gianluca se levantó y sacudió la tierra de sus finas prendas.

—Mitad estigia lo haces más divertido —exclamó santurrón, mostrando una sonrisa atrevida—. Amo que me digan que no puedo hacer algo, me encanta contradecir a las basuras como tú. Lo que has visto de mi poder no es ni una décima parte.

—Me parece perfecto o de lo contrario terminaría contigo demasiado pronto para mi gusto —dejo salir con soberbia—, y no te prohíbo intentarlo, sólo te advierto que si llegas a tocarlas no habrá dolor que se compare al que te haré sentir.

El resto de los apóstoles llegaban tras el ruido, Anais corrió a ayudar a Charlotte que continuaba en shock, aferrada a la prenda de Damien.

Gianluca emitió un chasquido al verse rodeado por los demás. Les dio la espalda y se retiró, dirigiéndole una última mirada amenazante a Damien.

..Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ..

A pesar de la insistencia del resto, Charlotte prefirió marcharse a su casa. Aquella solitaria morada, cerca de donde se podía apreciar un acantilado.

Le gustaba lo tranquila que era, ahí podía pensar a gusto. Y claro, completar el plan que tenía para aquel día: por fin se encontraría de nuevo con Lowell.

Volvió a leer su carta. La estigia se la había entregado mientras iba de regreso y tan pronto como apareció se marchó.

En ella decía que deseaba verla para conversar como en los viejos tiempos, y que tenía una propuesta importante que hacerle.

Suspiró sabiendo que tendría que ver con dejar a los apóstoles, aunque no le parecía mala la idea de que Lowell también dejará a las estigias.

No había dicho nada a nadie, pero supo que no sería necesario: confiaba plenamente en él.

También tenía lista una carta para entregársela en cuanto no lo notara, era una vieja costumbre que tenían cuando él aún estaba vivo.

Sonrió ante el recuerdo y se lamentó porque no podía volver a lo que era antes, deseaba proteger a todos y terminar con esa innecesaria guerra.

La puerta fue golpeada y corrió a abrir animada, pero no era Lowell a quien encontró al abrir, sino a Gianluca.

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