Capítulo 55- Todos somos Jano
Capítulo 55
Todos somos Jano*
"Una sola persona falsa hace más daño que
miles de enemigos"
¡HOLA HOLAAAA MIS CHICAS! ACTUALIZACIÓN PARTE DEL GRAN FINAL
GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN ESTE CAMINO.
DEDICADO A LA BELLA DESIREE DSSIREEBOLIVARQUE ME ENCONTRÓ EN FACEBOOK Y ME COMENTO ALGO QUE ME EMOCIONÓ MUCHÍSIMO. A TI, GRACIAS PORQUE NO SABES LO QUE ANIMA 1 SOLO COMENTARIO AL AUTOR.
POR EL GRUPO DE WHATSAPP LES HE EVIADO EL PREFACIO DE CENIZAS QUEDAN, ENVIARÉ EL CAPÍTULO 1 EN EXCLUSIVA E IRÉ INFORMANDO. QUIEN LO DESEE PUEDE UNIRSE, ENVÍENME UN MENSAJE CON SU NÚMERO E INDICATIVO DE PAÍS. IGUAL DEJARÉ EL LINK EN HISTORIAS DE MI INSTA ALECAMPO06
TAMBIÉN HAY ADELANTOS DEL SIGUIENTE LIBRO MILITAR DE KATALEYA SOKOLOV (ESTÁN BUENOS)
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Desierto del Mojave
Nevada, Estados Unidos.
Base del Consorcio Praetor.
—¡¿Cómo que no está muerta?! —grita Alana Richardson perdiendo los estribos. Su celular sonó en medio de la noche, después de dormirse con una sonrisa en la boca al saberse dueña de la vida de quien en algún momento consideró su hermana menor, pero la mujer resistió la trampa, evadió el camino de la muerte una vez más, solo que ahora ella estaba en peligro de ser víctima de la Vípera Carmesí, una vez se enterara, aunque las siguientes palabras le dejan helada: Isabella sabe quién la delató, le fue dicho por la certeza de que moriría y en el último minuto asesinaron a Sergey, sin que pudiera completar su tarea.
Siente el terror corriendo por sus venas, conoce la naturaleza bestial de Isabella, la forma en que se defendía del maltrato, la forma en que mata tanto sigilosa, como épicamente ha sobrevivido y va por el mundo siendo venerada por casi todos. De pequeña la rechazó por la idea de que le quitaba el amor de sus padres, luego aceptó la presencia de la pequeña niña rubia que había visto la muerte de sus padre, como una hermana, pero en los últimos meses de nuevo se ha construido en ella el deseo ecérrimo de joderle la vida, aunque no sabe porqué.
¿Por la envidia de verla ascender mientras ella se queda en Teniente?
¿Por el amor desbordado de Marina y Lucio por ella?
¿Por ser la obsesión del único hombre que jamás pudo tener?...
Las preguntas se reproducen constantemente en su mente, sobre todo la última, pues siempre fue dada con Isaac Falcon, pensó en su momento en que él querría cumplir una fantasía con una mujer mayor, pero toda la vida ha estado ensimismadO en Isabella Fox, una obsesión insana, ciega que no ve por más que tenga la capacidad de hacerlo. Un temblor nervioso invade su cuerpo, por ello se levanta a caminar de un lado al otro por su habitación de la base para distender aquella sensación consumiéndola... «si Isabella no acaba conmigo lo hará Isaac»
Contaba con la muerte de ella, contaba con que simplemente de desharía de la mujer que le había humillado al amenazarla, pero no, en su mente Isabella toma la resistencia de una cucaracha, parece huir de la muerte siempre que esta le persigue. Encamina sus pasos para ir al baño por su ración de marihuana escondida en un doble fondo, ha acudido a esta más veces en las últimas semanas de lo que hizo en todo un año, la situación de su hermano, ver cómo el matrimonio que lo sostenía se venía a pique, ver cómo su mujer se enrollaba con otro, su mayor enemigo, sentir el rechazo de su propio prometido por una inclinación hacia Isabella se nuevo, Luka se fijó en ella para llegar a su hermana adoptiva, lo sabe desde el inicio, pero el amor que siente por él le impide romper con la relación.
Hace más llamadas en la madrugada tratando de esclarecer lo sucedido, quiere saber cómo sobrevivió, pero una parte de ella le dice que no lo hizo sola, no había manera de hacerlo por sus propios medios, todo lo había planeado paso a paso, Simón Acero, el pañuelo con cloroformo, los matones al otro lado de la calle y la camioneta negra en caso de que ella tratara de huir, pero nada dio resultado, se escabulló como la serpiente que es.
—¿Qué voy a hacer? —se pregunta en la oscuridad encendiendo el tubillo hecho manualmente. Luka la había iniciado en las drogas, luego de eso, no pudo superarlo—. ¿A quién llamo? Karenina no es opción... ¿A Volkov? Sí, al General.
Marca el número con ansia, esperando el primer regaño al ser las tres de la madrugada.
—¡¿Qué jodida cosa hace llamando a esta puta hora?! —grita al abrir la llamada. Se sienta en el lavabo con un tic nervioso en la pierna, mientras lo único que se ve con claridad es la punta del piti encendida.
—Está viva, Isabella salió caminando de la bodega —murmura con temblor en la boca, en medio de un claro tartamudeo, sus dientes castañean como si estuviera sometida a bajar temperaturas como en los entrenamientos Praetor.
—¡¿Qué carajos?! ¡¿cómo pasó?! ¡debía estar muerta a estas alturas!
—No lo sé, Karenina no dijo nada más que "Está viva y salió ilesa" ¿Qué haremos, General?
—¿Haremos? Nada de haremos, resuelva como pueda Richardson, sabía el riesgo y lo tomó, ahora está sola —espeta Volkov zafándose de la responsabilidad de cuidar de ella.
—Ese no era el trato, General...
—Me paso por el arco del triunfo el trato, todo salió mal y vendrá lo peor, pero conmigo no cuente —grita al cortar la llamada. Alana queda pasmada, esperaba tener un lugar seguro con el hombre con quien había hecho pactos para matar a Isabella, pero como muchos decían de él, tiene dos caras. La incertidumbre cree en su pecho y solo puede pensar en llamar a su mellizo. Marca el número esperando encontrar apoyo en Fabián, pero este, últimamente reacio a su odio por Isabella, contesta escueto por la hora.
—¿Qué pasa, Alana? Apenas pude dormirme y vienes a despertarme —espeta con rudeza, la abstinencia de su tratamiento en contra de la adicción lo tiene en vela, con temblores, vómitos y fiebre, así que son pocas las ocasiones en que puede dormir profundamente o si quiera conciliar el sueño, aun así, el impuso de encontrar una voz hermana le ganó.
—Hermano... estoy en problemas... —susurra con la voz estrangulada, no se reconoce, en sus treinta y cinco años nada la había aterrado tanto como la idea de la Vípera contra ella, ni los narcotraficantes, asesinos o terroristas la habían hecho replantearse que no era tan valiente como pensaba.
—¿Qué hiciste ahora? Con que no sea algo con Isabella...
—¿Por qué te sigue importando tanto? Te engañó una noche antes de casarse contigo, se pavonea con su amante todos los días y también te golpeaba...
—Como yo a ella, Alana, que no se te olvide que le rompí las costillas, la nariz y muchas cosas más. Ella solo reaccionó —admite él—. Yo quebré nuestro matrimonio, de no haber sido así, Isabella seguiría siendo mi esposa, así que te agradecería que dejes de soltar tu veneno y solo me digas qué putas hiciste que vale llamarme a despertarme.
—La vendí... vendí a Isabella a los Petrova y... y no pudieron matarla.
—¡¿Qué hiciste qué, Alana?! ¡¿qué mierda pensabas?! ¡Más te vale que Isa esté bien o yo mismo te refundo presa! —grita Fabián estupefacto, el poco sueño restante se ha ido de golpe con la noticia.
—¡¿La vas a defender a ella?! —exclama la mujer, totalmente incrédula de la posición tomada por su hermano.
—Pues sí y te advierto, estás sola en esto —Fabián le corta la llamada, aumentando su ansiedad.
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ISAAC
Lavo lo que queda de la sangre en mi cuerpo con calma bajo el chorro de agua caliente, con una extraña sensación de paz, pero sobre todo victoria. Sé a la perfección la amenaza que representa una Karenina herida, pero yo también soy un peligro y defenderé a mi mujer hasta la propia muerte. Comienzo a tramar mi propia revancha contra Alana, ella será la primera, la advertencia, luego Volkov y Theodore, porque sé que el General no actuó solo con ayuda de esa mujer. La ira, la impotencia y el dolor de ver a mi Isa herida, tratada como basura, solo bullen dentro de mí clamando por cobrar la ofensa, quiero verlos arrodillados, suplicando por piedad.
Al darme cuenta, han pasado cuarenta y cinco minutos, el amanecer no debe tardar mucho, así que salgo para alistarme e ir de vuelta al hospital, aunque he tratado de no hacer ruido para evitar las preguntas de mamá y Pelusa, pero al salir ya vestido de civil me encuentro con la primera, tiene la preocupación marcada en el rostro, como toda madre, sabe que hay algo mal y a ella no puedo mentirle, además, necesito un apoyo para todo esto.
Le cuento todo, menos de mi juego de carnicero, ni de mis intenciones contra Alana y aquello la horroriza, apenas se puede creer lo ocurrido, ofreciéndose a acompañarme a ver a Isabella, además de hacer algo difícil para mí: informarle a Lucio y Marina de todo, para ninguno de los soy santo de su devoción y algo así es mejor comunicarlo de la boca de quien sí lo sea. Debo esperarla mientras se prepara, aunque no tarda mucho, por ello hemos salido rápido apresurados.
Quince minutos después ya estamos en los pasillos helados del hospital, caminando a paso rápido para encontrar la habitación de Isabella custodiada por policías, en quienes confié más que en agentes Praetor ante la posibilidad de ser leales a Volkov. Al ser yo la persona que llamó e informó el "Atentado" contra Isabella para cubrir la verdad, no se sabe dónde puede haber una fuga. Entramos y a pesar de que ya la había visto, volver a hacerlo notando con mayor claridad todas sus heridas es más impactante... Tiene una gran brecha sobre la ceja ya atendida con curas mariposa, el lado derecho de su rostro está amoratado, su labio reventado y según el médico, la bala de la pierna lesionó bastante el músculo, la adrenalina del momento no permitió que sintiera el dolor real, pero al despertar sí lo hará, pues permanece sedada. Además de todo tiene pequeñas heridas por tanto en la cara como en toda la piel expuesta a lo que parece vidrios rotos; sin embargo, hasta despertar no podrá decirme.
—Por el amor de Dios, la dejaron muy mal —exclama mamá horrorizada con una mano sobre la boca, «Y eso que no has visto los disparos y su pierna»
—Pero ya está con nosotros y viva como la guerrera que es —susurro con mis manos en sus hombros. Ambos nos quedamos en el sillón de visitantes hablando de cómo apoyaremos a Isabella, hasta la llegada del médico a eso de las ocho de la mañana. Ella sigue sedada, pero le quitarán los medicamentos para que pueda decir con precisión lo ocurrido a la policía, quienes ya involucrados, abrirán investigación por su parte, más allá de las Praetor y por mí genial, no podrán echarme la culpa de "traicionar a la institución" si no soy yo quien lleva el caso.
Mamá se sienta junto a ella y le habla, le cuenta sobre el bebé quien la extrañó toda la noche, además de acomodar su cabello a un lado con una trenza floja. Isabella es como una hija para mamá, aunque sé perfectamente tu reticencia inicial, al ser adolescentes, a nuestra relación, ella compartía el pensamiento de los Richardson sobre que nosotros no deberíamos estar junto a raíz de nuestras personalidades violentas, Lucio y Marina no me querían por ser "chico problema" y mamá a Isa porque sabía de su estado mental, aun así, terminó aceptando el amor entre nosotros, siendo un apoyo más.
Las horas corren e Isabella finalmente despierta, un poco aturdida, pero poco a poco va recuperando la claridad, en el momento en que regresan dos detectives enviados de la comisaría a hacer el reporte del testimonio de ella, me pareció poco tiempo, no pudimos ponernos de acuerdo, nos piden salir, pero Isabella se niega, quiere dar la declaración con nosotros allí. Se mantiene firme en medio de esta retahíla de preguntas, no cede ante la presión de los oficiales, porque parecen sospechar más allá, por ello le piden identificación militar, rango, escuadrón y organización. Se sorprenden al saber que es Brigadier, pero aun así no dejan de tensar el hilo.
Isabella solo les cuenta de su misión y su sospecha de que alguien dio aviso a los Petrova, pues estaban listos para matarla; sin embargo, no menciona nombres; por ahora es mejor así. Volkov es un zorro viejo, astuto y juega sucio como nadie, así que es mejor trazar un límite con la policía. Finalmente, se marchan luego de una hora.
—Ay mi niña, es un milagro que sigas con vida —dice mamá acariciando la cabeza de Isabella con son maternal.
—Si el milagro se llama Isaac Falcon, pues sí, fue un milagro —replico torciendo la boca, mientras sigo pasando las páginas de la revista de autos en mis manos, cuando una bolita de papel arrugado me da en la frente, subo la mirada y me doy cuenta de la clara culpabilidad de la cerecita—. ¿Qué? Es cierto, si yo no voy por ti, diosito sangrado no hubiera bajado de los cielos ni a bala. Fin.
—Animal del monte.
—Potra salvaje.
Me suena el móvil con una llamada de Volkov donde a gritos me exige estar en la base a darle una explicación, todo se ha dado a conocer, está en su modo normal: histérico por los cuatro costados. La explicación de porqué sacamos armas sin registrar, porqué tomamos un transporte bajo las mismas artimañas y fuimos a rescatar a una agente a escondidas.
Le daré sus explicaciones, ha convocado una junta extraordinaria de Generales C.M.O.E. a la espera de mi llegada, así como la de Renata y León, pues Mike y Colson no pueden por obvias razones, así que en medio de sus altos mandos, diré mis sospechas, mejor dicho, todo lo que me llevó a hacer las cosas así, la sala bajo llave, así como la ausencia de refuerzos por su negativa, todo en frente de los Generales, así no solo yo daré las explicaciones, sino él también.
Me despido de Isabella con un beso en la comisura de su boca y de mamá con uno en la frente, encaminándome a la base en un día húmedo y soleado que me hace sudar, aunque debo admitir los nervios en mi cabeza, eso también me hace sudar más. No le temo a Volkov, sino a que mi obra de arte estilo Picasso original, termine salpicando a Fox. Al llegar a la base, voy directo al edificio A donde se lleva a cabo la junta, a donde llego pronto por usar uno de los trasportes internos, por ello estoy llegando a las puertas cuando Lucio me aborda, pregunta si hay algo que él deba saber y que no pueda decir en frente de otros, pero cuando voy a responder, Volkov abre la puerta en medio de un grito histérico.
—¡Entre ya, psicópata desquiciado!
—General Volkov, respeto por favor, estamos en junta. Aquí no vendrá a gritar como le venga en gana —espeta uno de los tres más importantes, Miller, Larsson y Montgomery el padre de Renata como dando inicio a la reunión en donde no tardan en darme la palabra, Volkov trata de desviarme al notar mi clara intención de echarle de cabeza, pero cuento todo, su negativa a darle agentes de apoyo, el comunicador apagado, la sala de control bajo llave, aunque omito lo de Alana porque lo planeado para ella no puede ser relacionado conmigo de ninguna manera y Lucio deduciría quién fue. Lo miro finalmente, el amor paternal que siente por Isabella se le nota en los ojos encharcados en lágrimas no derramadas al hablar de ella y su situación, Fox no pudo quedar en mejores manos. Él y Marina fueron su salvación, siento que por ellos no se ha hundido del todo, por recordarle lo bello de una humanidad inmutable dentro de su corazón.
Hay un silencio casi sepulcral, nadie se atreve a decir nada, pero Volkov me tiene en la mira, aunque no sé qué esperaba ¿encubrimiento? ¿ayuda para no ser descubierto? Pues ninguna de las dos se le dio conmigo. Finalmente, Miller rompe el silencio en total incredulidad, reclamándole al culpable de todo. Le dice hasta de lo que se morirá, irresponsable, posible sospechoso, negligente y muchas cosas más, causando una sonrisa en mi rostro, pero lo que le arrebata la seguridad a Volkov es la mención del General Absoluto, pues le manifiestan la orden irrevocable de informarle a Sigmund Lezgado sobre el incidente.
Por fortuna no me preguntan sobre el desmembramiento, no se han enterado o no lo relacionan conmigo, en cualquier caso me conviene, pero viendo la reacción del General verme y como me llamó, al menos él sí debe sospechar.
El General enloquece, la desesperación se le nota, solo divirtiéndome más; por cabrón caerá en investigaciones. Cuando me preguntan si escuché algo al rescatar a Isabella más allá de la obvia implicación de los Petrova; sin embargo, ahora sí decido callar, nada puede arruinar mis planes con la traicionera de Alana. Al final, luego de dos extensas horas, donde se deliberó sin llegar a una decisión clara, me dejan ir, pero Lucio me pide acompañarlo a su propia oficina al otro lado del pasillo principal.
—Isaac, te pregunto de nuevo, ¿hay algo que no me puedas decir delante del consejo? —inquiere invitándome a sentarme frente junto a él en las sillas dispuestas en el escritorio.
—Solo algo, lo omití para evitar problemas, pero cuando estaban a punto de asesinar a Isabella, Petrova tenía el cañón de la pistola contra su frente —inicio descomponiendo su semblante al darle detalles, pero es a propósito, necesito encender la llamarada de la ira en él—. Le dijo claramente que alguien en los Praetor la había vendido por dinero, por eso la estaban esperando con un arsenal.
Al final sale furibundo al mismo tiempo, dispuesto a aplastar a Volkov contra el suelo y usar sus sesos como pintura.
Irrumpe con violencia cuando llegamos a la oficina del General y empuja la puerta con una patada hasta dejarla abierta de par en par, dejando ver a Volkov impresionado por la situación, aunque la ira toma lugar rápido.
—¡¿Qué mierda te crees, Richardson?!
—¡El padre de la mujer que mandaste al matadero, hijo de tu maldita madre! —grita Lucio furioso, hasta debo detenerlo para evitar que se meta en problemas, Erick Volkov no lo vale—. ¡Te ordené que le dieras apoyo, pero no! Y por si fuera poco, no dejaste que nadie monitoreara la misión, ¿qué pretendías?
—Lo de la sala no... no fue culpa mía. Además, tengo al consejo en mi nuca, no jodas tanto.
Lucio responde más bajo, a un tono que roza lo macabro, pero no se escucha fuera del habitáculo.
—La odiaste desde que Vladimir la aceptó como su hija, detestaste a Isabella y ahora intentaste matarla a través de criminales. Te voy a joder, Volkov, lo juro por mi vida. Tu hermano era más hombre que tú y como desearía que te hubieran asesinado a ti, malparido.
—¿Por qué no le preguntas a tu hija Alana de donde salió la idea? Yo estaba muy tranquilo en mi jodida oficina y ella llegó con un plan trazado, solo permití que se llevara a cabo, no envié apoyo ni control, eso fue lo que hice, pero la mente maestra es sangre de su sangre.
—¡Maldito mentiroso de mierda! ¡¿ahora usarás a mi hija de escudo?! —otro grito de Lucio nos deja aturdidos, pero Volkov no responde con palabras, sino con una grabación de voz donde se oye a Alana compartirle el plan al General de forma descarada, como si estuvieses hablando de un animal o mucho menos que eso, por lo menos por uno de ellos se siente compasión y Richardson no muestra este sentimiento, al contrario, está cargado de odio, rencor y envidia—. Eso no puede ser posible... Alana no sería capaz...
—¿Estás pendejo, Richardson? —espeta Volkov—. Ella vino a mí, y yo no hice más que facilitarle las cosas. El plan macabro se coció en la cabeza de tu hija... o pregúntale a Falcon, parece saberlo; no luce muy sorprendido.
Lucio se pone pálido, como papel de caña de azúcar, creo que no se esperaba tal golpe, menos de ella. Me mira atónito como si buscara mi confirmación, pero solo asiento con la cabeza, aunque donde pienso que se quebrará arremete de nuevo.
—Como haya sido eres cómplice y no se quedará así, malnacido hijo de perra —afirma señalándolo con el índice acusador—. Vamos, Isaac, te doy una licencia de tres días para cuidar de Isabella.
—¡Él es mi agente y tú...!
—Y yo soy tu jefe en cuestión de jerarquías, así que te jodes —termina Lucio con una estocada final. Sale como bala en dirección al ascensor del edificio, pero no creo que busque solo salir de allí, sino buscar a Alana.
Voy tras él pues el brillo desquiciado de sus ojos augura una posible tragedia, pero ella no me preocupa, sino Lucio, si le pasa algo, Isabella se muere. Va a paso decidido a través de la base, conmigo siguiendo sus pasos hasta alcanzar el coliseo 1 donde Richardson x1 entrena. Lucio se vuelve loco y la saca de las filas donde estaba, por un jalón en el brazo arrastrándola hasta la salida bajo la mirada atónita de todos. Una vez está fuera, a mitad de dos edificios donde no muchos pueden escuchar, la retahíla de reclamos no se hace esperar a lo que esa cobarde no sabe cómo justificarse, trata de fingir no saber nada, pero Lucio contraataca contándole que Volkov la grabó. Alana parece un camaleón, cambia de colores según la van descubriendo, pasó de un rojizo, a un blanco y ahora se pone verde como si fuera a vomitar.
Suplica por perdón, lo toma de las manos y se arrodilla ante su padre, rogándole por su comprensión, trata de hacerse la oveja mansa con argumentos como "La ira me cegó", "Isabella me humilló y puso una daga en mi cuello", "Isabella lo tenía todo y yo no tenía nada", pero cada palabra parece enfurecer más y más a Lucio, pues al igual que yo, no encuentra justificación en ninguna de sus vagas excusas vacías. Soy el único testigo de cuando le dice de forma cortante como el filo de las dagas de Isabella:
"A partir de hoy, olvídate que tienes padre"
Arranca sus manos del agarre y da media vuelta furibundo, pero esta vez no le sigo, solo me divierto ver como Alana llora desconsoladamente. Me voy poco después tramando algo para la noche, porque lo dicho por Lucio no alcanza para hacerla pagar, por ende, maquino el plan más macabro que mi mente haya trazado, porque esta vez aseguraré su sufrimiento.
Cuando pasan dos horas y conectado a un VPN marcado como servidor de Bielorrusia, le envío un mensaje amenazante...
"Sé lo que hiciste, si no quieres que todo el mundo se entere, tu prometido, los medios, los altos mandos, irás a las coordenadas adjuntas a este mensaje con 50 mil dólares en efectivo"
Sí, algo básico, predecible, pero funciona. He analizado a Richardson, es igual a un pitillo: plástica por fuera y vacía por dentro, su mente funciona de formas poco complejas, parece que esa mujer solo existe y ya, por ende, hacerle creer que será descubierta por "Todos" es una manera efectiva de atraerla a una trampa, ella vive de las apariencias y son estas las que le guiarán a la perdición.
Retomo mis tareas y debo seguir con el entrenamiento vigilado de Valkyria, así que la convoco y empezamos con calentamiento, pero para cuando llevamos dos horas entrenando la puntería con armas y lanzamiento de cuchillos, la sala está solitaria por ser casi el medio día donde todos buscan el comedor, pero Valkyria me manosea, aunque yo me quite todas las veces reprendiéndola.
—Sigue coqueteando y mi mujer te usará de blanco con un fusil de francotirador, Valkyria, a ella no le tiembla la mano —espeto con rudeza y la tomo del brazo. No quiero que se ponga a llorar, demasiado problemático, pero ya la he jodido lo suficiente con la zumbambica para seguir haciendo el problema más grave.
—Vaya que te ha domesticado como lobo criado por humanos —replica con fastidio—. Porque buena fama de gigoló mujeriego sí tenías, ¿ahora eres fiel? ¿qué tiene Isabella Fox que no tiene otra mujer como yo?
—Es todo lo que tú no eres y el problema de todas las demás es que jamás serán Sofía Isabella Fox Santo Domingo, nunca tendrán nuestra historia. Ahora, ¿vamos a seguir entrenando o ya estás cansada? Recuerda que la doctora dijo que no debes hacer grandes esfuerzos—digo para desviar el tema.
—¿Cómo puedes ser tan animal y tan acomedido a la vez? —replica sacándome una sonrisa al recordar que las mismas palabras dice la cerecita—. Me acabas de rebajar y preocuparte por mí en la misma oración.
—Llevas a mi hijo en el vientre, a menos que la prueba diga lo contrario, debo cuidarte. Ya perdí un bebé, me niego a perder otro —respondo, mientras me quito los guantes de entrenamiento, decidido a que ha hecho demasiado el día de hoy. El Isaac antes de Isabella no hubiera asumido tan bien un hijo, pero ella siempre llega a trastocarme.
Responde con una pequeña sonrisa, la verdad es que no la odio ni nada, he aprendido a tomarle cariño, pero jamás como a mi diosa pelirroja subida de los infiernos para hacerte pecar. La llevo a su habitación y me voy a la oficina para terminar todo y poder preparar mi jugada maestra...
———————00———————
Ha caído la noche, la luna acompaña el paisaje oscuro destellante en la mitad del cielo como un hermoso medallón de plata, mientras yo giro entre mis dedos una cuchilla lista para cortar todo en su camino. Mi espalda está pegada al risco en medio de la sombra proyectada, atento a la llegada de Alana, ansioso de verle l cara, mientras le arrebato algo muy valioso para ella. Pronto advierto una presencia seguida de un ¿Hola? Y Salgo de las sombras con la pistola entre las manos dispuesto a descargarle el cartucho entero, pero debo reprimirme, mi plan le dolerá más.
—Isaac... ¿qué haces tú aquí?
—Esto es por Isabella, hija de perra —sin mediar más palabras disparo dándole de lleno en la rótula derecha tres veces y no toma tanto para ponerle otras tres en la izquierda, en cuestión de segundos, le he destazado ambas articulaciones. El grito que sale de su garganta es como música para mis oídos, cae sobre el suelo con un golpe, pronto acuna una de sus rodillas entre las manos comenzando a llorar aterrada.
—¡¿Ella te mandó?! ¡¿Por qué haces esto?! —grita para hacerlo de nuevo en busca de ayuda, pero estamos en la mitad de la nada, el único testigo es el cielo, el desierto y mi oscuridad clamando por venganza.
—Casi matan a la madre de mi hijo por tu maldita envidia, ella no sabe que estoy aquí —doy otro disparo impactando su muñeca izquierda, destrozando también esa parte... debe pensar que la voy a matar, cuando mi plan es muy diferente: un muerto no sufre y ella debe sufrir mucho, el resto de su vida y si logra superarlo, no lo olvidará jamás—. Que la envidies, compitas con ella, la odies por ser mejor que tú está bien, pero confabular como una rata de alcantarilla, escondida tras criminales fue caer muy bajo y por eso cada movimiento que hagas de ahora en adelante, cada vez que intentes mover las muñecas o las rodillas sabrás que te pasó por hija de puta, malnacida maldita.
Vuelvo a emprender dándole dos balazos en la muñeca derecha
—Te refundirás en...
—Si abres la bocota, seré yo quien te refunda en prisión, eres cómplice de un intento de homicidio, la autora intelectual, vendiste a un agente, tramaste contra ella y te regodeaste porque yo te escuché en la oficina de Isabella... tengo el mejor abogado del país, puedo argumentar ira e intenso dolor, demencia temporal por impacto emocional y un sinfín de estrategias más que a ti no te servirían, así que tú decides. Lo ocurrido con tu padre será el menor de tus problemas.
No habla, pero en sus ojos se ve el horror y poco a poco cae en cuenta de la veracidad de mis palabras, está acabada, acorralada como ratón en esquina, lo sabe a la perfección.
—Llama al 911 por lo menos, no quiero morir aquí —dice derrotada, en medio de un llanto desmedido, está deshecha; no obstante, no me genera lástima.
Dejo hecha la llamada de emergencia y me largo, no sin antes recordarle nuestro trato, ¿me arriesgo? Completamente, pero tengo cómo hundirla en la mierda y ella lo sabe. Guardo el arma en la pretina de mi pantalón y tomo mi moto para con un solo acelerón, perderme de su vista. Atravieso las carreteras a toda velocidad para poder llegar pronto a ver a Isabella mientras me deleito en la sensación placentera que me provoca haberle hecho un daño de tal magnitud a Richardson x1. El reloj en mi muñeca marca la una de la madrugada cuando finalmente entro en la habitación de casa, pero no me espero que Isabella me espere despierta y enojada.
—¿Dónde estabas? —se sentó con la espalda apoyada en el cabezal de la cama, con sus brazos cruzados.
—Deberías estar durmiendo, las pastillas debieron desconectarte el cable —digo sin saber qué excusa le daré.
—Las escupí porque sabía que algo tramabas —espeta con una ceja arqueada—. Estabas con Valkyria, ¿No?
—No, estaba saldando una cuenta pendiente —sigo el camino al baño y siendo la potra salvaje briosa que es, se pone en pie a pesar del dolor para enfrentarme—. Si no te metes en la cama te llevo como bulto de papas... No estaba con Valkyria, pero tampoco te gustará, así que mejor duérmete.
Claramente, no lo hace tomando mi camisa ligeramente manchada de sangre salpicada.
—¿A quién mataste? —murmura pasmada, tratando de analizar qué pasa—. Dime la verdad.
—A nadie hasta ahora, pero sí la hice sufrir... Alana pagó con sangre y huesos haberte traicionado, pero por favor no salgas a defenderla con tu corazón de pollo bondadoso —replico con mordacidad conociendo a la perfección su capacidad para ver el lado bueno. Me desvisto hasta quedar en ropa interior, pretendo bañarme para quitarme de encima cualquier rastro de la miserable esa sobre mi cuerpo.
—Esta vez no, Isaac, no me pesa la sangre de Alana para nada —murmura ya notoriamente más calmada—. Me preocupa que te metas en problemas, no quiero que vayas preso por mi culpa.
—No pasará, le dejé claro todo lo que puede perder ella si habla, yo me las tiro de loco y consigo alguien que me haga pasar por demente temporal —me encojo de hombros—. No me meteré en problemas.
—Suena raro, pero gracias por defender así mi vida e ir por mí.
—Ya te dije, te buscaría hasta el fin del mundo y los confines del infierno —digo para darle un beso extenso que vuelve pasional pronto con la exigencia de sus labios ansiosos.
—Yo hasta el cielo y las galaxias circundantes —contesta prendiéndose de mi cabello con mucha fuerza, así que tomo sus muslos y la siento en el lavabo acariciándola desmedidamente, lleva su pijama de pantalón corto dejándome ver sus hermosas piernas gruesas, pero pronto recuerdo sus heridas y me detengo—. ¿Qué pasa? ¿por qué paras?
—Sigues incapacitada.
—La pierna, no yo y en este momento me has excitado tanto al decirme que jodiste a Alana por mí, que debes responder por tus actos, animal —me hace sonreír con sus palabras, sobre todo al ver sus pezones resaltando sobre la tela del pijama—. Ten cuidado y ya, ¿o es que no te gusto estando remendada?
—Me gustas hasta con una bolsa de basura en la cabeza —uno mi boca con la suya de nuevo y retiro su blusita para besar sus pechos, esos picos duros son mi perdición. La despojo entonces de su short y ropa interior, para que ella me baje los boxer, así no demoro en penetrarla hasta el límite, sus piernas aprietan mis costados y echa su cabeza hacia atrás cuando empiezo a embestir desenfrenadamente, en medio de esa sensación de éxtasis que ni siquiera la droga más potente podría darme.
Mi piel se eriza, mi amor se dispara y mi mente solo va al deseo, mierda, la deseo tanto todo el tiempo que es insoportable. Su piel está ligeramente sudorosa igual a la mía, pero ambos estamos embebidos en lujuria extrema incontrolable, los gemidos y grititos que salen de su boca lo confirman, muerde su labio inferior dando otro latigazo de placer porque solo lo hace al disfrutar de algo.
Ni cocaína, ni heroína ni fentanilo, nada iguala el placer que siento al estar dentro de mi mujer. Salgo casi al completo para volver a entrar marcando un ritmo demencial, mientras lleno de besos su cuello, al sentir sus uñas enterradas en mi trasero en un acto carnal que solo arranca gruñidos guturales de mi garganta, ni siquiera nos importa si mamá o Stacey nos escuchan.
La bajo del lavabo poniéndola de espalda a mí, para entrar de un solo empujó, ganándome un grito puro de placer explosivo, empiezo de nuevo el ritmo más rápido lo que causa que sus pechos se muevan con cada estocada y es tanta tentación que los tomo entre mis manos hasta sentirla a punto del orgasmo que le llega con un gemido profundo, aquello detona el mío propio, me corro con frenesí dentro de ella.
Nos quedamos unidos por algunos momentos y cuando salgo la giro y beso de nuevo con un apretón en su trasero.
Ella lo es todo, somos todo, el fuego infernal, el ave fénix resurgiendo, tenemos las armas para incendiar el mundo hasta dejar solo vestigios de él, el alma con una oscuridad latente que nos permite hacer atrocidades sin remordimiento y un sentimiento puro de toda la vida arraigado en nuestros corazones, como el mejor artefacto explosivo que una vez detone, todo serán ruinas si nos da la gana.
Nuestro amor hará en el mundo un desastre sumido en fuego, arderá como anuncia el apocalipsis, para quedar en cenizas, se pulverizará porque somos bestias.
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(1)* Jano es el dios griego conocido por sus dos caras, una mirado al lado contrario de la otra. En este contexto, sería la forma en que todos ocultan algo.
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