Capítulo 22- Una nueva visión
Capítulo 22
Una nueva visión
"Todo lo intenso debe ser efímero"
Anónimo
Dedicado a: hrndz05yaz. Mil y mil gracias por estar aquí y votar los capítulos, un saludo desde Colombia y espero te siga gustando esta historia
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ISABELLA
—Brigadier Fox, indignos los ojos que la ven —dice Pedraza acercándose y cerrando la puerta que Isaac dejó mal cerrada. Es de mañana y debo ir a trabajar, él ha salido hace poco luego de otra ducha juntos, pero no pasó de ahí, solo nos enjabonamos y besamos.
—General, no empecemos otra vez.
—No vengo a pelear, por Dios —dice burlón caminando con sus manos cruzadas en la espalda, así que me alejo hasta que choco con el borde de la cama—. Te veo demasiado cerca de Falcon y eso no me gusta. ¿Pelo mojado? ¿estabas con él no? Porque lo acabo de ver saliendo de aquí igual.
—Lo siento, General, pero no tiene que gustarle
—Me perteneces, Isabella Fox, y voy a matar a cualquiera que crea poder tenerte —me toma del brazo agresivamente, marcando sus dedos largos en mi piel cuando me zarandea.
—Suélteme, la última vez que lo intentó casi lo mato. Si Falcon no hubiera llegado, estaría bajo tierra —espeto zafándome tratando de controlar a la vípera carmesí que serpentea dentro de mí luchando por salir del pecho para clavarle los colmillos hasta acabar con él. Es increíble la forma en que dos almas conviven en mi interior, una sangrienta y otra humana, luchan entre sí por el control de mi mente y mi cuerpo, por saber la ganadora y temo que algún día la vípera consuma a Isabella, ese alter ego toma cada vez más fuerza, el impulso sanguinario parece llevar la delantera y sé que el camino de la venganza solo alimenta a esa parte oscura de mi cerebro, aquella me lleva a la violencia, la sangre por la que estoy fascinada y el descontrol inhumano capaz de acabar con todo, incluso conmigo misma, pero mi objetivo no cambiará.
—Tuviste suerte, pero no me vas a humillar dos veces... serás mi mujer o voy a matar a cada uno de tus seres amados —dice con perversión asqueándome tanto que siento el vómito escalar por mi garganta. En un movimiento que no me espero manda las manos a mi trasero pegándome a él, pero definitivamente ya no seré la víctima, voy a ser la victimaria a partir de hoy. Le doy un cabezazo encajándole una rodilla en la entrepierna, finalmente cae sobre su barriga incipiente maldiciéndome.
—Salga de aquí, General Pedraza, o todo el mundo sabrá de sus perversiones, de su acoso, de su complot con los agentes.
—¿Qué complot? —dice con dificultad sosteniéndose en el lugar del golpe.
—Sabe muy bien de qué le estoy hablando —escupo de forma acelerada a punto de darle rienda suelta a mis impulsos—. Tóqueme un pelo y saldré a contarle a todo el mundo que agentes entraron con uniformes del Ejército Nacional Afgano y usted los recibió regañándolos por no haber podido matar a una niña.
—No sabes en qué te metes niña, no juegues con eso —dice con rabia, aunque el destello de un miedo profundo arraigado en su mente, brilla en sus ojos casi negros.
—Siga acosándome y verá de lo que soy capaz —le replico con tono seguro—. Ahora lárguese de mi puta habitación y mantenga su lugar.
Pedraza me mira con impotencia por unos segundos donde me preparo para un ataque sin remedio de su pate, pero contrario a lo que pensé parece caer en cuenta de quien perdería más entre ambos, marchándose en silencio, no sin antes darme una mirada de advertencia. Cuando cierra la puerta suelto el aire contenido involuntariamente producto de la tensión, terminando de arreglarme rápido con las trenzas tejidas que le encantan a Isaac.
Salgo rápidamente con el estómago gruñendo hambriento y Renata está tomando el ascensor, pero carga una cara de pesadez como si no hubiera dormido en toda la noche, la miro con extrañeza haciéndole preguntas sobre su estado, pero se zafa diciendo "Luego te lo digo, quiero desayunar", así que respeto su espacio y nos encaminamos al comedor enganchadas del brazo con buena actitud; sin embargo, lo que veo apenas entro me deja la boca seca y los pies pegados al suelo como zapatos de plomo.
"Se descubre masacre en Kandahar" dice el titular de la noticia en los televisores, dándome unas repentinas ganas de vomitar sobre todo cuando dicen el tiempo aproximado que llevan los cadáveres, encajando con la noche de los agentes escabulléndose dentro de las sombra y llenos de sangre "treinta personas entre niños, adultos y ancianos fueron ultimados con rifles y ametralladoras, presentando signos de tortura. Algunos residentes del sector de las afueras de Kandahar por la vía que sale a Kabúl, soldados afganos armados fueron avistados bajando de camiones, pero aún se desconoce sus identidades a ciencia cierta, por ahora se han detenido a todos lo que tenían días libres y no presenten una cuartada"
«La madre que los parió»
Engullo mi desayuno viendo a Isaac igual de desconcertado que yo misma. Mi mente maquina a mil por hora sin tener descanso alguno, mareándome, pero noto a Renata extraña, la sombra de la tristeza se toma su rostro que usualmente es alegre,
—Ren ¿Estás bien, nenita? —pregunta Alana preocupada robándome la palabra.
—No... en realidad me siento muy mal —dice ella dejando salir lágrimas, mirando un punto bajo la mesa.
—¿Quieres que nos vayamos y hablamos?
—Sí, las necesito —las tres tomamos el café humeante y nos retiramos del comedor abarrotado, atravesando la base bajo un sol picante que me hace sudar las sienes hasta el edificio de las habitaciones, donde pronto subimos por el ascensor y llegamos a la suya luego de recorrer el largo pasillo del segundo piso, iluminado con la ventana de luz natural al final, pues las hileras de habitaciones cubren ambos lados del camino laminado con imitación de betas de madera real. Finalmente, entramos y ella va al baño echándose agua en el rostro y volviendo con los ojos llorosos.
—¿Qué pasa, belleza? —le pregunto cuando se sienta en la cama haciendo muecas con la boca tratando de evitar las evidentes lágrimas.
—Terminé con mi novio... yo no se los había dicho, pero él es casado y ha escogido a su esposa — confiesa dejándome de una pieza, nunca me imaginé que Ren se pudiese meter en un matrimonio, pero no es momento de darle una regañiza.
—¿Cuándo pasó?
—Anoche, me dijo que se dio cuenta de que ama a su esposa más que a nada y me dejó para no hacerme más daño, dijo que me amaba, pero que su esposa le necesita y la ama —dice entrecortadamente cayendo en llanto ininterrumpido.
—¿Y nos dirás quién es? Merece que le pateemos las pelotas —dice Alana—. Dinos quién es, Renata, y le daremos su merecido ¿Cierto, Isabella?
—Sí, cualquiera que se meta contigo se mete con todas —le afirmo sentándome junto a ella tomando sus manos y ella me abraza. Renata es tan vital, tan optimista, que me duele verle así con el ánimo por el suelo—. ¿Él te quiere como para merecer que te pongas así?
—Sí, me lo demostró siempre, me cuidó, me respetó cuando aun no quería ir tan rápido, me ayuda siempre que necesito de él, su único efecto era que es un hombre prohibido —dice con la mirada baja.
—Piensa que está siendo justo al decirte las cosas y no engañarte más ilusionándote con cosas que no pasarán —murmura Alana acariciando la cabeza de Ren—. No justifico su actuar, pero al menos está pensando en no hacerte daño renunciando a ti, aun cuando te quiere.
—Nos amamos —dice con nostalgia—. Sé que tomar la decisión fue muy difícil, pero sinceramente, le deseo lo mejor, fue infiel por debilidad, pero en otros aspectos es un excelente hombre.
Voy a preguntarle si es parte del Consorcio cuando escucho el llamado del General por el sistema de comunicaciones, pero esta vez la convoca a ella también.
—Venga, sécate esas lágrimas y vamos a ver al ogro gritón —bromeo sacándole una sonrisita. Pronto estamos caminando al edificio A para llegar con Volkov quien solo nos llamó para joder, creo que a veces se aburre y empieza a "Chingar a lo pendejo", en palabras de Renata, porque nos hizo atravesar media base para decirnos que todo continua como antes, ella como mandamás del Alfa-Escorpio en mi ausencia, eso fue todo.
Creo que lo hizo apropósito, porque su sonrisa burlona lo delata. Ren y yo salimos, ella recibe una llamada de su madre y yo voy a mi oficina un piso abajo para subir al sistema información grabada en la misión de audio y vídeo. Estoy en eso para reunirme con Isaac, cuando escucho su grito.
—¡Brigadier Fox! ¡¿Qué mierda significa esto?! —espeta caminando por el pasillo con una carpeta en la mano, atrayendo las miradas de todos—. ¡Así no son las cosas, carajo! ¡¿Cuántas veces tengo que repetirlo?! —entra estrellando la puerta cerrándola con tanta fuerza que la deja temblando. Está salido de sus cabales y trae los ojos abiertos de par en par como un toro en corrida.
—¡¿Qué putas te pasa?! ¡¿qué haces?! ¡ve a gritar a la más vieja de tu casa! —pregunto medio cabreada, medio sorprendida cuando se abalanza sobre mí besándome, pero lo detengo a por una explicación—. ¿Se te ha ido la perola? Si eres bipolar dímelo de una vez, no jodas.
—Me aseguro de que no nos interrumpan —dice morreándome el trasero hablando sobre mis labios—. Nadie va a entrar en una oficina donde esté el Brigadier Falcon enfurecido sacando pecho por el apodo de "bestia" que una vez le pusieron.
—Pudiste haber avisado ¿Sabes? Que puto cabreo que iba cogiendo —me rio cuando me da besos en el cuello.
—¿Y cómo te aviso? No tengo tu número... cuando follamos esa noche en tu habitación prometiste cambiarlo y lo hiciste para que no tuviéramos contacto... además necesito hablar contigo sobre la noticia en el comedor —susurra—. En el apartamento no es seguro, puede haber micrófonos ocultos, apenas he caído en cuenta.
Me alza con sus palmas sentándome en el escritorio acomodándose en el espacio de mis piernas abiertas.
—Te dije sobre la masacre, esto es demasiado turbio. Pedraza y Volkov tienen mierda hasta la coronilla, —dice, veo a sus labios moverse, pero le presto atención cero a lo que dice, sus manos acariciando mis piernas ligeramente me distraen cabrón—. ¿Estás escuchándome, Isabella?
—No —confieso riendo—. Lo siento, pero con tus manos en mis piernas acariciándolas y el aroma de tu perfume me dejaron fundida.
—Y uno tratando de ser serio —dice torciendo los ojos, pero besándome—. Estuve revisando muchos archivos esta mañana cotejándolos con noticias de masacres o incidentes aquí y la concordancia es alarmante con registros que veo de chips desactivados.
—Karaman me habló de eso —confieso haciendo que me mire extrañado—. Pero dijo que no me metiera o "Terminaría muerta como todos los que han intentado saberlo"
—¿Cuándo hablaste con él de nuevo?
—Ayer me llamó a reclamar por Valkyria, dijo cosas extrañas y por alguna razón salió el tema. Él parece saber mucho sobre esto.
—No me gusta la idea de todo, pero eres capaz de envolverlo y sacarle información —dice serio dejándome pensativa.
—¿Cómo lo hago?
—Usa tus encantos —sus palabras me sacan una sonrisa inevitable—. Un hombre no puede decirte "no" a ti, Isabella, tarde o temprano todos caen. Puedes doblegar al que quieras.
—Vaya con el puesto donde me tienes —me rio besándole—. ¿Ya es hora de irnos?
—Sí, vamos por el niño y marchémonos. Quiero terminar esta misión, mi madre está empeorando —dice nostálgico y me conmueve tanto el corazón esa mirada perdida que lo abrazo, mientras sigue hablando—. Necesita un trasplante de médula ósea urgente y Theodore no quiere donar.
—¿Y tú? ¿no puedes?
—Se la daría toda de poder hacerlo, pero no soy compatible con ella, Stacey tampoco, así que dependemos de un donador externo que no es fácil de conseguir tampoco —confiesa con un suspiro sonoro—. Quiero volver a Nevada lo más rápido posible.
—Todo estará bien, Isaac, ten fe. Ya aparecerá el donador —digo cuando él afloja el abrazo apoyando su frente en la mía.
—La fe no es suficiente cuando la muerte está a punto de arrasarte. Tenerla no salvará a mi madre... pero no hablemos de eso ahora, mejor vamos, pensar en ella me pone ansioso y no puedo darme ese lujo.
Me baja del escritorio dando un último beso, para meterse de nuevo el papel de Brigadier furioso, salgo detrás de él y nos encontramos en donde está Isaff para prepararlo. Abordamos los transportes hacia fuera en silencio atravesando el desierto hasta entrar un poco a Kandahar, donde hacemos el cambio a un taxi manejado por otro agente encubierto hasta el edificio dando la apariencia de que llegamos del hospital, bajando con naturalidad. Cuando estamos en la puerta del apartamento justo antes de girar la perilla escuchamos voces que nos ponen en tensión, Isaac me da al bebé diciendo que espere mientras saca una pistola de una maleta, adosando un silenciador, pero entregándome una y entrando lentamente. Al inicio puedo ver la estancia vacía desde mi posición, todo en normalidad, dándome confianza suficiente para dar dos pasos tras él, aunque de todos los escenarios en mi cabeza que podían pasar el último fue el General Pedraza saliendo del pasillo con su escolta armada. Isaac y yo nos quedamos paralizados por un momento, el hombre nos mira como si deseara destriparnos obligándonos a entrar las cosas y cerrar la puerta.
—Bienvenidos, Brigadieres psicópatas —saluda jovial jugueteando con una de mis bragas entre sus asquerosos dedos, uno de sus hombres se acomoda con el dedo en el gatillo de su M16, con los ojos fijos en nosotros.
—General —contestamos al unísono—. ¿Qué hace aquí? Puede ponernos en riesgo —digo.
—Mire, Fox, no llegue a General de tres estrellas por ser idiota, nadie me ve si yo no quiero que me vean ¿Entiende? —dice de vuelta. La verdad es que técnicamente ningún agente del Consorcio debería ser visto sin intenciones de que así sea—. Siéntense... Necesito dejar claro algunos asuntos.
—¿Qué pasa, General? —pregunta Isaac mirándolo con los ojos entrecerrados, rodeándolo con cautela sin quitarle los ojos de encima. Trata de caminar con Isaff hacia las habitaciones, pero lo detienen.
—No se mueva y ponga al mocoso en el suelo —espeta Pedraza e Isaac obedece, pero veo que manda su mano a la espada y parece sujetar la 9mm que había puesto en el cinto.
—Cálmese y suelte la pistola, Falcon —dice Pedraza dándose cuenta—. No vengo a buscar problemas.
—¿Entonces a qué viene y por qué tiene mis malditas bragas en la mano? —digo arrebatándoselas con furia. Otra vez el asco se toma mi cuerpo, llenándome de impotencia
—Porque tarde o temprano cumpliré lo que dije, Isabella, no podrás evitarlo —dice muy casual sorprendiendo a Isaac que parece querer atravesarlo con sus ojos y temo porque él también es violento y en cualquier momento puede sacar el arma y volarle la tapa de los sesos a Pedraza—. ¡Y le dije que suelte la jodida pistola, Falcon, porque le voy a dar un tiro si la saca!
La mirada de Isaac induce al peligro, sus ojos de oro llamean en ira pura y evidentemente está tratando de mantener bajo control sus instintos destructivos.
—¡¿Qué hace aquí, General?! —espeta él caminando de ida y vuelta por la estancia.
—Vine a dos cosas... primera, nadie más tiene que saber lo que pasó con Fox o pagarán las consecuencias muy gravemente —dice alisando su camisa de vestir blanca que se estira ligeramente por su barriga ligera, metiendo finalmente las manos en los bolsillos paseando la mirada por todo el sitio.
—¿Otra vez nos amenazará? —pregunta Falcon—. Lleva las de perder.
—Te equivocas, jodido niño nalgas meadas, tengo el control de ustedes aunque no lo sepan y si alguien sabe de lo sucedido, o sobre lo que dijo Fox esta mañana —comienza a decir Pedraza, pero en un movimiento que no espero enfoca al niño que gatea y le apunta con una pistola poniéndome el corazón desbocado en la mano—. No me importa matar a un niño y lo haré, nadie lo sabrá nunca, se los aseguro.
—Hay que ser un jodido cobarde para apuntarle a un pequeño inocente —espeto con veneno acercándome ciega de indignación, miedo y desesperación—. Un puto falto de cojones.
—Como sea, ya sabe lo que pasará si abren la boca —responde, bebé que gatea a las piernas de Isaac y él lo alza de nuevo viendo a Pedraza como una pila de mierda que debe ser aplastada pronto—. La segunda, Volkov necesitaba decirles que su comisión se reducirá a dos semanas más, ese es el tiempo para sacar la confirmación.
—¿Y las niñas? —pregunto de inmediato—. Inteligencia supone que están con las armas, pero no es seguro.
—Si aparecen bien, sino quedará en manos del C.E.P.I. otra vez porque Sigmund lo ha designado así, parece que el núcleo central de todo está en Estados Unidos y Colombia. Así que ya lo saben —dice metiéndose mi ropa interior en el bolsillo acercándose a mí demasiado hasta quedar con su boca en mi oído—. Y tú, Brigadier Fox, recuerda que voy a matar a cualquiera que piense poder tenerte. Falcon te pone un dedo encima otra vez y lo joderé.
«Maldito cerdo asqueroso»
Sale su escolta y luego él dando un portazo que enfurece a Isaac.
—¿Qué te dijo? ¿qué acaba de susurrarte? —pregunta viéndose frustrado.
—Nada —digo pensando que manejaré el asunto sola, ese hijueputa se arrepentirá de todo lo que está haciendo, la Vípera se encargará—. Sus babosadas de siempre.
—¡Eres una mentirosa! —grita de repente—. ¡¿Qué carajos te dijo el marrano ese?!
—¡Nada que te interese, Falcon!
—¿Crees que eres tan fuerte como para lidiar con las perversiones de Pedraza? —dice de vuelta exasperado.
—Sí, no te metas en mi camino.
—Ese tipo es de las personas más pervertidas que he conocido en mi puta vida —grita acercándose sujetándome por los hombros agitándolos—. Viola niñas, compra virginidades, participa en subastas de mujeres esclavas sexuales ¡No es tan fácil como crees! ¡No quiero que entres en la larga vista de víctimas de Pedraza! ¡¿Qué te dijo?!
La información me toma por sorpresa, suelta mis hombros dejándome paralizada preguntándome cómo lo sabe, lleva al niño a su cuarto y vuelve para encender un cigarrillo, sentándose en el sofá con los codos sobre las rodillas despeinándose con su mano libre como si estuviera verdaderamente frustrado. Cierra los ojos con fuerza y yo sigo de pie en la mitad de la estancia pensando en qué decir.
—Isaac, yo no quiero que nadie quede salpicado de la mierda que se esparcirá —digo finalmente, me preocupo por él por alguna extraña razón que no comprendo, me niego a dejar que le pase algo y menos por mi culpa.
—No quiero que te pase nada, no puedo permitirlo... antes de la muerte de tus padres, Carmen me pidió que te cuidara, fue una especie de chiste, yo era un niño después de todo, pero le dije que sí, dijo que si le pasaba algo siempre estuviera para ti —dice haciendo que lágrimas se acumulen en mis ojos cayendo libremente, aumentando cada vez más corriendo raudas y dolorosas ante la nueva información—. Fue el día que se fueron como si presintiera que le pasaría algo pronto.
—¿Por qué nunca lo dijiste?
—¿Para qué? ¿ponerte peor? —espeta fumando—. Decírtelo era un retroceso en tu recuperación.
—¡Tenía derecho a saberlo! —digo en un alarido que viene desde el centro de mi pecho herido que clama por una explicación que él no parece dispuesto a darme—. ¡Habla! ¡habla, maldita sea!
—¡¿Qué quieres que te diga?!
—Dime qué más dijo, cómo lucía, qué pasó —chillo desesperada. No sé de qué me servirá esto, pero mi interior desespera por saberlo.
—Tu madre tenía mucho miedo, pude notarlo. Estaba llorando y acarició mi cabeza pidiendo que te cuidara. Justo después de eso se fueron... —confiesa abriendo la ventana para dejar salir el humo.
Quedo en silencio sopesando sus palabras. Me siento en el suelo y me descargo llorando por saber aquello que me ocultó por tantos años, pero la preguntas invaden mi mente sin darme tregua alguna porque la imagen de mi madre asustada me hace pensar que su atentado no fue tan sorpresivo como me han hecho pensar toda la vida, más aun con todas las pistas de sus notas, hay algo más y ella lo sabía, tal vez mi padre también «¿Si ya tenían conocimiento de que estaban en peligro por qué fueron a Miami solos?»
«¿Por qué dejaron la seguridad del Consorcio por aventurarse a su suerte conmigo?»
Me quedo en la misma posición en el suelo por mucho tiempo, no sé cuanto exactamente. Mi mente se ha quedado aferrada al recuerdo de mi madre un día antes diciendo que iríamos de vacaciones, pero que no podíamos decirle a nadie, ni a mis padrinos, que visitaríamos Disney World con Mickey Mouse otra vez y que la pasaríamos genial allí.
Pusieron pocas maletas y nos marchamos en la noche terminando en un cuchitril absurdo durmiendo pocas horas antes de volver a movernos. Ahora todo toma sentido, estaban temerosos de algo y pensaron que podían huir de ahí como humo.
—Hey, Fox, di algo que ya me estás preocupando —dice Isaac. Su voz se oye como un eco que apenas es audible porque mis sentidos están abrumados con lo que recuerdan de esa noche, la brisa marina entrando por las ventanas desordenando mi pelo y papá y mamá discutiendo por algo que no entendí, la noche infinita que hacía un paisaje desolado por el que transitábamos justo antes del ruido de las ametralladoras. El estrellón contra la zanja me deja aturdida, veo la oscuridad del agujero, los hombres abriendo las puertas se muestran ante mis ojos justo antes de ponernos una bolsa de tela negra en la cabeza y meternos en otro vehículo para llevarnos al destino fatal de los Everglades.
El olor a peste del pantano invade mis fosas nasales bloqueando mi mente de nuevo, es justo en la llegada donde mi mente empieza a tener dificultades para recordar exactamente. Sólo tengo imágenes aterradoras grabadas, un cielo con estrellas centellantes, gritos de horror y el filo de una navaja que saca sangre por montones, sé que los sujetos hablaban, sé que discutían con mis padres, pero no logro acordarme de nada que no sea
«Los sapos mueren aplastados, los sapos mueren aplastados, los sapos mueren aplastados, los sapos mueren aplastados»
La asquerosa voz con un acento extranjero del asesino no se detiene empezando una ruleta que parece no tener intenciones de dejarme en paz, así que me tapo los oídos buscando que cese, que se calle, pero esa frase está impresa en mis recuerdos, no hay nada que hacer para sacarla de ahí, siento que todo da vueltas, que mi razón no es suficiente para controlar la avalancha de nieve invadiéndome, destruyéndome, empiezo a llorar sin consuelo perdiendo el control de mi respiración sintiendo que todo ha acabado.
—¡Cállate y escúchame, cabrón de mierda, que no me produce placer hablar contigo! —escucho que dice Isaac a alguien contándole la situación, pero el torbellino de sensaciones me tiene abstraída—. ¡¿Qué hago?! Llamé a todo el mundo y nadie contestó el puto teléfono ¡Espero que no estés perdido de borracho porque Fox se va a tirar por una puta ventana según veo!...
Me abraza pasando las manos por mis brazos dándome el calor que siento haber perdido de repente. Tiemblo, tengo ganas de vomitar y estoy a punto de hiperventilar porque no puedo contenerme.
—¿Isa? —escucho la voz de Fabián de pronto y creo es una alucinación, pero pronto me doy cuenta que Isaac sostiene un móvil contra mi oreja—. Isa, mi amor.
—¡Fabi! —grito desconsolada sujetando el aparto contra mi oreja, su voz es como un ancla que me devuelve paulatinamente a la realidad, porque pudo haberme maltratado, pero también me sostuvo—. ¡Mi madre sabía que la iba a matar ese día! Nos fuimos a Miami porque huíamos.
Se queda en silencio unos momentos.
—¿De qué hablas preciosa? —dice pronto—. Ellos no podían saber eso... el viaje fue una sorpresa para ti, te iban a llevar al parque temático por tu cumpleaños. Recuerda, respira profundamente, trata de deshacerte de lo malo y deja tu mente en blanco.
—Lo sabían —chillo regresando a la tierra. Él siempre ha sido un ancla, un llamado a tierra que me ayuda a no perderme en el espacio—. Mi madre le pidió a Isaac que me cuidara.
—¿Cómo lo sabes? —pregunta desconcertado. Estaría igual si mi casi ex esposa hermana de crianza me dijera tanta incoherencia de pronto, siendo llamada por el tipo que peor me cae—. ¿Todavía sigues viviendo con Isaac?
—Sí — secándome las lágrimas con el dorso de la mano libre—. Pero no importa, ella lo sabía... lo sabía...
—Corazón, no puedes llegar a conclusiones así sólo porque Falcon te dijo eso —me contesta tranquilo, agradezco que no esté bebido porque simplemente sería un desastre—. Ni siquiera sabes si es cierto, puede ser una broma estúpida de las que le gusta hacer a Isaac.
—No me mentiría con algo como eso —contesto viendo cómo él tuerce los ojos, creo que el volumen del celular le permitió escuchar todo.
—¿Por qué confías en él? ¿acaso no te caía mal?
—Ahora no quiero hablar de ese tema —replico—. Por favor.
—No me gusta lo que oigo, Isabella, de pronto pasaste de odiarlo a defenderlo. No entiendo —dice desviándose del tema de mamá completamente—. ¿Me explicas qué pasa?
—Fabián, no esto hablando de Falcon y de mí, sino de Carmen y Vladimir. Creo que todos me han mentido, Lucio, Marina, dada Ricardo, porque mis padres sabían —le digo poniéndome en pie. Todo dentro de mí está desesperado por saber qué pasa, hasta dónde llegará el hilo de esta trama maldita poniéndose peor día con día, creando una nube negra de tormenta eléctrica lista para descargarse sin piedad, pero no sé si estoy realmente preparada para afrontar la cruda verdad oculta.
—Falcon ha sido tu sueño húmedo desde siempre, te casaste conmigo por la opción descarte, si él no hubiera sido mujeriego estuvieras casada con él —espeta Fabián histerico—. Y lo de tus padres, deja de hacer conjeturas, nadie te ha mentido, se te ha dicho lo que pasó y ya está. Si hubo algo más, nadie lo sabe, así que no acuses a mamá y papá de cosas así solo porque Isaac te está metiendo mierda en la cabeza —cuando menos lo espero, Falcon me arrebata el celular furioso para gritarle a Fabián empezando una discusión.
—¡Te llamé para que la ayudaras, cabrón de porquería, no para ponerla peor o poner en tela de juicio mis palabras! —espeta caminando como león enjaulado—. ¿Qué carajos pasa contigo, animal?
—¡Estás viviendo con mi esposa y piensas que no me voy a poner histérico! ¡ustedes se comían con la mirada! —replica Fabián y lo alcanzo a escuchar entre el silencio y el volumen de la bocina—. No me verán la cara de idiota.
—Ex esposa, se han separado ¿Cuándo lo aceptarás? —Isaac carga sarcasmo en su más puro estado imprimiéndolos en las palabras—. Además, es imposible no verte la cara de idiota si la tienes desde que naciste, si pasa algo entre la cerecita y yo, no es de tu puta incumbencia ya, así que no me toques los cojones.
Cuelga la llamada respirando profundamente como si tratara de calmarse, pero no dice nada más que "¿Estás bien?" cuando lo confirma, se sienta en el PC sin modular palabra revisando expedientes para el operativo. Yo tampoco quiero hablar, dedicándome a limpiar las armas, descargar archivos de video de la cámara y demás, así al llegar la noche luego de cenar temprano y acostar al niño siento que necesito dormir tres días seguidos, pero veo que Isaac se cambia a la pijama acomodando la colchoneta junto a la cama.
—Por favor, no me dejes sola —le pido dejando caer mi orgullo porque me siento incapaz de dormir sola.
—No es conveniente que nos sigamos involucrando —dice muy serio sin mirarme—. Mezclar las cosas no nos llevará a ninguna parte.
—¿Por qué me haces esto ahora? Justo hoy.
—Tenías razón en algo, no somos ni seremos nada nunca. No vale la pena enredarnos más la vida por algo como lo nuestro; nosotros somos efímeros, Isabella, un "Algo" entre ambos siempre se esfumará tan pronto como aparezca.
—Isaac, por favor. No estaría dejándote ver mi parte herida, vulnerable, si no necesitara fervientemente sentir a alguien conmigo, sobre todo tú que lo sabes ahora sí todo de mí —lo miro, pero él solo está apoyado en la pared estrechando sus ojos, para luego acostarse en la colchoneta negándose otra vez a dormir conmigo. Tras ese rechazo sorbo mi nariz, seco mis incipientes lágrimas y trato de controlar el hipo que me entra, poniendo la cabeza en la almohada con la espalda hacia él, pero cuando estoy a punto de dormirme calmando todo lo que me llena, siento su calor y sus brazos rodeándome.
—No llores más, odio con mi vida verte llorar —susurra.
—Gracias...
—¿De qué?
—Por estar aquí conmigo.
—Tengo que consolar a mi esposa... ¿O estás olvidando que nos casamos con un anillo de dulce a los siete años? —me rio aun en medio de las lágrimas, porque Isaac es el ungüento mágico para mis males, aunque él mismo sea un mal a veces—. Estoy atado a ti y tú a mí hasta el fin de los tiempos, así que te aguantas este malgeniado de cojones hasta siempre.
Son nuestras últimas palabras antes de arruncharnos más y quedarnos dormidos.
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