╰✯┋Capítulo 11┋
No sabía si era porque estaba consciente de que esos podían ser sus últimos días, pero estaba seguro de que el cielo abovedado sobre su cabeza era más azul y las flores de colores que se extendían parecían hermosas como nunca.
Incluso las aves cantaban sus melodías como si no supiesen lo que estaba por pasar ¿No se suponía que los animales podían sentir los peligros?
Suspiró ante la incertidumbre de cuánto más duraría esa paz, de si al terminar la guerra, y en caso de que ganaran, las cosas alguna vez volverían a ser lo mismo, si lograrían ser mejores y con ello cumpliría la promesa que le hizo a su hermano.
Ellie. Lo extrañaba tanto, sacó el teléfono de su bolsillo y comenzó a ver sus fotos.
—¿Quién es? —cuestionó una dulce voz que le tomó por sorpresa y al levantar la mirada notó a Lawrence.
—Mi hermano, Ellie. Al igual que mis padres ahora está muerto, cuando lo perdí a él lo perdí todo.
—Tu alma tiene un atisbo de soledad, pero no pareces alguien que no tenga nada.
Shannon esbozó una tenue sonrisa y le incitó a sentarse a su lado.
—También has estado solo por mucho tiempo ¿no es así? Cada vez que piensas en la pelea, en todo lo que hay que proteger ¿en qué piensas, Lawrence? ¿A quién deseas proteger en el mundo?
—A todos —respondió con naturalidad, como la respuesta de un niño pequeño que no entendería la gravedad de la situación—. No estamos solos Shannon, ya nunca lo estarás. Puedes jurarlo, te protegeré. —Se separó un poco y le miró con ternura—. No dejaré que las estigias te pongan una mano encima, ahora somos familia.
La palabra familia sonaba tan bien viniendo de él, porque sentía que, de todas las personas, Lawrence no sería capaz de mentirle.
—También los protegeré —aseguró.
—Vayamos con el resto —sonrió Lawrence, levantándose—, Abdiel estaba buscándote hace un momento y enloquecerá si no llegamos enseguida.
Una vez que entraron por el portal anduvieron por el pasillo, hasta llegar a la sala principal. Abdiel, con un amago les invitó a sentarse.
—Gracias por llegar, estoy reuniendo información importante así que repasemos lo que hay hasta ahora: Damien es un manipulador de sombras, Charlotte puede drenar sangre...
—Se llama hemaikinesis —le interrumpió Damien.
—Gracias Damien, pero a nadie le importa el nombre sino lo que hace, ¿en qué estaba? Oh, sí: Clear es una ilusionista, Nicholas es capaz de absorber el poder de otros, y el tuyo Shannon...
Todos le miraron, haciendo que el chico se incomodara y apartara la vista.
—Bueno yo... creo que soy bueno utilizando agujas.
—Demasiado común —expresó en un suspiro—, debería haber algo más.
Lo pensó un instante y recordó su otra habilidad.
—Sí, también hay un breve instante en que puedo detener el tiempo, no tengo idea de cómo lo hago, pero es bastante útil, aunque por ahora solo puedo utilizarlo unos segundos.
—Es el letargo del tiempo —explicó Lawrence—, pero no te recomiendo utilizarlo demasiado, sus consecuencias no son solo dejarte exhausto: acorta la vida de quien lo utiliza.
—¿Qué?
—Vamos Lawrence —intervino Abdiel—, el tocino también acorta la vida y no es como que alguien deje de consumirlo. Ahora, prosigamos: Elizabeth puede usar runas y Anaís es una supresora, según la jerarquía de las estrellas...
Anaís tosió, interrumpiéndolo.
—¿Está sugiriendo que estamos completos?
—Aún no, faltan dos apóstoles más. Por ahora sabemos de la existencia de Gianluca Bianchi, quiero que tú, Elizabeth —se dirigió a la aludida— te encargues de traerlo. Shannon te acompañará, quizás así se lleven mejor.
—Me encargaré de pelear, no de hacer tus mandados —le espetó la chica.
Los labios de Shannon se tensaron hasta formar una apretada línea. No entendía por qué la chica se comportaba como una adolescente caprichosa cuando el destino del mundo estaba en sus manos.
—¡Cierra la boca y obedece! —exigió, incrustando al lado de la chica una de sus agujas como advertencia.
—¡Cierra la boca tú, imbécil! —soltó la chica sin disimular su rabia. Incluso su mazo comenzaba a materializarse—. No pienso hacer lo que me digan.
—Iré yo —se ofreció Charlotte—. También soy nueva así que no me vendría mal.
Abdiel suspiró, sin deseos de discutir.
—Si no hay más remedio, me parece bien. Shannon y Charlotte, les pido que se encarguen de traer a Bianchi en cuanto confirmen que es un apóstol.
Elizabeth se giró, lanzándole una arrogante sonrisa.
Con la rabia recorriendo sus venas, Shannon se dirigió a la puerta y dando un portazo, salió, seguido por Charlotte.
..Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ..
Shannon y Charlotte observaban escondidos en el armario de la lujosa habitación.
Habían logrado colarse utilizando la habilidad de Shannon, muy con el pesar de Charlotte, luego de saber que al utilizarla estaba acortando la vida del chico.
—No creo que fuera la mejor idea —susurró Shannon mirando por las pequeñas rendijas.
—No teníamos opción —suspiró Charlotte—, ¿en qué circunstancias habríamos podido encontrarnos con un hombre como él?
—¿Y si la visión de Clear ha fallado? ¿Si Bianchi es un tipo normal y no un apóstol?
—Entonces tendremos que improvisar —En su voz se notaba cierto pesar. Quizás porque, al no ser capaz de utilizar enseguida su letargo del tiempo, lo más probable es que Charlotte tuviera que usar su habilidad—. Pero mantente tranquilo, algo me dice que no se ha equivocado.
La mujer le sonrió gentil y Shannon soltó un sopló en señal de rendirse. Su espera no duró demasiado, ya que apenas unos instantes después un sonido se escuchó cerca.
Shannon enfocó la mirada y notó entrando por la puerta a un hombre con el cabello muy arreglado y vestido con un elegante traje blanco, en seguida supo que se trataba de aquel que buscaban.
Extrañamente el aura que transmitía era de todo, menos de alguien que se encargara de proteger personas.
—Vaya, vaya —pronunció el hombre con un exagerado acento—. No me dijeron que teníamos visitas.
Desenfundó un arma y disparó hacia el armario, rozando muy cerca a Shannon.
Ambos se sobresaltaron ¿Acaso había sido capaz de verlos? Si era consecuencia de alguna habilidad, sin duda se trataba de un apóstol. Pero el no saber exactamente a qué se enfrentaban le causaba un miedo poco usual.
Un nuevo disparo se escuchó y Shannon cubrió con su cuerpo a Charlotte, que se aferraba a él temblando ligeramente.
Shannon se llevó la mano al lugar donde el dolor punzaba, intentando aminorarlo. Sintió la sangre deslizándose por el rostro. Aunque el primer disparo no había logrado darle, le causó un corte.
No podía pensar con claridad en la manera de salvarse y salvar a Charlotte, como si la adrenalina le estuviera nublando la vista. Le preocupó, pero se concentró y pensó en darle al menos tiempo a la mujer para salvarse.
—¡Suelta el arma, Bianchi! —pidió autoritario saliendo del armario—. He venido en son de paz. Quiero hablar sobre...
Un extraño impulso lo hizo caer, Shannon, desde el piso miró el cañón del arma que fue a parar justo a su frente.
—¿Estás listo para morir?
Parecía dispuesto a dar el golpe de gracia cuando Charlotte salió del escondite y se aferró a su brazo.
—¡Basta! —pidió sin soltarlo, dando a entender implícitamente que estaría dispuesta a todo.
Pero el rostro de Bianchi no cabía en ninguna de las posibilidades que llegó a imaginar.
—Apóstoles...
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