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1- Te extraño

La habitación estaba ordenada. La mesa completamente ocupada por planos y papeles. La puerta abierta del armario dejaba ver los trajes prolijamente colgados y en el piso la maleta, todavía, vacía. Las luces de la ciudad iluminaban aquella noche francesa. Un suspiro se escapó de los labios del pelinegro, que miraba desde el balcón las calles de aquella bellísima ciudad. El vaso entre sus manos todavía contenía algo de wiski. Levantó la vista al cielo un momento y luego simplemente bebió lo que quedaba de aquel ambarino líquido.

Sabía que tenía que llamar a su amatista, pero a la vez quería demorarse un poco más, pues la conocía lo suficiente como para saber que se molestaría. ¿Y cómo culparla?

Hacía siete meses que habían comenzado a salir. Ambos sabían que sería una relación a distancia por algún tiempo, o más bien hasta que él terminara con la revisión de los hoteles que su padre había comprado, cosa que se suponía duraría entre seis meses y un año, dependiendo de que tanto tuviera que hacer en cada uno de ellos. Después de hablarlo con la amatista acordaron que se encontrarían al menos un fin de semana al mes.

El teléfono sonó, sacando al pelinegro de sus pensamientos. Volvió a entrar en la habitación, fue directo hacia la mesa y tomo su celular que estaba sobre uno de los planos que ocupaban esa mesa. La pantalla mostraba la foto de una sonriente Tomoyo. Eriol dudó un momento y luego atendió.

—Hola mi reina —dijo en un tono que sonó alegre, pero su expresión demostraba que no era para nada feliz en ese momento.

—Hola extraño —respondió entre risas la amatista—... como no llamaste supuse que tu avión todavía no salió, y decidí llamarte porque parece que no te has acordado de mí en todo el día.

—Lo siento Tomy he estado muy ocupado, hay que hacerle unas cuantas modificaciones a los plano y surgió una complicación en la obra...

—Sé que estas ocupado amor y sabes que no me gusta molestarte, pero se te extraña —dijo la amatista interrumpiendo al pelinegro.

—Estaba por llamarte por que... —agregó Eriol e hizo una pausa.

—¿Por qué? —indagó Tomoyo en un tono serio.

—No puedo ir este fin de semana, tengo que estar aquí sí quiero que esto se acabe pronto, las modificaciones a los planos me van a llevar fácil dos días —respondió el mago hablando lo más rápido que pudo.

—Eriol Hiragizawa ¡¿otra vez?! —el tono revelaba la molestia de la amatista— con este van a ser tres meses que no nos vemos... ¿Así pretendes que esto funcione?

—Tomoyo, por favor, tu sabes qué —un sonido al otro lado de la línea le indicó que la llamada había terminado—... Te amo —susurró despegando el celular de su oreja.

—¿Vas a volver a llamarla?

Eriol giró y miró hacia la puerta al escuchar aquella familiar voz, allí se encontró con Nakuru apoyada sobre el marco de la puerta entreabierta. La castaña le lanzó una de sus miradas de "te lo dije" y una sonrisa algo triste.

—Luego, ahora está molesta y no me va a responder —dijo el mago dejando el celular sobre la mesa y tomando sus lentes, los cuales limpió con su camisa antes de ponérselos.

—Sabes que en verdad podrías haber ido.

—Sí y retrasar aún más nuestra estadía en Paris, el hotel no es tanto problema, pero la finca sí, tenemos que volver a negociar los materiales y otras cosas, si no lo hago mañana todo estará perdido y tendré que empezar de cero.

—Y prefieres que Tomoyo se enoje —agregó la castaña cruzándose de brazos y lanzándole una mirada seria a su amo.

—Claro que no... ¿En qué mundo es mejor pasar el fin de semana en reuniones de negocios que con la mujer que amas? —dijo el pelinegro mientras volvía a servir wiski en su vaso—... Además sabes que hay asuntos mágicos en esto y quiero que Tomoyo este a salvo.

—Lo que digas —soltó Nakuru con un suspiro de resignación—... ¿Qué vas a hacer para suavizar la situación? Si quieres mañana puedo acompañarte a comprarle algo.

—¿Qué parte de mañana voy a estar muy ocupado no se entendió? —agregó con sarcasmo el mago antes de beberse de un trago el contenido del vaso.

—Bueno puede ser otro día o puedo comprarle algo yo y se lo envío —sugirió la castaña.

—Luego veré... ¿Querías algo?

—Solo avisarte que voy a salir y no sé si estaré aquí el fin de semana —respondió con una enorme sonrisa la castaña, mientras se acercaba al mago—... no te quedes hasta muy tarde trabajando y trata de llamarla antes de que se duerma —agregó antes de dejar un suave beso en la mejilla de su amo.

—Gracias. Ten cuidado —dijo el mago mientras la castaña se dirigía hacia la puerta—... y no quiero llamadas acusándote de secuestro como en Noruega.

—Oh eso fue genial, un fin de semana increíble, deberías intentarlo —agregó Nakuru entre risas desde la puerta—, de seguro a Tomoyo le encantaría que la secuestres —sin más la castaña termino de desaparecer tras la puerta y la cerró.

Una sonrisa momentánea apareció en el rostro del mago, quien volvió a mirar el celular sobre la mesa, antes de volver a acercarse al bar para tomar la botella de wiski. Quitó algunos de los papeles que estaban sobre el plano y ubicó el vaso y la botella en un rincón de la mesa donde no molestaran. Comenzó a hacer algunas modificaciones en aquel intrincado diseño y por alguna razón no podía dejar de centrar su vista en el celular cada cierto tiempo.

Después de una hora y medio el contenido de la botella ya se había reducido considerablemente, el diseño había avanzado bastante y el celular cambió al menos ocho veces de lugar. Eriol lo tomaba comenzaba a marcar el número de la amatista y antes de terminarlo lo borraba y volvía a dejar el celular sobre la mesa, después de hacer eso al menos tres veces comenzó a escribir mensajes y enviarlos. Si tenía que decir cuántos mensajes había enviado ya a la amatista, no podía decirlo con seguridad, pero si podía decir que Tomoyo no había contestado ni uno de sus mensajes.

Las luces de la habitación estaban apagadas, pero esta estaba en penumbras gracias a las luces de la ciudad. La botella completamente vacía, permanecía sobre el plano extendido en la mesa. Eriol volvía a estar en el balcón, pero ahora entre sus manos sostenía su celular, el cual acababa de apagarse después de un incontable número de llamadas fallidas y mensajes sin respuesta.

Entró nuevamente a la habitación. Conectó el celular al cargador y luego se tiró sobre la cama, como estaba, y cerró los ojos para concentrarse.

—Spinel —susurró.

"Hola Eriol, ya te habías tardado" la voz de su guardián resonó en su cabeza.

—¿Cómo esta Tomoyo?

"Muy molesta, dejó el celular en silencio y lo observaba de lejos cuando se iluminaba anunciando tus llamadas... leyó los mensajes y finalmente escondió el celular en el cajón de la mesita de noche. Hace como una hora se durmió"

—Mierda —dijo el mago con un tono cansado—... ¿alguna novedad?

"No, las presencias mágicas alrededor de Tomoyo son mínimas y el mayor peligro que he encontrado es un idiota que insiste en invitarla a salir."

—Entonces ¿nadie la sigue o vigila?

"Tomoyo es hermosa es obvio que la miren."

—Sí, eso lo sé, pero no es ninguna maniática, y si se sentía perseguida por algo será.

"Eriol, ya sé que Tomoyo no es ninguna maniática, pero hasta el momento no he sentido nada extraño, aunque si hay un hombre que la vigila, pero no es peligroso trabaja para uno de los socios de Sonomi a quien le encantaría que su hijo se case con Tomy."

—¡¿Qué?! —vociferó algo molesto el mago—, ¿No que no había nada? ¿Por qué no me contaste eso antes?

"Ahhh, lo siento, no se lo digas a Tomoyo, no debía decirte nada."

—A ver dime ¿a quién se supone que sirves tú?

"A ti, pero, pero... Tomoyo te ama y no quiere que te preocupes..."

—¡Claro y al no contestarme ayuda a eso! —agregó con sarcasmo.

"Bueno, no confundas las cosas, en este momento está dolida, en verdad estaba muy ilusionada con poder verte."

—Lo sé, lo sé y lo siento... descansa Spinel —concluyo Eriol volviendo a abrir los ojos.

Miró como aquella tenue luz, que provenía de las ventanas, dibujaba los bordes de los muebles. Centró su vista en el espacio junto a él y soltó el aire lentamente, este salió como una suave bruma plateada que lentamente dibujo la figura de Tomoyo sobre la cama, era como si un fantasma estuviera a su lado. Podía ver el leve movimiento de aquel cuerpo al respirar mientras dormía apaciblemente.

—Ahh no tienes idea cuanto te extraño —susurró el mago con una expresión triste mientras acariciaba aquel delicado rostro, la bruma plateada se dispersó por un momento y luego volvió a completar aquella figura. Eriol soltó un suspiro y cerró nuevamente los ojos.

"Volvía a estar en la biblioteca de aquella casa que ya tantas veces había visto y en la que había tenido una familia feliz. Escuchó unos pasos acercándose y una sonrisa apareció en su rostro, al instante vio aparecer a su amada Tomoyo, quien se detuvo en la puerta y lo miró algo triste.

—Me gusta esta casa —suspiró e hizo una pequeña pausa—... por alguna razón me resulta acogedora y familiar...

—Es como si la conocieras y no puedes evitar buscar algo —agregó Eriol en su susurro mientras se acercaba a la amatista...

—¿Qué es lo que busco Eriol? —preguntó Tomoyo dando un paso hacia atrás para mantener la distancia.

—Buscas a una niña de cabello negro, ojos que se debaten entre el azul y el violeta, y una sonrisa tan hermosa como la tuya —los ojos de la amatista se centraron en aquellos orbes azules—... nuestra pequeña...

—Nakuru —susurró Tomoyo en un tono casi inaudible sin despegar sus ojos del mago, quien solo asintió—... ¿Qué es esto?

—Nuestra casa en otra realidad.

—¿Por qué me muestras esto?

—Te amo, te extraño y solo anhelo ser feliz contigo, tanto como lo fuimos en esta casa con esa pequeña —respondió el mago acercándose cada vez más a la amatista, quien ya no podía retroceder por la pared...

—Si no estamos juntos es porque tú no lo quieres —replicó Tomoyo mientras era acorralada por el mago.

—No hay nada que quiera más que besarte y sentirte muy, muy cerca de mí —susurró Eriol casi rosando los labios de Tomoyo, haciendo que esta de estremezca.

—¿Y no lo harás?

—No —respondió el mago con dificultad—... hasta que ya no estés enojada conmigo —concluyó en un susurro mientras acariciaba suavemente la mejilla de la amatista.

—¿También dejaras de verme en sueños? —Eriol soltó el aire lentamente ante aquella pregunta.

—Si es lo que quieres —dijo con una expresión que delataba sus nervios e intranquilidad—... ¿Eso quieres?

—No sé... ¿de qué me sirve que sigas siendo solo un sueño en mí vida? —concluyó la amatista con los ojos nublados por las lágrimas, antes de desaparecer..."

El mago abrió los ojos, volvía a estar en esa habitación de hotel y a su lado seguía aquella figura, compuesta de bruma plateada, con la forma de Tomoyo, pero ahora estaba sentada, hecha un bollito, abrazando sus rodillas y escondiendo su rostro.

—Soy un idiota —dijo el mago antes de deshacer aquella brillante figura con la mano. La figura se transformó en una nube sin forma y lentamente desapareció—... pero tengo que averiguar que es esta alteración mágica, no quiero ponerte en peligro...

El mago volvió a mover su mano y en ese momento las pesadas cortinas se corrieron, cubriendo por completo las ventanas y dejando la habitación totalmente oscura. Eriol soltó otro suspiro y cerró los ojos, ya solo quería dormir, pues esa era la única forma de no empeorar aún más las cosas.

*********

—¿Dónde rayos estas?

La voz de mujer irrumpió en aquella oscura biblioteca, que solo era iluminada por las llamas del hogar.

—¿Qué te sucede ahora? —respondió un hombre en un tono reamente cansado.

—¡¿Qué sucede?! ¡¿Qué sucede?! —vociferó la mujer caminando de un lugar a otro—... ¿Cuánto tiempo más me tendrás esperando? Dijiste que sería simple, que te desharías de ella pero todo sigue igual...

—Dije que tenemos posibilidades por que jugaron con el tiempo y también dije que tienes que ser paciente... tiempo al tiempo querida mía...


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