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Capítulo 32- Escondido bajo la superficie


Capítulo 32

Escondido bajo la superficie


"Para mi locura no existe una cura que no sea tu boca"

Pablo Alborán


STACEY, ISAAC Y LAURA DE FALCON AL FINAL

¡DEDICADO A RACHELVERDECIA, MIL GRACIAS POR TU APOYO Y COMENTAR! ¡LAS INTERACCIONES ME ANIMAN A SEGUIR ADELANTE!

Lloré escribiendo este capítulo por la nostalgia que siente Isa hacia el final, déjenme su opinión por favor.

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ISABELLA

Llego a la cocina para beber agua y disolver el nudo de mi garganta, apoyándome en el fregadero con la respiración entrecortada preguntándome constantemente qué esperaba de él, ¿Qué fuera un novio? ¿un hombre ideal? ¿menos patán? No, no, y no, definitivamente no debí pensar en quedarme con él un rato porque no me quiere para eso, debí tomar mis cosas y marcharme apenas pude sin decirle ni adiós. Estoy harta de esto, el tira y afloja, la indecisión, la forma de ponerme en una posición donde debo doblarme para aceptar que él es así y no tendré más, aún así volveré, somos adictos, ya me he dado cuenta del verdadero motivo de nuestro ciclo tóxico, tenemos dependencia uno del otro, que solo poner miles de kilómetros de distancia entre nosotros pudo resolver, por ello lo condicioné para irse a Colombia esa noche, si se quedaba iba a ser mi amante a escondidas; simplemente porque soy incapaz de soltarlo.

¿Es insano? ¿tóxico en extremo? ¿dañino para ambos? Sí, puede que todo lo anterior sea cierto; sin embargo, nos aferramos al clavo ardiendo de nuestra relación aunque este nos queme las manos hasta los huesos, hasta sentir el peor dolor en la vida proviniendo de la herida causada por luchar por estar unidos y sé que no es una relación ideal, no debería ser así y no hay NADA de romántico en tanta toxicidad, en los celos, no es romántico estar todo el tiempo peleando y regresando como algo empezando y terminando una y otra vez, pero nos hemos hecho así, no somos un ejemplo a seguir ¿Puede mejorar? Claro, si ambos ponemos de nuestra parte. Estoy dubitativa cuando siento que alguien está a mi espalda y me preparo para enfrentar a Isaac, pero no es él.

—¡Dios! —exclamo cuando al girarme me encuentro con Laura de Falcon y Stacey, junto con dos perros de raza pitbull, Hypnos y Tanathos* de Isaac—. Se...señora Laura.

«Mierda, estaba tan enojada que no escuché el ascensor abrirse»

—¿Isabella? ¿Qué haces aquí, mi niña? —se acerca rodeando la isla de la cocina como si viniera a abrazarme, pero se detiene cuando repara en que visto la ropa de su hijo, aunque sigue y me envuelve en sus brazos aferrando su pequeño cuerpo al mío. Está más delgada que la última vez que la vi con su cabeza rapada totalmente calva, aun sí conserva sus facciones delicadas envueltas en ternura, pero al mismo tiempo está desconcertada. Los perros se acercan olfateándome, para hacer piruetas al reconocer mi olor de cuando las visito, ellas cuidan a los cachorros de Isaac pues no pudo mantenerlos en Colombia por el trabajo.

—Yo... yo... esto... verá —tartamudeo como una verdadera idiota borracha hace tres días.

—Isabella ¿Ya te vas? ¿qué tanto ruido haces? —pregunta Isaac. Viene caminando con algunas gotas de sudor deslizándose por sus sienes—. ¿Mamá? ¿cuándo llegaste?

—¡Isa! —grita Stacey abalanzándose contra él emocionada, sé que es su modelo a seguir, para Falcon su madre y su hermana lo son todo, las únicas que le importan realmente, siendo admirable teniendo en cuenta la clase de padre que seguramente intentó inculcarle misoginia y machismo, pero Laura logró ganarle la batalla silenciosa haciendo de Isaac un buen hombre, aunque él trate de hacerse el rudo... mejor dicho, sí lo es, tosco, grosero, seco y apático, pero no tan malo como todos piensan. Cuando el sale de la impresión la rodea con sus brazos dando una de las sonrisas sinceras que me encantan de él.

—¿Cuánto creces al día, Pelusa? —exclama separándose de ella, quien se pone sobre sus pies. Él mide casi metro noventa y ella, aun pequeña, se le ve más junto a él—. ¡Hola mamá! —Laura le abre los brazos y él se apresura a su encuentro, apretándola con la misma fuerza de su amor implacable, ella lo acoge besando su mejilla y conmoviendo mi corazón ante la escena que veo, siendo militares no sabemos cuando moriremos, más aún si vamos a países en guerra como Afganistán donde la muerte está a la orden del día, por ello familiares y amigos viven con el alma en vilo de que la siguiente vez donde vean a su ser amado, será en un ataúd, por ello, son tan emotivas las bienvenidas, un alivio de toda la presión al verlos sanos y salvos. Siento algo de nostalgia, la única persona que podría recibirme así sería mamá Marina y ya quedé en ir cuando vuelva a la ciudad, pues estaba con amigas dando un paseo para luchar con la depresión que la aqueja desde hace meses.

—No te fuiste por tanto —dice Stacey soltando a su hermano y viniendo a saludarme, pero también se detiene por un momento al verme a medio vestir y solo quiero desaparecer a ponerme ropa decente, aunque ella sigue y me abraza fuerte. A pesar de que su hermano y yo no éramos amigos precisamente, en medio de peleas, reconciliaciones, no relaciones, me encariñé con Stacey pues visito regularmente a Laura como una tía desde niña, era la mejor amiga de mamá, como una madre quien cuidó de mí por muchos años a la parte de Lucio y Marina, todavía más en este momento con su condición. No se lo diría a Isaac, no sé cómo reaccionaría, pero cuando finalmente la muerte de Laura llegue, será como perder otra vez a mi madre.

—Isaac tiene razón, estás hecha toda una señorita, pelusita —digo besando sus mejillas. Su delicado cabello rubio cae en una capa recta hasta la cintura y sus facciones delicadas la hacen ver como una verdadera princesa en un cuento de hadas, casi dieciséis años y parece de más edad por sus facciones definidas y un cuerpo que se ha formado un poco más rápido.

—¡Tengo mucho que contarte, big brother! —exclama emocionada y yo incómoda pido excusas para ir a cambiarme, no soporto más la presión, caminando hacia la habitación a mi morral camuflado sacando un pantalón jean ajustado de color negro y una blusa sin mangas de tirantes gruesos en tono azul turquí, el calor está golpeando fuerte la ciudad, pero cuando estoy en la habitación Isaac nos encierra dentro.

—Tranquilo, ya me largo a mi casa, pero no podía irme en pelotas —digo sin dignarme a verlo de frente, la mañana ha estado muy cargada de emociones como para dejarlo afectarme más, pero me arde el pecho de repente, la garganta y los ojos reteniendo lágrimas.

—Es que no entiendo porqué te quedas como si fuéramos una pareja y además creí que irías a tu casa, pensé que querrías estar en tu espacio —dice con fastidio dejándome más que claro que soy un cuerpo que desea, pero no significo mucho más aparte de eso.

—Por estúpida, por querer estar contigo como una idiota, aunque no tengamos nada porque me acostumbré a tu compañía —espeto poniéndome el pantalón estando furiosa, deslizándolo por mis piernas torneadas ajustándolo a mis caderas un poco anchas, en palabras de Isaac, como reloj de arena—. Por no querer regresar a mi apartamento a estar sola pensando en Isaff o enfrentar a Fabián sabiendo que debe estar hecho un ogro de montaña muy seguramente perdido de borracho, porque no le contesto las llamadas desde ayer. Por querer evitar un confrontamiento horrible, pero no te preocupes, ya me voy para no volver a pisar este apartamento.

—No pensé en eso —admite con menos fastidio, mientras me pongo la blusa tomando luego mi largo cabello haciendo trenzas tejidas dividiendo mi cabello en dos. Él alza los blackout dejando pasar la esplendorosa luz de sol de las diez de la mañana en punto, aunque su habitación está helada por el aire acondicionado y mientras me bañaba él tendió la cama y acomodó todos los almohadones negros con ribete rojo vino a juego con el cobertor de este color, tan perfectamente que no veo arrugas. Cerró los cajones, enrolló los cargadores y acomodó mis zapatos que había dejado de cualquier manera, así es él, perfeccionista y todo le gusta de esta manera ordenada al máximo.

—Me voy acostumbrando a que de repente te olvides de qué sienten los demás —espeto en tono fuerte, por eso él enciende el televisor de pantalla extra delgada con varias pulgadas, conectado a un sistema de teatro en casa, todo para que su madre y Stacey no nos escuchen discutir.

—No te vayas entonces, mierda, no pensé que Fabián te está esperando ¿Te llamó de nuevo?

—Sí, de hecho, me amenazó, pero da igual, tarde o temprano tendré que verlo... nos vemos después en la central —pongo mi mochila al hombro, pero él me detiene, haciéndome suspirar cansada.

—No te vayas, dime cómo te amenazó —pide de nuevo sosteniéndome por la cintura inclinando su rostro hacia mí—. Venga, deja eso en el suelo. Quédate y cuando mamá y Stacey se vayan te llevo a tu casa hasta asegurarme que no te hará nada.

—No, tú tienes razón, estoy invadiendo tu casa y privacidad —sigo tratando de salir, pero se interpone de nuevo. Su ropa se ajusta al pecho y está demasiado cerca de mí como para regular mi salud mental y coherencias para responder, pues la verdad no quiero irme, estar sola me deja demasiado tiempo para sobre pensar los asuntos, cosa que no puedo permitirme, menos cuando no estoy rodeada de personas constantemente como en Afganistán, ya que tenemos algunos días libres al llegar de comisión. En la televisión pasan un programa mañanero con noticias de todo tipo y creo ver la foto de Tanner en la esquina inferior izquierda, aunque cuando vuelto a fijarme me doy cuenta de que solo fue impresiones de mi mente.

—No quiero que te vayas, me sorprendió, eso es todo... cuando estoy con una mujer generalmente se marcha al poco tiempo.

—Ya te dije que me voy —afirmo empujándolo con mi hombro alcanzando la perilla de la puerta, girándola hasta la mitad, logrando abrir la puerta—. Y no me compares con tus ligues de una noche.

—Haz lo que se te dé la puta gana entonces, no es como si te fuera a rogar —dice alterado ya, he colmado su paciencia, pero su respuesta detona en mí las ganas de discutir, lo que me lleva a cerrar de vuelta encarándolo. Está cruzado de brazos mirándome de forma dura.

—No eres capaz de crear relaciones firmes ¿Y sabes qué? Ya aprendí la lección. No voy a esforzarme por nada más —exploto finalmente dejando salir todo, señalándolo mientras hablo con la sinceridad corriendo a raudales exponiéndose por primera vez sin temor.

—Isabella a mí solo me interesa follar, lo único que he buscado los últimos años, no quiero una relación estable ¿Vale? No busco eso en nadie, ni en ti, ni en Karen o Sara. Me preocupo por ti, te cuido, pero no voy a tener un noviazgo contigo, al menos no ahora —discute gesticulando dando vueltas de ida y venida a través de la habitación como un halcón en una jaula, desesperado por no saber qué hacer.

—Vaya, es reconfortante saberlo —escupo con sarcasmo puro, haciendo con mis manos movimientos como si simulara un cartel—. ¡Admírenlo, fotografíenlo! ¡Isaac: el militar gigoló!

—Ya lo hablamos, quedamos en que no era nada más.

—Lo sé —me encojo de hombros fingiendo que estoy despreocupada—. Así que te voy a tratar como el folla amigo que... no, eso no, no somos amigos, mejor el folla enemigo que eres ¿Vale? No nos involucramos más allá de eso. No hay mañanas compartidas, almuerzos juntos o salidas a ninguna parte. Llegamos, follamos, nos vamos y no involucramos a mi bebé en esto, si puedo evitar que se encariñe más con alguien que puede desaparecer en cualquier momento, lo haré.

La expresión en su rostro es indescifrable, pero ya no me importa lo que sienta.

—No fue lo que quise decir... —parece no asimilar bien mis palabras, me imagino que nunca se imaginó que algo así fuera mi respuesta, sino un ruego, una disculpa o cualquier otra cosa menos la forma de verlo así.

—No me interesa qué quisiste decir, tuviste razón cuando en Afganistán dijiste que nunca tendremos nada. Así que nos vemos, folla enemigo.

—Deja de decir eso.

— ¿Qué es lo que no te gusta? ¿Qué te diga que lo único que quiero ahora de ti es tu pito? Tengo necesidades y tú las vas a cumplir, punto —reitero con mucha indignación, tratando de regresarle una pizca del dolor.

—¡No te reconozco! —grita aún más desesperado—. ¡¿Por qué estás hablando así?!

—La que no se reconoce soy yo ¿Preocupándome por tu insulina? ¿cocinándote el desayuno? ¿quedándome en tu casa para estar contigo? No sé porqué fui tan estúpida, pero no te preocupes, no volverá a suceder, que se te acabe la puta insulina y muérete de hambre, ahora si me permites me largo. Llámame cuando quieras follar —me encamino a la puerta, pero se me atraviesa sujetándome con firmeza, aunque sin hacerme daño; sin embargo, un deja vú me llega de los momentos en que Fabián me golpeaba, así que cierro los ojos con fuerza, encogiéndome esperando el golpe por costumbre, pero nunca llega, claro que no, es Isaac Falcon y no Fabián Richardson.

—¿Crees que soy capaz de golpearte? —pregunta soltándome con desconcierto, dando un paso atrás. Me quedo calla, tal vez torturándolo para que se coma la cabeza resolviendo la pregunta por unos momentos, pero me arrepiento al ver el dolor intenso en la forma de mirarme, está herido, lastimado profundamente. Sé que en el fondo teme convertirse en Theodore, y es así como ese ser despreciable empezó a ser el monstruo que es hoy en día.

—Es la fuerza del hábito, no porque piense que puedes hacerme daño —mi ira se ha aplacado con su expresión ante la posibilidad de que lo piense capaz de golpearme.

—¿De verdad me ves como un pito?

—No, te veo como más, pero voy a ser tu espejo, te doy lo que me des. Si creíste toparte con una mujer débil que va a aceptar cada herida con devoción sin reclamarte y perseguirte rogando las migas de cariño, estás muy equivocado, conmigo te jodiste si es tu plan —digo dejando caer la mochila.

—Siento lo que dije, Isabella, no te vayas. Déjame llevarte a casa y cerciorarme que todo estará bien —dice—. Mamá seguro quiere compartir contigo y Pelusa también... pedimos algo de comer o...

—Eres adicto a gastar dinero ¿No? —le digo con media sonrisa—. Yo cocinaré, si su altecita me lo permite.

—No me digas así, Potra salvaje, ¿Qué necesitas? Mandaré a traer de la tienda todo para un plato gourmet de gente ricachona que te gusta preparar, pero a mí no me metas, me rebano el dedo de solo pensar en coger el cuchillo que seguramente tomaría por el filo.

Sin poder evitarlo me rio escandalosamente, porque es cierto, es un traste en la cocina, en cambio yo he tomado cursos porque amo la gastronomía.

—Está bien, pero a las tres de la tarde debo estar con Renata, planearemos lo de Michael, compraremos todas las cosas.

—Dile que venga y salimos los tres, ustedes son un peligro de rosa, fucsia y lila —dice con cara de "Pinches mujeres locas", toma mi cintura y me lleva fuera.

—Perdóneme, señora Laura, tuvimos un inconveniente y por eso me fui, pero de verdad me alegra verla ¿Cómo se siente? —pregunto cuando Stacey viene hacia mí abrazándome de lado, me dice que me ve como una hermana mayor por el tiempo juntas.

—Tranquila, mijita, todo está bien. Me alegro de verte ¿Te quedarás entonces?

—Sí, le propuse a Isaac cocinar para ustedes ¿O prefieren pedir a domicilio? —le pregunto peinando el cabello de Stacey.

—¿Quién cambiaría uno de tus platillos por uno en la calle? —dice Stacey muy seria, es adorable de una forma extremadamente tierna, e Isaac le da la razón en un comentario made by animal del monte.

—Voy a bañarme, Pelusa llama al supermercado, mi tarjeta está en la billetera en la mesilla junto a las llaves de la entrada, pide lo que quieras —dice Isaac tomando agua helada que saca de una jarra trasparente de cristal grueso.

—¿Puedo pedir Nutella? —dice ella con un tono consentido.

—¿Por qué preguntas si sabes que sí? Ganas de perder saliva —responde él con su usual brusquedad, pero ella le tuerce los ojos con una sonrisa—. Pide lo que necesites, Fox, usa la cocina como prefieras.

Se pierde pasillo adentro dejándome sola con Stacey y Laura a quienes les sonrío abiertamente.

—¡¿Eres la novia de mi hermano ahora sí?! —exclama Stacey emocionada como si viera a su boy band favorita.

—¡Stacey! No seas imprudente —regaña Laura, pero a mí no me incomoda, la amo como mi hermanita—. Lo siento, Isa.

—No se disculpe, no pasa nada, es apenas justificable que lo crea, me encontró en su ropa y apartamento a primera hora —me encojo de hombros, la pequeña me pide que trence su cabello, así que empiezo separando la sedosidad de sus hebras delicadas que se iluminan por el sol entrando por el ventanal que da a la terraza, este cubre casi todo el costado con solo una parte corrediza. Laura se ha sentado en la silla alta que está en la barra de la cocina que detrás tiene la isla y hasta el final el mesón negro con veteados blancos donde está el lava trastes y los seis fogones, equipada con todo, cuchillos de diferentes tamaños ordenados en su base, espátulas, licuadora de varias velocidades, hasta freidora de aire, haciendo que me pregunte para qué si Isaac no cocina.

—¿Y puedo preguntarte algo? —dice Laura con una sonrisa, así que asiento sabiendo cual es—. ¿Estás engañando a Fabián con Isaac? No me malinterpretes, pero tu esposo y tú tienen una relación hermosa ¿Qué pasa, mi niña?

—Hace más de un año terminé mi relación conyugal con Fabián e Isaac y yo... no sé, es complicado, somos complicados —aprieto el tejido de Stacey para terminar con la primera trenza. Es lo más sencillo que puedo explicar el embrollo. Sigo tejiendo mientras Laura habla de sus terapias y parece estar optimista, pero veo un temor por debajo de la superficie buscando esconderlo, seguro no quiere que sus hijos sepan de su miedo a la muerte, se preocuparían mucho más si lo hacen.

Hago la lista de las compras cuando Isaac sale perfumado y con un pantalón jean y una camisa negra de manga corta, ha retocado su barba dejándola prolija y su pelo tiene un poco de gel. Ofrece ayudarnos, pero rechazo su oferta porque Pelusa me ayudará, pero le pregunto si puede venir Renata, accede y a ella le emociona.

Las cosas llegan a la par de Renata, así que Stacey, ella y yo nos ponemos manos a la obra para hacer crepas de pollo y champiñones con salsa de queso mozzarella, no es gourmet, pero delicioso. Cortando Stacey es muy hábil, ha aprendido a cocinarle a su madre, aunque ellas tienen una empleada doméstica interna, solo sale los fines de semana y la pelusita se dio a la tarea de saber cómo hacer los alimentos sola, pues ha tenido que madurar intempestivamente para cuidar de su madre, desconociendo la amenaza de su padre sobre Isaac para no regresar a cuidarla. Me habla de su fiesta emocionada invitándome y si puedo ir con su hermano como acompañante, creo que a ella le gusta nuestra relación, también invita a Renata y su novio, pero se sorprende cuando sabe que es Michael.

—¿Loquillo Michael? —exclama emocionada—. ¿El mismo que se atreve a decirle a la bola de mal genio de mi hermano "Gato fiero"?

—Oye, te estoy escuchando, Pelusa, voy a esconder tu Nutella —dice él con media sonrisa poniéndose a mi lado—. ¿Qué hacen, cerecita?

—Tu favorito —digo desmenuzando el pollo con dos tenedores, dándole un golpe en la mano cuando trata de robarme haciendo reír a Stacey y Renata descontroladamente. De pronto él gira mi rostro con una mano y me besa.

—¡Hey tramposo! —dice Renata y es cuando noto que Isaac me besó para distraerme y llevarse pedazos de pollo—. Nombre, así no se puede, mami, ¿Cómo te dejas? —dice ella con tono decepcionado. Él se aleja victorioso diciendo que si no necesitamos nada, estará con Laura en la habitación hablando con ella y le digo que vaya, sé lo mucho que la extraña. Él se debe a su madre totalmente y me encanta que debajo de esa coraza de rudeza haya más. Un rato después hemos terminado de preparar los ingredientes, así que lo ponemos al fuego. Laura regresa acompañada de Isaac y me llama a hablar en privado, y ello nos lleva a tomar el sol sentadas una junto a la otra.

—Isaac me pidió un consejo sobre ti —empieza con una sonrisa en calma—. Primero se aseguró de que yo supiera el secreto y no andar de bocazas.

—¿Sabías que Vladimir no es mi padre biológico? —pregunto en tono bajo, ella acuna mis manos entre las suyas, está helada a pesar de estar bajo el sol abrasador, pero su piel se siente suave.

—¿Cómo lo supiste, pequeña? —luce un poco desconcertada—. No sé si Isaac me dijo todo.

—Muchas cosas desembocaron en esto, pero específicamente un capturado de La Triada, Isaac me ayudó a interrogarlo... quiero saber de él ¿cómo era? ¿es verdad que es despiadado? Mi padre biológico, digo.

—Thomás Deveraux sí tiene impulsos violentos, todos los Deveraux, pero Carmen me contó que la amaba mucho, fue difícil para ella decidir porque incluso luego de salir de La Triada, Thomás la cuidaba, la llamaba y tu padre lo sabía, porque aunque Carmencita eligió a Vlad, saber que eras hija de Tomasito... así le decía ella —explica con nostalgia, sus ojos azules lucen un poco acuosos al hablar de mamá—. Bueno, decía que él tenía derecho a saber cómo estaba su bebé, creo que a tu padre no le agradaba mucho la idea, pero aceptó que era injusto negarte el derecho a conocerlo, aun más sabiendo que era un buen hombre y te amaba mucho, aunque te cree muerta como muchos otros, igual que tus abuelos maternos, ellos también creen que moriste esa noche con tus padres.

—No sé cómo sentirme o qué hacer —confieso cerrando los ojos con el sol dándome la calidez que siento haber perdido

—Carmen y Vladimir fueron tus padres, eso está claro. Él te amó hasta el último día de su vida y lo que haya podido ser no importa en realidad —dice con amor acariciando mi mejilla—. Tienes la opción de conocerlo, pero todo es tu decisión. Creo que lo hará muy feliz ¿Sabes? Eres su primogénita, la hija que tuvo con el amor de su vida.

—No creo que un escándalo de una hija no reconocida le convenga en las elecciones.

—Thomás te elegiría a ti por encima de la presidencia, lo sé. Hablé con él en un par de ocasiones cuando visitaba a tus padres en Colombia a escondidas de su familia y el amor por Carmen y por ti se desbordaba, así que no le importaría, o al menos eso pienso... pero sin importar si lo buscas o no, siempre me tendrás a mí —asegura sacándome lágrimas emotivas—. Me recuerdas mucho a tu madre, no sólo en lo físico, en lo gentil, amable, amorosa, sinceramente espero que esto con Isaac te haga feliz.

—Isaac es complicado en verdad, siento que retrocede más que avanza —digo suspirando y mirando hacia la entrada checando que él no esté escuchando.

—Mi relación con su padre lo marcó para siempre, tenle paciencia... no le digas que te dije, pero Isaac siempre te ha querido, no lo ha dicho literalmente, pero no es necesario porque se nota —murmura susurrando en un secreto que me emociona hasta los huesos, dibujando una sonrisa en mi rostro que pienso no se podrá borrar con facilidad—. Venga, volvamos adentro antes de que ese cotilla se dé cuenta del tema en la conversación.

Regresamos y él susodicho recibe llamadas de Karen, contesta una donde le dice que le mostrará la ciudad, pero a su tiempo, dice que está ocupado con gente importante y luego hablarán, pero lo que más me emociona es que en una video llamada, Tania, la trabajadora social, está con el bebé y él sale en cámara, así que corremos a verlo y se ve adorable, lleva un trajecito de marinero y un chupo, mientras juega con un pato de hule, cuando oye mi voz se concentra en la imagen y se ríe causando que se caiga el chupo.

—Señorita Fox ¿Cómo está? —saluda Tania, es una mujer en sus cincuentas con cabello chocolate y ojos cafés que me están mirando con amabilidad, mientras sostiene el teléfono frente a ella en un ángulo en que se ve a Isaff—. Sé que está preocupada por el niño, pero no se angustie, está muy bien y yo esta mañana puse en estado de proceso de adopción por ustedes. Isaac tiene mucha influencia y le han concedido un proceso más rápido.

«¿Ustedes? ¿qué quiere decir?»

—Mil gracias, es un alivio —murmuro enternecida por cómo le queda la ropita.

—La semana que viene se agendará una cita para que vengan y puedan hablar con nosotros, estudiaremos los papeles y luego iremos a su casa para finalizar. Se harán visitas regulares para asegurar que todo esté bien —continua Tania—. Debo irme, quería que vieran al niño, pero debo llevarlo a una evaluación.

—Cuídelo mucho, por favor, es mi hijo —le pido con tono suplicante.

—Por supuesto que sí, Isaac me ha pedido que le de prioridad. Tengan un lindo día —murmura con gentileza. Isaac baja el teléfono y lo guarda sin decir una palabra.

—¿Por qué dijo ustedes? —le pregunto, la idea que hay en mi cabeza parece irrisoria, pero me he dado cuenta que con este hombre cualquier cosa es posible. Desvía la atención y trata de escabullirse, pero me atravieso—. Isaac Falcon, ¿Qué hiciste?

—Porque tal vez le dije que somos pareja, nos vamos a casar y ambos rescatamos al bebé porque la vieja cartón tenía razón, una pareja tiene más factible la adopción, así que no me hagas quedar mal o te pateo el trasero hasta que termines en Colombia ¿Entiendes? —dice y en un impulso que no sé de dónde sale, lo abrazo colgándome de su cuello, desestabilizándolo hasta dar pasos hacia atrás—. Tenemos que comprar un jodido anillo para que lo uses cuando vengan.

—¿Vengan? —digo aun colgada con sus manos en mi cuerpo.

—Tal vez también le dije que vivimos juntos aquí y tenemos el cuarto del bebé preparado. Mejor dicho, según ellos somos una pareja estable y perfecta para el niño que lleva cinco años de relación. Por cierto, debes finalizar ese divorcio lo más rápido que puedas, así que toma al muñeco de pastel de las pelotas si es necesario o yo me encargaré de sacarle la firma a putazos —afirma cuando Laura va al baño, no le gusta ser tan grosero cuando está ella o Stacey, pero la peque no se fue.

—¿Quién eres tú y qué hiciste con el fuckboy remasterizado? —pregunta Ren acercándose con la mirada de ojos entrecerrados, tocándolo con su dedo índice picándolo varias veces, cosa que me saca una risa y a Stacey igual—. ¿Es una abducción? ¿estás poseído como en el libro de La Huésped? ¡A ver tus pupilas!

—Sigue aquí, así que continúa molestando y te la verás conmigo, pequeña minion chismosa —responde él con fastidio haciéndonos reír.

——————00——————

Cuando hemos comido, salimos en la camioneta de Isaac, Laura se sube adelante y Ren, Stacey y yo atrás, lo que me permite verlo a él, cómo sonríe con su familia, se ve alegre y su lado tosco es menos evidente. Va manejando concentrado, mientras suena "Eres mía" de Romeo Santos y me mira travieso por el retrovisor sonriéndose de la misma manera, cuando llega a la parte de "Si tú te casas el día de tu boda le digo a tu esposo con risas, que solo es prestada la mujer que ama, porque sigue siendo mía". Esta historia entre los dos va desde los descubrimientos dolorosos de un pasado palpitante, hasta los momentos eróticos más calientes de mi vida «Qué cosa más rara esta». Avanzamos a través de la ciudad hasta llegar al costado de North Las Vegas por la salida donde está la base de la Fuerza Aérea, avanzando un poco pues la ciudadela urbanización de los agentes del Consorcio Praetor está ahí, pero me siento incómoda, trae recuerdos agridulces andar por las calles donde crecí, pienso en Carmen y Vladimir, así como Lucio y Marina, Fabián con nuestro noviazgo, en fin, todas aquellas cosas en mi memoria.

Pasamos por varias edificaciones hasta llegar a casa de los Falcon, la estructura es dolorosamente familiar, dos pisos, entrada con pilares en el porche sosteniendo parte del segundo nivel, cuatro ventanas arriba y dos ventanales en la parte frontal, uno de la estancia a la izquierda, otro del comedor a la derecha. El terreno se expande hacia adelante con césped verde y también, Laura cultiva florecillas en materitas por todo el borde de los alfeizar de los cristales, todo pintado en un color crema y negro, siendo todas las casas iguales, la de mis padres esta justo al otro lado. Ha permanecido vacía desde aquel día, ningún agente ha querido habitarla luego de la tragedia, creo que piensan en una energía oscura dentro, por ello me escabullía desde la casa de los Richardson casi al otro lado de este costado y me sentaba en la mitad de la estancia, cosa que deseo hacer en este momento, y así lo hago, cuando me he despedido y en un descuido de todos desaparezco para ir de nuevo.

Entro por la puerta de atrás, entrando con temor encontrándome con el eco del vacío golpeándome en una oleada de recuerdos. Todo se dinamita, se hace visible, en mi mente los objetos se recolocan, las lámparas de capuchón en las mesas esquineras los sillones color miel de cuerina, las cortinas se mueven en un vaivén hipnotizante y las alfombras perfectamente limpias son suaves al tacto. El tocadiscos de papá en la esquina del espacio con un mueble junto a este donde están sus discos de vinilo en sus empaques. Las paredes actualmente descascaradas con grietas en la pintura clara, toman de nuevo su esplendor con el arte que a mamá tanto le gustaba colgado de ahí, decorando toda la casa. Pronto escucho sus risas en un recuerdo

—¿Dónde estará Isabella? ¿lo sabes mi amor? —pregunta mamá juguetona a papá, mientras jugamos a las escondidas—. ¡Un, dos, tres, por Bella! —exclama encontrándome tras un sillón, haciéndome cosquillas.

—Mami, haces trampa, tú ya eres grande —dice mi versión pequeña corriendo a través del espacio.

Sí, sé que me he quedado estancada en el pasado, que han transcurrido más de veinte años y debería dejarlos ir, pero no puedo, tal vez sea mi mente quebrada o mi ansiedad desmedida, mi incapacidad de parar mi anhelo de su regreso, por lo que sea me es imposible olvidarlos. Subo las escaleras pasando la mano por el barandal lleno de polvo, dirigiéndome hasta mi habitación donde la pintura rosa claro de las paredes está estropeada completamente, los stickers de nubes caídos y el closet está lleno de pequeños agujeros como de animales. Me siento en medio de las astillas, el polvo, y los pedazos de pintura caídos, cerrando los ojos aspirando el aire y me parece sentir el aroma al pan que hacía papá, las tostadas francesas con un toque de canela, además del café colombiano. Una vez más, los recuerdos me atormentan, no habrá terapia, medicamento o tratamiento que me los quite, solo perder la memoria en amnesia me ayudaría a olvidar el dolor.

Papá entra por la puerta, todos los objetos se recolocan otra vez y veo mis lamparitas de Mickey, mi edredón de Minnie, mi escritorio con una lamparita que da a lo que estuviera haciendo y las repisas con juguetes, lo veo sentarse en la cama acariciando mi cabello rubio, ahora sé que por mi padre biológico, trenzado por mamá, a contarme cuentos para dormir. De pronto, todo se derrumba porque Isaac y Renata me encuentran sacándome de la ensoñación, y en silencio se sientan a mi lado, él me pasa el brazo por los hombros besando mi sien, en un gesto de esos que me encantan de él, lo sencillo, lo cariñoso, cosa que me hace llorar. Me preguntan si tengo buenos recuerdos y les digo que los mejores, pero que deberíamos irnos porque me hace daño estar aquí.

Cuando vamos saliendo quiero entrar a la habitación de mamá y papá, por ello me detengo y la recorro imaginándome todo de nuevo, paso la mano por las paredes, y las puertas del closet, pero cuando voy llegando a donde tenían un mueble sosteniendo libros y cachivaches en la esquina más alejada del lugar, las láminas de suelo rechinan en un sonido extraño cuando apoyo mi peso, en una sección notoria.

—¿Escuchan eso? —pregunto a ellos quienes asienten entrando curiosos. Él se agacha dándole golpes al suelo y suena hueco, como una pared con un escondite dentro, trata de pega su oído, pero dice no escuchar nada.

—¿Lo abrimos? —pregunto y me agacho tocando yo misma el suelo comprobando que sí hay algo sin consistencia bajo la lámina. La luz de las tres de la tarde entra por la ventana a nuestra derecha haciendo que el ambiente esté caluroso, aun más por mi repentino estado hiper nervioso

—Claro que sí, puede no ser nada, pero con este asunto nada es casualidad —confirmo mirándolo a los ojos.

El corazón se me acelera, mi respiración se altera y espero que sea algo útil.

———————00———————

(1)* Según la mitología griega, Hypnos y Thanatos eran dos hermanos gemelos hijos de Nix. El primero era la personificación del sueño y el segundo, era visto como la personificación de la muerte sin violencia.

ISAAC FALCON

STACEY FALCON 


LAURA DE FALCON


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