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Capítulo 1 - Vigésimo segundo aniversario

CAPÍTULO 1

Vigésimo segundo aniversario

"Flectere si nequeo superos, acheronta movebo"

ADVERTENCIA: ESTA HISTORIA TIENE SU PROPIO ESCALAFÓN MILITAR, LOS RANGOS ESTÁN REACOMODADOS A VOLUNTAD, NO COMO EN LOS EJÉRCITOS REALES

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Meses atrás

2018

Desierto del Mojave, Sur de Nevada, Estados Unidos.

Base del Consorcio Praetor

Sofía Isabella Fox Santo Domingo

Uno, dos, tres...

Respiro y vuelvo a la carga.

El saco de boxeo se balancea como un péndulo, que parece estar a punto de caerse por la fuerza impresa a los golpes repetitivos en su contra, la sala de entrenamiento estás sumida en soledad, son las cuatro de la madrugada y apenas una débil luz en la sección donde me ubico la ilumina, proveniente de una bombilla titilante como si de repente fuera a fundirse.

Las figuras de las máquinas se extienden de forma macabra como si fueran las sombras de árboles desprovistos de hojas. Los nudillos me duelen, apenas he vendado mis muñecas con cintas de box delgadas, pero quiero sentirlo, quiero el dolor, necesito extenderlo por mi cuerpo, para acallar el ruido de uno más grande que golpea con más fuerza de la usual una vez al año.

Un veintiséis de junio más, un nuevo aniversario de la muerte de mis padres a manos de un maldito traficante, que ordenó un atentado mientras íbamos en el coche, una lluvia de balas quedó incrustada en el panorámico delantero del auto blindado, papá perdió el control y el auto se volcó varias veces para terminar en una zanja.

Yo iba en la parte trasera. Sin mucho esfuerzo rememoro cómo se cuarteaba el cristal, el ruido de las ametralladoras, los gritos de mis padres, nada ha podido salir de mi cabeza a pesar del tiempo, se han convertido en un eco reverberante insoportable, pero sobre todo, veo la sangre escarlata derramándose en un torrente ininterrumpido, mientras continuo dándole golpes al saco, con una ira trepidante que parece una fiera incontrolable moviéndose por mi pecho.

Apenas soy consciente del exterior en la base militar, los aviones en pleno despegue, el ruido de las hélices de los helicópteros, los cánticos de soldados en entrenamiento grupal, sólo puedo sentir los estallidos de mi piel golpeándose contra la tela corrugada y las dos trenzas tejidas de mi cabello, cayendo un par de dedos por encima de mi cintura.

La vívida imagen parece tan indemne como un tatuaje en el alma y dudo si algún día podré borrarla; sin embargo, mi psique como mecanismo de protección bloqueó muchas cosas, pero sin problema evoco sacarnos del auto, una noche estrellada, un tiro de gracia.

 Los recuerdos fragmentados me atormentan, la sangre disparada en un torrente incontrolable, el olor del pantano, el abandono por horas extendidas en mi cabeza como eternas, están arraigadas como si fueran inherentes a mí.

A mis ocho años presencié la muerte violenta de mis seres más amados.

Me arrancaron el alma de un sólo zarpazo.

—Cuenta, Isabella, cuenta las respiraciones, cálmate —me susurro en medio de la penumbra con la frente y manos apoyados en el saco, mientras gotas de sudor se deslizan por mi frente. Me dejo caer poco a poco en un estado catatónico, pero no saldrá nada bueno si sigo por ese camino; ya me ha pasado, me sumerjo de lleno en un trance cuando le permito a la agresividad y la violencia apoderarse de mis acciones, de mis pensamientos, de mi razón. 

La oscuridad a mi alrededor es densa, tétrica, más allá del alcance de la luz donde apenas se distinguen las máquinas, las caminadoras y los otros sacos de boxeo colgantes fuera del halo.

—¿Bella? —pregunta una voz a mi espalda haciéndome girar en un segundo sin pensar en busca del origen—. Eres fuerte y decidida. Sigue así, estamos orgullosos de ti.

El rostro de mi madre sale de la oscuridad sonriéndome.

Su cabello rojo fuego se ve exacto a como lo vi por última vez hace veintidós años, su rostro ovalado desprende la belleza siempre característica de ella con su nariz griega y labios carnosos, pero sobre todo sus ojos avellana, una mezcla entre miel en el centro y verde hacia la periferia, única heredada en los míos, con una mirada calma, llena de amor y comprensión.

 Muchos me dicen "Eres la viva imagen de tu madre", incluso me tiño el pelo del mismo tono, para verme aún más como la mujer más admirada y más extrañada en mi corazón...

Trato de tocarla, pero se desvanece tan rápido como ha llegado. Carmen es perenne en mi memoria, efímera ante mis ojos.

Anhelo tanto su amor maternal que a veces la veo sin lógica explicación; los muertos no regresan, está claro, y nadie conoce las construcciones representativas de mi mente, es un secreto íntimo, nadie debería enterarse, pues me mandarían al pabellón de psiquiatría de nuevo por tener alucinaciones, es claro, ninguna persona debe enterarse de mi estado mental real, por ello he podido evadir de forma hábil las pruebas neuropsicológicas al fingir un estado óptimo, sin ser así.

Ver el fantasma de una madre muerta, proyectado por una psique totalmente quebrada fue aterrador en su inicio, la quise junto a mí toda mi vida y mis propios demonios la hicieron realidad, ahora las manejo como un día a día escabroso, al cual ya me he habituado como una rutina.

Aprendí a vivir con esto, ocultándolo de todos, incluso de quien me crio, pero estas visiones me permiten siempre tener presente algo de suma importancia, no puedo flaquear en la misión más importante de mi vida y mi carrera: esclarecer la muerte de mis padres y hacer justicia. Por años lo he gestado como si fuera un bebé, empezó con algo diminuto y se ha convertido en un ser fuerte a punto de nacer.

Giro y vuelvo a darle golpes al saco, esta vez con mis piernas arrebatándome la noción del tiempo, pronto doy cuenta de la llegada del amanecer y con ello la llegada de varios agentes a la sala de entrenamiento, dichos me saludan con amabilidad por mi rango. 

Voy a mi habitación y tomo una ducha, esta relaja mis músculos tensionados por todo el entrenamiento, lavo mi cabello y agradezco esos pocos momentos de paz; trabajo para el "Consorcio Praetor"(1)*, organización donde hay cinco divisiones especializadas, yo pertenezco al Comando Militar de Operaciones Especiales CMOE, que es una exigencia constante y demandante de tiempo y esfuerzo.

Salgo quince minutos después con el cabello apretado en una coleta para luego enrollarlo como cebolla, con el uniforme de entrenamiento, una camisa de cuello polo con el logo del Comando tejido a un lado de forma circular, dentro tiene una estrella de cinco puntas sobre un pentágono invertido, mi apellido también tejido y un pantalón camuflado gris tipo militar con varios bolsillos a cada lado, además de mi arma de dotación en una pistolera ajustada a mi muslo derecho.

Atravieso la base formada como una ciudadela, grupos de agentes corren juntos, mientras vitorean una canción con uno de ellos al mando del compás, otros van y vienen y ya se escucha por todos lados el ruido del ajetreo general característico, junto con el sonido de las hélices de los helicópteros llenando el ambiente de más ruidos molestos.

—Brigadier Fox, buenos días —saluda un Mayor, mi segundo al mando, pues yo soy la líder del escuadrón, el Alfa-Escorpio, uno de los más eficientes no sólo de esta base, sino en general de nuestra milicia.

—Buen día Colson —devuelvo el saludo de forma cortante.

—El General Volkov me ha enviado por usted, la necesita en la sala audiovisual A02 — mención al desviar la mirada, sabe a la perfección qué día es y en su mirada se asoma algo, una cosa odiada por mí desde siempre—. ¿La acompaño?

—Haz lo que se te dé la gana, pero no me mires así, no soy un cachorro herido necesitado de lástima —espeto, mi genio en días como hoy es como una inyección de veneno de cobra, si tenemos en cuenta mi apodo en los Praetor, pero también para los criminales... me llaman "Vípera Carmesí" por mi encanto por las serpientes, la forma eficiente de mis asesinatos, por cómo me deslizo entre el crimen y envuelvo a mis enemigos, llevándolos a un destino fatídico, pero su expresión me hace arrepentirme. Colson es de cabello castaño oscuro y ojos vivaces del mismo color, que le otorgan un toque de inocencia—. Lo siento, Charles, no tienes la culpa como para desquitarme contigo.

—Lo siento yo, Brigadier, no pasará de nuevo —responde haciéndome peor; él es mi ángel de la guardia, siempre conmigo al pie del cañón, es quien menos se merece mi mal carácter.

Pasamos de largo frente al comedor a donde me dirigía al inicio hacia la parte norte de la base, con destino al edificio administrativo en silencio total, mientras vemos la llegada de un avión por la pista dispuesta para eso, debe traer de vuelta a casa soldados llevados a Irak a prestar servicio hace meses, a quienes sí sobrevivieron y pueden regresar con sus familias.

Pasamos por el frente de las edificaciones especializadas de cada división de esta organización militar, esta no es de un país ni gobierno en específico, sino la unión de varios países con objetivos similares, incluidos España, Vietnam, Colombia, Estados Unidos, Japón, México, Corea, Afganistán, Irak, Irán, Israel, Italia, Rusia y más naciones con fines comunes de combatir todo tipo de crímenes. Los Praetor podemos ser y en base a esto el color de los pantalones camuflados:

CMOE: Comando Militar de Operaciones Especiales, mi división, azul rey.

CEPI: Comando Estratégico de Policía Infiltrada. Verde policía

CMIQ: Comando Médico e Investigación Química. Rojo vino tinto

CACT.: Comando Antiexplosivos y Contraterrorismo. Aguamarina oscuro.

CPOA: Comando De Pararrescate y Operaciones Aéreas. Gris plata.

Cada uno tiene su área, pero el CMOE tiene entrenamiento en casi todas, menos en el médico, allí sólo nos enseñan cuestiones de dificultad media, por ende siendo de Operaciones Especiales somos la punta de la estrella, la cima del Consorcio; sin embargo, cada agente pasa por acondicionamiento físico y psicológico.

Donde nos preparan para las situaciones más duras, la sobrevivencia en ambientes hostiles, la presión por torturas, la exposición al hambre, la sed y la insolación, todo en la academia Pre-Praetor, donde se puede entrar desde adolescente, yo lo hice a los catorce aun en contra de la voluntad de mis padrinos, los Richardson, quienes me criaron en ausencia de mis padres.

—¿Sabes a qué me llama el General? —indago con algo de cautela, la situación con él está delicada por causa de mis acciones—. ¿Te comentó algo?

«Si es sobre lo sucedido en la última misión, estoy jodida» pienso sin expresarlo en voz alta.

—Es sobre "La Triada", mi Brigadier —murmura encogiéndose de hombros dándome tranquilidad—. pero no dijo gran cosa —emprendemos con rapidez; el General no es tolerante con quien llega tarde y todos lo saben.

Atravesamos la base bajo el sol justiciero del Desierto de Mojave hasta el edificio administrativo, en donde están las oficinas de todos y las salas audiovisuales más grandes. Pronto tomamos el ascensor hacia el quinto piso, dando pasos apresurados por el pasillo principal con oficinas al lado izquierdo, donde el aroma cítrico del producto de limpieza es fuerte.

Vamos hasta el final, donde entramos y hay Brigadieres de todas las divisiones sentados alrededor de una mesa ovalada en el centro del gran espacio pintado de blanco de la sala, con el General Erick Volkov a la cabeza con una pila de expedientes a su lado, iluminados por la luz sobre su cabeza pues los blackout están abajo.

—Brigadier Fox, siéntese. Estaba retrasada, carajo —vocifera de primero, es parte del Comando Estratégico de Policía Infiltrada, pero nos han asignado a trabajar juntos—. Iba a empezar sin usted.

—Lo siento, General, es mi culpa. No encontraba a la Brigadier —contesta Colson apenado, cubriéndome la espalda.

—Como sea, voy directo al grano —espeta el hombre fastidiado—. Estamos todos aquí para hablar de la misión prioridad 1; Abdul Sayyid sigue mostrándose en Kandahar, Afganistán, como nos notificó inteligencia, por ello el General Absoluto ha designado una comisión especial, conmigo a la cabeza para capturarlo y a sus colaboradores más cercanos de ser posible, así como la intervención de sus acopios de mercancía.

Sayyid es el segundo más buscado de la red conocida como "La Triada" creada en los años 80s, sin tener relación alguna con la china, junta traficantes de Rusia, Medio Oriente y América en un flujo sin parar de cualquier cosa capaz de ser traficada: personas, armas, metanfetaminas, opiáceos, agentes biológicos, armas químicas, etc.

Su máximo cabecilla, Kaan Karaman, alias "Purson" (2)* como uno de los grandes reyes del infierno, a cargo de legiones de demonios, es un pez gordo turco más escurridizo que un jabón en una piscina y nunca ha mostrado su rostro, no sabemos cómo luce, qué estatura tiene, su color de piel, nada, con esto se hace más difícil su búsqueda, él es mi objetivo, uno tomado a nivel personal.

—¿Quiénes irán en la comisión, General? —indago con ansias de confirmar mi presencia, este es mi caso, soy yo quien le da pelea a la red de Karaman desde hace más de un año, en donde he desmantelado al menos cincuenta de sus puntos de operaciones más importantes.

—¿Quién más? ¡pues usted misma! ¿Acaso no es su misión? Además, el General Sigmund la asignó él mismo —expresa con sarcasmo, mientras abre de par en par sus grandes ojos azules, Sigmund es nuestro máximo jerarca el General Absoluto o ABS—. Se irá con el Alfa-Escorpio, pero estará acompañada de Tyson Mazzeo del CEPI afgano, con el Foxtrot-Bull, una vez lleguemos a Kandahar.

—Está bien, señor, ¿Algo más?

—Contrólese, mida las consecuencias de sus actos, sabe a qué me refiero, Brigadier Fox —reitera en clave para no mencionar el tema, pero ello crea murmullos en la sala. He sido la comidilla de muchos durante una semana desde el incidente por el error garrafal que cometí.

—No pasará de nuevo —mi respuesta es cohibida, dejo claro que no me orgullezco de lo ocurrido.

—Lo sé, no pasará de nuevo; ya me encargué de eso. Su forma desmedida de llevar a cabo el operativo anterior fue una alerta roja, pero ya viene en camino su estate quieto —manifiesta con malicia en su mirada.

—¿Qué quiere decir con eso? —le contesto confundida.

—No le interesa, sólo atienda mi orden. En cuarenta y ocho horas saldremos a la comisión, empiece a prepararse desde ya ¿Tiene los informes de inteligencia? —replica Volkov, pero sólo me lo quedo viendo de forma fija sin responder; es un tipo alto de pelo negro a ras y ojos de mirada fría, pero a veces no me puedo concentrar en sus palabras; tiene un parecido a mi difunto padre muy desconcertante, aunque no estén conectados de ninguna manera—. ¡Le hablo a usted, Brigadier Fox, diga algo!

—Lo siento, General, sí tengo los informes en mi oficina —respondo al regresar de mis fugaces diatribas mentales, con una pequeña sacudida de la cabeza—. ¿Debo escoger miembros de mi escuadrón o iremos todos?

—Quince —murmura revisando papeles frente él—. Pero obligatoriamente a C. Edward Towers y no me replique como le encanta hacer, es una decisión tomada, acátela.

«Precisamente el tipo que no quiere recibir órdenes de una mujer»

—¿Por qué Towers, mi General? Es un insubordinado lleno de amonestaciones por faltas de respeto hacia mí, y sus compañeras agentes.

—¡¿Qué cosa le acabo de decir?! ¡¿hablo en chino?! —explota Volkov—, ¿Los demás me escucharon claro? —todos asienten mirándome de reojo—. Entonces no logro entender porqué replica, Brigadier, ¡vaya a hacer su maldito trabajo en lugar de estar replicándole a sus superiores órdenes directas!

Es duro, exigente y mordaz a la hora de tratarme, pero no me importa, me hace exigirme más.

—Permiso para retirarme —pido entre dientes, él asiente y me doy la vuelta para salir a grandes zancadas por el pasillo donde los agentes administrativos están en sus oficinas dejándolo despejado, y en un silencio relajante.

Luego de un par de minutos al bajar la escalera, llego a la mía propia un lugar de 5x3 pintado de blanco, este se ve más amplio por la gran ventana al final del espacio perfectamente cuadrado, por donde entra un sol implacable y en el aroma a vainilla del aromatizante entra en mi nariz. Voy a la esquina izquierda donde encajé un tocadiscos.

Lo pongo a sonar con jazz clásico relajante con sus notas hipnotizantes de trompeta, y tomo la silla giratoria sentándome frente al escritorio de madera robusta labrada a mano para hacer algo que en definitiva no debería, entro al sistema del Consorcio con mi clave de seguridad para buscar algo por enésima vez.

Debería convocar a mi escuadrón de forma inmediata, informarles de la comisión, pero este día no tengo cabeza para otra cosa. Lo haré después.

El archivo digital de mis padres se abre de nuevo en mi PC, no sé porqué lo sigo re leyendo tras tantos años y es que por algún tiempo me convencí de algo muy concreto: era mejor olvidar, dejar a un lado el rencor, el odio y por poco lo logro, de verdad había encaminado mi vida por fuera de las cosas negativas, como los deseos sangrientos de venganza pues ya han pasado muchos años

Pero al ascender a Brigadier de Escuadrón hace dos años, la posibilidad de acceder a más información en los archivos del Consorcio, abrió una nueva oportunidad, claro, picó mi curiosidad, por ello descubrí folios donde hay faltantes desaparecidos, no los encontré ni por debajo de las piedras, y por más que rebusco en todos los comandos, en las salas de registro, compendio de grabaciones, no importa en dónde, es como si nunca hubieran estado allí.

Además, no hay ni un sólo archivo en donde diga el nombre del asesino. Pregunto y todo el mundo parece ocultar algo, escondidos tras la fachada de "No te llenes el corazón de odio"; sin embargo, sólo consiguen encender las brasas, reviven en mí la flama consumidora, la que quema y arde todos los días de mi vida por los recuerdos anclados en mi cerebro.

Al parecer existen documentos y estudios periciales registrados como hechos, pero la información está perdida, los archivos de cámaras de seguridad no están, igual las evidencias de los casos asignados a ellos antes de su muerte, rotulado en letras rojas "Confidencial, nivel 5 de seguridad" exclusivo del General Absoluto.

Lo único accesible con mi nivel 3A es:

EXPEDIENTE CLASE D.

Fecha de creación: 27 de junio de 1996

"Carmen Santo Domingo Peralta" CMOE Colombiana, Muerta En Atentado. TEniente. 9960626

"Vladimir Fox Ivanov" C.E.P.I. Alemán, Muerto En Atentado. Brigadier. 9960626

Necropsia: Muerte traumática, degollamiento, desangrados.

Tres cosas... tres malditas cosas que no he podido sacar de mi cabeza.

Resaltan en el folio de mis padres, todas discutidas con mi psiquiatra largo y tendido como un tema recurrente, porque en mis sueños visito de vuelta el pantano, visito a mis padres en la casa donde vivíamos, voy de paseo a través de sus lugares favoritos para vacacionar como una tortura medieval sin freno de ningún tipo; está en mi subconsciente clavado como estaca. Están acompañadas de algunas fotos, pero no de los cadáveres, sino del lugar, una excusa más para dejar de verlo, revivir en mi mente aquella noche fatídica, pero es como un canto oscuro, la venganza me atrae a ella con su melodía envolvente.

Me pongo en pie, mientras masajeo mis sienes para caminar dentro del lugar, en donde el aroma a vainilla del ambientador llena el espacio, de verdad quiero escapar del presente a como dé lugar, dejar de pensar en Carmen y Vladimir, pero puede resultar imposible, atenaza mi cabeza como un taladro percutor.

Ella Fitzgerald llena mis oídos con Dream a Little Dream Of Me arrastrándome al camino de los recuerdos. La música suena alta me eleva un poco, erizándome la piel; recuerdo que a papá le gustaba esta canción y la ponía seguido, mientras bailaba con mamá moviéndose a través de la estancia, como humo en sincronía bajo corrientes de aire, pero al buscar escapar de los pensamientos sobre mis padres, se cuela en mis pensamientos desatinados la imagen de un hombre prohibido para mí, la figura de lo indebido, de no hacer jamás y quien acosa mis deseos más lujuriosos, mis instintos más primitivos, él, a quien acudo casi involuntariamente al necesitar distraer mi mente, aunque hace años no sé mucho de él; aun así, , así lo concibo yo.

Las llamas de lujuria desmedida incendiándonos han aparecido desde nuestra adolescencia, nos consumió el impulso primitivo de los deseos carnales más profundos, de esos que da vergüenza confesar en voz alta, más al ser jóvenes y divago en los recuerdos de una noche pasional, desprovista de sentido común, cuando una voz interrumpe mis diatribas.

—¿Hola? ¿estás aquí, hija? —murmura Lucio Richardson, al tocar la puerta, es mi padrino de bautizo y padre adoptivo, bueno, padre en todo el sentido de la palabra. Me acogió en el seno de su familia con su esposa Marina y sus hijos mellizos Alana y Fabián, mi ex-esposo.

—Entra papá —le invito y pronto veo su abundante cabella negra veteada de algunas canas asomarse—. ¿Cómo estás?

—Bien, ¿Y tú? ¿cómo amaneciste? —pregunta con interés en sus ojos estrechos color chocolate—. ¡Mira cómo te volviste los nudillos, por el amor de Dios!

Estos están enrojecidos, raspados y algunos sangrantes, pero no me importa.

—Ahí voy, sobrevivo como siempre... y estoy bien —se acerca para envolverme en sus brazos, también pone un beso en mi coronilla. Él me hizo la mujer que soy, me enseñó todo.

—No sobre pienses las cosas, Isabella —murmura en forma calmada, conoce mi mente a la perfección y sabe en qué pienso—. Es atormentarte de más.

—No puedo evitarlo, lo sabes.

—Volkov me informó de tu nueva asignación ¿Estás segura de querer hacerlo? —se separa de mí sentándose en el borde del escritorio, a pesar de haber pasado los cincuenta años, está en forma, se mantiene delgado y por su altura se ve más esbelto; no obstante, en su pelo se nota con algunas canas el paso del tiempo.

—Claro, además no tengo opción, pero ¿Podrías ir conmigo? Me sentiría más segura de todo si estás allí.

—De hecho, me lo ofrecieron, pero no confirmé, ahora lo haré —me sonríe con la calma de su carácter—. Hablaré con Volkov.

—Lucio, como todos los años, te pido me digas quién asesinó a mis padres —le insisto, llevo mucho tiempo en el intento, quiero desvelar la verdad, pero no hay forma.

—Isabella Fox, llevo más de veinte años con la misma negativa y sigo firme —se niega de forma contundente—, lo siento, hija mía, pero no te lo diré. Me niego a permitir toda esta ira, ¿Y si se transforma en algo de lo que te puedas arrepentir luego? —estira las manos, y con una levanta mi barbilla para mirar a mis ojos llorosos—. Cuídate el corazón, una vez que la oscuridad lo consume no hay vuelta atrás, nada podrá salvarte si le permites ganar... debo irme, prepara todo para la comisión y veme más tarde.

Sale de la oficina con molestia, negándome una vez más la luz de la verdad, pero la averiguaré. Esta nueva misión representa un paso hacia esta; La Triada está involucrada en la muerte de mis padres, es lo único claro en medio del mar de mentiras e información escondida.

Tener a Abdul Sayyid entre mis manos, me acercará más a mi cometido, pues La Triada se compone de:

Los Petrova: La abeja reina Karenina, la líder de la familia, pero también figuran Sergey, Viktor y Dmitry, sus hermanos, originarios de Bulgaria.

Los Sayyid: Desde Afganistán Abdul, quien maneja el negocio dentro de La Triada, Helai, su padre quien se ha retirado, aunque aún sigue dentro de la red y Darya, hermana de Abdul, pero también está Valkyria, hija de Helai con otra mujer, hermana menor de Abdul de veinte años, pero apenas se está iniciando en los negocios.

Los Karaman: Los líderes principales, Originarios de Turquía están Kaan, el máximo líder de la organización, Kadir su padre y Hande su hermana quien es casi anónima como su hermano.

Esclareceré la muerte de Carmen y Vladimir Fox cuando los tenga en mis manos, luego... ya veremos qué hago luego, pero la sangre correrá sin duda.

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(1)* "Pretor" o en latín, "Praetor", era el adjetivo denominado para puestos judiciales en el ejercito romano, encargados de impartir justicia en diferentes niveles. También entendido como un cargo militar.

(2)* Purson, uno de los reyes del infierno a cargo de numerosas legiones de demonios.

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