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Capítulo 7

Capítulo 7: ¿Que haces tu aquí?

Estoy en el baño con el hombre mientras lágrimas recorren mis mejillas; él se acerca tendiendome algo que parece ser jabón y se dirige a una ducha para abrirla.

—Ven —me dice el hombre y me acerco tratando cubrir mi desnudez con mis manos.

Al sentir el agua era cálida, no era fría ni mucho menos caliente, era una temperatura a gusto, me enjabono y siento como el hombre se acerca detrás de mí pegándose completamente, trato de soltarme de su agarre pero no puedo, siento la presión del arma al costado de mi costilla derecha y tiemblo. Él intenta bajar su pantalón pero al momento en el que lo iba a hacer la puerta se abre e inmediatamente se apresura a alejarse un poco de mí, recobrando su postura.

—¿¡Qué hacías marica!? —dice Franco molesto.

—Nada que te importe —dice el hombre. Yo trato de cubrir mi desnudez con mis manos.

—¿¡Cómo!? Si yo vi perfectamente lo que usted trataba de hacer —dice Franco acercándose a nosotros— ¡Mujer ven! —dice y una mujer entra detrás de él.

—Es mejor que no te metas en lo que no debes —dice el hombre mostrando su arma a Franco.

—Usted sabe que el jefe se va a molestar si digo esto —dice Franco amenazante mostrando también su arma. Al ver entrar a la chica no me lo podía creer era Diana. Ella se acerca a mí, podía ver el temor en sus ojos.

—No me retes Franco —dice el hombre— ¿¡Y usted que!?, ¿¡No se va a terminar de bañar!? —dice en un grito refiriéndose a mí.

—Me hubiera bañado hace rato si usted no hubiera intentado violarme pedazo de mierda —espeto molesta.

Lo que después sentí fué un ardor en mi mejilla sacandome algunas lágrimas, era la primera vez que alguien me pegaba y ese alguien había sido ese hombre.

—Usted es un imbécil —le escupo la cara. Él intenta tomarme del cabello, pero Franco se lo imposibilita al meterse en medio de nosotros.

—¡Déjala tranquila! —le grita Franco. El hombre sólo le fulmina con la mirada y se retira del baño.

—Diana...¿Que haces aquí? —le digo mirándola.

—Un momento —Franco nos mira— ¿Se conocen?

—Sí —respondemos las dos al unísono.

—¡Vaya! El mundo es pequeño —dice Franco—, terminen de bañarse, yo me quedo en la puerta vigilando.

Las dos no decimos nada, continuó bañándome y Franco me tiende un traje.

—Ponte esto.

—¿Esto es ropa?

—Según el jefe si. —dice observando la ropa enarcando una caja.

Me visto con ese pequeño short rojo y un top rojo dejando mi espalda desnuda. Diana al igual que yo se viste con esas prendas sólo que las suyas son de color azul.

—Vamos, Diana.—dice Franco caminando delante de ella para dirigirse a la puerta.

—Diana...—la detengo con mi mano antes de que se vaya por la puerta—, ¿Qué tienes? —ella sólo asiente y me ofrece una sonrisa amarga yéndose del baño con Franco. Me quedé sin habla realmente no entendía porque Diana estaba actuando de esa forma conmigo.

Antes de que alguien viniera saqué el celular, lo encendí en el tenía 40 llamadas perdidas de mamá, 50 de papá y 20 de la señora Rosita, intento escribir un mensaje de texto a mi madre, diciendole "Ayuda, me secuestraron, por favor rastrea mi celular", lo envié.

Escuché que alguien venía, así que en un movimiento rápido lo metí entre mis senos.

—¡Venga mujer! —espeta el hombre de antes indicandome salir por la puerta.

Le sigo.

Esta vez era a otro pasillo donde me llevaba, habían muchos cuartos con luces de colores en él. Seguíamos caminando hasta que algo sonó...

—¿Que es lo que suena? ¿Acaso tu... —frunce el ceño y en un forcejeo me agarra y mete la mano entre los senos sacando el celular.

Genial más estúpida no pude haber sido —pensé.

El hombre enciende el celular y ve que están intentando rastrearlo, ese fué el estúpido sonido que me llevaría a mi perdición...

...

—¡Hey Culebra! —grita el hombre luego de llevarme agarrada por el pelo a una habitación con aquellas luces de colores.

—¿Que pasa? —dice el gigante musculoso, que aquel día estaba en el cine, el mismo que intentó tocarme.

—Esta estúpida mandó a que alguien le rastreara el celular —dice el hombre molesto mirándome con la pistola en una mano.

—¡No...! Pero yo... En serio no fué mi intención —sollozo.

—¿¡Cómo!? —grita "Culebra" arrebantandole mi celular.

—Intenté apagarlo pero igual lo rastrean.

Culebra se acerca a mí, con una mirada amenazante tomándome del cabello, me empieza a golpear el rostro, intento cubrirme y tratar de golpearlo pero me es imposible, él me dobla en estatura y es más fuerte que yo.

...

Todo el cuerpo me duele.

Estoy tendida en el suelo, me toco los labios y veo que me está saliendo sangre, un fuerte dolor en mi nariz me hace saber que algo anda mal, charcos de sangre bajan de la nariz hacia mi top. Me la toco suavemente y en definitiva la tenía fracturada. Gimo de dolor.

No se ni en que momento los tipos se fueron, pero me encontraba en este cuarto oscuro.

—¿Hola? ¿Hay alguien aquí? —digo en un susurro, en el cuarto hay eco.

De inmediato se abre la puerta y alguien enciende la luz, entrando en ella un señor que parece ser doctor por su bata.

—Es ella —dice Culebra señalandome.

—Bien. —responde este acercándose a mí.

Me revisa la nariz y el labio, con gazas y un poco de alcohol limpia las heridas y la sangre. Revisa los moretones de mi rostro.

"Culebra" sólo me observa con una sonrisa satisfactoria, yo mientras le fulmino con la mirada. Siento como el doctor reacomoda mi nariz y gimo de dolor.

—Bien, terminamos. —dice el doctor levantándose y quitándose los guantes— Tiene la nariz fracturada y el labio roto, sin embargo, no necesita puntos. ¿Donde está el jefe? Necesito el dinero ya.

—Sigame por aquí.

Los dos hombres se retiran, me intento levantar pero al instante siento un leve mareo que me impide poder hacerlo hasta después de unos segundos.

Corro hacia el cerrojo de la puerta para abrirlo y como lo pensé, está cerrada por fuera. Al otro extremo de la habitación hay otra puerta, decido abrirla y esta si cede.

—¿Tobías? —le digo con mi ceño fruncido a un hombre que está atado en las manos y en el suelo— ¿Porque estás aquí?

—Ann, lo siento. Esta gente tenía a mi papá secuestrado y el trato era secuestrarte y ellos dejarían en libertad a mi padre.

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