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Capítulo 18- Flash de dolor


Capítulo 18

Flash de dolor

Dedicado a: Zely_Sequera

¡La actualización que te prometí, perdón por no tenerla el día de tu cumple, pero aquí está!

¡GRACIAS POR TODO TU APOYO, TUS COMENTARIOS Y POR HABERTE QUEDADO COMO LECTORA!

Isaff Falcon Fox al final

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ISABELLA

Isaac se marcha furibundo una vez más dejándome confundida, lleva tres días con esa actitud y no sé porqué se comporta así. Tengo una idea, aunque no puedo estar segura, seguramente me escuchó hablando con Fabián, al regresar me lo encontré como si nada en la cama donde le había dejado, pero no la mentira dicha a mi ex, porque necesitaba que me dejara de presionar, mencionando darle una oportunidad y bla, bla, bla, negando todo lo que pasa y pasó con Falcon, cuando esos hechos tienen peso en mi vida, más ahora cuando desinteresadamente me tendió la mano donde no veía esperanza para seguir mi investigación. Me pongo en pie asomándome a la ventana sacando la cabeza al abrir el cristal a buscar a Isaac cuando lo veo muy campante hablando con Valkyria Sayyid, sonriéndole con su estrategia tumba bragas que me conozco a perfección.

«¿De dónde saliste culicagada?»

Respiro profundo preguntándome porque siento que la ira me calienta la cabeza, así que me concentro en lo que debo hacer, empezando con Isaff dejándole listo para ir de nuevo al restaurante, trato de vestirlo con lo más ligero entre la ropita siempre, pero siento que igual se acalora, peino su pelito con un peine húmedo tomando unas tijeras afiladas cortándole el exceso y dejándolo más guapo aun, jugando con un pollo de peluche que suelta un cacareo cuando lo aprieta. Isaac odia ese juguete dice "suena como risa de diablo invocado en brujería" siendo el exagerado de siempre.

Cuando él regresa estoy completamente lista y con el mismo látigo de indiferencia con la que me ha tratado durante tres días, salimos a cumplir con nuestra rutina otra vez. No sé cuanto tiempo más tardaremos en la misión, pero empieza a ser una carga y me está jodiendo por nuestro tira y afloja cada vez más agresivo que antes, porque eso entre nosotros parece no poder cambiar, transformarse en una relación madura, no, en ese sentido no hemos podido avanzar.

El restaurante se llena cada vez más por la popularidad de los platos de las cocineras contratadas por el Consorcio, asegurando que los objetivos se vieran atraídos por el movimiento del sitio. Al medio día entra de nuevo el socio de hace días atrás, lo llevo a la misma mesa con micrófono, mientras sigue coqueteando conmigo bajo la atenta mirada de Falcon enfocándonos con ojo avizor sin perder detalle, haciéndome temer se salga de control porque una cosa más que nos hace malos uno para el otro es lo tóxicos que éramos, lo celosos que llegamos a ser aun cuando nunca pudimos definir nada.

Pronto y como me lo esperaba, Isaac se acerca "Marcando territorio" quitándome el servicio para atenderlo él. Le tuerzo los ojos y continúo con el trabajo, pensando en cómo puedo mejorar lo que pasa para alivianar el ambiente.

El ruido del ajetreo del restaurante se cuela en mis oídos interfiriendo con mis pensamientos, cada choque de cubiertos metálicos, cada voz mezclándose al unísono, el sonido de la vajilla al ser recogida, todo se maximiza de un momento a otro porque quiero perderme de la realidad donde los acontecimientos no me favorecen en nada. Isaac significa algo que no entiendo y me conflictúa no saberlo. De pronto, a eso de la 1 pm, la niña pelinegra entra buscando a alguien con sus grandes ojos oscuros como la media noche, así como el cabello que escapa por la parte de debajo de la bufanda que le cubre la cabeza hasta que, al llegar a Falcon, una sonrisa coqueta se dibuja en su rostro ovalado y entonces se acerca a él llegando directamente a acariciar uno de sus brazos.

La ira se toma mi cabeza como una directriz acelerando mis pensamientos, abstrayéndome del mundo a mi alrededor como si me sumergiera en algo denso, grumoso y oscuro, así que cuando él la sienta en la mejor mesa y al parecer tomar lo que ella pide, le reclamo arrastrándole hasta la oficinita tras el mostrador con la caja.

—¿Qué carajo hace Valkyria aquí? —espeto enfurecida después de ver cómo él también le coquetea abiertamente.

—Es mi invitada ¿Tienes algún problema con eso? —dice agresivo entre dientes.

—Sí, es el enemigo, carajo —le respondo gesticulando incrédula ante lo que parece una tomadura de pelo.

—Lo dijo quien se besuqueó al hermano mayor de ella —replica tratando de salir de mi encierro.

—¿Me vas a decir qué te pasa? Pensé que después de tanto tiempo podríamos... —logra marcharse dejándome con la palabra en la boca. «Animal del monte», la impotencia empieza a llenarme haciendo que los ojos me ardan al ver cómo él parece seducido por la belleza exótica de la mujer, aturdiéndome mientras me pregunto porqué me siento de esta manera, como si hiciera parte vital de mi vida y fuera arrancada de tajo.

Sabía desde el primer momento en que Volkov mencionó a Isaac que esto pasaría, me desequilibra porque un sentimiento sin nombre, ni siquiera razón de ser, oscila entre nosotros con un constante vaivén como un péndulo que parece no poder detener su movimiento, pero para mí es doloroso y por ello lo había exiliado de mi vida desde hace años, por lo que me hace sentir, todo lo que me quita.

El movimiento sigue, pero incluso cuando estoy tomando pedidos, no puedo quitar los ojos de la escena de coqueteos entre ambos.

—Lo confirmó, se verá con sus socios —dice Isaac sin mirarme, mientras facturo una cuenta—. Apenas podamos debemos informarlo, habrá peces gordos según entendí.

Es lo único que menciona antes de volver a ignorarme, aunque empieza a ayudarme con el niño, mostrando una parte de él que nunca me imaginé ver, como si tomara cariño al pequeño poco a poco porque se va soltando con él, enterneciéndome cuando le habla como si fuera un adulto e Isaff le ve atento, pero la temperatura aumenta y él empieza a llorar desconsolado causando que varios hombres comensales con cara de terroristas congénitos nos miren fastidiados. Trato de darle comida, pues ha llegado la hora de su biberón, pero no lo recibe. Finalmente, Isaac lo toma en brazos torciendo los ojos diciendo que está aturdido con los chillidos, además ha generado más miradas asesinas de otros, y camina con él frente al mostrador, así que me permito detallarlo un momento, su barba castaña no está al ras, pero tampoco es abundante, su cabello rubio es igual al del bebé los hace ver como padre e hijo justo como dice Volkov.

—Si no quieres que nos metan una plomera tienes que bajarle a la radio, ¿No ves cómo nos miran? —le dice al bebé haciéndome reír, cuando lo lleva al ventilador acomodado en la esquina y se sienta en la mesa cercana vacía con él en las piernas—. Nos van a disparar hasta en el tren de aterrizaje, carajo. Ya te dije, tienes futuro como organizador de fiestas llenando globos con semejantes pulmones cerecito jr —el bebé se calma mirando directamente a Isaac quien sigue hablándole de cosas que el pequeño escucha atentamente, mientras yo me rio por el apodo que le pone—. ¿Y tú qué me miras tanto, Fox?

—Nada, ni te estoy viendo, convencido —sigo haciendo una factura sin poder borrar la sonrisa.

—Mejor tómame una foto, esa dura más —espeta y me pide el biberón, cosa que me extraña, pues él nunca le da de comer, llenándome de otro sentimiento que no quiero admitir. Isaac es tosco, contestón y grosero, pero algo ha cambiado en él con Isaff.

De repente mi móvil suena mostrando que mamá Marina me llama, así que tomo la llamada en la oficinita, esta es pequeña, tan solo un cuartito pequeño con un escritorio lleno de papeles que se mueven en cada ocasión que el viento soplado por un ventilador de piso girando de un lado al otro les llega en oleadas levantando las puntas pisadas con objetos pesados, hay repisas vacías y algunas telarañas tejidas en las esquinas superiores, con paredes texturizadas pintadas en café oscuro. Lo único que se escucha en ese lugar es un sonido peculiar del aparato al llegar de un extremo al contrario como si se atascara ligeramente antes de volver a girar.

—¿Hola? ¿ma? —contesto sentándome en la silla de plástico blanco manchada por el uso, corriéndola hacia atrás, antes de dejarme caer en el cojín mullido que reposa ahí.

—Hola mi cielo —dice sorbiendo su nariz con la voz quebrada—. ¿Cómo estás?

—Estoy bien, mamá, todo con Isaac va de maravilla —le había comentado que iría a vivir con mi némesis y ella, preocupada, me pidió informarle de todo lo que pasara, ya que sabe de nuestra enemistad, el amor-odio que nos ha consumido durante toda la vida—. Pero es obvio que tú no ¿Me vas a contar qué te pasa? Cuando hablamos noto que algo no va bien.

—Isa... Lucio tiene una amante —dice dejándome conmocionada por unos momentos «¿Papá con otra mujer? Él es muy leal» —. Ya lo he confirmado.

—¿Cómo? ¿extractos de tarjetas? No, mamá, debes estar confundida.

—Ya lo confirmé, no sé quién es, pero la tiene, sé... se está acostando con otra mujer —cae sin poder evitarlo en un llanto sonoro que me duele a mí también, porque aquellos sollozos descontrolados muestran lo que siente en su alma, su corazón roto por el hombre a quien le ha dado todo.

Isaac entra a la oficina con Isaff dormido pidiéndome que arregle el trasportador de bebé que cargamos a todas partes, pero se queda mirándome extrañado, supongo que la noticia ha descompuesto mi semblante.

—Te dejo, Isa, creo que tienes muchas cosas encima —dice mamá a modo de una despedida, me resisto diciéndole que no cuelgue porque no quiero dejarla así, pero ella se me adelanta terminando la llamada. En silencio preparo el transportador y acomodo a mi niño allí con el cinturón y le dejo apoyado en la parte interna del mostrador, pues hay una repisa más baja que sobresale a la altura de mis muslos. Allí lo tendré en mi campo de visión.

—¿Todo bien, Isabella?

—Sí —digo con la voz temblorosa por la idea de Lucio engañando a Marina, ellos son mis padres, tienen una hermosísima relación enseñándome que el amor es incondicional, en las buenas y las malas, un sentimiento mutuo impulsado por el fuego de la comprensión, la pasión y el apoyo mutuo. Ahora papá parece haber cortado todo de un tajo.

—¿Tu madre está enferma de nuevo?

—¿Cómo que de nuevo? —replico frunciendo el ceño y él procede a explicarme que Marina ha sufrido ataques de nervios constantemente y se ha callado, solo lo sabe la madre de Isaac que se lo contó a él, haciéndome sentir culpable porque sí la he dejado de lado, la llamo, pero no la visito y desde que ella decidió salir del Consorcio pasa mucho tiempo sola.

Me empiezo a sentir como la peor de las hijas y peor aún, estoy tan lejos de la mujer que me ha criado, amado y sostenido, por ello, averiguaré quién se atrevió a meterse en la relación de mis padres.

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Las horas pasan rápidamente, regresamos a casa y empezamos a preparar la misión, debemos acudir al sitio donde el rastreador de Valkyria nos indique, así que tomamos al bebé y nos vamos en la camioneta Van con el logotipo del restaurante como si lleváramos un domicilio, hasta que llegamos a un punto en donde cambiamos de vehículo a uno de evacuación de agentes, que nos lleva a la base; debemos liderar un escuadrón del C.MO.E para búsqueda y captura. Al llegar dejó a Isaff en la zona infantil y rápidamente me encamino a buscar el uniforme completo, el chaleco reforzado con C.M.O.E tejido y Praetor en la espalda, el pantalón negro con múltiples bolsillos.

Cuando salgo del edificio de las habitaciones me encuentro con Tere a quien saludo con un abrazo y caminamos juntas a través de la base que está relativamente tranquila, con agentes que van y vienen por toda la extensión y los motores de helicópteros y aviones en silencio, bajo un crepúsculo que se está consumiendo rápidamente pues entra la noche ligeramente más fría, con corrientes de viento que enredando mi cabello que voy trenzando de forma tejida desde el inicio de mi frente hacia atrás y luego voy bajando, luego las acomodo en mi cabeza asegurando que puedo ponerme el casco.

En armería tomo dos 9mm con silenciador enganchándolas en pistoleras, una en cada muslo, granadas de fragmentación, de humo, un M16 y lleno de municiones los bolsillos, así como mi daga misericordia favorita con un uróboros (1)* grabado en relieve sobre la empuñadura, la serpiente que muerde su propia cola, el ciclo sin fin, aquello en un bucle empezando una y otra vez como la venganza. Al final, con otra correa cuelgo a mi espalda un subfusil Uzi con sus correspondientes balas. Cuando todos estamos listos Falcon nos convoca al coliseo más cercano organizando a los agentes debidamente preparados, todos pareciendo robots militares organizados en un bloque de filas de cinco personas cada una, con él, Volkov, Pedraza y yo frente a ellos.

—¡Alfa-escorpio y Delta-Lion! ¿preparados? —grita Isaac paseándose de un lado al otro con las manos en la espalda, hay treinta agentes, 20 A-E Y 10 D-L—. Búsqueda y captura, no quiero errores, en la medida de lo posible no muertos, solo capturados, pero si su vida se ve en riesgo, tiren a matar. Yo seré halcón 1.

—Señor, sí señor —responden al unísono.

—La mitad de ustedes se irán al mando de la Brigadier Fox y la otra conmigo. Isabella será halcón 2.

—¿Qué está haciendo, Falcon? Esto le quita respeto —dice Volkov entre dientes, mientras se rompen las filas y se dividen en dos grupos.

—Este es el escuadrón de Fox, General, se merece aunque sea un poco de respeto de su parte al menos, después de todo lo que le ha hecho pasar —dice Isaac tan cortante como las puntas afiladas de mis dagas. Estrecha los ojos dejando brotar un sentimiento que desconozco, una ira contenida que lucha por no explotar.

—¿Qué le pasa, Falcon? —responde Volkov confundiéndome a mí también por el irascible tono con el que susurra—. No se olvide de quién es quién aquí.

—Y usted no olvide que los secretos tienen más suelos bajo tierra que cualquier otra cosa... y, General, usted tiene muchos —le dice dejando a Volkov totalmente sorprendido.

—¿De qué está hablando, Falcon?

Él no responde y termina de ponerse el pasamontañas que deja al descubierto solo los ojos para encima poner el casco y alertar a todos a subir a los trasportes, mientras sigue rigurosamente a Valkyria con el rastreador pues la cuenta regresiva de la hora de encuentro se reduce a media hora.

Me subo junto a Renata, un camión cerrado para evitar que informantes nos divisen y den el pitazo, mientras hablamos sobre su madre que cada día se pone más y más exigente con ella, su puesto como General de dos estrellas la ha hecho ganarse el respeto de todos, y que su hija de treinta y dos años no haya ascendido a Brigadier D.E le molesta, comparándola constantemente conmigo, pero subir de puesto para mí fue a costa de que en cada operativo, ahí estaba, aunque suponían muchas responsabilidades, era una forma de mantener la cabeza ocupada para no permitirme caer en la oscuridad.

Isaac fue algo parecido a mí, luchó y lucho hasta posicionarse joven en el cargo que normalmente se puede ocupar a los treinta y cinco años, pero como en esta organización se inicia desde los 15 o 16 años, justo cuando yo inicié, las cosas cambian y el sistema de ascensos no es parecido a otros ejércitos. Pronto nos detenemos a esperar que Valkyria haga acto de presencia, estoy de frente a Isaac que desvía la mirada cuando nota que lo estoy viendo, mientras el calor de tantos cuerpos eleva la temperatura, de esa manera la espera se vuelve eterna, entre tanto dos agentes vestidos de civil tantean la situación informando por el auricular de comunicación en nuestros oídos, la presencia de cinco socios de Abdul Sayyid y de La Triada dentro de la bodega número tres, repleta de cajas de tablones de madera hasta el tope de legumbres. La zona tiene diversas bodegas pegadas una con la otra con puerta individual cada una, así como ventanas delanteras y traseras de forma cuadrada, de las que debemos evitar al acercarnos.

Finalmente, Falcon da la orden de salida con un grito "Vamos, vamos, vamos" cuando hileras de agentes bajan apresurados corriendo sobre el terreno arenoso, conmigo guiándolos. Disparo en la distancia cuando noto que un guarro de seguridad trata de gritar el aviso, pero antes de que pueda siquiera pensar en usar sus cuerdas vocales, le atravieso la cabeza con una bala de la Sig Sauger disparada con silenciador, cae entonces como un títere con los hilos cortados de tajo, llenándome de una victoria interna en la que me regocijo porque el General tiene razón, me emociona matar a los traficantes que hacen de este mundo algo asqueroso. Seguido a esto, mi escuadrón dispara a todos los guardias que salen intentando defender una causa perdida.

Todos matamos a los pocos guardias que hay con facilidad, tanto física como moral; cuando te echas encima el peso del primer muerto, todo cambia dentro de tu mente, después de todo matar y amar no son tan diferentes, ambas son las únicas que pueden cambiar tu vida radicalmente a partir de que lo sientes por primera vez, aunque de primera mano sé que matar es difícil, pero amar es imposible.

—Grupo halcón 1 a la izquierda, halcón dos a la puerta frontal —todos nos disponemos a salir, pero Isaac me detiene tomándome por el brazo para susurrar un "Ten cuidado, no seas impulsiva", y entonces salimos como relámpago en una noche tormentosa atravesando el terreno desierto con pasos cautelosos de gato silencioso. Cuando llegamos a la puerta frontal nos apostamos contra las paredes, unos rodean las bodegas, otros en el frente y los demás de respaldo, ponemos una mini cámara en el alfeizar de la ventana conectada a una pantalla de 9 pulgadas para poder ver hacia dentro, donde nos encontramos con Valkyria con su pelo negro como un lobo de montaña en una coleta apretada que despeja sus facciones caracterizando el Líbano y zonas de Oriente Medio, pues sus cejas pobladas y la forma de sus ojos la delatan.

—Halcón 1 de halcón 2 —digo en bajo al aparato de comunicaciones pues Falcon se ha ido a rodear la edificación—. Esperamos confirmación para la entrada.

Contesta que esperemos para encontrarlos con las manos en la masa, pero ponemos una pequeña cantidad de explosivos para derribar la puerta gruesa lista para activarse en el momento indicado, pronto la pelinegra saca una mini Uzi, un fusil de francotirador Barrett M82, una M16 y un McMillan Tac-50 también de francotirador, pero en estos alcanzo a ver un aditamento que no puedo distinguir muy bien a través de la imagen que da la cámara, pero parecen los compartimentos que permiten integrar las cargas explosivas que están diseñadas para explotar únicamente cuando impacte y no antes, pues en una situación normal no modificada, la carga explosiva no llegaría hasta el objetivo, al ser un arma de tan largo alcance como esta clase. Es ahí cuando tenemos luz verde, activamos el circuito de la mini bomba alejándonos lo suficiente para no salir lesionados, aunque me aturde ligeramente.

A los pocos momentos se dinamita creando un estruendo bastante fuerte, entrando en medio del humo apuntando con el M16. Algunos presentes, al estar cerca de la puerta, se vieron afectados por la onda explosiva, quedando en el suelo tosiendo, pero muchos otros, que están hasta el final de la larga bodega, corren hacia la parte posterior. Valkyria se pone en pie sacando una Beretta apuntándome directamente, pero Renata, Alana y yo le apuntamos diciéndole que por las buenas baje su arma, cosa que hace a regañadientes mirándome como si estuviera reconociéndome, haciéndome huir del campo de su visión, y cuando creo que la misión es sencilla, terminando pronto, se oyen llantas rechinando contra el asfalto, me asomo a la puerta ligeramente justo cuando una bala zumba por mi oído pasando de largo dándole a un botellón de agua, haciendo que todo se moje rápidamente, han llegado más de seguridad creando una balacera que busca seguramente salvar a Sayyid.

Disparamos certeros, los cristales de las ventanas quedan hechos añicos en un segundo en medio del fuego cruzado que acelera mis latidos en una inyección de adrenalina a la que me estoy haciendo putamente adicta. Cambio el cargador del M16 cuando veo entrar a encapuchados, causándome un flashback repentino de aquella noche maldita, trasportándome por un segundo al pantano, no sé porqué me sucede esto, nunca había pasado, pero se siente real, escucho la voz con acento y el ruido de los grillos, aunque esta vez la aparición de un rostro que nunca antes había podido recordar, aparece en un recuerdo almacenado en mi subconsciente que mi mente consciente no puede alcanzar fácilmente, esa mente que bloqueó muchas cosas como mecanismo de protección, es como si lo tuviera frente a mí, ojos de parpado caído, nariz gruesa y chata, con el pelo a ras que juega con un palillo de madera en la boca. No es hasta que siento un jalón violento hacia un lado y veo que la caja de madera explota justo donde estaba mi cabeza, cuando puedo volver a la realidad.

—¡¿Qué te pasa?! —grita Renata alterada bajando la cabeza—. ¡Casi te matan! Halcón 1, tenemos a un objetivo —vamos agazapadas hasta la parte de atrás pues los sujetos avanzan hiriendo a dos agentes que no pienso abandonar, rociando a tiros a quienes más se acercan a ellos, mientras arrastramos a Valkyria, cuando la tenemos pegada de frente contra la pared junto a la puerta, regreso a ayudar a los agentes disparando sin piedad a las cabezas donde les doy en la mitad de la frente sin fallar, cayendo como zombies.

Ella no me puede ver, sáquenla por atrás, me iré a la fachada con un grupo a mermar el ataque —dice Isaac a través del aparato cuando arrastro a uno de los heridos con ayuda de otro que pudo ponerse en pie pues le dieron en el brazo a diferencia del otro con dos heridas de bala en la pierna, ya sangrando profusamente teniéndolo al borde de la inconsciencia. Tomo una bufanda que tiene uno de los atacantes muertos, llevándola hacia mi agente.

—Quédate con él —le digo a Frederic Torres, un teniente de mi escuadrón, mientras reviso a Terrie Carter—. Dos heridas sin orificio de salida, no dejes que se duerma... escúchame Carter, no te puedes morir, tienes una hija y una esposa esperándote. Despejaré el sitio y volveré por ti ¿De acuerdo?

—Sí, mi Brigadier —suelta un grito de dolor cuando le hago un torniquete a la altura ideal para mermar la salida de sangre descontrolada.

—Vamos, llevemos a esta al camión.

Continuamos arrastrándola, pero cuando vamos saliendo por la puerta posterior con la niña sujeta por los brazos poniéndole esposas, el socio que visitaba el restaurante nos ataca, estamos solos porque toda la defensa de ha ido a la fachada. Primero se nos echa encima derribándonos por la sorpresa, aunque pronto retomamos el control de la situación neutralizándolo con un golpe haciendo que se vaya a la arena, cuando se oye una detonación de lo que parece una granada de fragmentación, ello causa el cese de muchos disparos, aunque no del todo y solo espero que hayan sido nuestros hombres quienes la lanzaron, perder a alguien de mi equipo es inconcebible para mí, aunque sé de lo expuestos que estamos.

Cuando giramos Ren y yo para checar, el hombre hala de ella y la niña sobre mí, haciendo que se me escape un tiro que roza su abdomen; sin embargo, trata de golpearme estando sobre mí pudiendo arañarme la cara ligeramente, dando un cabezazo aunque limitada por sus esposas, pero pronto doy un golpe seco en su abdomen con la rodilla, jadea adolorida y es cuando la empujo haciéndola rodar por la arena contraída sobre sí misma, metiendo las manos pues está esposada con ellas adelante y no atrás.

—¡Suelten a la jefa! —grita en dari uno de sus trabajadores apuntándonos—. ¡Ya! O yo... —se interrumpe cuando una ráfaga de balas se le encaja en la espalda y cuando cae distingo a Isaac quien lo patea cuando pasa junto a él. Evita la mirada de la Sayyid menor quien no se muestra muy interesada afortunadamente.

—Llévate a Valkyria lejos de sabes quien —digo a Renata, quien empieza a halar de la pelinegra furiosa.

—¿Estás bien? —me pregunta Isaac—. Ya todo acabó.

—Sí, perfectamente —me da la mano para ponerme en pie. Me lo quedo viendo por un momento, sus ojos miel parecen más oscuros por el estado de excitación al que nos hemos sometido. Nos quedamos con el hombre que intempestivamente se pone en pie, me propina una bofetada que pronto hace a mi boca llenarse de sangre, empujándome contra Isaac tirándonos al suelo, el golpe nos saca el aire y extiende dolor por nuestros cuerpos que se hace notorio por nuestras expresiones

—¡Perra! —grita en dari echando a correr, pero tomo mi 9mm y desde el suelo le disparo atravesándole el muslo de lado a lado. Profiere un grito desgarrador cayendo a suelo acunando el lugar de su herida entre las manos—. Maldita perra.

Me pongo en pie y me avecino sobre él dándole una patada cerniéndome sobre su cuerpo para empezar a golpearlo, la bruma espesa vuelve como un agente conductor que me lleva a la parte de mi cerebro incontrolable llena de ira, violencia irrefrenable con golpes duros y repetitivos que hacen saltar la sangre sobre mi rostro donde descargo la frustración de haberme dejado golpear, hasta que Falcon me toma de la cintura alejándome, pero antes de decir su próxima palabra, le dispara dos tiros a quemarropa, uno en cada mano dejando el agujero pues atraviesan hasta terminar en la arena

—La próxima vez que la toques te destazo la mano y si la insultas de nuevo, te abro la boca de lado a lado con una cuchilla —espeta Isaac furibundo, aunque dudo que el tipo le entienda, cuelga de la inconsciencia. Ambos tenemos gotas de sangre salpicada, pero simplemente no me molestan, es una fascinación mórbida, insana, descontrolada por el fluido vital recorriendo nuestras venas como algo nacido desde aquel fatídico día en que vi morir a mis padres, me controla y me aviva, volviéndome en una persona que puede tener una conducta inadaptada con la que debo luchar para no dejar a mis demonios tomar el control.

—¿Cómo le vamos a explicar esto al jodido Volkov? —digo suspirando cuando regresa Renata y algunos agentes más que se quedan viendo al medio muerto a mis pies.

—De esto no nos salvamos, Fox —responde viendo al tipo con la mirada perdida.

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