Capítulo 12 (2)- Tentaciones prohibidas
PARTE II
"Un pacto para vivir, odiándonos sol a sol, revolviendo más en los restos de un amor, con un camino recto, a la desesperación"
Bersuit
ADVERTENCIA: CONTENIDO +18 DE TIPO ERÓTICO (Empezará en la escena de la habitación de Isabella) SI ERES SENSIBLE O NO TE GUSTA ESTE TIPO DE RELATOS, RECOMIENDO SALTÁRTELA.
Multimedia: Mía - Romeo Santos.
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ISAAC
Al día siguiente sigo la misma rutina, Isabella me ha evitado premeditadamente, cuando la veo a la distancia se da media vuelta o cuando va a su oficina se escabulle como sombra sigilosa y yo no la buscaré, no le ruego a nadie nada. Ella se busca sus males, me asaltó para luego arrepentirse como una autentica desequilibrada mental escapada se psiquiátrico de alta seguridad.
Hablo con mi madre de nuevo, cada vez la oigo más apagada, más resignada a la sombra de la muerte cerniéndose sobre ella, a punto a tomarla y no sé qué será de Pelusa cuando ella se vaya. Mi hermana ha sido su pilar y ha debido ser más fuerte, madurar aun cuando tiene dieciséis años casi cumplidos y solo espera que nuestra madre pueda llegar a su fiesta de mis dulces 16, pero no sabemos aún nada. La pesadumbre de su muerte nos toca el hombro susurrándonos que es mejor acostumbrarnos a que la vida nos la arrebatará más pronto de lo debido.
En parte por ello quiero apoyar a la potra salvaje, siempre he sentido el mismo vacío que ella sobre la ausencia de sus padres, Vladimir y Carmen fueron mis padrinos, me acogían cuando las cosas en mi casa empezaban a ponerse calientes con la bestia de Theodore salido de sus cabales como empezó a mis siete años, porque antes de eso era mi ejemplo a seguir, el padre ideal. Lo recuerdo cargándome en sus hombros, llevándome regalos, recuerdo jugar al escondite conmigo, pero también recuerdo a mi madre maquillándose los brazos, la cara y la boca, así como llorando, pues él la maltrataba cuando estaba ebrio, mucho después lo entendí.
Luego cuando yo tuve más uso de razón y me rebelé, mi madre se ponía frente a mí cuando él quería golpearme, por eso la arrojaba al suelo, la pateaba y la ahorcaba hasta dejarla inconsciente. Crecí viendo cómo maltrataban a la mujer más importante en mi vida sin poder hacer mucho al respecto, veía cómo ella le perdonaba cada herida, cada lágrima, cada sufrimiento silencioso que le hacía pasar, pero aun así, no me volví un maltratador físico por el amor de mi madre infundido.
Mi mayor temor es convertirme en Theodore Falcon, y poco a poco repito sus patrones de conducta psicológica: inestable, rudo, distante.
Llamo a Michael de nuevo para pedirle ayuda, es hijo de una General bastante estricta y busca que su hijo alcance su estatus quo por sí solo, aunque trataba siempre de pasar tiempo de calidad con él junto con su padre, un político defensor de las clases sociales más bajas. Michael ha sido muy correcto, pero tira un poco a lo loco, por eso se enamoró perdidamente de Renata Montgomery porque le parecía graciosa, inteligente y ocurrente como él... Mike no se imagina la estampillada contra el muro próxima si se llega a enterar de lo que hace ella.
-¿Qué pasa? ¿por qué me miras así, gato fiero? -pregunta de repente, me he quedado con los ojos fijos solo con el pensamiento de cómo afrontará la verdad de su amor platónico.
-No te miro, me perdí en mis pensamientos solamente -respondo-. ¿Has terminado con la clasificación que te encargué? Necesito despejarme.
-¿A qué me vas a invitar? ¿te meterás la mano al dril, tacaño? -dice con una sonrisa dejándose caer en la silla frente al escritorio-. Eres duro como la piedra.
-Si sigues así no te invito ni madres -espeto pensando en si podemos salir a tomarnos algo, aunque descarto el pensamiento rápidamente, no es prudente, no sabemos la clase de criminales escondidos allí fuera y sepan quienes somos. Los Praetor no tenemos muy buena fama en la delincuencia-. Vamos a mi habitación, llamemos a Gerard, si quiere verme la cara.
-Lo dudo, está muy resentido por lo que dijiste de Fabián, al parecer ahora son amigos cercanos -responde encogiéndose de hombros en un gesto despreocupado-. Igual deja lo llamo.
Lo hace y una conversación corta después, dice que Gerard viene; sin embargo, tiene una charla pendiente conmigo, por ello giro los ojos con fastidio, las regañinas de todos cuando voy por ahí haciendo lo que me sale del cuatro letras me cansan, ya deberían estar acostumbrados. Cuando el reloj llega a las ocho de la noche estamos dentro de la habitación rectangular pintada de crema considerablemente amplia, con piso entapetado color gris, con esquineras color café oscuro protegiendo los bordes de las paredes, aunque un par se despegaron levemente.
Hay dos ventiladores de techo, uno sobre la cama doble y otro sobre nuestras cabezas, aunque ese en específico traquea en un ruido por estar chueco, por eso da un movimiento inestable. Nos sentamos en el espacio al otro lado de la cama en el espacio adicional sobre la moqueta, así Gerard queda frente a mí tratando de descifrarme con su mirada de loquero en proceso de análisis neuropsicológico.
-¿Qué te sucede, Isaac? -pregunta Ger en tono inquisitivo finalmente, mientras abro la ventana pues el ambientador de maracuyá concentrado por todo el día nos hace estornudar, pero igual cierro de nuevo la cortina del mismo color al suelo-. No sueles querer beber, menos en el trabajo y decir que quieres emborracharte ¿Vas a fumar también?
-Mamá tiene seis meses de vida si no aparece un donante compatible pronto -digo sorprendiéndolos, entonces se miran entre sí con la expresión compungida que odio; no quiero lástima, condescendencia o cualquier sentimiento parecido si este me hace ver como una víctima débil. No soy débil.
Sirvo whiskey en vasos que pedimos en el comedor y suspiro. Lo dicho a Fox es cierto, no puedo beber muchos tipos de alcohol y técnicamente no debería estar haciéndolo, pero siento la necesidad de borrar todo, el pasado doloroso y el presente incierto porque entre ambos me van a enloquecer, dándome una encrucijada desesperante.
-¿Y qué solución hay? -pregunta Mike en tono serio, su extroversión se ha ido, y se lo agradezco, es un tema que no amerita una broma o tono sarcástico.
-Nada, no hay nada aparte de un trasplante de médula, pero entre más tarde menos probabilidad hay de mejoría, mi madre morirá sin yo poder hacer nada al respecto, pero no quiero hablar de eso ¿Hiciste los informes de las armas largas? -pregunto casual a Gerard.
-El Brigadier Workaholic -dice de vuelta con una sonrisa-. Sí, ya lo tengo listo, solo es pasarlo a armería.
Me sirvo más alcohol consumiéndolo en una cadena repetitiva imparable, quiero salir de la realidad. Debo sacarla a ella de mi cabeza, extirparla de mi deseo, por eso me quedo callado, mientras bebo ante la mirada de mis amigos.
De repente, a Gerard le entra una videollamada de su esposa y la abre mostrándonos a todos. Tiene una familia que muchos envidiarían, pero yo no anhelo una, yo sólo vivo para trabajar y cumplir mis necesidades, no necesito a nadie más como pareja, no necesito ni quiero hijos, solo me importan dos mujeres: Pelusa y mi madre y a una de ellas la voy a perder pronto.
-¡Hola padrino! -exclama Shirley, su esposa, cuando agita su mano frente al teléfono sonriente. Su pancita está a punto de reventar, aunque aún faltan meses, pues desarrolló una muy grande y espero poder terminar la misión antes del nacimiento del bebé, para él es muy importante y lo sé-, ¿Cómo estás?
-Bien, Shir, tratando de sacar adelante toda esta locura, ¿Cómo te sientes tú? -sus ojos verdes hacen contraste con su piel morena, dándole una apariencia irresistible, misma atrajo al mayor de los Yamamoto.
-¡Hey, ni lo mires mucho! -exclama Gerard divertido sacándome otra carcajada por su cara de caricatura-, a mí, mi amor, a mí.
-Déjame refrescar mis ojitos, Yamamoto -dice ella con un sonrisa, ellos se llevan así, como amigos-. Además, ya no puedo salir a la calle con está panzota, ni al trabajo pude volver, el médico me dio de baja, solo veo a mi abuela y mi madre quien pasa día y noche quejándose de la partida de Ger.
-Yo le dije que no viniera, él cabrón cabezón no hizo ni puto caso -aclaro con una gesticulación sacándole una carcajada, sabe de la terquedad de su esposo a la perfección, pero sobre todo el esfuerzo porque esta comisión le dará más posibilidades de ascender. Hablamos un rato con ella y para cuando termina han pasado casi cuarenta y cinco minutos. Los tres nos quedamos hasta sentirme ebrio, pero aquello que debía salir, no lo hizo. Suena la canción "Eres Mía" de Romeo Santos en el pequeño altavoz JBL y cuando llega a una parte específica pues siempre me ha parecido muy apegada a la realidad, canto haciendo el auténtico ridículo porque cuando Isaac Falcon bebe, se convierte en un niño pequeño.
El egoísmo de ser dueño de tu vida
Eres mía, mía, mía
No te hagas la loca, eso muy bien ya lo sabías
Si tú te casas, el día de tu boda, le digo a tu esposo con risas
Que solo es prestada, la mujer que ama
Porque sigues siendo mía (Mía)
-Ya es hora de acostarlo -dice Ger mucho más sobrio, por ello entre ambos me levantan, aunque estoy lo suficientemente consciente para controlar mis acciones. En mi mente solo hay una cosa en este momento.
-Buena noche, gato fiero -se ríe Michael dejándome desmadejado en la cama como títere, pero en cuanto se va espero algunos momentos, y como todo borracho que se respete, me pongo en pie de nuevo. Me tambaleo ligeramente por el pasillo de los dormitorios en camino a una habitación indebida, pero no puedo con los giros en mi cabeza, ni con la mujer clavada aún más por la borrachera con que buscaba olvidarla y me salió el tiro por la culata. Llego a la puerta y apoyo la frente en la madera con una respiración profunda antes de tocar varias veces, hasta abrir la puerta con un grito desesperado. Lleva puesta una blusa de tiras y un pantalón de pijama largo de tela vaporosa.
Tengo muchas cosas por decir.
-¿Qué haces aquí, Isaac? ¡Son las tres de la mañana! -exclama Isabella, mientras mira a los lados, su pelo está enredado ligeramente y sus ojos aún se ven adormilados a punto de cerrase, pero todavía así, quiere matarme con su mirada de daga-. ¿Pasa algo malo?
-Sip -digo cuando entro a la habitación al pasar por su lado balanceándome-, pasa que eres una espina en el culo. Una bien clavada y cada vez que me muevo siento el pinchazo.
La cara se le empieza a enrojecer, un tic de estrés en el ojo izquierdo empieza y su mirada entrecerrada me quiere matar.
-¿A eso viniste y me despertaste? ¿para insultarme? -replica molesta. Detallo su coronilla en donde tiene curas mariposa y su labio partido igual a su pómulo, muestra del enfrentamiento con Pedraza.
«No me gusta verla así»
-Necesitaba ver tu cara de cereza ácida -digo señalándola cagándome de risa-. Me evades como si tuviera La Peste Negra (1)*
«Diría mi amigo el mexicano: ¿Qué chingados estás haciendo aquí rogándole?
-¿Por qué viniste hasta aquí? Apestas a alcohólico fumador. Saca tu desastre de aquí, haz el favor -murmura con los brazos cruzados. Sus pechos perfectamente redondeados en una curva distractora, resaltan por la posición y no puedo evitar perder mi mirada en esa zona que me gusta por montones.
-A que me digas porqué me besaste -digo sin poder controlar mis palabras. Su mirada se desvía y sus cachetes se ruborizan rápidamente, tornándose en un gesto incómodo-. Venga cerecita espina en el culo, casi me dejas desnudo en mi oficina y luego me empujas para no hablarme más. Vine por una explicación.
-Más espina en el culo eres tú, Isaac, y tuve fue un lapsus momentáneo, te usé como distracción -sus palabras salen tan afiladas como las dagas misericordia que tanto le gusta usar, pero dentro de mí no hay nada para cortar-. Y... ¿Qué tienes en los nudillos? ¿A qué le diste? ¡Casi te los destrozas!
Estira una de sus manos para tomar las mías pasando su pulgar sobre la piel enrojecida aún.
-A Pedraza, pero no le hice ni la mitad de lo merecido -acepto al abrir la ventana refrescándome, la base está desierta, el silencio la consume y ligeras corrientes de aire corren y así entra la temperatura más fresca dándome un alivio de mi rostro acalorado-. Chilló como marrano de camino al matadero, todavía debe estar limpiándose la asquerosidad que tiene como sangre.
Me rio solo ante su atónita mirada e inmediatamente me pregunta el porqué antes de quedarnos absortos en un silencio insondable. Su habitación es cálida, está impregnada de esa dulce esencia que ha llenado mi nariz desde niños y me concentro en ella para suprimir el miedo residual de mis tiempos de encierro, ya no soy claustrofóbico, pero aún hay flashbacks.
-Porque lo que te hizo no tiene nombre, ese cerdo no te volverá a tocar. Lo destrozada que le dejé la cara será una caricia en comparación -murmuro acercándome a ella quien retrocede hasta encerrarla con mis brazos contra la pared.
Su respiración se agita cada vez más alterada, sobre todo cuando acuno su mejilla con una de mis manos para inclinar su rostro hacia mí. Sus ojitos brillan como las estrellas centellantes del cielo nocturno, de una forma especial que me enciende en un santiamén, tiene los labios entre abiertos como una invitación a estrellar mi boca con la suya, llevándome a mi memoria de la noche solo nuestra.
Trata de decir mi nombre para detenerme, pero le robo un beso largo, al principio trata de pararme, pero muevo mis labios contra los suyos hasta desatar su lado pasional momentos después.
Una bestia que golpea mi pecho buscándola como poseso preso de su hipnotizante hechizo tramposo.
Víbora engañosa con su belleza de diosa (2)*
Paso mis manos por sus glúteos masajeándolos mientras ella se prende de mi pelo rubio tan entregada al beso como yo mismo y mis manos pasean libres por la escultura que tiene a modo de cuerpo. Posee muslos gruesos con unas piernas irresistibles, una cintura angosta y un trasero que me vuelve loco, sus pechos son generosos y los pezones se le marcan en un claro estado de excitación, por eso acaricio sus picos por encima de la tela sacándole más de un gemido incontenible.
Restriega sus curvas peligrosas contra mi cuerpo duro, llevándome al siguiente nivel de excitación. Me dice de pronto que debemos parar antes de hacer algo digno de arrepentimiento más adelante, susurra sin convicción cuando beso su cuello y rozo su piel con mis labios, deleitándome en el aroma dulce, pues saca mi lado más loco porque esa esencia es un afrodisiaco inevitable.
-¿Qué detengo? -pregunto al pegar mi frente en la de ella y trato de no lastimarla en esa zona-¿Lo que ambos queremos, Isabella? Nos tenemos unas ganas desmedidas y lo sabes.
-No está bien, tengo a Fabián, él es un buen esposo y no se merece eso -dice en un suspiro cuando apoya sus manos en mi pecho donde las cubro con las mías
-Y no lo niego, pero una cosa es el amor y otra el deseo -digo al bajar una de mis manos por dentro de su pantalón su abdomen en busca de la unión de sus piernas, para encontrarme su excitación justo como creí.
Gime un "Por favor" con sus uñas clavadas en mis brazos con fuerza cuando mi mano acaricia superficialmente su zona íntima. Le pregunto qué quiere detener, mientras rozo su entrada con un dedo deleitándome en la sensación de su excitación húmeda en incremento. Me da un "No" para luego morder sus labios y ante su aceptación la masturbo, mientras ella se aferra aún más a su posición con su cabeza apoyada en mi pecho, cuando sale mi nombre de sus labios envueltos en placer y de solo verlo resulta un cóctel sexual para mí.
Continuo sin intención de detenerme, muevo mis dedos con facilidad por estar tan húmeda, aunque trata de retener los gemidos para ahogarlos con besos y al llegar al climax, me da una mirada inolvidable.
Al notarla apoyo mi frente en la mía susurrándole como será mi perdición y que me llevará a la ruina, cuando saco mi mano de su pantalón con la intención de plantarle otro beso, pero ella se va dándome la espalda, alejándose de nuevo, pero esta vez no va a ganar.
Se queda en silencio sentada en la cama cruzada de piernas, masajea su cabeza viéndose frustrada de nuevo, y sé de dónde viene esa sensación, no le gusta aceptar ese algo entre los dos, aquello que mi cuerpo le provoca y es recíproco. Ella nunca ha querido aceptar en voz alta la tensión sexual dominándolos, el sentir carnal como un instinto imparable ausente de sentimientos como el amor, pero lleno completamente de lujuria, libido y sexo.
Continua sin poder mirarme y yo la observo apoyado en la pared con los brazos cruzados, mientras el mundo da vueltas. Nuestro momento me ha despabilado, pero sigo ebrio.
-¿Por qué viniste Isaac? -rompe el silencio con la mirada perdida.
-Necesitaba verte -confieso sin saber porqué suelto la lengua.
-Ya me viste, por favor vete.
-¿Estás bien? -pregunto porque se ha vuelto seca.
-¡No, no estoy bien! -dice poniéndose en pie-. ¡Otra vez caímos en lo mismo! Tantos años después y regresamos al punto de salida.
-¡Pues sí, siete años desde que entré en tu habitación y no he podido sacarte de mi cabeza! -exclamo de legua floja otra vez-, ¿Y qué tiene?
«Maldito subconsciente»
-Olvídate de eso, Isaac, por favor.
-Te hice mía una noche antes de casarte con el niño bien, como quería desde el regreso del reformatorio ¡¿Crees que me puedo olvidar de algo que desee por años?!... Fui tu primera vez, Isabella, no me olvido del momento cuando te entregaste a mí en la misma cama años antes de nuestra noche.
-Ya no más, Falcon, te lo pido -susurra poniéndose en pie para ir a la puerta, pero tomo su brazo halándola hacia mí-. No, no, no.
-Sí, sí, sí, acéptalo. Te mueres porque pasen más cosas entre nosotros -le robo otro beso y esta vez no me lo niega, entonces llevo su cuerpo a la pared más próxima, para empotar sus caderas entre mis manos-. Esto es inevitable, cerecita.
Acepta en cómo es inevitable, pero doloroso para los demás, jadea sus palabras. Saca mi camiseta, así como yo a ella, para dejar a nuestros torsos desnudos rozarse y permitiéndome sentir sus pezones endurecidos contra mis pectorales, y ella no me rechaza, al contrario, besa desesperada mi cuello como si una necesidad interna la consumiera y hubiese explotado finalmente porque está desinhibida, sus ojos se oscurecen con la sombra de la lujuria que me electriza.
Pasa sus pequeñas manos por mis pectorales hasta bajar a mis abdominales, mientras respira agitadamente. Me espero un empujón, pero empieza a besar mi hombro y mi brazo izquierdo sobre algunas cicatrices cuando bajo de un tirón su pantalón vaporoso dejándola en bragas negras que hacen contraste con su piel bronceada. Bajo mi boca por el valle de sus pechos prendiéndome de uno de sus pezones, y sujeto su trasero lascivamente y pegándola a la erección en mi pantalón que ansía por entrar en su calor otra vez.
Siete años con el sueño de poseerla de nuevo.
Siete años soñando con su cuerpo caliente sobre el mío.
La trepo a mis caderas besándola para deslizar mi lengua en su boca llevándola a la cama finalmente donde la dejo caer cerniéndome sobre su cuerpo suplicante de placer. Termino de desnudarme mientras devoro con la mirada ansiosa sus curvas de reloj de arena, y tomo su ropa interior deshaciéndola entre mis manos al romper sus costuras, sacándole un quejido, pero se calla cuando poso mi boca en su piel desde sus senos hasta su abdomen. Allí noto cicatrices en ambos lados de las costillas, son irregulares y con un poco de queloide, pero nada de eso le quita la bomba sexual.
Le pregunto cómo se hizo esas cicatrices pues la última vez no las tenía, pero su respuesta de "Haberse caído de la escalera y roto sus costillas" no me convence.
«En un lado ¿Y en el otro qué te pasó?» entonces mi teoría de que Fabián se atrevió a ponerle la mano encima se solidifica.
Solo me pide seguir y lo hago; sin embargo, quiero echarle en cara el haber escuchado su comprometedora conversación, pero no quiero cortar esa satisfacción por el hecho de verla retorcerse de goce puro, del fuego lascivo recorriéndole las venas porque su placer es el mío.
Sujeto sus caderas para acariciar la unión de sus piernas con mi boca, por eso siento como tira de mi pelo totalmente elevada por placer, sus gemidos solo me incitan a besar más esa zona junto a los tirones de pelo. Subo de nuevo desesperado por hacerle mucho más y posiciono la punta de mi miembro en la humedad de su entrada rozándola aun sin entrar, pero pronto la penetro de golpe, con eso saco un gemido quedo atrapado por mi boca que besa la suya con ello empiezo a embestirla en busca de saciar la adicción al placer solo alcanzada con ella.
Isabella Fox marcó un antes y un después en mi vida, nunca se lo diré, no me mostraré débil frente a ella, pero lo es, todo es distinto con ella, crece en cada encuentro. Hace siete años fue un día esperado, la adoré con devoción como nunca antes a una mujer, fue como tocar el cielo con las manos, pero nuestro trato me envió lejos. Ahora la vida me lleva de nuevo a ella haciéndome pensar si debo dejar libre ese sentir escondido en el fondo de mi corazón.
Siento sus piernas rodear mi cintura apretándola mientras sus pechos se mueven al ritmo de mis embestidas viéndola retorcerse de placer al clavar sus uñas con fuerza en la cicatriz entre mis omoplatos, con eso logra enviar señales placenteras y solo me hace aumentar mis movimientos entrando en un frenesí ciego de todo lo que Fox me da, cada latido acelerado, cada erección, cada provocación.
De pronto la voz de Alana se oye al otro lado de la puerta, preguntándole a Isabella si está bien, «¿Qué mierda hace despierta Richardson x1?» dice haber escuchado un golpe, pero seguro escuchó un gemido y es su excusa.
Isabella le responde "Me caí cuando busqué agua", pero en el oído me susurra que no pare.
-No pensaba hacerlo -lleno de besos ansiosos su cuello donde muerdo levemente, chupo, y lamo la suavidad de su piel, mientras desprende su elixir sensual a modo de aroma adictivo.
Alana le ordena abrir la puerta, mientras trata de mover la perilla zarandeándola ligeramente, a mí me importa un pepino, pero Fox me pide parar un segundo, con un beso en mis labios dejándome enojado. Le grita a Alana que se largue y la deje dormir porque está bien... más que bien diría yo, aunque cada palabra es como una eternidad, me siento a punto de explotar, mi pene palpita dentro de ella, mi corazón da sus latidos como un tambor en medio de un festival y mi piel está erizada ante la escena de poseerla de nuevo.
Richardson x1 insiste y pregunta si ella está con alguien, por eso cuando creo que definitivamente no podremos continuar, me salva una voz en el pasillo, esta le reclama a Rx1 y empiezan a discutir por el escándalo hasta escuchar las voces más lejos.
-Un poco intensa tu amada cuñadita -bromeo sobre su boca dándole otro beso.
-Cállate y muévete, Falcon, o lo haré yo...
Regreso mis pensamientos al cuerpo de Isabella, pierdo la noción del tiempo solo soy consciente de que el vaivén de mis caderas contra las suyas aumenta de contundencia, mientras mi piel se electriza, se altera todo ante el aviso del orgasmo inminente, con sus paredes sedosas cada vez más listas para el suyo.
Gime y jadea en bajo tratando de controlar el deseo controlándola cuando tomo sus muñecas con fuerza a cada lado de su cabeza, aunque a mí me disgusta ver cómo retiene el placer, pues sólo yo, en sus propias palabras, puedo darle, me gusta enseñarle a todo el mundo nuestra relación y lo sepan, que todos noten cómo su cuerpo reacciona al mío desde su primera vez. Finalmente clava su rostro en mi cuello mordiéndome fuerte cuando se corre, desencadenando mi propia liberación derramándome en su interior.
Caigo sobre su pecho, ambos estamos cubiertos de una ligera capa de sudor y nuestras pieles se combinan como una sola, hasta el momento de volver a la tierra sin remedio.
-¡Mierda! -exclama con frustración aun con la respiración agitada, empujándome hasta romper nuestra unión poniéndose en pie, y busca lo primero algo para tapar su desnudez exquisita -. Lo volvimos a joder.
-Como siempre arrepintiéndote -espeto para hacer lo mismo, pongo mi bóxer en silencio, sintiéndome apático de repente-. No es nada que no hayamos hecho antes y no solo una vez.
-¡No importa, soy mujer casada y cuando cogimos esa noche tenías muy claro que no podía volver a pasar! Ninguno de los dos lo mencionaría otra vez y no se lo contaríamos a nadie olvidándonos de eso, así como lo de nuestra primera vez y todo lo que pasamos ¿Por qué haces esto ahora? -dice desesperada, mientras camina de un lado al otro en la habitación alfombrada una vez está vestida con una blusita basita de tiritas y un short de jean.
-¿Sólo cogimos? -digo sin saber qué cojones me pasa «¿Desde cuándo tan sensible?»
-Sí, Brigadier Falcon, sólo cogimos porque yo hago el amor con mi marido y se llama Fabián Richardson, no Isaac Falcon -espeta, aunque su extraña conversación flota en mi mente, dejándome a punto de preguntarle qué pasa en realidad.
-¿Sí? Pues se corrió dos veces con el nombre de otro en los labios hace minutos nada más, Brigadier Fox -digo en una frase dura.
-Tú lo has dicho, deseo y amor son diferentes. Eres sólo una aventura fantasiosa sexual y fatal para mí, Isaac, nada más, entonces vete de aquí -señala la puerta viéndome a los ojos con una frialdad semejante a la de Volkov-. Por favor.
Salgo de la habitación con un refunfuño. Casi mato a Pedraza por ella y ahora me llama "Aventura sexual" aunque no sé exactamente qué esperaba cuando yo mismo le he puesto freno a los pensamientos más allá de lo físico, yo mismo la he tratado de ver como solo sexo ahora ¿Entonces? No puede entender qué pasa en mi puta cabeza desde su nueva aparición aun en una misión, aunque yo mismo me lo busqué, yo la elegí, se la pedí a Volkov para joderla y el jodido terminé siendo yo.
Entonces más encabronado que nunca me encamino a mi habitación y entro a la ducha sin sacar la imagen de Isabella corriéndose en mi mano a pesar de estar enojado con ella, así que me desnudo y voy directo a la ducha, pronto empiezo a pasar la mano por mi falo de arriba abajo con el pensamiento sobre ella, en el deseo en sus ojos, en sus súplicas de no me detenerme y en la fogosidad de sus besos hasta correrme de forma liberadora. Entonces vuelvo volver a la tierra desde el planeta del recuerdo sexual ahora residente en mi cabeza.
Me acuesto aun medio borracho y siento que no han pasado ni cinco minutos cuando la maldita alarma suena, son las seis de la mañana y tengo comité a las siete con el punching ball de Pedraza, Volkov, Richardson y Fox, pero a la última no quiero verla ni en pintura. Me arreglo en menos de media hora y me dirijo a buscar café poniéndome el uniforme de entrenamiento y gafas de sol sobre mis ojos encontrándome con Gerard de frente.
-Buenos días, Brigadier -saluda divertido cuando ve mi estado. Ando pálido y no soporto el resplandor del puto sol, me da de lleno mientras atravieso la base de lado a lado hacia el comedor.
-No empieces -espeto, mientras sujeto mis sienes.
-Yo no he dicho nada -responde encogiéndose de hombros caminando a mi par-. Pero nunca te he visto beber tanto, es normal si tienes más resaca que ganas de vivir.
-Cállate -respondo cuando llego y el bullicio del comedor empeora mi dolor de cabeza, pero la migraña empieza cuando veo el pelo rojo de Fox sentado en una mesa, mientras habla con Renata y al pasar por su lado sin siquiera saludar tiene la mirada fija en mí-. ¡¿Se te perdió algo, Fox?! -le grito exaltado al notar como lleva más de tres minutos mirándome fijamente y hago silencio entre todos "La red de chismorreo" hace una entrada, miran curiosos cómo el Brigadier mala conducta deja fluir su mal carácter.
-¿Se te perdió algo a ti? -responde enojada.
-¿Qué se me va a perder con tu puta cara de cereza ácida? -contesto al tomar mi café para largarme, cuando el segundo al mando de Volkov entra en el comedor llamándonos a Fox y a mí, pero me atravieso para cortar su camino adelantándome.
-Las damas primero, Brigadier Falcon -dice chocándome con su hombro.
-Buena idea, Brigadier Fox ¿Ve alguna por aquí? -contesto ganándome esa mirada saca órganos-. Oh, aquí hay una -le atravieso el brazo deteniéndola para dejar pasar a una chica rubia quien me mira sonrojada cuando le hago el ademán de que siga.
-Quítate, maldita sea -espeta Isabella furibunda haciéndome reír.
«No tenemos sentido, somos inmaduros para nuestra edad y cargo, pero algo se desencaja al pelear entre nosotros»
-Será difícil, pero lo intentaré -escupo sarcástico, mientras camino hasta llegar a la sala audiovisual donde será el comité. Pedraza está en la punta de la mesa, luce mallugado como tomate maduro de tienda de víveres al final del día y me mira con odio puro cuando saludo como si nada, Volkov asiente con la cabeza y sigue en lo suyo revisando unos papeles.
-Es un puto cínico, Falcon, ¡Mire cómo me dejó! -Pedraza se señala la cara-. Animal, me encargaré de enterrar tu carrera en esta organización.
-Y yo me encargaré de que todos conozcan sus perversiones, General Pedraza, y lo que intentó con Isabella Fox -digo «¿Por qué mierda sigues defendiéndola, cabrón?»
-No intenté nada -dice seco.
-¿De qué habla, Falcon? -espeta Volkov, él estaba de salida de emergencia a otra provincia de Afganistán cuando ocurrió el incidente.
-¿De qué hablo, General Pedraza? ¿le cuenta usted o le cuento yo? -digo con ironía. Ante su silencio, yo hablo-. Al parecer este señor trató de sobrepasarse con la Brigadier Fox y terminaron en una pelea... luego le reventé la nariz por asqueroso.
-¿Tú le hiciste eso a Gabriel? -dice Volkov cuando señala a su gran amigo o al menos lo restante de él-. ¡Casi le desfiguras la cara! ¡¿qué clase de agentes tengo, mierda?! Una desquiciada quien da palizas rompe huesos y corta dedos, y un energúmeno que ahorca a su padre, lo asoma por la ventana y masacra generales ¡¿Cómo les permiten seguir en los Praetor con esa conducta?!
-Porque somos buenos en nuestro trabajo, pero principalmente porque casi todos en esta puta organización tenemos las manos manchadas de sangre para siempre, nos envían por los objetivos directo a matar y no todos están dispuestos a hacerlo -digo con tono firme cuando llega Fox quien solo escucha la conversación en silencio-. Hasta los altos mandos están inmiscuidos en este merequetengue de mierda, así que quien esté libre de pecado tire la primera piedra.
-¿Insinúa algo, Falcon? -responde Pedraza, pálido como Volkov; se han puesto aún más blancos de lo normal.
-No, solo digo algo de conocimiento público, no somos inmaculados y actuamos lejos de muchos protocolos de otras agencias ¿O no? Aquí todo el mundo tiene cola que le pisen -digo sentándome en la silla más alejada de Isabella para no verle la cara.
-Como sea, este comité es para informarles el cambio de los planes, Fox no irá acompañada de Colson, irá contigo, Isaac, y convivirán en un departamento frente a la esquina de las bodegas como una pareja casada. Después de todo, para eso está en este país, para vigilarla -dice el General magullado haciéndome quitar las gafas para verlo incrédulo-. Se llevarán a un niño como su hijo y aquí están sus nuevas identidades. Se van en tres días, pues aún se están haciendo los arreglos pertinentes en el negocio donde trabajarán.
«Puta y jodida mierda»
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(1)* La Peste Negra fue una de las pandemias más mortíferas que se ha conocido en el mundo, también conocida como peste bubónica, mermó a más del 1% de la población mundial en el siglo XIV. Recibe su nombre de la capacidad de ennegrecer la piel y las zonas con llagas.
(2)* Canción "La diabla" de Dennis Fernando.
FRASE
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