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Capítulo 7

9 de febrero, 2021.

—Aquí me tiene, tal y como dije. ¿Se puede saber lo que quiere hablar conmigo? —Félix cruzó una pierna sobre la otra, y en una postura completamente despreocupada sonrió con falsa cortesía. —la verdad tengo muy poco tiempo.

—Señor Agreste.

—El señor Agreste es mi padre, diríjase a mi como Félix a secas, por favor. —corrigió seriamente.

—Bien, Félix. —respondió Nino con cara de pocos amigos, hoy definitivamente no tenía la paciencia suficiente para que un riquillo altanero comenzara a jugar con él. —si lo cité aquí es porque necesito que responda algunas preguntas.

—Asumo que esto no se considera un interrogatorio oficial. —giró su dedo señalando la oficina en general.

—Esto es sólo para conversar algunos detalles específicos. —El agente posó sus manos sobre el escritorio y no dejó de ver sus grises en todo momento, aún le sorprendía lo idéntico que era a la víctima del caso. —Cosas de rutina. —sonrió en breve. —como el porqué de repente le surgió el interés en dirigir la empresa de la que estaba a cargo su hermano.

—Creo que la respuesta a su estúpida pregunta es un poco obvia, agente. Por derecho soy quien debe tomar el lugar de mi hermano si él está incapacitado. Pero créame que tengo muy claro como se ve para mi todo este asunto de Adrien, sus ojos están puestos en mi, es sólo que yo no estaba en París cuando él desapareció.

—Es más consciente de la situación de lo que pensaba.

—No soy ingenuo y mucho menos estúpido.

—¿Por qué ahora y no antes? Podía pelear por el puesto de su hermano, pero no lo hizo. Después de todo, es el patrimonio de su familia.

—Creo que está metiendo la nariz donde no le corresponde. —soltó sin pelos en la lengua. —lo que pase con mi familia y la empresa; es un tema aparte de la desaparición de Adrien.

—Dice "desaparición", ¿por qué? ¿Tiene conocimiento de que encontramos el auto de su hermano y había rastros de su sangre en el?

—¿Quiere que diga secuestro? ¿Homicidio? ¿Asesinato? ¿Con qué tecnicismo se siente más a gusto? —comentó sin inmutarse. —si fuera un secuestro y quisieran dinero, habrían pedido un rescate; si querían desaparecerlo hicieron muy mal lanzando su auto al río con evidencia; y si mi hermano quisiera desaparecer por su cuenta... Muy su problema. —le restó importancia. —creo que son las mismas conclusiones a las que usted ha llegado, se nota que está un poco acorralado con este caso, ¿o me equivoco? —Nino apretó sus dientes y sonrió en breve.

—¿Sabe del atentado que sufrió su hermano con su esposa hace unos meses? —Félix lo miró fijamente, esperando que prosiguiera. —parece que no. Tengo entendido que se metieron por la noche en su casa, lo golpearon a él y a su esposa en la cabeza lo suficientemente fuerte como para casi matarlos. Por fortuna salieron ilesos, pero no quedó todo ahí... Por lo que he podido averiguar, su hermano estaba recibiendo constantemente amenazas por correo.

—A ver si entendí, ¿me acusa de haber atacado a mi hermano y a mi cuñada, además de estar enviándole amenazas por correo? —Nino cruzó sus brazos y guardó silencio. —es absurdo, ¿sabe por qué? Porque yo ni siquiera estaba aquí cuando eso pasó, sumándole el hecho de que yo no tengo contacto con Adrien desde hace años. Es más, no tengo contacto con mi padre hace mucho.

—Según todo lo que me dice, volvió a París por la empresa y no porque su hermano desapareció.

—Levantar la empresa es algo que está en mis manos, no soy policía y menos detective para buscar a dónde diablos está mi hermano. No hay forma de que logre mezclar los negocios con sentimentalismos baratos, no soy esa clase de hombre.

—Su tía Amelie...

El rubio no dejó de ver los ojos de Nino, parecía que incluso peleaban con la mirada y ninguno iba a flaquear aceptando una derrota.

—¿Qué hay con ella?

—Es quien había asumido la presidencia, ¿o me equivoco?

—Le aseguro que tengo una mejor visión en los negocios que mi tía. Si piensa que logrará que confiese algo que no hice, por supocisiones sin sentido, está muy equivocado.

—Está bien, Félix. Creo que no tenemos nada más que conversar, siento quitarle un poco de su preciado tiempo. Puede retirarse si así lo desea, a menos que quiera saber algo sobre la investigación de su hermano. —el rubio se puso de pie y con la misma actitud fría que llegó, se dispuso a marchar, ignorando completamente sus palabras. —una última cosa, ¿cómo sigue la señora Agreste? Debe tener más cuidado con los cortes, aunque no tiene de qué preocuparse si usted está ahí para ayudarla a altas horas de la noche. —sonrió cruzando sus brazos y Félix apretó sus puños con fuerza desmedida.

—Cuide sus insinuaciones, agente. —habló antes de salir por la puerta.

Nino quedó en completo silencio, maquinando en su cabeza todos los hilos que comenzaba a entrelazar y separar. En eso, el teléfono sobre su escritorio viejo de madera comenzó a sonar, despejó sus pensamientos y contestó al instante.

—Lahiffe al habla. —sus ojos se ampliaron con sopresa. —Así que desde septiembre... Félix Agreste está en París desde septiembre. —los ojos de Nino se oscurecieron, dio medio giro en su silla y volteó la pizarra que ahora tenía en frente, para escribir nueva información. —gracias, no tienes idea de cuanto me sirve esto. —colgó la llamada. —el mar puede ser agradable en la superficie, pero si te metes al fondo, resulta ser un lugar aterrador.

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Marinette recién había tomado asiento en el sofá de su sala cuando tocaron la puerta, con algo de fastidio miró a Luka quien estaba sumergido en un papeleo y volvió a levantarse para abrir. No tenía idea de quién podría ir tan temprano a verla, sus padres de seguro estaban atareados con la cafetería y Luka ya estaba ahí. Resignada abrió y se encontró con la tortuosa imagen que la perseguía en sueños desde hace meses, primero sintió una emoción nacer en su pecho, pero así como apareció también se esfumó cuando vio sus ojos grises.

—¿Qué haces aquí? —preguntó apática, inspeccionando de pies a cabeza su figura.

—Tenemos una conversación pendiente. — él entrecerró sus ojos y con total cautela vio la mano de ella envuelta en la venda que por la noche le habían puesto en el hospital. —sobre la empresa y sobre mi hermano.

—Creo que fui bastante convincente con lo que respecta a la empresa. Si quieres manejar las acciones de Adrien, tendrás que demostrar que eres capaz de seguir sus pasos.

—Eso no quiere decir que no pueda hacer méritos hasta que decidas. —ella rodó los ojos. —además, no es lo unico que quiero hablar contigo. Hoy me reuní con el agente Lahiffe. —el rostro de Marinette cambió completamente a uno lleno de preocupación, su boca se secó y los nervios acudieron a ella.

—¿Qué te dijo? ¿Encontró a Adrien? —tomó sus brazos con fuerza, aunque sus manos temblaran, y se acercó lo suficiente como para que Félix se sintiera incómodo. —¡dime!

—Primero que nada, sueltame. —frunció el ceño y quitó sus manos con brusquedad. —segundo, si no respiras no pienso llevarte al hospital por otra crisis de angustia. —Marinette respiró profundamente, dándose el tiempo suficiente para ordenar sus ideas y emociones. —me estuvo interrogando. Ahora sus ojos están puestos en mi, no sé cómo se enteró que quiero dirigir la empresa, pero por obvias razones es un motivo para que yo quiera que mi hermano no esté.

—Entonces no hay nueva información... —habló por lo bajo, casi hundiendo la cabeza entre sus hombros.

—¿Te parece poco que quiera inculparme por la desaparición de mi hermano? —se mofó Félix indignado.

—Tiene sentido que lo piense, la gente puede hacer todo por dinero. En la guerra se mata por un pedazo de pan, no debería sorprenderte que él sospeche de ti.

—No es que me sorprenda eso, me sorprende más tu reacción tan calmada.

—¿Y qué quieres que diga? Si el agente Lahiffe piensa eso por algo ha de ser, no voy a cuestionar su criterio. No te conozco, no confío en ti. —apuntó su pecho con su dedo índice.

—Adrien si lo haría. —Marinette parpadeó varias veces, ¿la estaba poniendo a prueba? ¿O intentaba de alguna forma hacerla vulnerable?

—Adrien no está. —lo vio con enojo, le indignada que él se atreviera a usar el nombre de su esposo para manipularla.

Se vieron en silencio por unos minutos, Félix le sostuvo la mirada y por un instante no la vio patética como la noche anterior, quizás se equivocó al decir que se hacía la fuerte cuando no lo era, pero no se lo diría, no mientras no mostrara más de esa Marinette segura.

—Marinette, ¿por qué tardas tanto? —Luka apareció a sus espaldas y quedó mudo cuando vio a Félix en la entrada.

—Lo siento, Félix ya se iba. —comentó sin la mínima pizca de simpatía en sus palabras. El rubio la miró con desprecio, para después enfocarse en los azules del varón detrás de ella.

—Félix Agreste. —le extendió su mano, ignorando completamente lo dicho por su cuñada. Luka la estrechó aún asimilando toda la sorpresa de tenerlo ahí. —asumo que eres el abogado de mi hermano.

—Amigo, más que un abogado. Pero si, yo me hago cargo de la mayoría de sus asuntos legales, incluidos los de Marinette. —Luka puso una mano sobre el hombro de la chica y le regaló una pequeña sonrisa para que cambiara su expresión tan seria. —¿todo bien aquí?

—Como dije, Félix ya de iba. —recalcó la azabache cruzando sus brazos con dureza. —creo que no tenemos nada más que discutir.

—Pero Marinette, estábamos viendo las cláusulas del acuerdo. Quizás sea bueno que él esté presente en esto.

—¿Cláusulas? —Félix alzó una ceja con curiosidad, sin dejar de lado la seriedad en su rostro por la confianza que mostraban ambos entre sí.

—Pensé que ya le habías dicho, Nette. —ella tomó el puente de su nariz con cansancio, lo que menos quería ahora era revelar eso. —Ella te cederá el poder para manejar las acciones de Adrien, estábamos arreglando los últimos puntos legales.

Los grises de Félix pasaron del rostro de Luka hacia el de Marinette en segundos, ella se veía avergonzada o quizás molesta, una mezcla de las dos, por un momento le pareció divertido su expresión y como su respiración se volvía notablemente más pesada.

—La verdad, creo que se le olvidó mencionar ese pequeño detalle. —habló con tono burlón.

—Luka. —gruñó Marinette viéndolo hacia arriba, apretó su brazo para que dejara de hablar y entendiera que aún no era momento de toda esa charla. —Félix tiene asuntos que atender.

—En realidad. —miró la hora en su reloj de muñeca y sonrió. —tengo todo el tiempo del mundo para discutir este asunto.

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—¿Quieres que trabaje en Gabriel's? —cuestionó Marinette completamente molesta. —¿es que acaso te volviste loco?

—Es lo más razonable, dijiste que querías que Félix manejara las acciones de Adrien como él lo hacía. ¿Qué mejor manera de saber que todo marcha bien? Obviamente tú estando presente en todo lo que él haga con la empresa.

—Luka, sabes perfectamente que el señor Agreste jamás permitiría que yo pisara la empresa para trabajar ahí.

—Pero el señor Agreste ahora no está presente, y al final será Félix quien maneje todo mientras. —el azabache se explicó con las manos, Félix sólo se mantenía en silencio, analizando la situación. —Nette, eres una excelente publicista. Estás a la altura de Gabriel's en todo sentido, el mismo Adrien quería tenerte como parte de su equipo.

—Pero yo no quiero tener nada que ver con esa empresa, lo sabes.

—Deja ese orgullo de lado y concentrate en los negocios. —interfirió el rubio por primera vez. —no es que me agrade del todo trabajar contigo si te portas de esta manera, pero lo que dice tu abogado tiene sentido. Si quieres que todo vaya según como mi hermano lo hacía, tendrás que estar al pendiente de todo, ¿qué mejor manera de hacerlo que estando  dentro?

Marinette calló, ¿es que nadie pensaba en cómo se sentía? A duras penas soportaba ver a Félix unos minutos y ahora tendría que verlo todos los días en el puesto de su marido, es demasiado cruel para su corazón y juicio. Lo único que más quería es que Adrien apareciera, pero parece que se empeñaban en olvidar el hecho de que había desaparecido y querían seguir funcionando como si nada.

Cuando llegó Félix ofreciéndole tomar poder de las acciones que le dejó Adrien, fue un completo alivio para ella, quitó un peso que realmente no quería sobre sus hombros, pero de todos modos no podía darle todo a la ligera, era el trabajo de Adrien de años. Años de esfuerzo, años de desvelos, años de estudios y caídas, claro que no podía llegar y olvidarse de todo eso porque no quería cargar con esa responsabilidad.

Sólo por un instante quería ser un avestruz y enterrar su cabeza en la tierra, olvidarse de todo lo exterior y llorar todo lo que quisiera, porque estaría en su hueco para poder hacerlo sin problema. Pero los avestruces no pueden vivir por siempre así, es más, ni siquiera meten la cabeza en la tierra para empezar, sólo se agachan lo suficiente al sentir peligro y luego corren hacia adelante, y es precisamente lo que debía hacer ahora.

—Marinette, hablemos un momento afuera. —Luka sostuvo sus hombros e hizo que se levantara del sofá. —discúlpanos un momento, Félix. —el rubio sólo asintió como respuesta y los vio desaparecer.

Ella se mantenía aún en silencio, sin osar levantar la vista hacia Luka, porque sabía muy bien acabaría desarmandose otra vez.

—Escucha, sé que esto es muy difícil para ti. Es prácticamente como tener a Adrien sentado en la sala. —murmuró algo decaído. —pero si les prestas algo de atención te darás cuenta que realmente no se parecen en nada.

—Ya lo sé.

—Entonces no deberías tener problemas si te lo topas en la empresa. Puedes hacer esto, es cosa de que despejes tu mente un poco.

—¿Crees que se tome a mal si le pido que me abrace un momento? —sollozó y él no pudo hacer más que envolverla con cuidado. Marinette apoyó su frente en su pecho y se permitió dejar las lágrimas caer.

—Es probable que si, pero yo puedo hacerlo en su lugar. Sé que no es lo mismo, yo también lo extraño mucho, Marinette. Sólo nos queda ser fuertes, y enfrentar esto de la mejor manera. —acarició su cabeza lentamente. —soy testigo de todo lo que pasaste con la prensa y los interrogatorios.

—Siento que me voy a volver loca, el tiempo pasa y no hay pistas de nada. Me da miedo perder la esperanza de que regrese a salvo, tengo miedo de acostumbrarme a este dolor sofocante, incluso tengo miedo de preferir que me digan que lo encontraron muerto, sólo para calmar esta incertidumbre.

—Hey. —la separó un poco y limpió sus lágrimas con cuidado. Tomó su mano izquierda y le mostró el anillo que aún estaba en su lugar. —¿recuerdas lo que Adrien dijo ese día? —ella asintió. —entonces confiemos en que regresará. —ella se mantuvo observando su anillo por un prolongado tiempo, quizás más de lo que Luka había pensado que lo haría.

—Si no fuera por ti... —musitó. —no sé qué hubiera sido de mi. Gracias, Luka. No tengo idea lo que hice para merecer un amigo como tu.

—Casarte con mi mejor amigo. —palmeó su cabeza dos veces. —deberíamos entrar o la copia de Adrien podría cambiar las cláusulas del contrato, mientras no estamos. —bromeó por lo bajo.

—No me sorprendería la verdad, pero me encargaré de hacer que cumpla lo que acordamos.

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—Las conseguí, Marinette me cedió todas las acciones. Pero tenemos un problema. —Félix estacionó el auto para hablar con más libertad. —Ella comenzará a trabajar en Gabriel's a la par conmigo.

—¡¿Acaso te volviste loco?! ¡Eso no era parte del plan!

—Lo tengo claro, pero debía seguirle la corriente o no me daría nada. Puede ser muy audaz cuando menos te lo esperas. —suspiró con cansancio. —como sea, ahora podré tener el control de toda la empresa y nada se me escapará.

—Si tu lo dices, sólo espero que esto no repercuta para peor. Si ella estará ahí tendrás que ser más cauteloso de lo usual.

—Nada que no haya hecho antes.

—¿Cómo te fue con el agente?

—Sospecha de mi, tal y como lo supuse. Pero no podrá encontrar nada, y si lo hace tengo la coartada perfecta.

—Está bien, debo colgar. Hablamos después, ten cuidado.

La llamada se finalizó. Félix se mantuvo absorto en sus pensamientos, golpeó el volante con su puño y apretó sus dientes con fuerza.

—Luka Couffaine. —pronunció por lo bajo, hasta que otra llamada entrante interrumpió su momento de ira. —Ya sé lo que dirás, Chloe. Pero no necesito tu apoyo en la empresa.

—¿Por qué piensas que quería ayudarte?

—Porque te conozco. Y por lo mismo aprovecho de decirte que estás hablando con el nuevo presidente de Gabriel's, ahora puedes llamarme jefe, presidente, como tú prefieras.

—Idiota, ¿cómo conseguiste que te cediera todo?

—Tengo mis métodos.

—Iugh, que asco.

—¿Qué demonios estás pensando? Asquerosa.

—No lo sé, pero tampoco quiero saber. Nos vemos en la empresa entonces.

—Lo que tu digas. Por cierto, no le menciones nada a mi padre o a mi tía aún, quiero que sea una sorpresa.

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