Capítulo 48- Siempre te escogeré a ti
Capítulo 48
Siempre te escogeré a ti
"Cuando debemos hacer una elección y no la hacemos, esto ya es una elección"
William James
¡RECTA FINAL!
¡ESTAMOS A PUNTO DE ACABAR ESTE VIAJE!
MARATÓN 1/5
2/5 DOMINGO 9
3/5 MARTES 11
4/5 JUEVES 13
5/5 DOMINGO 14
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ISABELLA
SI NO HAS LEÍDO EL APARTADO LEER URGENTEMENTE, CORRE A VERLO, NO ENTENDERÁS EL FINAL SI NO LO HACES
El calor dentro del transporte en el que vamos directo a los laboratorios está en aumento, empeorando mi fastidio, estoy sudando y las palabras que Isaac y yo nos dirigimos no salen de mi cabeza, realmente somo tóxicos, nos podemos querer, pero al mismo tiempo nos destruimos, podemos decir amarnos, pero el daño que nos hacemos es peor que cualquier arma cargada o agente biológico.
El amor entre nosotros es como una marca propia de fentanilo, adictivo, pero peligroso; erótico, pero destructivo, porque él lo dijo en una ocasión, "Estamos hechos de fuego infernal que deja cenizas por donde pasa", incluso si aquellas cenizas quedan de nosotros mismos. No dejo de pensar en ello, mientras atravesamos la ciudad de incógnito, no podemos viajar viéndonos desde el exterior, hoy la misión requiere discreción para evitar vigías que den el pitazo, porque hoy que moverán la Quimera deben tener más de un sapo en el camino para alertar de operativos policiales y militares. Isaac va en el otro camión para dirigir al equipo halcón 2 y mejor así, nuestra tensión se puede tocar con las manos, una muestra más de nuestra forma de relación dañina...
El dolor de mi bebé aún está y creo que jamás se irá, cuando una madre pierde a la vida que ha engendrado y con quien hizo una conexión inmediata, una parte de su alma muere con ese bello ángel. No puedo mentir, me permití soñar con un bebé un pequeño Isaac o una pequeña Isabella, aunque soy feliz con Isaff, es mi niño y siempre lo será. Si Dios lo quiere, algún día tendré un hijo biológico, pero pensar en eso irremediablemente me hace pensar en Falcon.
Tengo lágrimas retenidas; luego de tratarlo tan mal vino el arrepentimiento, pero ya se había ido y las palabras estaban dichas, no había vuelta atrás. Tengo que ser fuerte porque aún está Isaff que no merece vivir bajo una relación disfuncional, pero salgo de mis pensamientos personales cuando en camión frena avisándonos de la llegada, que confirma el agente chófer, así que abrimos las puertas desde dentro saliendo como hormigas. Quedamos a tan solo tres metros de las puertas de entrada, el lugar es tan blanco que destella bajo el sol de medio día reflectando con sus ventanales polarizados, igualando a la puerta doble de la entrada en puro cristal, custodiada por guardias de seguridad apostados con escopetas largas. Les apuntamos con los fusiles indicándoles que no manden una alerta apresándolos rápido, permitiéndonos entrar, toda la edificación ocupa una cuadra entera, parece un titán echado en el suelo.
Somos dos escuadrones, Delta-Lion y Alfa-Escorpio, llenamos rápidamente los pasillos creando gritos terrados de los empleados a quienes muy directamente preguntamos "¿Dónde está la Quimera 18?" la mayoría no saben nada, después de todo, la fachada de laboratorios como cualquier otro Johnson & Johnson, Pzifer, Roche y tantísimos más dedicados a la producción de medicamentos al por mayor, siendo líderes a nivel mundial, avalados por organizaciones de salud como Anthaxtis, es líder en tecnología de producción, ojalá solo hicieran cosas buenas.
Avanzamos notando que en el primer piso solo hay administración, oficinas con muchos escritorios, papeles, organizadores y demás. Volkov ladra en mi oído que registre hasta el más mínimo rincón, hasta las losetas del suelo que parezcan sospechosas, hasta que aparece un empleado siendo empujado con el cañón del fusil, luce enfadado y es Teresa quien lo viene amenazando. Al parecer se han dado cuenta de un acceso bajo las escaleras con un ascensor oculto en una zona restringida a la que accedieron volando con mini explosivos la puerta controlada por tarjeta magnética y el tipo parece ser el jefe.
Me informan que los accesos están bloqueados y él puede llegar.
—A ver, o colaboras conmigo o colaboras con el shock eléctrico —amenazo hablando por primera vez—. Tú decides si quieres tener el culo rostizado, ¿qué hay en el acceso?
—¡Suéltenme, no saben con quién se meten! —grita Alexei saliendo arrastrado por agentes del C.M.O.E, pero por desgracia, se suelta del agarre hasta que tropieza conmigo, que le di la espalda para evitar ser vista, tan cerca de mí que logra detallarme quedándose varios momentos asimilando y como si buscara encajar mi imagen en alguna persona—. ¡Tú! ¡eres la del casino, infiltrada de mierda! Esos ojos no se olvidan —grita cuando va saliendo a mi espalda esposado. Tiene sentido que esté aquí, si están moviendo la Quimera, su máximo jefe debe estar presente, fue algo que se me salió de mis prevenciones previas, pero ya no hay nada que hacer.
—¿Sabe cuántas personas tienen los ojos avellana? ¡No sea ridículo y derechito al camión chingada madre! No comemos de trajecitos y títulos —salta Michael interponiéndose entre la visión mía con Sokolov, quien despotrica en ruso, ya nadie le sacará de la cabeza la idea, mi fachada se ha venido abajo, pero luego me ocuparé de eso.
—¿Entonces, amiguito? ¿verdad o electricidad? —pregunto retomando.
—Accesos de seguridad para un laboratorio de última generación, hay tres pisos bajo tierra, donde ingenieros químicos y genéticos trabajan en algo, pero no sé en qué, prueban en conejos y el compuesto es azul verdoso, lo inyectan en los animales con agujas de gran grosor —murmura entre dientes.
—La Quimera 18 —afirmo, él solo asiente con la cabeza resignado a que lo he pillado en una mentira, mientras yo le indico que me diga por dónde está el camino—. Continúe, a mayor información, mayor beneficio.
—Pero no solo eso, hay proyectos de drogas sintéticas a las que llaman el oro rojo, por su coloración intensa como fuego, modificación de cocaína y heroína, compuestos para armas biológicas con armamento viral y experimentación genética...
—¿Qué papel tienes en todo esto?
—Soy el coordinador, quien da, recibe suplementos, se asegura que nadie tenga acceso más que los autorizados.
—¿Qué piensan los demás que hacen allí abajo?
—Experimentan la cura para el cáncer...
Finalmente llegamos a las puertas destruidas por el equipo, es un desastre de cristales gruesos, me sorprende que la hayan roto con una sola detonación. Pasamos sobre los pedazos avanzando raudos en posición de defensa, el pasillo delante de las puertas estalladas es largo, pero tiene pasillos a lado y lado cada tantos metros haciendo cruces, así que damos pasos a la expectativa, cuando escuchamos un disparo atravesar el aire impactando a uno de mis hombres, este cae al suelo como pieza de dominó alertándonos de que hay tiradores, me agacho y compruebo que le han dado en el cuello y una hemorragia intensa ha comenzado. Nos arrastramos todos a uno de los pasillos laterales que también se pierden hacia el final, alejándonos de la cruz por donde pasábamos.
Le pido a alguien que detenga la sangre introduciendo los dedos para taponar la salida, aunque sea un poco, alertando al Comando Médico para que entre a intentar hacer algo por él, mientras yo, enfurecida por tener a uno de los míos en vilo, emprendo contra el enemigo invisible porque no puedo ver de dónde vino el disparo, así que me escondo en la esquina del pasillo disparando hacia dentro, este se pierde hacia adelante teniendo salas con puertas de advertencia biológica que honestamente me causan repelús.
Un tirador se asoma a ver el panorama tan solo un poco, pero e lo suficiente para atravesarle el ojo de lado a lado con un tiro y verlo caer es satisfactorio, hasta cierto punto placentero, un éxtasis interno explotando como en una onda sónica que se esparce, alimentada de los sonidos del cañón de mi fusil detonando. Es extraño, cuando estoy en acción, encuentro como fuente de energía a la matanza, la crueldad siempre y cuando sean criminales, sé que no es normal, sé que una mente normal no lo haría, pero la mía no es así, además la incidencia de trastornos mentales en los militares está en auge dadas las condiciones a las que hemos estado expuestos, algunos hasta pierden el sentido de humanidad dejando a un lado sentimientos y emociones. Sigo disparando, pero en medio del frenesí noto que el dolor en mi vientre bajo aumenta, aunque la adrenalina saliendo disparada tan rápido como las balas de las armas, me ayuda a sobrellevarlo.
De pronto uno grita, son de La Triada pues se identifican como tal, amenazando con lanzar el recipiente donde está la Quimera, pero yo, como siempre que no puedo controlar la lengua impulsiva, le contesto que lo haga rápido y todos, incluso ellos, salimos contagiados, porque el virus no conoce de bandos, así que optan por lanzar una granada. La detonación estalla las ventanas de cristal de algunas salas haciéndolas pedazos y nos lanza con fuerza, a mi escuadrón al suelo, a mí me estrella contra la pared de atrás; pero mi cabeza no recibe tanto el impacto así que no me mareo, permitiéndome volver a emprender mientras motivo a mi equipo a levantarse, ayudándolos como puedo a los que están de este lado de la intersección, al otro lado está Isaac que también levanta a sus hombres, pero retiro la mirada apenas me nota.
«Me preocupas, animal»
Creo que ellos también quedaron afectados, pues no han disparado más, por ende, dirijo un equipo de avanzada con signos en las manos con los dedos y empuñándola. En la siguiente intersección nos volvemos a resguardar de un posible ataque, pues ellos están en la más próxima hacia adelante, pero salen más del acceso a los laboratorios subterráneos, al menos quince más los cinco que ya estaban aquí, iniciando un patrón de balacera, la pólvora explota de lado a lado, disparo y me cubro en una secuencia repetitiva hasta acabar mi cartucho, obligándome a parar para cambiarlo. Si no hacemos algo, esto será eterno hasta que ambos bandos nos quedemos sin municiones, por ende, aviso a mi escuadrón que lanzaré dos granadas de humo para deslizarnos a través de este y por lo menos despistarlos, pronto llenamos el pasillo de una nube blancuzca que detiene en gran parte el tiroteo, mientras los oímos toser, cosa que nosotros estamos protegidos por la parte del uniforme en nuestro rostro.
Llego al cruce de pasillos siguiente disparando junto a mi equipo de avanzada a los tipos sin piedad, le descargo al menos treinta balas que se incrustan en su cuerpo y cabeza, aunque Volkov ladre que no debemos matar en masa, al menos dos importantes deben quedar libre; sin embargo, mi sed de sangre por haber puesto en peligro a mi Teniente, ha tomado el control además no creo que ninguno de estos lavaperros tenga importancia, cosa que le manifiesto a Volkov argumentando que ningún líder con importancia dentro de la red de La Triada o en su defecto la organización en el laboratorio, pondría en peligro el culo de tal manera, las cabezas de la mafia son frías, calculadoras, inhumanas, pueden ser letales con sus propias manos, pero no arriesgarían su pellejo de no ser estrictamente necesario, porque han logrado que sus hombres sean devotos y los adoren como un dios venido en la tierra, un mafioso equivale para sus escoltas, lo que la virgen María equivale a los religiosos, estos idolatran a Kaan Karaman, por ende, los mandan a ellos a la matanza previa y parece que el General entiende mi punto, aprobándome, pero igual pidiendo el menor número de bajas posibles para interrogación.
«Es como soltarle la correa a un dóberman entrenado para matar, tío postizo»
El sistema de ventilación empieza a funcionar disipando rápidamente el humo, y las pequeñas cámaras que están adosadas al techo, siendo un pequeñito domo con la lente en el centro, se mueven todas hacia mí, o al menos eso parece, «Alguien las está controlando» tan pronto como el pensamiento me invade, una voz de mujer automatizada, muy parecida a la del sistema de comunicación en la base comienza una conversación conmigo.
—¡Querida Brigadier, se había tardado en llegar hasta aquí! —dice, aunque poco a poco va sonando más y más natural, es una obra de inteligencia artificial claramente—. La tengo archivada en mi base de datos y desde su primer paso el reconocimiento facial mando una alerta, ¡Ha llegado la hora de la verdad!
—¿Sabías que vendría, como sea que te llames cosa? —grito, aunque supongo que hay micros por aquí
—¡Claro que sí! pero no le diré cómo ni porqué.
—Siga hablando Brigadier Fox, estamos entrando a distancia para desactivar sus sistemas de defensa y su motor principal —dice un chico en mi aparato de comunicación—. Solo unos pocos momentos.
—¿Qué eres exactamente? —grito de vuelta.
—Una creación letal inspirada en la ciencia ficción. Soy la soberana, controlo todo lo de Anthaxtis, además, fuera de sus sedes, lugares que jamás se imaginaría, puedo estar en los sistemas de una farmacia, en los controladores de un semáforo, en cada sistema electrónico y los encerraré si no se marchan —con mi fusil empiezo a destrozar las cámaras que tengo a la vista, aunque estén lejos, notando que el equipo de respaldo no ha comenzado su ataque de nuevo, tal vez el miedo a ella.
—¿Y qué harás, máquina? Si te desconecto la fuente de poder te iras a la mierda —murmuro a ver si tiene la capacidad de enojarse. Pronto me dicen al oído que están a un 95% de avance—. Además, hay empleados aun aquí.
—Estoy programada para velar por la seguridad de Laboratorios Anthaxtis, no por los civiles. No valoro la vida humana, no está dentro de mis parámetros de creación, la doble letra así lo asignó —contesta—. ¡Hey! Si vamos a luchar, que sea pelea limpia, querida Brigadier, mis sistemas registran una infiltración en mis circuitos desde algún punto del desierto del Mojave ¿Sus hombres están tratando de derribarme?
—No sé de qué hablas, cosa, estoy muy lejos del desierto en este momento —
—Mi nombre es Roschel, no "cosa" —espeta con otro tono, parece que la han hecho muy humana, «Maldito Karaman, piensa en todo»—. ¿Entonces saldrán de aquí? Tengo armas virales que apenas se pueden imaginar, dentro de aspersores en mi sistema de ventilación, puedo infectarlos en segundos.
—A ver si puedes, no eres más que la combinación de circuitos y programaciones —espeto con burla cuando me dicen que están al 98% —. Nunca serás real.
—No me provo... —trata de decir, pero su voz se va apagando y como con interferencia.
—¡Sistemas de defensa neutralizados, Brigadier, puede continuar! —dice el chico de la sala de control—. No sabemos por cuanto exactamente, pero tienen mínimo una hora, luego de eso puede volver a estar en línea.
Motivo a mi esquipo a seguir y la balacera inicia, pero esta vez logramos acribillar a los tipos, pues tratan de cruzar al pasillo al otro lado, tal vez buscando escapar, pues el del lado izquierdo lleva a salas internas. Uno a uno, caen como moscas; siempre cometen un error, se asoman de más o pasan, pero al último que queda en pie le disparo en la pierna y en la muñeca para que suelte el arma, una vez lo veo desarmado me acerco a interrogarlo. Le grito que me diga a dónde llevarían La Quimera, cuantos más hay y sobre todo dónde está Karaman, pero en un movimiento que no me espero se muerde la lengua tan fuerte que la divide, además de meterse en la boca una píldora negra que no alcanzo a quitarle, gritando por última vez "Semper Fidelis", enseguida comienza a convulsionar sacando espuma blanca por la boca.
«Siempre fiel»
El latín es una lengua normalizada por Kaan según dicen, no sé porqué si es lengua muerta, pero al parecer le exige a muchos empleados tener nociones básicas. Es un tipo clásico en muchos sentidos y no puedo evitar sentirme atraída por ello. El tipo a mis pies agoniza y en menos de cinco minutos parece muerto, cosa que compruebo cuando le tomo el pulso y no tiene ni un latido. «Qué desperdicio, pude haberle sacado la verdad». Lamentándome porque parecía un hombre más cercano a Karaman, sigo hasta llegar al final del pasillo donde está el acceso rodeado de un marco rojo como la sangre, además de una lámpara adosada sobre esta, parecida a las patrullas de policía que en este momento está encendida en azul y tiene doble puerta, con el símbolo Biohazard, es decir, alerta bilógica, está impreso a la mitad pues esta y acceso con tres verificaciones, lectura de retina, huella digital y código, que el empleado esposado abre sin rechistar, no sin antes advertirme que nos encontraremos con posibles aberraciones que él mismo evitaría ver.
Mi equipo de avanzada entra en el gran elevador, empezando el descenso a la locura. En pocos segundos llegamos mandándolo de vuelta para traer más soldados, pero del Comando Médico. Nos encontramos de frente con una pared grueso de metal puro y larga de lado a lado ocupando todo el ancho del espacio que fácilmente alcanza los quince metros, con una sola puerta de entrada, igualmente doble, con refuerzo en los biseles, esta está a unos diez metros desde el elevador en línea recta, apuntamos entonces y le pedimos al tipo que abra, pero dice no tener acceso, así que gritamos identificándonos para que los mismos empleados abran desde adentro, pero no hay movimiento.
Tuerzo los ojos amenazando al hombre poniendo el cañón de una de mis pistolas en su frente
—¡Estoy harta de esto, puta madre! —le grito empezando a nublar mis acciones—. ¡O me dices la verdad en cada cosa que te pregunte o te voy a dejar como coladera! —este grita asustado hasta que veo una mancha oscura teñir sus pantalones color caqui, se ha orinado sobre su ropa, mientras tiembla como una hoja, pronto confiesa que una alerta hizo que cada científico de los laboratorios subterráneos escapara al menos una hora antes de nuestra llegada, el sapo en los Praetor sigue haciendo de las suyas el muy maldito, pero eso no me detiene, avanzo hasta la pared de metal poniendo masa explosiva cubriendo el panel táctil de acceso y acomodo en la unión de las puertas, encendiendo su mecanismo para correr al otro lado y agazaparme junto a mi equipo esperando la detonación.
Esta llega segundos después, estallando el los componentes del panel y abriendo solo un poco las puertas de metal, ordeno avanzar y entre cuatro hacemos fuerza para abrirlas completamente, pero solo para encontrarnos con un nuevo espacio largo hacia los lados con otra puerta abierta de par en par como una invitación a entrar. Ordeno de nuevo movilizarnos con pasos cautelosos, el roce de nuestras botas con el suelo crea un sonido de pellizco irritante, aún más en el silencio absoluto en que se ha sumergido todo. El sitio es increíblemente grande en comparación a lo que me había imaginado, dentro en el inicio hay dos grandes salas con cristales, una a la derecha y otra a la izquierda sobre el pasillo principal a unos cinco metros de la entrada, pero luego de estas hay múltiples salas organizadas fila por fila conectadas con el mismo pasillo, perdiéndose hacia dentro en una imagen tétrica pues al final las luces lineales blancas titilan.
Con el corazón en la mano me adentro esperando encontrarme cualquier cosa, cada sala es de cristal y dentro hay pequeñas jaulas con conejos de colores variados, solo que algunos han perdido el pelaje estando pelado como gatos esfinge, todo esto acompañado de todo instrumento típico en laboratorios especializados como mezcladores, microscopios, probetas, todo tipo de recipientes de vidrio, pero la verdadera inhumanidad viene cuando después de muchos metros, encontramos personas retenidas dentro uno en cada una a lado y lado, están dentro encogidas contra las esquinas vestidos con un overol negro, en medio de lo que parece una oleada de frío proveniente del sistema de ventilación, supongo que buscan mantenerlos a bajas temperaturas y cuando nos notan se ponen en pie desesperados hasta chocar contra el cristal pidiendo a gritos salir de ahí. El dolor vuelve a atravesarme, esta vez me hace encogerme, hasta un agente me tiene que sostener hasta que la oleada llega.
Doy más ordenes esta vez para contar aproximadamente cuantas personas hay y por fortuna, muchas de las otras salas están vacías, otras con solo animales que me gustaría liberar, pero no me permiten desviarme del objetivo, así que pido una ayuda a la central con algo que no se me ocurrió antes y es tratar de abrir el sistema de puertas desde la central, no sé porqué no había caído en la cuenta de ello, todo en Anthaxtis funciona por medio de computadoras y para los Praetor ningún dispositivo está a salvo, aunque esta se demora un poco y para cuando lo han hecho han pasado veinte minutos en donde me paseé por los pasillos viendo cosas horribles, como animales abiertos de par en par, así como lo que parece sangre en recipientes medidores... mi trabajo me ha hecho ver cosas inmundas, pero esto me está dando repelús y ganas de vomitar.
Abrimos las primeras celdas confirmando que la oleada que vimos desde fuera está helada y ellos salen temblando, están delgados y ojerosos, con marcas de agujas en las manos e incluso el cuello, huyen de sus celdas con miedo, abrazando al agente más próximo llorando desconsoladamente. Esto es inhumano, el pasó de toda la mierda que les han hecho se plasma en sus rostros aterrados aun cuando el rescate ha llegado y solo pensar que en los pisos inferiores puede haber más me enferma de ira, afortunadamente no todas las celdas están ocupadas, pero me voy hasta el final revisando sola, encontrando a una jovencita agazapada en un rincón cuando recibo una alerta.
—¡Brigadier Fox, salgan de ahí, alguien reinició a la IA! Sus sistemas de defensa están cargando —al terminar una alarma de bioseguridad se enciende con una luz roja en los paneles de las salas, mientras se van nombrando las defensas que se reestablecen.
Control general de cámaras. ON
Control de reconocimiento facial. ON
Control de puertas corredizas. ON
Control de puertas codificadas. ON
Control de rejas K9. ON
—¡Fuera todos! —grito histérica, aunque ya han escuchado por el comunicador, cojeo ayudando a la chica a salir de su celda incitándola a correr por el pasillo que parece interminable.
Control de celdas tipo 1. ON
Control de celdas tipo 2. ON
Control de sistemas de defensa tipo bélico. ON
Empieza a nombrarse todo lo reestablecido, hasta que llega el más temible.
Control de sistemas de defensa tipo biológico en laboratorios.
Control de aspersores. ON.
—Así que aún están aquí —murmura Roschel volviendo a estar en línea—. Mi creador es muy bueno conmigo, me ha vuelto a la vida como Lázaro...
"Limpieza en proceso, objetivos encontrados. Liberando Quimera 18 variante Alpha" dice una voz diferente a Roschel y empieza un conteo regresivo de sesenta segundos.
Pronto casi todos han salido, incluso Isaac, menos yo, pues me es imposible correr, estoy sudando frío y veo borroso, hasta que mis piernas fallan estrellándome con el piso helado lleno de los cristales pulverizados que cortan en mi rostro y mis manos. Quedo tendida en el suelo atravesada de dolor mientras la cuenta regresiva llega a cero más rápido, no puedo moverme y siento que aquí voy a morir finalmente, hasta que veo las botas negras de alguien que me sujeta fuerte de un brazo.
—Arriba, soldado, tenemos que salir de aquí —dice Isaac ayudándome a incorporarme. Pasa uno de mis brazos por su cuello colgándome de allí, llevándome a cuestas prácticamente.
—Vete de aquí, no me puedo mover —lo empujo ligeramente, pero como siempre se aferra a mí, soy un clavo ardiendo, él, el obstinado que no quiere soltarme.
—No saldré de aquí sin ti, Brigadier Fox, así que muévete —espeta con ira, pero el tinte de preocupación no se ha ido.
—¡¿Por qué volviste?! ¡Ya habías salido y ahora quedaremos atrapados los dos! ¡vete, por favor, sálvate tú! —le digo cunando el conteo desciende a 10 segundos, así que empieza a subir a sus brazos cargándome, falta poco, pero no puede correr adecuadamente si carga mi peso en esencia muerto, porque apenas me puedo mover.
—No me importa lo que me digas, yo siempre te escogeré a ti —declara haciendo que mis ojos se llenen de lágrimas, hemos llegado faltando un segundo, pero él me lanza afuera con fuerza hasta que me doy contra el suelo rodando y cuando veo que las puertas se cerraron tras de mí, el terror me llena cuando lo veo atrapado poniendo las manos sobre el cristal.
—¡Isaac! —grito golpeando la puerta cuando veo que de aspersores en el techo sale algo rociado a presión que le da en la cara haciendo que tenga un ataque de tos prolongado y pronto cae al suelo perdiendo el conocimiento. Grito, golpeo el vidrio otra vez, me desespero por pensar que eso lo mató, así que tomo el fusil apuntando al panel de acceso con los números, si no funciona lo explotaré con masa explosiva, pero antes de poder disparar el Comando Médico me detiene diciendo que es riesgo biológico así que grito, me altero, pataleo y apenas pueden contenerme sacándome para darle paso a los que vienen con trajes y máscaras para manipular agentes infecciosos. Me arrastran como bulto en medio de mis pataletas y lloriqueos reviviendo las palabras que le dije a Isaac, como lo traté de mierda, le dije mentiras y lo culpé de algo que sabía no tenía la culpa.
—¡Cálmese Brigadier Fox, por el amor de Dios! —grita un agente del C.M.I.Q, uno de los que me sujeta firmemente haciendo una llave a mi cuello desde mi espalda pues hemos acabado en el suelo—. ¡Debemos atender al Brigadier Falcon y no podemos si usted parece un huracán buscando contagiarse de la Quimera!
Eso me da una razón para calmarme, así que voy bajándole a mi histeria al ver que lograron abrir la puerta sacándolo con mascarilla de oxígeno, pero completamente inconsciente. Le han quitado el casco y la mascarilla de tela que es parte del uniforme y se pone como un pasamontañas dejando al descubierto los ojos, cubriendo nariz y boca. Lo veo como muerto, pero si lo llevan con eso puesto es que aun su corazón está latiendo y mientras lo haga hay esperanza.
—Isabella, ¿Estás bien? —pregunta Mike, ayudándome a levantar del suelo en donde terminé por mi pelea, me duele el cuerpo, sobre todo el alma. La mierda que salió de los aspersores se lo puede llevar en cuestión de poco tiempo, todo porque se regresó por mí... por mí que lo hice sentir como una porquería, que le mentí diciéndole que no lo amaba cuando es todo lo contrario, ya es tiempo de dejar de engañarme a mí misma y amo tanto a Isaac que nunca imaginé que pudiera amar tan intenso, pero me odio por tener que aceptarlo cuando estoy a punto de perderlo.
—Sí, Mike, físicamente no tengo nada —le respondo, pero mi cuerpo me deja en ridículo cuando cojeo con el dolor, causando que él pase mi brazo por sus hombros llevándome de vuelta por los pasillos de cristales estallados y por donde quedaron los cuerpos de los tiradores con salpicaduras de sangre.
No me dejan estar cerca de él por más que lo suplico, dicen que es un Agente Biológico Altamente Contagioso, ABAC, en nuestro lenguaje Praetor. Solo puedo ver cómo lo suben al último piso donde un helicóptero medicalizado del Comando de Operaciones ha aterrizado en el helipuerto según suena en la radio. Estoy enfadada conmigo misma, puedo verlo morir luego de hacerlo sentir mal, soy una mierda de verdad. Salgo de los laboratorios cojeando apoyada en Mike quitándome el casco y el pasamontañas con un ancla atorada en mi garganta, mi propio dolor ha pasado a segundo. Las camionetas de transporte Praetor han llegado y me sube a una en la parte de adelante.
Isaac debe llegar pronto y solo espero que aguante como el guerrero que siempre ha sido.
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Dos días después
Me paseo ansiosa por los pasillos del Comando Médico como lo he hecho las últimas cuarenta y ocho horas. Me desespero a cada minuto que pasa porque es otro minuto que la maldita Quimera está matando a Isaac, un minuto más en que cada esfuerzo del Comando Médico solo retrasa el avance, pero no lo detiene, llevo todo este tiempo sobreviviendo de café y galletas saladas de la máquina expendedora porque parece que el esfuerzo del operativo en un tejido que no había sanado del todo en mi cuerpo, abrió heridas internas y ahora estoy incapacitada otra semana, puedo avanzar en investigación si lo prefiero, pero nada de peso, correr ni nada parecido, así que me viene como anillo al dedo para estar aquí. Mami Marina y Laura aparecen como al medio día con un tapper con comida para mí, lo ha intentado varias veces, pero siempre lo rechazo, no tengo estómago, aunque esta vez insiste en que si no me alimento no se moverá hasta que me acabe el último grano de arroz, con su voz amorosa y comprensiva.
No sé qué haría sin ellas, quienes llegan para quedarse conmigo, sé que no hago nada aquí más que comerme en ansiedad, pero me siento un paso más cerca de él, aunque la zona donde está, es totalmente aislada del resto del hospital, se deben pasar dos cámaras de desinfección de entrada y salida, además de tener que usar trajes especializados para visitas de personal autorizado, quienes solo entran y salen dos veces cada seis horas al cambiar turno. Nos vamos a la cafetería a calentar la comida y poder sentarme en la terracilla a tomar el sol con mamá y Laura, saber que se salvó luego de casi morir es un alivio para mí, porque es una madre en mi vida, lo que me viene bien, siento el frío desaparecer un poco. Hablamos de los informes del estado de Isaac pues solo a la familia le dan, hasta ahora está en coma inducido para evitar daño neuronal, pero sus órganos siguen corriendo peligro porque al cuarto día los contagiados empiezan a presentar daños graves irreversibles, aunque los mecanismos médicos de acción hagan lo mejor posible.
Estoy terminando el arroz con sazón colombiano que Laura prepara cuando el móvil me suena en el momento menos esperado con una llamada del culpable de todo esto. Me alejo con la excusa de necesitar moverme y ella se queda conversando por teléfono con Lucio.
—Escuché que uno de tu equipo se contagió con uno de mis agentes biológicos —escucho otra vez la voz distorsionada de Kaan Karaman disparando mi ira, todo esto es culpa del creador de esta basura—. ¿O es tu amante?
—¿Qué quieres, traficante de mierda? ¿regodearte en que tus porquerías matan más que las drogas?
—Algo así —se ríe haciéndome apretar la mandíbula impotencia, me gustaría ahorcarlo con mis propias manos porque seguro fue él quien reinició a la maldita IA.
—Voy a colgar, no tengo nada que hablar contigo...
—Te conviene escucharme —replica serio perdiendo toda diversión.
—¿Entonces qué pretendes? ¿Para qué me llamas, demente? —murmuro entre dientes tratando de no expresar todo lo que siento en mi rostro.
—Todo en el mundo viene en pares, lo sabes ¿No? —empieza dejándome en blanco.
—¿Qué cosa?
—Amo la naturaleza del equilibrio, la forma en que dos entes diferentes se complementan, Ying y Yang, maldad, bondad, día y noche... —continúa con su parafernalia intelectual que corto de tajo.
—¿De qué putas estás hablando, Karaman? No tengo tiempo para tus tonterías esta vez.
—Quiero decir que no crearía un agente biológico letal sin su respectiva cura, ya sabes, no haces una jaula sin saber cómo salir de ella —sus palabras me dejan en shock analizando las implicaciones que tienen—. ¿Hola? ¿se desmayó agente Fox?
—Aquí estoy y creo saber qué haces llamando, ¿Qué quieres a cambio de la cura?
—Esa es una de las tantas cosas que me gustan de usted, es suspicaz... y bueno, como sabrá La Quimera 18 es un agente especial, su contraparte no será barata.
—¿Cuánto quieres? Consigo lo que sea, solo di una cifra —y me lo imagino sintiéndose el puto amo del universo por tenerme en sus manos.
—No quiero algo tan común como el dinero, ¿sabes cuánto dinero hago al día? ¿sabes cuánto dinero se pierde y ni me importa?
—¿Entonces qué quieres?
—Un muerto, Isabella Fox, tienes que matar a alguien con tu don de francotiradora y te daré la cura...
— ¡No soy una sicaria! —contesto luego de momentos asimilando su inusual petición—. Olvídalo, jamás. Eso no.
—Pues ahora sí lo eres, eres la peor sicaria del planeta si quieres salvar la vida de Isaac Falcon porque con su diabetes le auguro tres días para que se muera, claro, no sin antes sufrir mucho... está a máximo 2 días de tener hemorragias internas, falla multiorgánica y empezará a escupir pedazos de su pulmón muerto en unas treinta y seis horas.
—¡Ya cállate, maldita sea, cállate! —grito espantada.
—Sus tejidos perderán oxigenación y sus venas se amoratarán hasta hacerlas explotar...
—¡Que te calles mierda, cállate!... ¿A quién?
No hay opciones, dilatarlo es empeorarlo.
—Ya te lo diré, desactiva tu chip rastreador y te recogerán a la salida de Las Vegas por el este a la media noche. Le daré las coordenadas vía SMS.
—¿Quién me garantiza que no me vas a matar?
—Podrá tildarme de despiadado, pero no de tonto, usted necesita algo, yo quiero algo, otra naturaleza del equilibro ¿lo ve? La persona que matarás está muy custodiada, es una gobernadora famosa, muy cuidada incluso por la comunidad y no cualquiera puede llevarlo a cabo con éxito, porque el disparo debe hacerse desde mucha distancia, tengo todo arreglado, la posición, el lugar, la acomodación, solo me falta el tirador, así que perdería mucho si te mato. Te enviaré las coordenadas. Te espero en nuestra cita, Yikim Melegui.
Mierda, ahora sí estoy en problemas.
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¡Quien desee estar en el grupo de WhatsApp puede dejarme sus datos, el número de teléfono y el código de país!
Paso adelantos exclusivos y les iré contando sobre el segundo libro, su estreno, su portada y adelantos de nuestrps bebés allí
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