Capítulo 6
Capítulo 6: ¿Dónde estoy?
Despierto en un lugar desconocido un cuarto color grisáceo con barrotes en donde supongo es la salida, me levanto mareada con un fuerte dolor de cabeza, me acerco a los barrotes y distingo un pasillo donde hay más celdas.
—Veo que ya despertaste —me dice una mujer en la celda de enfrente. No me había percatado de su presencia hasta que se acerca a los barrotes con un poco de luz reflejando su rostro golpeado.
Es una chica de entre 20 a 25 años de edad, tiene su pelo despeinado y su ropa sucia.
—¿Quien eres tu?, ¿y que hago yo aquí? —susurro.
—Lo mismo que tú. Soy Juliette.
—¿Cómo lo mismo? —frunzo el ceño.
—Trata de blancas, donde te venden o te prestan a hombres asquerosos para prostituirte.
Me quedo unos segundos asimilando la situación, siento un vacío en el estómago y un mareo que me hace vomitar en el suelo.
—Tranquila —me habla Juliette—, llevo aquí varios meses y aún no me han usado para ese fin. Sé que no correrás la misma suerte que yo, porque a diferencia de ti yo me metí en la boca del lobo y si me resisto mira lo que me pasa —me muestra su brazo haciendo notar unos moratones algo recientes por su color y cortadas profundas en sus brazos. Gimo de dolor.
—Espera —frunzo el ceño—, te conozco. Eres la hija de Gustavo Maldonado, ¿cierto?
—La misma. ¿De dónde me conoces?
—Soy Annie. La hija de Enrique y Lia, te recuerdo porque eras mi vecina e ibas a la casa a jugar conmigo y con Kyle. Luego fuimos al Instituto juntas y en las vacaciones antes de entrar a la universidad desapareciste. Tu padre Gustavo estuvo como loco buscandote. —Juliette se queda un momento con su semblante vacío dejando escapar un sollozo— Saldremos de aquí, lo prometo.
—¡Bueno, bueno! La charla amistosa ya acabó —se acerca un hombre.
¡No puede ser cierto!
—Tranquila hermosa. No me mires como si fueras a matarme —me dice el hombre abriendo el portón de barrotes.
Apenas al entrar lo empujo y este cae al suelo justo donde había vomitado.
—Pedazo de imbécil —grita el hombre, intento correr hacia la celda de Juliette para intentar abrir pero me es inútil, el hombre estaba gritando para que me agarraran.
Segundos después sólo vi a otro hombre que conocía perfectamente, mientras que otro me agarraba para que no los intentara golpear, este me coloco un pañuelo en la nariz y en instantes sólo vi oscuridad.
...
Despierto de mi desmayo en un lugar oscuro. Por instantes creí que esto tan sólo fué un mal sueño, pero la realidad me golpea cuando el mismo hombre de antes entra al cuarto y enciende una luz.
—¡Hola hermosa! —me dice el hombre acercándose a mí.
—¿¡Tú!? —grito intentando levantarme sin éxito alguno, porque me tienen encadenada en una cama.
—Calla hermosa —me dice aquel hombre estúpido.
—No seas imbécil. ¿Porqué estoy aquí? —le fulmino con la mirada.
—Fuiste una niña muy mala —posa su mano en mi cabello acariciandolo, trato de apartarme pero me es imposible. Estoy inmóvil.
—¡Quítate imbécil! —grito intentando patalear pero no puedo.
Me estoy impacientando, siento un nudo en la garganta y unas ganas enormes de gritar a que alguien me ayude pero a la vez quiero patear a estos imbéciles por tenerme aquí y quien sabe cuántas mujeres más.
El hombre intenta deslizar su mano por debajo de mi blusa y grito pidiendo auxilio, él con su asquerosa mano me tapa la boca, continúa su recorrido hasta subirme la blusa por completo dejándome sólo con el brassiere cubriendome.
—Marica, deje de jugar con la mercancía —dice otro hombre algo joven por su tono de voz supongo que es colombiano, parece ser de mi edad, sus ojos son celestes y tiene un tatuaje en su brazo izquierdo el cual no logro distinguir, lo único que quiero es que me suelten.
—Franco...—el hombre que me estaba tocando se acerca al otro— ¿¡Qué te he dicho de molestarme cuando estoy con mis muñecas!? —dice este hombre enojado como aquella vez.
—Pues querido marica, tu barbie principal está jugando con otro Ken, será mejor que la busques en el baño.—dice Franco con sarcasmo.
—¿De nuevo? —Franco asiente—, esa vieja es una ninfómana, nunca queda satisfecha.
—O tu no le satisfaces —ríe Franco a carcajadas y el hombre le fulmina con la mirada saliendo del cuarto.
Intento buscar algo con lo que pueda soltar las esposas, pero no encuentro nada.
—¿Que hago aquí? —le digo a Franco después de que se fué el.
—Creo que no deberías hacer muchas preguntas, ¿no crees? —me dice con un tono de jugueteo en su voz.
—Sólo hice una —le fulmino con la mirada— ¿Qué no vas a responder? —protesto.
—Va a ser una prostituta o la van a vender a un hombre que es lo mismo —responde tan tranquilo, acomodando mi blusa.
—¿Porqué a mí?
—El jefe dice que eres especial —dice Franco yéndose hacia la puerta.
—¡Espera! —le digo y él se gira sobre sus talones y me ve con el ceño fruncido.
—¿Si?
—¿Para quien trabajan?
—Eso es un secreto hasta para mí —responde con ironía y se marcha.
Me quedo sola tratando de encontrar algo con lo que pueda desencadenarme, pero no encuentro nada, de repente algo vibra el bolsillo de mi abrigo y ma acuerdo de que es mi celular. Trato de agarrarlo pero me es inútil.
Si no hubiera conocido a Tobías nada de esto estuviera pasando, por culpa de ese imbécil estoy aquí.
—¡Hola muñeca! —entra otro hombre algo mayor— Te voy a desencadenar para irte a bañar, más te vale no hacer algo de lo que luego te puedas lamentar —me advierte aquel hombre mostrandome su arma y asiento sintiendo unas ganas de gritar y llorar a la vez.
Una vez que termina, me lleva por un largo pasillo donde al final se encuentra una puerta de madera donde supongo es el baño. Mi celular no deja de vibrar y temo a que el hombre se de cuenta de ello y me lo quite.
Al entrar me encuentro con una habitación grande con varias duchas en ella.
—Desvistete —me dice el hombre con voz firme.
—¿Con usted aquí? —le digo nerviosa de la respuesta.
—Ni de coña me iré, para que usted se escape y luego sea a mí a quien maten —éstas palabras fueron como un balde de agua fría, tengo miedo— ¡Apurese! Que ya casi tiene trabajo que hacer —espeta el hombre molesto.
Decido despojarme de mi ropa, molesta porque un hombre estúpido está viendo mi cuerpo desnudo.
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