Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 48

18 de noviembre, 2009.

Su elegante vestuario nunca fallaba y mucho menos la soltura con la cual se presentaba ante todos. Lograba ser un hombre gentil, sin llegar a parecer ingenuo; algo que lo volvía sumamente atractivo y, sin duda alguna, había capturado la atención de muchas mujeres, ¡que triste! Ya que las mujeres no cabían realmente dentro de sus gustos, aunque, debía fingir que sí todo el tiempo y parecer un casanova en todo su esplendor para mantener a su madre "tranquila".

Entró como de costumbre a la gran casa; fue bien recibido por el ama de llaves, junto un grato ofrecimiento de una taza de té, la cual se dio en el gusto de rechazar. Su foco principal ese día era hablar con Félix, ya que por la noche estuvo bastante alterado y perturbado; una clara señal de que era mejor esperar a que se abriera por si solo; y como sus "clases" seguían en pie, lo aprovecharía en muchos sentidos.

—¡¿Por qué no?! ¡Dame una razón válida por un vez en la vida! —su voz lo llamó como un canto de sirena, así que algo curioso siguió sus pasos en la dirección de las voces, llegando al despacho de Amelie.

—No tengo porqué darte explicaciones. Las ordenes de tu padre son claras, tu hermano no puede distraerse en este momento. Se vienen las campañas de...

—¡No me importa, Amelie! ¡Quiero ver a Adrien y lo haré te guste o no! ¡Me importa muy poco lo que Gabriel diga! —la rubia guardó silencio dos segundos antes de explotar también. Ryu por otro lado se mantuvo en el borde de la puerta, escuchando aquella disputa en primera fila.

—¡Por dios! ¡Ya perdiste por completo el juicio! ¿Qué crees? Cumplir dieciocho no te hace un adulto realmente, jovencito. Mide tus palabras porque soy tu tía.

—Intenté hablarte de la mejor manera, pero no pude pronunciar el nombre de mi hermano y negaste con la cabeza. ¿Es muy difícil de entender? Quiero verlo, quiero estar con él. ¡Necesito estar con Adrien y preguntarle al menos si está bien en persona! —Félix casi estaba por suplicar de rodillas al cielo por un poco de comprensión, pero la inescrutable imagen de su tía era clara.

—¿Y tus deberes? ¿Y el instituto? ¿Y tus clases extracurriculares? ¿Y tus entrevistas a las universidades? —Ella mantuvo sus verdes fijos, alzando una ceja, volviendo a su elegante postura. —mantén el control en tus emociones y pueden haber posibilidades de que hable con Gabriel. ¿Se te olvida que hace poco estuviste en el hospital? Todo es tan pasajero a tu edad; aún no logras dimensionar que pudiste haber muerto.

—Te haría un favor y lo sabes. —Félix cambió su rostro a uno frío y cargado de seriedad, apoyando sus dedos en el escritorio. —no creas que soy estúpido. Esa falsa preocupación por mi no me la trago, ¿por qué no te deshaces de mí de una vez por todas? Esta sería tu oportunidad perfecta; ya tengo la mayoría de edad y en cualquier momento puedo volar de aquí, desaparecer de tu vida; no es que tengas que darle muchas explicaciones a mi padre, no cuando él ya no puede controlarme. ¡Es el plan perfecto! —Ella abrió sus ojos ampliamente, suspiró y comenzó a negar con la cabeza.

—Que errado estás.

—¿Eso crees? ¿Te refresco la memoria? —sonrió con falsedad. —La única razón por la que estoy aquí es netamente tu responsabilidad. ¿Quieres que hable del pasado para que sepas lo que se siente vivir contigo todos los días?

—Félix, ya fue suficiente. —murmuró entre dientes, pero él no callaría, no cuando sentía la sangre hervirle.

—Es prohibido para la familia tocar el tema, pero pasó y no pueden hacer nada para borrarlo. Adrien y yo ya no somos unos niños, comprendemos exactamente la situación. Me cansé de seguir siendo la marioneta de mi padre y de ti. ¡No pueden tapar el sol con un dedo! ¡No sirve de nada mostrarnos en las revistas como si no estuviéramos rotos por dentro!

—¡Dije que ya fue suficiente! —sus delgadas manos azotaron contra la mesa, y sus verdes estaban perdidos en el suelo, conteniendo crudas lágrimas de realidad.

—Me da asco que tengas el rostro de mi madre. ¿Puedes mirarte al espejo sin pensar en ella? Te afecte o no, ese siempre será tu castigo. Te odio a ti y a cada uno de los que me alejaron de mi hermano. Juro sobre la tumba de mi madre que...

—Te amo, Félix. —lo interrumpió, dejándolo completamente mudo. —A ti y a Adrien los amo con todo mi corazón, pero es un amor tan gigante que escapa de tu comprensión. Piensa antes de soltar veneno, porque así como tu adoras a tu hermano, yo adoraba a mi hermana; tu madre fue lo más preciado para mí hasta que ustedes nacieron y es algo que ella sabe. Puedes odiarme con cada parte de ti, pero eso no impedirá que yo te adore.

—¡Deja de mentir! ¡Háblame con tu verdadera cara de una vez por todas! —gritó al borde de la ira descontrolada; de un manotazo barrió un cuadro que había sobre el escritorio, haciéndolo trizas sobre el suelo. —¿Debo seguir hablándote como si nada? ¿Debo seguir fingiendo ante cada evento al que asistimos? ¿Debo seguir siendo un maniquí más de mi padre y de ti? ¿De qué clase de amor hablas? ¡Tú no sabes lo que es el amor! —ella sólo sonrió un instante, tristemente sonrió y volvió a verlo cruzando sus brazos.

—¿Y tu sabes lo que es amar a alguien? —entrecerró sus ojos, sin dejarlo responder. —¿Qué es el amor para ti, Félix? Dime qué clase de amor conoces además del que le tienes a Adrien. ¿Ryu pasa por tu cabeza cuando te pregunto esto?

El azabache reaccionó al oír su nombre, empuñó sus manos atento a las palabras de la mujer y esperó con un extraño nudo en la garganta, el cual le impedía respirar con normalidad.

—¿Qué tiene que ver él en esto? La última vez quedó bastante claro que yo sólo fui un pasatiempo. ¿O me equivoco? Además, prohibiste que él pisara esta casa con otras intenciones.

—Quedé en que Ryu podría seguir instruyendote en el manejo de los negocios. Tiene una mente brillante, supuse que sería un aporte positivo en su aprendizaje. —Félix respiró profundo y relajó su postura, ¿a qué venía eso? —En fin, por favor retírate y deja de hacerme perder el tiempo. Tu padre fue claro con lo que respecta de viajes a París, no te quiere allá.

—Pero...

—He dicho que me dejes seguir con mi trabajo. Las cuentas no se pagan solas, querido sobrino.

El rubio hizo una mueca de desagrado, se dio media vuelta hecho una furia, empujando la puerta del despacho; habría golpeado a Ryu si este último no se hubiera quitado cuando se dio cuenta que la disputa había acabado.

Sus ojos se encontraron; los grises de Félix rápidamente cambiaron de una rabia incontenida al desconcierto y sorpresa de que estuviera ahí.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó por lo bajo, cerrando por fin la puerta del despacho. Ryu iba a hablar, pero Félix lo interrumpió rodando los ojos. —Nunca dejarás de ser un metiche, Tsurugi. —siguió caminando cuando el azabache formó una sonrisa con su comentario.

—¿No me vas a saludar? —preguntó en un tono cantarin, siguiéndolo hasta el jardín. —un besito de seguro te alegrará la mañana amarga con tu tía. —Félix se detuvo en seco y volteó a verlo molesto, con las mejillas sonrosadas.

—¡¿Qué demonios estás diciendo?! —cuestionó lo más bajo que pudo.

—Que gruñón estás tan temprano. —comentó el azabache con gracia, tomando su mentón delicadamente para acercarlo a su rostro. —pero me gusta cuando tu cara se pone así de roja.

—Perdiste la cabeza. —empujó su mano y tomó una distancia más amplia entre ambos. —podrían verte... Ya no molestes. —Félix se giró y siguió su camino por el extenso jardín, seguido obviamente por Ryu, quien no le perdía el paso.

Llegaron a una parte un poco alejada de la casa, donde los rosales se volvían más espesos y los arbustos perfectamente cortados escondían la figura de una mujer hecha en mármol; Félix se detuvo frente a la estatua y la observó por más tiempo del que Ryu hubiera pensado.

—Es tu tía.

—No. —respondió al instante. Sus grises bajaron al suelo, se cristalizaron brevemente, pero ni una sola lagrima salió. —Ella es mi madre.

Ryu guardó silencio, caminó tres pasos adelante hasta quedar a un costado del rubio, observó curioso la imagen de la mujer calcada a Amelie y cuando se percató del estado ausente que presentaba Félix, su mano buscó la del chico con cautela; primero deslizó sus yemas por su palma, provocando que una eléctrica corriente recorriera su brazo, hasta entrelazar por completo sus dedos.

—Sé lo que sientes respecto a tus padres. Sé que desearías que hubieran estado contigo, aunque no quieras admitirlo...

—Fuimos felices, ¿sabes? —murmuró. —mamá era espectacular... Y papá en ese entonces también.

—Quizás me equivoqué. —aceptó Ryu con una sonrisa triste y Félix giró la cabeza en su dirección, sólo que este veía hacia al frente en todo momento. —no sé lo que sientes sobre tus padres, porque creo que es peor haberlos tenido felices y perder eso. En mi caso nunca los tuve como realmente mis padres. No puedo añorar algo que jamás experimenté.

—Ryu...

—Mi madre me prohibió ver a Kagami hasta que ella mejore en sus clases de idiomas. Al menos en eso puedo entender lo que sientes. Eres un completo lío en mi cabeza, Félix. —rió un poco, encogiendo sus hombros. —pero me gusta... Me mantienes pensando en otras cosas. En poco tiempo te volviste lo mejor que me pasó en toda mi vida.

—¿Qué estás diciendo? Tú y tus cursilerias de cuento. —Félix rodó los ojos, intentando soltar su mano, pero él lo impidió aferrándose con más fuerza.

—Voy en serio con esto, Félix. —alzó su mano y la llevó a sus labios, provocando otra vez otro sonrojo en las mejillas del rubio. —voy en serio con todo lo que digo cuando estoy contigo. No quiero ocultar lo que me provoca verte sonreír, al menos no cuando sólo somos tú y yo. ¿Puedo darte una flor si quiero? Es lo que pienso cada vez que quiero besarte, me pregunto cosas a mi mismo... Y es que no quiero incomodarte, pero deseo conocer todo de ti... Y sé que sé mucho sobre ti, es sólo que no me refiero a tu lado estudioso o brillante, hablo de... —Ryu apoyó su frente con la de él y respiró profundo. —de esto... De tenerte así de cerca, de poder sentir tu respiración con la mía, de que puedas confiar en mi cosas que no le dirías ni a tu sombra. De un alma solitaria a otra... Acompañemonos todo el tiempo que podamos.

—¿Y si te vas? ¿Qué hago si me abandonas?

—Nunca lo haría, aunque no estuviéramos viendo cara a cara, aunque no esté tomando su mano, siempre estaré contigo y siempre estaré pensando en ti.

—Sé que oíste lo que hablé con Amelie.

—Hay muchas cosas que sé, Félix. Pero sobre lo que oí, si crees que aún no es tiempo para decirme lo que anoche te hizo mal, lo entiendo. No puedo obligarte a mostrarme tus heridas si aún no soy capaz de mostrarte las mías.

—Entonces... Tengamos una cita. —Ryu se separó algo sorprendido y lo miró de la misma forma, para luego sonreír ampliamente.

—Sí... Tengamos una.

══════◄••8••►══════

—Si mi padre llega a la cafetería de tus padres avísame enseguida, no importa la hora.

—Lo sé, pero no te preocupes. Cualquier cosa le diré que no te he visto desde ayer en la cena de cumpleaños que te hicimos. —Adrien sonrió y acarició sus mejillas con ambas manos, apretandolas al mismo tiempo que la acercaba a su rostro.

—Eres la mejor, princesa. —Marinette cerró sus ojos por la enorme sonrisa que formó y besó sus labios de manera fugaz, viendo después fijamente aquellos preciosos verdes llenos de ilusión. —te quiero.

—Yo también, muchísimo. —lo abrazó con fuerza, casi como si se fuera a esfumar de sus brazos y restregó su rostro sobre su pecho, respirando profundo para guardar su esencia en su memoria. —ten mucho cuidado y avisame cuando llegues.

—Lo haré. No tienes idea de lo feliz que me hace tenerte conmigo, sin ti no podría hacer esta locura.

—Si tu hermano te llamó mal, ha de ser por algo, así que por nada del mundo pienses que estás haciendo algo indebido por ir a verlo. Te necesita y tu lo necesitas, así que ten un buen viaje.

—Es probable que no me dejen salir por más de un mes. —Marinette formó un pequeño puchero. —pero encontraré la forma de escaparme para ir a verte, así que no te preocupes.

—No importa, ahora ve. Ya va a partir tu vuelo. —Adrien besó su frente profundamente y luego su mejilla, hasta que por fin lograron separarse.

—Marinette... —llamó dándose la vuelta un momento, ella fijó sus ojos en los de él y esperó paciente. —gracias.

Aquel 'gracias' fue dicho con una completa carga de sentimientos, tan sincero fue que aceleró su corazón como la primera vez que lo vio; incluso logró que una lágrima de completa dicha resbalara por su mejilla. Marinette asintió achinando sus azules y agitó su mano para despedirlo de una vez por todas.

—Te quiero, mi príncipe.

Ella deseó con todas sus fuerzas que Adrien pudiera ver a su hermano, que ambos disfrutaran lo máximo posible de su encuentro, pero sobretodo que su novio encontrara, aunque fuera momentáneo, la paz que necesitaba hace mucho.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro