2 - El llamado
Los días pasaban lentos y el humor del mago iba de mal en peor. Tomoyo seguía sin responder a sus llamadas y las respuestas a sus mensajes se limitaban a "estoy bien," "si" y "no" cosa que no ayudaba a mejorar el ánimo de Eriol, y para completar la situación, por alguna razón ya no podía meterse en sus sueños o usar magia para verla. Realmente no sabía si esto último se debía a alguno de sus castaños amigos o a Spinel, pues tampoco podía contactar a su pequeño guardián, de quien sabía que si debía escoger un lado siempre escogería a la amatista.
La reunión con los magos tampoco le fue de ayuda. Nadie fue capaz de explicarle que era ese desequilibrio mágico, que por lo visto todos sentían. Ya no le quedaba otra opción, tendría que ver a Yuuko. No había vuelto a la tienda de la bruja desde que esta le había entregado los anillos, y no había vuelto simplemente porque no necesitaba nada de ella. Pero en este momento ella era la única que podría ayudarlo, ese desequilibrio mágico lo enloquecía casi tanto como que Tomoyo no le contestara, podía sentir la magia oscura rondando cerca de él, pero no lo sufrientemente cerca como para saber de dónde venía, y había comenzado a tener breves visiones de unos ojos dorados en sus sueños.
La mente del mago era un verdadero caos, hacia demasiado tiempo que no se le juntaban tantos problemas. Su mal humor era muy notorio, al punto que los empleados y la misma Nakuru habían comenzado a esquivarlo.
Estaba solo en la oficina revisando los papeles de la última compra de materiales que realizaron, cuando repentinamente el teléfono sonó. El mago miró de mala gana hacia su celular y en cuanto vio que la pantalla mostraba aquella foto de Tomoyo sonriendo, una sonrisa se dibujó en su rostro. Se apresuró a tomar el celular y contestó.
—Hola —dijo Eriol tratando de sonar tranquilo, cosa que apenas consiguió.
—Hola Eriol —la voz de la amatista fue un susurro que alegró el corazón del mago—, ¿es un mal momento?
—No, no, no —se apresuró a responder el pelinegro—... solo revisaba unos papeles, algo sin importancia...
—Bueno... yo solo quería agradecerte por las flores —agregó Tomoyo en un tono que a Eriol se le dificulto descifrar si realmente estaba contenta o no—... y quería pedirte que ya dejes de mandarlas a la oficina, las chicas me están enloqueciendo con sus preguntas.
—Lamento eso, pero de alguna forma tenía que hacer que respondieras —comentó Eriol con una pequeña risa.
—¿Cómo se supone que siga enojada contigo si sigues enviando mis flores favoritas al trabajo, al departamento y a la casa de mi madre? —aquella replica provoco una carcajada al mago, la cual fue acompañada por una corta risita de la amatista—... en serio, ya vasta y no hagas lo de cambiar un regalo por otro constante.
—Bueno... no me gusta que te enojes y dejes de contestarme, porque termino sin saber nada de ti... solo fíjate, ya iba a hacer una semana que no escuchaba tu voz.
—Mentiroso —exclamó la amatista en un tono que no podía ocultar su alegría—... bien que Spinel te tiene informado y que te metes en mis sueños...
—Hablando de eso ¿hiciste algo para bloquearme?
—Mmmm... barrera mágica en mi habitación —respondió la amatista en un tono algo tímido.
—Esa fue Sakura, no pudo ser Shaoran porque él está en Rusia y si fuera Spinel en algún punto hubiera podido filtrarme... ¿Por qué?
—¡¿Por qué?! Porque si quieres verme tendrás que cumplir lo que acordamos y venir a verme —sentenció Tomoyo en un tono serio.
—Me lo vas a cobrar caro ¿verdad? —agregó Eriol y ambos permanecieron en silencio por un rato.
—¿Qué te parece? Te extraño, esa sensación persiste y tú sigues lejos —reprochó la amatista en un tono que revelaba, que sus ojos se estaban nublando por las lágrimas. Hizo una breve pausa, soltó el aire lentamente y continuó—. En dos semanas es la fiesta de compromiso de Sakura y Shaoran, será aquí en Japón, espero verte allí —ese tono triste fue un puñetazo directo al estómago del mago—... otra cosa, deja de llamar todo el tiempo y descansa bien, sino jamás terminaras con ese trabajo... y ni te molestes en negarlo, te conozco y debes estar durmiendo tres horas por noche como mucho.
—Está bien, te veré en esa fiesta, lo prometo... te amo —susurró Eriol si animo de intentar una broma, no había nada que le doliera más que saberse culpable de los males de su hermosa amatista. Esperó, luego de un momento escuchó un suspiro.
—También te amo —al escuchar esa respuesta el mago pudo sentir la sonrisa en los labios de su amada—... hasta pronto —murmuró la amatista antes de terminar la llamada.
Eriol dejó el celular sobre el escritorio y se centró en su computadora. Abrió su agenda y revisó las siguientes dos semanas. Había de todo allí pero nada de un compromiso.
—¿Cómo es posible que no me hayan informado? —se dijo a si mismo antes de volver a tomar su teléfono y llamar a su guardiana.
—¿Si? —respondió Nakuru con algo de precaución, pues las últimas veces que el mago la había llamado en esa semana había sido para regañarla.
—Ven a mi oficina ya —fue todo lo que el pelinegro dijo antes de colgar.
La puerta comenzó a abrirse lentamente, la castaña se asomó y entró, una vez que dio un vistazo general, y notó que el aura de su amo ya no era tan oscura como en los últimos días.
Eriol la miró, se acomodó los lentes y soltó el aire muy lentamente.
—¿Llegó alguna carta de Sakura o Shaoran? —preguntó en un tono tan tranquilo que inmediatamente a la castaña se le hizo raro.
—No lo sé, todavía no revise el correo de hoy... tú querías que reorganice la junta de mañana y que acomode los informes —acotó la castaña tratando de justificarse, en verdad estaba cansada del mal humor de Eriol...
—¿Quieres revisarlo por favor? —Nakuru lo miró algo sorprendida y simplemente asintió antes de salir de la habitación.
Unos minutos después la castaña volvió a entrar en la oficina y se acercó al mago con un sobre en sus manos, el cual le ofreció a Eriol.
—Gracias Na —susurró el mago mientras abría el sobre.
—¿Te atendió o llamó ella? —preguntó Nakuru con una enorme sonrisa en su rostro, sabiendo que la mejoría en el humor de su amo solo podía deberse a Tomoyo.
—Llamó para que deje de enviar flores a la oficina —respondió el pelinegro con una sonrisa, la primera que Nakuru le veía en días— ¿Ya está listo el otro regalo?
—Sí, ¿quieres que empiecen a enviarlo?
—Sí, así estará completo para cuando lleguemos —la sonrisa de la guardiana se amplió aún más—, prepárate porque estamos cordialmente invitados a la fiesta de compromiso de Kinomoto Sakura y Li Shaoran que se celebrara el 30 de julio.
—¿Qué? ¿En serio?... eso es en dos semanas —dijo la castaña muy alegre—... un momento ¿no estaban comprometidos ya?
—La familia de Shaoran es muy tradicionalista, seguramente ellos organizaron todo.
—Genial, tendré que ir de compras —comentó muy alégrela castaña— ¿Cuándo nos vamos?
—Reserva vuelo para el viernes, en verdad quiero ver a Tomoyo antes de la fiesta —susurró pensando en lo que esta le había dicho.
—Claro —agregó la guardiana, pero de repente su expresión cambio y luego de un momento de silencio dijo—... esa semana tu padre estará aquí.
—Ya lo sé y poco me importa, si tiene algún problema que se busque a otro que siga con esto.
El humor del mago comenzó a mejorar aunque su preocupación seguía igual. La amatista ya no lo evadía todo el tiempo, pero seguía sin quitar la barrera mágica, por lo que Eriol no podía verla en sueños ni comunicarse con Spinel. Pero para él era un verdadero alivio poder escuchar la voz de su preciosa nívea.
Su padre y su madre llegaron el martes. Eriol se alegró mucho al ver a Cler y Erick, y no pudo evitar sentir una leve punzada sabiendo que allí faltaba alguien. Todavía no se acostumbraba a ver a sus padres sin Will, pero en el fondo le alegraba que el pequeño estuviera bien y con su verdadera familia, cosa que sabía porque su curiosidad fue más fuerte que él y lo buscó. El accidente que lo dejaba huérfano debía haber ocurrido hacía ya varios meses justo en el momento que él y Tomoyo estaban en Alemania, pero ese accidente nunca ocurrió.
El mismo día en que llegaron fueron a cenar a un elegante restorán.
—Cielo ¿Cómo esta Tomoyo? ¿Cuándo vamos a volver a verla? —preguntó Cler con una sonrisa.
—Tal vez debería verla primero yo y luego arreglamos un encuentro con ustedes —respondió con pocas ganas el pelinegro lanzándole una mirada de reproche a su padre, con lo que consiguió que Cler le lanzara una mirada inquisidora a su marido.
—Un momento, yo no tengo culpas aquí —se apresuró a decir Erick—, si tu no la has visto es cosa tuya, yo no te lo impido.
—Claro —soltó con sarcasmo la mujer—, "señor tengo tantas obligaciones que no puedo ni tomar una semana de vacaciones."
—Amor por favor no empecemos con esto aquí —rogó el hombre soltando un suspiro.
Eriol no pudo evitar pensar que si aquel pequeño de ojos negros estuviera allí, él ahora no estaría en el inicio de una discusión, pues por alguna razón en aquella otra vida la presencia de Will hacia que su padre se relajara mucho más y no viviera tan enfrascado en el trabajo. El mago tomó su copa y se bebió todo el vino que contenía de un trago, ganándose una mirada sorprendida y algo regañona de sus padres.
—Cielo ¿Por qué no le pides que venga y se quede aquí contigo? —preguntó finalmente Cler volviendo a sonreír.
—Está terminando su primera colección...
—¿Y qué mejor que París para una diseñadora? —interrumpió Cler.
—Uno, quiere hacer su primera presentación en Japón y dos... está molesta conmigo...
—Eriol ¿sí sabes que si la pierdes no encontraras otra como ella? —Comentó Erick.
—¿Otra que sea de buena familia y sumamente conveniente? —acotó Eriol con algo de sarcasmo y una mirada seria.
—Aunque no lo parezca realmente me importa tu felicidad y sé que es muy, muy difícil encontrar a alguien que te haga verdaderamente feliz... hacía mucho tiempo que no te veía sonreír como cuando ella está a tu lado—respondió el pelinegro mirando con dulzura primero a su hijo y luego a su esposa.
El resto de la noche la charla paso por muchos temas aunque se mantuvo por un buen rato en Tomoyo. A la mañana siguiente los tres recorrieron el hotel, viendo todas las modificaciones que se estaban haciendo.
Se detuvieron un rato para tomar un café y Eriol aprovecho para volver a llamar a la amatista, ya se estaba preocupando, pues la noche anterior no respondió ni su llamado ni sus mensajes, lo cual era raro porque aun estando molesta solía responderle con un simple "buenas noches" cuando no quería hablar, pero en la noche no hubo ninguna respuesta así como tampoco esa mañana. Con estas ya iban seis llamadas esa mañana y seguía sin haber respuesta, lo cual lo está preocupando mucho, iban bien y estaba seguro de que no había hecho nada para volver a molestarla, bueno en realidad el día anterior no le contesto una llamada, porque fue justo cuando se estaba bañando y ya luego ella no volvió a llamar ni a atender ninguna de sus llamadas y mensajes. "¡¿No puede estar enojada por eso... o sí?!" pensó mientras esperaba que atendiera. El teléfono volvió a tirarlo al correo de voz y sin decir nada cortó.
—¿Eriol todo bien? —susurró su madre acercándose a él, era inevitable para ella no preocuparse por su niño.
—No lo sé... Tomoyo no responde, lo último que supe de ella fue ayer por la tarde que me mandó un mensaje cuando estaba volviendo de la oficina a su casa, luego una llamada perdida cuando me metí a bañarme y ya nada más... tengo un mal presentimiento, no me siento bien algo está mal —susurró el mago sabiendo que su madre, al ser una bruja, en cierta forma podría comprenderlo.
—Debe ser esta alteración que está en todos lados... supuse que te tendría inquieto... en cuanto a Tomoyo tal vez está ocupada o le paso algo a su celular —respondió Cler con su tono dulce, esperando poder calmar un poco la preocupación de su hijo.
—No, no es eso, esa alteración no tiene nada que ver... es otra cosa... es como si —agregó mirando la palma de su mano derecha, como si allí estuviera la respuesta que buscaba, sus ojos se centraron en su anillo y a su mente vinieron dos imágenes, primero el sello de transformación de Spinel y luego el sello que compartía con Tomoyo. Su respiración se detuvo un momento y luego centró sus azules ojos en su madre—... algo sucedió...
El timbre de su celular lo interrumpió, miró aquella pantalla y se encontró con la imagen se su castaño amigo chino. Eriol dudo un momento si atender o no y finalmente lo hizo.
—Hola —dijo en un tono serio, presintiendo lo que se venía.
—Hola Eriol —dijo casi en un susurró el joven chino.
—Shaoran ¿Qué pasó? —preguntó yendo directo al punto, sabía que su castaño amigo por lo general no era de dar muchas vueltas para decir algo, pero esa extraña sensación lo estaba enloqueciendo y simplemente no quería esperar.
—Atacaron a Tomoyo y se la llevaron —Eriol quedo completamente helado al escuchar esas palabras, eso no podía ser verdad—, no sabemos nada no hay pedido de rescate ni nada, Sonomi está completamente alterada, por eso te llamo yo.
—N... no puede ser —murmuró el mago en un tono casi inaudible.
—Eriol, hay magia implicada de eso estoy más que seguro... te necesitamos aquí —el tono de Shaoran era serio y Eriol noto algo de preocupación en él.
—Salgo en el próximo vuelo —fue toda la respuesta del pelinegro antes de terminar la llamada.
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Lamento la tardanza, pero ando medio complicada.
Espero les guste. Saludos
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