╰✯┋Capítulo 13┋
El cielo sobre los tejados era gris y la neblina que cubría la ciudad complementaba el ambiente lúgubre.
Al menos eso le recordaba a la mansión de su padre.
De nuevo la sensación molesta taladraba su mente. El cúmulo de voces, salpicadas de ruidos y sollozos le produjo una punzada de dolor.
Apretó los dientes tratando de ignorarlo, se maldijo por haber pensado que al estar en ese lugar el ruido sería menos intenso.
A pesar de que el sitio era como una dimensión alterna, se combinaban las voces del interior y el exterior, haciendo que fuera casi inaguantable.
Se incorporó y apoyó los codos en las rodillas, restregando su cabello esperando que las voces desaparecieran. Pero fue en vano, a cada minuto estas se hacían más fuertes, llegando a un punto en el que se volvieron insoportables
—¡Jack! ¡Las voces, las malditas voces!, ¡Cállalas de una vez, las odio, las odio!
Jack se acercó hasta él y puso las manos a ambos lados de su cabeza, pronto sus gestos parecieron tranquilizarse.
—No deberíamos permanecer mucho tiempo en este sitio, hay demasiados humanos y eso no es bueno para usted.
—¡Necesito ir por ellos! —exclamó enterrando sus dedos en los hombros del mayordomo— ¡Necesito matarlos!
Jack colocó un manto sobre la espalda de su amo.
—Aún no es el momento. Si no es capaz de aguantar un poco más tendremos que regresar con las manos vacías y eso no gustará a su padre.
—¡No quiero eso! —Soltó a Jack y sollozó con la respiración todavía agitada.
El sirviente extendió una de sus manos, cubiertas por un guante blanco. Su joven amo dudó un momento en tomarla, pero al final la sujetó y descansó su cabeza en ella.
—Ordéneme que me deshaga de ellos y lo haré sin dudar.
Jay pestañeó un par de veces y luego negó, mostrando su frustración a través del ruido que salió de su garganta.
—¡Solo un poco más! Solo un poco más y traeré el maldito infierno hasta este lugar.
Unos toques en la puerta lo despertaron de su ensimismamiento. Pidió a Jack ocultar cualquier sospecha y se dirigió a abrir.
—¿Hay algo que se te ofrezca, Nicholas? —se dirigió al chico que le miraba junto al marco de la puerta.
Él miró con recelo, notando que al otro lado se encontraba el mayordomo que siempre le acompañaba, así que habló casi en un susurro.
—Tal vez te lo dijo Abdiel antes, pero puedo absorber el poder del resto. Sin embargo, no puedo hacerlo con el tuyo.
—¿Es todo lo que tenías que decir? ¿Intentas culparme de algo?
—Seré claro contigo: no confío en ti.
—Nico, Nico ¿De qué sirve la cara bonita si la haces ver amargada todo el rato? —interrogó levantando su barbilla.
Nicholas, incómodo, retrocedió por instinto le miró frunciendo el ceño.
—Te lo advierto, te estaré vigilando.
Dicho aquello el chico se marchó, pero la sonrisa de Jay no desapareció, no cuando notó la presencia de alguien más.
—¿Causando desorden en tu primer día? —se burló el mafioso saliendo de una esquina.
—Bianchi, ¿cómo estás? Ya te acoplaste a estar con los apóstoles o estás listo para regresar a tu anterior aburrida vida.
—No sé, suena tentador el unirse al bando que más me convenga, pero para eso primero debo probar un poco más.
—Oh, ni te preocupes por ello. Seguro que las estigias no necesitarían tan poca cosa —soltó con una voz cargada de burla.
—¿Cómo has dicho, insolente?
—Siempre tienes que estar de mal humor —dijo Jay sin dejar de lado su tono socarrón— ladras más de lo que ayudas. Vamos Jack antes de que intente mordernos.
—¡Pequeña basura!
Gianluca se dejó ir contra la joven estigia.
El mayordomo estuvo a punto de contrarrestar el ataque, pero Shannon, que llegaba, fue más rápido, lo cual agradeció al no dejar rastro de que no era un humano normal.
—¡Te advertí que no te metieras con mis compañeros!
—¡Liebheart! No te metas en lo que no te incumbe.
Gianluca erigió un muro invisible que le golpeó con fuerza, pero habiéndose preparado para ello cayó apoyándose con una mano y se levantó inmediatamente.
Lanzó con todas sus fuerzas un par de agujas que el otro fue capaz de esquivar con facilidad, pero que le dieron tiempo de acercarse, empuñando con fuerza otra de ellas.
Se lanzó hacia delante y estuvo por incrustarla en el cuello del mafioso, pero este ni siquiera se inmutó. Shannon confundido dudó, y en medio de su indecisión, Gianluca aprovechó para derribarlo.
—Encantadora la manera en que defenderás a tus amados compañeros, Liebheart eres un mal chiste.
Aprovechó que seguía en el suelo para presionar el pie contra su pecho y usó un nuevo muro que hizo presión sobre su cuerpo entero.
La mano de Jay se cerró y estuvo por embestir al mafioso, pero Jack se le adelantó y sujetó la mano de Bianchi con fuerza, haciendo que cesara, disgustado.
—Por favor, está dando un espectáculo lamentable.
El mafioso se irguió y sonrió como comprendiendo algo. En seguida se marchó por el pasillo anunciando lo divertidos que eran.
Shannon se sintió perdido. Miró al mayordomo, sorprendido de que pudiera detenerlo, pero dejó de prestarle atención cuando Jay corrió hacia él y se hincó a su lado.
—¿Estás bien, Shannon?
—¿Tú estás bien? —Se apresuró a revisarlo.
—Gracias, lo estoy y es porque me defendiste.
—No —susurró en un soplo y apretó los puños—. Bianchi tiene razón, pude atacarlo y no fui capaz de hacerlo.
—La bondad del corazón humano dudaría en lastimar a otros —habló Jack pasándole su pañuelo.
—En una guerra no se necesita de esa bondad —escondió la mirada en el suelo.
—Pues vaya guerra que es si ni siquiera se puede confiar en los aliados —habló con una melancólica voz—. Pero demostraste que estás en el lado correcto.
Shannon le devolvió una tímida sonrisa y finalmente aceptó el pañuelo, de alguna manera sí le alegraba saber que él no era como el mafioso.
..Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ..
Era tarde, pero los demás estaban despiertos, algunas risas y discusiones llenaban el aire.
Como era de esperarse Bianchi no se encontraba con el resto, ni tampoco Abdiel, lo cual agradecía porque seguramente estaba al tanto de la pelea que tuvieron.
Aunque le sorprendió ver que Lawrence tampoco se encontraba, sí, era común en él no estar, pero nunca preguntó a dónde se marchaba.
Charlotte le sonrió cuando lo miró y le invitó a acompañarlos, pero prefirió pasar, había lavado el pañuelo de Jack y quería devolverlo, pero nadie salió cuando tocó en la habitación.
Clear que se hallaba dibujando en un rincón le dijo que habían salido hacía unos momentos y creyendo ver un destello de preocupación en su rostro le aseguró que todo estaba bien y que saldría un momento por si necesitaban ayuda.
Salió al mundo exterior, lanzó un vistazo notando que estaba muy oscuro, después de analizarlo unos momentos pensó en ir a la parte más poblada, tal vez habrían ido a abastecerse de cosas tras su llegada tan repentina a aquel sitio.
Anduvo por callejones desiertos y tuvo una sensación de peligro, supo que algo no estaba bien. Su corazón que siempre estaba tranquilo, esta ocasión parecía advertirle que algo malo estaba a punto de suceder.
Un ruido se hizo presente entre la oscuridad junto a una presencia que apenas podía notar concentrándose con todas sus fuerzas. Dio unos pasos y el sonido se hizo más claro haciendo que apresurara el paso.
El aura maligna fue más notoria, pero supo que lo que se hallara del otro lado también había notado su presencia.
La noche no permitía ver más que siluetas, pero sabía que no se equivocaba y el aroma que podía percibir era sangre.
Contuvo su respiración intentando percibir cuántas personas había, pero cuando pensó que Jay podría estar involucrado prefirió no perder el tiempo.
Corrió hasta el final del callejón, pero se detuvo en cuanto vio que algo se movía, se detuvo de utilizar el letargo del tiempo al visualizar más nítidas las siluetas.
—Jay ¿eres tú?, ¿qué estás...? —No pudo completar su pregunta, enmudeció cuando miro al chico sosteniendo un cadáver.
—Shannon —Los labios llenos de sangre se curvaron en una sádica sonrisa y su expresión se volvió retorcida— De todos los apóstoles, ¿por qué debías ser tú quien se enterase?
Con frenesí golpeó una y otra vez el cuerpo sin vida y finalmente lo arrojó.
—No puede ser...
El corazón de Shannon se sacudió al verlo. Un escalofrío recorrió su cuerpo y cuando Jay avanzó, tuvo que retroceder un paso, alerta.
—No te lo tomes personal, es solo que no es conveniente que el resto sepa mi secreto. Pero no te vayas sin que te agradezca, aprecio de verdad que me hayas ayudado cuando el mafioso intentó atacarme. De no ser por ti habría mostrado mi verdadera naturaleza y todos me habrían descubierto.
—Eres una estigia —concluyó, pero era tarde, el mayordomo le había aprisionado.
El pañuelo cayó y se tiñó con la sangre del cuerpo.
Encontró sus ojos, esperando ver algún rastro de duda, pero en lugar de ello lo único que encontró fue un vacío que no encajaba con su sonrisa expectante.
—Adiós, Shannon. ¡Qué comience el festín!
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