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Capítulo 5 (2)- Abdul Sayyid voy a por ti


PARTE II

ISABELLA


Llevamos cuarenta minutos en el lugar, cuando luego de caminar por ahí, Colson susurra sentado junto a mí sin mirarme, que hay cuatro hombres de Sayyid en todo el lugar. Estamos completamente solos en la punta con tan solo un banquillo de distancia.

Respondo en bajo sin mirarle tampoco, pues nadie nos escucha porque en realidad el mesero rubio no es solo eso. El Barman está al otro lado de la larga barra de madera corroída por las termitas, y es otro hombre de Sayyid de seguro, además esconde una escopeta calibre doce tras la madera. La veo por el espejo decorativo enfrente.

Paso disimuladamente la vista por todo el establecimiento al tratar de encontrar más cámaras de seguridad de las ya ubicadas, pero están realmente bien escondidas, apenas titilan en rojo, pero se confunden con la luz baja y algunas decorativas.

¿Reconoces a alguien? —escucho la voz de Falcon a través del diminuto aparato de escucha en mi oído, este apenas se puede confundir con un lunar mediano y está oculto tras el trago de mi oreja.

—Negativo, ningún objetivo está —finjo bostezar para cubrir mi boca, susurrando. Me pongo de pie para ir al baño, necesito arrojar agua en mi rostro; lo siento acalorado por el alcohol pues no tengo mucha resistencia a este.

Evito beber a toda costa, más aún luego de saber la desgracia que fue eso en mi matrimonio.

Ya siento la incomodidad en los pies por las bailarinas, pues no estoy acostumbrada a estar en zapatos totalmente planos, pero siento un cuerpo fornido pegado a mi espalda antes de poder cruzar el umbral de la puerta del baño. El corazón se me acelera ante la adrenalina bombeada por cada uno de mis latidos, sobre todo al notar unas manos tatuadas fuertes en mi cintura.

—No eres de por aquí ¿O sí? —murmura un hombre en Dari. Es Sayyid, conozco su voz a la perfección luego de escuchar horas y horas de interceptaciones—. Respóndeme.

«¿De dónde saliste, cabrón?»

—Lo siento, no entiendo —respondo, claramente finjo mientras miro sobre mi hombro, hasta que me da la vuelta con brío haciéndome ver sus ojos de un verde profundo como enredadera, enmarcados con pestañas rizadas. Su barba es tan negra como su pelo recogido en un moño engominado y está perfectamente bordeada

—Eres muy hermosa —dice con un acento peculiar que hace un poco difícil entenderle—. ¿Qué haces en este lugar? No es sitio para un ángel como tú.

—¿Un ángel? —replico con una ceja arqueada con deje de coquetería, desprende un olor mezcla de alcohol con tabaco como su aliento, y la delgada cadena plateada que le cuelga es visible por los tres botones de su camisa negra abiertos, dándome la ubicación de una parte de mi misión: obtener la tarjeta de memoria.

Supuestamente tiene todos los datos y detalles de su operación en esa tarjeta, por ello siempre carga encima, pero debo tenerla en mi poder.

—Uno pelirrojo que te lleva al pecado —susurra enfocándose en mis labios, mientras los acaricia con el pulgar—. Te observo desde tu llegada.

«Las cámaras, me vigilaba»

Agradezco con fingida inocencia, dándole una miradita de cachorro bajo la lluvia, pero en realidad soy un Cerbero (2)* con una porquería como esta, quien me manosea como si tuviese posesión de mi cuerpo, porque seguro piensa tenerme por solo fijarse en mí; sin embargo, soy solo mía. Enseguida pregunto cómo se llama y responde con un simple Abdul, halando de mi brazo hacia un exclusivo de cortina roja, custodiado por guardaespaldas armados con sub fusiles UZI, aunque no termino de entender cómo aparecieron si tuve vigilado el lugar en todo momento, al otro lado Colson me da una mirada preocupada, se la devuelvo de soslayo justo antes de que Sayyid cierre la cortina, estoy preparada aunque no me esperara tan pronto la aparición del patrón.

Pregunta mi nombre con sus ojos rebosantes de interés y le doy el de mis misiones, Elissa, mientras sirve un trago, pero me niego, Dios sabe qué mierda tendrá. De pronto dice "La ayuda de Dios", el significado de Elissa.

«La enviada del diablo, mejor dicho»

Directo, pregunta qué hace una mujer como yo en un lugar como ese, dice que las mujeres así no vienen, pero me salgo con el argumento "No sabía, parecía un bar restaurante". Empieza una caricia en mi mejilla con el dorso de su mano, ausente de posesión o mordacidad, por ello empiezo a sentirme más tranquila; no obstante, uno de sus hombres me mira fijamente con sospecha, su jefe de seguridad. De vuelta a Sayyid, este pregunta si vivo aquí y le explico que estoy de vacaciones en Kandahar por conocer Afganistán, por supuesto le parece extraño mi destino exótico con su acento más marcado.

Para zafarme le pido bailar, él acepta sin pensar, de forma tan normal que choca con mi concepción previa, es demasiado ¿dócil? siempre lo imaginé como una bestia desprovista de sentimientos quien hacía lo que le sonaban las pelotas con las mujeres, pero no olvido sus crímenes, trayéndolos a mi cabeza en modo de bucle. Muevo mi trasero sobre su ingle, él, incitado, se pega más al gruñir con animal y es descarado, no tiene marcadas las costumbres de Medio Oriente, pues sus padres lo criaron lejos de aquí, eso mismo le hace perder la vergüenza para meterme mano.

En un momento toma mi nuca, me empotra contra la pared sumida en las sombras y me da un beso deslizando su lengua en mi boca. "Peca un poco más"*(3) suena por los altavoces adecuándose al momento con sus notas de R&B, perfectas para la seducción.

Finjo un gemido cuando apoya su erección notoria en mi cuerpo.

Si no es chana es sebastiana... Espero y no cruces la línea otra vez, Fox, siempre encuentras una manera de hacerlo —espeta Isaac en mi oído, puede escuchar nuestro beso por el dispositivo en mi oreja pues es sensible y de largo alcance. También escucha cuando Sayyid me dice que soy la cosa más dulce conocida por él.

Besa mi cuello, pero me desconcentra un grupo de jovencitas al pasar inadvertidas de un pasillo a otro, el cual se pierde hacia adentro, a otro de luces están pagadas, apenas las veo a través del espacio donde la cortina no alcanza a cubrir. En sus rostros está impreso el temor y la zozobra pues, aun en la distancia, se ven claramente, así como la cadena de eslabones gruesos atándolas en fila.

«¿A dónde van?», pienso mientras sigo en mi interpretación con gemidos como si el placer recorriera mis venas y no el asco, pero el cabrón sabe lo que hace. Apoyo mis manos en su pelo llevándolo a mi boca.

¿Vas a hacer algo más que besarlo? —espeta Falcon en mi oído—. Digo, como tu puto trabajo.

Salga de ahí, Fox, ya ha llamado suficiente su atención —interviene el General Volkov—. Concrete otra cita.

Hago lo pedido, pero despierto la molestia de Sayyid, me dice que no puedo ir a calentarlo para marcharme; sin embargo, entre mi boca y mis palabras dominantes, logró hacerlo marcar una nueva cita, el martes a las dieciséis horas.

—Ven aquí sin falta, angelito, o saldré a la ciudad a buscarte hasta encontrarte —me empuja contra la barra junto a Colson quien nos mira impávido ante el espectáculo de Sayyid manoseándome y cuando este me besa, el Mayor se pone de pie incómodo marchándose para seguir el plan de evacuación; sin embargo, mis planes mentales de capturarlo en el encuentro se vienen abajo al mencionar a otro pez gordo al recibir una llamada. Se encontrarán luego de nuestra cita y es demasiado importante en La Triada.

Menciona, muy seguro de no ser entendido por mí, el envío hacia los Petrova, es uno de ellos quien está en territorio afgano, por ello debemos estructurar una forma en la cual Sayyid vaya para capturarlo, aunque de pronto no hablan de armas, sino de su palabra clave para mujeres "Barbies" dicen tener diez, necesita diez más para hacer un gran negocio con ellas. Cuando cuelga me planta un último beso, pero para seguir con mi juego le digo "No soy de las fáciles, Abdul, no me vas a tener si no me conquistas", eso parece excitarlo más, admitiendo su gusto por los retos, al menos de esa manera podré solventar la tensión sexual para la próxima cita.

Me suelto para despedirme giñándole un ojo, así salgo apresurada a la noche estrellada de Kandahar. Cierro mi gabardina y acomodo como puedo el hiyab para caminar hasta un lugar donde pueda conseguir un transporte. Son las nueve de la noche y Colson va una cuadra por delante de mí, da miradas constantemente a mi posición, pero pronto siento cómo alguien me sigue, es como una alerta encendiéndose en mi cabeza, pronto noto al mismo guardaespaldas de Sayyid del bar quien me vigilaba.

Es apenas obvia su desconfianza y todavía no estoy segura si sabe quién soy, pero agradezco salir ilesa del primer enfrentamiento. A simple vista, Sayyid no parece un mal tipo, su físico le resta años, pero es un maldito sádico que no solo mueve y vende armas de todo tipo, sino también lo hace con mujeres jóvenes, al parecer, estas solo buscan un empleo de intercambio, pero terminan metidas en el infierno al caer en la trampa macabra de la trata de blancas.

Es una bacteria infectando territorios cada vez más peligrosos, esto aumenta las cifras de mujeres desaparecidas, prostituidas y víctimas de trata, por culpa de ambiciosos indolentes como Abdul Sayyid.

Informo pronto a la sala de control de la presencia de alguien siguiéndome, en busca de órdenes, Volkov solo me pide neutralizarlo y llevarlo a la base en calidad de capturado. Trato de ir a paso normal, si nota mi prisa puede dispararme, pronto logro escabullirme en un callejón oscuro, disponiéndome tras el contenedor, con un tablón de madera, el mismo con que le doy un golpe en cuanto aparece, eso lo desestabiliza permitiéndome hacer una llave a su cuello.

—Te había visto, lo sabía —dice en Dari entrecortadamente con una tos—. Eres una agente Praetor...

—¿Cómo sabes quién soy? —espeto de vuelta, al acercar mi boca al oído del atacante.

—Yo fui quien te investigó cuando empezaste a seguir a la organización, pero no te pareces a las fotos ni un poco... No vas a joder al jefe —gruñe molesto e inmediatamente saca fuerza para empujarme contra la pared más cercana con su espalda y logra soltar mi gancho.

Ambos caemos al suelo, pero nos incorporamos rápidamente con él dándome una bofetada y pronto llega el sabor metálico de la sangre en a boca, le devuelvo el golpe asestándole un puño en la nariz y una patada en el abdomen. De pronto, él lanza sus manos para tomar mi cuello entre sus dedos asfixiándome, pero yo, sin pensarlo dos veces, saco una daga misericordia (4)*, delgada y peligrosamente afilada del bolsillo interno de la gabardina y se la clavo en el cuello, se detiene entonces y profiere un grito aturdidor. La sangre salpica, pero no retiro el objeto filoso pues detiene la hemorragia.

Finalmente cae de rodillas.

¡¿Qué hizo, Fox?! —espeta el General, se me ha olvidado su existencia—. ¡Debe traerlo sano y salvo!

—Salvo sí, sano no tanto —respondo—. Le acabo de clavar mi daga en el cuello.

¡Puta madre! ¡me la gané contigo! ¿no escuchaste al General? ¿no conoces otra manera de neutralizar a alguien más que sacándole sangre? —grita Falcon.

—¿Le dijiste a alguien más? —espeto hacia el sujeto frente a mí, al poner un pie en su pecho empujándolo hasta hacerle caer al suelo.

—¡Púdrete, desgraciada! —dice atorándose con la saliva.

—Quien se va a morir eres tú —le digo con el pie bien apoyado en su pecho que se mueve descontroladamente ante su respiración agitada—. Puedo salvarte la vida si estás dispuesto a hacer un trato conmigo.

—¡Cállate! —dice con dificultad, mientras sujeta la empuñadura de la daga. Su rostro se pone gradualmente pálido como hoja de papel.

—Yo no te recomiendo sacar esa cosa, impide que te desangres —me pongo en cuclillas acercándome a él quien me ve con sus ojos oscurecidos casi negros con la maldad pura en la superficie—. Puedo tener aquí al Comando Médico Praetor en menos de diez minutos, es de los mejores del mundo, pero debes abrir la boca.

—No... —escupe saliva y alcanza a darme en el mentón, eso me hace mandar la mano a la daga amenazándole conque la sacaré yo misma para ver cómo se queda sin sangre poco a poco, y estoy a punto de hacerlo, pero suelta un alarido donde me pide detenerme—. ¿Qué quieres? ¿qué quieres de mí? —dice ahogándose.

—Manda al Comando Médico, águila 1, ya mismo, dile que no vengan uniformados —digo a través del comunicador con el nombre clave, no es conveniente mencionar apellidos—Y tú, muchachote, ya te diré qué quiero de ti.

Es curiosa la manera como la muerte tergiversa la forma de ver el mundo, la posibilidad de morir puede hacerte cambiar cualquier convicción y, a mi parecer, estar al borde de perder a alguien a quien amas, es mucho más insoportable hasta hacerte rozar la locura inmediata.

Muerte, inasible muerte, dijo Shakespeare.

En los diez minutos pronosticados llega el C.M.I.Q. y, bajo la más posible discreción, lo evacuan en un transporte especializado, pero aprovecho el revuelo para escabullirme en caso haber más guardaespaldas de Sayyid por ahí. No me siento del todo segura de si es el único que me reconoció, eso me da vueltas en la cabeza mientras alcanzo una zona más transitada y pido me lleven al otro lado de la ciudad para llamar a evacuación de agentes y me lleven de vuelta.

En poco tiempo entro de nuevo a la base luego de hacer el registro pertinente, entonces tomo camino a mi habitación y tan solo segundos después pongo de vuelta el collar de mamá. Son las nueve de la noche, pero no me siento cansada, todo lo contrario, tengo energizantes en estado puro recorriendo mis venas, aceleran todo dentro de mí, me siento capaz de cualquier cosa en este momento.

Armo poco a poco la estrategia en mi cabeza, memoricé claramente el sitio, y así, con la revolución en mis pensamientos más fuerte que nunca, trazo todo tipo de posibles planes de acción en caso de emergencia.

Sujeto de nuevo mi dije de la flor justo al ver la aparición de una nueva visión de mi madre.

—Ten cuidado, mi niña, esto es peligroso, pero tú puedes hacerlo —dice con amor—. Te cuido siempre desde el cielo.

—Mamá...

—Te amo, mi pequeña Bella —susurra bajo, abre sus brazos y me pongo en pie para hacerlo, pero se desvanece haciéndome soltar lágrimas de nuevo, dándome otro motivo para pensar en mis padres y lo que Kadir Karaman, el padre de Kaan, buscaba con ellos.

Ese traficante estaba en pleno reino del terror cuando mis padres empezaron a darle pelea como lo hago yo ahora con su hijo. Carmen y Vladimir se infiltraron en su organización antes de que él los conociera como agentes Praetor, y fueron individuos poderosos en la red de la Triada, pero algo los hizo abortar la misión intempestivamente, no sé qué exactamente, pero salieron raudos casi en vuelo de allí y, según mis cálculos, por esa época mi madre quedó embarazada de mí; sin embargo, no tengo conocimiento de si fueron amenazados, a pesar de ello, nací en Colombia por razones desconocidas, aun al estar su casa siempre en Nevada.

Al preguntar a los Richardson se niegan a decirme mucho más allá de: "fue un atentado sin aviso" "Nadie sabía que los buscaban", pero sobre todo me dicen, "déjalo en el pasado" lo poco que sé me fue contado por un General retirado, él apreciaba mucho a mi madre; sin embargo, no me ha dicho todo.

«Capturar a Sayyid, llegar a Karaman, descubrir la verdad» me repito como un mantra sagrado invocando al dios de mis deseos más profundos. Todo con respecto a la muerte de mis padres se convierte en una encrucijada enigmática, pero si capturo a Sayyid, daré un paso hacia la verdad, a pesar del peligro. He centrado mi vida hacia ese cometido, pero sí tengo más sueños, una familia, por ejemplo, una grande con un hombre a quien ame mucho.

Vuelvo a la realidad al escuchar alguien tocar mi puerta buscándome, la chica se identifica como cadete y me recuerda que los Generales están esperándome, entonces sin cambiarme de ropa voy a rendir informes. Pronto llego a la sala de juntas donde están, me encuentro con Volkov, Pedraza, Meyer y Mazzeo, el Brigadier misterioso de ojos verdes, a quien ya me presentaron.

—Bienvenida de vuelta —dice el último—. Muy bien manejada la misión, Isabella.

—Gracias Tyson —respondo sonriéndole—. ¿Se sabe algo del capturado?

—Está en el quirófano, pero al parecer puede salvarse —contesta Pedraza viéndome como si yo fuera un pedazo de carne, siempre lo hace así, pervertidamente, acosándome en cada oportunidad. Aun llevo el vestido y aunque es muy elegante, se ajusta demasiado a mis curvas de reloj de arena.

—¡Ahí estás! —gruñe la voz de Falcon a mi espalda—. ¡¿En qué parte de la puta asignación estaba besarte con Sayyid?!

—Mis ordenes siempre fueron seducirlo, y eso hice. Ahora ha pescado el anzuelo ¿No era ese el objetivo? —respondo con firmeza dejándome caer con media sonrisa en una silla.

—Pues no me gusta tu manera de hacer las cosas —espeta señalándome—. Me vas a sacar malditas canas verdes, lo sé.

—Hice lo debido, ahora podemos armar una estrategia, ¿Escucharon la conversación de Sayyid?

—No, hubo interferencia —responde Falcon—. ¿Qué debíamos escuchar?

—Se encontrará con Sergey Petrova, hablaron de Barbies, diez para ser exactos —explico con calma, mientras siento a Falcon resoplar—. Si me permite opinar, General Volkov, deberíamos apuntar a capturarlos a ambos, no solo a Sayyid, más aún si hay niñas de por medio.

—La Brigadier Fox tiene razón —interviene Mazzeo—. Las niñas no pueden pasar a segundo plano.

—Luego de la próxima cita, podemos implantarle un chip rastreador para hacer un allanamiento posterior, pues ahí estará cumpliéndome.

—¿Por qué estás tan segura? —replica de nuevo Isaac—. ¿qué te da seguridad?

—Yo misma, ¿Crees que puede dejar plantada a una mujer así? —digo repasando el contorno de mi cuerpo con las manos y él involuntariamente se muerde los labios en un gesto sexual... por poco me saca del tema, en realidad—. ¿Tú me dejarías plantada?

No dice nada, mientras su mirada me devora ahí mismo, frente a Pedraza y Volkov, frente a Mazzeo y Meyer, haciéndonos conectar por unos momentos en una línea totalmente lujuriosa e incontenible y no puedo evitar compararlo, la mirada de Isaac me desea, pero dista mucho de la mirada de Pedraza.

—Yo no, está claro —dice Mazzeo ante el silencio incómodo haciéndome reír—. Dejarte plantada es ilegal.

—Como sea ¿Qué más vio allí, Fox? —pregunta Volkov.

—Había un grupo de niñas, eso refuerza mi teoría, no pasan de los dieciocho años creo, de hecho, mucho menos. Iban escabulléndose rápidamente de un camino a otro, no parecen ser de este país, sus fenotipos (5)* muestran rasgos latinos, pero también algunos orientales.

—¿Cuántas?

—Alrededor de unas quince, me pareció ver a una embarazada, pero entre las luces del lugar no estoy muy segura —respondo—. Iban de un pasillo sur con paredes en rojo y suelo entapetado, a uno de luces apagadas con un hombre guiándolas, alto, calvo, ojos saltones, de nariz aguileña sin vestimenta tradicional, tampoco parece Afgano. Le hizo señas al tipo de la puerta en lenguaje de señas "Estate atento". El lugar tiene tres pasillos de acceso hacia dentro, desconozco cuál lleva a los túneles, pero intuyo que es de la izquierda, de paredes verdes y también entapetado.

—Buena retentiva —murmura Meyer.

—Fox tiene memoria fotográfica, no olvida y tiene excelente ubicación tempo espacial —dice Volkov—. ¿Qué piensa de las niñas, Fox?

—Las están prostituyendo, iban disimuladamente y sus rostros denotaban terror, tal vez hasta las ofrezcan en subastas —digo con asco, pero noto la mirada de Falcon en Pedraza como si lo analizara.

—El objetivo principal es Sayyid todavía; sin embargo, debemos encontrar a las jovencitas, junto a un cargamento de armas. Encárguese de planear todo con respecto a eso —las palabras de Volkov me llenan de ánimo.

—Sí, señor, gracias por dejarme investigar —murmuro al asentir con la cabeza.

—Pero no te vayas a ligar al proxeneta, por el amor de Cristo —dice Isaac con mala cara.

—¿Por qué no te callas? —lanzo en respuesta con un tinte desagradable—. Cuando abres la boca es como un zumbido molesto.

—Bueno, bueno, dejen las tonterías para después —habla Volkov como si estuviera cansado del rifirrafe Falcon-Fox—. No se involucre de más, Brigadier Fox, ha hecho un buen trabajo hasta ahora, pero no puede pasar otra vez lo del capturado, si se le ordena traerlo sano es así. Ya puede marcharse.

«Eso fue en parte una felicitación ¿No?»

—Permiso, Generales —hago un asentimiento con la cabeza y salgo con Mazzeo a mi lado quien me invita un café de una de las máquinas expendedoras. Debemos quedarnos toda la noche para estudiar la forma como se realizará la próxima inserción en el bar, estamos a viernes, hay poco tiempo para cubrir muchos aspectos

Nos vamos a la sala audiovisual del edificio E, pues es la mejor. Mazzeo pone a sus agentes a mi disposición, a quienes acomodo en papeles cotidianos alrededor de la ubicación del prostíbulo desde mañana mismo para tener reportes de cada movimiento extraño, enfatizándose en mujeres que parezcan jóvenes y, sobre todo, bellas.

Verlas en ese sitio de podredumbre me dio un golpe directo al alma, su juventud se marchitará en medio de perversiones y ataduras sexuales de las que son presas, Dios sabe hace cuanto tiempo, pero las liberaré, no importa si el resto de la misión se derrumba. No las voy a dejar en manos de cerdos.

Regreso a la realidad al escuchar la voz de Falcon.

—Fox, necesitamos hablar —dice de pie en la puerta de la sala mirándonos con el ceño fruncido—. ¿Qué haces ahí? —pregunta acercándose y ve con detalle los expedientes.

—Monto el allanamiento con los agentes infiltrados —digo sin verlo hasta que me empuja ligeramente con su cuerpo de lado para tomar mi lugar, sin hacerme daño, todo debe decirse—. ¿No tienes más lugar en la mesa, animal del monte?

—Me gusta la iluminación en este sitio, potra salvaje —sonríe con una peligrosa mezcla entre burla y seducción, y como siempre, me saca más de mis casillas.

—Te voy a patear el pito...

—Hasta dejarlo tan dañado que no pueda volver a usarlo, sí, ya lo dijiste —repite mis palabras con fastidio... ¿Son sus agentes Mazzeo? ¿C.E.P.I.? —le pregunta a Tyson quien nos mira con las cejas arqueadas.

—Sí, los he puesto a criterio de Isabella —responde, mientras continúa mirándonos con diversión en sus ojos—. ¿Se conocen de antes?

—Desgraciadamente tuve que compartir amigos, escuela, domingos y fiestas de cumpleaños con este animal del monte pues solo nos llevamos un mes de diferencia —espeto hacia Mazzeo al empujar a Falcon para recuperar mi lugar—. Nuestras madres eran mejores amigas desde niñas, tanto y nos tuvieron casi al mismo tiempo, por eso tenemos la misma edad.

—Así es, tengo ésta molesta espina clavada en el culo desde mi nacimiento —espeta Isaac muy concentrado en los papeles dándole a Mazzeo una sonora carcajada indignante—. Eso, ríase de mi desgracia, ya verá cómo es trabajar con Fox, su impulsividad, irreverencia e irresponsabilidad y todo lo malo empezado por "I"

«El muy animal debe pensar en las palabras idiota e imbécil»

—Y yo debo trabajar con Falcon el todas mías, el capaz de ligarse al traficante si fuera mujer —digo sin verlo, pero me dedica una mirada asesina, lo sé, siempre lo hace—. ¿Sabías, Mazzeo, que no dejó títere con cabeza en la academia Pre-Praetor? Ufff, le llamaban "La vacuna", porque todas lo tenían.

—Cállate, apodo pendejo —farfulla entre dientes el rubio.

—Adivina quién inició el rumor —le devuelvo maliciosa a punta de reírme de su cara desconcertada, pero en un segundo se torna furiosa.

—¡¿Fuiste tú, cabrona?! —espeta histérico de nuevo—. ¡¿Tú hiciste que me llamaran "vacuna"?!

—Me declaro orgullosa culpable... ahora cierra la boca y ayuda si lo vas a hacer, si no vete —le digo riéndome—. Estamos muy muy ocupados aquí.

—Pues si quieres hacer algo, debe pasar por mi autorización, soy tu Brigadier en jefe —responde borrando la sonrisa burlona de mi rostro. Está cruzado de brazos y las cicatrices resaltan con el músculo doblado, de nuevo una corriente placentera me atraviesa imaginándome al ser rodeada y aprisionada, mientras me besa.

—Entonces quédate, pero no molestes con lo de Sayyid; seguro a eso venías, a joder por haberlo besado —digo y retiro los ojos de su cuerpo para leer un expediente

—Pues sí, no me gusta tu manera de hacer las cosas. No eres una scort quien va por ahí ofreciéndose como comida, no eres solo una agente de carne de cañón —sus palabras me dejan fría, mientras levanto la vista del papel—. No debes cruzar la línea. Solo provoca, seduce, no te involucres; eres mucho más que eso.

—No lo hago, pero con tipos como ese no se puede evitar y haré lo necesario para llegar a Kaan Karaman —afirmo con seguridad.

—¿Hasta acostarte con él? ¿se te va la olla? —pregunta sentándose en la mesa, mientras Mazzeo nos mira sin decir una palabra.

—Yo sé cómo hago mis cosas, Isaac, tranquilo. No es la primera vez en donde debo seducir a mi objetivo y si es necesario permito ciertas cosas, ¿O cómo crees que he podido llegar hasta a matar sin causar sospechas? pero sé dónde marcar el límite —murmuro concentrándome otra vez en los expedientes. Hay muchos nombres, pero debo escoger a los mejores para asegurar el éxito de la misión.

—Eso espero, Fox; lo último que necesitamos son más problemas con un traficante fijado por ti —replica justo al Mazzeo recibir una llamada, por ello sale de la sala y en cuanto lo hace, Falcon se acerca de nuevo a mí por la espalda acorralándome contra la mesa sin perder tiempo—. No vuelvas a besarte con el objetivo, Isabella —dice en un susurro seductor, mientras aprieta sus músculos contra mí, sujetándome la cintura.

«Que bien se siente.... que bien huele» pienso, pero yo misma reprendo los pensamientos en mi cabeza. Me rio pues le digo que soy dueña de mis acciones y misiones, pero el muy descarado me recuerda su posición como único Brigadier en jefe.

—¿Por qué andas restregándote tanto conmigo, carajo? —digo con dificultad, al fingir fastidio—. ¿Qué buscas haciéndolo? Me irrita tu cercanía y lo sabes bien.

—Tu boca susurra "aléjate", y tu cuerpo grita "acércate" —lo siento aspirar el aroma de mi cabello. Está provocándome a propósito, por ello, me giro a darle la cara—. Y busco cobrarte cuentas pendientes, me hicieron venir hasta aquí solo a controlarte.

—¿Y esta es tu manera de pasarme la factura? —susurro al caer en su juego, buscando liderar el tira y afloja, acercándome a su boca bastante—. Vaya, eres muy pasivo, Falcon.

—Mi presencia te alborota las hormonas, lo sé perfectamente y te odias por ello... tu cuerpo reacciona al mío y quieres reprimirte todo el tiempo, en pocas palabras, una tortura interna para ti misma ¿O crees que desconozco la razón para plantear nuestro acuerdo? Dijiste "una noche de pasión a cambio de no vernos más", por una simple razón: hay algo dentro de ti que reacciona ante mi aparición —dice retirándose los pasos de Mazzeo se escuchan de regreso dejándome agitada solo con sus palabras.

«Tiene razón, este maldito descarado tiene razón»

—No me mueves ni el pelo, mucho menos las hormonas —replico al tratar de recuperar la dignidad que mi movimiento corporal contra su cuerpo me quitó.

—Repítelo varias veces, tal vez se vuelva realidad —susurra de forma burlona.

—Te crees mucho, Falcon, bájate de la nube. No eres superior.

—No me creo eso, preciosa, solo estoy seguro de lo que tengo —replica con burla.

Los problemas avisan su llegada con un pitido inconfundible en forma de hombre seductor, pero no puedo caer, no volveré a caer con Isaac Falcon porque soy como los adictos, al tener una recaída, puedo llegar a tocar fondo sin remedio, aunque de entrada me la ponga difícil.

Las cosas no serán fáciles y él me acaba de anunciar una guerra de seducción, pero soldado advertido no muere en guerra... o al menos eso quiero pensar.

Ya veremos quién inclina la cabeza primero.

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* Unidades Tácticas Contra el Crimen Organizado, milicia de mi otra historia militar "Señorío" esta va de la mano con el segundo libro de Donde hubo fuego, llamado Cenizas Quedan.

(1)* Los Navy Seals, son los equipos de tierra, mar y aire, principal fuerza de operaciones especiales de EEUU. Estos pasan por un arduo entrenamiento tanto mental como físico, con diferentes técnicas, algunos llaman a estos "La semana del infierno"

(2)* En la mitología, el can "Cerbero" , propiedad del Dios Hades, era el perro guardián del inframundo planteado por los griegos, esperaba a la entrada custodiándola almas que llegaban.

(3)* Título original "Sin some more" de Quality Drugs.

(4)* Daga misericordia o estilete, es una daga de hoja delgada, afilada y puntiaguda, ligeramente más ancha hacia la empuñadura. Se usaba en la Edad Media para dar el "Golpe de gracia" a soldados moribundos, pues por su estilo podía atravesar las armaduras de malla de los soldados caídos. Es de utilidad por su eficiencia y tamaño fácil de manejar.

(5)* El fenotipo es conocido como las características morfológicas de un individuo que pueden verse exteriormente y vienen determinados por la genética, es decir, su contraparte, el genotipo. Los fenotipos suelen marcar ciertos territorios distinguiéndolos, por ejemplo, los ojos rasgados en los orientales, la piel canela y el pelo negro de las tribus Wayuu, etc. Claro, no todas las personas heredan fenotipos de su área de nacimiento.

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(1)* En la mitología, el can "Cerbero" , propiedad del Dios Hades, era el perro guardián del inframundo planteado por los griegos, esperaba a la entrada custodiando la almas que llegaban.

(2)* Título original "Sin some more" de Quality Drugs.

(3)* Daga misericordia o estilete, es una daga de hoja delgada, afilada y puntiaguda, ligeramente más ancha hacia la empuñadura. Se usaba en la Edad Media para dar el "Golpe de gracia" a soldados moribundos, pues por su estilo podía atravesar las armaduras de malla de los soldados caídos. Es de utilidad por su eficiencia y tamaño fácil de manejar.

(4)* El fenotipo es conocido como las características morfológicas de un individuo que pueden verse exteriormente y vienen determinados por la genética, es decir, su contraparte, el genotipo. Los fenotipos suelen marcar ciertos territorios distinguiéndolos, por ejemplo, los ojos rasgados en los orientales, la piel canela y el pelo negro de las tribus Wayuu, etc. Claro, no todas las personas heredan fenotipos de su área de nacimiento.

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