Capítulo 29- Vuelta a casa
Capítulo 29
Vuelta a casa
"El lugar que amamos, ése es nuestro hogar;
un hogar que nuestros pies pueden abandonar, pero no nuestros corazones."
Oliver Wendell
DEDICADO A ROSANGELMORGANJAMES
GRACIAS POR LEER Y POR TUS VOTOS, ESPERO TE ESTÉ GUSTANDO LA HISTORIA
¡Capítulo largo para quienes me comentan que siempre quieren más!
¡Déjame tu opinión, es muy importante para mí!
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North Las Vegas, Nevada, EEUU
El día ha sido duro para Fabián Richardson, cada vez que habla con su esposa una combinación de ira e impotencia se apodera de él al saber que su ella está compartiendo tiempo con su amor juvenil, porque al contrario de todo lo que Isabella negaba, sabe perfectamente sobre los sentimiento por Isaac Falcon, un eterno rival por quien siempre ha estado celoso, la atención de las mujeres sobre aquel rubio sacado del infierno mismo fue irritante para él, empeorando con la forma en que siempre estaba pegado a Isa, en cualquier dirección los veía juntos, peleando y discutiendo como los rivales que siempre han sido, pero unidos como siameses. Fabián observó desde las sombras incluso mucho antes de sentir cosas románticas por su hermanita adoptiva, pues esto empezó a los veinte años de ella; no obstante, siempre ha sabido de la sombra del sentimiento por Falcon arraigada en el corazón de la mujer pelirroja que se convirtió en el amor de su vida. Había fallado estrepitosamente en amarla con locura desde el momento en que le puso un dedo encima, lo supo al instante por la mirada asustada en los ojos avellana que tanto le encantaban, todo por culpa del alcohol, de la adicción de la que era consciente.
Su abuelo tampoco fue de ayuda en el pasado, debe reconocer la influencia negativa de él en su vida y pensamientos, el machismo por no aceptar que su mujer tuviera un cargo más arriba, o que se vistiera resaltando las curvas que enloquecerían a cualquiera. Isabella era todo lo que buscaba en una mujer, pero el fuego de su interior parecía solo poder encajar con otro fuego ardiente como el de Isaac, por mucho que quiera negarse a la idea, ellos parecen ser el uno para el otro y esa idea rebota en sus pensamientos mientras empina la botella de whiskey de malta hacia su boca, estando desmadejado en el sillón de su casa frente a la chimenea encendida crepitando con un sonido bajo relajante, está solo en la grandeza de aquel hogar vacío desde la partida de su esposa, más de quinientos metros de construcción totalmente fríos desde que ella no volvió, un constante eco tanto en las paredes como en su corazón es lo único resonante dentro. Lágrimas se deslizan por su rostro sacando otro suspiro exhausto de toda la soledad en su vida, otras mujeres no podían llenar la ausencia de su esposa amada por mucho que lo intentaran.
Sabía de la aventura de ella con Miller, pero no tenía cómo reclamarle sabiendo que empezó luego de su ruptura definitiva, han pasado ocho meses oficialmente; sin embargo, cuatro meses atrás de ello, dormían en cuartos separados, habiendo cortado su relación conyugal, sumando en total un año. De repente, el móvil le suena en el bolsillo interno de la chaqueta.
—¿Qué pasa? —responde con pesadez.
—No nos has confirmado nada —replica la voz al otro lado del teléfono con ubicación desconocida.
—¿Y qué esperas que haga? ¿le mando a poner un fusil apuntando a la cabeza?
—¿Estás borracho otra vez?
—Sí ¿Y qué? Mi mujer está viviendo con su amor eterno y estoy seguro de que ya se involucraron, se está acostando con él —afirma dando otro sorbo largo que quema su garganta, pero no le importa en lo absoluto, solo desea perderse de nuevo en el alcohol, aunque este haya sido el culpable de su propia desgracia.
—No me interesa si tu mujer se folla a medio Consorcio, solo quiero la maldita confirmación —espeta el interlocutor con mucha ironía, poco le importa la vida personal de Richardson y Fox, sólo pretende obtener lo que quiere y ya está.
—¡Cállate y déjame en paz! —grita Fabián alterado por el pensamiento nuevo en su mente por aquel comentario malintencionado.
—Si tú no me das lo que busco, le haré saber a tu mujercita que sabes todo con respecto a sus padres, incluso quién fue el asesino ¿Entiendes? Ahora pon atención, te doy cuarenta y ocho horas para averiguarlo, ni un minuto más. Estoy harto de tu culo borracho, ya entiendo porqué te dejó, yo también lo hubiese hecho —antes de recibir una contestación seguramente muy agresiva, cuelga la llamada de inmediato, dejando en Fabián el ardor de la culpabilidad en su pecho. Sabe sobre la búsqueda de Isabella con respecto a sus padre biológicos y él le ha puesto bloqueos incluso informándole al General Volkov, pero no por hacerle un mal, sino por protegerla del peligro involucrado en el asunto turbio de tantos años atrás, además quiere protegerla de su propia psiquis desequilibrada e inestable, porque sabe la incapacidad de ella por manejar y afrontar la cruda realidad como una persona normal, no, por mucho que trate de ocultarlo o manejarlo en "secreto" él la conoce tanto como a sí mismo.
Sofía Isabella Fox Santo Domingo carga con un legado de oscuridad presente desde su nacimiento, potenciado por la experiencia en extremo violenta que permanece vívida en su memoria, todo por los genes de la marca de Caín, los Deveraux con su emblema de la luna como la marca de nacimiento que porta como una muestra del linaje maldito ¿Por qué una luna como símbolo? Investigó fervientemente sobre el origen al enterarse de la verdad, este se remonta a generaciones atrás, pero más allá de la luna menguante en sus cuerpos, se refiere a que este astro tiene dos caras, una sumida en total oscuridad como la totalidad de aquella familia. Él había sido duro con Isabella, al estar borracho soltaba tonterías sobre lo rota que estaba aunque no las pensara realmente, se arrepentía en cuanto veía el dolor dentro de su mirada, pero no había forma en ese momento de retractarse.
Toma el teléfono marcando el número de ella queriendo escuchar la voz dulce, pero cuando se abre la llamada nota que no la ha tomado por voluntad propia, haciéndolo quedarse para escuchar la conversación extraña sobre Laura e Isaac, claro, sabía de antemano al enterarse de la presencia de "El idiota consumado" como suele llamarle, que ella caería de nuevo en sus garras de mujeriego, a pesar de ello sabía la razón detrás de que Isaac buscara mujer por mujer, que no se conformara con nadie, simplemente no podía dejar atrás a Isabella, aunque él mismo lo negara. Iba de colibrí por no poder olvidarse de Fox, piensa en que se puso peor sabiendo de la relación que él empezó con su hermanastra cinco años menor, constituyendo una ventaja porque ella lo veía como alguien a quien no le importaba herir sentimientos.
Lo que parece Renata y alguien más no reconocido por él hablan sobre "un acuerdo con respecto a nosotros" sacándole lágrimas dolorosas al notar que su mayor miedo se hizo realidad, su esposa regresó con su amor juvenil, sí, Fabián sabía de la relación clandestina de ambos, le había pillado sin que ellos le notaran, pero al inicio no le prestó atención, después de todo, no la veía como mujer, los problemas empezaron cuando empezó a hacerlo, siempre temeroso del sentimiento en Isabella. Quiere gritar, golpear algo o a alguien, así que estrella la botella en el fuego de la chimenea con ira burbujeante en sus venas al saber que Falcon volvió a ganarle como era costumbre, le arrebató a su mujer.
Miller no representaba un riesgo mayor, Isabella le ve como algo pasajero, lo sabe, pero Isaac es totalmente diferente por motivos inentendibles para él. Pronto es incapaz de seguir escuchando, colgando la comunicación con premura, estrellando el móvil contra el suelo siendo dominado por la desesperación. Tomará medidas drásticas de ser necesario, pero los separará.
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Kandahar, Afganistán
Base de Consorcio Praetor
ISABELLA
—¿En qué puedo ayudarle, Brigadier? —pregunta agente del Comando Médico desde la parte interior del escritorio, dos sillas al otro lado, una fotografía mirando hacia él y una plata con pequeñas flores lo adornan junto con el PC de mesa del Consorcio, al lado izquierdo un mueble de biblioteca con expedientes, fólderes y papeles. En parte estoy buscando razones para distraer mi mente de la realidad, porque me ha golpeado como un tren, anoche traté de distraer mi cabeza con Isaac, luego planeando con Renata, porque no quiero dejar lugar a mi mente para sobre pensar los hechos.
—Buenos días ¿Cómo le va? —saludo ganándome una sonrisa un poco sorprendida, he notado que muchos agentes se han acostumbrado a un mal trato por parte de superiores que a la mínima muestra de amabilidad, se sorprenden de ser tratado bien, lo cual es realmente triste.
—Muy bien, gracias ¿Puedo ayudarle?
—Bueno, quisiera saber si puede acceder a los datos genéticos de la esposa de un General, necesito saber si soy compatible con ella para una donación —digo directa sin rodeos.
La idea puede parecer una locura, pero todo dentro de mí grita que lo haga, Isaac necesita a su madre, aunque parezca y yo lo necesito a él. No quiero aceptarlo, me cuesta, pero la realidad toca a mi puerta y esta es clara: siento mucho más por Falcon de lo sano para ambos. Por años temí que se me acercara porque sabía de la forma en que dinamitaría mis sentimientos palpitantes bajo la superficie, no puedo decir "Estoy enamorada", sería un engaño; sin embargo, hay algo destellando en mi corazón.
—Técnicamente, sí, toda la línea sanguínea de los agentes hasta tercer grado de consanguinidad están registrados, pero eso es confidencial, Brigadier, solo un familiar de primer y segundo grado puede pedirlo, es decir, hermanos, padres o hijos —dice confundido pareciendo lo más amable posible, invitándome a sentarme.
—Lo sé agente, pero verá, Laura de Falcon está necesitada de un trasplante y estoy dispuesta a dárselo pase lo que pase, pero no quiero que nadie lo sepa —digo en la silla al otro lado de su escritorio con una ventana al costado sintiendo el calor del sol—. Solo necesito saber si soy compatible y no más.
—¿Usted viene en comisión? ¿por qué no hacerlo en su central? —el agente frunce su ceño de cejas pobladas sobre ojos almendrados color azul claro, arrugando un poco su nariz recta. Viste el uniforme de entrenamiento con la estrella del Comando Médico diferenciándolo con el apellido sobre esta, como en todos los uniformes.
—No quiero que nadie se entere... escuche, le voy a contar aunque no me esté preguntando —digo nerviosa—. Laura es la madre del hombre que quiero mucho, lo veo sufrir por ella y me destruye también. El único familiar compatible es su padre Theodore, pero se niega a donarle porque literalmente le da igual si su esposa muere, pero a mi... mi... Novio no, él no es compatible y eso lo está matando.
—¿Sabe? Me gustaría que alguien me amara tanto como para salvar a mi madre por verme feliz —comenta con una sonrisa tierna. «No lo amo» me digo para mis adentros, pero en el fondo sé que no es del todo cierto. El agente se queda callado creando un silencio incómodo donde parece estar pensando mucho en la respuesta, pronto vuelve a hablar—. Está bien, Brigadier, haré las pruebas, pero esto no puede salir de aquí o me pueden destituir y meterme en un problema muy grave.
—No se preocupe, agente Wolf, usted me hace un favor, no lo metería en problemas nunca —asiente tecleando en el ordenador, tarda unos momentos y me pide el nombre completo del titular de los datos, es decir, Theodore Landon Falcon. En algunos minutos me avisa que encontró la línea sanguínea en el sistema y se pone en pie para tomar un equipo de toma de muestras de un anaquel junto a la ventana, saca un tubo de recolección, la aguja y el torniquete, haciendo el proceso rápido, es una persona diestra en el oficio y el piquete casi no se siente a diferencia de muchas personas, quienes no dan para encontrar la vena.
—¿Cuándo regresará a Nevada? Generalmente los tiempos dependen del laboratorio, nosotros lo sacamos en siete días, pues se hacen varias pruebas para estar seguros, pero puedo enviar los resultados al correo —dice cuando ha terminado poniendo una curita en el lugar de la inserción. Me recomienda ciertas cosas para la donación, anota el E-mail, pero de pronto llega un Teniente que interrumpe nuestra conversación, así que me marcho agradeciéndole.
Salgo de ahí con una agradable sensación en el pecho y una sonrisa pintada en mis labios. Me encamino al edificio A alcanzando mi oficina pronto y me siento a trabajar redactando el informe final, Isaac debería estar aquí para finalizar esto, pero entiendo su ausencia entre la preocupación por Laura y querer alejarse de mí, aumentando las ganas de matar lenta y dolorosamente a Theodore Falcon hasta hacerlo sufrir tanto que hasta en la otra vida le seguirá doliendo, pero no voy a arruinar mi carrera por una plasta de mierda como aquella, ya pensaré en algo. Me concentro en lo que escribo dispersando mis ansias asesinas en medio de la información en mi PC. Alana llega a mi oficina tocando la puerta con cappuccino y una sonrisa que me dice su buen estatus con Luka, al parecer, ha cambiado de actitud por saber de nuevo regreso inminente. Ella es difícil, pero una mujer espectacular, me protegió, me amó, me sostuvo igual que Fabián como hermanos mayores. Me gustaría hablar con ella sobre todo, pero un asunto tan delicado debe ser tratado con pinzas, sobre todo en la situación de Deveraux siendo figura pública.
—Entonces quiero un ramo especial con orquídeas —me dice emocionada hablando de su boda, la sonrisa en su rostro me alegra tanto que olvido mis problemas, es seria, pero dulce al mismo tiempo. Me muestra en su móvil cómo avanza la costura de su vestido hecho a medida para su cuerpazo y, Dios, está quedando espectacular, un corte sirena con volumen bajo las rodillas y pedrería en el escote de corazón, aunque no hay manera de describir exactamente la forma en que brilla y se ve espectacular.
—¿Con Cattleyas? —digo con una sonrisa de cómplice, chocando su mano cuando la levanta.
—Sí, son hermosas. Veamos si las puedo conseguir en casa —murmura deslizando las fotos de todos los ángulos del vestido. Hay muchas cosas por hacer y ella me quiere incluir en todas para ayudarla y alentarla al igual que Renata y Teresa, ya que las cuatro solemos salir en casa por tragos y a cenar.
—Te ayudaré, sabes que las orquídeas no faltan en mi casa —digo recordando que es por mamá, ella era amante de este tipo de flores, así que las cultivaba fervientemente. De pronto, el tipo de número del que llama Karaman aparece en mi pantalla, justo cuando ella recibe una llamada de Luka, haciéndola salir de la oficina.
—Querida Brigadier —saluda enérgico—. ¿Cómo está el día de hoy mi Yikim Melegui? ¿le quedó claro el mensaje con mis dobles?
«Ángel de la destrucción» repito en mi mente.
—¿Por qué sigues llamándome así? Y sí, perfectamente entendido, puedes aparecer en mi casa hasta por el agujero en el inodoro del baño.
—Lo siento, tengo mucho más estilo que eso, se lo aseguro... y la llamo así porque usted tiene cara de ser celestial y naturaleza de criatura infernal —afirma con travesura, despertando la mía propia en el centro de mis pensamientos. Camino a la ventana tratando de que nadie me escuche pues ni siquiera Isaac sabe de la constancia con la que Karaman se comunica conmigo. Él, Volkov, Renata y todos los conocedores de estas, piensan que lo hace menos veces de la realidad, más aún dado mi acceso exclusivo a la interceptación de mi propia línea, nadie más puede escucharme o al menos eso creo.
—¿Así que ibas a ayudar a mis padres, Kaan? —cambio el tema sin saber responderle.
—Vaya, alguien abrió la bocaza ¿Quién fue? —dice con su tono juguetón, me lo imagino caminando de un lado al otro como león hambriento enjaulado. La forma en que lo concebía ha cambiado ligeramente, tal vez porque estoy seduciendo al peligro mismo al seguir manteniendo conversaciones con el objetivo, y aunque me divierta teniendo este tipo de interacciones, nunca he dejado de lado mis ganas de atraparlo, pero a pesar de tratar de rastrear cada uno de los números de llamada, todo resulta en un callejón sin salida
—Mi madre solía decir que "Te digo el milagro...
—Pero no el santo" —termina mi oración calmadamente, sacándome una pequeña risa ahogada—. Sí, Carmen fue como una hermana para mí, aunque debe saberlo ya.
—Algo... ¿Por qué los ayudarías? —juego con las puntas de mis botas reforzadas pateando el suelo en un tic ansioso una y otra vez creando un sonido sordo. Abro la ventana dejando que la brisa refresque un poco mis mejillas acaloradas.
—Porque al contrario de lo que pueda pensar sobre mí, sí tengo corazón —su tono ha cambiado a uno más humano, más sentimental, uno con el que puedes conectar más fácil. Me siento en el costado lateral del escritorio sujetando el borde con fuerza entre mi mano libre en un gesto que busca liberar mi tensión.
—Vaya, que coincidencia, además de barrigón y calvo te imaginaba con un hueco en el pecho... ¿Para qué me llamas?
—Saludarla, me gusta el sonido de su melodiosa voz —involuntariamente, me saca una sonrisa que trato de contener.
—Tú no das un paso en falso, no me llamarías si no fuera importante ¿Ya vas a soltar la MOAB? Dime para que corramos a los subsuelos más rápido que ya mismo —digo juguetona esperando que Alana se tarde más, no debería admitirlo, pero me gustan las conversaciones con el traficante de las pelotas.
—Siempre tan incisiva, me gusta. Quiero saber la suerte de la pequeña Valkyria, sé de buena fuente que no ha abierto la boca, así no tendrá beneficios.
—Se va a podrir en la cárcel, cuento con eso —la idea es ideal para mí, pero sé que si decide hablar puede obtener un acuerdo muy bueno, incluyendo su libertad.
—Claro, claro, porque se metió con su eterno amor.
—Me da repelús la forma de averiguar eso tan personal, ¿Qué haces para saberlo todo? ¿sabes qué talla de tanga uso? —replico incrédula, pero con diversión colgando de mi respuesta
—No, pero puedo averiguarlo —de pronto se ríe solo contagiándome—. Como sea, se me acaba el tiempo, pero pronto tendrá noticias mías. Trate bien a Valkyria, es una niña aún —cuelga finalmente dejándome un conflicto interno entre mi concepción original de Kaan Karaman y la nueva versión, quien de niño quiso ayudar a mis padres a huir, se preocupa por la Sayyid menos por el simple hecho se ser una jovencita en un mundo de mierda, arrastrada por su apellido y el torbellino destructivo de La Triada.
El día se hace largo luego de eso, tal vez por mi repentina ansia de volver a casa, voy a la oficina de Volkov para pedirle autorización de regresar en un vuelo comercial para poder llevar al bebé mucho más cómodo que en un monstruo de metal ruidoso, pero ¿Adivinen qué? Se ríe en mi cara con una carcajada irritante para negarme el permiso diciendo que si me voy a llevar al bebé, voy a tener que apañármelas en el avión militar, buscando que lo deje por la incomodidad que seguramente tendremos todos, en especial mi pequeño, pero tendré que hacerlo, no pienso dejarlo aquí a la suerte de Dios sabe quién, así que me retiro refunfuñando con mi lengua entre los dientes para evitar responderle como se merece al General pendejo. Voy al Comando Médico a tener todo listo junto con Ren quien me ayuda a armar el pequeño morral y la pañalera, alistando biberones, pañales, cambios de ropa y varias cositas más para llevarle cómodo en la medida de lo posible.
—Ya quiero ver cómo le arreglas su habitación al niño —dice ella doblando mamelucos, algunos sin usar aun, los regalos de Isaac, junto con sus mediecitas y las pocas cosas que tiene.
—Usaré el fideicomiso sin duda —bromeo guardando cambios de pañales, medidas de la fórmula que viene ya preparada lista para calentar, pañitos húmedos, talco, en fin, lo necesario para viajar. En el Comando me darán un jarabe para bebés que lo ayudará a dormir para que no sienta tanto el camino, pero de igual forma llevo todo para poder llevarle de forma adecuada—. Pero me preocupa algo, Fabián dijo una cosa extraña que me pone a pensar sobre mi niño.
—¿Qué cosa? —pregunta deteniéndose para verme curiosa.
—Dijo "No te la voy a poner fácil" luego de discutir sobre que él no quiere hijos y jura que volveremos —le confieso suspirando cansada de la tensión provocada por mi relación dañina con él, por la carga inmensa a mi espalda esperando cualquier movimiento que me hará daño.
—Seguro estaba borracho, ¿No crees? Tonterías de ebrio —responde encogiéndose de hombros—. Pero no te dejaré volver con ese maltratador de mierda ¿Entiendes? Además, Isaac tampoco. No importa lo que haga, cuantas flores te mande o cuantas invitaciones a viajes te planteé, no caigas.
—No lo haré, he abierto los ojos, Ren, no volvería al mismo hoyo de fango asfixiante, te lo juro —afirmo sonriéndole, porque es cierto en todo sentido.
—Hazlo por tu bien, pero sobre todo por el suyo, porque entre Falcon y yo le daremos una paliza espantosa que lo hará arrepentirse de todo —dice acercándose para abrazarme fuerte, ella también es mi ancla, mi hermana, mi mejor amiga sin quien sería difícil salir adelante.
—¿Y me vas a ayudar a hacerle la fiesta del bebé? Cumplirá un año —exclamo emocionada.
—¿Cómo lo sabes?
—El medallón que traía colgado el día del rescate, tnía fotos de sus padres con el pequeño y una fecha que presumimos puede ser la de su nacimiento pues concuerda con lo biológico —digo poniendo los biberones en orden—. Fecha que se cumple en dos semanas.
—Claro que te ayudo, ¿Cómo le dice Isaac? Cerecito Jr se merece una fiesta preciosa para darle la bienvenida su nueva vida de rey.
—Y hablado del rey de Roma —digo cuando lo veo entrar caminando de la mano de la psicóloga infantil riéndose como amo verlo—. Hola, mi niño hermoso, ¿Cómo estás? —cuando me ve camina hacia mí donde lo recibo alzándolo y dando un beso en su mejilla.
—Buenas tardes, Brigadier, Teniente —dice con amabilidad—. ¿Todo listo?
—Sí, todo empacado y preparado.
—Isaff, fue un placer conocerte —acaricia al bebé en la cabeza y le da un beso allí mismo, mientras él aplaude haciendo un puchero—. Estás en las mejores manos, no hay quien te pueda amar más que la Brigadier Fox.
«Brigadier Deveraux» el pensamiento se atraviesa en mi cabeza como una viga repentina dejándome en blanco unos momentos mirando a la nada, pero con los pensamientos a tope. Me desconecto viviendo realidades paralelas a la mía solo existentes en mi cabeza, Thomás abrazándome, Sofía enseñándome la recetas de abuela, tíos alzándome en abrazos, cuidándome como su sobrina y medio hermanos correteando por el jardín en juegos de "Tú la llevas" o un simple beso en la frente antes de dormir como lo hacía Vladimir, pero en esta versión Thomás lo hace, mientras le cuento mi día, cosa que al parecer ellas notan pues tratan de llamar mi atención y es su voz la forma de volver a la tierra.
—¿Se encuentra bien, Brigadier? —pregunta la Mayor psicóloga, seguramente por mi lapsus mental donde seguro lucía como alguien teniendo una convulsión ausente.
—Sí, solo estaba pensando en la llegada —trato de tranquilizarla, y ella me sonríe sin mostrar los dientes, pero se ve claramente su no convencimiento de la situación; sin embargo, no dice nada.
—Bueno, Isaff, dile adiós a tu doctora —le agito la mano y él trata de imitarme—. Dile que la quieres mucho y que gracias por todo.
La Mayor se nota nostálgica cuando Ren y yo nos despedimos de ella, tomando todo para llevarlo a mi habitación junto al niño, quiero dormir con él, así que vamos cargadas, ella con un morralito y yo con una pañalera equipada como para un viaje de tres días seguidos, soy nueva en esto de ser mamá, pero mejor prevenir que quedarse sin cosas a mitad de camino. Lo siento en la cama con el cubo de peluche con un color diferente en cada lado que le gusta y el juguete que odia Isaac. Ren me acompaña hasta la puerta y va a terminar su morral, ya son las nueve de la noche y le doy un baño al pequeño para alimentarlo con su fórmula tibia, es mi momento favorito, ver como toma del biberón que más le gusta, mirándome con sus ojazos azules como zafiros. Cuando termina le saco los gases como una experta ya y canto Photograph un vez más, se ha convertido en su nana preferida, logrando quedarse dormido pronto al son de las notas de Ed Sheeran, que también me causan sentimientos pues es otra canción hablando de Isaac y de mí. Le acuesto en la cama con cuidado justo al escuchar un par de golpes tímidos en la madera de la puerta, cuando abro veo a quien menos esperaba.
—No deberías estar aquí —le digo a él viéndolo cabizbajo pidiéndome pasar, es nuestra última noche aquí, por ende, pronto vendrá la realidad—. Algún esbirro podría decirle a tu padre y joder la donación.
—Nunca pensó en donarle, ese maldito hijo de perra se burló en mi cara celebrando que tú y yo habíamos "peleado", y echándome en cara que no pondría en riesgo su salud por ella —murmura haciéndome negar con la cabeza totalmente incrédula de las palabras escuchadas, la crueldad de quien juró amar a Laura hasta el día de su muerte me parece irrisoria, impensable.
—No sé qué decirte que no encienda más la flama de tu ira, porque lo único en mi cabeza es matar a tu padre —le digo sinceramente cerrando la puerta cuando entra finalmente,
—¿Puedo dormir aquí? —pide en un susurro vulnerable tomando mi mano. Está en su pijama con el pelo húmedo y en medias.
—Puede ser contraproducente... puedes ir con Sara o Karen si necesitas sentir a alguien —me clavo el puñal a mí misma enviándolo con las otras, buscando el bien para los dos.
—No las necesito a ellas, te necesito a ti —confiesa acercándose para tomar mi rostro entre sus palmas. No es común verlo tan expuesto, tan sensible, pero su madre lo pone así. Pronto sin darme cuenta lo estoy besando presa de mi necesidad interna de sentirlo más cerca, aquella misma presente durante toda mi vida. Me pega a su cuerpo correspondiendo al beso con lentitud,
—Como ves el bebé está aquí, tendríamos que dormir con él en medio, no sé si te molesta —murmuro cuando apoya su frente en la mía y de repente me siento en una escena tierna de dos adultos padres de un bebé, pero la posibilidad de que Isaac diga ser el papá de mi Isaff es remota casi inalcanzable y ahora donde estoy yo, está mi hijo... porque ya es mi hijo, solo debo ponerle el apellido.
—No, claro que no me importa, el cerecito jr aun es nuestro hijo, seguimos en Afganistán —inclina su cabeza para mirar a mi espalda al bebé durmiendo plácidamente en la mitad de la cama. Me sonríe de medio lado con su actitud tumba bragas, metiéndonos en la cama, que por fortuna es doble.
Cuando amanece estoy tratando de salir del aluvión de besos y caricias de Isaac, me retiene en medio de placer, pero no lo siento sexual, sino cariñoso en plan arrumacos tiernos de un novio. Sus palmas cálidas me acarician la cintura y sus piernas están entrelazadas con las mías
—Nos dejará el avión y al ver que no llegamos los dos el General sabrá porqué —susurro cuando me está dando besos cortos de pico cada vez que suelto una palabra.
—¿Y qué? Son las cinco de la mañana, conseguiré uno privado, pero quédate un rato —me hace reír, pero me niego.
—No nos metamos en problemas —prometo besándolo lentamente—. Venga, entra al baño, alguien debe vigilar al bebé —tuerce los ojos refunfuñando, pero se acuerda de que no tiene ropa allí, y entonces se marcha para bañarse, en tanto hago lo mismo, mientras el bebé sigue dormido, armando bloqueos con las almohadas para mantenerlo allí mientras salgo, cosa que pasa en pocos minutos. Apenas me da tiempo para entrar enjabonarme y salir como un trueno a sacar un uniforme limpio.
Tengo todo listo cuando Isaac vuelve a ayudarme para llevar las cosas, yo llevo a Isaff en el arnés especial que se abraza a mi espalda y lo deja a él metido en su cargadera de frente, su pañalera y morralito, él lleva nuestros maletines camuflados hasta llegar al avión, ganándonos miradas incrédulas de otros agentes atiborrando la entrada bajo el potente rayo del sol, pues ya son las seis y media de la mañana, con el itinerario de vuelo programado para despegar a las siete. Continúan mirándome de forma rara, aunque muchos ya sabían sobre mi bebé; sin embargo, e igual que el General Volkov, no pensaron que en realidad me lo llevaría.
—Usted es una chiflada —dice el nombrado con un tono sarcástico acercándose con una de sus cejas arqueadas—. Asegúrese de que no llore, no me imagino un viaje tan largo con un bebé chillando.
«Si usted me hubiera dejado viajar en vuelo comercial, nada de esto estaría pasando»
—Isaff no llorará —murmuro sabiendo que ya le he dado el jarabito especial para ayudarlo a dormir y lo más probable es que lo haga por horas, además de tener todo listo para que se sienta cómodo.
—¡¿Qué clase de nombre es Isaff?! Pobre niño, a parte de tocarle una madre deschavetada, tiene un nombre sacado de la manga —se ríe como nunca le había visto, dado que siempre está gruñéndome. Pedraza pasa tras de él también partido de la risa, pero me calmo cuando siento el toque de Isaac a mi espalda susurrándome que me calme.
Subimos al avión juntos por la inclinada compuerta abierta, un Airbus A400M Atlas, y nos acomodamos en las sillas apostadas en los laterales del fuselaje con los cinturones especiales, Falcon se sienta junto a mí despertando miradas matadoras de Sara y Karen casi simultáneamente, entiendo por sus sentimientos hacia él, pero yo no tengo la culpa de que no quiera involucrarse enteramente con ellas. De pronto, justo antes de cerrar la compuerta aparece León con secuelas muy visibles de la golpiza de Isaac, quien lo ve con ganas de darle hasta sacarle el cerebro por la nariz, pero logro calmarlo acariciando su brazo, no puedo sujetar su mano ni besarlo porque Alana y todos nos están viendo. Finalmente, el avión se cierra marcando oficialmente el fin de nuestra misión en Afganistán. Me voy de aquí sabiendo más de mí misma y, sobre todo, conociendo a un Isaac nuevo, uno con el que sé que cuento, pero lo más bello de la experiencia, es llevarme a mi primer hijo.
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Después de lo que pareció una semana, el avión aterriza en Nevada dentro de la pista del Consorcio, dándome un alivio supremo, Isaac está al otro lado en las sillas cuando la compuerta, pues se cambió al ver a Karen demasiado mareada, se abre dejando entrar la oleada de un clima más refrescante que en el avión, cuando empezamos a bajar ordenadamente. La vista conocida de la base me da la bienvenida alegrándome de estar de vuelta en casa, no hay nada como el hogar. Doy pasos aspirando el aire con los agentes pasando unos con otros cuando noto a una señora en sus cincuentas vestida elegantemente con un traje de pantalón de pliegue y blazer negros.
—¿Isabella Fox? —se dirige a mí extrañándome tanto que quedo callada por unos segundos—. ¿Es usted? Sígame por favor —señala a un lado y camino con cuidado de no despertar al bebé, la mujer Se ve tan acartonada que dudo tenga algún ápice de sentimientos, dándome muy mala espina—. Soy Charlotte Williams, servicios sociales, venimos por el niño.
—¿Qué cosa? Debe haber una equivocación. Soy su guardiana... —replico cuando encuentro
—En Afganistán, aquí es diferente. Debe hacer el proceso de adopción como todos y mientras lo hace, el bebé será entregado a una familia sustituta, que podrá pedir adoptarlo en caso de así quererlo teniendo prioridad —un hombre como de dos metros de altura llega y me arrancan a Isaff del cargador dejándome un vacío. El movimiento brusco lo agita y despierta haciéndolo llorar partiendo mi corazón.
—¡No! ¿a dónde se lo llevan? —grito entrando en desesperación total, cuando el tipo da media vuelta alejándolo, mientras estira sus bracitos hacia mí. Trato de seguirlo, pero la funcionaria me sujeta con rudeza, empujándome con fuerza hacia atrás.
—Ya se lo dije, ahora iremos a la casa de paso y mañana temprano sus padres sustitutos irán por él —dice la mujer con los ojos abiertos de par en par pareciendo un sapo completo, tratando de intimidarme, pero fallando.
Siento que todo se pone negro y mi alma se sale por la boca.
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