╰✯┋Capítulo 18┋
Lawrence levantó la mirada en la oscuridad. Una franja de cielo gris era todavía visible. Agachó la cabeza nuevamente calculando la altura que debía saltar. Debían ser unos seis pisos.
Echó la cabeza para atrás y se apoyó en su brazo para saltar. Mientras descendía sentía su piel arder contra la pared.
A una distancia considerable se empujó y su cuerpo trastabilló contra el piso. Se levantó ajustando los guantes que llevaba y notó como los ojos fríos de Eira se dirigieron hacia él.
Con lentitud se acercó hasta la estigia, sorprendido de que Jay le acompañara.
—Hemos terminado aquí —informó.
—¿Tan pronto? —se quejó Jay—. Apenas comenzaba a divertirme.
—¿No es curioso? —soltó Eira casi en un susurro— El humano es el único ser consciente de la existencia de la muerte, y, aun así, es el único que mata por placer y entretenimiento.
Lawrence soltó un suspiro y miró alrededor la pila de cadáveres sobre el piso. No estaba seguro de si Eira estaba en posición de decir aquello.
—¡Oye, no me compares con los humanos! —se quejó el menor.
—A este paso los humanos no son los únicos que morirán. Caleb me ha enviado. Parece que tantas muertes les está provocando dolor de cabeza.
—Dudo que muera por algo tan banal. Pero supongo que puedo dejarte el resto.
—Caleb es un aburrido —exclamó Jay con un arrebato de decepción.
Una luz enceguecedora se extendió por el piso de piedra apenas unos instantes, para poco a poco apagarse y dejar todo en las penumbras nuevamente.
Tenues pasos apresurados se escucharon acercándose y los tres dieron la vuelta al mismo tiempo.
—Un apóstol se acerca —anunció Eira con tono sereno.
Contrariamente, la ansiedad inundó el pecho de Lawrence. No era conveniente que ningún apóstol supiera de su relación con las estigias. Y aunque había un par de ellos que no le importaba tener que matar, sospechaba que la coincidencia le haría pasar un mal rato.
Y en efecto, cuando Shannon llegó, sintió que una parte de sí colapsaba.
Intercambiaron una mirada confusa y ese momento fue suficiente para que el miedo se convirtiera en dolor.
—Oh, debe ser nuestro día de suerte, un pequeño apóstol perdido.
La voz de Jay sonó distante para Shannon, quien en ningún momento apartó la mirada de su compañero.
—Lawrence... —una forzada sonrisa se asomó en su rostro—. Vaya, lamento llegar tarde —pronunció con voz temblorosa, como si intentara convencerse de que la escena no era lo que parecía y que la razón de que Lawrence estuviera ahí era por la guerra.
—Shannon... aléjate —suplicó la balanza tratando de salvarlo. De evitarle la tortura que aquella noticia sería para él.
—¿De qué hablas? —la débil sonrisa se desvaneció—. Tú solo no deberías enfrentarte a dos de las estigias, hagámoslo juntos.
Las risas que siguieron fueron furtivas y crueles. Jay no perdió tiempo y saltó frente a él, pasando el dedo por su mejilla.
—Deja de engañarte, miserable desafortunado. Estoy seguro de que lo has entendido: Lawrence es uno de nosotros.
—¡Mientes! Díselos, Lawrence. —Las palabras le salían con lentitud, como si fuese un auténtico martirio pronunciar cada una de ellas—. Diles que tú nunca nos traicionarías.
Buscó una contradicción en su compañero, pero cuando la mirada bicolor de Lawrence se desvió, supo que no podía negar más lo evidente.
Shannon retrocedió. Sentía el aire faltarle. Detrás de los ojos le ardían las lágrimas no derramadas.
Permaneció inmutado cuando un golpe de Jay se impactó en su cuerpo. Ni siquiera le quedaban ganas de protegerse. No cuando el enemigo era Lawrence, quien había asegurado que sería su familia. Aquella familia que lo protegería y a quien había jurado proteger.
Su agotamiento y frustración pudieron más que su instinto de supervivencia, y cuando las cadenas de Eira lo apresaron cerró los ojos y se entregó al cruel destino que le esperaba.
—Déjamelo a mí —pidió Jay, ansioso. Materializó su hacha y se abalanzó contra el apóstol.
El sonido del hacha impactándose sonó, pero el único impacto que Shannon sintió fue el de su cuerpo cayendo al suelo. Rodó mientras caía y una vez inmóvil abrió los ojos con sorpresa, mirando a Lawrence frente a él, sangrando.
—No dejaré que le pongan una mano encima.
Se interpuso con firmeza, protegiendo a Shannon.
Las estigias permanecieron aturdidas, con el aire silencioso tras la acción de la balanza.
—Lamentable —jadeó Eira—. Tendré que informar que nuestros planes tendrán un cambio. Jay, nos vamos.
—¡Me niego! —espetó el otro con furia— ¡Te lo advertí!, ¡Te dije que si nos traicionabas morirías!
La estigia se abalanzó contra Lawrence y Eira soltó un largo soplo a modo de suspiro sabiendo que no podría dejar a Jay solo contra los otros dos.
Jay peleaba nublado por su furia, dejando que su arma impactara contra todo a su alrededor. Eira, con cautela, lo cubría en los puntos débiles que dejaba desprotegidos.
Shannon usó su letargo del tiempo, pero la poca cantidad de espacio temporal no le dio oportunidad de aprovecharlo.
—Puedo leer tu mente antes de que uses tu letargo del tiempo, apóstol —se burló Jay—. Eres tan débil que resultará imposible encontrar un punto por donde atacar.
Usó una y otra vez la técnica, notando que justo cuando el tiempo se pausaba, las cadenas de Eira no dejaban apertura alguna por donde pudiera atacarlos.
Chasqueó la lengua, frustrado al notar que sus energías se terminaban y no lograba ventaja alguna.
Un nuevo letargo del tiempo llegó, preocupando a Lawrence por la cantidad de energía que Shannon estaba ocupando.
Cuando el resultado fue el mismo Lawrence le detuvo. Notando que en el último ataque una de las agujas de Shannon había terminado incrustada en su propia pierna gracias a la defensa de Eira.
—No ganaremos nada mientras se unan para atacar y defender. Iré por Eira, ¿estarás bien?
—Lo estaré si tú lo estás —murmuró Shannon, mientras apoyaba una mano sobre su rodilla y sacaba la aguja con la otra.
Sintió un temblor y cuando bajó la mirada encontró una tenue niebla que se expandía y dejaba una escarcha de sangre a su paso. Llevó los ojos a Lawrence, entendiendo que era producto de su poder.
—Cuando termine con él volveré a ayudarte —aseguró.
Y en una ráfaga de viento, apareció contra la espalda de Eira. Una sonrisa se formó en el rostro de la estigia antes de que una oleada de luz destelleara, seguido de su silueta sobre el piso.
Shannon le miró asombrado, no había sido capaz de seguirle el ritmo.
—¡No estorbes!, ¡mi presa es la balanza!
Apenas alcanzó a moverse gracias al poder de Lawrence, esquivando así el hacha de Jay, quien seguía cortando todo sin contenerse.
Era como una danza elaborada y firme que ejecutaba con gran perfección.
Sin embargo, era innegable lo desmejorado que se hallaba sin la ayuda de Eira, un par de agujas fueron capaces de atravesar su piel.
—Inténtalo. Pero te advierto que no dejaré que puedas tocarle.
Notó que parte del poder de Lawrence lo cubría y ayudaba. Y pese a lo exhausto que se encontraba, pudo tomar ventaja en su pelea contra la estigia.
Se concentró en hacer llegar un nuevo letargo del tiempo, esta vez, aunque las cadenas de Eira intentaron protegerles, fue un intento inútil y aprovechó para herir a la desprotegida estigia.
Cuando el tiempo volvió a correr, Jay cayó cubierto de sangre. Miró con odio al apóstol que se acercaba nuevamente a él.
—¿Es todo lo que tienes? —insistió, tragando el dolor, mientras Shannon lanzaba los últimos dos golpes, uno seguido del otro.
Justo cuando estaba por alcanzarle sintió una alteración en el ambiente y supo que debía actuar de inmediato.
Se apresuró a utilizar todo su poder para rematarle con sus agujas, incluso Lawrence se hallaba apresado por las cadenas de Eira habiendo dejado entregada su energía para la causa.
—Espera, Shannon, esta energía es...
Pero fue tarde, cuando el letargo del tiempo terminó y Shannon empezó a tomar consciencia del resultado del poderoso ataque notó dos cosas:
La primera era que la estigia seguía en el piso, herida, pero sin ningún nuevo rasguño.
La segunda fue la silueta del señor Jack, con las heridas que debían ser para Jay.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro