Capítulo 45- Inseguridades peligrosas
Capítulo 45
Inseguridades peligrosas
"Los celosos son los primeros que perdonan, todas las mujeres lo saben"
Fiodor Dostoievski
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ISAAC
Han pasado otros siete días más en los que mamá ha respondido al tratamiento poco a poco, ya despertó y come con normalidad, pero debe seguir hospitalizada por precaución. Esta vez estuvo muy cerca de morir, pero el médico dice que su cuerpo resistió como jamás lo había visto considerando su edad, para mí ha sido un alivio, aunque por el estrés de la situación me he alejado de todos, pasando todo el tiempo libre con mamá, ni siquiera he ido a casa, duermo en la base. La idea después de que mamá salga, es que se vaya conmigo a mi apartamento, hay suficiente espacio y un solo piso para evitar que esté subiendo y bajando las escaleras estando débil, mejor aún, dejará a Theodore solo en la casa de la urbanización Praetor.
Esta semana me han obligado a pasarla con Valkyria, por ello me he dado cuenta de que en realidad no es mala persona, es muy agradable e inteligente, además de estar entrenada haciéndola igual que a Isabella, una mujer letalmente bella, pero sobre todo con la capacidad intelectual para destruirte. Las únicas veces que me he acercado a Fox ha sido en los entrenamientos de tiro. La mocosa traficante me está empezando a caer bien, dando inicio a una especie de amistad, ella es amante de los perros, los caballos y los autos veloces, pero también la filantropía es de sus aficiones favoritas y en ocasiones hemos omitido el entrenamiento por quedarnos hablando. Es raro encontrar una mujer así dentro de la mafia, porque en ese mundo todas son más sádicas que los mismos hombres, porque si ellos intimidan, las mujeres traficantes hacen que quieras esconderte en el centro de magma del planeta en lugar de que te lleguen a poner las manos encima, son más peligrosas que un tiroteo en un ascensor y Valkyria, aun siendo un peligro para la sociedad por su entrenamiento y mente sagaz, no se muestra tan inhumana.
Piensa en cómo estará su hermanito menor ahora que no está con ella, pues ha sido quien lo crío prácticamente, sus padres distantes involucrados en la mafia apenas le ponían atención y ni hablar de Abdul. No quiero, pero de cierta manera empiezo a sentir algo por ella, nada como lo que siento por Isabella, nadie podría igualarla jamás, pero me siento atraído por la pequeña mocosa traficante, aun así, no estoy dispuesto a arriesgar mi relación con Fox por una chiquilla.
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Más tarde he pasado por el comedor a buscar un snack mañanero, cebollas fritas apanadas, para luego ir bajando al sótano de tiro donde deben estar en clase. Cuando llego Valkyria e Isabella discuten no sé porqué, ambas tienen caracteres dominantes y eso las hace chocar constantemente.
—Si te digo que hagas algo de una manera, debes hacerlo, niña, llevo quince años en la milicia bajándome a criminales como tú, así que llevo más experiencia en esto —dice Fox, está perdiendo la paciencia más rápido de lo normal.
—Cuidado, Isabella, soy un demonio, mira cómo me tratas —murmura Valkyria queriendo intimidar.
—Y yo soy el diablo, y por donde pasa el diablo los demonios como tú se arrodillan y suplican por piedad... y para ti soy la Brigadier Fox. Eres una Pre-Praetor, aprende a respetar porque si consideras que yo soy una bruja, no te imaginas los altos mandos —espeta Fox con firmeza, no puedo mentir, me prende verla siendo tan ruda—. Ahora, otra vez, desarma el fusil y empieza de nuevo. Tic Toc, tic toc.
—¿Qué pasa aquí? —pregunto acercándome a ella con el plato de las cebollitas empanizadas—. ¿Quieres?
Cuando se lo acerco hace una mueca de asco y no le toma dos minutos poner una mano sobre sus labios y correr al baño.
—¿Y a esta qué le pasa? —pregunta la pelinegra y le ofrezco a ella quien toma y le pido sostenerlo para ir a buscar a Isabella. Cuando llego la oigo vomitando hasta lo que no se ha comido.
—Amor... ¿Estás bien? —murmuro tocando la puerta y tarde me doy cuenta de que le llamé "amor", me siento ridículo «La cagué, a la mierda mi reputación»—. ¿Fox?
—¿Me llamaste amor? —dice cuando oigo la llave de lavamanos, seguro se está enjuagando.
—Pues... pues... sí, eres mi mujer y te puedo decir cuanto apodo cariñoso haya —le digo cuando abre la puerta—. ¿Qué tienes?
—Anoche Stacey y yo cenamos comida Thai, creo que me indigesté —me responde, pero creo que me oculta algo, estoy seguro, más aún porque me huye con la mirada—. Vamos, seguro influyó el enfado que tengo con Sayyid.
Regresamos y ella empieza de nuevo con las instrucciones, pero me queda danzando una idea loca dentro de mi mente, porque he notado algunos cambios en su cuerpo. Empiezo la evaluación de hoy donde Sayyid alcanza puntajes mejores a cuando empezó hace poco, aprende rápido, a decir verdad. Se acerca a los puntos marcados para el disparo, cada vez arma y desarma diversas pistolas junto a fusiles, así como el lanzamiento de cuchillos. Sus números aumentan y para mí puede ser de las mejores de su generación.
La clase se extiende por dos horas más y cuando terminamos, Valkyria regresa a la habitación asignada en el ala donde están estas, Isabella y yo también tomamos rumbos distintos, dice querer entrenar. Voy a mi oficina terminando de estudiar la foto satelital de un sitio que intervendremos hoy, tenemos un operativo contra La Triada; sin embargo, Fox ha pedido estar en inteligencia desde la sala de control, cosa extraña pues ama la adrenalina, llevando a que me pregunte si está enferma. En fin, me concentro por ahora en la foto y abro la ubicación en la pantalla interactiva para verlo en 3D, tiene tres salidas una a cada lado y la puerta principal, muy probablemente algún túnel trasero oculto, pero al ser solo un centro de expendio no creo que tenga tantas especificaciones estructurales especializadas, los dos pisos tienen blackouts oscuros impidiendo la visión al exterior, teniendo una tienda de antigüedades en la primera planta como fachada, aun así, inteligencia ha descubierto la verdadera cara: en el sótano hay drogas y dinero.
Paso a visitar a Stacey que está en el Comando Médico haciéndose los exámenes de ingreso a la Academia Pre-Praetor, finalmente no hubo poder humano que la hiciera desistir y no quise darle otro problema, suficiente con la muerte de mamá. Quiere entrar en el Comando de Policía Infiltrada, según vi, es el menor con casos de agentes vinculados a investigaciones de las desapariciones. Cuando llego está en la prueba de esfuerzo corre en la caminadora conectada a monitores
Me preocupa, pero si es su sueño, ¿qué más puedo hacer? Ya ha terminado sus estudios tradicionales, se adelantó por ser excelente estudiante. El agente que la checa está detrás de un vidrio unidireccional, me dice que ha pasado varias pruebas con puntajes casi, casi perfectos, haciéndola una candidata idónea para entrar en los Praetor, cuando acaba y sale secando su frente con una toallita se sorprende, alegrándose de verme ahí, mi apoyo es importante para ella.
Hablamos sobre su aspiración y de cómo Isabella ha estado extraña, dice que duerme mucho, le ha costado levantarse en las mañanas y se levanta con nauseas, así que mi idea previa se encaja más en mi mente, incluso la ha visto con antojos, pero la parte que más me deja pensativo es que hace tres días alguien la llamó en la madrugada y ella se levantó corriendo, Stacey se levantó asustada pensando que era por mí; no obstante, era por Fabián, era Marina quien llamó, pero Fox no me ha dicho nada.
Dejo a mi hermana duchándose en mi habitación para volver al trabajo, leo los informes de inteligencia donde especifican que hay guardias armados dentro del lugar, por ello, debe ser la primera cosa a neutralizar.
Al tener el pensamiento loco prendido en mi mente, voy por Isabella a su oficina para almorzar y asegurarme de que lo haga, suele saltarse comidas, sacándola de la mano para caminar por todo el camino al comedor así, ya no llamamos la atención, somos noticia vieja. Mi hermana llega y los tres empezamos a hacer la fila con las bandejas. A pesar de ser aun temprano, el lugar se va llenando y las extensas mesas plateadas se van ocupando, aumentando también la fila. La luz se cuela por la pared de cristal reforzado iluminando junto a las luces blancas, mientras esperamos al menú, haciendo que vea algo más, Isabella pide doble proteína, arroz, pasta, y doble jugo, dice no haber desayunado y tener mucha hambre.
La miro con una sonrisita.
—¿Qué? ¿qué me miras? —pregunta con una sonrisa cuando nos sentamos a comer.
—Nada, yo no he dicho nada —le empujo el hombro juguetón tomando sus mejillas con una mano y le doy un beso—. Tragona.
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Más tarde estamos listos para el operativo, Isabella está en la sala de control guiando todo el camino a tiempo real. Salimos del trasporte que nos deja casi sobre el arcén, para proceder a comprobar si hay guardias fuera, pero al parecer todo está en orden, es entonces cuando grito para tratar de hacer las cosas a las buenas, pero luego de una contestación de que me joda, derribo la puerta entrando en el "Negocio de antigüedades" donde estas mismas están exhibidas en anaqueles y algunas pegadas a la pared reluciendo bajo la luz cálida del sitio, al final está el mostrador de cristales con más objetos dentro. Les digo a todos que dejen las manos donde las pueda ver y lidero un equipo hacia el sótano, donde acribillo una segunda puerta que da a unas escaleras descendiendo, el pedazo de madera cae dejándonos pasar a través de los escalones mohosos igual a la pared con humedad dando un aroma desagradable, este empeora cuando al terminar el tramo, nos encontramos con un cuchitril donde mesas extendidas tienen a la izquierda cocaína siendo reducida y empaquetada a la dosis de 1gm ligadas con más sustancias para rendirla y hacer de un kilo, más de eso. Los trabajadores con guantes alzan las manos totalmente aterrados y es cuando escucho el primero disparo atravesando el silencio.
La bala alcanza a rozarme el costado extendiendo el dolor de la quemadura por el sitio, sacando un gruñido de dolor, me agazapo igual que el escuadrón buscando el lugar del tirador incitando a los trabajadores a correr escaleras arriba y salir del fuego cruzado.
—¡Maldita sea! —grito sujetándome, cuando retiro la mano veo sangre saliendo, pero por roce no es mucha, pronto se detendrá e Isabella me oye.
—¿Qué pasó? ¿te dieron? ¿qué te hicieron? —pregunta sin pausa.
—Un roce nada más...
El lugar es oscuro en su mayoría, las bombillas que cuelgan de cables a veces titilan y los rincones están poco visibles, así que saco una bengala rodándola por el suelo, este resplandor permite ver más dejando ver la posición de quien me disparó, está acompañado de dos hombres más dispuestos a llenarnos de plomo; sin embargo, tratan de correr a los laterales disparando y nosotros a ellos, avanzando poco a poco escondiéndonos tras las mesas viendo como vuela la cocaína y el dinero por igual en medio de la balacera, agujereando la madera.
Les hago una seña a mi escuadrón para que desvíen la mirada o cierren los ojos y lanzo una granada cegadora dejándolos aturdidos pero empiezo a escuchar un tiroteo en la parte superior, «Deben ser los refuerzos de Karaman». Me asomo disparándole a uno de ellos quien cae herido, mientras los demás le ven, mis hombres le dan un aluvión de plomo a los dos restantes. Nos apresuramos a retirarles las armas porque el primero está vivo, los demás agonizan con líneas de sangre saliendo por sus bocas.
Pongo de pie al tipo a las malas para ponerle las esposas, llamando al Comando Médico, debo llevarlo vivo al cabrón, por eso le apunté a la clavícula. Le hago maniobras para vendarlo y parar la salida de sangre con los implementos de botiquín que siempre debemos llevar en los bolsillos del traje.
—Brigadier, ¿Se encuentra bien? —pregunta un Capitán del Delta-Lion—. ¿Dónde le dieron?
—Fue un rozón solamente, estoy bien. Subamos, la balacera arriba se oye aun —le respondo guiándolos de vuelta a la tienda, donde nos sumergimos en la pelea como apoyo, las ventanas estallan con las balas tanto desde dentro como desde fuera haciendo un desastre de cristales. Corro hasta el lateral de la puerta cambiando el cartucho del fusil, emprendiendo contra los más de quinces armados que están frente al establecimiento disparando a diestra y siniestra, pero yo tengo dos granadas de fragmentación más entre mi traje que lanzo sin compasión hacia afuera sin darle tiempo entre una y otra... el estallido no tarda en llegar haciendo temblar ligeramente los objetos más cercanos al exterior por la onda explosiva potenciada al ser dos detonaciones, pero en algo que no me espero, la detonación se convierte en candela cuando escuchamos un ruido aún más fuerte arrojándonos sobre el suelo. Me golpeo la cabeza un poco fuerte contra el suelo viendo el resplandor del fuego.
«Explosivos cargados en el cuerpo» pienso rápidamente, los del desierto lo tenían en sus chalecos.
Con más confianza me asomo ligeramente haciendo una seña a mi escuadrón de seguirme hacia fuera, pero noto un convoy de camionetas a un lado con un hombre mirando por los pocos centímetros que baja un vidrio blindado. Mis hombres caminan hacia el desastre de cuerpos destazados por la explosión, teniendo precaución pues algunos están enteros y se mueven agonizando.
—¿Dónde dejó a mi querida Brigadier? —dice por medio del micrófono interno que tiene un sistema de comunicación típico de las camionetas blindadas para poder hablar, de esa manera se oye en el exterior. Su voz con acento turco super marcado me sorprende porque no suena tan vieja como me imaginaba, es Kaan Karaman—. De una vez le digo, la casa está cableada, así que mantenga a raya a sus hombres o los haré volar en pedacitos.
Sabía muy bien que iba a rodearle, giro a ver si es cierto, no hay nada sospechoso, pero no puedo correr el riesgo de matar a todas las personas dentro, incluyendo parte de mi escuadrón.
—¿Tu querida Brigadier? ¡psicópata! —grito disparando a la puerta aun sabiendo que en ese blindaje no podrá tocarlo, las balas quedan aplastadas contra la carrocería dejando su marca circular, cosa que no parece ponerlo nervioso, se sabe en poder de la situación y no puedo acercarme mucho, no sé qué trucos tenga bajo la manga—. En tu puta vida la vuelvas a llamar "Tuya"
—¿Brigadier Falcon? —pregunta con burla, mientras acabo el cartucho de mi fusil, pero la camioneta resiste más que el adamantium(1)*, mierda, ciencia ficción en toda la expresión de la palabra, mínimo debe ser blindaje 5—. ¡Sí, es usted! Nadie más se pondría tan celoso.
—¡Bájate de ahí, cabrón malnacido, a ver si eres tan rey del mundo! —le grito retándolo, pero me gano unos ojos divertidos, es lo único que veo. Trato de disparar a las llantas, pero no son de las comunes, son blindadas también con un sistema especial diseñado para evitar los pinchazos y quedar inmovilizado—. ¡Venga, Karaman, deja de esconderte como rata!
—Dígale a mi Brigadier que saludos.
—¡Qué no la llames así, maldita sea! —disparo otra vez causando su irritante risa, estoy desperdiciando municiones porque ni una retroexcavadora abriría la maldita puerta. El convoy se mueve y el hijo de su madre me saca los dedos por el agujero despidiéndose, memorizo las placas, pero lo más seguro es que sean falsas. Disparo hasta que se pierden girando en una esquina, para regresarme—. ¡A ver quién de ustedes, desgraciados imbéciles corruptos de mierda sabe quién es Kaan Karaman! —pateo a uno de los heridos apuntando a los trabajadores que están esposados, saliendo por la puerta—. ¡Hablen o les juro que la tortura Praetor los hará arrepentirse de haber nacido! ¡les voy a electrocutar el culo y meterles la cabeza en un tanque de agua hasta que les llegue a los intestinos!
Les apunto lleno de impotencia, sé que no debo amenazar a capturados desarmados, pero no pienso con claridad, solo quiero descubrir al imbécil que osa llamar a mi mujer "Suya", creo que mi propia carga de perder a mamá hace tan poco me está llevando a explotar ante cualquier provocación.
—¡Yo! Yo he visto a Kaan Karaman de lejos —levanta las manos un trabajador totalmente aterrado—. Siempre lleva traje. Por favor, no nos hagan nada, aquí está mi familia.
—Igual los llevaremos, seleccione a quien quiera proteger y el procedimiento será distinto ¿Podrá hacer un retrato hablado? —digo con el corazón a mil cuando asiente con la cabeza, sacando de la fila a una mujer, y dos chicas entre los dieciocho y veinte años, podemos estar a nada de conocer el rostro de Karaman.
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Cuando llego a la base debo pasar a revisión con Volkov para darle un primer informe verbal, sorprendentemente me ha dado el pésame, pero en su manera tosca. Estoy en su oficina rindiendo cuentas, aun no se ha enterado de mi explosión con los capturados, así que no me echa la bronca por ello; sin embargo, una vez más me reitera que si mi relación con Fox nos "Estorba" en el trabajo, tendremos que terminar, pero en un comentario bastante raro, me repite que Isabella me dejará una cicatriz en el corazón como su madre lo hizo.
Realmente me da igual lo último, él no es el ejemplo de una vida feliz, creo que es separado y solo vio por Alexa Miller, la primera hija de Vladimir. En fin, no le hago mucho caso, saliendo de la oficina en cuanto puedo, para seguir comiéndome la mente ante Karaman y su actitud atrevida. Atravieso la base hacia mi habitación, rechazando uno de los trasportes porque quiero reflexionar, pero entre más pienso en el asunto, más sube mi cólera mientras voy bajo el cielo estrellado sintiendo corrientes de aire frío dar en mis mejillas. Isabella me espera en la puerta de mi habitación arrojándose a mis brazos, la noto aliviada, pero yo estoy furioso, separándola con rudeza.
—¿Cómo está tu herida? ¿necesitas que te cure?
—Bien... ¿por qué coño Karaman te llama "Mi querida Brigadier"? ¿acaso tienes algo con ese?
—¡Claro que no! ¡no me faltes al respeto que aquí el todas mías eres tú! —me grita alterada—. Y yo como una idiota esperándote para ver cómo estabas y me sales con esta grosería. ¡Vete mucho a la mierda!
Trata de pasar por mi lado, pero le sujeto del codo con fuerza.
—¡De aquí no te vas hasta que me digas qué mierda te traes con Karaman!
—¡No tengo idea! —replica viéndose caer en un desespero espontáneo que le empiezo a creer—.Un día se le ha dado por decirme así cada vez que me llama, que me manda flores, que...
—¡¿Te mandó flores?! ¡puta madre! —espeto queriendo saber más y me cuenta lo que pasó el día del trasplante—. ¿Y él cómo sabía de eso? ¡Ni siquiera yo lo sabía!
—Ese maldito cabrón lo sabe todo —dice poniéndose en modo cereza facial y tiene razón en eso, no me sorprendería que ese malnacido supiera cuantas tangas tiene Isabella y cuantos calzoncillos tengo yo. Valkyria me dijo que él tenía un informante dentro del Consorcio, alguien de administración por el que deben pasar muchos trámites. De pronto, empiezan a salir agentes de sus habitaciones por el escándalo, después de todo, pasan de las diez de la noche.
—Entra —abro la puerta, pero ella se niega cruzando sus brazos—. Hazlo o te echo a mi hombro como bulto de zanahorias.
Cuando hago el amague de hacerlo, pone una mano en su vientre como si protegiera esa zona.
—Ya, ya entro, pero no me cargues así. Me hace daño...
A regañadientes camina al interior y yo cierro en busca de privacidad.
—Explícame de cuando acá ese te llama así, ¿por qué te envía flores? ¿te está enamorando? —murmuro tratando de encontrar tranquilidad.
—La nota que venía no era precisamente amistosa, fue una amenaza clara de "sé dónde está, qué hace, con quién y a qué hora" todo menos un coqueteo, incluso las rosas eran tan rojas como la sangre —me pone en la cara su móvil con una foto.
"Querida Brigadier, Yikim Melegui (1)*, mi estimada criatura forjada en el infierno y tallada en el olimpo, recupérese pronto, aún tenemos algunos rounds pendientes... y si está pensando en que la remataré con uno de mis peones mientras está débil, no lo haré, odio la competencia desleal, además, empieza usted a agradarme. Con amor y odio, Kaan Karaman"
—¿Ese imbécil qué se cree para enviarte flores?
—¿De verdad lo único que te importa es eso? ¡me amenazó pasivo-agresivamente y tú pensando en que me envió flores, pero ¿Sabes algo? Estoy exhausta, tengo mucho sueño, caminé hasta aquí para saber cómo estabas, pero ya veo cuáles son tus prioridades —sale enfurecida arrojando la puerta con fuerza dejándome molesto, hirviendo en celos.
Debería preocuparme la amenaza, pero por alguna razón mi ira se enfoca en la cercanía de Karaman con Isabella, no me gustan las llamaditas, las putas flores, mucho menos la confiancita irritante y la naturalidad con que es capaz de hablar de ella. Se me ocurre devolverme hacia los separos donde están aislados quienes realizarán el supuesto retrato, me carcome y no me dejará dormir. Cuando llego la sección está apagada, las luces en las celdas de noche se encienden con el movimiento exterior, estamos a cuatro pisos bajo tierra y cualquier cosa para ahorrar recursos debe ser tomada para no sobrecargar los sistemas. Abro la puerta de seguridad que divide el largo pasillo de las celdas de las oficinas administrativas, entrando en el camino, las celdas están a la derecha y los detectores de movimiento a la izquierda, así que camino hasta donde escuché pusieron a quien será el "sapo", usando la jerga de narcotraficantes, me lo encuentro boca arriba con las manos bajo la cabeza mirando al techo.
—Ey tú —llamo su atención golpeando los barrotes de su celda, causando un estremecimiento de sorpresa—. Tenemos que hablar.
—Brigadier, ¿No? —dice acercándose con cautela—. ¿Por qué no estamos en salas de interrogación?
—Porque necesito que esto sea ente nosotros. Dime ya mismo qué sabes de Karaman, luego le repites la cháchara a quien te interrogue, pero quiero detalles ya mismo. Recuerda que yo te di privilegios, tus hijas y esposa están en una sección de habitaciones para familias de implicados muy cómodas, por cierto.
—Realmente sé poco, pero puede servir —murmura apoyando sus brazos en los barrotes, susurrándome, mejor así, tal vez no me toque borrar el audio de su celda—. El señor Kaan tiene una posición social en este país, no sé cuál exactamente, pero nadie sabe de su segunda identidad, de que es el traficante, lo reconocen como otra persona. Es un hombre fornido.
—¿Gordo?
—No, de músculo... es alto, de pelo rubio castaño que peina de lado aunque es corto, lleva barba al ras, parecida a la suya, Brigadier, no pude verle fijamente su rostro, por ello tengo una descripción vaga, pero siempre que lo vi llevaba trajes de diseñador ALVYSA escuché una vez de... Álvaro... Álvaro Salvador creo, es muy reconocido internacionalmente y...
—Sé quién es —suspiro un poco pasmado al saber que, si son a medida como los míos, mi primo Álvaro debe haber visto a Karaman de frente sin saberlo—. ¿Ojos?
—Sí, aunque no los vi de cerca ni su rostro, lo escuché de dos empleadas cuchicheando sobre sus ojos... ah, y algo muy importante, quienes le trataban afirmaron que es encantador.
—¿Encantador como gentil o encantador como asesino serial sociópata?
—Un poco de ambas.
«Cabello rubio, ojos verdes, de traje, encantador y fornido»
—Me encargaré de que tu familia no pierda sus beneficios, pero a cambio de que mantengas en secreto esta conversación.
—Se lo juro, Brigadier.
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El día siguiente corre con normalidad, trabajo como burro, evalúo a Valkyria en pruebas físicas y esfuerzos pesados, la verdad es que ha mejorado, me siento más cercano a ella, pero mientras vamos recorriendo la base nos encontramos a Fox de frente, nos dirige una mirada sin compasión como si se la quisiera tragar y defecar, sin darme una sola palabra. Entiendo su enfado, fui un estúpido, aunque no voy tras ella. Por la tarde me cambio el uniforme por ropa particular, un pantalón jean negro, una camisa blanca de botones con las mangas remangadas, fajada en el pantalón encaminándome hacia la cita con Terence Williams, pero cuando voy llegando al punto de encuentro, mi hermana me llama.
—¡Big Brother, Isabella está empacando sus cosas, se va de la casa! —dice Stacey susurrando.
«¿Qué mierda le pasa ahora?»
—Pásamela, ella no me contesta —oigo sus pasos apresurados hasta que la encuentra, le pide pasar a pesar de que en primera se niega.
—¿Qué quieres? —espeta furiosa.
—¿Cómo que te vas de la casa? ¿qué te pasa? No seas bestia, Isabella —murmuro molesto yo también.
—¡Eres un puto animal!
—¡Y tú una imprudente!
—¡Imbécil!
—¡Mendiga potra salvaje!
—¿Para eso mandas a tu hermana? ¡Me voy! —grita con fuerza hasta hacerme picar el oído por el chillido pasando a través del aparato. Camino de ida y vuelta en la esquina de la última casa de la calle que me dijo Williams siguiendo sus indicaciones, seguro ya ha llegado y me está observando a ver si vengo con cola.
—Espérame, estoy en una diligencia, una para ti y hablamos, pero si sales por la maldita puerta antes de que yo llegue esto se acaba, Isabella, no vamos más.
—¿Crees que me asusta esa amenaza, Isaac?
—Bueno, entonces eres libre de irte... pero no quiero ver uno solo de tus chécheres ahí. Nada que me recuerde a ti —me cuelga justo cuando un tipo con pinta de escolta me da un golpe en el abdomen doblándome al sentir el dolor expandiéndose y aprovecha para ponerme una bolsa de tela en la cabeza identificándose como enviado de Williams, arrastrándome hacia un lado, pronto siento que me obligan a subir a un vehículo indicándome hacer silencio, me atan las manos y obedezco, aunque me vaya mordiendo la lengua de la ira de verme como un perro amarrado.
Cuando nos detenemos he contado aproximadamente treinta minutos con trece giros a la izquierda y cinco a la derecha. Al bajar siento la temperatura más gélida como si estuviéramos en el aire libre, sabiendo las temperaturas nocturnas del desierto, asumo estar ahí. Me empujan a través de la vegetación que me raspa los costados por unos cuantos metros, «Al carajo mi camisa», oigo una puerta abrirse y el cambio de temperatura, el choque de mis zapatos suena como si fuera madera y el aroma que llena mi nariz es una mezcla de canela con fruta. Pronto me sientan con fuerza en una butaca mullida.
—¿Eres el enviado de Isabella Fox? —murmura una voz grave retirando la bolsa. Es un hombre de cabello espeso con canas surcando sus hebras, sus ojos están rodeados de patas de gallo y las arrugas de su entrecejo son notorias, lleva gafas redondas sobre su nariz griega.
—Sí... —se sienta frente a mí con la sospecha colgando de su mirada.
—No quiero tenerte más de treinta minutos aquí, así que después de preguntarte algo más, te diré lo que viniste a saber...
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QUÉ TAN RÁPIDO SALGA LA SECUELA DEPENDE DE CUANTO ME ANIMEN USTEDES MISMAS
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