Capítulo 51
29 de abril, 2021.
Félix bajó las maletas de su auto, las dejó sobre la acera, le abrió la puerta a Marinette, quien mantenía su cabeza viendo el suelo en todo momento y tomó sus hombros volteandola hacia él.
—Estarás mejor aquí, lo sabes. No puedo dejarte sola en esa casa, aparte de que es peligroso...
—Entonces... ¿Por qué no me llevas contigo? —susurró viendo su corbata, sin llegar a ver sus ojos.
—Ya lo hablamos, Marinette. Toma un descanso, no es necesario que vayas a trabajar si no te sientes bien, yo me haré cargo de todo. Mírame... —él levantó su mentón para que lo viera a los ojos. —¿quién soy?
—Mi cuñado. —asintió con su respuesta. —no estoy tan loca, ¿si? Sólo esto me pasó la cuenta... Pero no quiero estar lejos de ti. —Félix respiró profundo. Estaba vulnerable, por primera vez Marinette bajaba la guardia con él y no le gustaba, porque cualquiera podría lastimarla en ese estado, además que no se sentía capaz de ser en apoyo de nadie. —no es porque piense que eres Adrien. Es porque... Me mantienes con los pies en la tierra.
Ahora podía confirmar lo que Adrien alguna vez le dijo sobre su hermano, y es que Félix realmente era muy amable, pero nunca lo demostraba, al menos no de maneras muy convencionales; y a estas alturas estaba segura que podía confiar en él. La abrazó en su momento de más debilidad y compartió con ella el dolor de la pérdida que sentía, permaneció ahí incluso cuando llegó a confundirlo con su esposo, aguantó cada estupidez que hizo en la desesperación, no le importó ser cruel con tal de mantenerla cuerda y debía agradecerle, porque prefería mil veces cruda verdad que falsas promesas.
—¿Cómo llegamos a esto? —él intentó reír, pero no le salió del todo. —empezamos como perros y gatos.
—El dolor une a las personas. —Marinette lo abrazó con fuerza, a pesar de que sabía que él no correspondería. Respiró profundo aquel perfume con olor a madera y pino, para reforzar la idea de que no era Adrien, a pesar de sentirlo similar.
—Supongo que tienes razón.
—Eres más parecido a él de lo que imaginas. —Félix se tensó, nunca nadie le había dicho algo así antes. Lo único que siempre oía era lo perfecto que era su hermano a ojos de todos y ese contraste que hacían por como resolvían los conflictos. —Adrien guarda muchas tristezas, me costó demasiado que me las dijera... Tú eres igual, sólo que te muestras más hostil. Prefieres guardar las apariencias con indiferencia, en cambio, Adrien siempre sonreía. Era tan doloroso verlo sonreír porque sabía que se guardaba la pena... En algún punto él no pudo soportarlo más; estaba tan cargado de responsabilidades y heridas, que explotó cuando lo llevé al límite. Adrien es muy fuerte, y tu también lo eres Félix. —Marinette tomó más distancia y llevó una de sus manos a su mejilla, viéndolo fijamente. —los dos son las personas más fuertes que he conocido en mi vida.
Aquellos ojos azules reflejaban algo detrás, podía sentirlo, algo que sólo una persona aparte de Adrien sabía, algo que esa persona jamás diría porque ya no caminaba por este mundo.
—T-tú... ¿Sabes? —ella le sonrió y luego formó una línea con sus labios asintiendo con lágrimas en sus ojos.
—Él me lo dijo. Adrien me lo dijo hace varios años. —Félix puso su mano sobre la de Marinette en su mejilla y quiso soltarse a llorar como si fuera un niño, porque la calidez que ella le daba lo hacía sentir tan vulnerable, y a pesar de querer levantar miles de barreras en ese instante, ella con sólo verlo las derribó una y otra vez.
Entendía porque Adrien se había enamorado de ella, entendía ese poder que Marinette tenía sobre su hermano, ahora comprendía porque incluso cuando estuvo al borde de la muerte deseaba permanecer en sus brazos para dar su último aliento.
—¿Él realmente lo dijo?
—Fui con Adrien a terapia durante mucho tiempo.
—Adrien nunca me dijo que lo sabías. —sonrió con mucha tristeza y ella bajó su mano. —Adrien siempre es así, ¿sabes? Puede estar arrastrándose por brasas y se mantiene firme ante todo. Ya no me sorprende que no me dijera que vio un especialista, de seguro pensó que me preocuparía.
—Era necesario que lo hiciera. Sus pesadillas se volvían cada vez peores y sus crisis también. —los ojos de Marinette se volvieron tristes y nostalgicamente preocupados. —Hubo un tiempo en el que no salió por casi una semana del departamento; tu padre estaba vuelto loco pensando que yo no lo dejaba ir a sus sesiones o clases, pero la realidad era muy distinta.
—¿Qué tanto sabes?
—Sólo lo que él se sintió preparado para decirme... Nunca mencionó nombres, siempre quiso protegerme con la ignorancia de ciertas cosas, pero sé que tu familia está involucrada, porque nunca quiso hacerme parte de ninguno.
—Creo que es primera vez que hablamos de mi hermano sin sacarnos los ojos. —Marinette sonrió.
—Puedo decirte todo lo que te perdiste estos años. —Él llevó por inercia una mano a la cabeza de Marinette; le recordó a su hermano cuando era niño, con una sonrisa similar y llena de inocencia. Pero rápidamente recobró la compostura y tomó distancia.
—Podemos hablar en otra ocasión. Es mejor que entremos.
Félix tomó la maleta y la arrastró detrás de Marinette hacia la puerta de la casa. Cuando los padres de la chica abrieron y vieron a Félix, casi se cayeron de espalda. A Marinette le tomó algunos minutos explicarles que era el hermano de su esposo, quien ahora se hacía cargo del puesto de Adrien en la empresa.
Tom se hizo cargo de la maleta de su hija llevándola hacia su antigua habitación, Marinette lo siguió detrás, parecía más animada con las historias que le contaba su padre sobre clientes en la cafetería.
Félix mantuvo sus ojos en ella hasta que se perdió por las escaleras con el suegro de su hermano, mas frente a sus ojos apareció una taza de té, parpadeó un par de veces antes de aceptarla.
—Por favor, espero te sientas a gusto. Sabíamos que Adrien tenía un hermano gemelo, pero nunca imaginamos tal parecido. —siguió los pasos de la mujer hasta la sala, ambos tomaron asiento viéndose en silencio.
—Entiendo que debió ser algo impactante. —comentó, a lo que Sabine sonrió amable. —Me disculpo si los importunamos, pero creí que lo mejor sería que Marinette pasara unos días con ustedes.
—Nosotros le pedimos que se viniera cuando... —Sabine de pronto guardó silencio y él lo comprendió, se refería a su pérdida.
—Lo sé... Ella me lo ha contado.
—Si ella lo hizo quiere decir que confía en ti, puede ser muy terca a veces. Pero me alegra que pudiera encontrar apoyo en ti, aunque me preocupa que le afecte mucho... Ya sabes; el parecido entre ustedes. Marinette ha sufrido mucho desde que Adrien desapareció... Y me duele tanto no poder serle de ayuda a mi hija, a pesar de llamarla e ir a visitarla, se hace la fuerte y me echa lo mas rápido posible.
—Creamos barreras para que no nos vean vulnerables.
Sabine sonrió con nostalgia, dejó la taza sobre la mesita de centro frente a ella y se levantó yendo hacia un mueble donde sacó un libro grueso y grande.
—Mira... —se sentó junto a Félix y aunque él odiara mucho el contacto con extraños, se quedó quieto en su lugar, dejando que la mujer le mostrara el libro.
—Es Adrien... —susurró tomando con sus manos el álbum para ver más claramente la fotografía. —está muy joven aquí.
—Creo que debe haber tenido unos quince años o dieciséis. Fue la primera vez que vino a la casa; Le tocó hacer un trabajo con Marinette ¡Dios mío, pobre Adrien! ¡Que niña tan atolondrada! Se veía tan concentrado leyendo que Tom le sacó una foto para recordarle a Marinette cómo debía de estudiar realmente. —la mujer rió con gracia. —Adrien era tan dulce... Siempre lo quisimos como si fuera un hijo. Era educado y risueño, no perdía oportunidad para hacer reír a Marinette, y no había forma en la que no quisiera ayudar a limpiar después de la cena cada vez que venía. No le fue difícil ganarse nuestro afecto en ese entonces, incluso cuando su padre hizo un escándalo, estaba tan avergonzado y no paraba de disculparse con nosotros.
—Gracias... —Soltó de repente haciendo que Sabine se sorprendiera y quedara sin palabras. —gracias por darle todo esto a mi hermano. Me siento más tranquilo al saber que los tuvo en su vida cuando crecía.
—Querido Félix. —Sabine tomó su mejilla como anteriormente lo había hecho Marinette, a pesar de que él se veía intimidante y que era un adulto, a su ojos era como un cachorro asustado, tal como vio a Adrien en su adolescencia. —No tienes nada que agradecer. Además, no sólo Adrien es parte de esta familia, tú también. Si tienes algún problema puedes acudir a nosotros, ¿si? Las puertas de los Dupain siempre estarán abiertas para ustedes.
—Mamá a Félix no le gusta que lo toquen. —apareció la voz de Marinette y ambos voltearon hacia la escalera, viendo la expresión molesta de la azabache. Félix sonrió por su comentario y aclaró su garganta volviendo a ver las fotografías.
—Por dios niña, sólo hablábamos cosas de grandes.
—Lo dices como si tuviera quince años. —Marinette acabó de bajar las escaleras y se acercó al sofá. —papá dice que subas por no se que cosa.
—Tu padre nunca encuentra nada. —Sabine se levantó refunfuñando y agitó sus brazos yendo hacia el piso de arriba.
Marinette vio a Félix de reojo y algo dudosa se sentó a su lado, él actuó indiferente con su orecencia pero de todos modos movió el álbum para que ella comenzara a verlo junto a él.
—Ese fue para un verano. —comentó cohibida por los sentimientos de nostalgia que se apoderaban de su corazón. —papá quiso ir de pesca con Adrien, así que armamos un viaje de campamento.
—Se ve que la pasaron bien.
—Dijiste que no me haría bien estar en nuestra casa, es sólo que... Aquí también está lleno de recuerdos con él.
—Pero no estarás sola. —Félix pasó la hoja y se centró en la fotografía de Adrien junto a Marinette sentados a los pies de un árbol en algún parque.
—En ese lugar nos hicimos novios. —agregó dándole más significado a la imagen.
—Discúlpame... —murmuró a lo que ella no pudo más que guardar silencio, esperando alguna explicación. —nunca he querido lastimarte de ninguna forma, es sólo que Adrien es lo más importante que tengo y no puedo confiar en nadie. Tengo malas experiencias confiando en la gente. No tenía cómo saber si eras de confianza.
—No es necesario que...
—Es necesario. De haber sabido que tu estabas...
—Félix, ni siquiera yo sabía que esperaba un bebé. Y no puedo hacer nada, ya no puedo hacer nada... Lo bueno de todo esto es que hemos podido conocernos mejor, y cuando Adrien vuelva estará feliz por nosotros.
¿Y si Adrien no volvía? Era bueno ocultando sus miedos y sufrimientos, pero ahora estaba a la deriva, porque no tenía la menor idea de dónde estaba su hermano o quisiera si su herida había sanado bien. No había mandado señales o un mensaje, no había rastro, no había nada y lo frustrada.
—Sí... Así será.
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Félix ya se había despedido de Marinette junto sus padres, ahora se encontraba dentro de su auto dispuesto a marchar de una vez a su casa para descansar un poco, si no fuera por el número desconocido que apareció en la pantalla de su celular. Algo inquieto decidió contestar la llamada, sus cejas se fruncieron al no oír nada por varios segundos.
—Recordaste que tenías un hermano. —comentó con ironía.
—Te la llevaste. ¿Dónde está?
—¿Nos viste por las cámaras? No me sorprende, si antes la vigilabas así. ¿Sólo llamaste para saber de tu esposa? ¿No te importa siquiera un poco tu gemelo? Me lastimas, Canario. —Félix intentó reír pero no logro salirle del todo.
—Quiero saber si ella está segura.
—La traje con sus padres. Marinette tuvo una crisis porque tenemos la misma cara. Ella no se encontraba bien en su casa, creí que lo mejor sería sacarla de ahí. Por obvias razones no la llevaría conmigo, sería enfermarla más. Así que no tienes que preocuparte.
—Félix...
—No, no quiero oír tus disculpas por abandonarme. Ya tuve suficiente todos estos años de castigo, Adrien. No necesito tus disculpas, no necesito tu culpa.
—Sé que no entiendes mi decisión de irme, y no es que quisiera abandonarte.
—Estábamos juntos en esto, pero tu siempre quieres hacerte el héroe.
—Entre mi vida y la tuya, eres más importante tú. Te prometí que te cuidaría y siempre cumplo mis promesas.
—De eso ya ha pasado mucho tiempo, ¿no crees? Ya no somos unos niños que no entienden lo que está pasando. Sólo eres mayor por un par de minutos, no quieras hacerte el hermano mayor nuevamente.
El de grises cerró sus ojos con fuerza, al igual que uno de sus puños contra el volante.
—Cuida de Marinette. Yo resolveré todo, ¿bueno? Hay cosas que pensamos que estaban claras pero realmente no es así. No quiero que te involucres más, tampoco quiero que Bridgette salga perjudicada. Mientras menos personas sepan esto será mejor. Ya perdí a Wayhem... No quiero correr el mismo riesgo otra vez.
—Tú y tú estúpida manía de hacerlo todo solo. Si no fuera porque estabas a punto de morir estoy seguro que no me hubieras llamado aquella vez. Ahora fue lo mismo.
—No hagas nada, Félix. Te lo pido en serio. Sólo cuida de la empresa como si nada hubiera pasado. Cuida de Marinette y Chloe, cuida de papá, ¿si? Escucha... Sé que con los años guardaste mucho rencor hacia papá, pero yo estuve ahí... Yo viví con él y sé cosas que ni siquiera él se imagina.
—¿Qué es lo que dices? ¿Te volviste loco? ¿Quieres que yo lo cuide? ¿Es una broma?
—No estoy justificando las decisiones que tomó con nosotros, ni lo que fue de nuestra vida en todos estos años. Créeme que me costó mucho intentar entender. Pero papá es el claro ejemplo de cuando tocamos fondo y no sabemos qué hacer. Estuvo ausente con los dos, aunque yo viviera con él, pero te aseguro que nos ama con su vida.
—Lo único que le interesaba es que fuera alguien que no lo avergonzara.
—Cuando él te aleje de algo es por una razón detrás.
—No te entiendo, Adrien. ¿Por qué ahora me sales con esto? ¿Se te olvida quiénes fueron los que nos separaron? Es cierto que yo acepté en ese entonces, pero sólo era un niño.
—Nada se me ha olvidado. Absolutamente nada. Es algo que revivo cada vez que cierro los ojos en la soledad.
—Adrien... Acabemos con esto... Por favor. —Félix contuvo un gemido de dolor. Estaba cansado, quería rendirse de una vez y no sabía porqué; él nunca dejaba las cosas a medias, pero ahora se sentía muy exhausto.
—Habla con papá. Pero de verdad hazlo, con el corazón abierto. Sé que hay mucho que no puedes perdonar y yo tampoco, pero el viejo ha tenido suficiente dolor estos años. No le creas cuando te insulte, lo le creas cuando te aleje y mucho menos le creas si dice palabras crueles. Es un experto alejando a quienes ama.
—Canario.
—Cuervo.
—Marinette... Ella...
—¿Qué pasa con ella?
—N-no nada...
No podía decirle nada sobre su pérdida, estaba seguro que eso destrozaría a su hermano más de lo que ya estaba. Él no debía ser quien se lo dijera, estaba seguro que Marinette nunca se lo perdonaría de ser así.
El silencio fue su mayor arma durante mucho tiempo, ahora la usaría nuevamente.
—Es posible que no nos volvamos a ver en mucho tiempo. Desapareceré, es la última vez que hablamos, hermano. Si algo me pasa, te aseguro que lo sabrás y entonces el plan quedaría en tus manos. Cuidate. Te quiero.
—Espe...
—Una cosa más; Nada de lo que pensamos era así en realidad. No hay perdón, hermano... Es imposible el perdón cuando la sangre traiciona y ensucia con falsedades. No puedo decirte más porque sé que irías tras ellos. Siempre me han visto como alguien compasivo, pero tú sabes que yo nunca olvido.
—Adrien... Por favor, no me abandones.
—Siempre estoy viéndote, siempre estoy cuidándote. Tu hermano mayor siempre está contigo. No lo olvides.
La llamada se colgó, y si antes estaba perdido ahora lo estaba mucho más. ¿Hablar con su padre? ¿Es que su hermano perdió la cabeza? La preocupación no se fue, incluso sintió que le daría una crisis, pero la controló bastante bien. Quizás en todo lo que dijo Adrien habrían algunas pistas, pero no estaba seguro.
Se permitió soltar un grito de frustración y arrojó el celular al asiento del copiloto. Apoyó sus manos en el volante y acercó su rostro al mismo viendo al frente fijamente.
—Hablar con papá... ¿Acaso ese es tu plan? ¡Maldita sea, Adrien!
Era solo cuestión de tiempo para que Félix se replanteara el momento de debilidad que tuvo y recordara que él tampoco olvidaba.
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Querida mariposa:
Hoy el mayordomo Sancoeur recibió unos golpes por parte mi padre.
Quiero llorar hasta que las lágrimas no salgan más de mis ojos, lo único que hizo fue defender a mi hermana de sus agresiones. Padre muchas veces lo ha querido correr, pero sabe que él podría hablar sobre sus vicios en la sociedad y eso definitivamente sería un problema.
No debo llorar, no mientras mi hermana pueda darse cuenta. Si yo soy débil ella no podrá mantener su sonrisa.
Querida mariposa:
He visto a Alim con una chica. No me sorprende mucho, ya que él es mayor que yo y bastante lindo.
Desde la última vez no hemos hablado y la verdad es algo decepcionante.
Me gusta, pero yo no le gusto a él.
El amor es algo tan complicado que no logro entenderlo... En los libros parece tan fácil.
Querida mariposa:
Tengo miedo.
Querida mariposa:
Espero que mi hermana nunca lea mi diario. En realidad, espero que alguien jamás de los jamases lo haga.
Pero sé que las posibilidades son infinitas, así que... persona que puede estar leyendo esto, sólo quiero decir que si te sientes solo, no lo estás.
Espero que quien lo lea me quiera lo suficiente como para apreciar todos mis sentimientos escritos en el.
Querida mariposa:
Hoy estoy triste porque me he dado cuenta que nunca nadie me amará como en las películas o los libros.
Soy demasiado fría en comparación y eso de seguro espantará a cualquiera que le llame la atención.
Querida mariposa:
Amelie me preguntó si algún día quisiera tener hijos. Obviamente le dije que eso sería imposible, sólo tengo catorce. ¡Perdió la cabeza! Creo que la junta con sus amigas le llenó la cabeza de aire.
Aunque... quizás una niña no estaría mal.
Querida mariposa:
Carsten intentó tomar mi mano hoy en el parque, pero lo aparté. ¿No entiende que no me interesa tener novio?
¡Es frustrante! ¡No entiende que sólo es un amigo para mí! ¡No necesito un novio! ¡Necesito alguien que me escuche!
Querida mariposa:
¡Aaaaaaaaaaaaaaah!
Querida mariposa:
Padre nos presentó con los Tsurugi. Son horriblemente doble cara y eso que yo ni siquiera hago negocios, pero puedo notar a la gente falsa cuando las veo.
Tsurugi Tomoe, a mi no me engañas.
Ocultar tus moretones bajo ese tradicional traje japonés no te servirá para siempre.
—¿Por qué me dejaste el diario de tu madre, mi amor? ¿Qué quieres que encuentre?
Marinette dejó caer el diario sobre su pecho y miró hacia arriba, inundandose de recuerdos en su antigua habitación, mas las últimas palabras leídas la llenaron de curiosidad. ¿La madre de Kagami también fue agredida?
Claro que recordaba que su esposo y Tsurugi Kagami eran amigos, a pesar de que tomaron distancia con los años por los acontecimientos durante su adolescencia, pero estaba al tanto que Adrien seguía en contacto con ella de vez en cuando.
Los Agreste y los Tsurugi tenían relación desde mucho antes de lo que pensaba.
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