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Capítulo 19- Empieza el juego


Capítulo 19

Empieza el juego

"A veces, el amor puede parecer magia, pero a menudo, la magia es una ilusión"


¡DEDICADO A YAYNYG, GRACIAS POR TODO TU APOYO!

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ISABELLA

—¿Otra vez se extralimitó, Brigadier Fox? —dice Volkov con la cara cubierta con su mano. El habitáculo donde estamos parece más grande por sus paredes pintadas en blanco y el black out negro de la ventana abajo, aunque parece que el cristal está abierto porque se mueve ligeramente creando un ligero sonido de tic tic en su vaivén constante, el General está sentado en su silla giratoria en la punta de la mesa de la sala audiovisual con la luz fría de los múltiples focos led chocando con contra su rostro creando sombras en la mesa por la figura de su nariz. Llegamos de vuelta a la base hace media hora y estamos frente al verdugo que cortará nuestras cabezas con una guillotina a los dos al mismo tiempo, aunque Isaac parece sartén de teflón otra vez, parece que le resbala todo lo que le dicen.

—No, General —contesto pestañeando varias veces porque la luz irrita mis ojos.

—¿Ah no? ¿por qué el tipo tiene tres tiros y está golpeado? —pregunta Pedraza viéndome de forma pervertida, sus ojos de marrano no pueden dejar de engullirme ni siquiera porque me estén reprendiendo, mientras reacomoda sus lentes de fondo botella con marco grueso sobre su nariz aguileña.

—Uno se lo di cuando trataba de huir, me había agredido lanzándonos a Falcon y a mí al suelo —murmuro viendo que Isaac cruza sus brazos resoplando molesto, siento que algo ha cambiado porque es la segunda vez que parece furioso en presencia de Volkov, pero no lo entiendo para nada.

—¿Y los otros dos? ¿entró por la pierna y salió por ambas manos? —replica el General con tono sarcástico que me hace sonreír ligeramente sin mostrar los dientes, tratando de contener mis pensamientos con respecto

—Se los di yo, estaba cansándome que tratara de huir—dice Isaac—. Así que no, la Brigadier Fox no se extralimitó.

—¡Que consuelo! —grita Volkov con ironía—. ¿Y es que iba a huir caminando de manos? ¡Lo traje a Kandahar para controlar a la sociópata de Fox, no para darle ideas de guerra!¿por qué el sujeto parece tomate magullado?

—Lo siento, General, pero ha juntado a la pólvora con el fuego —responde Isaac con su nuevo tono de lobo rabioso a punto de clavarte los dientes en la yugular—. Además, el tipo estaba jodiendo demasiado.

—¡¿Y POR ESO LO DEJÓ COMO AL PUTO JESUCRISTO?! —grita Volkov una vez más las venas del cuello se le marcan y abre los ojos de par en par al borde de un ataque cardiaco—. Y no me venga con palabrería barata de fuego y pólvora, ustedes son un par de desadaptados violentos y asesinos.

—Cálmese, le va a dar un infarto si sigue así —murmuro—. Mírese, está todo rojo y juraría que su tensión arterial está visitando a los ángeles del cielo.

«Y si se va con San Pedro nos echan el muerto a nosotros y no, gracias»

—¡Y ustedes son los putos culpables! ¡lárguense de aquí, par de sociópatas de mierda! —señala la puerta.

—Véalo por el lado positivo, hubo un contacto con Valkyria —media Isaac hablando de nuevo con su tono afilado, sin moverse ni un poco—. Además, no me reconoció, es posible que regrese al restaurante.

—Su tarea será envolverla, coquetearle, seducirla, necesitamos más pruebas que simples fotos y vídeos de ella frente a una bodega —murmura Pedraza revolviéndome las tripas «¿Se tiene que enrollar con doña señorita iraní?»—. Como hizo Fox con Sayyid mayor, así mismo.

—Mister vacuna ataca de nuevo —comento entre dientes y el único que escucha es Isaac, el General solo entiende el murmuro y pregunta qué dije—. Nada, disculpe.

—¡Y hagan el puto favor de no acabar con medio Kandahar a punta de plomo! —espeta Volkov echándonos nuevamente, nos encaminamos y él, con su nueva actitud desafiante frente al General, sale presuroso dando pisotones que dejan clara su evidente molestia. Ambos vamos uno junto al otro, por el pasillo vacío pues ya son las nueve de la noche y las luces iluminan solo el camino, pues el resto está sumido en sombras.

Nos metemos en el ascensor con el mismo silencio entre los dos hasta alcanzar el primer piso y salir de la edificación a la noche donde corre ligeramente el viento, él me da la espalda caminando rápido como si buscara evitarme, pero no me dejará así.

—¿Puedo preguntarte algo? —le alcanzo atravesándome y adivinando sus movimientos, cuando se mueve a la izquierda me vuelvo a poner en su camino, igual cuando lo intenta hacia la derecha.

—No —espeta serio—. No quiero hablar.

—¿Me escuchaste hablando con Fabián otra vez, no? —pregunto cuando finalmente posa sus ojos sobre mí—. Por eso estás tan grosero, pero estás malinterpretando todo yo...

—No sé de qué carajo hablas, si estoy así es porque no voy a cruzar la línea con ninguna mujer, mucho menos contigo, ya te dejé entrar demasiado, te permití ver partes de mí que no tendrías porqué saber, pero no significa nada, no significas nada para mi vida. No eres nadie —murmura con dureza, sin un ápice de sentimientos en su voz.

«Maldito descerebrado inestable animal del monte, me defendió del tipo que me agredió para ahora reducirme a nada»

—Isaac, escúchame —le sigo el paso apresurado sin entender porqué quiero aclarar las cosas con él—. Por favor.

—¿Qué quieres? ¿qué quieres de mí? —explota girándose cuando hemos llegado a la zona trasera de unas barracas que no están en uso por reparación—.

—Dejemos las cosas claras, por lo menos por Isaff, él chiquito siente todo y se altera cuando nos peleamos a gritos...

—¿Y qué mierda me importa? ¡Yo no soy su padre ni lo seré! Jamás me haría papá y esposo devoto —espeta dándome un golpe sin puños que duele más que uno físico—. Dejé que te acercaras demasiado, pero hasta aquí llegaste. Sólo quiero terminar esta misión de porquería en donde tengo que verte cada día y no te soporto más.

Después de la confrontación me dirijo a la nada, tengo una mezcla de sensaciones que no logran tomar orden, la ira, el orgullo, la tristeza, crean una tranca que se atora en mi garganta. Sabía que tener a Isaac cerca me iba a destruir, a desmoronarme, es un maldito distractor, el hechizo fatal que me hace caer al suelo porque con él todo es incierto, aunque ahora sabiendo su pasado violento me doy cuenta del posible motivo de la inestabilidad emocional que lo rodea; una relación tóxica de sus padres lo orilló a ver cómo seguían juntos a pesar de toda la mierda que pasaba bajo su techo, aparentando normalidad, porque el General Falcon parecía ser el perfecto frente a todos, pero absolutamente nada justifica que Isaac sea así, que me haga daño. Me voy al techo del edificio C, estoy sola, la noche hace al viento correr refrescando mis mejillas acaloradas por el cabreo, la ira y la tristeza de lo que pasa, perdiendo la mirada el los cientos de estrellas que se aprecian creando una sensación de magnificencia al ver la obra perfecta del universo.

«¿Qué siento por él? ¿por qué me afecta tanto lo que sucede?» me pregunto sentándome en el suelo abrazando mis rodillas dobladas, tengo mucho en qué pensar, aunque no lo quiera admitir. Cuando éramos adolescentes empezó, una pequeña chispa se encendió en mi pecho, pronto entendí que tenía sentimientos por él, por quien había sido mi rival, mi némesis, alegrándome en cada ocasión cuando le curaba las heridas, me emocionaba de tenerlo a solas y me alegraba saber que de su novia a los 15 años o quienes gustaban de él, me siguiera escogiendo a mí para curarle y ver esa parte vulnerable que no le permitía ver a otra.

La tarde de nuestra primera vez aflora en mi memoria, nunca me he arrepentido de haberla tenido con él porque a pesar de ser algo muy irrelevante, estereotípico o de opresión para otra mujeres, para mí era la primera vez en que me entregaría más allá, no sé si para él fue lo mismo, pero tengo la impresión de tener también un lugar en su corazón y su memoria.

—¿Isa? —dice la vocecita de Teresa, así que me giro secando mi rostro húmedo con vergüenza de que me haya encontrado así—. ¿Qué tienes, Isa? Te vi discutiendo con el Brigadier Falcon.

—¿Nos escuchaste? —le pregunto cuando se sienta a mi lado asintiendo con la cabeza, pidiendo perdón.

—No era mi intensión, estaba buscando estar sola y ustedes llegaron. No debí quedarme escuchando, pero te vi extraña... ¿Entonces estás en una aventura con el Brigadier?

—No... sí... no sé —me enredo con mis propias palabras—. Promete no decirle a nadie, por favor.

—No se lo diré, pero ¿Y Fabián? ¿qué hay con él? —pregunta de forma dulce—. Isa, vámonos de aquí, hace un frío horrible ¿No lo sientes?

—La verdad me da igual, me siento más fría por dentro —nos ponemos en pie y me guía a mi habitación ya que ella no tiene una por su rango como Sargento, duerme en barracas, aunque antes pasamos por una máquina de café y bebidas calientes para comprar algo que nos devuelva la calidez—. Tere, de verdad no puedes contarle a nadie. Esto puede derrumbar a toda mi familia.

—Sólo dime porqué engañas a Fabián, no entiendo. Ustedes tienen una relación hermosa

—Él y yo nos separamos hace más de seis meses, ya no estamos juntos. Técnicamente estoy divorciada, solo falta su firma en los papeles —susurro sentada en posición de loto en medio de la cama de mi habitación, donde apenas llegamos cerré la ventana y puse las cortinas grises gruesas encendiendo la luz cálida que llena cada rincón del lugar—. Pero nadie lo sabe... bueno, fuera de la familia, la única es Renata

—¿Y eres novia de Isaac? —pregunta sin ahondar en el tema, cosa que le agradezco, ella siempre sabe cómo ser prudente, respetar mis espacios—. ¿Estás en una relación seria?

—¿Seria? Falcon no conoce esa palabra, es inestable, él no está hecho para una relación así —murmuro con la voz bajando su volumen porque voy viendo que Isaac en lugar de mejorar al crecer, se ha vuelto más duro, áspero, tóxico que cuando era adolescente—. Voy a cortar esto, es lo mejor. Ahora no soy solo yo, tengo a ese bebé que adoro con mi alma y adoptaré, no puedo permitir alguien así de voluble en mi vida.

—¿Puedo ayudarte? Venga que te peino, eso te relaja —se ofrece con su sonrisa amable y toma un cepillo del baño empezando a pasarlo por mi melena encendida en fuego que llega a la cintura—. Pienso que debes tomar la decisión que te diga la razón y no el corazón porque ese se ciega por todo lo que sentimos hasta hacernos cometer locuras sin lógica. En cambio, la razón es sabia, está hecha de mesura y no nos permite tomar el camino impulsivo.

—Mi corazón no dice nada, no siento nada por él —trato de evadir, pero ella se sonríe ligeramente cosa que veo por el espejo en una pared sobre escritorio que he tomado de tocador—. Isaac es algo carnal, nada más.

—¿Y qué querías aclarar con él? —continua su tarea y por un segundo en su reflejo siento como si fuera Carmen por su ternura y la forma en que me peina con tranquilidad, mientras sonríe removiendo el fondo del lago en mis recuerdos, en donde habita la crudeza y el amor.

«Estoy empeorando, veo a mamá en todas partes, la siento, la huelo, la oigo, esto se está saliendo de control y voy a terminar en un psiquiátrico de nuevo»

—Me escuchó hablar con Fabián diciéndole mentiras puras para que me dejara en paz, le dije no sentir nada por Isaac y más cosas que fueron muy fuertes —digo sintiendo la relajación cada vez que pasa el cepillo por mi cuero cabelludo, o al menos eso creo.

No podemos seguir hablando pues Renata toca la puerta y no puede saber aun, no cuando desconoce mi situación con Fabián. Me abraza nada más entrar saludándome, aunque pronto nota mis ojos hinchados.

Nos sentamos en la cama a conversar, me pregunta cómo estoy llevando todo con Falcon llamándolo "Macho cabrío" sacándome una carcajada entre el apodo y la forma en que mueve sus cejas y frunce su boca. Ren ha sido una hermana, hasta consideramos vivir juntas luego de mi separación, pero los encuentros con su novio misterioso no deben "ser conocidos por nadie" en sus propias palabras, ella está realmente enamorada, se le nota en el brillo de sus ojos, aunque empieza a hablar de Michael Mitchell, ha pasado mucho tiempo con el desde que llegamos y al parecer él le muestra su interés directo, le hizo saber que siente cosas por ella, haciendo que mi amada Ren se deje confundir.

—No sé qué hacer con Mike ¿Lo rechazo definitivamente? No ha pasado nada entre nosotros, ni un simple beso o agarrada de mano —dice jugando con su cabello castaño, mirando sus puntas. Estoy en la parte de los pies de la cama con las piernas dobladas bajo mi cuerpo y ella y Tere están igual, pero en la cabecera. La última es más pequeña que nosotras y la cuidamos al extremo, aunque es parte del grupo, y mira a Ren con su carita inocente.

—¿Qué sientes por Mitchell? Debes definirlo antes de cualquier otra cosa —le aconseja Tere, así que Ren se deja caer poniendo su cabeza en las piernas de la mujer a su lado.

—No sé, Mike es como el que siempre estuvo ahí hasta que Isaac se fue con el Delta-Lion, el amigo, quien me escuchaba, pero ahora estoy enamorada de mi novio y no puedo hacerle eso —dice mirando al techo suspirando—. Pero él y yo no podemos estar juntos libremente. Así que me planteo hacerle caso a Michael, tal vez sea lo más sano.

—Mi corazón, si tu relación actual representa inestabilidad, descontrol y encima es clandestina, no te conviene —le aconsejo, Tere tiene razón, pensar con el corazón es un arma de doble filo que te puede cortar en mil pedazos si apuestas por la persona equivocada—. Porque si te tiene oculta de todos nada bueno puede ser.

—Yo lo amo —dice dejando salir lágrimas que se deslizan por los bordes de sus ojos para terminar en su cabello—. Mucho, jamás me había sentido así.

—Dime quién es. Nadie te juzgará —pido acariciando su mejilla en son de consuelo—. Ren, dinos qué está pasando.

—Ya lo sabrás... —susurra con voz baja como si la idea de que me entere le entristeciera.

—Eres la única dueña de tus acciones, Ren, si estás haciéndole mal a alguien con esa relación, lo haces a propósito y eso sí es una mierda —dice Tere reprendiendo a nuestra amiga que estalla aún más en llanto. Sé que está cargando muchas cosas, la presión de su madre, su relación extraña, el trabajo y el deseo de ser madre y no poder aún.

—Venga, duerme aquí conmigo ¿Te parece? Así no estarás solita —le animo sonriéndole y como ya tiene la pijama puesta nos quedamos hablando sobre lo que enfrenta, hasta que Tere se va y nos metemos en la cama, pero pasado un rato en donde me es imposible dormir, me pongo en pie buscando entrenar.

—¿A dónde vas? —pregunta Ren adormilada, así que le explico y vuelve a dormir. Salgo rápido atravesando la base, hay algo en ese silencio casi absoluto, con el cielo estrellado incluyendo la temperatura un poco más fría me fascinan, porque me siento poderosa en medio del caos absoluto, pero igualmente en la calma me deslizo en la tranquilidad sintiéndome en paz. Llego a la sala 1, siendo la única que dejan abierta en la noche de las cinco que hay, dándome cuenta que ya hay alguien en la caminadora, totalmente concentrado en una carrera sobre el mismo punto, ello me lleva a dar media vuelta, pero en mi huida no noto la mancuerna en el suelo tropezándome, por ende, el ruido rebotando en las paredes creando un eco ligero, le detiene. Me ve con la cabeza inclinada dejando de correr y se baja de la máquina para caminar hacia mí.

—¿Y eso? ¿no pensabas decir nada? —dice más tranquilo que antes como si fuera otra persona. Isaac es otro loco cambia humor.

—Después de lo que me dijiste ¿Crees que tengo ganas de hablar contigo? ¿estás mal de la cabeza? Pff no sé para qué pregunto si es claro. Mejor me voy —espeto con mordacidad, no le voy a permitir saber lo que me ha hecho en realidad.

—Este lugar es muy grande, cerecita, podemos entrenar sin problema o vernos de frente, porque eso es lo que no quieres, verme de frente —espeta dándome la espalda—. No puedes verme sin pensar en que soy el cacho que le pusiste a tu marido...

—Claro que sí ¿Eres otra cosa? —pregunto tratando de mantenerme firme y no caer en lo que el eco de mi corazón está gritando.

—No, Brigadier Fox, no soy más que el amante que no quiere ser otra cosa —se va hacia los sacos de boxeo empezando a darle a uno con furia, parece que los golpes dinamitan sus emociones, lo consumen tanto y la única forma para encaminarlos es la violencia ejercida contra el objeto mientras este se balancea inclinándose peligrosamente cerca de salirse del gancho del que cuelga—. ¡Mierda!

—¡Mira lo que te hiciste! —exclamo acercándome cuando noto que tiene los nudillos lastimados y parece haber dado un mal golpe lastimando su muñeca, así que la tomo entre mis manos con delicadeza, girando hasta poner su palma hacia arriba—. ¿Por qué te gusta hacerte daño? no tienes protecciones ¿Qué pasa?

—No te importa —vocifera quitando mi mano bruscamente—. Ve a joder a tu marido, a mí no... aunque ya que pareces querer hablar como una jodida cotorra ¿Qué me ibas a aclarar? ¿qué ibas a decir? —indaga

—¿Ahora preguntas? Luego de tratarme de nada, después de soltar cada mierda ofensiva que pudiste vienes a pedir que te diga algo... adiós Isaac Falcon, en más de un sentido.

—Mejor vete, yo llegué primero —dice con tono burdo.

—De acuerdo, no es como si quisiera verle la cara al Brigadier aventura sexual fatal.

—No vuelvas a llamarme así —reclama—. Nunca más.

—Te llamaré como quiera, aventura, error, gigoló, máquina sexual ¡Cómo me nazca de los ovarios! —grito molesta saliendo de mi cabales sin pensar si alguien puede escucharnos—. Tú haces lo que te da la gana conmigo y yo contigo. No somos nada, solo un acostón casual esporádico, porque nunca serás más que eso, Isaac Falcon, entonces, permiso señor don Brigadier en jefe, me largo.

Isaac, siendo Isaac, dice con la boca vete y cuando estoy tratando de hacerlo, me detiene tomándome del codo sacándome un suspiro.

—Dime la verdad, sé honesta aunque sea una sola vez sobre esto ¿Qué hay en ti por mí? ¿soy algo para ti?

«Sí, eres importante para mí» grito en mis adentros, pero sale de mis labios:

—Nada —miento cuando me toma de la cintura acercándome a su boca.

—Repítelo, repite que no soy nada para ti —susurra, trato de escapar en una carrera que alcanza y me abraza por detrás poniendo su boca en mi oreja, escuchando un suspiro—. ¿Por qué te resistes a esto? ¿por qué lo haces todo tan difícil?

—Porque no está bien —dice tratando de zafarme del abrazo de oso—. ¿Qué parte de "estoy casada" no entiende, Brigadier Falcon?

—La parte en que se está divorciando, Brigadier Fox, que lleva más de seis meses viviendo en otro lugar —dice cuando, perdiendo ante mi sentir, detengo los intentos por soltarme arqueando mi cuerpo hacia el suyo, dejando por el suelo mis palabras vacías—. ¿Por qué insistes en ese matrimonio?

«Sigue mintiendo, sigue haciéndole creer eso»

—Porque es lo correcto —digo viéndolo por uno de los espejos—. Porque son casi diez jodidos años que no puedo echar al traste.

—¿De verdad piensas volver con ese maltratador? —me suelta dándome la vuelta totalmente confundido—. Él te ha hecho cosas terribles, lo que no entiendo es porqué te has dejado.

—Fabián tiene un problema, es alcohólico y las adicciones son una enfermedad —replico mintiendo, así debo continuar.

—¿Lo estás putamente justificando? ¡Te rompió las costillas! —grita, haciendo eco el lugar vacío—. Que decepción, ¿crees que tus padres aceptarían que te dejaras maltratar? ¿crees que Lucio admitiría que su propio hijo te hiciera esto? —dice señalando la cicatriz de su torax—. ¿Qué pasa si decido contarle a todo el mundo?

—Nadie te creería, nadie te haría caso...

—Escúchame, Isabella Fox, el silencio en casos de maltrato es igual a inyectarte veneno directo al corazón. Callarlo te matará tan lenta y dolorosamente que preferirás morir de un tiro a la cabeza —dice sosteniéndome por el brazo sin poder quitarme la mirada—. Es seguro que caerás en un abismo profundo de decepción, desesperación, y tristeza, un pozo de oscuridad infinita que consumirá hasta la última parte de tu brillo, de ese brillo que te hace especial... Lo vi con mi madre, ella no es ni sombra de lo que fue, la mujer arrolladora se ha ido por culpa del maltrato, mucho antes de su leucemia... Pero a la larga haz lo que te dé la gana, por más que quiera no puedo obligarte a no volver con él, pero luego no vengas con lloriqueos porque lo único en mis palabras será "Te lo dije", solo espero que al volver con él, no seas parte de la larga lista de mujeres muertas a manos de quienes dicen amarlas.

—¿Te preocupas por mí acaso?

—Es obvio, Isabella, ¿No lo ves? si no, créeme que me comportaría diferente —sus actitudes opuestas terminarán mareándome la perdiz. Da media vuelta dispuesto a marcharse y dejarme sola, aunque aun tiene algo por decir, así que me mira sobre su hombro—. Puedes volver con él, pero te aseguro esto: te pone un dedo encima y le voy a romper el doble de costillas que él a ti, asegúrate de decírselo.

—Es mentira... todo lo que le dije a Fabián. Necesitaba que dejara de acosarme justo en medio de la tensión en la misión, pero no considero ni consideraré volver con él —confieso sin poder controlar la verborrea saliendo disparada por mis labios buscando al Isaac del apartamento, quien me abrazó en la noche y le dio de comer a mi bebé—. Cada cosa dicha en esa llamada es la mentira más grande y descarada que he dicho.

—No te estoy preguntando... —contesta más dócil que antes. Sin mediar palabra, se avecina sobre mí y me besa con fuerza pasando las manos por mis costados, acaricia mis glúteos con posesión, pegándome a su pelvis cuando le empujo hasta chocar con un pilar, abrazando su cuello dejando todo mi cuerpo pegado a él, a la dureza de sus músculos que me sacan un gemido pronto, cuando sus palmas acunan mis muslos encaramándome en su cadera. Pasa sus labios a mi cuello llenándome de besos y mordidas aumentando la creciente humedad entre mis piernas erizando mi piel en un sentimiento que deslumbra mi interior y sale a modo de gemidos quedos de mi garganta. Apoyo mi cabeza en su pecho llevándome a morder mis labios, pero también a besarlo presa del deseo y la pasión desaforada que me envuelve como un mar de leva tomando vida dentro de mi cuerpo. Me mira a los ojos y parece querer decir algo, su mirada expresa lo que su boca no puede, pero de pronto niega ligeramente la cabeza como si se sacudiera de una idea.

—Espera, Isaac, pueden vernos... Tere nos vio —susurro.

—¿Qué te dijo?

—Nada malo, me preguntó, pero prometió no decir nada —digo cuando me deja sobre mis pies quitando delicadamente hebras sueltas de mi cabello que caen en mi rostro.

—Es lo mejor, o todo podría joderse... ¿De verdad es mentira lo que dijiste? —rectifica mirándome a los ojos.

—Sí, nunca consideraría volver con él. Créeme, me costó casi la vida poner los ovarios sobre la mesa y desprenderme de él cuando me había hecho dependiente emocional —camino hacia mis cosas inclinándome para recogerlas.

—Duerme conmigo —se pone a mi espalda besando la luna en mi nuca con ternura

—No puedo, Ren está en la habitación —contesto sacándole un bufido—. Está triste por Mike y su novio misterioso.

—Asegúrate de que no lastime a Michael, Isabella, él lo daría todo por ella —dice tomando sus cosas también.

—¿Por qué te empeñas en parecer un ogro con corazón de iceberg al que nada le importa cuando te preocupas por los que amas?

—Es mejor ser temido que lastimado, eso lo aprendí hace muchos años —contesta—. Si te alejas del mundo, el mundo no puede hacerte daño... Venga, vamos a dormir. Mañana será un día pesado.

Caminamos lentamente uno junto al otro, pero cuando estamos pasando por la puerta sur hacia los dormitorios, soldados entran con camuflado verde con un emblema en el brazo del Ejercito Nacional Afgano, igual que una boina roja oscura que es parte del uniforme de estos, pero sé que son Praetor, reconozco algunos rostros, caminan pegados a la muralla envolviéndose en la oscuridad sin atravesar la base como se haría si no estás haciendo algo indebido. Isaac me hala por la cintura pegándonos a la pared del edificio cercano, ellos van pasando por la parte de atrás y nosotros estamos en el costado, moviéndonos cuando los escuchamos pasar, hasta que sus pasos se detienen de golpe y llega la voz de Pedraza, al parecer los esperaba en un punto.

—General —saluda uno—. La misión no salió como estaba planeada.

—¡¿Qué?! —chilla en respuesta Pedraza—. ¡Son unos inútiles! ¿Tenemos Volkov y yo que hacer el trabajo por ustedes? ¿Qué pasó ahora?

—Una niña escapó, era muy delgada y se escurrió con facilidad. Estaba dentro de la jaula, pero alguien la dejó mal cerrada —responde el mismo sujeto—. No se preocupe, General, cuando lo notamos alcanzamos a dispararle un rastreador, sabemos donde está. Acabaremos el trabajo con una bala en su cabeza.

Apenas puedo creer lo que oigo, la ira se dispara, siento el rostro enrojecer, e Isaac, conociéndome mejor que nadie, me sujeta con fuerza por la cintura y pone una mano en mi boca diciendo con sus ojos "Cálmate"

—Eso espero, o ya saben lo que haremos con ustedes, no quedarán ni los pedazos para que sus familias les visiten en un panteón —dice el General como último, marchándose a la parte de los demás.

Falcon y yo volvemos a respirar sin poder asimilar lo sucedido, terminando de recorrer el camino lo más rápido.

—¿Por qué los Praetor portan uniformes afganos? ¿qué es eso de jaula?

—Te dije que estaban usando a los agentes como sicarios, no te sorprenda ver mañana o pasado una masacre en la televisión —dice él verificando que estemos solos de vuelta, apresurándonos a su habitación, deslizándonos entre las sombras de los edificios proyectados por la iluminación interna hasta alcanzar la edificación donde me siento en el borde de la cama—. Lo peor de todo es que la organización como tal no es corrupta, pero hay varios superiores de la generación de Volkov que operan desde las sombras con pequeños grupos que parecen aleatorios. Creo que se mantuvieron inactivos por años porque el gobierno estadounidense, Mexicano y Español iniciaron investigaciones por brutalidad militar, presunto vínculo con los cárteles de Sinaloa, además de vender información confidencial a terceros. Según pude investigar, había varios agentes que rendirían indagatoria, pero todos murieron "Misteriosamente"

—¿Tu padre también hace parte de esto?

—Sí, junto con Volkov padre, Volkov hijo, Pedraza, Miller, y Larsson. Los Generales que iniciaron todo esto ya están muertos, pero su legado siguió latente.

—¿Cuándo ha empezado de nuevo?

—Hace unos cinco años, pero se ha incrementado hace tan solo uno —dice asomándose por la ventana, pero escondiéndose tras la pared conjunta moviendo solo ligeramente la cortina—. No sé porqué, pero siento que se está cociendo algo podrido. Tenemos que ser cuidadosos, podríamos quedar en la mira y terminar como todos quienes han tratado de averiguar lo que sucede.

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