II
Los días pasaron y los intentos de Serena y Darién eran de campeonato, aunque a ninguno de los dos les molestaba, no creían que traer a Rini sería tan complicado o más bien tan demorado.
Por otro lado, Pan era una niña hermosa que se mantenía en custodia por Piccolo ella estaba bien se llevaba todos los suspiros, pero lastimosamente aun no salían del hospital, porque Videl no se recuperó tan fácil. Milk no quería decirlo puesto que su nieta desde el día en que nació era un ser extremadamente poderoso.
Mientras en el santuario de La Diosa Athenea en un amanecer hermoso, como augurio de que las cosas buenas por experiencia son sueños cortos pero hermosos.
—Saori, despierta— un llamado la hizo despertar de su largo letargo —la nieta de Hipólita ha nacido.
—La nueva luz llegó— respondió aun con sus ojos cerrados, tomando aire recordando que su amante estaba a su lado, precisamente dándole una gran sonrisa.
—Debemos volver—Seiya le abrazaba con devoción. Y ella volvía a quedarse acurrucada en el pecho del de Pegaso—. Es extraño que todo esté tranquilo.
—No deberías preocuparte—, besando la cabeza violeta de la diosa—, todo va a salir bien.
—No sé, pero me siento intranquila— ella le sujeto las manos, para hacerlo sentir ese miedo—. Apolo puede despertar en cualquier momento.
El moreno se sorprendió, pero guardo silencio Athenea hablo con premura.
—Por eso debemos irnos a Tokio — besando a Saiya —, después del nacimiento de Pan he sentido un mal presentimiento.
—¿Qué tienes, Saori? — pregunto recordando un pasado bastante lejano.
—El sol quema cruelmente— tenia una epifanía. —y la luna será sacrificada.
—¿Qué dices? —se apresuro a un más, pues su instinto era fuerte.
—Seiya, Apolo vendrá por ella. Por Serena.
—Debemos estar preparados—la mujer asintió con sus brazos puestos en el hombre que le dio su amor.
Aeropuerto... dos días después.
Saori se encontraba en el aeropuerto de Tokio, acompañada por un apuesto moreno de esqueleto rojo y jeans azules, quien la tenía sujeta de la mano derecha mientras en el otro lado tenía un bolso, parecían dos personas del común, aunque nadie creería que fuesen: la diosa Atenea y su guardián. Athenea al tocar Tokio susurro tranquila, esperando impedir una gran tristeza.
—Llegamos—dirigiendo los pasos hacia dos chicos, quienes la abrazaron como si fuese una hermana más— Ikki, Shun. Los extrañé mucho, chicos...
—Saori que alegría verte— los chicos saludaron también a su hermano del alma haciendo que de él saliera una sonrisa avergonzada— ¿Cómo les fue en la luna de miel? —pregunto Ikki
—No fue una luna de miel—, Respondió Seiya. Saori sonrió ella entendía que no le gustaba que sus amigos se enteraran de lo que ellos dos hacían a solas— solo fue un retiro espiritual.
Shun de Andrómeda, blanqueo lo ojos y continúo burlándose de su líder, Pegaso.
—Sí, un retiro espiritual de casi un año—, hablo de una forma sarcásticamente inocente.
—Estoy de acuerdo con Shun— hablo apremiante Ikki, quien observaba como la diosa buscaba a los demás Caballeros—Kido, el resto de los chicos se fueron a visitar a la nieta de Hipólita.—Pegaso asintió de buena manera.
— ¿Qué dicen si nos vamos?— Pegaso sosteniendo la mano de su diosa, le entrego las maletas a sus amigos— y después vamos nosotros, a darle la bienvenida...
Después de un rato de contar experiencias del viaje en el auto, los caballeros hicieron preguntas sobre el viaje a sus líderes, era muy importante y entretenido ver como su amigo de toda la vida, se cohibía de decir cosas al frente de Saori.
—Debo preguntar...—la diosa Athenea hacía que sus protegidos y protectores guardaran silencio—Sobre todo a Ikki—, el caballero de fénix presto más atención— ¿Qué has sabido de Apolo?
—Nada Kido, pero no debe tardar en hacer su precedencia —la visión de la mujer cambio radicalmente.
—No olvidemos que los demás no saben...— Shun se mostraba un poco preocupado, ese secreto era de suma importancia, por si Serenity llegaba a quedar embarazada, necesitaría decirle a su contra parte Sailor Venus.
Casa Tsukino...
Después de haberse amado como hacía semanas lo dedicaban, el sol llego a la cara de un hombre que encontraba tranquilidad en el calor de su hermosa esposa, si la heredera de la Luna dormía con placidez como en su adolescencia, en el pecho esculpido del heredero de Elisión.
—Princesa—despertó Darién, ya que el calor era insoportable era comienzo de la primavera y a veces hacía calor—despierta—beso su cabellera rubia, que se había desparramado por la cabecera de la cama.
—Cinco minutos más, mamá— manifestó ella en tono perezoso. Tenia un sueño recordando como era su adolescencia.
—Serena... esa respuesta no es apta para una mujer que va hacer la Reina del Tokio de Cristal— ella abrió sus ojos, pero no se levantó antes al contrario se aferró a la piel de su marido, haciendo que el calor de su cuerpo le hiciera mal a su adorado príncipe.
— ¡Que chistoso es usted Soberano Rey! — Grito levantándose de la nada, para atacarlo con cosquillas— esto es un ataque lunar.
—Si así son tus ataques— le agarro de las piernas para quitarle movilidad, estaba embelesado en ella como siempre—, no me imagino como deben ser tus caricias.
— ¿Quieres probar? — pregunto una Serena totalmente seductora.
—Pues no sería mala idea —la beso con intensidad.
Ya iban amarse de nuevo un tanto, cuando alguien toco la puerta hizo que se pusieran el pijama. Ella una bata blanca de seda y él un short negro un poco más arriba de las rodillas.
—Es Darién o Luna...— Dijo el príncipe detrás de la puerta.
—Es mi príncipe bebé— Darién abrió la puerta y allí estaba un niño hermoso de cabellos negros, y ojos color zafiro cargando a un gato parlanchín— buenos días— saludo la rubia al pequeño, mientras que el padre de su hijo le daba un beso en la frente.
—Buenos días— sonrió ya que de un momento sintió una presencia en su madre, pero esa presencia era buena, era maravillosa—Luman, me conto que ya nació la pequeña Pan.
El jovencito estaba emocionado y los padres de ellos no tenían ni idea el porqué.
"Hermanita" pensó el pequeño observando a Serena, exactamente paso lo mismo que el pasado.
—Asimismo es pequeño—, respondió el primer Darién— ¿Quieres ir a visitarla?
—Siii— asintió con la cabeza—vamos todos— pero de repente recordó que su padre debía trabajar— pero papi...— agacho la cabeza.
— ¿Qué sucede? —al Doctor le preocupaban esos cambios de humor, aunque su pequeño era idéntico a su esposa por el lado de su espontaneidad.
— ¿Tú no tienes que trabajar hoy?
—No, cambie horarios para estar con ustedes— La última noche estaban celebraron eso, que Darién seria jefe en investigación de ADN, una investigación que iba en conjunto con la C.C (Corporación Capsula), entre Gohan y él.
Esta investigación se trataba de buscar la curación de las enfermedades mortales y si podían usar sus genes para ayudar acabar cualquier mal.
—Estoy feliz de que tu padre haya ascendió un poco más— ella sonrió hacia sus dos tesoros, esos dos hombres eran lo que delimitaba la vida de la Princesa de Luna— y sobre tu idea, es grandiosa— rio Serena, algo le decía que su pequeño sería más enamoradizo que ella.
—Quiero llevarle rosas a la pequeña Pan—, el pequeño dijo muy serio. Esa decisión dejo a atónitos a la pareja.
— ¿Y practicaste? — preguntó Darién con sumo cuidado.
—Sí, papi—busco apoyo en su gato guía Luman.
—Si príncipes— el hombre se encontraba algo atontado, pues no había notado la presencia conocida de alguien en su mujer, y además apenas caía en cuenta que el pequeño hijo ya no era un bebé, si no que era un niño— el General Kunzite y el General Jeidate le enseñaron.
— ¿Me puedes dar una rosita? — preguntó Serena como una niña quería poner a prueba los poderes de su hijo, ya que desde hacía unos meses asistía a prácticas con los guardianes del futuro Rey.
De la nada el pequeño hizo aparecer una lluvia de rosas en la cama de sus padres a Darién se le hincho el alma de orgullo, su hijo tenía sus poderes.
—Esto es muy lindo— grito Serena abrazando a su hijo quien fue acompañada por su esposo.
Ruinas del templo de Apolo...
En un lugar extraño de columnas olímpicas con símbolos solares un dios se despertaba, un dios de ojos azules y cabellos rojos... un dios que guardaba la esperanza en que esa vida su hermana Artemisa dejara de tomar decisiones, absurdas con ayuda de su hermana menor Athenea, sabia de sobre manera que Hades había sido encerrado en su propio averno, eso no lo interesaba, lo que si debía interesarse era en la venganza que llevaría a cabo, contra Endymion y las Sailor, contra las herederas de los dioses.
Sabía que, en esa vida la diosa Selene, se llamaba Serena Tsukino, la dueña de su alma inmortal, también tenía claro que ella aún no había despertado.... solo los poderes de Sailor, para proteger a la Tierra del Caos.
—Melpómene—El dios llamo a la musa de la tragedia—, ¡aparece!
De inmediato apareció una mujer con túnica violeta oscuro y ojos negros.
—Bienvenido— se postro ante el dios del sol— ¿Para qué me necesita, mi señor?— ella podía sentir lo que Apolo quería preguntar, puesto que la cara de tragedia y pregunta se denotaban.—La Diosa no ha despertado, pero dentro de unos meses dentro de unos días— estaba viendo visiones— se levantará del pecado original.
Ese pecado original... odiaba al príncipe Endymion, le había arrebatado el poderoso brillo de los ojos a su hermana, amante y amor eterno.
Sonrió al sentir los poderes de las Sailor a la distancia y los poderes de sus hermanas.
—Perfecto, aunque Hipólita y Athenea están despiertas, viven en tierras lejanas de aquí.
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