Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 12 (1)- Tentaciones prohibidas

CAPÍTULO 12

Tentaciones prohibidas

"Un pacto para vivir, odiándonos sol a sol, revolviendo más en los restos de un amor, con un camino recto, a la desesperación"

Bersuit

¡Dedicado a Lorena (@LorenaBadt) y Sandra (@KikiLodo)! ¡Mil gracias chicas por el apoyo y sus críticas, pero, sobre todo, por quedarse como lectoras!

PD: La parte 2 de este capítulo tiene contenido +18 de tipo erótico. He puesto la advertencia en el inicio, pero quería avisarles antes.

General Volkov al final del capítulo.

———————00———————

ISAAC

Los sonidos de golpes llenan la sala de entrenamiento en medio de la penumbra, escuchándose más graves como si extrapolaran el sentimiento que me consume desde dentro. Sólo ilumina la bombilla titilante sobre mi cabeza, junto a ventanas a lo largo de la edificación, estas dejan pasar las luces tenues de la madrugada, mientras mis puños se estrellan contra el saco de boxeo, en un intento de desviar la ira invadiéndome al recordar el terror en los ojos de Isabella cuando la encontré en su oficina donde casi mata a Pedraza. Han pasado sólo pocas horas y el recuerdo vivo ardiente de ella con un golpe de su pómulo, así como su frente aparece una y otra vez. No me dejó dormir, no me dejó vivir.

Verla violentada sin poder protegerla como se lo juré un día me tiene jodido en todos los cuatro putos costados, estábamos tomados de la mano en un entremedio de clases en la academia porque ella lloraba, al día siguiente sería el aniversario de la muerte de Carmen y Vladimir, cuando un tipejo la tropezó porque le caía mal al tener tanta atención por ser la mejor de la clase, la primera en todo, notas, entrenamiento y rendimiento, siempre estaba hasta arriba en las pizarras digitales, pero eso le traía odios de muchos pre agentes porque no les daba oportunidad de ser los más aplicados, entonces la tiró al suelo sin más diciéndole "Quítate huerfanita" ella se puso en pie ágil y lo empujó al igual que yo, pero el muy cobarde le soltó una bofetada partiéndole la boca sacándole sangre a ella.

Es más fácil decir que no le hice en el brazo con el que la había golpeado, casi se lo arranco.

Diecisiete años tenía para ese entonces, fue la primera vez que pisé la cárcel porque me capturaron por agredirlo; pero el poder del apellido Falcon me salvó el culo, mi abuelo Liam y mi padre gritaron e intimidaron a todo el puto mundo hasta lograr que el tipo junto con su familia se largara del país luego de retirar los cargos, pero jamás le dije cuál había sido el motivo tras el ataque; es decir, el porqué exploté pues se enteró de la presencia de Isabella en la ecuación, a lo mejor lo sospechó; no obstante, de mi boca no salió ni pio, aunque las consecuencias fueron devastadoras; sin embargo, no me arrepentí en ningún momento, ni cuando me pusieron en un careo y el abogado me dijo "dile al juez que estás arrepentido" pero yo siendo yo, mejor le dije "y lo volvería a hacer las veces que sea si la vuelve a tocar"

Claramente, empeoré la situación, entonces Liam empezó a amenazarlos sin cesar hasta lograr su cometido, pues todos en el mundo militar sabían que meterse con un Falcon es igual a meterse con el diablo y aunque sus padres no lo eran, sí tenían conocimiento de cómo mi apellido podía destruirlos con un soplido. De esa manera, dos semanas después estaba fuera y sin ninguna cuenta con la Ley, hasta el momento.

Estrello mis puños contra el saco de boxeo, siento que las gotas de sudor se deslizan por mi frente, la ira parece una bola de nieve haciéndose cada momento un poco más grande, trepando por mi garganta aferrándose como si tuviera vida propia. La última vez en donde recuerdo haberme enfurecido tanto fue en la discusión con mi padre cuando me enteré de su negativa a ayudar a mi madre "Porque le importa una mierda" en sus propias palabras. No por los riesgos del procedimiento, no por poner en peligro su salud, no debido a las posibles complicaciones tras la donación, no, solo por no importarle la vida de la mujer quien le ha entregado alma, vida y corazón a pesar de todo.

Todo se volvió rojo.

Mi pulso se disparó y la racionalidad se esfumó haciendo que me valiera de toda mi fuerza de voluntad para no matar a Theodore pues mamá estaba en el piso de abajo y no quería que supiera eso, aun así, le lancé un golpe, él lo esquivó, pero mi puño quedó clavado en la pared hundiéndola y lastimándome, pero no sentí dolor, solo ira. Detengo mi tarea para tomar agua con la botella inclinada en un chorro a presión cuando veo entrar a Karen, pero ahora no quiero ver a nadie.

Pregunta en su tono seductor si algo me molesta y viste un pijama de short y blusa de tiras que deja ver sus pezones duros bajo la tela.

—Escucha, no tengo humor para nada que no sea masacrar a golpes algo vivo que grite desangrándose hasta morir, mejor devuélvete por donde viniste —espeto dándole la espalda, pero no obedece—. ¿Qué esperas para largarte?

Pregunta si es por Isabella, mientras se acerca cautelosamente, por ello me giro a verla, carga una mirada inocente para preguntarme si tengo algo con ella en tono de diversión, pero yo me aguanté una escena de celos ridícula de parte de Sara y no se la voy a permitir a ella, por eso la vuelvo a echar, mientras señalo la salida y sigo descargando la furia en el saco. No sé porqué me afecta tanto lo de Isabella si ya no estoy enamorado de ella, aún me pone como un puto tren, eso sí, pero me niego a caer en la aceptación de algo por lo que sufrí en el pasado, aun así, pensar cómo la encontré llena de sangre me sulfura llevándome a la cumbre de un desespero agresivo que me corroe desde adentro, al saberla atacada por un marrano asqueroso como Pedraza.

Ese animal siempre está mirándola como un pedazo de carne, solo quiere engullírsela por perversión, porque eso es lo único que realmente es, un jodido pervertido quien frecuenta Scorts menores de edad y prostíbulos de bajo barrio a escondidas.

Lo sé de primera mano porque al investigar cómo tumbar a Theodore Falcon, me he encontrado con muchos cabos sueltos, secretos, y muchas cosas las cuales involucran a varios Generales, pero lo más sospechoso es el flujo de agentes manejados por los tres, Theodore, Volkov y Pedraza en operativos sin registro alguno, ellos salen, regresan, pero no hay ni una jodida cinta de seguridad para probarlo. Yo mismo los he seguido hasta verlos tomar trasportes especiales, al día siguiente no hay pistas de qué hicieron, en dónde estuvieron, a qué hora volvieron, cuando las reglas del Consorcio son claras: aunque sea una salida personal no relacionada con el trabajo, se debe dejar un registro de huella digital y lectura retinal.

Karen se defiende, dice no querer hacer una escena de celos y con ello me regresa a la realidad, entonces se pone tras el saco para asomar la cabeza ligeramente, su pelo azabache adorna los lados de su rostro redondo, envuelto en coquetería sensual con la que siempre busca hacerme caer. Dice tener curiosidad porque ella misma nos llama "solo sexo muy placentero, no te hagas ilusiones" al final solo dice cómo se da cuenta de todo lo que me afecta lo sucedido, por ello le pregunto si sabe más del asunto. Parece saber tan poco como todos, se oyeron golpes dentro de la oficina de Isabella, luego entré yo después de tirar la puerta como acostumbro, dice, y también comentan el cómo Fox asfixiaba al cerdo empapada en sangre.

«Maldita red de cotilleos del Consorcio»

Argumenta que no le parece coincidencia verme desahogándome luego del incidente y se acerca para apoyar las manos en mi pecho por encima de la camiseta ajustada

—¿Y a ti qué te importa? —espeto al quitar sus manos sosteniéndola por las muñecas y así alejar el toque.

—Me parece interesante ver cómo te mueve la Brigadier —responde al empezar a caminar con los brazos cruzados y una sonrisita, pero me pone de mal humor para no variar. La oscuridad nos rodea sumergiéndonos en sombras densas, que casi te llaman a estar entre ellas silenciosamente, a observar la quietud.

—Vete, Karen, es enserio —la echo por tercera vez, pero ni se inmuta solo arquea una de sus cejas perfectamente depilada—. A mí no me mueve nadie, deja de decir tanta babosada y vete, es la cuarta vez, tómalo como una orden.

—Sí, mi Brigadier —dice con falsa seriedad, al hacer el saludo militar—. Piensa en cómo te sientes, porque "Nada" no es la respuesta —termina dándome la espalda, pero la tomo por la nuca girándola atrayéndola a mi boca sin besarla todavía.

—¡¿Qué te dije?! ¡A mí no me mueve ni Dios, mucho menos la Brigadier Fox! —espeto furioso, dejarme ver vulnerable no está permitido, dejándome caer por el instinto sexual que me domina tanto como el violento, y la beso sin dejarla responder, pegándola a mi cuerpo al tomarla por los glúteos y subiéndola a mi cintura, sus pechos se restriegan contra mi pecho acelerándome como un energizante, este sumado a la excitación extendiéndose por mi cuerpo, me pone como un verdadero animal.

La erección no se hace esperar, le arranco la ropa en estado salvaje, pero no veo a Karen Gonzales, sino a una mujer con el cabello rojo y ojos avellana quien me mira con coquetería, desahogándome de las ganas que le tengo desde hace años, acostándola sobre las colchonetas del suelo a un lado de las pesas y como siempre trae un condón entre su ropa; ella siempre sabe cuál es su objetivo al venir a buscarme.

La embisto con furia besándola sin control, escucho sus gemidos bajo mi mano, mientras la tapo para no hacer más ruido del estrictamente necesario, y siento los estremecimientos de su cuerpo bajo el mío retorciéndose del más puro estado de placer sin fondo. Me descargo en el condón con un frenesí incontrolable, luego de que ella misma llegue al orgasmo momentos antes. Ahora debo borrar los videos de las cámaras otra vez, por ello me visto y cuando ella también lo hace, nos marchamos sin mediar palabras.

———————00———————

Sin poder pegar el ojo en el resto de la noche, no dejo de sopesar la idea de hablar con Fox sobre lo descubierto sobre su padre, de ese interrogatorio en donde la amenaza fue directa y la frase grabada a fuego en la mente de ella.

Y no sé qué me llevó a ofrecerme para ayudarla cuando estoy de mierda hasta el cuello, sobre todo porque hace dos noches mi padre hizo un movimiento de medio millón de dólares a una cuenta de empresa fantasma que ya había investigado. La transacción encaja después de haber visto un grupo de soldados en plena llegada a la madrugada, Fox estaba ahí también, pero no se percató de mi presencia.

Al parecer sabe algo, aunque eso no lo compartió conmigo, y no lo hará. Esa mujer es extraña, Isabella es como un pentágono, tiene caras diferentes unidas, dándole una personalidad única porque sé de primera mano lo intensa que puede llegar a ser cuando algo le apasiona, sé la ternura alojada en su ser, la fiera domada con cadenas, dejándola salir cuando de proteger a los suyos se trata, la alegría rebosante que le da una sonrisa inolvidable, y su último lado, el Femme Fatale, con ese pondría a cualquiera de rodillas.

Isabella es el epítome de todo lo que encuentro endemoniadamente ardiente.

Pero ella trata de ocultarse tras un muro de concreto impenetrable de varias capas.

Despejo mis pensamientos al tomar una ducha fría que hela mi cuerpo de pies a cabeza, y tengo en mente salir a una conversación inevitable, es peor para los dos si continúo así. Me visto con el uniforme para retocar mi barba pues ya empieza a crecer de más, y al final salgo cuando son las siete en punto de la mañana, encaminándome directamente a las barracas en donde entro en busca de Sara. Su cabello cobrizo es como un faro de costa visible a la distancia acercándome a ella por la espalda, sobresaltándola.

Dice mi nombre con su usual alegría, espontánea a veces me saca sonrisas porque no tengo ni idea de cómo terminé en una relación tan larga con ella siendo tan distintos. Su pelo rojizo me atrajo, o eso creo, porque me encantan pelirrojas. Pronto le pido hablar sobre nuestra cercanía, no podemos seguir así como si fuéramos más, debemos limitarnos a una amistad de ex y nada más. Aquello no le cae muy bien y solo puede decir que, si la dejo sin mi protección, Horus la matará; sin embargo, le hago saber una vez más lo ya dicho antes: si él le toca un pelo, se las verá conmigo, pero corre en dirección a las barracas de vuelta. Por estar ausente en mente y alma durante nuestra relación, me siento en deuda con ella.

«Al carajo, no voy a correr bajo este sol de las pelotas»

Me voy a mi oficina con Mazzeo, para finiquitar todo con el operativo de infiltración. Debemos tener mucho cuidado en cómo lo haremos, sobre todo para encontrar a las niñas, ese es uno de mis mayores objetivos, arrancarlas de las ataduras sexuales a las que son sometidas cuando hay trata de blancas, viejos asquerosos como Pedraza solo buscan saciar sus perversiones más profundas, aquella parte oscura mantenida en las sombras, pero joderé a quién se atraviese en mi camino hacia la liberación de aquellas jóvenes mujeres que no merecen terminar sus días subyugadas a viejos pedófilos.

Además, ponemos sobre la mesa el posible atentado en Zabul y Kandahar y si intervendremos una vez el Gobierno lance la alerta.

Cuando acabamos tomo todos los papeles necesarios y me encamino a la oficina del General, pero no sé si podré disimular mis pensamientos; he descubierto algo de Volkov que simplemente me sacó de todo pensamiento anterior, todo porque no podía dormir y terminé en mi oficina leyendo algunas notas antes de entrenar, aunque lo más llamativo fue el cambio de apellido de Vladimir, él no tenía el Fox como primero y nunca fue "Ivanov", ese era el apellido de un primo lejano también integrante de la organización, pero vi cosas del General quien estuvo hasta las narices en la operación de los padres de Isabella, fue parte activa de cada operación, trato, expediente, autorización y demás cosas, él podría tener mucha información sobre el atentado.

Todo se convierte en un camino de piedras volcánicas que, si no tallan, queman gravemente. Poco a poco veo cosas y más encajo las cosas en mi cabeza, pero nada me gusta, cada pista es peor a la anterior. Me pierdo en las capas de mi mente aun impresionada por todo lo visto en menos de setenta y dos horas, hasta estar casi en el umbral de la puerta de Volkov, cuando escucho algo increíble.

Me asomo a la oficina y veo la espalda de una mujer frente al escritorio de madera del General, envuelta en la luminosidad que entra sin piedad por la ventana, esto resalta las cuatro paredes en blanco y por ello se ve más amplia cuando en realidad no lo es tanto. En un extremo hay una estantería donde la varita de incienso como siempre por preferencia del General, se consume al dejar cenizas rápidamente cayendo en el suelo de baldosas claras.

—Necesito una autorización para viajar en el siguiente vuelo a Nevada —escucho la voz de Sara. Es el medio día, por ello los pasillos están vacíos pues es la hora de almorzar, dejando las puertas de las oficinas cerradas y todo en silencio.

—¿Y a mí qué me importa? Váyase en el avión, en burro, en camello, a pie, pero no me venga a joder —espeta el General en un ladrido como usualmente lo hace.

Entro entonces incrédulo para discutir con ella pues dice preferir estar en Nevada con sus padres a estar conmigo "Viéndome con otra", por ello le llamo infantil y culicagada hasta molestar al General.

—¡Bueno, bueno! ¿De qué putas me vieron cara? —grita él regresándonos a la realidad en donde estamos frente a nuestro jefe—. Esto no es programa de chismes, vaya a solucionar sus jodidos líos de faldas a otro sitio, Falcon, y usted Diaz, haga lo que le dé la gana. No ayuda mucho aquí, ni siquiera termino de entender qué carajos hace en la comisión

Ella sale otra vez cual petardo en el culo sin darme tiempo de pensar.

—Mierda —maldigo encaminándome para salir, viéndome reflejado en el cristal de la ventanita interna de la oficina colindante con los pasillos, totalmente desprovista de cortinas.

—Espere, Falcon —dice Volkov, se nota fastidiado por la situación, combinado con una desaprobación de sus ojos azules, más fríos que las nevadas en los pueblos remotos de Rusia—. Mejor solucione sus problemas con Diaz, no hay nada peor que la furia de una mujer despechada y esa no solo está furiosa, sino lo siguiente, cuídese las pelotas porque de noche es capaz de castrarlo... ahora sí, lárguese de mi oficina si no vino a algo importante.

—Sólo quería entregarle las parejas finales de la infiltración —extiendo la carpeta en mis manos—. Para su autorización y sello —comienza a ver la lista con interés, hasta llegar a un nombre que parece llamarle más la atención.

—¿Fox con Colson? Ese Mayor le celebra cada estupidez que ella hace o dice ¿Será capaz de ponerle freno si empieza a ser la fiera sin bozal? —espeta masajeándose las sienes, estas tienen detrás sus ligeras entradas en el cabello salpicadas con algunas canas y apenas asoman por su corte militar.

«Ni el mismísimo Hades en persona sería capaz de ponerle bozal a ese cerbero salvaje»

—No podemos asegurarlo, lo mejor es que le cambien la pareja —digo muy convenientemente, en un intento de alejar a Colson de Isabella—. Esta misión es muy delicada, no podemos dejar a Fox salir con alguna de sus chiquilladas.

—¿Chiquilladas? Psicopátilladas será —espeta con sarcasmo—. Deje el asunto en mis manos, lo arreglaré.

—Perfecto, permiso para retirarme, General —asiente y me dispongo a retirarme, pero sus palabras final me hielan la sangre.

—Falcon, si en algo aprecia a Fox como su compañera, su amiga, su ligue, o como sea, dígale que se aleje de su misión personal. El pasado es una entidad monstruosa, puede destruirte hasta los cimientos si es lo suficientemente perverso como este, y ella, con su clara inestabilidad emocional, no podrá con la verdad. Terminará más desquiciada... —continuo mi camino sin siquiera mirarle de nuevo, marchándome con demasiadas preguntas, sobre todo porqué le dijo ligue como si supiera algo más allá.

Tengo en mente tantas cosas que definitivamente me volveré loco tarde o temprano, y me meto en problemas por estar de caliente con Karen, Sara, coquetear con Isabella y meterme de lleno en el estiércol donde están embarrados los Generales, pero solo una de esas cosas me emociona. Estructuro la estrategia al tener en cuenta la máxima seguridad, el CEPI tendrá agentes encubiertos como vendedores, compradores y mendigos en un perímetro de un kilómetros a la redonda de los puntos de infiltración, en pocas palabras, será un operativo demasiado grande y no me permito errores.

Yo nunca erro, nunca pierdo un hombre y nunca tengo resultados nulos.

Cuando estoy totalmente inmerso en el trabajo las horas se me pasan en vuelo, varios han intentado sacarme de la oficina, pero no quiero ver a nadie, porque quiero callar las cosas en mi cabeza, pido algo de comer ligero y continuo de lleno. Cuando pasan de las cuatro de la tarde me aparto del escritorio con una migraña impidiéndome seguir en el trabajo, por eso salgo a tomar aire, mientras camino al exterior y disfruto del clima ya más fresco que antes, pero frente me encuentro con Pedraza.

Viene con su típico andar encogido cabizbajo, con su cuerpo alargado como carrilera de tren, mientras ve por encima de sus lentes de fondo botella, tiene una mano vendada y marcas de agarre en su cuello pálido e intento esquivarlo, pero cuando me ve de frente solo tengo la imagen de la Brigadier Fox en shock con sangre y diciendo que la habían manoseado, entonces antes de permitirle a mi razón opinar, me acerco dándole un puño, este le destroza la nariz obligándole a dar pasos atrás sujetándosela, la sangre empieza a manar de ahí, por ello lo derribo lleno de una ira exorbitante dándole más golpes sin la piedad asomarse, la sangre salta en todas direcciones llena mis manos y deja pequeñas gotas en mis antebrazos, pero no me detengo hasta que yo mismo siento dolor en mis nudillos. Lo tomo de la camisa y le susurro una amenaza, aunque no sé de dónde carajo sale.

—Vuelve a tocar a Isabella Fox y lo castro como animal de establo —escupo cuando algunos agentes se acercan braveándome porque me he metido con su general.

«¿Por qué estás haciendo esto?»

—Este... este es el fin de tu carrera —dice al escupir sangre, a media consciencia, parece a penas procesar lo ocurrido. Tiene toda la cara bañada en carmesí, con gotas deslizándose hasta caer a los lados.

—Si intenta algo, yo también lo haré y todas sus perversiones saldrán a la luz porque las sé todas. Las niñas, los prostíbulos, las subastas de virginidades... —susurro acercándome amenazante, al tomar su camiseta entre mis puños, en un intento de calmar el instinto asesino gritándome que estrelle su cabeza de marrano contra el asfalto sin piedad, pero pronto me toman de los brazos quitándome a la fuerza.

—¿Qué le pasa, Brigadier? —me grita un agente, mientras socorre a Pedraza quien aún parece anonadado ante lo sucedido.

—Nada que le interese, Teniente, cierre la boca o se la cierro a putazos también —espeto con intenciones de irme a cualquier lado menos donde no deba verle la cara al imbécil, pero me retienen «Voy a terminar en los calabozos»

—Suéltelo —dice Pedraza desde el suelo y se incorpora para escupir sangre—. Déjelo ir.

—Pero General, mírese, le ha hecho...

—¡Que lo suelte! —grita Pedraza con histeria, entonces me suelta y me largo a buscar mis pastillas para la migraña, pero cuando voy se me cruza Renata quien me hace señas para seguirla, y eso hago.

—¿Qué te pasó en los nudillos? —me dice espantada, su cabello castaño claro está sujeto en el peinado militar con la cofia—. ¿Sabes qué le pasó a Isa?

—Le acabo de romper el hocico al cerdo de Pedraza... ¿Y no te lo contó ella?

—¡¿Cómo?! ¡Te van a sacar del Consorcio!

—Tranquila, ese maldito no abrirá la boca... pero contigo quería yo hablar —murmuro serio dando un cabeceo hacia atrás del edificio más cercano—, ¿Isabella sabe con quién sales en realidad?

—¿De qué hablas? —pregunta temerosa, mientras mira a los lados como si quisiera cerciorarse que nadie nos vea.

—Yo sí sé en la cama de quién duermes y cuando ella lo haga todo se irá a la mierda con ustedes dos —replico—. ¿No te da pena traicionarla así?

—Lo dijo el rey cabrón de los cachones —un tono molesto se toma su voz, combinado con indignación—. ¡Te acuestas con Karen Gonzáles aun cuando es la prometida de tu hermano y tienes novia!

—¿De dónde sacas eso? Y yo no tengo novia, Sara no es mi novia, pero ni ella ni Karen son cercanas a mi mejor amiga —replico encogiéndome de hombros, ella trata de evitar mi mirada y le queda fácil, es más baja en comparación a mí.

—¿Qué tanto sabes, Isaac?

—Lo suficiente como para saber que es una bomba colosal y te va a explotar en la puta cara

—Tú no dices nada y yo no digo nada, porque tu escasa relación con León se irá a la Conchinchina si se entera de tu aventura con su novia.

—Adivina cuantos cerros de mierda me importa León, a quien también le rompí el hocico ayer... me lo paso por el forro de los cojones. Somos como Caín y Abel, al final uno matará al otro —le respondo con fastidio.

—¿Hay algo más dentro de ti que la violencia y la agresividad? —dice con un tono condescendiente.

—No mucho, Teniente Montgomery, no queda mucho dentro de mí.

—No te iguales a tu padre —murmura extrañándome—. Sé lo que te hacía, los castigos, tus cicatrices, su sangre corre por tus venas, pero no significa volverte un monstruo como él.

—Ya me imagino cómo lo sabes... ¿Has considerado las consecuencias cuando todos se enteren? —evado el tema hábilmente sin tener intenciones de discutir cómo fue mi adolescencia e infancia con ella donde alguien podría escucharnos y dejar en evidencia mi propio demonio atormentándome desde pequeño.

—¿Y qué hago? ¡Me enamoré del indebido! —dice con una mezcla de tensión y desespero tal vez por verse atrapada. Renata y yo hemos sido buenos amigos desde pequeños, pero a veces se pasa de locuras que sólo pueden vivir en su cabeza—. Isaac, por favor, no se lo digas a nadie.

—La verdad no me importa con quien sales, Montgomery, las ganas pueden más que la razón, pero si tu conflicto empieza a afectar la misión o algo parecido, lo voy a solucionar a mi manera —le digo cruzado de brazos. No sé cómo sentirme ante su conocimiento sobre mí, aunque estamos en igualdad de condiciones. Ella me guarda un secreto y yo a ella—. Por ahora estamos a mano, tú no abres la boca y yo tampoco, pero te advierto, Ren, este engaño te saldrá caro.

—Lo sé, Isaac, pero estoy enamorada y así no veo otra cosa...

—Sabes mejor que nadie cómo lo entiendo —murmuro trayéndonos la memoria de un día donde solo confié en ella para desahogarme en la adolescencia, salí corriendo a su casa en la urbanización de agentes luego de ver algo doloroso para mí—. Por eso te puse la cabra loca —le bromeo sacándole una sonrisa.

—Y tú eres el animal de establo de siempre —replica empujándome con una de sus manos, pero pronto me pasa un brazo por los hombros—. ¿Qué pasó con Isabella?

—Pedraza se quiso propasar con ella, creo, pero la conoces, no se dejó para nada y cuando tiré la puerta ella estaba sobre en el piso ahorcándolo, un poco más y lo mata.

—A veces me preocupa que pase los límites cuando no debe hacerlo, como con Sayyid, creo que no le dieron la baja por Sigmund, siempre la protege de todo —murmura con la verdad, nuestro General Absoluto la quiere como a una hija y así lo demuestra con su protección total hacia Isabella, aunque a veces no pueda del todo pues hay una junta directiva que no le permite hacer de todo sin una aprobación, funciona como la presidencia de un país y su congreso que crea, o deroga las leyes.

—A mí también, es un peligro potencial para ella misma, los demás me la pelan, pero Isabella sí me hace preguntarme qué pasará si pierde el control y se convierte en la Vípera Carmesí por completo.

—Necesita de humanidad, últimamente Lucio mismo me contó que la ha notado apática hacia los demás, como si la hubiera perdido o estuviese a punto de hacerlo.

—Pero se sintió mal por lo de Sayyid.

—No, fue porque sintió que Lucio estaba decepcionado y porque no entiende la razón de no puede contenerse, pero me contó el como disfrutó internamente destrozarle la cara

REDUCIR

———————00———————

GENERAL ERICK VOLKOV

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro