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Capítulo 15- Bajo el mismo techo

Capítulo 15

Bajo el mismo techo

"Las huellas del pasado nunca serán borradas ni olvidadas,

Solo disimuladas"

M_CR696

¡DEDICADO A ÁNGEL SIN ALAS 914! ¡GRACIAS POR TU APOYO Y ESPERO TE VAYA GUSTANDO LA HISTORIA!

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ISABELLA

Un día menos de convivencia.

Un día menos de estar con Falcon 24/7

Han pasado setenta y dos horas desde que llegamos al apartamento y ha sido un periodo de acople, empezamos la misión satisfactoriamente abriendo el restaurante y siendo presentados como los nuevos dueños, encajando a la perfección sin levantar sospechas, al parecer. La rutina consiste en que Isaac y yo ayudamos a servir la comida que preparan las cocineras, con la intensión de captar cualquier conversación que tengan los hombres de Sayyid, pues es conocido que rondan por la zona eligiendo restaurantes cercanos para comer.

Estamos aquí para rastrear los envíos de armas a Rusia que estaba por hacer Sayyid y que no deben salir por ningún motivo de este país, ya que en interceptaciones se escucha que las niñas están escondidas junto a la mercancía. Por ello estamos al pendiente de cualquier pequeña que parezca desorientada, fuera de lugar o demasiado temerosa.

El bebé nos acompaña, una orden de Volkov para darnos un aspecto inocente, así que lo meto en la mecedora eléctrica con los móviles colgando sobre su cabeza sujeto con el arnés de la sillita, con un chupo llamando la atención de los comensales pues es un niño hermoso con sus grandes ojos azules y el delicado cabello rubio. Así han pasado estos días, tranquilos, pero con mucho que hacer con los platos y la administración como si de verdad fuéramos solo eso.

En este momento estoy en la barra blanca con madera pulida por encima, pidiendo un plato para el cliente que ha entrado recientemente, dándome la vuelta suspirando cansada. El lugar es rectangular con varios metros desde la entrada que da a la calle del mercadillo junto a las bodegas, hasta el final donde está la caja registradora y el acceso a la cocina, las mesas y las sillas son de madera clara, con manteles de cuadros blancos y rojos, adornados en el centro con un delgado florero con una rosa de plástico, pero tan bien hecha que parece natural. Las paredes son color crema y están perfectamente limpias con cuadros de fotografías de la ciudad y de otras provincias del país, todas en blanco y negro o sepia, algunas retratando lugares donde hubo guerras y el paso del tiempo hacia la sanación social que aun está en proceso porque el fuego de la tragedia en Afganistán conserva su esplendor, haciéndolo un lugar que, a pesar de ser bello, rico en tradiciones y fascinante en sus lugares sagrados, sigue siendo territorio rojo.

-Un Palaw y una porción de Kebab -digo en Dari a través del cuadrado de la pared que da a las parrillas y fogones.

-Voy a repartir flayers -dice Falcon en una frase en código, que significa "Voy a vigilar afuera" pues estamos con el sol en la mitad del cielo, empezando la hora de comidas por montones. Él sale con su andar firme y felino con elegancia que llama la atención de algunas mujeres sentadas con el burka puesto.

El ajetreo interno aumenta cuando, por primera vez en estos días, entra uno de los buscados en la lista de La Triada acompañado de otros tres hombres, ubicándose en la esquina más alejada del local hacia la izquierda que colinda con una ventana hacia la calle donde se ven las bodegas. Llego a la caja registradora que me oculta, sacando algo del bolsillo delantero de mi delantal, es un mini micrófono con adhesivo encendiéndolo y lo camuflo entre mis manos así que, como a todos, voy a atenderlos mientras hablan sobre legumbres con dos palabras que parecen no tener sentido, poniendo iniciales de armas en su idioma, que en español sería "Grandes Lechugas, rotos tomates y balancear zanahorias" como el punto clave para hablar de granadas, rifles y bazucas, según hemos estudiado en inteligencia, pues el acopio donde sospechamos están las armas del envío a Moscú, funciona a modo de almacén de víveres como fachada.

-¿Qué pedirán el día de hoy? -murmuro sonriente con inocencia apoyándome en la mesa de forma discreta, pegando con la punta de mis dedos el aparato en lo que limpio la mesa con un trapo, pero fingiendo que me cuesta hablar Dari y les pido que hablen despacio para darle fuerza a mi supuesto desconocimiento de la lengua, lo que les da la seguridad de seguir hablando con normalidad, convencidos de que no los entiendo. Piden cuatro platos del día y de pronto, mientras me tardo en escribir en la pequeña libretita donde tomo las órdenes, mencionan un nombre mágico "Valkyria Sayyid", hermana menor de Abdul y quien se ha mantenido fuera del radar, comenzando las quejas de que una niña tan joven tome el poder, parece que quedará a cargo de todo por filiación sanguínea, pues no hay hermanos mayores sino menores. Y aunque esa chica muy bien podría ser la hija de Abdul, es su hermana, a pesar de la diferencia de edades, pues la madre de ambos lo tuvo a él a los trece años y a ella casi veintiún años después, pero no puedo quedarme más tiempo sin ser sospechoso, así que me despido dejándolos hablar tranquilos en tono bajo, pues están alejados por varias mesas de las personas más cercanas.

Pasan algunos minutos en los que atiendo a demás clientes con mi papel sin flaquear, hasta que la orden de los clientes está lista, llevándome a regresar justo cuando escucho hablar de la captura de Sayyid y de la pérdida de su tarjeta de memoria, haciéndome pensar que está más cerca de lo que se pueden imaginar, pero mencionan que muchas de las rutas de tráfico están copiadas allí, así como pruebas contra muchos socios y personalidades del mundo entero.

«Ahora sí debo revisarla ¿Cuántos estarán metidos en el festival del tráfico ilegal?»

Falcon regresa posando su mirada disimuladamente sobre los hombres que ríen y beben, para regresarla a mí. Lleva un pantalón jean oscuro y una camiseta manga corta no tan ajustada haciéndome detallarlo, mientras se acerca a la par de que uno de los clientes, estando a punto de pagar, pregunta si tengo pareja, indagando por mi número, así que para zafarme del problema, Isaac me toma de la cintura poniendo un beso de media luna en mi boca dejándome paralizada.

-Ese maldito hiyab la hace parecer musulmana -susurra inclinándose hacia mí cuando el sujeto se va-. Y ya sabe cómo son en estos países con las mujeres.

-Pues no puedo hacer otra cosa -regreso ingresando dinero a la caja sin verlo, porque noto que el socio de Sayyid no puede quitarme los ojos de encima-. Debo pasar desapercibida.

-Podría ponerse diez trapos encima, pero seguiría llamando la atención, Fox, esos ojos no son fáciles para pasar desapercibidos -suelta mirándome sobre su hombro, mientras toma la libreta de nuevo, liberando un sentimiento que no sé cómo explicar.

Pasan una media hora y el sujeto que vigilo se acerca a pagar.

-Es su esposo ¿No? -pregunta el hombre. Es calvo, y sus mejillas regordetas se marcan más cuando sonríe de medio lado, inclinando la extensión de su cuerpo con una barriga incipiente hacia mí con las manos en los bolsillos pues no lleva vestimenta tradicional siendo extranjero, con un curioso movimiento de su bigote descuidado-. Me gustaría invitarle una comida.

-Lo siento, pero sí, es mi esposo -digo fingiendo sumisión.

-¿Y tienes problemas con ello? -pregunta el hombre insistiendo-. Digo, podrías acompañarme por una bebida.

-Gracias, pero también debo atender a mi bebé -tomo al pequeño en mis brazos mostrándoselo y dándole una sonrisa de inocencia que parece convencerle.

-Voy a insistir hasta que obtenga un sí -dice estirando la mano indagando por mi nombre.

-Lucero -me presento con mi nombre falso sosteniendo por un segundo su gran mano de palma sudorosa entre la mía, justo cuando llega Isaac quien se queda viendo la escena con los ojos fijos en nuestras manos unidas y arquea una ceja para después mirarme con seriedad.

-Un gusto amigo -el hombre le extiende la mano e Isaac devuelve el gesto manteniendo su seriedad-. Su mujer es muy hermosa y su hijo es igual a usted.

-Sí, mi estrella de la mañana -murmura con una sonrisa falsa, pero burla en su mirada porque la puta estrella de la mañana es Lucifer-. Y el mini estrellita.

El hombre se despide cuando recibe una llamada y Falcon me vuelve a mirar torciendo la boca, sin decir nada se da la vuelta y empieza a trabajar.

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Regresamos a casa cuando el sol ha caído y el ambiente se ha tornado menos caótico ante el retiro de muchas personas a sus hogares dando la bienvenida a una temperatura más fresca. Llevo al bebé mientras Isaac cierra el local con la cortinilla de metal que debe bajar hasta el suelo y nos retiramos en silencio atravesando la calle que nos separa de la edificación de los apartamentos, pasando por el frente de las bodegas.

-¿Notas eso? -digo entre dientes tratando de mover la boca lo menos posible.

-Sí, nos están vigilando -me responde apresurándome, pero sin mirar atrás para no ser sospechosos. Seguimos al mismo paso calmado bajo la noche estrellada del desierto, con una luna que se esconde parcialmente de la vista tras un par de nubes poco densas, con el sonido del tráfico llenando nuestros oídos y las luces de los faroles pasando a velocidad media, hasta llegar a la puerta de entrada, por la que nos escabullimos cerrando rápidamente.

Pronto llegamos al quinto piso, y cuando dejo al pequeño en un corral acomodado en la sala, voy al monitor de la cámara de vigilancia adosada a la esquina de la ventana a través del cristal que debe apuntar a la calle, más específicamente la esquina de las bodegas confirmando lo que Falcon y yo sentimos: el hombre del restaurante mira al edificio, mientras señala hablando con sus empleados.

-¿Qué ve ahí? -dice Isaac poniéndose a mi lado, haciendo que su calor corporal junto me haga suspirar levemente, le paso el aparato que revisa activando el reconocimiento facial y de movimiento, haciendo que la cámara se gire cada vez que el hombre se mueva en alguna dirección, aunque no está haciendo nada en realidad, solo mira. Pronto se va luego de lo que parece es impartir órdenes.

Dejamos el monitor en la mesa de centro de bordes de madera y centro de cristal, que está frente al sillón de tela corrugada café de tres plazas empotrado en la pared junto al pasillo de entrada, siendo una de las cuatro pintadas que tiene la ventana de tamaño mediano frente a esta. Voy a la cocina junto a él que me ayuda a servir la cena que traemos en silencio, porque debo admitir que no ha volcado las responsabilidades del apartamento a mí sola, él hace unas yo otras totalmente divididos.

Cuando hemos cenado los tres llevo al bebé a darle un baño porque según sus rutinas, uno de agua tibia lo ayuda a dormir y es cierto. Cada vez que lo baño, lo alimento o lo arreglo, me siento como si él hubiera crecido en mi vientre, ya tengo una conexión inexplicable que jamás se podrá romper, soy su madre ahora, soy su familia, sin importar a quien no le guste. Mis padres me apoyan, pero he pedido que no le digan nada a Fabián, él no puede tener hijos y nunca estuvo a favor de una adopción o inseminación porque no los quiere tampoco.

Yo me acogí a su pedido porque lo amaba, pero jamás estuve de acuerdo, yo siempre he querido hijos y ahora tengo uno. Cuando he acabado de asearlo, lo cambio y lo llevo a su habitación que está decorada en colores pasteles con pegatinas de nubes, arcoíris y una cama corral de barandas altas, sobre el que cuelga un móvil de caballitos que se mueven cuando abro la ventana, sacando un mameluco limpio de los que ya estaban en los cajones cuando llegamos dejando ver que Volkov y Pedraza tenían pensado desde antes hacerme traer al pequeño arriesgándolo a que le pase cualquier cosa, pero al menos me dan algo para mantenerlo cómodo.

Lo cambio arrullándolo apenas lo hago, apoyando sus mejillas en mi hombro mientras le canto la misma canción que parece adorar porque es la única que lo calma, así que entono Photograph de Ed Sheeran con el ritmo de Boyce Avenue, mientras camino de ida y vuelta por el habitáculo. En una ocasión cuando giro a la puerta, me encuentro con Isaac mirándome "Oculto" a un lado del umbral, pero se va apenas nota que lo he visto. Cuando el bebé se ha quedado profundo lo pongo en su cama acomodándolo y poniendo un beso en su frente, saliendo a la estancia para verificar lo que grabó el micrófono de la mesa, pero me encuentro con Falcon sentado de espaldas haciendo algo que no sabía que se podía.

-¡¿Puedes acceder remotamente a la red del Consorcio?! -pregunto viendo cómo navega a través de esta cómodamente cuando se supone que solo los ordenadores internos pueden hacerlo, pero cuando nota que estoy a su espalda cierra la pc de un jalón-. ¿Por qué haces eso? ¡Déjame ver!

-No tiene nada nada que ver, Brigadier Fox -giro la cabeza en varias direcciones estirando el cuello que está rígido el estrés

-¿Vas a seguir con tu ridiculez? ¡Nos conocemos hasta cada palmo del cuerpo, Isaac, ¿No crees que te pasas al marcar distancia así?

-¿Y acaso cómo debo ser? ¿otro que se arrastra por el suelo esperando una muestra de cariño? -espeta con agresividad-. No, Fox, así no funciono yo. Si somos solo sexo ¿Cuál es tu fijación con que nos tratemos como lo único que podemos ser?

-¿Y qué es según tú?

-Rivales, compañeros de trabajo, némesis -enumera haciéndome sentir extraña-. Soy tu superior ¿Cómo se trata a los superiores? Como yo te trato.

-¿Y en qué quedó todo lo que me dijiste sobre mis padres? ¿eso también entra en tu acto inmaduro? -pregunto cayendo en cuenta, por primera vez, que con las habilidades para la tecnología de Falcon podría acceder a toda la información, después de todo, es un haz para su campo.

-Te di mi palabra, así que haremos lo que querías, no mezclar las cosas -dice tranquilo-. ¿Has averiguado algo?

Sopeso las opciones que tengo, callarme y una vez más tragarme mis problemas en un bolo que terminará sofocándome tarde o temprano, porque eso es lo que causa cargar a solas las cruces de nuestras vidas, caer en un asfixiante y profundo abismo negro que no tiene nada a lo que sujetarse para detener una prevista caída, pero no me puedo dar el lujo de volver a caer en la desesperación y el vacío eterno. La otra posibilidad es contarle lo que encontré sobre Carmen y decirle que luego de escuchar las grabaciones, Karenina Petrova entra a ser parte de los sospechosos en la muerte de mis padres; su frialdad, su agresividad, su forma de amenazar era muy clara, así que no me creo que se haya quedado con los brazos cruzados.

Tengo una lucha interna que no me deja responder, mientras las partes discuten entre confiar o no hacerlo. Al final, compartir la carga gana la batalla, así que me explayo contándole todo lo que escuché y leí, pero algo en su mirada me parece sospechoso, no luce sorprendido o asustado, es como si supiera de qué le hablo, aun así, me escucha silencioso.

-Fox, hay algo que no te he dicho... yo descubrí información con códigos alfa numéricos sobre tus padres. Hay folios ocultos con ellos que seguramente no has visto.

-¡¿Y hasta ahora me lo dices?! -exclamo con un calor subiendo a mis mejillas de repente.

-No he tenido tiempo -escupe con fastidio-. ¿Y tú? ¿has visto algo nuevo?

-Me he metido en inteligencia y dije que Volkov me autorizó para revisar archivos N4... Y a su oficina para copiar el contenido de la tarjeta de memoria -su cara es indescifrable, una mezcla entre "Esta mujer idiota me dará un infarto" y "Quiero matarla por imprudente"

-¡Tan impulsiva como siempre! -exclama incrédulo-. ¿Sabes qué te puede pasar si el General lo descubre? No solo te echará del Consorcio, te puede matar, Isabella.

-¿Lo crees capaz de hacer eso?

-Volkov, Pedraza y Theodore, con algunos más son corruptos, letales y no les tiembla la mano para deshacerse de quienes les estorban.

-¿Por qué lo dices?

-No sé si lo has notado, pero hay una actividad extraña de agentes por las noches...

-Sí, desaparecen y no hay rastro de ellos hasta el día siguiente -

-He investigado -teclea en el pc de vuelta abriendo un archivo de un Capitán, sale su foto en gran de la parte de la izquierda y la información en líneas en la derecha-. Él también lo hizo, pero no pensó las cosas con cabeza fría y lo asesinaron. Yo no dudo que hayan sido ellos... Esta Mayor también estaba investigando -abre otro archivo-. Y este otro, en fin, todo aquel que trata de saber qué está pasando termina muerto en supuestos accidentes u operativos que salen "mal"

-La verdad, no me sorprendería, sé que no tienen piedad ¿Qué harán los agentes cuando los sacan?

-Es obvio, Fox, ¿No lo ves? Los sacan a misiones extraoficiales seguramente encargados por alguien y esto viene pasando desde hace muchos años. Los Generales usan a los agentes como sicarios a sueldo. Por eso tienes que tener cuidado -dice dejándome en silencio por unos momentos, asimilando lo que acabo de escuchar.

-Jesucristo -digo cayendo en cuenta de las altas posibilidades de que eso sea cierto, hasta me persigno como una costumbre cuando algo de ese tipo me impacta.

-Escúchame, Isabella, si no actúas con cabeza fría te van a matar -dice en un tono extraño inclinándose sobre mi cuerpo alzando mi barbilla para verlo a los ojos que cargan con una mirada intensa que no puedo descifrar.

-¿Y qué puedo hacer? No voy a dejar las cosas así

-Lo sé, no te pido que lo hagas, pero que no seas tan estúpidamente impulsiva... te ayudaré a descubrir la verdad, a incendiar el mundo hasta que solo queden cenizas por lograr tu venganza y cobrar la sangre de tus padres, pero tenemos que hacer las cosas bien -dice sujetando mis hombros con una presión que resulta reconfortante, con genuina preocupación por mí, por mi seguridad-. Prométeme que no harás eso de nuevo, suplantando a Volkov, diciendo mentiras y siendo tan evidente.

-Karaman me ofreció un trato, dice que me dirá qué le pasó a mis padres si traiciono al Consorcio -confieso atendiendo el llanto del bebé que como algo extraño se ha despertado, así que camino hacia allí con Falcon pisándome los talones.

-¿Y qué le dijiste? -indaga cuando alzó al angelito haciendo que arrugue el ceño estresado, tapándose los oídos con fastidio porque sé que no soporta a los niños y mucho menos sus llantos. Afortunadamente el pequeño no lo hace tan seguido.

-Que primero muerta, nunca haría tratos con un asqueroso traficante -afirmo tratando de calmar el llanto-. ¿Podrías preparar un tetero, Isaac?

-¿Un qué? -dice extrañado con un tono de indignación agudo que sale cómico-. ¿Tengo cara de saber cómo preparar un tetero?

-No es tan difícil, calientas el agua, le pones una cantidad de la fórmula, lo revuelves y listo, ayúdame con eso o sostén al niño.

Niega con la cabeza en movimientos rápidos abriendo sus ojos de par en par.

-No, no, cruz, cruz, no voy a cuidar al bebé... Lo hago, pero no me agarres de asistonto más adelante -dice saliendo al pasillo sacándome una sonrisa, porque pronto echa reversa y pregunta cuantas medidas de la fórmula. Sé que debe saber cómo, porque fue el mejor hermano mayor que Stacey pudo tener, la alimentaba, cuidaba, cambiaba, le enseñó a caminar y a montar bicicleta, fue un padre para ella, pero por alguna razón trata de esconder ese lado sensible que en lo personal me encanta de él.

Canto, pero el chiquito no se calma, así que camino por el apartamento y sé que debe ser la humedad pues en la ciudad la temperatura no se reduce tanto como en la base que está en pleno desierto. Isaac regresa a los pocos minutos, probando la temperatura del biberón con una gotita en su mano, así que me rio porque lo hace con experticia.

-¿No que no sabías? -digo recibiéndole el tetero, causando que tuerza la expresión a indignada.

-Pues... pues... no hay que ser un genio para saber que no se debe dar muy caliente -se excusa cuando pongo el chupo en el la boca del bebé quien empieza a succionar viéndose adorable como solo él podría, mirándome con esos grandes zafiros brillantes que me derriten. Sé que suena absurdo y ridículo, pero me estoy convirtiendo en su madre adoptiva real, porque nunca lo dejaré solo ni permitiré que se lo lleven de mi lado.

Sostiene el biberón con las manitas y lo acaba en poco, así que repito el proceso sacándole los gases hasta que se duerme plácidamente otra vez, lo que me lleva a la sala de vuelta. Isaac dice que tomará una ducha y me quedo sola, abriendo la información de la tarjeta robada.

Reviso las carpetas en donde efectivamente hay datos de rutas, cantidades de dinero, entregas, pendientes y una que dice "Fotos" en Dari, en donde entro presurosa a ver si es cierto que hay dignatarios y personalidades, cosa que sí. Las carpetas están rotuladas con letras que parecen diminutivos, así que entro a la que dice "RSA"El primer ministro de la división económica del gobierno Ruso, aparece de primero en una reunión con Sayyid dándole la mano como si fueran socios. El mencionado es conocido pues tiene investigaciones abiertas por lavado de activos y nexos con el narcotráfico italiano, pero no se ha podido probar nada aún.

Isaac regresa con el cabello húmedo hacia atrás con el pijama puesto a buscar algo de beber en la nevera, regresando al sillón.

-¿Quién está por ahí? -dice sentándose a mi lado pegando su cuerpo con el mío, haciendo que su aroma me desconcentre, está recién bañado y su colonia de afeitar me entorpece. El sillón de tela café gruesa se hunde bajo su peso inclinándome aún más contra él.

Sigo con la que dice "SKL" donde aparece un empresario de quien el Consorcio sospechaba, Alexei Sokolov, un hombre en sus 30s, de pelo negro azabache como la noche más oscura en altamar haciendo contraste con sus ojos azules intensos, una mandíbula cuadrada y una barba al ras que lo hace ver serio, pero igualmente aparece departiendo con Sayyid, Kadir Karaman y Karenina Petrova en varias instantáneas de distintos momentos. Sokolov es prácticamente un has para las telecomunicaciones, además de ser experto en tecnología, creación e innovación, teniendo empresas de todo tipo, incluidas construcción y financieras.

Bajo encontrándome con más y más personalidades mundiales que nunca hubiera sospechado, en realidad, hasta llegar a uno que dice "DVRX" donde aparece Teobaldo Deveraux con Kadir Karaman brindando, el ex gobernador del estado de Nevada involucrado con el tráfico «¿Será por eso que su hijo cortó lazos con él?» es muy conocido que Thomás dejó todas relación con su progenitor a partir de que estalló el primer escándalo hace años y cuando Teobaldo aparece en un sitio, Thomás se le aleja como si fuere apestado, no le dirige la palabra y pronto se marcha, de hecho, ha sido la comidilla de los medio por ello, por deshacerse de la relación padre-hijo para siempre, pero cuando quiero salir de la carpeta, veo en una miniatura algo que no me esperaba, abriendo la foto que es escaneada y luce antigua: Mamá, Carmen Santo Domingo, sale en una foto con Teobaldo pasándole el brazo por encima de los hombros y papá agarrado de la mano con Karenina Petrova. Sigo bajando encontrándome con más fotos viejas de mamá y papá. Es extraño verlos así, metidos en la piel de una persona que no eran ellos mismos.

Me atoro con la saliva.

El corazón dispara sus latidos hasta lo insano.

Me aturdo al ver la cercanía de mi madre con ese hombre, cercanía de la que nunca supe. Todo a excepción de eso se aleja de mi cabeza, me sumerjo en pensamientos que no tienen orden ni sentido, que carecen de lógica y parecen no tener ni cabeza o cuerpo. Carmen aparece de repente de pie frente al sillón sonriéndome tranquilamente y solo puedo quedarme viendo todo en ella, viste un conjunto de vestido con flores y chaquetilla a juego con su pelo en la trenza que desde pequeña me enseñó a hacer, hace días no podía verla, hablarle, aunque esta vez no puedo hacerlo sin parecer loca.

-Fox...Fox -siento las sacudidas de Isaac de repente-. ¿Estás bien?

-Sí ¿Por qué? No me disloques el hombro.

-Llevas veinte minutos viendo a la nada -dice haciendo que mis ojos corran a ver el reloj y efectivamente, las manecillas haciendo el sonido clásico de su movimiento indican que ha pasado todo ese tiempo-. ¿Qué pasa? ¿qué estabas mirando? Hasta sonreíste ligeramente.

-Estoy bien -digo apartando el portátil de mis piernas; nadie, absolutamente nadie debe saber que veo a mamá, porque sé perfectamente -. Solo que me extraña ver a mi madre así.

-Entiendo... pero muy seguramente seguirán apareciendo cosas así, no te desequilibres.

-No te puedo prometer nada, hay algo que no está bien en mí -susurro clavando la mirada en el suelo de madera laminada que imita una real y es cálido. De pronto, siento que toma mi mano por un segundo apretándola-. ¿Qué pasa si pierdo el control? ¿si me derrumbo?

-Yo te sostengo -dice haciendo que lo mire conociendo una parte de él que no había visto-. Tú me sostuviste cuando éramos adolescentes, me curabas las heridas y me mantenías estable. Es hora de devolver el favor.

«¿Este es Isaac Falcon?»

Suelta mi mano luego de unos momentos, para seguir revisando los archivos, pero algo dentro de mí ha cambiado sobre mi visión de él y no es bueno para mí cordura si empiezo a sentir cosas por Isaac, aunque las cosquillas en la boca del estómago, la emoción en mi pecho, y los pequeños nervios que me causa su cercanía me dicen que seguramente, es muy tarde.

—¿Por qué? ¿por qué te involucras en esto si sabes cómo puede resultar? Podemos morir —le replico poniéndome en pie para ir a la ventana, aunque la cortina esté cerrada, solo quiero alejarme un poco de la sensación en su presencia, pero poco me sirve, lo siento a mi espalda en donde besa mi luna en la base de la nuca, luego suspira y pasa sus brazos por mi cuello desde atrás, como es más alto me abraza con facilidad.

—Porque no te voy a dejar arriesgar el pellejo sola, DS-PS, recuérdalo siempre. Somos los dos o ninguno —susurra con un tono bajo, pero no sexual, se escucha más como si me prometiera algo firmemente.

Me sonrío aunque con pesadez, esas letras significan tanto para nosotros, además nadie más sabe su significado, nadie puede descifrar una promesa hecha desde nuestra niñez. Un juramento casi de sangre porque lo mantuvimos, aunque yo me hubiera alejado de él al estar con Fabián; sin embargo, estábamos al pendiente uno del otro, cuando lo herían en una pelea, cosa recurrente, me aseguraba de enviarle a Mike o Renata para ayudarlo, aunque según me decían luego, jamás se abrió con ellos como lo hacía conmigo, pero nuestro quiebre definitivo fue nuestro trato de no vernos más, pues me conocía muy bien, si no lo alejaba de mí sería el amante fijo en mi matrimonio.

—Deberías alejarte, esto es peligroso...

—Nosotros más, somo un dúo explosivo, de todos los Praetor notros sobresalimos por agresivos, más letales de lo normal, nos ganamos reprimendas por desmedidos en violencia, por no controlar nuestra sed de sangre, nuestro deseo de aniquilar... lo conoces ¿No? Ese impulso sangriento lleno de voces macabras dispuestas llevarte a ser un ser devastador y asesino, que arranca las vidas de otros sin remordimiento.

—Sí, lo conozco bien, mejor de lo que me gustaría admitir.

—Eso nos hace potencialmente peligrosos, porque tu eres la lanza afilada, yo quien la impulsa para matar, enterrarse en el corazón de la víctima hasta acabar con su latido.

No le contesto, me giro a verlo para sellar nuestra promesa con una mirada.

Tengo miedo, pero no de mi venganza o lo peligroso de la misión personal en donde me embarco, sino por el dejarlo entrar en mi corazón, el terror de caer en el mismo ciclo vicioso de donde ambos salimos sumamente heridos y quebrados; sin embargo, parece inevitable.

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