Parte Unica
-Llevas días ahí adentro, por favor.-rogó su amigo golpeando la puerta en la cual el pelinegro se encontraba recargado.-Sal de ahí Jungkook, ya no se que mas necesitas para entender que no vendrá, estoy preocupado por ti.
El chico decidió ignorarlo, no tenía tiempo ni ganas de darle explicaciones.
Si él quería matarse lentamente de hambre y soledad en el aislamiento de su estudio, era algo que solo le incumbía a él.
Sus ojos vagaron detenidamente a través del lugar, bellas piezas de arte, sketches y lienzos a medio terminar se esparcían por la habitación, pintura manchaba algunos espacios y las botellas de alcohol esparcidas por todo el lugar formaban parte de la nueva decoración.
Su amigo volvió a golpear la puerta mientras llamaba su nombre, pero no podía importarle menos, después de lo que le había pasado, ya nada importaba lo suficiente.
Observó sus manos, aquellas que antes eran cubiertas de diversos y brillantes colores ahora se encontraban sosteniendo una fría y medio vacía botella de vidrio.
Que bajo había caído, en tan solo un par de meses había pasado de sentirse en la cúspide mas feliz de su vida a sentir que algo en su interior se marchitaba lentamente, tragando todo rastro de humanidad dentro de el.
Su dolor tenia nombre y apellido, pero se negaba a decirlo en voz alta.
Él.
Lo único en lo que podía pensar era en él, su recuerdo trayéndole un frío y doloroso sentimiento en el pecho.
El sentimiento de vacío más presente que nunca.
Sabia que había derramado demasiadas lágrimas, probablemente lloraría aun mas si tan solo le quedaran fuerzas. Pero se negaba a hacerlo, no quería volver a hacerlo, no por él.
No pudiendo soportar saber en lo que se había convertido se puso de pie.
Observo sus manos, aquellas que anteriormente habían sido las que solía pasar por su pieza mas preciada, rodeando ahora el frío contorno de una botella.
La rabia, el enojo y la tristeza bailaron en su corazón cuando arrojo la botella al otro lado del lugar, haciéndose pequeños cristales, rompiéndose, como las ilusiones lo hicieron dentro suyo.
-¡Jungkook!-su amigo llamó, tratando de abrir la puerta.- ¿Qué fue eso? ¿Estás bien?-la preocupación escapando de su voz, pero siguiendo sin preocuparle al dolido pelinegro.
Jungkook caminó por su estudio, observando el resto del lugar a traves de sus oscuros y cansados ojos.
El poco líquido que contenía la botella que había arrojado se esparcía rápidamente por el suelo hasta mezclarse con la pintura derramada.
Era hermosamente trágico.
Su estudio, un lugar que cada día solía ver el nacimiento de una nueva obra de arte se convirtió en el lugar donde el artista derramaba sus lágrimas y dolor.
Hojas rotas manchadas de tinta, bocetos sin terminar y alguno que otro pincel roto también se encontraba a su alrededor.
Todo producto de su arranque de ira de esa mañana.
Todo por él.
Mordiendo su labio inferior fuertemente para evitar gritar debido a la rabia, se acercó al fondo de la habitación donde un mural lleno de arte le esperaba.
Ahí, justo en el centro.
No encontraba la manera ni la fuerza de poder quitar la manta que cubría su mejor pieza, aquella que le había tomado semanas, aquella en la que había puesto sangre, sudor y lágrimas.
Muchas lágrimas.
Pero las lágrimas no habían sido por el esfuerzo de crear tan bella pieza de arte. No, había sido por la imagen que el cuadro portaba.
Aquel precioso rostro al que sus bocetos no le hacían justicia.
Aquel hermoso rostro por el que su mano había temblado de intimidación al trazar.
No había dibujante, pintor o fotógrafo que pudiera recrear o capturar un atisbo decente de la belleza de ese rostro y probablemente nunca lo habría.
El rostro de Taehyung era una pieza de arte por sí misma.
La puerta fue golpeada una vez más sacándolo de sus pensamientos, comenzaba a sentirse cansado de la insistencia de su amigo.
-Si no sales de ahí me temo que tendré que llamar a un cerrajero. No puedo creer que estés haciéndote esto.
-¡Lárgate!-ordenó molesto y sin despegar la mirada de su objetivo, sus ojos volviéndose mas profundos y desolados ante lo que estaba por presenciar.-Hoseok, no te entrometas.-gritó mientras tomaba la sedosa tela que privaba a su vista del cuadro.
-Has cambiado tanto Kook...lo hago porque no estas bien amigo.
-No me interesa estar bien.-susurró.
"No si no lo tengo él"
Aquel pensamiento rondaba su cabeza desde el momento en que todo aquel martirio había comenzado. Desde que se había reducido a este triste hombre que no hacia más que implorar a las estrellas que le regresara su más grande brillo.
Taehyung.
Taehyung se había marchado.
Le había dejado y jamás volvería.
Era una realidad profundamente dolorosa y que se negaba a aceptar.
Le había amado con la misma intensidad de un primer amor, con la fuerza de un último y como se puede amar la más preciada posesión, amar a Taehyung era tan fácil como respirar, pero tan doloroso si llegaba a faltar.
Jamás había conocido a nadie tan bueno y generoso como el peligris, la dulzura de Taehyung y la pureza de su corazón habían sido más que suficientes para hacer que el chico cayera.
Jungkook le había amado con todo su ser, dandolo todo y de la única forma que sabía amar.
Y no fue suficiente.
Tiró de la sábana y una lagrima se deslizo por su mejilla, ahí estaba, el responsable de su agonía, aquel que provocaba que su corazón se agitara y su respiración se paralizara sólo con posar sus ojos en él. Aquel que ahora se había llevado su corazón y con él cada rastro de amor que alguna vez conoció.
Observó el cuadro detenidamente, la pintura no haciéndole justicia a la singular belleza de su amado.
Taehyung era un ser precioso, fuera de este mundo, su piel, su sonrisa, su perfilada mandíbula, su nariz perfecta y sus ojos. Esos ojos tan profundos como la noche, tan intensos como la oscuridad misma, los ojos de Taehyung poseían una mirada tan penetrante como el poder que el chico tenía para meterse bajo tu piel y enloquecerte. Para robar tu corazón y hacerte olvidar hasta algo tan básico como tu propio nombre.
Porque ese era el poder que poseía, porque ese era el poder que conseguía con solo existir.
La imagen en el cuadro era de aquella vez, Jungkook lo recordaba, después de su primer aniversario, cuando habían vuelto tarde del restaurante.
El camino a casa en el auto había sido lento y silencioso, pero el sentimiento de tranquilidad y confort que sientes cuando estás con la persona que amas llenaba el aire de una forma pacífica y armoniosa. Como si no pudieras desear estar en otro lugar más que compartiendo ese bello momento con el amor de tu vida.
Taehyung se veía radiante ese día, Jungkook había creído que no serían capaz de llegar al departamento antes que se lanzara sobre él.
-Hoy fue una gran noche.-se inclinó hacia el, la calidez de su cuerpo envolviéndolo y dejando un sonoro beso en la mejilla del pelinegro.-gracias Kook, jamas podré olvidar y agradecerte todo lo que hiciste por mi.
Jungkook se limitó a admirarlo unos segundos mientras sonreía como un tonto antes de bajar del auto.
Apenas llegaron a su hogar, Taehyung no tardo en envolver sus brazos por el torso del pelinegro, Jungkook lo sostuvo devuelta, sus cuerpos en perfecta sintonía, encajando como dos piezas de rompecabezas destinadas a estar juntas.
-Gracias.-le sonrió mientras sus miradas se conectaban, como si el resto del mundo dejara de existir.-en serio, soy tan feliz.
Jungkook se sentía mareado, observó esa encantadora sonrisa cuadrada, sus labios perfectos, las pequeñas arrugas bajo sus ojos a causa de su felicidad. Sus largas pestañas, el leve rubor, todo en el volviéndole loco.
Taehyung era hermoso, siempre fue consciente de eso, pero esa noche descubrió que él podía ser incluso aún más bello cuando sonreía tanto, cuando le miraba de aquella forma, como si no supiera de que otra forma expresar tanto amor, tanta felicidad.
Observarlo tan alegre, tan pleno, tan lleno de felicidad y saber que todo aquello se debía a el le hacia erizar la piel.
Embelesado por su belleza no pudo evitar inclinarse, pues hubiera sido un pecado no besarlo en ese momento.
Sus labios haciendo contacto eran una de las mejores cosas del universo, su pecho sintiéndose lleno, su corazon emocionado y su toque volviéndose eléctrico con cada centímetro de piel que se permitía explorar.
El beso fue lento y delicado, su mano acariciando su tersa mejilla. Tocándolo tan delicadamente, como si de una pieza invaluable se tratara.
El cariño que sentía por este chico no podía haber sido más cálido, puro y sentirse aún más correcto.
Entre un borrón de dulces caricias y suaves besos lo llevo hasta la habitación, dejándolo delicadamente en la cama donde incontables veces habían hecho el amor antes, donde le había besado hasta el cansancio, donde le había jurado su amor incontables veces, y donde una vez más lo haría suyo.
Esa vez no fue diferente, los besos no fueron suficientes, su piel no merecía nada más que ser venerada. Jungkook juraba que no había adorador más grande que él cuándo de amar se trataba.
Taehyung era el dios y único objetivo de tal vehemencia. Siempre lo sería.
Sus labios pasaron por su cuello, sus clavículas y vagamente recuerda haber retirado su ropa y la del chico que le miraba anhelantemente recostado en la cama.
Las sábanas puras y blancas haciéndolo lucir como el ser más majestuoso que en su cama hubiera reposado.
Lo beso tan fuerte como era humanamente posible, como si necesitara comprobar que era real, como si tuviera miedo de que fuera a desaparecer.
Jungkook no se perdió de nada, admiro cada parte de el, sus hermosas expresiones cada que lo tocaba, su respiración irregular cuando le besaba, la forma apolínea en que su rostro se conmocionaba ante las mas finas y delicadas sensaciones.
Los gemidos de Taehyung mientras atrapaba uno de sus delicados pezones entre sus labios eran uno de los sonidos más dulces que había escuchado, para el pelinegro eran sinónimo de perdición.
Su erección dolía en su ropa interior, rogando por atención y fue una maravilla cuando Taehyung lo acarició sobre la tela, su tacto haciéndolo gemir mientras la necesidad crecía en su interior, el deseo apoderándose de él.
-Por favor.-rogó Taehyung.-Por favor.
Jungkook era débil, ningún ser humano de sangre roja se podría negar a un jadeante y desnudo Taehyung que le miraba con tan hermosos ojos llenos de brillo y deseo.
Jungkook se inclinó y le besó nuevamente mientras se deshacía de el resto de telas que impedía sentir el cuerpo perfecto de su amado.
En ningún momento se privo de besarlo, siendo todo un poco más agresivo e intenso con el pasar de los minutos. Su lengua y dientes siendo parte de todo, jugando con la nívea piel del mayor.
Lo impulso el placer de sentir sus pieles rosarse, sus manos tocándolo, sus cuerpos calientes y en sintonía juntos, el pelinegro lo tomo en sus brazos e invirtió sus posiciones recostándose en la cama, sintiendo su elección atrapada entre las piernas de su amado, cada movimiento llevándolo a la locura.
Taehyung ahora lo miraba desde arriba, como siempre debería ser, porque solo pocos eran dignos de tal vista, bendito el y malditos aquellos que nunca podrían ver a un Taehyung precioso, sonrojado y desnudo, sus mechones largos y grisáceos cayendo junto a su angelical rostro, sus pesadas pestañas y sus labios entreabiertos haciéndolo lucir lo mas eróticamente posible.
El precioso chico sonrió angelicalmente y decidiendo torturarlo, comenzó moviéndose en pequeños vaivenes en la erección de Jungkook, haciéndolo perder todo su racionamiento.
-Jungkook.-murmuró el mayor sin detenerse de pasar las manos por el fuerte pecho del chico, acariciando sus pectorales y no perdiéndose de la acelerada respiración mientras se regocijaba de hacerlo sufrir.-Mi Jungkook, me encanta tenerte así, todo para mi, eres mio.
Jungkook se perdió en lo que veía, era como ver una sirena, cayendo estupida y encandiladamente por este ser tan etéreo e irresistible que se posaba sobre el.
Odiaba que tuviera tanto poder sobre el, pero no podia evitar caer en su hechizo.
-Basta de juegos.-susurró Jungkook sonando algo frustrado mientras llevaba sus manos a las caderas del chico e intentaba tomar el control del ritmo tortuoso que Taehyung estaba tomando mientras se frotaba contra el.-por favor.-rogó jadeando el pelinegro, aquello le frustraba pero a Taehyung parecía divertirle.
Sonriéndole divertido y estirándose hacia la mesita de noche, Taehyung saco lo necesario para detener el sufrimiento del chico.
El abrir el lubricante y prepararlo no fue algo de gran importancia para Jungkook comparado con lo que sintió cuando por fin comenzó a entrar en él.
El calor de Taehyung comenzó a envolverlo, robando pequeños jadeos de ambos en el acto.
Nada debería sentirte tan malditamente bien.
-¿Lo disfrutas Jungkookie?-preguntó Taehyung viendo el rostro contorsionado de placer que mantenía el joven bajo su cuerpo.-¿que es lo que sientes?.-pregunto mientras lentamente bajaba, mientras mantenía el control, atrapándolo por completo en su interior, sintiendolo lo más cerca posible que dos cuerpos podían estar.
-S-se siente como tocar el cielo.-siseó, mordiendo su labio y llevando sus manos a las caderas para poder sujetarlo con fuerza.
A Taehyung le gustaba hacerlo sufrir, disfrutaba de verlo rogarle por su cuerpo, se tomaba su tiempo cuando Jungkook le permitía tener el control. Y en el fondo, le encantaba.
-Asi.-se movió tortuosamente haciendo al más joven jadear.-Así me siento yo cuando me adoras.-abrió la boca para suspirar de lo gloriosamente bien que se sentía.- Cuando me miras.-continuó moviéndose lentamente, arriba y abajo, no permitiendo que el pelinegro tomara el control del ritmo.-Eres tan joven y tan inexperto, pero no podría importarme menos cuando pones una mano y tu mirada sobre mí.
Jungkook no podia, se sentía drogado, se sentía hipnotizado ante aquello, su cuerpo reducido al mas básico de los instintos humanos, sentir.
Lo sentía en su cuerpo, en su mente y en su corazon el cual latía fuertemente en su interior.
A-ah, Jungkook.-jadeó Taehyung, no creyendo que soportaría más aquel tortuoso ritmo.- Me haces sentir...tan...bien.
Jungkook apretó su agarre en el contrario, probablemente marcando la piel en la cadera del chico mientras lo sentía apretar a su alrededor tomando todo de su ser.-Jungkookie.-Sollozó.-es tan bueno saber que tú me amas.-dijo enterrando su rostro en el cuello del pelinegro, el placer siendo demasiado, rindiéndose de evitar que el menor lo tomara a su antojo.
Jungkook no se perdió esa oportunidad, y aprovechando que Taehyung se encontraba aferrándose a él como un bebe koala les dio la vuelta. No aguantando más, comenzó a embestirlo al ritmo que el necesitaba, por el que su cuerpo le había estado implorando.
Taehyung miró el techo, perdido en el placer, no pudiendo evitar gemir ruidosamente, sus brazos envolviendo los fuertes hombros de Jungkook, sus uñas aferrándose a su espalda mientras se encontraba ahí, recibiéndolo felizmente con cada embestida, permitiendo que profanara su cuerpo como una muestra de intimidad, amor y cariño.
Jungkook gruño, mientras besaba su cuello, mientras repartía besos por la piel de su amado, el cual era su mas grande obsesión.
-Dilo.-imploró Jungkook mientras marcaba su cuello.-Di que eres mío.
Taehyung asintió una y otra vez mientras sentía su placer crecer en su vientre, la placentera y exquisita sensación de la lengua y boca del chico en su cuello haciendo perder la cabeza.
-Lo soy.-jadeo.-s-soy tuyo.-sus gemidos aumentando mientras Jungkook aumentaba sus embestidas, en busca de la liberación.
Taehyung era tan feliz con Jungkook, se habían conocido hacia unos meses, el amor por el chico no había sido más que amabilidad al principio, pero poco a poco el joven se había logrado colar en su corazón, su amor por él era igual de fuerte y apasionado que como ahora le demostraba.
Sus besos eran pequeñas dosis de cariño, justo lo que alguien como Taehyung necesitaba. Y qué mejor que Jeon Jungkook para sanar una parte de tu ser.
Porque para Taehyung, hacer el amor con Jungkook era el equivalente a curar su alma.
El joven chico tenía tanto amor y cariño para darle que era imposible no sentir los pequeños susurros de amor y palabras cariñosas no pronunciadas mientras permitía a su cuerpo amarle.
Los gemidos de ambos llenaban la habitación, la respiración agitada del pelinegro en su cuello le proporcionaba una sensación de bienestar. Como si no perteneciera a ningún otro lado más que ahí, debajo del cuerpo de su amado mientras este lo amaba una y otra vez.
-Taehyung.-sollozó sin detenerse mientras tomaba la ereccion de Taehyung entre su mano, comenzando a acariciarlo de arriba hacia abajo, haciendo que el mayor viera estrellas. Que sintiera que iba a llorar del placer.
-Dios no pares, a-ah, ah.-su cabeza echada hacia atrás, sus ojos cerrados debido a la deliciosa sensación, sus gemidos yendo directamente a la excitación de Jungkook.-Dios te amo, te amo.
-Eres mío.-afirmó Jungkook una y otra vez.-Eres mío, Taehyung.-su nombre siendo pronunciado como la mas bendita oración.
-Sí, s-sí.-siseó Taehyung mientras sentía que se rompería.
Y Jungkook no lo soporto más, en unas cuantas embestidas más, terminó por venirse dentro de su amado. El placer explotando en su vientre bajo, esparciéndose por su cuerpo y ser.
Taehyung lo sintió, el calor de ser llenado, el caliente cuerpo de Jungkook sobre el suyo, las mordidas juguetonas que ahora daba a su cuello, su mano aún trabajando en él. Y en un profundo gemido terminó en la mano del contrario.
Apretando su labio entre sus dientes, queriendo gritar de lo bien que se sintió, pero tratando de ahogar el placer en su boca.
Creyó que se desmayaría así, descansando por varios minutos con un cansado pelinegro en él y sobre él. Pero a pesar que Jungkook salió de su interior, aún lo sintió como parte de su ser cuando lo atrajo a su pecho.
Su corazon latiendo desbocado debido a lo que habían hecho.
No dijeron nada por algunos minutos, simplemente disfrutaron del ambiente tranquilo y lleno de amor entre los dos.
La respiración tranquila en el pecho de Jungkook hacía sentir a Taehyung como si estuviera siendo arrullado.
Se hubiera quedado dormido de no ser porque una mano acaricio su mejilla.
Su mirada enamorada se encontró con la de Jungkook, quien le miraba con un brillo especial, con un brillo de amor.
-¿Qué tanto me miras?-preguntó tranquilamente, sintiéndose sonrojar.
-No puedo creer que exista un ser como tú en este mundo.
Taehyung no dijo nada, bastante acostumbrado a los comentarios del chico, cerro los ojos y se acurruco aun mas cerca de el.
-Deberías tomar una foto, te durará más.-bromeó.
Cuando el pelinegro no dijo nada Taehyung abrió los ojos, para sorpresa de él, Jungkook aún lo miraba pacíficamente.
Su mirada siempre había sido su mas grande debilidad.
"Maldito seas Jeon Jungkook" fue lo que paso por la mente de Taehyung
-Déjame pintarte.
Taehyung lo miro, cuestionante, su ceja arqueándose en diversion.
-justo así-continuó el menor.-en mi cama. Ni siquiera tienes que levantarte.
Taehyung sonrió ante la idea, durante meses se había negado, pero sabía que el chico no dejaría de insistir, así que no queriendo quitarle aquella felicidad, asintió antes de enterrar su cara el cuello de Jungkook.
Sabía que no necesitaba estar despierto para que el chico hiciera lo que quisiese con su cuerpo.
Su amor era así, tan hermoso y especial que juraba que incluso podría amarlo aún más cuando se encontraban solo así, descansando y juntos.
Nada podría terminar una confianza y un amor tan intenso como aquel.
¿O sí?
Jungkook sacudió su cabeza tratando de olvidar aquel hermoso recuerdo que no traía más que dolor a su alma.
Antes solía pensar en Taehyung sólo cuando estaba triste, porque Taehyung era el placebo de su dolor.
pero, ¿qué se hace si tu placebo es la nueva fuente de dolor?
El alcohol se había vuelto su aliado. lastimosamente, cuando bebía, cuando olvidaba su nombre, se iba absolutamente todo, entre ellos el recuerdo de su amor por Taehyung.
Kim Taehyung era un ser hermosamente ilícito o por lo menos eso debería ser, por el poder que poseía. Pero comprendía que aunque ahora era un simple recuerdo, el dolor no podía ser más verdadero.
Porque así era el amor, había un gran precio a pagar cuando terminaba.
Y para infortunio de los enamorados, el cobro venía sin previo aviso, tomando todo lo que le pertenece y no importándole dejar en las ruinas a las pobres almas que lo habían encontrado sin desearlo.
Jungkook no pudo soportar más, el dolor, el hermoso y horrible recuerdo, no podia mas y suspiro cuando cayó de rodillas frente al gran cuadro. Lágrimas apareciendo en sus ojos.
Lo que daría por volver a acariciar esa piel, por volver a sentir que era digno de reclamar lo más cercano a la perfección que este sucio mundo poseía. Que su mundo poseía.
Si es que alguna vez fue digno de llamarlo suyo.
Taehyung debería hacerse responsable por todo el mal que su belleza traía a este mundo.
Era como ver al sol, la cosa más hermosa y poderosa que traía vida a este universo, pero cegador y abrazador si lo mirabas por demasiado tiempo.
De rodillas, derramando lágrimas frente al cuadro, Jungkook le rogaba a Dios o a cualquier deidad que le estuviera escuchando, llevarse todo de él, no le importaba si tendría que morir por ello. Si no podía sentir el amor y cariño de Taehyung, no quería sentir nada. No quería seguir respirando sin su sentido de vida.
Kim Taehyung.
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