Capítulo 4
Capítulo 4: La señora Rosita.
Despierto por la tarde, hoy no me toca universidad así que me decido por estar bien de ánimos hoy.
Preparo mi desayuno-almuerzo nutritivo, pan con fruta y jalea, un batido de frutas, avena y leche y por último un queque de almendras. Pese a que no he conseguido recobrar mi apetito por la comida, esto se ve delicioso y sin pensarmelo dos veces me dispongo a saborear las delicias que he preparado.
...
—¡Hola nana! Pasa —le digo a la señora Rosita invitandola a entrar.
—¡Hola hija! ¿Cómo has estado?
—Muy bien gracias, ¿y usted? —cierro la puerta detrás de mí— Si quiere la ayudo con sus cosas.
—Bien, gracias hija mía —esboza una sonrisa para entregarme una de sus maletas y el abrigo—. Traje un par de cosas para comer, espero y te sigan gustando las almendras y los queques.
—Mmm, puede ser —hago una mueca pensativa y ella me mira algo pálida—. Mentira nana, sabes y conoces más que bien las cosas que me gustan, ¡gracias! —le abrazo con la maleta en la mano y ella me devuelve el gesto.
Al terminar de acomodar su habitación con sus pertenencias, bajamos a la sala a ver películas de terror, son nuestras favoritas.
La señora Rosita, es una mujer de sesenta años, bien perfumada y vestida. Le gusta bailar y algunas veces canta, es una abuelita a la moda diría yo; ella fué quien me cuidó desde que era una niña, me educaba y me daba consejos sobre la vida, más que mi nana es como si fuera otra madre más. A lo que tengo entendido vive sola, tiene un novio de sesenta y cinco años, lo conoció en esos lugares que frecuentan las personas de la tercera edad y se disponen a bailar. Un día me invitó a que fuera con ella a bailar y pues, ella fué quien bailó porque yo al no saber bailar los viejitos no querían ni acercarse, sólo invitaban a doña trompo —apodo que se ganó ese día—, en los demás estuvo divertido.
—¿Como vas en la universidad Annie?
—Bien, supongo. He descuidado un poco mis estudios estos últimos meses.
—¿Pasa algo en la universidad? —me pregunta con intriga.
—En realidad no es algo de la universidad —le digo desviando mi mirada hacia las fotos pegadas en la pared de mi sala.
Es curioso, en muchas de ellas estoy con Kyle. Curioso, como un día todo está bien y al siguiente estás más mal y pareciera como que nunca va a acabar.
—Hija te estoy hablando —me observa la señora Rosita con una sonrisa y un poco de confusión en su mirada.
—¡Ups! Lo siento nana. Me distraje observando las fotos, ¿Qué decías? —ríe y escucho un susurro de su parte diciendo "Esta niña, nunca cambia ", con una leve sonrisa dibujada en su rostro.
—Decía que debes estar distraída por un chico —sonríe pícaramente.
—No. Bueno sí, talvez. Ese chico era importante para mí.
—¿Kyle, cierto? —se acerca para sostener mi mano al ver que empiezo a sollozar.
—El mismo, ¿nunca lo conociste verdad?
—No, tu madre me invitaba para conocerlo y pasar tiempo con ustedes. Pero realmente estaba ocupada, ya sabes con mi viejo y en asuntos de familia. ¿Qué le pasó a Kyle?
—Desapareció hace algunos meses —me abraza al ver que estoy llorando—,no pude ni tan siquiera despedirme o quizás ayudarlo, él ya sabía que le pasaría algo, la última vez que le vi me hablaba como si fuera la última vez que lo iba a hacer y así fué. Ese día fué la última vez que hablamos y me siento inútil, de saber que talvez yo pude haberle ayudado, que quizás tenía un problema con alguien o le debía algo a alguien y por ello lo secuestraron y sabes me duele no haber sido de mucho apoyo en esos instantes para él.
—Hija mía, no te sientas así. Te voy a contar una historia que ni siquiera tu madre sabe. —asiento— Vamos al cuerto.
Llegando al cuarto de nana, veo que saca una pequeña caja de madera con un pequeño candado que la cierra y se dispone a abrirla con una pulsera que siempre trae en su muñeca que tiene un dije en forma de llave. Ahora todo tiene sentido, nana siempre cargaba esa pulsera, nunca se la quitaba, un día lo recuerdo bien, se perdió el dije de la pulsera; lloraba y todo el día de sintió triste por perderlo y como yo era muy niña lo único que pensé es que el dije era muy hermoso para perderlo, así que lo busqué toda la noche y finalmente lo encontré, nana se puso muy contenta por ello.
—Bueno empezaré esta pequeña historia, hace 40 años me casé con un señor, hace mucho que olvidé su nombre. Tuvimos una niña, era la niña más hermosa y dulce que hubieras podido conocer, el señor con quien me casé era machista, a mi niña y a mí no nos dejaba opinar. Recuerdo bien ese día, mi niña ya no era una niña era adulta y ese día llegó llorando a la casa un amigo de su padre la violó. —nana empezó a llorar y de la pequeña caja sacó una foto de una niña y me la dió— Ella era mi hija, ese día su padre llegó borracho a la casa diciendo que estaba orgulloso de "nuestra pequeña zorra", cuando pronunció eso Ann, luego de muchos años de estar con un hombre machista alzé mi voz, le dije muchas cosas y ninguna de ellas con palabras bonitas; luego un golpe de su parte hizo que perdiera la consciencia. Desperté en un hospital, cuando regresé a la casa, en el cuarto de mi hija ya no estaba ni su ropa y mucho menos la del hombre que un día fue mi esposo. Pasé meses buscándola, nunca mas la volví a ver y me duele saber que la última vez que la vi fuera en esas circunstancias, hubiera dado lo que fuera por repetir ese día y ser yo con ella quien agarrara nuestras cosas e irnos muy lejos de ese hombre. Quizás y hubiera estado ahorita con los nietos o saber si hasta sería bisabuela. —sonríe amargamente— Pero en fin las cosas son como son y ya es algo que no puedo cambiar.
—Pero nana, ¿Porqué la policía no ayudó?
—Creo que omití esa parte,—hace una breve pausa— el tipo machista se encargaba de hacer negocios ilícitos, vendía a las mujeres o las prostituía, vendía drogas, entre otras cosas; era muy inteligente en lo que hacía, en cada ciudad del país o incluso de otros países tenía a policías bien pagados para que lo cubrieran. Estoy muy segura que la bola de inútiles quienes atendían mi caso estaban involucrados con él —saca una hoja de la caja—. Esta carta la recibí un año después, puedes leerla.—la tomé entre mis dedos, estaba un poco manchada quizás de lágrimas de doña Rosita.
"Hermosa Rosa, ¿me recuerdas? Espero que aún no se te olvide que yo soy el que manda. Tengo contactos por todas partes, te veías tan hermosa con ese vestido color rojo, lástima que el policía no cayera en tus encantos, se me olvidaba es un ayudante más que tengo bien pagado.
Por cierto, la nenita está muy buena y cumple con su trabajo. Si hubieras sido buena esposa y madre estaríamos contigo pero en fin faltaste en eso.
No te sorprendas, ni intentes ir a la policía todos están de mi lado. Podemos ponernos de acuerdo un día, para darte una movida bien rica como lo hacía antes.
Pd: Aún sigues buena.
Att: T
—Ese hombre es un estúpido —digo al terminar de leer la carta, con un sentimiento de enojo—, ¿no volviste a saber de ellos?.
—No, pasaron semanas y luego las semanas se convirtieron en meses y luego en años. Conocí a mi viejo y volví a creer en alguien después de mucho tiempo, me di cuenta que algo más que el baile nos unía, él pasó por una historia similar a la mía, fué su hijo Logan y su nieto quienes desaparecieron. No quiso contarme detalles de lo que pasó, pero aún está afectado al igual que yo. Me fuí un tiempo de la ciudad cuando me cansé de buscar, tan sólo quería tiempo para recuperarme, regresé en busca de trabajo y tu madre me ofreció ser tu niñera y debes creerme que cuando te vi, me recordaste a mi hija. Desde ese instante te cuidé y te enseñé las mismas cosas que el tiempo me permitió enseñarle a mi hija. ¿Recuerdas cuando íbamos al parque? —asiento con una sonrisa nostálgica —, no había día en el que no deseara que mientras caminábamos en las calles de la ciudad me encontrara de nuevo con mi hija, ahora pienso que debe ser una mujer muy hermosa como su madre claro está —suspira mientras ve la foto de la niña—, aún no pierdo la esperanza de que algún día pueda encontrarla.
—La encontrarás nana —la abrazo.
Luego de platicar unos instantes más, nos fuimos a la sala para seguir viendo películas, le conté que tengo que estar visitando a la doctora por mi falta de apetito y mi peso. Ella me contó que su viejo —como lo suele llamar ella—, es atento y cariñoso. Una sonrisa en el rostro de nana se reflejaba cada vez que ella recordaba los gestos de amor que hace su viejo por ella.
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