Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 20- Maldad en la bondad


CAPÍTULO 20

Maldad en la bondad

"La maldad o la bondad en los actos determinan su fruto"

Anónimo

DEDICADO A LORE5CRUZ. ¡MIL GRACIAS POR TUS LECTURAS Y VOTOS, ME ANIMAN MUCHO!

———————00———————

Kandahar, Afganistán

Base del Consorcio Praetor

ISABELLA

Cuando era más pequeña tuve arranques en donde tiraba de mi pelo, rompía cosas, soltaba alaridos mientras trataba de hacerme daño. Pronto escaló y me llevó a descargarme con una compañera del colegio, esta me molestaba después de que se enteró de mi estadía en el psiquiátrico y fue allí cuando la cumbre de una ira silenciosa me hizo atacarla. El momento es como un borrón en mi memoria que apenas puedo evocar, entonces después de ese incidente Lucio empezó a buscar alternativas para que yo encaminara mi ira. Así se volvió una costumbre hacer este tipo de cosas como darle rienda suelta a la necesidad vívida que zigzaguea dentro de mí sobre poner toda mi desesperación en algo inofensivo para otros justo como ahora, boxeo con ahínco abstraída de todo, solo escuchando el crescendo del Requiem Lacrimosa de Mozart estallando en mis oídos a través de los audífonos.

Siento cada impacto contra mis nudillos, aunque llevo protecciones gustándome porque concuerda con los sonidos macabros que llenan mis oídos en una melodía irresistible, oscura, lastimera que taladra mi cabeza contagiándome de su nostalgia. Cuando siento las gotas de sudor correr a raudales por mi frente, me detengo cuando suena Lizt, Dante symphony, pieza inspirada en inferno, de la Divina Comedia. Cuando estoy exhausta sintiendo la factura de la misión de ayer y la paliza física que me he metido desde las cuatro y media de la mañana, me detengo secando mi cara, bebiendo agua de la botella, decidiendo que es suficiente, salgo directo a mi habitación, con el sol dando de lleno en mi rostro, aunque apenas sean las siete.

Una vez llego entro directo al baño y bajo la ducha sintiendo alivio con el agua fría chocando contra mi piel, pienso en todas las cosas que están pasando en mi vida desde mi llegada a Afganistán, la sorpresiva entrada de Isaff en mi vida, la relación con Falcon y cómo en poco tiempo hemos cambiado con respecto el uno al otro, porque debajo de esa coraza dura sé de un sentimiento por mí dentro de él, si fuera de otra manera no me defendería, protegería ni ayudaría a descubrir la verdad, pero el orgullo o lo quebrado de su alma no le deja reconocer que puede sentir más allá de la ira, la violencia y el dolor.

Constantemente, luego de escuchar su historia de terror con su padre, pienso en él tratando de explicar muchas de sus actitudes toscas, ha sido realmente lastimado por un ser que debía protegerlo por el amor, pero fue todo lo contrario, cosa inexplicable dentro de mi cabeza en donde mis padres biológicos me amaron hasta el último momento de su vida y Lucio y Marina volcaron todo su cariño sobre mí haciendo a la pérdida más llevadera, a pesar del dolor.

Cuando regreso a la realidad, han pasado treinta minutos y debo salir rápidamente porque debo hacer un reporte junto con Isaac, si a él le da la gana porque no sé con qué humor se haya levantado, para presentarlo a Volkov, pero necesito entrenar primero incluso antes de desayunar. Salgo de la ducha exprimiendo mi cabello empapado para secarme quedando con la mirada fija en las cicatrices de mi torso recordándome cada día de mi vida el pasado que rompió la magia de mi matrimonio, aunque Fabián me ha ofrecido el tratamiento para disimularlas, no lo haré; amo la ambivalencia de las cicatrices, en el mismo lugar en donde sientes que la vida se te escapa, sanas saliendo adelante con la frente en alto, justo donde el mundo te ha quemado haciéndote arder en llamas, queda la muestra de lo fuerte que has sido porque sigues con vida.

Trenzo mi cabello aun húmedo dividiéndolo justo a la mitad, poniendo el uniforme de entrenamiento con su clásico camuflado azul y la camiseta con la estrella azul del C.M.O.E, saliendo apresurada de vuelta al ala norte donde está el comedor.

—Hola, pequeña, ¿Cómo amaneces? —me saluda Alana jovial en la entrada—. Una locura lo ayer, ¿Estás bien? ¿y ese golpe? —revisa mi rostro con delicadeza como una hermana mayor preocupada por mí, el enrojecimiento en el pómulo del golpe. A veces Alana me asusta, puede ser una lanza atravesándose con su mirada puntiaguda mortal, acribillándote con su forma juzgar, pero también se puede ir al punto en que parece tierna, cosa igual en Fabián. Jamás he conocido sus evaluaciones neuropsicológicas, pero apostaría a que tienen una psicopatología de personalidad, porque no son cambios sutiles, no, simplemente parecen otras personas.

—Estoy bien, lala —contesto llamándola por el sobrenombre que desde pequeña le di guiñándole un ojo, así que caminamos hacia el interior donde varias de las mesas están a tope. Lo primero que veo al entrar es a Isaac con Sara, Michael y Gerard, pero ella está como chicle, aunque como siempre él parece distante, apático, pero cuando sus ojos se encuentran con los míos una picardía que temo nos deje al descubierto, asoma.

Continuo mi camino hasta la barra donde está Renata y Teresa, quienes me saludan con una sonrisa y pronto todas nos sentamos en medio del gentío y el murmullo constante. El sol entra como un reflector por las dos paredes de cristal en el pentágono, y estamos mezclados todos los comandos con nuestra estrella de distinto color en las camisas. Nos sentamos juntas a comer y pico de mi plato de fruta distraídamente, mirando de soslayo la escena de Falcon y ella, envenenándome con mi propia bilis cuando veo que le pone un beso en la mejilla, pero lo peor, Isaac se lo permite.

—¿Le será fiel? —pregunta Alana, Sara se cuelga del brazo de él, cuando ambos se ponen en pie saliendo del comedor juntos.

—No son novios —aclaro sin poder contener los putos celos, haciendo que Al me mire extrañada, pero con media sonrisa divertida. Lo he dicho, dos personas diferentes.

—¿Y por qué sabes eso, Isa? —pregunta con tono tierno.

—Viviendo con Falcon 24/7 de algo teníamos que hablar —susurro sin levantar la cabeza de mi desayuno, acribillando los huevos revueltos como si fuera la cara de Falcon «pensándolo bien, un tenedorazo no le caería nada mal al animal del monte para que no se deje manosear»

—Pues yo no creo que la tome enserio, lo vi anoche, parecía estar cogiéndose a alguien en la sala de entrenamiento. Ella estaba contra el pilar gimiendo como vaca —dice Alana como un secreto que me hace atorarme con la leche que bebo hasta quitarme la respiración, Renata se pone en pie dándome palmaditas en la espalda apenas para sacarme los bronquios por la boca.

«¿Gimo como vaca?»

—¿Qué pasó, mami? No te puedo dejar un segundo sin supervisión porque te me mueres —dice haciéndome sonreír cuando he recuperado un poco el control, sacándome una risa sonora igual que a Tere, Alana y agentes cercanos a nosotras.

—Se me fue por el camino viejo, decía mamá —murmuro recordándola, era una mujer alegre y dicharachera, orgullosa de la sangre colombiana que le recorría las venas.

—¿Se encuentra bien, mi Brigadier? —pregunta Colson a mi espalda con auténtica preocupación en sus ojitos brillantes. Le respondo sí y con timidez me pregunta si puede usar mi móvil para saber de su hija, y lo hago con gusto, Charles ha pasado de ser un soldado a un amigo, uno leal estando siempre está ahí como un hermanito. Cuando menciona el tratamiento recuerdo que Isaac le pagó los gastos médicos y hasta donde sé, lo sigue haciendo, haciéndome pensar en las cosas de él que he descubierto en esta comisión, la ternura, la lealtad, el sentido de apoyo que ha sido para mí demostrándome que hay algo más en él aparte de la lujuria por mí.

Pronto termina agradeciéndome y le invito a sentarse con nosotras para terminar el café que trae en la mano, me cuenta que su bebé tiene un buen pronóstico, pues nació con espina bífida (1)* siendo operada en sus primeros meses de vida, pero requiere aun más tratamiento y cuando terminamos el desayuno él se va a entrenar y Renata y yo nos vamos a trabajar en mi oficina, debemos revisar los puntos del operativo siguiente como integrantes, armamento, puntos de entrada y posibles salidas. Me quedo con ella casi toda la mañana

—¿Podemos hablar, Isa? —me dice sentándose en el borde del escritorio. Su cara seria no augura nada bueno, así que me muestro atenta, mientras camina de un lado al otro en la habitación, la ventana está abierta de par en par moviendo en un balanceo sutil las persianas horizontales cada que una corriente de viento lo toca. Me apoyo en la pared conjunta al marco con las manos en los bolsillos del pantalón camuflado.

—Dime —contesto con esa simple palabra pues desde el comedor veo en sus ojos que quiere decirme algo—. Suéltalo rápido, Ren, se nota que te estás asfixiando.

—¿Tienes algo con Isaac? —suelta tomando su cabello castaño claro en una coleta alta—. ¿Te has enrollado con él?

La pregunta me hace tragar en seco, sus ojos lucen comprensivos, no agresivos como los de Alana, parecen más nostálgicos y esperan una respuesta que no sé si haga bien dándole, pero necesito hablar con ella del asunto urgentemente o me voy a volver loca, aun así, intento desviar la pregunta por última vez.

—¿Por qué me preguntas eso? —replico encogiéndome de hombros fingiendo desinterés.

—La forma en que veías a Sara e Isaac, la forma en que lo miras de reojo como si te fijaras demasiado en él, sin mencionar cómo te pusiste cuando Alana dijo eso... eras tú quien estaba con él en la sala de entrenamiento ¿Cierto? estabas cogiendo con él.

«Santa mierda»

—No se lo puedes decir a nadie, Renata, por el amor de Dios —le pido resignada a que me ha pillado, cierra los ojos con fuerza suspirando profundamente—. Y no estábamos cogiendo... nos estábamos besando, pero él besa muy bien.

—Lo sabía, algo en ti ha cambiado desde que apareció él ¿A qué hora te metiste con Isaac? ¿y Fabi?

—Lo sé, sé perfectamente lo que esto implica —respondo, cuando decepción invade su expresión—. Perdóname.

—No a mí, no soy yo a quién pedirle perdón —replica tomando entre sus manos mi rostro—. Tienes un matrimonio perfecto, Fabián necesita ayuda profesional, sí, pero se muere por ti, te ama más que a su propia vida ¡¿Qué carajos te pasa?! ¿te vas a divorciar por una aventura sexual?

Renata no sabe nada del maltrato de mi esposo, no he sido capaz de romperle la imagen que tiene de su amigo, su esperanza está justificada hasta cierto punto, porque sé que si le cuento, ella me dará la razón, por ello sopeso la opción de contarle aquí mismo.

—Ya estaba separada de Fabián, Renata, lo sabes. Tenía los papeles del divorcio listos y Fabián es quien no quiso firmar ¿Crees que si rompo mi matrimonio es por Isaac?

—Parecías dispuesta a intentarlo hasta la llegada del todas mías de Falcon a dañarte la cabeza —espeta con frustración, haciéndome sentir tan mal disculpándome al final. Se queda en silencio mientras su andar ansioso por todo el espacio sin quitarme la mirada de encima, puede abrirle un hueco al piso, lleva el uniforme de entrenamiento con su cabello trenzado igual al mío—. ¿Y qué es esto con él? ¿es importante? —dice más comprensiva, supongo que ha sentido el mismo malestar mío, sentándose a mi lado cuando lo hago en el escritorio.

—No sé, Ren, y necesito hablarlo con alguien más —me atoro con mis propias palabras—. Amiga, te necesito. Por favor, no me juzgues.

—No te juzgo, perdóname si sonó a eso, pero me sorprendí mucho —toma mis manos entre las suyas—. Tranquila, aquí estoy, pero necesito yo que me expliques qué pasa.

Luego de un par de respiraciones entrecortadas me explayo al decirle todo lo que sucede. Ren me escucha en silencio viéndose más comprensiva y cuando termino me abraza acariciando mi pelo.

—Tranquila mi Isa, todo estará bien —me sonríe amable y tranquila. En el fondo espera que regrese a mi matrimonio, lo sé, pero como veo las cosas cada día se hace más y más imposible—. ¿Y él qué siente por ti?

—No lo sé, a veces pienso que me ve como un vacile más —confieso suspirando. En cierta medida, me siento aliviada de poder hablarlo con mi mejor amiga abiertamente.

—Me ayudaría a verle sentido a esto si me dices si tus sentimientos por él volvieron —dice porque es la única persona, además de mamá Marina, que sabía de mi enamoramiento juvenil por Isaac, ese primer flechazo, el inolvidable por ser el inicio de sensaciones nuevas en el pecho y el alma, aquello que te cambia para siempre—. Y sobre todo saber qué pasó entre Fabián y tú para no bastarte con dejarlo sino con no darle una oportunidad e irte con Falcon... hay algo oculto aquí, lo sé, Isabella, pero desconozco la razón para no decirle a tu mejor amiga, a tu hermana de vida ¿No confías en mí? Dime si de verdad sientes que ya no soy de confiar, lo entenderé.

—No es eso, se trata de algo muy delicado —empiezo decidida a empezar a soltar la cruz que he llevado por dos años, el ancla hundiéndome hasta el fondo de un mar de desesperación donde me ahogaba hasta sentir que ya no valía la pena seguir. Ella se sienta a mi lado de nuevo, pero antes de hablar aspiro profundo sintiendo las espinas clavarse dentro de mi garganta, porque Fabián me condicionó a no decir nada, a callar pues en cada ocasión en donde insinué hablar, me sometió, pero debo admitir algo, él solo lograba golpearme brutalmente cuando me tomaba por sorpresa, en el resto de las ocasiones yo también le golpeaba, razón por la cual terminábamos ambos en el hospital con excusas absurdas, acudiendo a uno diferente para no levantar sospechas, pues al menor indicio de maltrato doméstico, podrían iniciar una investigación.

—Empieza como quieras —murmura regresándome a la realidad, al parecer me quedé viendo a la nada—. No importa lo que sea, entenderé.

—Fabi... Fabián no es quien parece —finamente comienzo a soltar, a liberar el nudo apretado en mi estómago—. Lo que parecía una relación perfecta se convirtió en realidad en una relación de brutalidad de ambos. Un día se convirtió en algo que no reconozco y todo por culpa del alcohol —Renata me observa en silencio, aunque noto su desespero por preguntar más. A partir de ahí me explayo contándole todo, hasta el más pequeño detalle que guardé recelosamente dentro de mi pecho, hasta dos incidentes más no conocidos por Isaac, temiendo su reacción en cuanto lleguemos a Nevada

—¡¿Te empujó por un maldito ventanal, te clavaste vidrios en el costado y no dijiste nada?! —dice incrédula, su rostro se ha descompuesto y lágrimas siguen corriendo por su rostro. El dolor por la verdad descarnada dicha por mi boca en una explosión catártica que fluyó como agua de manantial, siendo la verborrea incontenible más aligerante de toda mi vida, es evidente.

No logro responderle cuando Isaac toca a la puerta de la oficina apresurado exigiendo que le abra y cuando lo hago secando mis lágrimas, pasa como Pedro por su casa enfurecido.

—Eso fue lo que te pasó al otro lado de las costillas entonces —dice furibundo, en sus ojos la impotencia se acumula dejando ver el estallido en cualquier momento, cerrando con un portazo—. ¿Qué carajos pasaba por tu cabeza cuando decidiste quedarte callada?

—Eres un chismoso de mucho cuidado, macho cabrío —dice Renata—. ¿Qué mierda hacías escuchándonos?

—¿Chismoso yo? Chismosa tu voz chillona, puedes reemplazar a la voz del sistema de comunicación. Ese reclamo se escuchó hasta el Cocito —dice burlándose de ella, su relación siempre ha sido así, a decir verdad.

—Espera... ¡¿Isaac sabía de tus costillas rotas?! —exclama Ren de pronto—. Lo sabía, pero yo no.

—Con tu amistad con ese puto muñeco de pastel maltratador ¿qué esperabas? Son íntimos

—Tú no eres el ejemplo claro de un hombre encantador —replica Ren.

—Yo no sería capaz de ponerle una mano encima a Isabella, prefiero volarme la tapa de la cabeza con un tiro —manifiesta él dejándonos momentáneamente pasmadas—. ¿Qué? ¿por qué me ven como pato mirando avión?

—Nada, solo que me sorprende —dice Ren.

—¿Tengo pinta de maltratador?

—No de maltratador, de gigoló stripper, fuckboy remasterizado que le huye al compromiso.

—Como sea, me parece perfecto que te lo haya contado, ese maldito cabrón no merece el silencio de Isabella, todo el mundo debe saber la mierda que es. Sólo no lo justifiques ¿Quieres? —replica él—. Pero venía por Isabella para plantear la estrategia de acción del próximo operativo, Volkov tiene una varilla metida en el culo y me está acosando —espeta saliendo pues el móvil le timbra siendo su madre, y él sale apresurado a contestarle; siempre está al pendiente de ella sin importar si está haciendo algo o la hora. Una llamada entrante en mi propio teléfono me saca de mis pensamientos y cuando el número extraño aparece en la pantalla, una sonrisa traviesa se dibuja en mi cara. Le digo a Ren y pongo el altavoz para que escuche.

—Así que ahora fue a por Valkyria, está logrando enfurecerme —dice Karaman con su particular tono oscilante entre la amenaza y la burla, sabiéndose con el poder destructivo del que es capaz. Los Karaman son famosos por despiadados, pero extrañamente atractivos, algunos colaboradores capturados le describen como un hombre que luce como todo, menos un traficante, "ojos intensos, boca delineada y cuerpo atlético" dijeron sin dar más detalles.

—La mocosa le cayó sola a la sopa —le respondo y Ren me hace señas de "Cálmate" con una de sus manos en un movimiento de bájale—. No tengo la culpa, Karaman, solo tendré la satisfacción de verte tras las rejas del Cocito.

—Hay algo seductor en su actitud desafiante, Brigadier Fox, algo excitante que se revele al sistema como la oveja negra que no quiere ser blanca —su voz sigue colgando entre dos extremos de humor, como si estuviera furioso, pero al mismo tiempo la situación le causara gracia en demasía.

—¿Te excito, Karaman? —caigo de pronto en un juego peligroso de seducción insana e inadecuada—. Nunca me lo hubiera imaginado, te estoy persiguiendo, incoherente

—No hay mejor fantasía que lo prohibido, Isabella. Nada más seductor y peligroso que lo inalcanzable, porque el ser humano se ve atraído por la oscuridad absoluta de aquello no permitido para él —me sorprendo porque es la primera vez que dice mi nombre, además con una ligera entonación italiana.

—Muy poético, Karaman, ¿Estás drogado?

—Claro que no, Yikim Melegi, así soy, pero usted no puede ver mis demás caras, todos los lados que me componen mucho más allá de ser un traficante.

—Ya que estás tan conversador el día de hoy, ¿Podrías explicarme qué mierda significa Yikim Melegui? Si es un insulto, pues tu lo eres peor —digo sonriendo porque este tira y afloja me gusta en cierta medida—. Me suena a "Perra maldita"

—Nada más alejado de la realidad... esas dos palabras se traducen como "Ángel de la destrucción" porque eso es, arrastra las cadenas del demonio con alas de ángel... Isabella Fox, usted ha sido creada en el tártaro y tallada en el olimpo, lo sabe perfectamente arrasando con cuanto le da la gana. Sabe que Valkyria no tiene cargos, déjela ir.

—¿Y qué vas a hacer al respecto? Dijiste que soltarías al MOAB y aun no tengo un agujero en el culo —le digo con sarcasmo.

—Porque replanteé mi accionar, la fuerza bélica no siempre es la solución, es mucho más eficaz destruir desde dentro como un cáncer haciendo metástasis en su organización de oficiales corruptos.

—¿Qué sabes de la desaparición de soldados?

—Sé que no debe meter las narices en eso o terminará muerta como todos los que han intentado saberlo.

Sus palabras me dejan paralizada por un momento, justo cuando cuelga la llamada en su costumbre para no ser rastreado, aunque yo no lo intente realmente.

—Espera, chulada, ¿Te dijo ángel? ¿el jodido rey del tráfico mundial te dijo ángel? —chilla Renata incrédula.

—Dijo ángel y demonio —respondo contesto sacudiéndome ante la sensación de orgullo por su visión de mí misma, aunque con una risa nerviosa que no sé exactamente de dónde viene, si del suspenso de la situación, los halagos abiertamente coquetos o de los pocos toques de miedo que Karaman produce; seamos honestos, él es imponente, su voz a pesar de estar distorsionada se oye contundente; sin embargo, la sedosidad de sus palabras como un verdadero conocedor del mundo, choca con lo sabido de su crueldad.

—Dime loca, pero tiene razón... lo prohibido es lo más apetecido —dice Ren con una risita contagiándoe.

Isaac regresa justo cuando me estoy sonriendo traviesa contra el teléfono preguntando qué pasa con su particular forma "sutil" de hablar. Los tres retomamos el trabajo con Ren pues ella quedó a cargo del Alfa-Escorpio desde que me fui a la infiltración, pero sabiendo que las dos personas en quienes más confío, me apoyan y me escuchan están juntas decido soltar la confesión atorada en mi garganta.

—Tuve una especie de flashback justo en medio del operativo, vi el pantano, a mis padres, como de costumbre, pedazos de recuerdos como rompecabezas, pero esta vez vi un rostro, uno de los encapuchados se quitó el pasamontañas, pero jamás podía esclarecer el manchón borroso en su rostro. De pequeña tuve que haber almacenado esa visión en mi cerebro, pero el bloqueo no me dejaba acceder a eso —murmuro inclinada sobre el mapa de Kandahar. La luz en la oficina entra sin piedad por la ventana y un ligero aroma a canela llena mis fosas nasales. Ellos se quedan en silencio mirándome como si les costara asimilar mis palabras.

—¿Qué cosa? ¿estás bien, cerecita?

—¿Por eso te desconectaste en la balacera cuando te tuve que arrastrar?

Preguntan ambos al unísono cosas diferentes, pero igual de preocupados.

—Fue de pronto, como una película proyectada en mi mente.

—Me parece que estás perdiendo la noción de la realidad ¿Cómo vas a tener un flashback así como así? —pregunta Isaac extrañado.

—Hace muchos años, Falcon, por momentos pierdo la conexión con la realidad...

—¿A qué te refieres? —pregunta Renata abanicándose con las manos.

—Tengo visiones con mi madre, la veo, me habla y me sonríe... el día de la captura de Sayyid y en el apartamento dijiste que estaba mirando a la nada —me dirijo a él quien asiente con la expresión desconcertada—. La estaba viendo a ella.

—¿Y eso es normal? ¿por qué no te haces tratamiento? —replica Ren

—Nadie más lo sabe y no quiero, si logran arreglar ese desperfecto en mi cerebro no la veré más —confieso negando la posibilidad, con mis ojos humedeciéndose, cuando él acuna mis mejillas entre sus palmas cálida inclinando mi rostro hacia el suyo, que se muestra confundido, pero más preocupado.

—Tienes que dejarla ir, Isabella, yo no soy psiquiatra ni psicólogo, pero sé que esto no está bien —dice con firmeza, haciéndome perder en sus ojos claros como miel pura, el pulso se dispara y un cosquilleo en el estómago me recuerda cuando éramos más jóvenes y yo estaba enamorada de él.

—No quiero, ella me sostiene —digo sujetando las muñecas de Isaac.

—Estoy yo en su lugar, está la minion chismosa de Renata, Lucio, Marina —dice él con tono calmado, pero su sobrenombre a Ren me saca una sonrisa—. No estás sola, mientras yo viva jamás estarás sola en esto... podré molestarme, e incluso enfurecerme contigo y tu desobediencia prodigiosa, pero no te voy a soltar.

—El macho cabrío fuckboy tiene razón —le devuelve ella acercándose a nosotros acariciando mi espalda cuando Falcon suelta mi rostro con una sonrisa que, aunque pequeña, me llena de todo tipo de sensaciones—. Todos estamos aquí para ti, pero debes dejarla ir —suspiro profundo cuando una idea se atraviesa en mi cabeza como una lanza.

—¿Y si uso reconocimiento facial? —digo apresurada—. Un agente hace un retrato hablado y lo pasamos por el sistema.

—¿Tan claro fue el flashback?

—Tanto como los veo aquí frente a mí.

Logro convérselos y nos apresuramos a ver si podemos lograr hacer un retrato hablado de lo que vi, así que entramos en el edificio subiendo hasta el piso tres, en donde se encuentra la división de reconocimiento facial, aunque solo buscamos un retrato hablado. Un agente nos recibe amable, sentándose en su silla una vez le contamos lo que necesitamos, él va dibujando a medida que le cuento de la piel oscura, los ojos grande y prominentes, la nariz chata y ancha con grandes orificios nasales, la barbilla ligeramente salida y una barba escasa, además de calvo. No sé porqué de repente tuve esa aparición, algo no está funcionando bien dentro de mi cabeza y sé que de no tratarlo empeoraré mi estado mental paulatinamente.

El agente se concentra y pronto me da un esbozo que va tomando forma hasta el final donde veo algo asimilándose mucho al recuerdo en mi mente, así que con mi aprobación lo mete en un escáner que lo digitalizará para luego un software de construcción de rostros en 3D le dé un aspecto real que podría tener la persona. El proceso tarda unos minutos, mientras poco a poco se va realizando en la pantalla multimedia encajada en la pared, pero a medida que se va haciendo más y más realista voy experimentando un acaloramiento en el cuerpo que me hace abanicarme con las manos, teniendo un volcán activo que erupciona lleno de recuerdos. Falcon lo nota y me sujeta de un brazo a modo de polo a tierra, me parece que las emociones salieron disparadas por mis ojos, afortunadamente el otro agente está de frente a la pantalla dándonos la espalda.

—Cálmate —me susurra en el oído—. Respira profundo y mírame... mírame, Isabella —logra captar mi atención y menguar el incendio habitando en mi interior. Su boca dijo que no pasaría la línea y que yo no era nada ni nadie para él, pero demuestra lo contrario.

Bajamos a los sótanos de inteligencia para ir al área de reconocimiento facial, una máquina que luce como un escáner largo para las fotos impresas y un puerto USB para archivos digitales, conectados a pantallas multimedia, pero a su vez a la red interna de los Praetor, empezando por los archivos, carpeta por carpeta, siendo un proceso un poco tardado. Cada vez que una foto sale en la gran pantalla con una X en rojo me decepciono. Tal vez no lo encontraremos nunca, tal vez sólo fueron impresiones de mi psiquis quebrada y dañada.

Los minutos se vuelven horas y las horas parecen días entero, aunque solo ha pasado poco tiempo en realidad. Se supone que ya deberíamos estar de regreso en el apartamento con Isaff, el reloj roza las nueve de la mañana y como mínimo debemos retomar nuestros papeles infiltrados al medio día, pues Valkyria quedará en libertada por la falta de órdenes de captura en su contra, al menos, de parte del gobierno ni Afgano ni Estadounidense. Cuando estoy a punto de rendirme poniéndome en pie, un resultado aparece con un 95% de concordancia, el corazón parece el de un caballo desbocado mientras me acerco a donde sale la foto rodeada con un recuadro verde lima parpadeante conteniendo el rostro que vi en flashes o al menos eso creo, este obviamente parece más viejo, las arrugas le adornan la frente, así como patas de gallo.

Isaac se me adelanta y revisa el expediente, entrando en todos los apartados en donde encontramos sus crímenes, hay más de veinte asesinatos anotados en su carpeta, extorsión, secuestro y narcotráfico, todo un ciudadano ideal. Dice que está recluido en una prisión federal acusado de haber asesinado a nuestro Brigadier RGN, sí, Peaton Louis, a quien reemplazaremos.

—¿Puedes ver las víctimas de este expediente? —le pregunto a Isaac.

—Sí, espera —pulsa varias opciones hasta que sale el maldito mensaje de "Confidencial, nivel 4 de seguridad"

Una lista amplia de agentes Praetor se abren ante nosotros, carpeta tras carpeta hay Tenientes, Capitanes, Mayores, hasta Generales de una o dos estrellas, el sujeto es un completo asesino de agentes del Consorcio desde que era un jovencito pues hace 22 años el tipo tenía apenas unos dieciocho años según sus datos de nacimiento, pero la muerte de mis padres no se le atribuye de ninguna manera, o al menos no en ese archivo «¿Tal vez lo vi en las noticias y mi mente dañada lo puso como un flashback?» me pregunto en silencio.

No me gusta la pinta que toma esto para nada ¿Será este el asesino de mis padres?

———————00———————

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro