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Capítulo 50

—¿Qué quieres, madre? —Kagami cruzó sus brazos y la vio con altanería.

—Sólo quería mencionarte que tu compromiso con Adrien Agreste está roto o mejor dicho que nunca existió. —Tomoe siguió leyendo algunos documentos en su despacho, ignorando por completo su reacción.

—¿Qué estás diciendo? Adrien y yo estamos comprometidos. Nosotros viviremos en París, en un departamento...

—¿Eso te dijo él? —Tomoe respiró y sonrió con sus labios, atreviendose a verla de la misma manera, dejando a un lado sus papeles. —Kagami, no seas ingenua. ¿Ya olvidaste lo que te enseñé? Los hombres pueden ser muy mentirosos cuando de engatuzar a una mujer se trata. Él no es diferente al resto, sólo espero que no fueras lo suficiente ingenua esta vez. ¿Sabes de qué hablo cierto?

—No. Adrien no es como dices. —la interrumpió. —él y yo...

—No hay nada, Kagami. Y como no hay nada entre ustedes, no es necesario que vuelvas a París, te quedarás aquí y retomarás tus estudios en la universidad de...

—¡No! ¡Es mentira! ¿Por qué me haces esto? ¡¿Dónde está Adrien ahora?! —Tomoe suspiró sin inmutarse por el actuar de su hija y se levantó.

—Ya hice todo lo necesario para tu vuelta a Japón. —ignoró sus quejas. —Tus calificaciones son excelentes, así que no hubo problema.

—¡Escúchame! ¡Yo no volveré a Japón! ¡No puedes hacer esto! ¡Ryu no lo permitirá... ! —Ella calló cuando fue consciente de sus palabras, las lágrimas cayeron por sus ojos y cubrió su boca saliendo rápidamente del lugar. Su hermano ya no estaba... Ryu ya no estaría para apoyarla.

Kagami corrió y no se detuvo en ningún momento, el dolor sofocante en su pecho le impedía respirar con normalidad y probablemente no la dejaría en mucho tiempo. Cuando llegó a la entrada principal chocó con la espalda de Adrien, quien al parecer caminaba por la casa; él volteó y rápidamente la sujetó de sus brazos para que lo viera.

—¿Qué pasó? —preguntó preocupado al ver sus lágrimas, pero eso sólo la hizo sentir peor. —Kagami, háblame. —la sacudió un poco pero ella no reaccionaba.

—Ella quiere dejarme aquí... —logró pronunciar con la voz agitada y rota. —Ella dijo... Es mentira. Tu y yo viviremos juntos en París, ¿cierto? No me dejes aquí con ella, Adrien. Por favor dile que nos casaremos y que...

—Kag... —Al ver la expresión de Adrien en su rostro lo supo todo. —Lo siento, no debieron ocultarte la verdad. Nosotros somos buenos amigos y de verdad nunca pensé que todo fuera una estrategia de tu madre.

—N-no... No es posible... Adrien, yo estoy... —Sujetó sus brazos con fuerza y no dejó de ver sus verdes cargados de culpa y tristeza. —Estoy enamorada de ti. —completó y Adrien la abrazó sujetando su cabeza, dejando que un quejido saliera de su garganta.

—Perdón... Lo siento mucho, Kagami. No puedo corresponderte. Te aprecio mucho, realmente lo hago, pero no como deseas. No quiero lastimarte, nunca quise hacerlo.

—P-pero... Puedes llegar a verme con otros ojos. —susurró sin dejar de derramar lágrimas. —Por favor, no te vayas. No me dejes aquí, no ahora.

—No quiero dejarte sola, pero debo volver a París. Alguien espera por mi y rompí una promesa al venir. Este día es importante y te puse por delante de eso por la difícil situación que estás pasando.

—Alguien... Te espera... —Kagami lo separó empujando su pecho y limpió sus lágrimas con fuerza. —¿es esa chica? ¡La loca que te acosaba!

—Su nombre es Marinette y nunca me acosó en realidad.

—¡Jugaste conmigo todo este tiempo! —apretó sus puños. —mi madre tenía razón. ¡Eres como todos! ¡Mentiroso!

—Kagami, nunca te mentí en nada. Yo no sabía lo del supuesto compromiso, me enteré hace unos días y mi padre ni siquiera había aceptado. Debes creerme... —él intentó acercarse pero ella retrocedió.

—Te busqué, te conté todo sobre mi y sobre mi hermano, te mostré mis debilidades, mis miedos, te abracé... y tú nunca me rechazaste.

—Porque somos amigos, porque me necesitabas como yo a ti. —intentó explicarse con las manos.

—¡Pero yo lo hice sólo porque eras tú! ¡No porque eras mi amigo! —le gritó dándole un empujón. —¡¿cómo no te diste cuenta?!  ¡Aquí no es normal hacer eso! ¡Sólo lo hice porque nos casaríamos! ¡Y si tomé distancia a veces es porque mi madre me dijo que eras tímido!

—Kagami, por favor... Lo siento. Pero de verdad no fue mi intención que lo malinterpretaras. —Adrien llevó una de sus manos a su pecho y arrugó la camisa. —en estos momentos ella piensa mal de mí y nuestra amistad. Ella está mal por mi culpa y de verdad me duele.

—¡¿Pero no te duele lastimarme así?!

—Por supuesto que si, pero no es lo mismo.

—¿Por qué no es lo mismo? —exigió recibiendo silencio de su parte por un largo tiempo.

—No me hagas decirlo. No quiero lastimarte.

—Dimelo. Me lo debes. —buscó su mirada desesperadamente. —Aunque sea doloroso dímelo. —Adrien miró hacia el suelo un momento y luego volvió a elevar su mirada a los cristalinos ojos de Kagami, quien impaciente dejaba a la vista sus piernas temblar, a pesar de mantener su mentón en alto y sus puños cerrados.

—Porque yo a ella la amo y eso nunca cambiará.

Una mueca dolorosa apareció en el rostro de Kagami. Enterarse que debía casarse con una persona que no conocía bien fue difícil, incluso llegó a discutir con su hermano por seguir al pie de la letra la orden de su madre, incluso eso provocó que Ryu definitivamente se alejara de su madre por completo al oponerse, pero después... Al conocer mejor a Adrien las cosas cambiaron, los sentimientos salieron a flote sin mayor esfuerzo porque él era maravilloso, él la escuchaba, se preocupaba por ella y la entendía mejor que nadie, pero sobretodo no la juzgaba por su forma de ser tan difícil, esa faceta que solía alejar a todos con él no fue así.

—Ryu tenía razón... Un día alguien daría vuelta mi mundo. —mordió su labio inferior y tembló al igual que sus ojos lagrimosos. —pero ahora deseo con todas mis fuerzas que no hayas sido tú.

—Y-yo... —Adrien bajó la cabeza. No podía decirle nada como consuelo por su hermano y menos por sus sentimientos no correspondidos. Lastimó a una amiga demasiado preciada y aunque sabía que no era del todo su culpa, le dolía mucho enfrentar esa situación en ese preciso momento. —Puedes volver conmigo a París, mi padre no se opondrá a que te quedes en la casa. No creo que sea bueno que te quedes aquí.

—No hagas eso, Adrien. Deja de ser tan... Tan tú siempre. ¿Por qué siempre haces lo mismo? Eres bueno con todos aunque estés arrastrandote en el suelo, se más egoísta de vez en cuando. —Kagami dejó a un lado toda la negatividad de sus pensamientos un momento y se acercó levantando su mentón, viéndolo fijamente. —tienes algo especial que no puedo explicar... Pero todo tú me arrastró a este sentimiento sofocante. No sé que haces con las personas, pero todas te siguen sin importar que tan lastimadas salgan de eso.

—Lo siento...

—Estaré bien. —le sonrió llena de lágrimas. Esa imagen paralizó a Adrien por completo, incluso sintió ganas de llorar, realmente no quería verla así. —debes irte. Yo no creo que sea bueno volver, no quiero verte por un largo tiempo... Pasaré la pena por mi cuenta. Sólo quiero pedirte algo, —la voz de Kagami se volvió seria de repente. —cuando te necesite prométeme que estarás ahí, para lo que sea.

—Lo prometo. Estaré para ti como tú lo estuviste para mi.

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27 de mayo, 2012.

Adrien corrió lo más rápido que pudo al departamento de Marinette a penar llegó al aeropuerto, golpeó repetidas veces y al no recibir respuesta decidió usar su llave de emergencia, pero ella no se encontraba ahí, así que llamó a Luka es sólo que tampoco estaba con él, llamó a Fei, pero ella sólo le gritó un par de insultos para luego colgarle el teléfono.

Dio un par de vueltas nervioso en la sala, sus manos temblaban sujetando su celular, viendo las imágenes que le habían llegado de Marinette en una banca de la universidad inconsciente y miles de ideas catastróficas lo abordaban.

Sabía que todo era obra de la madre de Kagami, estaba seguro de eso, pero él miedo de que le pudiera hacer algo, más aún después de conocerla en persona, lo estaba consumiendo por completo.

Entonces la respuesta llegó más rápido a su mente de lo que creía. Cerró la puerta del departamento y corrió a toda prisa nuevamente hacia el único lugar en donde creía que ella pudiera estar, aunque no esperaba encontrarse con semejante escena y palabras por parte del pelirrojo.

El miedo de que algo le hubiera pasado a su novia se esfumó y se convirtió en una bomba de celos cuando ella se mostró sólo con aquella camisa cubriendo su cuerpo. Escenarios demasiados descabellados pasaron por su mente y a pesar de sentir alivio de que Marinette estaba realmente bien, no pudo soportar el sentimiento de traición en su corazón.

Salió de ahí sin esperar una respuesta, porque quería paz mental dentro de todo lo que ocurría. No iría a su casa porque seguramente su padre lo interrogaría, así que sus pies se movieron por sí solos al departamento que hace poco había adquirido, pero no contaba que Marinette iba tras de él en todo momento, y a pesar de que Adrien fuera más rápido se las apañó por seguirle el paso.

Adrien no alcanzó a cerrar la puerta cuando ella la empujó con la respiración agitada. Él la vio sorprendido, inspeccionando su ropa que notoriamente era de hombre. Por acto reflejo cerró sus ojos esperando que desapareciera, que sólo fuera una ilusión su rostro molesto hacia él y el rechazo en su mirada.

—Debemos hablar.

—Por favor no... Ahora no... —suplicó Adrien al borde de una migraña enorme. —no quiero... —Marinette cerró la puerta a sus espaldas sin quitarle los ojos de encima.

—Nada de lo que sea que piensas sucedió entre Nathaniel y yo. —apuntó su pecho con desespero. —créeme, por favor quiero oír que me crees, Adrien.

—Marinette, por favor... No hagamos esto ahora. Necesito dormir un poco, el vuelo fue largo.

—No, necesito que aclaremos esto ahora. Te fuiste a Japón el día de mi cumpleaños con esa chica y...

—Kagami es mi amiga...

—¡Yo soy tu novia! ¡Adrien soy tu novia! —Él cubrió su rostro con ambas manos y gritó con fuerza, haciendo que Marinette se asustara y guardara silencio.

—¡Ya sé que eres mi novia y lo siento! ¡Te dejé de lado por mucho tiempo y no quise hacerlo! ¡No fue apropósito! ¡Adrien tienes que ir a tal evento! ¡Adrien debes comer con el ministro! ¡Tienes una sesión! ¡Tienes clases extra de idiomas! ¡Tus accesorias con Alim! ¡Por favor no quiero más! ¡Ya no quiero que llamen a Adrien para todo! ¡No puedo soportarlo más! —quitó sus manos mostrando como las lágrimas escurrian por sus mejillas. Se había quebrado, su límite fue imposible de mantener al margen. —¡Quiero ser un buen hijo y un buen novio! ¡Intenté ser un buen amigo y lastimé a Kagami! ¡Intenté no dejarla sola y ahora ella me odia! ¡Y te puse en peligro por ser imprudente! ¡Ahora mi hermano debe estar destrozado y no estoy con él! ¡¿Qué más quieren de mi?! ¡No soy un maldito ser todo poderoso! —su garganta se secó y dejó salir un gemido doloroso. Sus pulmones comenzaron a exigir más aire conforme pasaban los segundos. —¡No quería dejarte sola! ¡Te amo tanto que te necesitaba a cada momento, pero no quería molestarte! ¡Este lugar es un regalo para ti, para los dos! ¡Quería dártelo ayer en tu cumpleaños pero no pude! Por favor... No quiero... No quiero más esto... ¡Las pesadillas volvieron! ¡Las voces volvieron! ¡Por favor has que paren! —tomó su cabeza tirando desesperadamente su su cabello. —¡Quiero morirme de una vez por todas! ¡Estarías mejor sin mi!

—Adrien... —Marinette tomó sus manos e hizo que las quitara de su cabeza, buscó su mirada insistente. —respira conmigo. —él seguía demasiado agitado y casi delirando a sus ojos. Nunca lo había visto así desde que se conocieron y le asustaba no poder ayudarlo, pero debía calmarlo. —escúchame, Adrien. Mi amor, estoy aquí contigo... Príncipe, estoy aquí contigo. —él apretó su mano con fuerza, atragantandose con su propia saliva, formó un puchero que casi destrozó a Marinette. — ¿puedes respirar junto conmigo? —preguntó suavemente y él asintió temblando. Las lágrimas caían al suelo desde su mentón.

—Marinette...

—Shh... Tranquilo. Estoy aquí contigo, mi amor. No importa que tan molestos estemos, siempre estaré contigo.

Adrien la abrazó con fuerza y soltó nuevamente el llanto, estaba tan cargado de sentimientos mezclados que no pudo soportar más la presión. Todo caía sobre él y no le permitía salir a flote. Se aferró con fuerza desmedida a Marinette, quien reprimió el quejido doloroso entre sus labios y acarició su cabeza. Se arrodillaron en el suelo y ahí permanecieron hasta que Adrien logró calmarse un poco.

Ahora él estaba sentado en el sofá viendo a la nada, buscando respuestas que no estaban dispuestas a llegar y darle paz. Intentó organizar todos sus pensamientos pero parecía que no lograba siquiera acercarse a algo parecido. Marinette le hizo un té y lo puso sobre la mesita frente a él; tomó sus manos cuando se sentó a su lado y Adrien no pudo hacer más que recostarse en su pecho haciendo que lo abrazara.

—Te amo... —Adrien respiró profundo su piel y cerró sus ojos. Se quedó dormido ahí.

Marinette lo entendió, había tenido dos vuelos en un corto tiempo y hace unos minutos había explotado de una forma que jamás había precenciado en él. No dejó de acariciarlo, incluso cuando sentía sus dedos dormidos no dejó de hacerlo.

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—No es la primera vez que me sucede, perdón por no haberte contado antes... Quería estar mejor para hacerlo... No quería que te preocuparas o me vieras con lástima.

—Adrien, no digas eso. Yo siempre estaré para apoyarte.

—Bustier dice que es un proceso con altos y bajos, últimamente he estado expuesto a mucho estrés... Todo se acumuló y acabó de este modo.

—¿Cuándo comenzaste con la terapia?

—Y-yo... F-fue cuando empecé a ir al instituto. —Adrien mantuvo su mirada en el suelo en todo momento. —aunque yo la conocía desde antes, mejor dicho desde que era niño. —sus manos comenzaron a temblar con el simple hecho de pensar en decir algo que pudiera alejar a Marinette de él para siempre. —Marinette... Hay algo que nunca te he dicho sobre mi. Y-yo...

—¿Estás listo para hacerlo? —preguntó deslizando sus dedos por su mano izquierda hasta tomarla por completo. —si me dices que sí te escucharé, pero no te fuerces a hacerlo si no es así. Yo estoy bien sabiendo que ahora estás más tranquilo.

—Entonces... ¿Podemos empezar aclarando lo de Kagami y luego lo de Nathaniel?

Marinette asintió y así comenzó una de las más largas charlas que habían tenido alguna vez para aclarar sus problemas.

—Aunque tu padre no aceptara aquel compromiso arreglado, él no me quiere en tu vida.

—Pero yo si te quiero en mi vida y es lo único que debería importarte. Te amo, Marinette; y sé que no estamos bien ahora mismo, pero... Yo quería dar el siguiente paso con nosotros, quería dormir y despertar a tu lado todos los días.

—Perdón... Es sólo que siento todo en contra y no puedo dejar de pesar que Kagami ocupa un lugar en tú corazón donde sólo debería estar yo. Ella ha sido dueña de tus pensamientos durante mucho tiempo. Me siento insegura con esto... Con nosotros.

—Yo también me siento inseguro. Nunca habías sonreído conmigo como lo haces con Nathaniel y no es agradable para mí. Que uses su ropa ahora mismo me molesta, Kagami nunca usó mi ropa como tú lo haces con la suya.

—Es sólo porque mi ropa estaba sucia. Bebí demás anoche y él me cuidó.

—Marinette... Tú ni siquiera bebes.

—Me sentía mal por ti, ¿qué te puedo decir? En la gran lista de prioridades de Adrien Agreste estoy al fondo. —Adrien guardó silencio y apretó sus labios. —¿qué? ¿Estás molesto?

—Me duele que pienses eso porque es mentira. Me molesta que durmieras en su apartamento, me molesta que uses su ropa, me molesta que lo abraces por la noche y duermas en su cama. Me molesta que inventara eso sobre ti, me molesta que... Seas más feliz con él que conmigo. Puedo asegurarte que nunca hice nada de lo que tú, estando yo con Kagami.

—Aunque te lo diga mil veces no vas a créerme, ¿cierto?

—No es que no te crea, es que duele mucho...

—¿Te molesta esta ropa? —Marinette sujetó el cuello de la camisa que portaba y Adrien volteó a verla con el ceño fruncido. —entonces quitala. —desabotonó el segundo botón y así siguió con los siguientes, hasta que la camisa estaba completamente abierta, mostrando claramente que no traía sostén debajo. —si te molesta tanto quitala. —Adrien hizo que ella cayera de espaldas contra el sofá y no le apartó la mirada en ningún momento.

—No me provoques así.

—El sexo no va a solucionar nada, pero así como te molesta que traiga esta ropa conmigo, a mi me molesta que huelas a su perfume por todos lados. No intentes reprimirte ahora porque no estoy dispuesta a que sigas oliendo a ella estando yo presente.

—Entonces quitame su aroma como yo quitaré toda la ropa que traes. —Marinette acercó su rostro y lo besó intensamente, inmiscuyendo sus dedos por su abdomen.

—Adrien... —suspiró su nombre cuando su boca bajó hacia su cuello. —estoy enojada contigo.

—Y yo contigo. Pero quiero comerte ahora mismo...

—Hazlo... Por favor. No dejes de hacerlo... Quiero sentirte cerca.

—¿Te molestaría que fuera rudo?

—¿Desde cuando me pides permiso?

—Te amo y no quiero lastimarte.

—Si lo haces te lo diré... —mordió su cuello y dejó una marca evidente. —por mí lado no pienso contenerme por tus sesiones de fotos.

—No me importa. Puedes hacer lo que quieras conmigo, Marinette.

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