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Capítulo 39- Empieza el juego macabro


Capítulo 39

Empieza el juego macabro

"Lleva en el cuello una cadena, en un dije tres condenas,

Y en el alma sangre fría pa matar"

Samo

N/A: Volví, volví, volví

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ISABELLA

Cuando la frase de Isaac me hace caer en cuenta de todo lo que he estado ignorando, me siento como una verdadera idiota por no haber entendido antes. Mi padre siempre le dijo "pequeño mundo maravilloso" al globo terráqueo que en este momento brilla como estrella en los puntos de capitales del mundo, una maravilla que fue hecha especialmente para mí. Vladimir pudo no haber sido mi padre biológico, pero fue mi padre en todo el sentido de la palabra y eso nunca cambiará. Tengo miedo, he de admitirlo, cada vez que encuentro un rastro resulta peor que el anterior, pero nada me impide querer seguirlo a como dé lugar. Sin decir una palabra empiezo a tratar de romper la base de madera ancha y gruesa de color marrón oscuro, ante la atenta mirada preocupada de Renata e Isaac ante mi evidente descontrol buscando hallar la verdad.

Me estoy lastimando las manos hasta dejarlas rojas, pero dejo de sentir dolor, solo puedo centrarme en la explosión desesperada en mi interior cada día más vacío por la decepción causada por descubrir cosas nuevas sobre lo turbio de la muerte de mis padres. Al pelear con Isaac por Miller dejé a un lado lo encontrado en casa de Vladimir y Carmen, pero de igual forma debemos buscar reproductores VHS y quien digitalice las cintas en las grabadoras ya que los aparatos están averiados por tanto tiempo en desuso, cosa un poco compleja en estos tiempos, hoy espero encontrar algo más tangible. Cuando puedo lograr sacar parte del frente de la base estoy casi al borde de un ataque de pánico; sobre todo cuando veo que hay papeles dentro del espacio.

«Carajo»

Teniendo el acceso empiezo a sacar frenéticamente todo, hay casetes de grabación con cinta, aunque sin el reproductor, una carpeta que apenas está justa al ancho y dentro de este un sobre con mi nombre en él hecho con la caligrafía de pluma fuente y la elegante letra corrida de Carmen. El papel se ha vuelto amarillento por los años y desprende ese aroma particular de un libro viejo, así que me apresuro a abrir el sobre llena de una descarga de adrenalina pura, ansiosa por saciar la curiosidad arraigada en mi pecho, ardiendo como mil infiernos juntos. Saco el papel finalmente con cuidado de que no se rasgue encontrándome con una carta.

"Mi pequeña, mi niña, mi dulce Isa, si lees esto significa que papá y yo no estamos contigo más y no sabes cómo lamento esto. Espero hayas encontrado las demás pruebas en casa, pero si no, debajo del piso en nuestra habitación donde estaba el mueble de roble con libros y decoraciones, están las pruebas de algo más grande que todos nosotros, fuimos parte de algo que nos hizo arrepentirnos porque nos llenamos los bolsillos, pero vaciamos la consciencia, esto es el producto de una maldita ambición que nos consumió hasta acabarnos. En el Consorcio Praetor hay manzanas podridas más cerca de lo que puedas pensar, espero que dentro de uno años luego de esta carta, las desapariciones hayan acabado, porque aquello solo los guiará a la perdición como a nosotros. Junto a esto encontrarás una llave de seguridad de un banco especificado en los papeles, pero debes llevar las dos, tendrás que presentar la que encuentres bajo el piso de la casa, repito, en el lugar del pesado mueble esquinero. Cuando lo hagas, tendrás papeles, transcripciones, audios, fotografías y documentos firmados que involucran a muchos Praetor, incluso hallarás acuerdos con el gobierno actual que se explican en esas pruebas, pero ten cuidado, mi reina, por favor, por no tenerlo hemos acabado así. No sé si incentivar este odio que puede formarse en ti; sin embargo, no puedes estar ciega a la verdad, porque quien está ciego muere más fácil. Finalmente, no olvides nunca que papá y yo te amamos por sobre todas las cosas, no importa de qué te enteres sobre tu origen, él te ama sin importar la sangre que corra por tus venas. Si aún está con vida, busca al hombre que nos ayudaba, se llama Terence Williams, seguridad nacional de ese momento"

Dejo caer el papel con un ligero temblor y los ojos ardiendo y apenas es el principio ¿Qué habrá en la caja de seguridad?

—No entiendo porqué las cosas están en dos lugares diferentes, no tiene sentido alguno. ¿Cómo sabrías que había algo ahí? —pregunta Renata

—Supongo que dio por hecho que un día investigaría su muerte y encontrarías el video en el archivo, pero sigue siendo extraño... —acota Isaac caminando a través de la estancia sobre las alfombras persas bajo los objetos como la mesa de centro y los sillones. Luce tan desconcertado como yo misma.

—Váyanse, quiero estar sola —declaro poniéndome en pie, siento el descontrol rasgar la superficie, el instinto sangriento tocar a la puerta de mi mente dispuesto a entrar sin compasión. Ellos se niegan, pero les grito que me dejen en paz, tan alto que Isaff se asusta y empieza a llorar, ello me calma un poco porque no quiero verlo así. Lo tomo en brazos pidiéndole perdón besándole las mejillas húmedas acariciando su cabeza. Una vez se calma se lo paso a Isaac y les exijo que se marchen, mientras voy pasillo adentro hasta la ducha del baño privado de mi habitación, me desnudo pronto y abro la llave con un temblor, haciendo lo mismo de siempre, despejar mis emociones bajo el helaje del agua sin calentador. Trato de mantenerme de pie, pero mis piernas fallan y me voy al suelo.

Lloro descontroladamente bajo la ducha sintiendo el frío empapar mi cuerpo, todo dentro de mí arde como mil infiernos, rodeo mis piernas flexionadas con mis brazos balanceándome como una niña pequeña. Sé que debo lucir ridícula sin soltar a mis padres luego de más de veinte años, pero me he aferrado a ellos de tal forma que debo cumplir mi cometido por ellos, por los seres más sagrados en la vida de alguien, pero he notado un cambio en mí, la incertidumbre se ha transformado en más odio porque interpreto que las desapariciones de agentes están relacionadas con Vladimir y Carmen, seguramente con su asesinato ¿Y si vieron algo que no debieron? Aunque los asuntos del gobierno también me hacen dudar ¿Eran un peligro por mí? ¿por ser hija de La Triada? Todas las posibilidades son horribles, de mucho temer por sus implicaciones peores que las anteriores.

¿Mis padres fueron parte de la conspiración? Y ahora que lo pienso, no he vuelto a notar desapariciones, es como si fuera un ciclo cada vez más esporádico o tal vez han de ser mucho más cuidadosos ahora. No sé cuánto tiempo pasa, pero lucen como horas en mi mente quebrada por el dolor de encontrar algo que mi madre hizo para mí y me gustaría quedarme en el baño para siempre; sin embargo, debo salir antes de pescar algún resfriado. Pronto me he secado y vestido con una pijama de pantalón largo, pero vaporoso y una blusa basic de tiras un poco gruesas, desenredo mi pelo que ya necesita un retoque pues la raíz rubia ha empezado a asomar, así como un corte, pero cuando salgo de la habitación dispuesta a prenderme de la botella de alcohol más potente de mi alacena, me doy cuenta de la compañía.

—Te dije que te largaras —digo sintiéndome vacía, sin expresión facial. Isaac está cruzado de brazos apoyado en la pared del pasillo, sus cicatrices se notan más en esa posición, pero es su mirada en estos momentos lo más resaltante—. ¿Qué tan difícil es de entender? ¿a dónde se llevaron a Isaff?

—No podía irme sin saber cómo estabas y Renata lo llevó a mi casa, se quedará con él hasta que resolvamos esto —replica condescendientemente, como si debiera seguirme la corriente, a la loca, la desequilibrada.

—¡Déjame en paz! —lo empujo con una de mis manos en su hombro—, ¡Vete, lárgate, no quiero ver a nadie! —sigo vociferando y él empieza a mirarme con lástima—. ¡No me mires así, métete tu puta lástima donde no te da el sol!

—No me iré, no te dejaré sola —afirma con seguridad sujetando mis hombros—. Juntos desde siempre y para siempre ¿Lo olvidas?

—Eso era antes de que perdiera el control, ahora no, soy un peligro en este momento porque lo único que quiero es matar, matar y matar a diestra y siniestra, ¡Acabar con todo el puto mundo! Volkov, Theodore y Pedraza están muy seguramente vinculados con la muerte de mis padres—grito dejado mi garganta ardiendo golpeando su pecho con el lateral de mi puño apretado—. ¡Acabaré con todo lo que se me cruce por delante y no trates de detenerme!

—¡No te voy a detener! ¡si quieres quemar el puto mundo te doy la antorcha encendida para que lo quemes hasta los cimientos y no queden más que cenizas! ¡Te doy el arma cargada, la lanza afilada, lo que necesites para acabar con todo! —me responde en otro grito también mostrándose desesperado—. Si tenemos que matar, matamos, si tenemos que morir lo hacemos, pero juntos porque si quieres estar conmigo debes aceptar que amo de forma bestial, arraso con todo por encima de todos porque soy egoísta, un animal sin control y si debo incendiar a todos por lo que quiero, no quedarán ni las migajas ¿Entiendes? Dime si entiendes.

—No soy idiota, Falcon, claro que entendí —respondo dándome la vuelta hasta que lo siento a mi espalda poniendo sus manos en mis hombros—. Podemos ir a la cárcel.

—Sí, pero iremos con la satisfacción de haber cobrado en sangre caliente la vida de Carmen y Vladimir, así como todos los agentes muertos por saber demasiado.

Una promesa sin palabras queda prendida en el aire, dos titanes, dos bolas de fuego, dos seres violentos a punto de acabar con quien ose atravesarse, porque nuestra naturaleza bestial es más fuerte cuando estamos juntos, somos lo que nace del choque de un volcán y un huracán, un terremoto y un tsunami, desastres naturales que deben chocar para completarse.

A partir de ahora, empieza el juego macabro.

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Me levanto sola al día siguiente, le pedí a Isaac que fuera con Isaff y al verme más calmada accedió. Por ello solo debo arreglarme con el uniforme de entrenamiento, que siento más ajustado, creo que he subido de peso porque se pega más a la curvatura de mi cintura y los pantalones camuflados rodean más las piernas, pero no me importa, el peso corporal es relativo, no hay realmente uno perfecto al cual aspirar, todos somos únicos y nuestros procesos distintos, los cuerpos perfectamente imperfectos son los más bellos, aun así, flaca, curvy, o contextura mediana, todos son válidos y mientras se esté saludable, lucir la apariencia que desees te hará feliz, no guiarse por absurdos estereotipos.

Finalmente, trenzo mi cabello acomodando las trenzas para estar ajustadas a la cabeza y no queden colgando, saliendo al terminar sin siquiera tomar el primer café del día, ya lo haré en la base. Me tardo un poco en llegar por el tráfico de la ciudad, pero cuando llego el reloj alcanza las siete en punto de la mañana, Isaac debe estar en SS entregando a Isaff y me duele no haber pasado la noche con él, pero con la burbujeante sensación de matar y la sed de sangre en su máximo esplendor, no era lo mejor. Algunas veces me pregunto si debería adoptarlo porque no soy la madre ideal.

Cuando llego, Alana está esperándome en la puerta de mi oficina. Hemos hablado más tranquilamente y está arrepentida, pero le he dejado claro que no volveremos a ser lo mismo de antes jamás, porque sus palabras calaron hasta lo más profundo de mi ser, lastimándome de forma descontrolada, lo esperé de cualquiera, hasta de Fabián, pero de ella no, aun así, le permití quedarse en el Alfa-Escorpio, quiere ascender y un cambio de escuadrón la afectaría.

—Isa, te pido que me perdones —insiste cuando entro a la oficina.

—Lo hice, Alana, no por ti sino por mí, pero no significa que puedo hacer borrón y cuenta nueva —finiquito, cuando llega Renta quien tiene la misma actitud evasiva hacia mi hermana adoptiva. Ren me cuenta que su madre vendrá de visita, pues ella está asignada a su país de origen México, cosa que la tiene nerviosa, la General ha sido extremadamente dura con mi amiga, aunque su padre, Dexter Montgomery, tratara de mediar por Ren y ahora quién sabe qué dirá esa mujer sobre la relación con Michael, pues su familia Mitchel no es muy poderosa dentro de nuestros límites militares.

Cuando ha llegado el medio día estamos preparados para el operativo del desierto en los laboratorios ilegales, aunque pienso que será una pérdida de tiempo, un agente tan poderoso como la Quimera 18 no puede ser fabricada en lugares fuera de instalaciones especializadas como las de Anthaxtis, tal vez encontraremos otro tipo de cosas, pero no lo más ansiado. Todos esperamos en el coliseo 2, para salir todos al mismo tiempo, mi escuadrón está formado e Isaac y yo a la cabeza, cuando llega el C.P.O.A

—Brigadier Bruno Peters, Comando de Operaciones Aéreas —se presenta estirándome la mano, lo he visto en el comedor, pero nunca habíamos cruzado palabra—. Estaremos apoyando desde helicópteros de caza con ametralladoras adosadas. Hemos peinado la zona con vigilancia y ubicamos vigías estratégicamente destinados para avisar cualquier anomalía y hemos podido pasar cuatro helicópteros antes para reforzar y sea menos evidente, en este momento deben estar en búsqueda y capturas de los vigias —cuando termina, me presento yo misma y luego me dirijo a mi escuadrón.

—Alfa-Escorpio ¿Preparados? —le digo con firmeza procediendo a dividirlos por grupos, Isaac llevará a los B y yo a los A. Todos visten el traje de operativos especiales totalmente de negro con la estrella del consorcio tejida en la espalda del chaleco poniendo en rojo PRAETOR. Todos me responden afirmando y como hormigas abordamos los transportes, pero antes de salir, Isaac me detiene susurrando "ten cuidado" asiento y todos nos disponemos para salir de la base tomando camino hacia la carretera que parece infinita y bajo los rayos de un sol indolente que nos acalora.

Estar en Afganistán infiltrada me había hecho alejarme de la acción que tanto me llena y aviva todo dentro de mí, pero estamos de vuelta con más fuerza y unas ganas reprimidas de hace meses para comerme el mundo. Cuando nos desviamos hacia un risco a la izquierda sé que hemos llegado, los helicópteros van sobre nuestras cabezas y al cantar la orden de salida de mi parte, descendemos en masa corriendo con los fusiles en alto apuntando hacia una especie de cabaña pequeña como abandonada perdida entre la vegetación desértica que llena el espacio. Grito que abran la puerta de madera casi colgando de las bisagras, cuando un tiro rompe el cristal a la derecha de la entrada volando la ventana en pedazos, dando inicio a una balacera. Empujo la puerta con mi cuerpo hasta dejar el espacio para deslizar una granada aturdidora que detona en pocos segundos deteniendo sus disparos, permitiéndonos pasar y acorralarlos cuando se han cegado por el destello.

"Las manos donde pueda verlas!" grita Isaac a un grupo de tres hombres que están pegados a la pared luciendo desorientados, pero atienden a lo dicho. El interior es de madera con vetas bastante desgastada, tanto como para no aguantar mucho antes de derrumbarse y tiene una mesa de madera viéndose tan frágil como la casa misma, con dos sillas de plástico cerca del borde teniendo un dominó de dos jugadores allí. La casucha huele a tierra; sin embargo, el olor a químicos es inconfundible y viendo una caja de tapabocas puesta en una estantería junto a una cortinilla puesta sobre lo que parece una segunda puerta, me confirma que hay más allá de lo visto hasta ahora.

Dos de los hombres entregan las armas, pero un tercero de cabeza calva y bigote espeso se resiste a la orden a pesar de estar acorralado contra la pequeña esquina, regresando a su posición con la pistola en alto vociferando groserías a diestra y siniestra, sin pensar. Le ordeno bajar el arma, pero no obedece cargando una bala en la recamara, luce agitado, pupilas dilatadas, sudoración en puntos específicos y temblor en las manos, todo eso me dice que consumió algún tipo de sustancia psicoactiva, producida seguramente en los laboratorios.

—Ven si tienes tantos ovarios —trata de apretar el gatillo de su 9mm, pero soy más rápida y disparo atravesando su muñeca haciéndole tirar el arma cuando le doy otro tiro destrozándole parte de la mano por el calibre del fusil. Tengo el corazón acelerado y sus latidos bombean adrenalina trayendo una vez más la sensación de poder, pero sobre todo de querer destruir.

—Abuso policial —exclama uno de ellos cuando me le acerco dándole un golpe con la culata del rifle noqueándolo con solo eso, dada la fuerza impresa en aquella acción de violencia y es solo el principio. Agentes los esposan cuando doy la orden de seguir, retirando el velo cubriendo la puerta, a la que derribo de una ráfaga de disparos, causando su desprendimiento hasta caer estrepitosamente levantando restos de arena por montones. Doy la seña para avanzar con parte del escuadrón ordenando que los restantes queden allí esperando cualquier movimiento dentro o fuera de la roñosa cabaña, es así que damos un paso dentro del túnel de piedra negra con puntas salidas e irregulares hasta acceder al interior del risco donde hace aún más calor, cuando escuchamos otros disparos nos agachamos esquivando las balas que quedan empotradas en la pared. Pronto logramos localizar a los tiradores al otro lado de las mesas/cocina donde hay cocaína, algunas empaquetadoras, algunas cocineras, pues el espacio es como una gruta bastante amplia enterrada directamente dentro. Apunto y empieza una segunda balacera donde estamos más expuestos que antes, nos ponemos casi piso a tierra y disparamos quebrando recipientes de cristal, pipetas y todo tipo de objeto vuela en pedazos en medio del fuego cruzado.

Los empleados me preocupan; están agazapados totalmente aterrados, algunos parecen extranjeros y se aferran a crucifijos en una clara oración que me recuerda que me he alejado de mi fe cuando empecé a descubrir las cosas macabras ocultas bajo la superficie, ellos me recuerdan a mí misma, así que trataré de sacarlos con vida a cada uno., porque muchos de ellos lo hacen por necesidad extrema, no lo justifica, pero es entendible que en medio de la pobreza una oportunidad así suene como la única salvación, aferrándose aunque sea ilegal. Los tiradores están retrocediendo hacia más adentro y me hacen pensar que hay una salida por otro costado, pero todo se descontrola cuando uno se da cuenta de mi mirada constante en los civiles escondidos para evitar la muerte que zumba en disparos de lado y lado, es cuando el hombre toma a una chica por el brazo, parece no haber cumplido la mayoría de edad y es pequeña, delgada, además de una mirada más que aterrada llorando.

—Suéltala —le grito desde mi posición, he encontrado una irregularidad en las paredes sobresalida, permitiéndome ocultarme allí, aunque Isaac sigue tendido abajo más expuesto de lo que me gustaría. Ahora siendo una pareja, las cosas en mi mente han cambiado, si antes me preocupaba por él desde adolescente, en este momento lo hago todavía con más esmero, pero por ahora nadie puede saberlo, nuestra candidatura se puede arruinar o Fabián puede hacer una jugada sucia.

Le pone el cañón en la sien amenazando con matarla si no retrocedemos bajando las armas y se supone que la regla dice "La seguridad grupal está por encima de la individual", si la rehén corre peligro, pero eso protege a la mayoría, debemos dejarla ir velando por todos los demás; no obstante, yo no sigo esa regla nunca ¿Me valdrá una suspensión? Sí, y no importa en este momento

—Ven, perra, dame la cara —me grita encendiendo la chispa y ahora se quemará hasta los cimientos.

—Ya, está bien. No le hagas daño —ordeno detener el tiroteo de nuestra parte hago el amague de bajar el fusil cuando Volkov vocifera en mi comunicador sobre qué estoy haciendo, lo ignoro y en un movimiento rápido, recupero mi arma y el insulto se paga con una bala que atraviesa su ojo saliendo por detrás quedando en la roca, él se derrumba como muñeco de trapo dejando atónitos a sus compañeros maleantes ante la rapidez de la acción. Con señas le digo a la niña que corra y venga a mi lado, mientras la balacera se retoma, así como los demás trabajadores, cuando los tiradores restantes, unos cuatro, van hacia adentro y no les dejaré ir. Ordeno la avanzada pasando por las mesas llenas de cocaína, con el calor subiendo a cada paso, veo a los tipos girar a la derecha y quince agentes me siguen a través de los intricados pasadizos tallados por la naturaleza misma donde el roce de las botas negras contra el piso crea una especie de eco. Finalmente, los veo cruzar a la derecha y salir por un agujero escondido entre la maleza.

Corremos tras de ellos a través de la vegetación tratando de alcanzar el paso, pero doy órdenes deteniendo una parte de los soldados, incluida yo, para disparar más certeramente, pues corriendo las posibilidades de acertar bajan, así que aun en medio de los arbustos desérticos disparo dándole en la parte posterior de la cabeza a uno, Renata derriba al segundo poniendo la bala en la parte trasera de la rodilla hasta incapacitarlo para seguir corriendo y otros de mis soldados acribillan a los dos restantes. Eso marca el final de todo, dando tranquilidad, pero cuando bajo el fusil revisando los alrededores pasa algo inesperado.

—¡Isa cuidado! —alcanzo a escuchar el grito de Alana y su empujón que me derriba, viendo desde el suelo como dos impactos de bala la perforan y cae al suelo aun consciente, pero antes de que siquiera pueda suspirar, ubico al delincuente, uno de los caídos que aún conservaba algo de fuerza y le atravieso el cuello de lado a lado cuando trata de huir arrastrándose.

—¡Alana! ¡¿dónde te dieron?! —digo alterada agazapándome junto a ella.

—Creo que uno quedó en el chaleco y el otro arriba de la clavícula —dice en bajo sujetándose las costillas, porque el antibalas retiene el impacto, pero sí extiende dolor alrededor del punto donde pegó.

—Necesitamos al Comando médico aquí ya —comunico ubicando la herida de la clavícula que sangra.

Deje a alguno más con Richardson, y váyase a revisar la gruta —espeta Volkov y cuando trato de objetar se me adelanta—. ¡Y ningún pero, Brigadier Fox, obedezca!

Dejo entonces a Colson encargado y emprendo de regreso, cuando estamos allí todo está vacío, los trabajadores están siendo llevados a la base para interrogarlos. La gruta parece hecha de forma natural dentro del risco pues sus acabados no parecen ser hechos por una máquina, así que nos ponemos en la tarea revisando todo, entre cristales rotos

—Negativo para componentes de la Quimera 18, pero hemos encontrado cocaína por montones —digo a través del comunicador.

—¿Segura, Fox? —dice Volkov—. Revisen bien.

—Totalmente, señor, no veo empaque de transporte biológico o materiales de fabricación. No hay recipientes o desechos de tratamiento especial, sólo cocinas y paquetes de cocaína.

Es extraño que haya cocinas en este país, más en este sitio, lo que me hace pensar en que efectivamente es La Triada que puede mover a voluntad materia prima, para la elaboración de las drogas, pues los principales países en donde nace la hoja de coca están muy lejos de aquí. La pasta de coca es trasportada en su estado puro para su procesamiento y convertirse en clorhidrato de cocaína de alta pureza; sin embargo, a la hora de distribuir los traficantes ligan la sustancia con más componentes para rendirla más, bajando su pureza a veces hasta menos de la mitad, aun conservando su componente adictivo. Cuando hemos terminado de revisar todo, salimos por la parte de la cabaña hasta el exterior donde hay agentes y un helicóptero sobrevolando la zona, pero en algo que no nos esperamos, una ráfaga de la metralleta en el helicóptero impacta contra el suelo a metros de nosotros, dándonos cuenta de más traficantes viniendo entre la vegetación desértica iniciando una nueva balacera. Acabo mi cartucho y pongo el segundo tratando de dar de baja a los más posibles, pero es difícil verlos claramente.

—Querida Brigadier Fox —grita uno de ellos paralizándome—. No meta sus narices aquí.

«Ese maldito de Karaman lo sabe todo»

—Dile a Karaman que deje de enviar esbirros y me dé la cara —grito disparando, pero no obtengo respuesta. Nos agazapamos tratando de ver mejor sus piernas y logro darle a uno en la pantorrilla desde el suelo piso a tierra, así que avanzo arrastrándome logrando matar a tres de ellos, y junto con ayuda del helicóptero y la metralleta a bordo, logran finiquitar todo, pero de repente cuando vamos avanzando en busca de pistas sobre los cuerpos, una carga explosiva detona en ese núcleo haciendo saltar por los aires partes de cuerpos, arena y vegetación en una orbe que alcanza algunos metros llegando la onda hasta nosotros derribándonos a todos. Me pongo en pie con dificultad y un pitido en los oídos comprobando que mi equipo está bien, el helicóptero logró salir de la zona sin daños, pero al parecer no hay víctimas de nuestro lado.

«Apuesto a que alguno tenía explosivos adheridos a la ropa, un grupo suicida»

Esto ya es manejo del Comando Anti-Explosivos, pero no le gustará al General.

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Un par de horas después, estoy en mi habitación de la base, me he duchado y curado algunos raspones en el cuerpo y la cara por el estrellón contra la arena, que me dejó marcas en la mejilla, brazos y piernas. Cuando me he puesto el uniforme de entrenamiento voy a la oficina de Volkov. A estas alturas debe saber todo. Toco la puerta y entro despacio.

—¡¿Qué parte de "el bien grupal está sobre el individual" no entendió?! —grita sin decir más—. Arriesgó a todos por una sola rehén, ¡Aquí las cosas no se hacen así!

—General, era una niña, to...

—Si no es una niña es el bebé, o el viejito cacreco, o si no la puta madre, pero siempre se pasa las reglas por el culo —replica sin dejarme acabar, está muy alterado, creo que me dará una amonestación merecida.

—¿Qué pasará entonces, General?

—No la puedo suspender porque hay más de diez redadas de operaciones especiales contra La Triada programadas, pero le daré una amonestación... tenga muy claro que, si no hubiera tanto que hacer, quedaría un mes completo fuera de circulación —dice golpeando el escritorio con las palmas abiertas—. La verdad no entiendo porqué el ABS la protege tanto, es por eso que es invulnerable.

—Lo siento, General, no...

—No diga "No volverá a pasar" porque sí, pero la próxima le abriré investigación disciplinaria —espeta sin dejarme acabar, echándome como perro. Salgo notando que sus gritos pasaron las paredes y los agentes del piso me miran atónitos por mi más reciente equivocación.

Salgo apresurada a mi casa sin hablar si quiera con Isaac, quiero estar sola y por ello me aíslo. El día siguiente, martes, pasa sin pena ni gloria. Entreno en la mañana por tres horas para desahogarme como llevaba días sin hacerlo, boxeo con fuerza luego de una rutina extenuante que apenas me dejó tiempo para pensar en algo más que en el mismo entrenamiento, creo que la inminente cita de mañana con mi padre biológico me está poniendo tensa, demasiado, temo interfiera con mi misión de hoy en los casinos. Sokolov fue liberado en pro de poder infiltrarlo aquí, así que, de no estar, marcaré una rutina para que pueda ganarme la confianza de los empleados. Cuando más tarde estoy en caracterización Isaac llega recorriéndome con la mirada, llevo un pantalón de pliegue, una camisa de botones azul rey, junto con un blazer en un traje femenino y cuando el agente se descuida me susurra al oído "Eres la potra salvaje más sexy que haya visto" sí, un piropo made by Isaac Falcon que no puede dejar de ser más basto que un emparedado de clavos. Llega Teresa y me saluda entregándome el dispositivo de comunicación que va dentro de la oreja tras el trago y lo acomoda.

—Voy a estar en la sala de control, la palabra clave para decir que debes abortar es "Que calor hace", así sabremos pues parte del Alfa-Escorpio estará apostado cerca para cualquier eventualidad —ahora que Alana no está para menospreciarla, ella se muestra más confiada y cercana a mí, nunca le permití que Al la humillara en frente de mí, pero nunca ha sido de sus afectos, cuando Tere es un pan de Dios que solo vela por la felicidad de su familia a pesar de que ellos repudian su trabajo. Es una niña en comparación a mí, pero es sagaz, astuta y muy inteligente, cosa que la hará ascender pronto.

—Yo estaré con Teresa —murmura Isaac revisando el comunicador y acomodando la peluca que me han puesto para tapar el oído y curar cualquier riesgo, es de cabello natural rubio, muy similar a mi tono de cabello, el que se esconde bajo el rojo fuego que a mi parecer fue heredado por Thomás, pues mamá lo tenía negro azabache y él es de un rubio muy similar. Para quien no lo sepa, este es mi cabello propio, es largo en una capa hasta la cintura totalmente liso y con un fleco que cubre la frente. Pronto llega la hora y nos encaminamos a las cercanías del casino en trasportes del Consorcio para cambiar a una camioneta Toyota y marcar un estilo desde el valet. Cuando llego me robo las miradas y eso puede ser contraproducente.

El lugar refleja lujo por los cuatro costados, las máquinas tragamonedas están organizadas hasta el final del gran espacio frente a la puerta, unas pegadas de espaldas con otras y jugadores prendidos esperando un golpe de suerte, las mesas de apuestas están a la derecha y la ruleta a la izquierda pues es dividido por un gran pasillo que se pierde hasta el final en una escalera ancha de color blanco, pero con un acceso junto a estas como si fuera el espacio trasero, donde se guardan todo tipo de mobiliario o como depósito de algunos descompuestos o qué se yo.

—¿En dónde desea jugar hoy, dama? —pregunta uno de los empleados con traje blanco y negro. Lámparas de cristal tallado con lágrimas colgantes decoran el techo reflectando la luz. Me decido por el póker buscando miles de dólares en fichas y me guían a la mesa donde comparto con otros tres hombres que me hablan como si fuera una niña ingenua que perderá todo su dinero, aunque a pesar de estar jugando, estoy concentrada en todo lo que se mueve por el sitio a ver si aparece el verdadero Kaan Karaman porque el capturado del Anthaxtis contó que alguien le había pagado mucho dinero por presentarse en los laboratorios y fingir ser Karaman y transmitir el mensaje de Sokolov como si fuera él mismo, cosa que yo personalmente ya me esperaba, ese hombre no tenía ni la pinta ni la actitud de ser el jefe del tráfico mundial.

Jugando logró desplumar a los creídos hasta dejarlos sin fichas, para ese momento varios curiosos están observando el juego, algunos ocupan el lugar de los tres quienes me dan la mano aceptando la derrota para marcharse con una sonrisa resignada. Seguimos jugando hasta que mi objetivo hace aparición bajando de las escaleras del final del pasillo, junto con un empleado que parece informarle sobre algo y me doy cuenta que es de mí cuando ambos me miran aun secreteándose, he llamado mucho la atención al ganar, seguro ya me habían vigilado por las cámaras a ver si hacía algún tipo de trampa, hasta que ambos se acercan.

—La suerte la acompaña ¿No? —escucho la voz de Sokolov a mi costado, haciendo que me gire y le vea. Está en sus cuarentas y los ojos azules de océano contrastan con su pelo negro, teniendo una mandíbula marcada y una barba incipiente—. Mucho gusto, Alexei Sokolov, el dueño del casino.

—Mucho gusto. Me llamo Elissa —estiro la mano y la toma con delicadeza besando el dorso—. Y lo siento, señor, pero la suerte es para los que no saben cómo lograr lo que quieren.

—Vaya, vaya, buenas palabras... ¿Me recibirías un trago de mi parte? ¿qué estás bebiendo?

—Solo bebo whiskey de malta —me las doy de muy fina cuando a mí lo que me gusta es el aguardiente antioqueño de Colombia—. ¿Nos sentamos en alguna parte?

—Por aquí, Elissa, vamos a mi mesa, no sea que quiebres mi casino —me saca una sonrisa guiándome a un exclusivo a dos escalones de altura, en la esquina del lugar donde hay sillones esquineros mullidos color negro una mesa de cristal donde pronto apoyan una botella de la bebida que dije tomar. Nos sentamos y lo encantador del sujeto logra confundirme bastante, no parece el aliado de la sangrienta Triada, sino un tipo del común con mucha suerte e ingenio en los negocios; no obstante, tengo claro que, como dijo papá, el lobo feroz y sangriento se oculta bajo la piel de la oveja que acaba de asesinar.

Me pregunta sobre mi trabajo, mis orígenes porque tengo cierto toque se acento aun cuando me he criado en Estados Unidos y no en Colombia, aunque resalta mis ojos y la forma en que lo tienen fascinado por completo, sorprendiéndome con que es amigo y socio de Luka el prometido de Alana, pues también está en la industria de los modelos, pero cuando menos me lo espero, llega la desgracia.

—Alexei —escucho la voz vomitiva que conozco, a quien estamos rastreando, el hijo de puta de Tanner está a mi espalda—. Lamento la tardanza.

—Tranquilo, Brock, estábamos con la señorita muy a gusto. Te la presento, Elissa Morales. Excelente jugadora de póker, la mejor que ha pisado este lugar.

—Se me hace muy familiar —dice el asesino cuando al avanzar logra verme de frente y debo reprimir las ganas de lanzarme sobre él para clavarle mi daga en el corazón hasta desangrarlo—. ¿Nos hemos visto antes?

«Sí, hace veintidós años cuando mataste a mis padres»

Mi sangre hierve, el pecho me arde, y las ganas de saldar una vieja cuenta pendiente se manifiesta a grito herido en un eco dentro de mi cabeza, uno de los responsables está en el mismo recinto y no se escapará.

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