Capítulo 17- Huellas del pasado
CAPÍTULO 17
Huellas del pasado
"Porque no hay nada oculto
Que no haya de ser manifestado;
Ni escondido que no salga a la luz"
Marcos 4: 22
¡DEDICADO A SILEINNA, ESPERO TE GUSTE ESTA GRAN PARTE DE LA HISTORIA DE VLADIMIR!
¡Volví con actualización antes del domingo porque me animé al alcanzar las 3.3k, gracias a todos por estar aquí!
Valkyria Sayyid al final
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ISAAC
El amanecer me toma despierto, no sé si la descarga de emociones sobre el pasado con mi padre me dejó sin sueño, pero no pude dormir nada, mucho menos con Isabella respirando acompasadamente sobre mi pecho, llegó un momento en donde se dio vuelta y se aferró a mi cuerpo poniéndome nervioso, la dejé lleno de un sentimiento sin saber cómo clasificarlo, el hecho de que haya confiado en mí a pesar de lo cerrada que es me conmovió como pocas veces pasa. Observo en silencio la curva de sus labios carnosos, la delicadeza de sus párpados, la forma en que mechones rojos se salen de la coleta baja, y sus manos pequeñas sobre mi cintura pues aún me abraza. Sé que no es perfecta, que tiene sus traumas por el evento de sus padres y tiene un carácter fuerte difícil de controlar, pero no entiendo cómo fue que Fabián le hizo cosas tan atroces cuando ella le entregó su amor, su dedicación y encima de todo le cubrió la espalda para que nadie supiera la clase de porquería que es, pero nada más llegue a la puta Nevada le voy a romper el hocico de marrano hasta sacarle en sangre cada lágrima que soltó Isabella por él.
Quito mechones de su rostro observándola con detenimiento, recordando cuando nos peleábamos de niños y si me hubieran dicho que íbamos a terminar metidos en una cama durmiendo acurrucados uno contra el otro, le hubiera sacado la lengua. Un hormigueo se apodera de mi estómago cuando el viento trae el aroma de su pelo hacia mí aun más, cosa que categorizo como indigestión «Sí, algo me cayó mal, seguramente tendré diarrea»
Escucho ruidos del bebé aunque no es llanto, así que como la veo a ella profunda me levanto yo con cuidado de no despertarla, ha explotado sentimentalmente anoche y el alma debe estar pesándole tanto como el cuerpo.
Camino hacia la habitación al otro lado del pasillo, el pequeño se ha despertado y está sujeto a los barrotes de la cama corral mirando como el viento mueve el móvil sobre su cabeza, mientras se ríe, debo admitir que se ve adorable, me recuerda a Stacey cuando nació.
—Papá —dice en dari saltando.
—Oye, Banshee, tu mamá está durmiendo —me mira con el ceño ligeramente fruncido—. Aun es temprano, son las siete de la mañana ¿Qué haces despierto? Me parece una falta de respeto con el sueño de la gente ¿a ti te gusta que te levante? No porque te pones en modo sirena, pero tú si puedes hacer lo que quieres, totalmente injusto que hagas y deshagas.
—mamá, papá, tita —dice dejándose caer y aunque no quiero me sonrío por ternura.
—No llores y te llevo conmigo para preparar café ¿Trato? —se ríe haciendo que niegue con la cabeza, así que lo tomo en brazos y esta vez solo pone su manita en mi mejilla sobre mi barba soltando más risitas porque creo que le raspa, así que la retira y la vuelve a poner, con un chupo que le pongo en la boquita.
Lo siento un momento en la encimera junto a la cafetera para poder cargarla y que empiece a preparar mi ansiada dosis de cafeína, mientras converso con él.
—¿Entonces eres un pequeño guerrerito? Bueno, vas a necesitar ser así siempre para enfrentar a este mundo de mierda ¿Sabes? La vida es dura, pero si has sobrevivido a esto, podrás con todo. Y eres un suertudo de cojones, mira que ser el favorito de la Brigadier Fox, ufff, es como ganarse la lotería tres veces seguidas porque te va a cuidar, de eso estoy seguro y no podrás estar más a salvo que con ella, ... ¿Y a qué te dedicas? Porque tu vida debe ser cagar, llorar, tragar, jugar y repetir además de ganarte los mimos de Isabella muy fácilmente y hay que ver lo seca que puede ser esa tatacoa, es más, cuando te da besos pienso que me la cambian sin que me dé cuenta ¿Te imaginas eso? una impostora enviada por el enemigo para jodernos
Le digo con tono dramático. El bebé se ríe de algo contagiándome y empieza a decir papá en dari creando sentimientos encontrados.
—No soy tu papá, pequeñajo —le digo cuando empieza a saltar emocionado señalando un punto en mi espalda—. Aunque Volkov tiene razón, sí te pareces a mí físicamente, pero no puedes ser como yo ¿Entiendes? Estoy jodido en muchos sentidos, pero sé que Fox no va a permitir que tú también te jodas...
—¿Qué haces, Falcon? —la voz de Isabella me sobresalta y cuando me giro la encuentro cruzada de brazos con una expresión entre ternura y diversión. Sus ojos aun están entrecerrados y el cabello ligeramente despeinado. No puedo evitar pasar los ojos por su cuerpo que se ajusta como reloj de arena a la pijama de short.
—Conversando de hombre a hombre ¿No ves? —replico dándole al bebé que es feliz estando con ella.
—Ya... Hola mi amor, mi lindo —dice al niño—, estuve pensando y me gusta Isaff ¿Te gusta ese nombre, angelito? —el pequeño se ríe aplaudiendo como si lo aprobara—. Isa como tu papá postizo y tu mamá adoptiva.
Es domingo, así que hoy no atendemos el restaurante sino agentes suplentes como si de verdad lo tomáramos de descanso, así que estamos relajados hoy, pero la tranquilidad se va al carajo cuando veo que entra una llamada esperando que sea la que ansío.
—¿Isaac Falcon? Soy el padre de Peter ¿Eres tú? —dice de primero.
—Sí, aquí estoy —contesto caminando a la salida, pero veo a Isaff jugando con el borde filoso de la mesa de cristal de centro, así que pensando en que fácilmente se puede sacar un ojo porque es más curioso que el puto gato que mató la curiosidad, lo cargo y salgo—. ¿Recibió el dinero?
—Sí, pero antes debo preguntar ¿Por qué invertir tanto por información de hace más de veinte años? —pregunta cuando alcanzo el primer piso que da directo a la avenida teniendo al otro lado el mercadillo con las bodegas. Los sonidos parecen llamarle la atención al bebé y se queda atento viendo los carros pasar y a las personas que se lo quedan viendo sonrientes, algunos se susurran avisándole a otros porque no es común ver a un chiquitín así en esa zona.
—Estoy ayudando a alguien, es todo —respondo simple asegurándome de que ella no esté por ahí.
—¿A Isabella Fox? ¿la hija de Vladimir?
—No puedo decirle —reitero tratando de mantener el anonimato de ella, debo protegerla de que alguien como Volkov se dé cuenta de todo—. No tengo mucho tiempo, dígame lo que sabe.
—La venganza va a devorarla y cuando se dé cuenta que persiguiendo al monstruo, ella misma se convirtió en uno, será demasiado tarde... pero da igual, pagaste por saber algo, así que vamos a ello —comenta haciendo una pausa para empezar a hablar—. Vladimir Fox era el hijo menor de Mijaíl, el General Absoluto de esa época, ingresó a los Praetor poco antes de viajar a Colombia donde conoció a su futura esposa Carmen Santo Domingo, que era hija de una personalidad importante en su país donde el apellido tiene peso, muy religiosos, tenían más hijos pero Carmen era la favorita. Vladimir se enamoró de ella rápidamente, pero Mijaíl era extremadamente xenófobo y racista y a pesar de que ella era blanca y parecía una muñeca de porcelana que muy bien pudo ser suiza, alemana o rusa, él la odió desde el minuto mismo en que se dio cuenta que su hijo estaba en una relación con una latina. A partir de ahí, comenzaron los conflictos que solo empeoraron cuando él la trajo a Estados Unidos y al Consorcio, prácticamente lo desterró, mandó a borrar todo expediente con el apellido que los unía y le trataba como un desconocido total, tanto que nuevos reclutas o personas trasladadas a otros países nunca supieron de su relación y a la par de Mijaíl, el hermano mayor de Vladimir también lo exilió.
—¿También trabajaba en el Consorcio ese hermano? —pregunto cuando hace otra pausa de hablar seguido.
—Lo sigue haciendo, es General de tres estrellas... Erick Volkov, porque Vladimir Volkov Fox se llamaba él en realidad, pero cuando recibieron amenazas y huyeron a Colombia, él hizo una jugada maestra con sus apellidos, ayudado con el gobierno por protección política poniendo el Fox primero y el Ivanov, ese era el segundo de su madre... Erick incluso se quitó el apellido Fox para que evitar que algo los relacionara.
«¿El General Volkov es tío de Isabella? ¡No me jodas! ¿Por qué la trata así?»
—Y bueno, eso aparte del escándalo que formó la madre de la primera hija de Vlad —continua el hombre sin darme tregua—. La hermana de Isabellita
—¿Hermana? ¿cuál hermana? Ella fue hija única, debe haber un error —replico desconcertado, mientras camino de ida y vuelta cada vez más rápido, acalorándome con el sol que empieza a picar.
—No es un error, ella era la única en la familia de Vlad y Carmen, él tuvo una hija a temprana edad... Se llama Alexa Miller, trabaja actualmente en el gobierno. Erick la acogió como una hija, porque su madre nunca pudo superar que Vladimir no se casara con ella y la alejó de él.
«No dormí una mierda y ahora me salen con putazos mentales, creo que quedaré atarantado»
—¿Cómo lograron cubrir todo? ¿cómo es que nadie habló antes?
—Mijaíl era el gran jefe, muchacho, y poco le importaban los procedimientos. Él no se parecía nada a Sigmund que es más humano, no, el padre de los Volkov era una máquina inhumana de matanza y frialdad —dice cuando el bebé se prende de mi pelo tratando de quitarme el teléfono, así que discuto con él como si fuera una persona grande.
—Eso no se hace, Isaff, ¿Me ves tomando tu móvil? ¿yo tomo tus teteros o tu sonajero para jugar con ellos? No, tú no tomes mi teléfono —le digo haciendo que incline la cabeza como si de verdad entendiera y se ríe—. Lo siento, continúe.
—¿Es su hijo? ¿lo llevó hasta Afganistán?
—No es mi hijo, yo no tengo hijos... y es una larga historia, siga contándome, no sé qué tiempo me queda... Isabella ¿Qué sabe sobre ella?
—No puedo hablar de eso por teléfono, es muy riesgoso, pero puedo decirte que Carmen quedó embarazada en el peor momento, claramente ni Erick ni Mijaíl tomaron bien la noticia y le llevaron a abortar, pero ella no quiso, Vladimir tampoco. La niña nació en Colombia cuando huyeron por estar bajo amenaza.
—¿Qué hizo el General cuando asesinaron a su hijo? —pregunto consumido por el ansia de saber más y más.
Hay un silencio por algunos momentos que me causa sospechas, pero retoma su relato.
—Con ese hombre nunca se sabe nada, él parecía afectado, pero al mismo tiempo parecía estar fingiendo. La única que se mostraba realmente afectada era su madre
—¿Y su hermano? ¿Qué hay de Erick Volkov?
—Erick es un misterio, en una ocasión fui al cementerio a llevarle flores y lo encontré frente a la tumba de su hermano hablándole, ya sabes, lo que mucha gente hace en los cementerios de contar cosas a los muertos, pero cuando me acerqué él se calló para irse.
—¿Cómo sabe todo esto?
—Vlad, Lucio y yo éramos unidos, sabíamos todo de todos.
—¿Entonces Lucio lo sabía y no...? —alcanzo a decir cuando veo que Isabella sale por la puerta, aunque yo he caminado varios pasos a la izquierda sobre el arcén—. Perdón, ¿Podemos hablar en otro momento?
—Si tienes más preguntas, déjale un mensaje a Peter, yo te llamaré, debo asegurarme de que nadie sepa que estoy hablando de esto o hablamos cuando vuelvas a Nevada —cuelga repentinamente desconcertándome más, cuando le iba a preguntar si había más que contar.
—¡Eres todo un animal del monte! —espeta Isabella caminando enfurecida hacia mí—. ¡Que susto me has pegado, mierda!
—No seas tan potra salvaje, ¿Qué te pasa? —guardo el móvil en el bolsillo de mi pantalón, pasándole a Isaff cuando él le estira los bracitos otra vez. Creo que ya se ha apegado a ella y ella a él, pero no sé si de verdad podrá llevárselo tan fácil.
—Salgo de arreglarme y no veo al niño, me asusté.
«Asustado estoy yo con lo que acabo de saber»
Subimos de vuelta, aunque ella parece no creer mucho mi historia. Una vez en el apartamento nos disponemos a trabajar, debemos escuchar lo grabado por el micrófono, aunque no puedo concentrarme en nada, la información da vueltas en mi cabeza como carrusel girando a toda velocidad y sin control a punto de salirse de su eje; definitivamente la verdad es una monstruosidad capaz de aliviarte y destruirte al mismo tiempo. La grabación es poco clara, hay muchos sonidos que no dejan escuchar claramente la conversación, pero algo se logra entender y son datos del movimiento de las armas y las niñas, además de mencionar a la hermana de Sayyid, Valkyria, se supone que hoy vendrá a la media noche a cerrar un trato con iranies, aunque no entiendo qué hace una niña como ella metida en tanta mierda, apenas es mayor que Stacey por cuatro años, ya que no tiene 18 como todo el mundo cree, sino 20, aun así, no me imagino a mi hermanita siendo una traficante.
Las horas corren en aparente calma, Isabella indaga si estoy bien en más de una ocasión, pero no menciona nada de lo que pasó anoche, así que me callo porque no puedo empezar a enredarme con cuestiones de relaciones cuando se abrió un gran agujero de mierda que debo saber cómo contarle a ella sin alterarla. Cuando cae el sol tenemos todo el equipo de escucha a larga distancia, un aparato electrónico de tecnología última generación que se sostiene de la misma forma que a una pistola, teniendo en la punta un cilindro delgado de unos centímetros terminando en un micrófono de largo alcance que se debe apuntar al objetivo, desarrollado por inteligencia pues es básicamente un micrófono parabólico o direccional, lo que asimila un plato ligeramente cóncavo que rodea al micrófono, modificado para alcanzar más metros de lo que comúnmente lograría.
Al llegar la media noche abrimos la ventana corrediza levemente para asomar el micrófono camuflado con la cortina ligera cumpliéndolo en la parte superior, pero la parte ostentosa del embudo detrás totalmente, prosigo a apuntar y comenzar a escuchar, mientras están fuera gesticulando. Valkyria Sayyid parece mayor de lo que es con su abundante pelo negro oscuro sin matices de otro color, ojos grandes y cuerpo definido con curvas ligeras, pero contundentes, envueltas en un traje entero que se ajusta un poco. La cámara la enfoca con el reconocimiento facial y se mueve cada vez que ella lo hace.
De las bodegas sale un fuerte socio de Sayyid, alto, fornido y de barba espesa que discute con ella insinuándole que le ceda el poder y sea su mujer a la fuerza, hasta le toca el trasero a lo que ella sorprendentemente saca un arma y le dispara en el pie haciendo que caiga al suelo, para poner el tacón grueso de sus botines sobre el pecho del recién llegado sin dejar de apuntarle de nuevo, esta vez a la cabeza.
—La próxima vez que me toques te corto la mano —dice en dari—. Y cualquiera de ustedes que piense que Abdul es mejor que yo para esto levante la mano y les mostraré cómo soy. El siguiente que me ponga un dedo encima lo mato a tiros ¿Entendieron?
Los presentes se miran entre ellos luciendo ofendidos, supongo que una mujer dándoles órdenes rompe con toda tradición obsoleta que sus mentes cerradas han cosechado por la cultura machista, pero no tienen más opción, en La Triada no hay más que obedecer.
—Esa niña tiene el poder, carajo. Que los mate a todos hasta que la respeten —me sonrío solo admirando en silencio la fuerza que proyecta, la forma en que no flaquea ante la mirada asesina de los demás sin verse cohibida, pero me doy cuenta de que Isabella detiene lo que hace mirándome con una ceja arqueada—. ¿Qué? ¿qué pasa?
—Nada —«Estoy en problemas, el puto "nada" es una señal de alerta desastre natural»
—No te pongas exquisita ahora mismo y pásame el rifle de los rastreadores.
—Por favor y gracias ¿No? —espeta poniendo con fuerza lo que le pedí. Un arma larga que en lugar de balas, dispara micro rastreadores que puede llegar hasta la dermis en la piel por su alta velocidad, sintiéndose como un pinchazo de vacuna que desaparece a los pocos segundos, ensamblo el chip checando el código y la uso en Valkyria porque es la más importante de todos los presentes. Presiono el gatillo y a los pocos segundos ella se toca desconcertada en el sitio de inserción, que enseguida enciende el microchip apareciendo en la tablet cuando activo el seguimiento, pero sigue la conversación justo cuando baja a una niña de la camioneta en que llegó, es hermosa, aunque no creo que pase de los dieciséis años, es empujada estando cabizbaja.
Cuando entran a la bodega finalmente la conexión de escucha se corta notablemente hasta que se adentran completamente, así que trato de mirar con binoculares, pero la bodega tiene la gran puerta cerrada y solo la pequeña puerta a un lado se abrió. Pasa alrededor de una hora cuando los veo salir hablando que dentro de tres días se reunirán con otros socios para finiquitar el envío de las armas, pues el acopio está completado a totalidad, pero siguen sin confirmar en dónde están, aunque la posibilidad de que sea en la bodega a sus espaldas es la más grande. Se sube al final en la misma camioneta y se marcha, haciendo que nosotros podamos descansar, poniendo el pijama una vez estamos en el dormitorio, serán la una y media de la madrugada.
—Oye, lo que pasó entre los dos ¿Qué significa para ti? —pregunta metiéndose en la cama bajo la sábana liviana acercándose a mí—. No hemos hablado.
—¿Por qué te gusta ponerle etiquetas a todo? Somos dos adultos solteros, sin compromiso ¿Qué de malo hay en dejar que fluyan las cosas? —respondo sin poder resistirme a pegarme a su calor pasando la mano por debajo de uno de sus muslos. No quiero pasar estos momentos simples porque no estoy dispuesto a ir más allá y permitirme a mí mismo caer en acciones de pareja no es bueno para nadie.
—Si no pongo etiquetas, no estoy segura de nada —susurra dándose cuenta de mi apatía hacia el tema, porque definitivamente no voy a cruzar la línea jamás—. Menos contigo, Isaac.
Es la única cosa que menciona antes de acomodarse para dormir y yo hago lo mismo, con sus palabras zumbando en mi oído.
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Un nuevo día anuncia su llegada con la luminosidad colándose por el velo de la ventana. Nos hemos despertado, pero una pesadez nos ha impedido ponernos en pie, aunque yo me pierdo en mi mente hasta que ella lo nota.
—¿En qué piensas? —pregunta bostezando. Sus trenzas están casi deshechas y la luz que entra por la ventana resalta sus ojos que parecen cambiar de color por la luminiscencia.
—Isabella, tengo una pregunta —digo de pronto haciendo que me vea curiosa, mostrándose interesada—. Es sobre el día de la muerte de tus padres.
—Dime —de pronto se apoya en mi pecho mirándome a los ojos, cuando siento que mi corazón se acelera esperando que no lo sienta por estar cerca, pero el reloj inteligente que olvidé quitarme empieza una alarma desesperante que me aturde—. ¿Qué le pasa a tu reloj? ¿es la alarma de tu toma de glucosa?
—Sí, sí, eso es, pero vamos al punto... Mencionaste en una ocasión que te dijeron de las vacaciones de un momento a otro, sin aviso y te pidieron no decirle a nadie ¿Cierto? —digo quitándome el aparato delator cuando se incorpora para sentarse en posición de loto en la cama, asiente y continúo—. Si efectivamente nadie sabía de su paradero, no había nadie cuando chocó el auto ni cuando los arrastraron hasta el pantano ¿Cómo fue que Lucio y Marina te encontraron a las pocas horas? ¿cómo sabían que debían buscar en ese lugar? ¿por qué sabían que estabas en peligro?
—No... no lo sé. Nunca me lo pregunté —admite mirando a un punto fijo, pero pensando notoriamente como si uniera puntos. Su boca se frunce como siempre al estar concentrada y parece elevarse perdida en lo que hay en su cabeza.
—¿Tenías un rastreador antes del que el Consorcio te puso al entrar? ¿recuerdas que te hayan puesto eso en algún momento? —insisto sentándome apoyado en la pared, pues la cama no tiene espaldar, estando pegada a esta. Ella sigue con la mirada perdida como si buscara en recovecos de su memoria algo con sentido para explicar la situación.
—Desde que tuve uso de razón, papá me decía "Tienes muchas caries", y me llevaba constantemente a revisiones de la última muela en particular... en ocasiones debían hacer algo y me ponían óxido nitroso... lo recuerdo porque dolían ligeramente las maniobras y no caía totalmente dormida —dice finalmente luego de unos momentos—. Cuando Lucio asumió mi custodia me hizo revisar de nuevo y me llevó dos días antes de entrar a Pre-Praetor para "Checar la restauración con la calza" y la verdad jamás entendí porqué tanta importancia a una caries arreglada.
—Pudieron ponerte el rastreador desde que te salieron las muelas, pero ¿Por qué ponerle una cosa así a una niña? ¿recuerdas haberte perdido en alguna ocasión? —indago cruzado de brazos cuando siento el calor aumentar, así que salgo de la sábana poniendo el ventilador de techo a máxima velocidad, así como el de la esquina derecha frente a la cama junto a la entrada del baño.
—No, nunca me separaba de mamá. Donde Carmen estaba, yo también, aunque es posible... ¿Lo tendré todavía?
—No lo creo, cuando te hicieron la revisión con escáner corporal al entrar al Consorcio, te hubieran dicho, lo hubiesen notado con solo una mirada detallada.
—No entiendo... no entiendo nada, Isaac, ¿Por qué papá y mamá me pondrían un rastreador? ¿por qué Lucio sabía? —pregunta con desconcierto en su mirada tornándose ligeramente nerviosa.
—Isabella, yo —empiezo a hablar cuando recibe una llamada de Fabián cortando mis intensiones. Ella se pone en pie y va a recibir la llamada fuera, pero la sigo curioso para saber qué dice, llevado por un impulso.
—Sí, Fabián, estoy en una misión con Isaac... oye, sé que estuvo mal no decirte, pero no quería que bebieras peor... ¡Es así, lo sabes! —discute saliendo del apartamento bajando dos tramos de escaleras, tratando de hablar bajo, pero al parecer la ira no la deja y me recuesto contra la pared junto a las escaleras—. Nada más óyete, estás perdido de borracho ¿Dónde estás?... ¡Por favor Fabián, Falcon no significa nada para mí! ¿Crees que podría meterme seriamente con un todas mías como él? Nunca sentí ni sentiré nada por Isaac, nada que valga la pena... entra a rehabilitación y demuéstrame que eres capaz de cambiar eso... Sí, Fabi, yo te amo, siempre te amaré, aunque lo que me hiciste es imperdonable... te juro, nunca me enamoré de él, nunca sentí nada por él o ha pasado algo relevante.
«Ni yo por ti Isabella, no eres más que sexo»
Decido no escuchar más, totalmente convencido de no seguir abriéndome. Cuando vuelve finjo leer las noticias en un IPad en la cama como si no hubiera salido de ahí nunca, pero me callo, no merece que le diga lo que sé, ya llegará el tiempo. «La ha jodido tanto que la tiene sometida»
—¿Qué me decías? —llega muy descarada queriendo volver a acostarse sobre mi cuerpo, pero la rechazo, no le voy a dar nada más de mí. Bastante hice al contarle mi pasado.
El día pasa demasiado lento, no hacemos muchas cosas distintas a la rutina, trabajar y trabajar, hasta que llega la noche y así pasa el tiempo.
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TRES DÍAS DESPUÉS
Las horas en este tiempo se han vuelto eternas, ya quiero encontrar la confirmación de dónde están las armas y las niñas para salir de este sitio asfixiante con ella porque ya no lo aguanto un minuto más. Si hago eso regresaré a Nevada y podré estar con mamá, quien cada día se siente peor, me gustaría acompañarla a sus quimios, pero además de que mi trabajo garantiza su tratamiento, Theodore no retira su amenaza de sacarla del plan familiar si pido la baja, de esa forma no tengo opciones más que trabajar como una mula de carga hasta que mi progenitor esté satisfecho o hasta mi muerte. Volví a la colchoneta junto a la cama, así que estoy exhausto, me duele el cuerpo, no he dormido bien y además de todo, la tengo a ella insistiendo en decirle el porqué estoy de nuevo apático..
—¿Por qué estás evitándome? —dice molesta cuando estamos desayunando para ir al restaurante—. Me has dicho cuatro palabras por día, no quieres dormir en la cama, no me miras y cuando pasas poco te falta para empujarme, ¿Qué te pasa?
—Nada me pasa, Isabella, deja de preguntarlo, me tienes cansado de lo mismo —espeto saliéndome de los límites de mi paciencia, me pongo en pie dejando la comida a medias. Creí que finalmente ella y yo podíamos llevarnos mejor, nunca he pensado en una relación porque no siento que pueda quedarme estable con ninguna mujer, ni siquiera porque la conozca de siempre y haya vivido cosas con ella. Tomo una gorra y salgo disparado por la puerta, pero cuando voy saliendo del edificio choco con alguien por ir sin ver.
—¿Es que no ves por donde...? —empieza a gritar Valkyria en dari, me quedo paralizado un momento sin esperarme que precisamente ella esté ahí, pero cuando se fija en mí deja de hablar para retomar en tono más bajo, dándome una sonrisa más amable—. ¿No ves por dónde caminas?
—Lo siento, voy pensando en otra cosa —digo quedándome viéndola porque de cerca tiene unos ojos oscuros, pero que con el rayo del sol se ven café claro—. ¿Estás bien?
—Sí... no eres de por aquí ¿O sí? —dice con media sonrisa. La verdad es más bonita en persona, lleva un enterizo negro de pantalón bota recta que se ajusta un poco a sus curvas finas, con cuello polo y mangas a medio brazo.
—No, vine de Estados Unidos.
—Sí, se nota que no eres afgano —dice dando esta vez la sonrisa completa con un toque de coquetería y debo admitirlo, tiene una bella sonrisa con un lunarcito sobre los labios, en el lado izquierdo, ¿Quién podría decir que es la nueva cabecilla de la familia Sayyid?
—Siento haberte chocado, te invito a mi restaurante hoy a medio día, es aquel. Todo corre por cuenta de la casa —le señalo y acepta gustosa, presentándose con su nombre completo, debo darle el mío falso y queda en visitarme marchándose contoneando sus caderas. Después de todo, la salida furiosa huyendo de Fox, trajo algo bueno.
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