El Lucky Cat jamás estuvo así de vacío, y eso era porque nadie se atrevería a ser tan estúpido como para salir de sus hogares ante aquella mortal situación. Los múltiples ruidos del exterior parecía una lluvia de disparos.

Permanecer en la cafetería y atestiguar tan cercanamente la negrura del cielo, hizo que su estómago se removiera de una forma desagradable. Algo le advertía que sería mejor no encender ninguna luz y permanecer en penumbras, sus instintos nunca antes habían sido tan insistentes.

No quiso avanzar más allá de la barra de pedidos. Contuvo las ganas subir presuroso las escaleras y encerrarse en su alcoba cuando un tipo pasó corriendo calle abajo. Desconocía que era peor, si que este se mantuviera como si fuese a ir a la guerra o si era el hecho de ser perseguido por dos luces flotantes.

— Ninguno contesta...

Ni Tía Cass ni Tadashi le respondían el celular. Se sorprendió a sí mismo al lamentar haberse negado a acompañarlos a la exposición de ciencias de su hermano en la ciudad vecina. Quedarse solo no fue la situación más favorable que pudo tocarle. 

Sin embargo, se suponía que uno de los amigos de Tadashi debió venir a supervisarlo. No creía que ninguno se arriesgara a aventurarse al café en esas circunstancias. Aún menos cuando, desde un segundo piso, podían distinguirse perfectamente a la distancia unos cuantos edificios consumiéndose en llamas.

"El número que ha marcado se encuentra fuera del área de servicio..."

Su paciencia llegó a su límite en el momento en que, por reflejo, se escondió detrás de la columna junto al mostrador. Un desfile de luces rojas, azules y amarillas pasaron frente a la cafetería. Vio claramente como una ascendió a la ventana del segundo piso del edificio de enfrente y provocó que la desafortunada chica que mantenía la luz encendida gritara.

Hiro Hamada siempre fue escéptico ante supuestos fenómenos paranormales. De una forma u otra, encontraba una explicación lógica ante los sucesos que se topaba. No obstante, por más teorías que formulara, ninguna lograba explicarle qué era lo que sucedía ahí afuera. No hallaba nada que respondiera la continua falta de luz solar.

Graduarse de la preparatoria a los 13 años y haber pasado las últimas dos docenas de meses inmiscuido en peleas de bots no fue la mejor opción que pudo elegir. Varias veces Tadashi intentó convencerlo de unirse a la Universidad de San Fransokyo pero, él, siempre se mantuvo renuente. 

Continuó intentando comunicarse con alguno de los dos, no obstante, era en vano. Desconocía si en el sitio dónde se encontraban carecía de electricidad, de ser así Tadashi lo solucionaría sin problemas, o no contaban con sus móviles por extraviarlos. Llamar y no ser respondido le estresaba.

— Espero que por lo menos estén bien...

Creer que no podría ocurrir algo más desastroso simplemente convocó la catástrofe. Visualizar como un cuerpo se acercaba tambaleante a la ventana de vidrio y se pegaba a esta, sólo hizo que cada fibra de su ser se paralizara por el miedo. Escuchar los jadeos hórridos del ente lo dejó de piedra

Percibía como su aliento empañaba el cristal y, a su vez, olfateaba en busca de algo que llevarse a la boca. Era una persona, o por lo menos, de antaño lo había sido. Ahora entendía los constantes disparos que escuchaba desde días atrás. 

La alarma de tornados seguía sonando, sin detenerse y sin dejarlo dormir tranquilo, aunque la app del estado meteorológico dijera que el día estaba despejado. La temperatura iba disminuyendo poco a poco y llevaba más de 72 horas continuas sin haber rastro alguno del sol.