Capítulo 56
6 de diciembre, 1987.
Después de casi una semana ya tenía claro lo que iba a decir, pero eso no quitaba el enorme peso que sentía sobre sus hombros. Si bien ya estaba acostumbrado al dolor constante de los golpes, esta vez sus heridas habían tardado en sanar y no se podría decir que había logrado ocultarlas, pero ya no podía dejar pasar más tiempo.
Gabriel tronó sus dedos, respiró profundo y sereno como acostumbraba mostrarse, caminó hasta la puerta principal de las Vanily, golpeó tres veces y no pasó mucho tiempo para que el mayordomo de confianza le abriera. El hombre mayor lo observó preocupado por su estado, mas no hizo ninguna pregunta ni mucho menos ningún comentario, lo cual el joven aspirante a diseñador agradeció mentalmente.
—Necesito hablar con Amelie. —dijo con seriedad. Sabía que su prometida se encontraba en casa a esa hora, ya no se trataba de buscarla sólo con la excusa de ver a la otra joven de "casualidad".
El mayordomo asintió y como acostumbraba le cedió el paso en confianza, para él Gabriel era un joven que lamentablemente cargaba muchas cosas que a su corta edad no merecía, casi tanto como las jóvenes bajo su cuidado, lo cual sólo lo hacía entristecer para sus adentros. Los chicos de su edad sólo tenían que preocuparse por cosas banales, disfrutar la vida sin restricciones, pero la realidad era más compleja para algunos.
—Ella se encuentra en el despacho. Pasó la noche estudiando algunos documentos. —agregó con clara intención de hacerlo retorcer con lo que fuera que Gabriel diría, ya que no había visto muy bien a la señorita Amelie últimamente.
—Bien. —Gabriel sólo siguió su camino, nada lo haría retroceder a estas alturas, nada ni nadie.
Abrió la puerta de la oficina, no se permitió mantener la formalidad, netamente porque la ansiedad lo comía por dentro. Amelie levantó la cabeza, se notaban las ojeras bajo sus ojos verdosos, iba a replicar diciendo que no necesitaba nada cuando se dio cuenta que era Gabriel quien estaba ahí.
—¿Qué te ha pasado? —sus verdes se abrieron de sobremanera al ver evidentes hematomas en el rostro de su prometido, sus ojos hinchados y su labio partido, al igual que una de sus cejas, no quería ni imaginar cómo estaría su cuerpo, ya que en cosa de segundos ya había visto sus muñecas con vendajes.
Amelie se levantó rápidamente y sostuvo sus mejillas con cuidado, casi se podría decir que sus ojos se habían cristalizado por la preocupación, lo examinó como si de un niño de cinco años se tratara.
—¿Quién te hizo esto? ¿Viste un médico? —cuestionó con la voz rota. —Gab, dime algo.
Iba con determinación, iba completamente seguro de lo que haría, pero la calidez que le demostraba Amelie lo derrumbó. Tomó sus muñecas y apoyó su frente en la de ella para calmarla, su labio comenzó a temblar, cerró sus ojos con dificultad y varias lágrimas cayeron; la rubia quedó en shock, nunca antes lo había visto así.
—He... He venido porque... —murmuró con dolor. Se cuestionó lo egoísta que sonaba en su cabeza las razones por la que rompería el corazón de esa bella mujer.
—Gabriel, por favor cálmate. —lo abrazó con un sentimiento amargo. —tranquilo. Primero cálmate.
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—¿Te encuentras mejor? —preguntó Amelie sentada a su lado, el joven sólo asintió bebiendo la taza de té que le había ofrecido. —¿no me dirás quién te lastimó así?
—No creo que sea necesario.
—Entiendo. —el silencio reinó nuevamente, pero duró poco. —No te he visto en varios días, por como estás he de suponer que no querías que te vieran así.
—No podía moverme mucho, pero estoy mejor.
—Ahora entiendo porque tu madre llamó varias veces. —Gabriel la miró extrañado.
—¿Mi madre llamó?
—Sí, pero actuaba de manera extraña. Era como si quisiera saber de ti, pero al mismo tiempo no te mencionaba directamente. —sus puños de apretaron tras cada palabra. No quería ni imaginar cómo su padre la tendría amenazada. —yo no estuve muy pendiente porque tenía mucho trabajo... De haber sabido que algo te había pasado...
—Amelie, no te culpes. Yo no quise involucrarte, así que no lo sobrepienses.
—¿Fue tu padre? —cuestionó viéndolo fijamente. —¿fue él?
—Eso no importa.
—¿Dónde estuviste estos días entonces? ¿Tampoco puedes responderme eso?
—Amelie... Por favor...
—Bien, no preguntaré entonces. ¿Qué quieres? Viniste por un motivo, y claramente no es para pedirme ayuda o lo habrías hecho en el momento que te hicieron eso.
Gabriel suspiró, dejó la taza sobre la mesa pequeña frente a él, se atrevió a tomar la mano de la chica con temor, pero viendo que no era rechazado la vio a los ojos.
—Comenzaré mis estudios el año que viene. Mi padre está completamente en contra de como quiero seguir mi vida, por lo tanto... Yo... No quiero que estés involucrada conmigo. No quiero que te vuelvas el punto de mira para él ni nadie relacionado. Las puertas se me cerrarán, eso lo tengo claro... Él se encargará de eso. Eres quien menos merece estas complicaciones, Amelie.
—¿Estás rompiendo nuestro compromiso?
—Ambos nos buscamos con segundas intenciones, hay cariño de por medio... Eso está más que claro. Yo te admiro muchísimo, te volviste muy valiosa para mi, pero no hay amor... Tú tampoco me amas a mí. Nos necesitábamos que es diferente, y en algún momento creo que encontrarás a alguien que te dará todo lo que yo no, no creo que debas estar atada a alguien como yo.
—Gab... Te quiero muchísimo. —Amelie comenzó a llorar, sentía un extraño dolor en el pecho, era como perder a alguien muy preciado de repente. —perdóname por haberte usado de esta manera... Y-yo...
—Oye. —él movió su cabello tras su oreja y le sonrió para después secar sus lágrimas con su pulgar. —somos amigos, ¿verdad? Estuvimos de acuerdo en mantener esto por el tiempo que más pudiéramos. Si te preocupa tu secreto, sabes que está a salvo conmigo. Nunca saldrá de mi boca ni una sola palabra. —Amelie lloró con más fuerza y se abrazó a su cuello.
—Debo ir a Londres a ver algunos negocios, lo usaré como excusa para nuestro rompimiento.
—Gracias... Siempre estaré en deuda contigo por haber aguantado tanto de mi familia.
—Soy yo quién debe agradecerte. No te alejes por favor, aunque ahora tendremos que fingir, sabes que puedes contar conmigo.
—Lo sé.
Hablaron media hora más, acordaron lo que dirían a la prensa si los tomaban por sorpresa, pero era obvio que ambos desaparecerían del mapa. Quizá no habían comenzado de la mejor manera, pero eso mismo los llevó a consolidar una amistad que duraría años más adelante.
Se despidieron con cariño, Gabriel pensó que sería más difícil pero resulta que todo lo que en algún momento le complicó tanto la cabeza, era más simple de lo que imaginaba. Amelie realmente era una persona que encajaba muy bien con él, tanto que desarrollaron amor, pero era más un amor platónico que nada, ya que en el corazón sólo una persona tenía cabida.
Gabriel se retiró más tranquilo, así se sentía solucionar un conflicto, ya había olvidado la sensación de paz. Sus estudios fueron la excusa perfecta para no revelar los sentimientos que tenía por la hermana menor de su ex prometida, sabía que no iba al caso aquella información, porque ya estaba decidido a dejarla ir, porque no se perdonaría volver a lastimarla como había hecho.
Poner a Emilie entre la espada y la pared es un error que no podría perdonarse nunca, para sí mismo había sido muy infantil todo ese tiempo; la distancia haría que ese amor fuera durmiendose, quedaría como un buen recuerdo, era lo mejor. Seguiría su vida y ella también. Emilie era mucho más fuerte que él a su parecer, así que no se le haría difícil.
La menor de las Vanily iba de paso por el vestíbulo cuando se topó a Gabriel saliendo del despacho, sus ojos se encontraron inevitablemente , el pecho en ambos se estrujó, más el de ella; ya que lo veía todo lastimado; tuvo el impulso de correr a sus brazos para pedirle explicaciones de su estado, pero al ver que Gabriel sólo le sonrió formal, sus pies se congelaron casi tanto como sus ojos. Gabriel marcó una línea invisible entre ambos, una que no estaba preparada para enfrentar, aunque se lo hubiera pedido infinidad de veces.
—Cuídate, Millie. —fue lo único que dijo el joven, obligándose a salir lo antes posible de aquellos verdes prados llenos de preocupación.
Emilie llevó ambas manos a su pecho, viéndolo salir por la puerta principal, su respiración se detuvo varios segundos hasta darse cuenta que esas palabras eran una despedida definitiva. Su corazón dolió lo suficiente como para llenar sus ojos de lágrimas. Su primer amor se había marchado, y tenía la extraña sensación de que no lo volvería a ver en mucho tiempo.
¿Por qué dolía tanto? ¿No era eso lo que quería? Se lo había pedido demasiadas veces, entre besos y entre desprecios.
No tenían un futuro, nunca sería posible. Ese amor sólo debía quedarse como un sueño y nada más.
¿Entonces por qué quería ir tras él tan desesperadamente?
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—¿Qué se te ofrece, Alim? Creo que en la última junta todo quedó bastante claro. —Amelie alzó una ceja curiosa., estaba cansada, había sido un día muy largo.
—No vine por negocios, Amelie. Hablemos sin formalidades, nos conocemos hace mucho. —la joven asintió y lo vio atenta.
—Cuéntame entonces. ¿Qué sucede?
—Sé que tú compromiso con Gabriel se ha roto.
—¿Él te lo dijo? —Alim asintió y frotó sus manos.
—Supongo que viste el estado en el que se encontraba. Estuvo en mi casa recuperándose, asumo que no quiso decirte nada.
—Estás en lo cierto, de todos modos me alegra saber que te tenía en ese momento. Gabriel puede ser algo terco.
—Lo sé más que nadie —el de ojos azules río brevemente. —y por lo mismo vine. Sé que él no te dijo todas sus razones por las que terminó su compromiso.
—¿Qué quieres decir? ¿Tendría que haber algo más?
—Para empezar, ¿Qué es exactamente lo que te dijo Gabriel? Te veo bastante tranquila y sé la razón. Sé que no estás enamorada de Gabriel, de hecho sé la razón por la cual te acercaste a él en primer lugar, te conozco muy bien.
—Alim, explícate.
—Usaste a Gabriel para tapar el amor que sientes por alguien, ¿no es cierto? Todos estos años armaste una reputación bastante promiscua a ojos de la sociedad, pero yo sé qué no eres realmente así. De hecho Gabriel se dio cuenta del verdadero valor como persona que tienes, por eso también le fue difícil dejar este teatro.
—No creo que sea algo en lo que debas meterte. Si Gab y yo decidimos seguir esta farsa es cosa nuestra. No tienes el derecho de...
—Lo tengo. —atajó sus palabras. —Gabriel es mi amigo. Es una persona tan terca y obstinada... Es un idiota que no se permitirá ser feliz sólo para proteger a los demás, al igual que tú. —Amelie comenzó a enfadarse, no entendía a qué iba con esas cosas. Alim siempre tuvo una increíble facilidad para ver a través de ella, se podría decir que era una cualidad que a veces detestaba. —¿Quieres que él sea feliz?
—Propuesto que sí. A pesar de que esto fue un compromiso arreglado por Armand Agreste, le deseo completa felicidad.
—Entonces te diré la verdad. Me sorprende incluso que no te dieras cuenta, pero no te culpo... Al menos no por completo. Gabriel tiene mucha culpa también aquí, ese idiota...
—¡Habla claro, Kubdel!
—Todo esto me incumbe porque Emilie está involucrada.
—Espera un momento, ¿qué tiene que ver mi hermana aquí? —Alim río nuevamente. —¡habla de una vez! ¿Qué sabes? ¿Emilie te dijo algo?
—Dios mio, Amelie. Estuviste tan ocupada en todo lo de la empresa, incluido tu compromiso que ni siquiera te diste cuenta de los sentimientos de tu hermana, incluso teniendo tan cerca a Gabriel no te diste cuenta de lo que sentía él. —Amelie pasó del enojo al desconcierto y Alim decidió ser claro de una vez. —Gabriel se está alejando de todos porque ama con locura a tu hermana menor. No es sólo porque su padre lo tenga con la soga al cuello. Gabriel está enamorado de Emilie, y lo mejor de todo es que ella lo está de él.
—No es posible porque... No... Emilie me lo diría. Ella...
—¿Te lo diría? Hablas como si no la conocieras. Emilie se enamoró del prometido de su hermana, ¿crees que ella se atrevería a decírtelo? ¡Incluso Gabriel no se atrevió a decírtelo! ¿Qué harías en su lugar? Él se enamoró de la hermana de su prometida, por donde sea que lo veas es una completa complicación atreverse a ser sincero.
—Gabriel y Emilie... Ellos...
La puerta se abrió y detrás de ella Emilie hizo aparición con sus cejas fruncidas.
—¿Qué mierda estás hablando, Alim? —cuestionó viéndolo con completa desaprobación.
—Yo sólo vine en nombre del amor. —se burló de ella con ternura, pero la rubia menor sólo lo veía con enojo. —mi mejor amigo necesita un empujón y mi pequeña renacuajo también.
—¡Cállate! ¡No tienes ningún derecho! —las mejillas de Emilie estaban completamente rojas y su respiración agitada, sus manos llenas de tierra estaban hechas puño en ese instante. Parecía que en cualquier momento se iría contra Alim para ahorcarlo.
—¿Es verdad? —Amelie se levantó de su sitio y enfrentó a su hermana. —Milie... Dímelo.
—No. —Emilie miró el suelo, buscando algún consuelo. No quería ver la decepción y dolor en los ojos de su hermana, no lo soportaría. —Alim está mintiendo.
—¿Qué gano yo mintiendo? —se jactó el joven.
—¡Cállate, Alim! —dijeron ambas al unísono, haciéndolo saltar en su sitio.
—Emilie. —la mayor tomó sus hombros con fuerza. —dime la verdad... Tú y Gabriel... ¿Ustedes se quieren?
—N-no... Es mentira... Y-yo...
—Milie, mírame. —la menor negó con la cabeza al borde del llanto. —mírame, no estoy enojada. Por favor dime la verdad, en serio no estoy enojada.
Todo fue muy rápido, en el instante que escuchó a Alim decirle la verdad a su hermana, quiso morir. No estaba preparada para enfrentarla sola. Dentro de todas sus fantasías diciéndole la verdad a su hermana, Gabriel siempre había estado con ella para sostenerla, pero ahora no era así y la culpa y el dolor caían sobre sus hombros.
Las lágrimas cayeron por sus verdes, grandes gotas saladas tocaron la alfombra bajo sus pies. Se había vuelto de repente una niña indefensa, todo sentimiento guardado ahora estaba explotando, todos esos secretos y mentiras fueron un mar que arrasó con la barrera qué construía cada día.
—Gabriel... Él se fue... —Emilie comenzó a sollozar. —Dijo que me cuidara. Él me abandonó... Y-yo lo he lastimado tanto... ¡No quería lastimarlo! ¡Perdón! ¡De verdad lo siento mucho! ¡No sé cómo pasó! Simplemente pasó... No sé en qué momento yo... Y-yo... ¡Le dije tantas cosas horribles! ¡Él estaba tan golpeado y ni siqueira fui capaz de preguntarle si estaba bien!
—Perdóname. —Emilie abrió sus ojos cuando sintió los brazos de su hermana rodearla. —perdón por no darme cuenta de todo. Perdón por hacer que sufrieras en silencio todo este tiempo. Debiste decírmelo... Dios... Debiste decirme lo que estaba pasando.
—Bueno, mi trabajo aquí está hecho. Las dejaré hablar, yo iré a hablar con cierta persona sobre esto, es probable que me vean golpeado dentro de poco. —Sin decir nada más, Alim dejó un beso en la cabeza de ambas hermanas y salió del lugar.
Satisfecho con su obra, dejó el aire salir cuando escuchó el llanto de las gemelas desde fuera. Sus azules conectaron con otros azules que lo veían con aprobación.
—Gracias por su intervención, joven Alim. —el mayordomo hizo una pequeña reverencia.
—No es a mi a quién deberían agradecer de todos modos, pero este secreto quedará entre usted y yo, señor Sanccour.
—Ambos sabemos que de todos modos habría intervenido en algún momento.
—Lo que sea por mis amigos.
—La señorita Emilie llevaba mucho tiempo deprimida, era difícil no hacer nada.
—Lo sé. —Alim iba a seguir con su camino, pero el hombre habló nuevamente.
—El joven Gabriel... ¿Cree que él volverá? Me preocupa que la señorita Emilie y él no puedan mantenerse en pie por la distancia.
—¿Tan así es lo que sienten?
—Joven, ¿conoce esos pajaritos que dejan de querer la vida cuando su pareja muere? Ellos... Son exactamente como esos pajaritos. Creo que han encontrado un amor con doble filo, es aterrador pero al mismo tiempo tan sublime, no puedo describir lo hermoso que se siente verlos juntos. Irradian una felicidad que no deja de desbordarse.
—Entiendo... —Alim sonrió. —no se preocupe señor Sanccour, yo me encargaré de que Gabriel vuelva para aclarar todo esto. Él prometió que no lastimaría a Emilie, sino se las verá conmigo.
—Entiendo. Que tenga buena tarde, joven.
—Lo mismo digo.
"Te encontré; mi vida, mi otra mitad, mi sol cada mañana y mi luna en cada descanso. Sé que no podré amar a nadie más como te amo a ti, porque la vida no tenía sentido antes de conocerte, porque respirar no tiene sentido sin tu existencia. Te encontré y no te dejaré ir jamás, aunque me pase el tiempo en otro lugar, me basta con saber que perteneces a mi corazón, aunque sea un amor que guarde en mi alma. Te encontré, sólo eso me basta para hacerme sentir completo. Mi vida cobró sentido cuando aquella mariposa se reflejó en tus ojos, cuando la magia me mostró tu sonrisa e ilusión en tu armoniosa voz. Te amaré aunque muera, te amaré incluso en otra vida; renaceré y volveré a amarte, porque sólo puedes ser tú mi presente, pasado y futuro.
G. A."
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