Cuando dejaron el Crown, Darién por instinto agarro a Serena de la cintura, no podía creer que su antiguo yo, hubiera hecho semejante proeza y más que a partir de allí, las cosas se dieron como se dieron: Conocerla a ella, amarla a ella y morir por ella. Serena era la familia que deseo desde los 6 años, desde que su padre lo abandonó y su madre murió. Darién inculcado por el miedo y la manera en que pasaban las cosas, pensó.

"Tendré que hablar con los padres de Serena, si llega a pasar algo"

Estaban próximos a casa caminaban lento a pesar del invierno repentino, era una tarde bonita en la que los enamorados se amaban y los niños hacían bolas de nieve. Eran felices, lejos de saber que entre ellos había razas superiores y los hijos de los dioses. Cuando la rubia se quedó mirando a alguien, lo sentía familiar a ella, como a las chicas.

Era un hombre con una espesa barba rubia y unos lentes, parecía que los había seguido hasta ahí, Serena guardo silencio puesto sabía que su esposo estaba hecho un "mono", por los celos y el miedo de perderla otra vez. La verdad ella estaría igual, no deseaba una pelea absurda otra vez no.

Las horas pasaron, a pesar de tener hambre, Serena y el Darién no comieron como de costumbre, entre risas a la armonía que se disolvía en el mar.

— ¿Qué piensas? —La princesa ya estaba acostada en cama, eran pasadas las nueve de la noche y tenía muchísimo frio. Acostaron al niño en un silencio triste.

—Has estado muy fría—, respondió el príncipe mientras en su cara se veía la preocupación de no saber qué hacer cuando le tocara a enfrentar a Apolo, es que ya no era su vida, ni la vida de Serena, también estaban sus hijos. Y eso tristemente desataba algunas cosas no tan buenas en la cabeza de cabellera peli negra.

—Sí, desde que supe lo que hicieron Selene y Eros tengo baja la presión— sonrió, aunque sabía que su príncipe no le creería— estoy embarazada— Darién no supo cómo reaccionar, lo único que se le ocurrió fue abrazar a su esposa— todos sabían y creían que yo no— sonrió con los ojos llenos de lágrimas— ya no soy tan despistada como a los 14 años.

—Serena tengo miedo— ella le acaricio la cara de su príncipe para hacerlo sentir seguro— tengo miedo de que un dios te haga daño y que llegado el caso me mate para quedarse con mi familia.

—Suenas como niño celoso— Darién lo negó con la cabeza, pero si estaba celoso.

—Solo, que me aterra tener que volver a vivir lo mismo que hace unos años. Morir para proteger a la hija de Selene y Eros—Serena se sentía especial— ya sé que siempre hemos estado en peligro. Yo te tengo en peligro— se inclinó en la misma cama.

—¿No es al contrario?—empuño las manos y susurro algo que la hizo llorar, hacía muchos años no sentía tanto miedo y frustración— todos estos años, mis amigas, y tú. Se han arriesgado por mí, miles de veces. Darién yo no pedí esto...

—Lo sé y es que acaso crees que a mí me gusta saber que estas en peligro, porque tu belleza hace que todos los hombres se vuelvan locos por ti—Él estaba gritando inconscientemente el miedo lo hacia pensar cosas y actuar de cierta manera desequilibrada— incluyendo a este mortal.

De inmediato se le vinieron a la cabeza una larga lista de tipos, demonios, príncipes oscuros y hasta una que otra Sailor, la verdad no había caído en cuenta que le había gritado como si estuviera castigada.

Serena, salió de la habitación muy débil, hacía mucho no le gritaba como si fuera una chica pequeña, el príncipe la siguió encontrándola sentada en frente de la puerta del apartamento, con los labios apretados y sintiendo como un recuerdo se aparecía de repente.

—¿Recuerdas la vez en que terminamos? — mordió su labio para tomar aire— cuando tu yo del futuro, nos quiso hacer más fuertes —susurro mirándolo de una manera profunda.

—Sí, lo recuerdo cada noche de mi vida— él se acercó a Serena sin tocarla arrepentido por ese grito— porque casi pierdo a la mujer que amare por el resto de la eternidad.

—Ese día me despedazaste llore como una niña de 15 años—, se limpió los ojos con la frustración que sentía— ahora ya no soy una niña Darién Chiba, ni siquiera soy Sailor Moon.

—Lo sé—, agarrándola de la cintura, su frialdad corporal incrementaba rápidamente— mi cabeza de chorlito— besando su frente la cual ya estaba instaurada la luna menguante. Sorprendiéndolo. —perdóname, es que no se los pasos a seguir.

— ¿Quién soy Darién? —recostó la cabeza en el pecho del príncipe, sintiendo su corazón estaba haciendo un esfuerzo por permanecer centrada y ser una adulta

—Eres Serena Tsukino de Chiba, futura pediatra—sonrió con tristeza, sabían que desde la llegada de la "pequeña Dama", las cosas no serían igual, pues se convertirían en Serenity y Endimión.

—Aún se me hace increíble, que estoy por obtener mi título como Doctor de niños— sollozo y lo negó con la cabeza para acariciar su frente— y además seré la reina del planeta tierra.

— ¿Qué haremos? — pregunto el príncipe, quien tenia a la mujer ya en sus brazos, el irradiaba energía de esta manera la tendría un poco tibia, sin desmeritar la preocupación de lo que seguiría.

— Mi engreído favorito, no se— parpadeo sin fin de veces— te trasformaste, ¿para darme calor?

—Sí, me asusta que tengas esta temperatura, debo chequearte— a duras penas escuchaba su corazón—ahora que lo pienso mejor, si estas embarazada de tu mini yo.

—Okey Doctor Chiba— Darién la llevo hasta el cuarto en brazos, hacían un contraste hermoso, ya que él seguía trasformado en Saiyayin y la palidez de Serena, eran como el Sol y la Luna—Desde ya causando problemas, pequeña revoltosa—, la sonrisa era genuina.

Recostando a Serena en la cama y tocando su vientre percibió que su hija necesitaba más energía que ella no poseía.

— ¿Qué tengo Darién?—observo al príncipe preocupado

—Creo que este embarazo será diferente.

—Si yo también lo siento. 

Desde aquí en adelante, la cosa se pone re difícil sobre todo para los príncipes.