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Capítulo 33- Matar dos pájaros de un tiro


Capítulo 33

Matar dos pájaros de un tiro

"Si te retienen, insultan, atacan, pegan o amenazan, no te confundas.

Eso no es amor"

Anónimo

¡CAPÍTULO LARGO PARA ANDREACARORINCON QUE SIEMPRE ME DEJA SU COMENTARIO DICIENDO QUE QUIERE MÁS!

ADVERTENCIA: ESTE CAPÍTULO CONTIENE ESCENAS DE VIOLENCIA HACIA EL FINAL, SE RECOMIENDA DISCRESIÓN Y SALTARTELA SIN NO TE GUSTAN.

LUCIO Y MARINA AL FINAL

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ISABELLA

Isaac regresa con una pata de cabra poniéndose a la tarea, le da un primer golpe enganchando de la madera la parte con filo, aunque esa sección parece más suelta que los alrededores, haciendo la tarea un poco más fácil; sin embargo, sigue costando levantarlo. Mi ansiedad aumenta, todo empieza a dar vueltas entre las ideas conspirativas en mi cabeza, con una vorágine incontrolable de ideas sin sentido, incluso la posibilidad de encontrar el nombre de quien me los arrebató prematuramente. Cuando lo logra vemos efectivamente un agujero donde hay una caja envuelta en una bolsa de basura con cinta pegante trasparente, cuesta sacarla por el tamaño y la posición para no abrir más el suelo haciendo un desastre, pero entre los tres logramos apañarnos. Una vez está fuera, trato de romper la cinta, no obstante, necesito algo con filo. Renata dice que intente con la punta de su arete en forma de ancla de barco, ello funciona para lograr hacer un agujero en la cinta y el plástico de la bolsa, a partir de ahí Isaac desgarra ese envoltorio dejando ver la caja de cartón, esta vez sin cinta.

—¿Cómo es que en más de veinte años nadie lo notó? —pregunto confusa.

—Aquí no entra nadie, cada dos años o más la limpieza, tal vez lo notaron, pero no les importó, pudieron pensar en que solo sería algo suelto. Recuerda que con la muerte de tus padres nadie quiso venir aquí —dice Renata.

Una vez libre, abro las aletas de cartón encontrando documentos, algunos en carpetas, otros enrollados con una liga sosteniéndolos, y cuando empiezo a ver a detalle encuentro algo inesperado: Karenina Petrova aparece con un agente de la DEA en varias fotografías dentro de una sala de interrogatorio, parecen cercanos o por lo menos con algo entre ambos. Hay dos grabadoras portátiles con la marquilla de los Praetor y casetes delgados negros antiguos, las cintas para VHS, pero lo que más me llama la atención es un sobre con el nombre de Lucio en el papel membretado con la elegante letra de mamá, pero aun más preguntas me invaden ¿Cómo se supone que encontrarían esto si era un mensaje para papá Lucio? Me hace pensar entonces que tal vez Él y Marina tenían la forma de averiguarlo, aun así, no lo hicieron, quizá por no permitir darle rienda suelta a mi ira y deseos de venganza. Estos fueron algo latente por muchos años, pero no fue hasta ascender y descubrir información turbia, cuando ya se convirtió en aquel motor moviendo mis acciones.

—¿Qué hace todo esto aquí? Cuando tus padres murieron una caterva de imbéciles pusieron esto de cabeza —dice Isaac dubitativo sentándose en el suelo junto a mí posición, proyectando una sombra contra la pared que va al baño—. lo noté desde mi casa al menos diez agentes del C.E.P.I la invadieron mientras estabas en el hospital, aunque sin sacar nada de muebles o enceres, sólo la revolcaron como gato en arenero ¿Por qué no lo notaron?

—En esta esquina mis padres tenían un mueble grande, pesado y ancho, no era fácil de mover, aun más con los libros. Quizá nunca imaginó quien buscaba que debajo de lo que no podía mover solo, hubiera algo, luego la limpieza no le dio atención.

Miramos con el flash de los móviles en el compartimento, buscando más cosas, papeles u objetos importantes, pero lo hemos vaciado todo, incluyendo una cajita pequeña como de anillos con tapa. No tenía pensado abrirlo, pero la curiosidad junto a un instinto de conocer lo oculto allí, lo hago sintiendo que puede ser la caja de pandora de mi infierno personal, encontrándome con una llave de seguridad en solitario. La saco y trato de buscar una marquilla de algún banco con este tipo de servicios, pero no hay ninguna, como tampoco una nota, tarjeta, recibo, nada, solo está eso llenándome de muchas más dudas, preguntas, ávida de saber la verdad oculta literalmente bajo la superficie. Juego con la llave revisándola una segunda vez bajo la atenta mirada de Isaac y Renata, quienes sostienen las demás cosas, pero aun queda resolver qué quiso decir papá con "La verdad a la vuelta del pequeño mundo", claramente, esto no hace referencia hacia aquellas palabras cripticas.

Al final, viendo que no hay más que revisar allí empezamos a hacerlo en toda la habitación, tanteando, golpeando con nudillos, pasando el peso del cuerpo a una sola pierna, pero nada más parece fuera de lugar, nos marchamos antes de alguien note que nos escabullimos, pues no está permitido meterse en las casas vacías. Tenemos muchas cosas por revisar, así que salimos rápidamente antes de que alguien nos pueda ver, no sé qué más encontraré, pero me inquieta mucho, ¿Tan apresurados salieron como para no tomar estas pruebas? ¿qué pasó realmente aquel día de nuestra partida? Cientos de preguntas invaden mi mente como una ruleta que da vueltas y vueltas sin cesar. Cuando estamos de vuelta en su camioneta nos quedamos callados, les pido no hablar de eso pues no quiero dañar la emoción de Ren para la organización de la fiesta de Mike con fantasmas del pasado. Ya me ocuparé de lo encontrado en otro momento. Esta vez me dice que vaya adelante y como usa solo una mano para manejar y la trasmisión es secuencial, toma mi mano en el camino.

—Oigan, ustedes dos ya se ven como una pareja ¿Hay algo que me quieras contar? —indaga Ren.

—¿Por qué no te concentras en cuales parafernalias comprarás y dejas de preguntar cosas que no te importan? —espeta Isaac, pero lejos de ofender a Renata, ella se ríe inclinándose por el espacio entre ambos.

—Cubito de hielo, ¿Vas a tener esperando a mi chulada? Yo sólo te digo que por aquí en casa hay alguien que está dispuesto a conquistarla y no hablo de Fabián, alguien caballero, nada grosero y que se derrite por Isa —dice ella haciéndome sonreír sabiendo que habla de Miller. Isaac de pronto frena en seco haciendo efecto latigazo.

—¡¿Estás loco, animal del monte?! —exclamo en medio de un regaño que no llega a serlo por mi sonrisa. «¿Sólo sexo? Ni mierda, Isaac, demuestras lo contrario» pienso.

—¿Quién? ¿de qué hablas, tapón de alberca? —dice él continuando el camino, ya estamos cerca del centro comercial donde está la tienda.

—A ver, animal de iceberg que hundió al Titanic, ¿Creíste que sólo eras tú? ¡No señor! Mi chulada linda tiene sus pretendientes que solo se frenan porque piensan que está casada todavía, así que tienes mucha competencia porque uno de ellos sabe del divorcio y de su camino totalmente libre —murmura Ren logrando que Isaac se muerda la mejilla interna y apriete el volante complaciéndome.

—¿Ah sí? Pues no la veo con ellos, sino conmigo —responde apretando mi mano otra vez.

—Y un día puede irse, no te olvides que es libre, no la ata ningún compromiso —termina ella echándose hacia adelante poniendo la radio. Cuando llegamos él va serio y monosílabo mientras recorremos los amplios pasillos de múltiples tiendas a lado y lado de toda índole.

El lugar está abarrotado, personas vienen y van con bolsas, niños con helados corren comiéndoselos y una hasta se cae embarrándose, pero lo más gracioso de todo, es cuando otro pequeño se tropieza y ensucia el pantalón de Isaac. Su expresión tensa cerrando los ojos suspirando con fuerza para decir que "No pasa nada" a la madre del niño, quien se esconde tras sus faldas asustado. Renata nos va hablando del servicio de banquetes y un montón de cosas sin darnos tregua, pero en algo que no me espero Isaac toma mi mano, mientras vamos caminando, no se lo pido, no lo obligo, simplemente me lleva como una novia cuando le entra una llamada de Karen, le pido contestar, mostrándole más confianza, aunque por dentro esté rabiando por pensar en su rollo, pero recuerdo que él la rechazó la última vez o eso me dijo y le creo.

Le regaño por haberlo espantado con su cara de "soy el villano de la historia, bua ja ja ja", sobre todo porque otros lo chocan en el camino ganándose lo mismo, pero él lejos de ponerme atención dice que al único niño que quiere es a Isaff, empeorando su rostro de mal genio, aunque sin soltar mi mano. De pronto, trato de soltarlo, caigo en cuenta de que alguien puede vernos, pueden descubrirlo tan solo con este simple gesto, pero él no me lo permite diciendo que al primero que diga algo, le mentará la madre hasta que se arrepienta de haber nacido con boca.

Alcanzamos el local y vamos por los pasillos de la tienda donde hay adornos de todo tipo: tornasoles, de colores, corbatas de plástico, máscaras, pelucas y muchas cosas de fiesta. Renata se vuelve loca de manera literal haciendo que Isaac la mire como bicho raro encontrando en el área 51, disimulando que no está acompañándola y no la conoce. Empezamos a meter cientos de cosas para centros de mesa, platos decorativos, algunas pelucas, pero sobre todo antifaces con plumas sintéticas para alrededor de sesenta personas, la cantidad de invitados hasta ahora; sin embargo, Isaac siendo perfeccionista y precavido, dice que llevemos más, porque "La gente es jodidamente descarada y llevan a la prima, la tía, la hermana, el sobrino y la amiga sin avisar"

—No pienso ponerme una puta bufanda de brillos —dice cuando se la estoy midiendo por encima, está cruzado de brazos, lleva una camisa negra de manga corta ajustada y una americana ligera de un traje entero en un estilo elegante, pero fresco y yo le pongo eso alrededor poniendo un gorrito tipo mago, pero se ve muy gracioso con la cara de puño.

—¿Y serás el único sin accesorios, fuckboy remasterizado? —pregunta Renata, lleva unas gafas plateadas de plástico, un gorrito como de pescador rojo neón y una de esas cosas que soplas y se estiran con un sonido gracioso.

—Prefiero escalar la torre Eiffel de la ciudad a menos dos grados usando solo boxers que ponerme algo de esto —dice señalando el carrito lleno—. Agradezcan que voy a disfrazarme como aristócrata de los años 20s y no iré con mi chaqueta de cuero.

Ren y yo nos reímos para ir a pagar, pero Isaac se nos adelanta antes de poder sacar la billetera, dice que Michael es más su hermano que el mismo León y pagará los ornamentos y el licor. Lo dejamos, mientras pienso en todo lo que estoy viendo de diferente en él, a pesar de eso, sé que con otras personas más allá es diferente. Salimos de la tienda con los paquetes y Ren se desvía en el camino al estacionamiento para ir a la tienda naturista, así que Isaac y yo nos quedamos solos subiendo todo a la parte de atrás de su camioneta. Está al final del espacio, así que a menos que se esté cerca no nos ven.

—¿Es cierto? Lo que dijo Renata, ¿Tienes un ligue con alguien? —pregunta cruzado de brazos, sé que está celoso, se le nota por encima de la ropa. Me sonrío cruzándome de brazos también—. Respóndeme, sé honesta como yo lo he sido con respecto a mis rollos con Karen y Sara.

—¿Por qué te sorprende que alguien más que tú pueda quererme? —pregunto estrechando los ojos porque no me gusta el ritmo que está tomando la conversación.

—Nunca dije eso, deja de interpretar lo que te da la gana de mis palabras... sé que siempre has tenido pretendientes, tuve que pelear con varios ¿O te olvidas?, sé que ahora debes tener también algunos más, digo, mírate, tienes un cuerpo para tener un infarto y además de todo eres inteligente, apoyas, das más de lo que recibes y sin motivos ocultos, adoptaste al bebé para protegerlo de una posible vida horrible ¿quién no querría salir contigo? —empieza dejándome de una pieza, nunca me imaginé poder escuchar esas palabras viniendo de su boca—. Fue estúpido pensar que estabas sola, sólo dime si es cierto.

—Sí... tengo un amigo con derechos especiales, como tú y Karen —un deje de dolor atraviesa su mirada, pero desaparece pronto—. ¿Qué con eso? Pactamos que no nos involucraríamos con nadie más y por lo menos yo, lo voy a cumplir.

—¿Es importante para ti?... no, no respondas, no me importa —dice haciéndome un gesto con las manos para acercarme a él tomando mi cintura—. Tengamos una cita, nunca hemos tenido una. Después de todo, tarde o temprano todos se enterarán que llevas más de un año de haberte separado.

—Bien, tengamos una cita —acarició su cabello de forma distraída.

—¿Acampamos en el desierto bajo las estrellas? —sugiere emocionándome. No sé qué pasó, tal vez el comentario de Renata lo hizo darse cuenta de que no es mi única opción y hace todo lo que debe para que yo no salga corriendo

—Después de comer en un restaurante de carnes —afirmo pasando las manos por su cuello, me encanta estos gestos de normalidad, aunque no tengamos un nombre, nos estamos cuidando y teniendo clichés que me encantan—. Pero necesito saber algo, Isaac, y sin eso no pienso seguir.

—¿Qué cosa? —pregunta curioso frunciendo el ceño, espero que mi pregunta no le moleste.

—¿De verdad me ves sólo como sexo? ¿no hay algo dentro de ti que te dice que es algo más? Hemos pasado por mucho, nos hemos apoyado, sostenido, estado uno para el otro desde siempre como una vez te dije "Juntos desde siempre y para siempre" sé honesto conmigo, porque no es por presionarte, pero Ren tiene razón, el hombre del que habla solo está esperando a que yo le diga "sí quiero" —murmuro causando que desvíe la mirada, pero contrario a lo pensado no me suelta y huye.

—¿Podrías darme un tiempo para responder?

—Sí, entiendo porque yo misma estoy insegura de esto, pero no me digas cosas que me hagan sentir como muñeca inflable, a la que pisoteas a tu antojo, porque uno, no me voy a dejar de ti, y dos, lo único que ganas es que yo te odie de verdad —me sincero sorprendiéndolo notoriamente, mientras mueve sus delgados dedos sobre mi cintura en una suave caricia distraída, que me hace suspirar.

—No quise que te sintieras así —asegura mirándome fijamente con honestidad—. Porque no lo eres... solo dejemos que pase lo que debe y ya. Ninguno tiene compromiso, no herimos a nadie y no me hables de Sara y Karen porque a ellas nunca las dejaré llegar tan lejos conmigo ¿Qué dices?

Lo beso traviesa a modo de respuesta, mientras aferro mis manos a su rostro y él a mi cintura pegando mi espalda a la camioneta con fuerza, y de pronto nuestro beso pasa de ser calmado y lento a pasional dominado por el deseo, pegando mis curvas contra sus músculos duros y en tensión. Me sujeto a sus brazos, esos que me encantan desde siempre sin importar que se vean sus cicatrices, a mí no me molestan, me muestran la fuerza que tuvo en su momento enfrentando al monstruo de Theodore con quien tengo una jodida cuenta pendiente, no sabe la víbora que se echó encima desde el momento en que Isaac me contó. Sus besos pasan por mi mandíbula hasta el lóbulo de mi oreja, bajando por mi cuello, con mis glúteos llenando sus manos. Agradezco que el subterráneo sea grande y nosotros estemos en el extremo opuesto de la entrada; sin embargo, no es suficiente para evitar que una persona nos vea...

—¿Isabella? ¿cariño eres tú? —dice una voz a nuestro costado deteniéndonos. Ambos miramos estupefactos, pero sabíamos cómo nos estábamos exponiendo. La veo atónita, Isaac estaba a punto de cogerme contra su vehículo y ella lo vio todo.

«Mierda, ahora sí estoy bien jodida»

—¡Ma... ma... mamá! —digo emocionada, pero tartamudeando, le había jurado alejarme de Isaac cuando me veía llorar por él en la adolescencia por largas noches de insomnio pensando en que se estaba acostando con otra, pero aun cuando no le decía a mamá, tenía la esperanza de que volviera a mí al día siguiente bajo cualquier excusa estúpida. Sí, lo sé, era una tonta, aunque en este punto soy capaz de admitir que a pesar de haber cambiado y no dejarme ser tratada de una segunda opción, nuestra relación es como una adicción. Somos dependientes el uno del otro, sabemos que nos puede enganchar, bien lo dijo él, somos fentanilo uno para el otro, heroína pura, aquello capaz de llevarte al cielo y dejarte en el infierno con la misma facilidad.

—¡Hija mía, mi cielo hermoso! —dice emocionada y corro a sus brazos abrazándola con fuerza—. ¡Gracias a Dios llegaste con bien! ¡Estás preciosa, mi niña! ¿Cómo estás? ¿dónde está mi nieto? Hola Isaac ¿Cómo te va? —sus palabras apresuradas me hacen sonreír y le saluda con un beso en la mejilla.

—Bien, Marina, todo va sobre ruedas —dice Isaac viéndose un poco fastidiado por ser interrumpido, aunque no se muestra grosero.

—¿No llegabas mañana? ¿por qué te adelantaste? —exclamo emocionada.

—¡Quería darte una sorpresa! Vine a comprarte algunas cosas para hacerte una fiesta, pero creo que la sorprendida fui yo...

—Mamá, lo siento, nunca creí que estuvieras aquí y...

—Siempre lo supe, mi reina, todo el mundo sabe que Isaac e Isabella son inevitables —murmura haciendo que él y yo nos miremos sin decir nada.

Renata vuelve saludando efusivamente a Marina y mamá nos invita a bebernos un café dentro, así que regresamos e Isaac vuelve a tomarme de la mano; sin embargo, mamá no pregunta nada, supongo que lo hará luego, pero no me salvaré de eso. Nos sentamos en una mesa con sombrilla en la parte de la terraza del centro comercial. Me cuenta de su viaje, sus amigas y lo mucho que me extrañó, mamá Marina es una luz, un alma caritativa, la amo por sobre todas las cosas, porque fue quien más influyó en mi recuperación, hasta pidió licencias cuando aun estaba en el Consorcio para cuidar de mí mucho más. Nunca olvidé a Carmen, pero la tuve menos tiempo que a Marina, aun así, las amo a las dos por igual, igual que a mis figuras paternas.

Mamá sigue contándome sobre todo el bien que le hizo ver otros panoramas y que Lucio ha sido un verdadero amor con ella, regresando a lo que fue hace mucho tiempo, creo que solo yo entiendo lo que eso puede implicar, quiero pensar que ha dejado a su amante, pero cuando veo a Renata parece ausente, enterrando la mirada y siento cómo Isaac, siendo tan poco sutil, le da un golpecito con la punta de su pie a ella como si buscara que dijera o hiciera algo. Lo llegué a sentir porque no fue muy suave, y recibió uno de regreso. A pesar de ese extraño intercambio, continuamos hablando hasta que llegan las cinco y mamá pide llevarnos a casa, Isaac lo hace dejando a Ren en su casa para que se cambie.

—Llámame si Fabián se porta agresivo —susurra Isaac cuando nos bajamos finalmente en la fachada de la casa Richardson, ayudando a bajar las cosas de la fiesta aquí, asegurándose de que Marina no lo escuche, acunando una de mis mejillas con una palma—. Promételo.

—Llevo años cuidándome sola, chico rudo, puedo con él —le sonrío tratando de tranquilizarlo.

—Puedes sola, lo sé, pero no estás sola —reitera besándome en la comisura de los labios.

Se marcha dejando un hormigueo en el pecho y el estómago, haciéndome pensar en lo tarde que es para ponerle freno por sanidad mental, ya he llegado al punto de no retorno, para bien o para mal. Entramos a la casa Richardson con el mismo diseño y disposición que la de los Falcon, las columnas a cada lado de la puerta de entrada, el pasillo detrás de esta con una alfombrilla que termina en las escaleras hasta el final, a la izquierda el comedor con base tallada en madera de roble y una mesa de cristal con decoración de plantas también tallado en el cristal dándole textura, con seis puestos, teniendo dos candelabros plateados con pequeñas líneas en relieve sosteniendo velas blancas rodeado de paredes en color crema con laminas en la base de forma horizontal y ribetes de madera en las esquinas como protector. A la derecha la estancia con sillones de tela marrón pegadas de espaldas al ventanal frontal de este lado de la casa del que cuelgan cortinas grises con un delgado velo tras estas, una mesa de centro de cristal grueso y patas en madera como de bañera y más allá de la estancia, el acceso al patio trasero y una de las dos puertas de la cocina, ya que la otra da al comedor.

Me siento en casa por primera vez en mucho tiempo, en la calma del calor de hogar de mamá Marina y papá Lucio, trayéndome recuerdos porque solo la decoración ha cambiado desde que llegué del hospital psiquiátrico siendo apenas una pequeña niña asustadiza. Marina me llama a la cocina para que le ayude con las picadas, los dulces y demás pues tiene pensado que Alana y Luka vengan también, así como vecinos cercanos. Bromeo con mamá, la abrazo y la beso en la frente, ella ha sido mi pilar principal, me llevaba libros cuando estuve internada, comida o cualquier cosa que pensara podía alegrarme un poco y es por eso que a ellos les debo todo. La ayudo a acomodar los muebles para hacer más espacio, aunque de por sí sola es bastante amplia

Luego de un rato, veo por primera vez a Fabián, ha entrado sigilosamente y trae una botella en la mano, inclinándosela hacia la boca, tiene la camisa desfajada tambaleándose, acelerándome el corazón. También lleva su pelo negro despeinado, mostrando su evidente estado de embriaguez monumental sin poder mantener el peso en una sola pierna sin casi caerse.

—¿Hijo? —exclama Marina sorprendida, creo que jamás lo ha visto así, pues él se esconde hábilmente de papá y mamá cuando está en el esplendor de su borrachera.

—¡¿Dónde puta mierda estabas, Isabella?! ¡El avión aterrizó ayer! —grita rompiendo la botella contra el mesón de la cocina dejando un desastre de cristales, arrancándole un grito aterrado a mamá, pero yo, estando acostumbrada a sus ciclones violencia donde rompe y arroja cosas, simplemente lo veo, aunque totalmente a la defensiva como siempre.

—¿Qué haces hijo? ¿por qué actúas así? —dice Marina al borde del llanto, con la voz temblorosa y eso es suficiente para que yo me moleste hasta el límite más alto.

—Compórtate, maldita sea, mamá está aquí. Si no eres capaz de respetarla, saca tu patético trasero de la casa y arreglamos las cosas fuera —espeto indignada por el estado en que ha dejado a mamá—. Tal vez esta vez sí logre romperte el cráneo.

«Nunca he sido una víctima a pesar de que me llevé la peor parte, pero ahora seré una victimaria»

­—Insolente soy tu marido —grita tomándome de los brazos zarandeándome, pero le doy un cabezazo efectivo que lo hace retirarse.

—Eres mi ex marido y después de lo que hiciste, no quisiera volver a verte, tramposo de porquería— empiezo, mamá reacciona preguntando qué quiero decir estando aún más desconcertada—. Preguntaste donde está Isaff, pues en un orfanato porque Fabián llamó a SS para que me lo quitaran porque él no lo quiere.

Ella apenas puede procesarlo.

—¿Cómo fuiste capaz, Fabián? ¿sabes lo importante que es ese bebé para Isa? ¡Nunca te he visto así!

—¡¿Cómo quieres que reaccione si seguramente se revolcó toda la noche con Isaac Falcon?! ¡y no te metas, esto es entre la vagabunda y yo! —le grita a Marina haciendo que ella de pasos hacia atrás asustada.

—Mi madre es una santa, pero tú eres un hijo de perra ¡La próxima vez que le grites a mamá te abofeteo con una sartén de wok ¿entiendes o la borrachera te dejó más idiota? —grito finalmente atrayendo la presencia de Lucio, quien recién va llegando a casa con el uniforme puesto aun, indagando qué pasa—. Dile a tu hijo que no le hable mal a mamá, mírala cómo está. Todo por culpa de su actuar.

Antes de que alguien pueda reaccionar, Fabián ha mandado la mano a mi cuello sujetándome tanto que me restringe el aire apenas dejándome respirar, le entierro las uñas cuadradas en la muñeca, pero no funciona. Le mando una patada que evita y ni siquiera Lucio halándolo hacia atrás logra quitármelo, me dobla estrellando mi cabeza contra el mesón aturdiéndome, con esa posición sí logro poner mi rodilla en sus testículos, no logro hacerlo soltarme del todo aunque sí me da tiempo para doblar su mano arrancándole un segundo grito de dolor.

Lucio enloquece, está incrédulo igual que mamá, llevándoselo rápidamente para encerrarlo en su habitación. Toso con dificultad y mamá me abraza, pero debemos recobrar la calma cuando llegan Luka y Alana, él como siempre, me insinúa cosas con su mirada poco amistosa y más libidinosa, Al está rara, apenas me da un saludo escueto, dejándome con los brazos extendidos porque quería abrazarla, definitivamente no es mi día en la familia. Con un silencio incómodo, acomodamos las picadas, las bebidas, el estéreo y los globos de "Bienvenida", yo trato de acercarme a Alana, pero me rehúye en la cara, está totalmente enfadada y no puedo entender porqué. Termino y subo a ver si la ropa que tengo arriba me sirve para cambiarme o deberé ir a casa. Abro la puerta de mi habitación, en la que tuve mi primera vez con Isaac, donde estuve con él antes de casarme pero encuentro un vestido tipo straplee de escote de corazón, he bajado un poco de peso a cuando lo compré por mi constante entrenamiento tratando de distender mi mente, quedando un poco suelto de cintura, aun así, se ajusta a mis curvas pronunciadas. Plancho mi cabello rojo cereza que ya llega debajo de la cintura con ligeras capas, maquillándome con las cosas de mamá resaltando mis ojos avellana con delineado, igual encontré un perfume que dejé Flora by Gucci, el aroma dulce me encanta.

Cuando bajo, los invitados han llegado y me saludan efusivos empezando la reunión. Hay música, comida, amigos y todo para hacer un gran ambiente; sin embargo, Alana me mira de forma horrible, llevando a que varios de ellos me pregunten si está pasando algo. Se ha cerrado totalmente y creo que la mirada de su prometido en mí no ayuda. Pasadas dos horas, mamá me pide bajar al sótano adaptado para almacenar vinos, a buscar una botella especial para un brindis, por ello bajo las escaleras encendiendo la luz, pero esta parece fallar. Estoy en la sección donde están los anaqueles con distintas botellas de licor, vino sobre todo, caminando por el pasillo principal que tiene a lado y lado las estanterías de metal con espacios en forma de rombo. Avanzo con el índice levantado buscando la cosecha hasta encontrarla finalmente, la tomo entre mis manos cuando Isaac me llama para saber cómo están las cosas, si mamá se opuso o si me dio una regañiza y le omito deliberadamente que Fabián está aquí y ya me agredió, él no necesita otra preocupación, pero el mencionado se aparece como un demonio invocado.

—Dime de una puta vez dónde estabas anoche —espeta abriendo los ojos de par en par como si se le fueran a salir, Isaac le escucha y me dice que salga de ahí en cuanto pueda, pero le cuelgo.

—¿Cómo saliste? —pregunto a Fabián, se supone estaba encerrado en su habitación dormido o eso dijo papá. Se abalanza encima sin decir nada.

—¡¿Dónde estabas?!

—¡Ya déjame en paz, aferrado! Supérame de una maldita vez por todas —espeto tomando la botella del anaquel, pero cuando me jalonea

Grita de nuevo, mientras le empujo furiosa, me está llevando a los límites de mi paciencia, sé que no debí colgarle a Isaac, pero no quiero ponerlo peor, tiene suficientes problemas como para venir a solucionar los míos. Fabián sigue vociferando tratando de saber dónde estaba anoche, y estoy a punto de decirlo, de echarle en cara las cosas, aunque no sea perfecta la no relación con Isaac, pero me toma del brazo empujándome contra una pared poniendo un golpe en mi pómulo, inmediatamente siento la sangre correr, así que, movida por el deseo de acabarlo, le estrello una botella de bourbon en la cabeza.

Cae aturdido, aunque no desmayado dándome tiempo a correr, por alguna razón, aun con la botella que fui a buscar en la mano. Voy de regreso a grandes pasos, pero escucho a Al discutir, al principio me parece que es con Luka, pero a medida que voy subiendo la escalera me doy cuenta de que es con mamá.

—A ver si entendí bien, llegaste un día antes para sorprender a Isabella, no a mí, a ella —dice Alana con tono dolido, Marina suspira como cansada tratando de sortear lo que se viene, todos al parecer se han quedado mudos, aunque no pueda verlos, por ello doy unos pasitos, quedando en la pared del pasillo oculta—. No logro entender cómo es más importante ¡Yo también estaba en la guerra expuesta a que me mataran! ¿pensaste en eso?

—Mi amor, por favor, no te compares con tu hermana y baja la voz, te puede escuchar

—¡Me importa un jodido comino que me escuche! ¡Ella no es mi maldita hermana, es una recogida que se aprovechó de ustedes! —grita la pelinegra salida de sus cabales—. Consumió su tiempo, su dinero, su atención, todo ¡¿Qué me importa a mí si a sus padres los mataron?! ¡hasta merecido se lo tenían y se lo buscaron!. Más aun porque es una puta desequilibrada de mierda que debería estar en un manicomio hasta morir.

Cuando dice eso la botella que traigo en las manos se desliza quebrándose en miles de pedazos cuando toca el suelo, al igual que mi corazón. Siento mis manos temblar y los ojos arder en una oleada abrasadora que me enlaguna los ojos aun si derramar las lágrimas, pestañeo varias veces mirando a la luz del techo fijamente, espantando el llanto.

Esto nunca se lo perdonaré.

—Isabella... —murmura Marina desconcertada, no sabe qué hacer y camina hacia mí—. ¿Qué te pasó, por el amor de Dios?

—Eso, ve con la huerfanita —continua Alana está ebria, lo noto, tal vez hasta drogada porque Luka le da sustancias psicotrópicas de vez en cuando, y el amor de Marina debe ser el detonador de la ira interna, sus por sus pupilas dilatadas la acusan sin remedio junto con sudoración, pero nada la hace menos responsable.

—Métete conmigo si quieres, pero deja a mis padres fuera de esto —le encamino sacando la parte de mí a quien no le importa herir y lastimar de muerte. Lucio me contiene sabiendo la clase de voz que se pasea por mi cabeza cuando dejo a la rabia llenar mis venas como un energizante más potente que cualquiera conocido por el hombre, porque viene de la oscuridad tétrica de las almas en extremo dolor. Alana da un paso atrás, pero no disminuye su ataque, sino lo contrario, doble la apuesta enterrando aun más la navaja hasta atravesar mi ya roto corazón, porque yo sí la veía como una hermana mayor, por ello permití que fuera tan incisiva en mi matrimonio y separación, pero se acabó.

—¡¿Alguna vez pensaste que tus padres merecían morir?! Y debiste morir con ellos. Eres una hija de nadie, bastarda, tu madre era una puta que se metió con otro, porque ni siquiera eres hija de Vladimir, el odio que te tiene Volkov está justificado —Marina le da un bofetón a Alana que tensa más todo el ambiente, exigiéndole que me respete. Los invitados están atónitos, miran la escena de forma incómoda como si desearan esfumarse por arte de magia en medio del aire—. Mira lo que provocas, perra.

—Vuelve a llamar a mi madre puta y te reviento el hocico, y si buscas ofenderme con eso, estás fallando estrepitosamente porque ya lo sé —confieso descomponiendo el semblante de todos, sobre todo de Lucio y Marina, me muestro fría y sin sentimientos aunque por dentro me esté derrumbando, porque no le voy a dar el gusto—. Sé que Vladimir no era mi padre biológico y sé quién sí lo es. Busca otra ofensa, a ver, saca el repertorio que has estado ocultando tantos años. Algo dentro de mí sabía que cargabas con algo.

—¡Eso era! Y tú eres igual de puta, sé lo que hiciste antes de casarte. Nunca se lo he dicho a mi hermano para no romperle el corazón, pero siempre lo supe —internamente no puedo quitarle razón, en eso sí fui una desgraciada.

—¿Sabes una cosa? Me arrepiento de haber dejado entrar en mi corazón a Fabián, debí escoger a Isaac desde el principio. Me hubiera ahorrado cirugías y cicatrices —replico a punto de soltar mi secreto.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Pregúntale a ver si tiene los cojones para confesar todas las atrocidades que me hizo pasar

En ese momento alguien toca la puerta desesperadamente oprimiendo el timbre de forma reiterada y los invitados aprovechan para irse disculpándose por tener que hacerlo, dejándonos en la privacidad de nuestra familia, pero no me espero que quien está fuera sea Isaac, Marina le abre y él pasa como un tornado encontrándose se frente conmigo, quedándose de piedra cuando repara a detalle mi labio partido, las marcas de agarre en mi cuello y mi pómulo sangrante.

—¿Qué haces aquí, Falcon? ¿qué mier...? —trata de decir Fabián, pero antes de cualquier otra cosa, el rubio le da un puñetazo que lo derriba al suelo y una patada en las costillas con intenciones de continuar dándole impactos, pero yo pongo las manos en su pecho pidiéndole que se calme, llorando hacerlo dando un par de pasos atrás.

—Cálmate, por favor, está perdido de borracho —trato de tranquilizarlo.

—Aléjate de Isabella, maltratador de mierda, o te juro que te daré una paliza hasta romperte todos los malditos huesos ¿Entiendes? —grita Isaac enfurecido, sé que si yo no lo sostengo, puede dejar a Fabián en un estado lamentable y aunque se lo merezca, no puedo dejarlo meterse en problemas otra vez—. Vámonos de aquí, Cerecita, o lo voy a matar con alevosía.

—¡Es mi esposa, no te la llevarás! —grita Fabián retenido por Luka.

—Trata de impedirlo —escupe Falcon tomando mi mano—. Y sabrás lo que significa sufrir.

—Isaac, por favor, cálmate —interviene Lucio por primera vez, saliendo del shock de la situación—. ¿Por qué dices que Fabián es un maltratador? ¿esto ha pasado más de una vez?

—Dile, Isabella, dile la verdad a tu familia. Mereces ser libre... hazlo o lo haré yo, y no seré sutil —advierte, pero trato de alentarlo a irnos rápido; sin embargo, no se mueve de su sitio acosándome con su mirada, hasta que exploto admitiéndolo. Apoyándome en Isaac cuento lo que he pasado, sus agresiones verbales y físicas, la manera en que yo me defendía respondiendo a su agresividad, luego, al llegar a la parte de las costillas rotas y el cristal clavado, Marina rompe en llanto acunada por los brazos de Lucio, quien también luce desorientado. Alana parece no saber en dónde meter la cabeza y Luka no pinta nada que ver.

—¿Cua... cuanto lleva esto, mi niña? —pregunta tímida Marina.

—Casi tres años, por eso íbamos al hospital muchas más veces de las pensadas por ustedes.

—Isaac, cariño, llévate a Isa por favor —pide mamá tratando de detener el llanto—. Cuídala mucho, a tu casa, no vayan a donde puedan encontrarlos.

—¿Cómo se te ocurre mandarla con su amante? ¡Estás senil, vieja! —exclama Fabián, pero no se espera a Isaac dándole otro golpe, esta vez en la nariz, exigiéndole respeto para ella. La sangre empieza a salir cuando logro hacerlo dar pasos en dirección a la puerta; sin embargo, tengo que decir una última cosa.

—Lucio y Marina, lo siento, pero a partir de hoy Alana está muerta para mí, no es más que un cadáver —declaro sorprendiéndola a ella y no sé qué esperaba luego de esto. Fabián ya está muerto para mí hace tiempo—. Les agradecería si no nos juntan en reuniones y siento haberme metido en su familia, a partir de hoy les quito la responsabilidad de ser padres de una desequilibrada. Vendré por mis cosas luego

—Isabella no, nunca dejaré de ser tu padre nosotros decidimos aceptarte incluso antes de la muerte de tus padres —dice Lucio besando mi frente—. Eres la única hija que no nos ha decepcionado profundamente.

Fabián y Alana lo miran incrédulos, ahora sí me van a odiar a muerte, pero no me importa, tengo a quienes necesito, uno de ellos, sujetando mi mano diciéndome que no me soltará.

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¡Gracias por leer! ¡déjame tu opinión!

¿Qué crees que pasó con Alana? ¿qué harán Lucio y Marina al saber la verdad?

MARINA DE RICHARDSON

LUCIO RICHARDSON

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