Capítulo 43
16 de mayo, 2012.
—Lo siento, mi amor. Surgió un desfile de último minuto, no puedo faltar.
—Lo entiendo.
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17 de mayo, 2012.
—Estoy muerto de cansancio. Hoy tuve tres pruebas de vestuario y una cena con el congresista que te había mencionado la otra vez. Lo único que quiero es dormir y no despertar en un mes.
—Debes estar muy cansado.
—Daría lo que fuera por estar ahí contigo.
—Quizás podrías venir y... ¿Adrien? ¿Estás ahí? —Marinette miró su teléfono y seguía la llamada en curso. —¿bueno? Supongo que te dormiste, descansa... Buenas noches. —terminó por colgar la llamada y dejó el aparato a su lado mientras encendía el televisor, suspirando notablemente.
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18 de mayo, 2012.
—¿Marinette Dupain? —preguntó un joven, cargando un pequeño ramo de flores, ella asintió algo confundida. —esto es para usted, por favor firme aquí. —le entregó una tablilla y ella rápidamente escribió su firma, recibiendo el ramo.
—¿Quién las envía?
—Tiene una tarjeta. —respondió el joven alejándose por el jardín de la universidad.
Marinette sonrió en breve y disfrutó el dulce aroma de las flores antes de tomar la tarjeta.
"¡Felicidades por pasar el exámen!
¡Si sigues sonriendo puede que te invite el almuerzo!
-El mejor colega de arte que puedas tener.
:)"
Formó una línea con los labios, por un momento creyó que las flores las había mandado Adrien, la desilusión se incrustó en su pecho, pero rápidamente lo asimiló. Adrien estaba muy ocupado con el trabajo y la universidad al igual que ella. Se permitió volver a sonreír sinceramente, esta vez acariciando los pétalos de cada flor del pequeño ejemplar, debía agradecerle el bonito detalle a su amigo más tarde.
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19 de mayo, 2012.
—Marinette, por favor. Dijiste que irías si mejorabas la materia y ya pasaste el examen. —Fei sacudió el brazo de su amiga haciendo un notable puchero. —la fiesta es en unos días, sólo quiero confirmar tu participación.
—No lo sé, no tengo mucho ánimo de fiestas. —Marinette se detuvo un momento en el pasillo y suspiró acomodando los libros que cargaba. —¿por qué no vas con alguien más?
—En realidad sólo... Quiero que te distraigas, últimamente no te veo muy alegre.
—Estoy bien, sólo algo estresada con las materias. —le regaló una pequeña sonrisa que no logró convencer a la de ojos cafés.
—Ya estoy celosa, de seguro a Nathaniel si le dirías que sí enseguida. —Fei cruzó sus brazos haciéndose la indignada, logrando que Marinette riera en breve.
—El papel de amiga celosa no te queda.
—¿Siquiera le dijiste a Adrien sobre la fiesta? —la de ojos azules borró su expresión y aclaró su garganta al instante. —déjame adivinar, no le dijiste aún porque tiene mucho trabajo, ¿cierto?
—Le diré en la noche y luego te confirmo, ¿bueno?
—Más te vale.
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—Entonces... ¿Qué dices? ¿Crees poder ir conmigo? De seguro habrán estudiantes de tu universidad también.
—No lo sé, amor. Nathalie volvió y está reagendando todo mi horario. Hoy de la nada apareció una hora con mi maestro de esgrima, así que tuve que ir con Kagami.
—Entiendo, es sólo que Fei hace mucho que me habló de esta despedida para los de intercambio.
—Ya veo... Hagamos algo, hablaré con Nathalie y le pediré que me deje ese día en especifico libre por la tarde. Supongo que debe empezar tarde/noche la fiesta.
—¿De verdad?
—Claro que si. Además, creo que sería una buena oportunidad para que Kagami se acerque más a gente de nuestra edad, ¿no crees?
—Oh... Kagami... Claro, si. Tienes razón, sería bueno para ella.
—Mi amor, tengo que colgar. Debo ir a la inauguración de un nuevo restaurante. Te llamo más tarde cuando llegue.
—Es...está bien. Cuídate.
—Te amo, hablamos después.
—Ajá... —la llamada terminó.
Marinette tomó aire profundamente y dejó el celular sobre la cama, quitó la toalla de su cabello húmedo y abrazó sus rodillas, sintiendo el silencioso espacio vacío de su departamento.
—Mañana será otro día. —apagó la luz de la lámpara de noche a su costado y se recostó mirando el techo. —mañana será otra vez lo mismo y pasado también.
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20 de mayo, 2012.
Se podría decir que a estas alturas Marinette se sentía cada vez más patética esperando una llamada que jamás llegaría, ni mucho menos el llamado de su puerta en el apartamento, para que mencionar siquiera un mensaje de lo que sea, incluso un simple saludo la haría muy feliz, que lamentable y miserable.
Tomó su celular, escribió un gigantesco texto, diciendo en el todo lo que sentía, desde las cosas más felices hasta las más tristes y desoladoras, pero... No lo envió, incluso con sus manos temblorosas y al borde del colapso, simplemente prefirió dejarlo así.
Borró de una aquel mensaje y mordiendo su labio inferior buscó el contacto de Nathaniel, marcó su número y esperó dos pitidos hasta que contestó.
—¿Marinette?
—Hey, Nath. ¿Cómo estás? Siento llamarte a esta hora, sé que es tarde.
—No, no te preocupes. ¿Ocurrió algo?
—No exactamente, ¿por qué lo preguntas? —Marinette miró hacia arriba algo nerviosa y comenzó a agitar su pierna de arriba hacia abajo.
—Porque es domingo. —contestó él algo extrañado, pero con calma. —creí que...
—¿Tienes algo que hacer? Realmente me apetece salir, ¿puedes? Creo que la noche está muy bonita. —se distrajo con la televisión encendida frente a ella.
—En realidad ahora estaba por salir de mi casa, hay una nueva exposición cerca del centro. ¿Quisieras ir conmigo? La invitación que tengo es para mi y un acompañante.
—¿S-seguro? Tampoco es que quiera incomodarte.
—Sabes que no, así que arreglate. Pasaré por ti en veinte minutos.
—¿Es formal?
—Un poco, pero nada que no tengas de seguro.
—Bueno... —Marinette se puso rápidamente de pie y fue hacia su habitación. —¿de que color tienes la corbata?
—Eh... ¿Vino? ¿Por qué?
—Para no desentonar, nos vemos en unos minutos. —hizo una pausa cuando escuchó su risa desde el otro lado. —Nath... —murmuró.
—Dime.
—Gracias. —percibió que él iba a decir algo, pero rápidamente colgó la llamada. Se centró en uno de los cuantos vestidos que tenía en su closet, esperaba que al menos fuera un tono similar al que traía su amigo, pero de que era más o menos formal, pues si.
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—Pues mira que eres bruja, combina perfectamente. —comentó el pelirrojo tomando su corbata para compararla con el rojo del vestido de su amiga. —aunque tengo la ligera sospecha de que ya la habías visto.
—Claro que no, o quizás si. —lo molestó un poco y él sonrió. —estoy nerviosa, ya quiero ver la exposición. —dio un pequeño brinco. Nathaniel le ofreció su brazo, ella sin pensarlo mucho lo tomó caminando a la par de él.
—Te ves bonita por cierto. —halagó viendo hacia al frente, Marinette asintió algo cohibida, viéndolo de reojo; hace un tiempo que no se sentía como su amigo decía. —es curioso, cuando te veo no puedo quedarme con un color fijo. Supongo que eres toda una intriga para mi, Marinette.
—¿A que te refieres? —ella lo miró directamente, pero él seguía viendo hacia al frente.
—Es algo que me pasa cuando miro a las personas. La primera vez que te vi fue un rosa pastel, luego eso pasó a celeste y amarillo, luego rojo y así sucesivamente. No tengo un color fijo para ti, lo cual me genera un conflicto a la hora de pintar, pero descubrí que todo varía de como te sientas.
—¿Y ahora cómo me siento? Digo... ¿Qué ves?
—Creo que eso es algo que sólo tu debes saber, Marinette. Yo no soy nadie para decirtelo.
—Eres mi amigo. —cuando dijo eso fue la primera vez que Nathaniel se giró hacia ella, detuvieron sus pasos en silencio y se vieron a los ojos.
—No quise preguntar sobre hoy, me hago una idea de la respuesta. —comentó frunciendo ligeramente el ceño. —pero no quiero que estés pensando en eso... En él, si te vas a sentir mal estando conmigo. La idea es que te despejes y creo que por lo mismo me llamaste.
—Lo siento, Nath. Siempre termino involucrandote cuando no me siento bien. Es sólo que hoy... Estuve esperando todo el día y nada. Simplemente no hubo nada. —tragó con dificultad, por un momento sus ojos se empañaron, pero se contuvo. —se supone que habíamos hablado el tema, pero...
—No pienses en eso. —Nath le dio un ligero golpecito en uno de sus hombros. —disfrutemos de la exposición y luego si quieres, claramente, hablamos de lo que desees; puedes desahogarte como siempre. Sabes que estoy para lo que necesites, sino no te hubiera dicho que vinieras conmigo. —le extendió su brazo nuevamente y ella sonrió un poco asintiendo ligeramente.
—Está bien. Tienes razón.
Caminaron un poco más y cuando llegaron a la entrada del lugar, Nathaniel mostró la invitación y les dieron el libre acceso. Fluyeron entre los paneles, viendo detenidamente cada pintura y escultura que expusieran. Comentaron en susurros la técnica del artista y admiraron en otras ocasiones en completo silencio uno al lado del otro.
—Precioso. —murmuró Marinette completamente encantada en un paisaje de extensos prados con cálidos colores. —dan ganas de estar ahí y recostarse sobre la hierba.
—Coincido contigo. —respondió su acompañante. —¿ves los trazos aquí? —señaló una parte de la pintura y ella asintió.
—Tiene mucho que transmitir con tan poco. —sonrieron.
Marinette se sintió mejor tras unos cuantos minutos de ver los cuadros, el arte siempre había sido algo que llenaba parte de su corazón, eso y el diseño.
—Ven, creo que dirán unas palabras. Aprovechemos de beber algo y comer un que otro bocadillo. —Marinette sólo movió su cabeza y lo siguió en silencio.
La gente se había reunido cerca de los pedestales y micrófonos, una mujer comenzó a agradecer por la asistencia y dar un pequeño discurso sobre el artista, mas la atención de Marinette no estaba en la agraciada presentadora, sino en una pareja entre el público.
Adrien estaba ahí y no estaba solo, de su brazo estaba Kagami; en persona se veía mucho más bonita que en las revistas, su vestido completamente ajustado a su cuerpo, sin dejar de ser recatado y elegante, todo fue un balde de agua fría sobre Marinette; ella era estupenda.
Quería salir corriendo, se sentía mal, miserable, decepcionada y diminuta, pero al mismo tiempo se cuestionaba porqué sólo ella se sentía de ese modo, ¿es que acaso Adrien no sentía nada al no verse? ¿Acaso no le afectaba la distancia que hubo entre los dos los últimos días? ¿Acaso se le había olvidado que día era? ¿Tan ocupado estaba que ni siquiera pudo enviarle un simple mensaje?
Todos comenzaron a aplaudir y ella estaba ahí entre la multitud, viendo sus pies, controlando las ganas de llorar, sin haber sido capaz de oír más palabras del evento en el que estaba. Lamentaba que Nathaniel se viera involucrado en sus problemas.
—¿Marinette? —la voz de su amigo la hizo aterrizar en la realidad. Cuando vio sus ojos preocupados reaccionó con una sonrisa. —¿te encuentras bien?
—Estoy perfectamente. De hecho, estoy tan bien que bebería un trago. ¿Me acompañas?
—Creo que hay jugo por allá, ¿te traigo? —ella negó con la cabeza.
—Dije un trago, no jugo. —Nathaniel entrecerró sus ojos y alzó una ceja.
—Si no mal recuerdo dijiste que no te gustaba mucho beber.
—En realidad nunca lo he hecho, pero me estás cuidando, así que no pasará nada. —se encogió de hombros y tiró de su brazo hasta que se toparon con un garzón que sostenía unas cuantas copas de champagne. —gracias. —agradeció tomando dos copas, dándole una a su amigo. —salud, por esta bonita invitación.
Nathaniel sólo mantuvo la copa en el aire sin dejar de estudiar la extraña actitud de la azabache, mas ella chocó los cristales bebiendo todo el contenido de un viaje. Arrugó sus cejas y comenzó a toser por como le ardía la garganta
—Quizás no sea bueno que...
—Que asco, quiero otra. —cuando se recuperó volteó buscando al garzón de antes y lo encontró, así que fue directamente donde él, tomando otra copa y bebiendo nuevamente de un viaje el licor. Si lo hacía así no sentiría su amargura tanto tiempo en su boca o es lo que pasaba por su mente, además de simplemente querer olvidarse de todo.
—Marinette —llamó su atención por lo bajo. —¿quieres ir a casa? Creo que debes descansar.
—¿Por qué? Si lo estamos pasando muy bien. —rió un poco tomando otra copa. —me siento de maravilla, en un rato más si quieres. —le mostró sus dientes y cuando ya iba por su quinta copa Nathaniel se la arrebató de la manos. —¡oye!
—Ya fue suficiente para ti. —dejó el trago sobre una mesa a su alcance. —te llevaré a casa.
—No, no, no. No quiero. —formó un puchero, tambaleandose un poco, el pelirrojo la sujetó de sus antebrazos, pero ella rápidamente se soltó yendo por otra copa. —dijiste que la pasara bien. —se quejó falsamente, bebiendo lento sin dejar de ver sus ojos, casi hipnotizandolo con el tono dulce e infantil de su voz. —no seas malo, Nath. Sólo no quiero pensar y estar sola en mi casa.
—Mañana tenemos clases y estarás con resaca. —ella contuvo la risa, todo lo que le decía le parecía lo más gracioso que hubiera escuchado. —mira, ya estás ebria. No sabes siquiera beber.
—¡Estoy bien! —empujó su hombro juguetona, logrando que él riera un poco por fin. —¡eso es! ¡Sonríe! —tomó su mano e hizo que le diera una vuelta, casi tropezando en el intento.
—¿Marinette?
Aquella voz la congeló, su corazón subió por su garganta haciéndola querer vomitar, pero se contuvo; por un instante había olvidado que él también estaba ahí. Marinette se acomodó el vestido, alzó la cabeza en su dirección y sonrió, mostró ampliamente sus dientes a la chica a su lado, quien al parecer no había soltado su brazo aún. ¿Quién se creía? ¿Es que tiene complejo de sanguijuela? ¡Si supiera que él es su novio no lo tendría pegado toda la noche! ¿O si? ¿Siquiera esa chica sabía que Adrien era su novio?
—¡Adrien! ¡Que casualidad! —exclamó efusiva, acercándose para besar sus dos mejillas, desconcentandolo por completo. —¡hola! —ahora miró a Kagami y también la saludó, sólo que esta la observó algo extrañada.
Adrien cruzó miradas con Nathaniel fugazmente, y este último prefirió guardar silencio, queriendo también desaparecer de esa situación lo antes posible. ¿En qué momento todo se había vuelto patas para arriba?
—Adrien... ¿Quién es ella? —murmuró la japonesa un poco cohibida.
—Ella es mi...
—Su ex compañera del instituto, mucho gusto. —lo interrumpió, dejándolo con las palabras en la boca y un muy mal sabor amargo con su respuesta. —eres muy bonita, ¿te lo han dicho?
—Marinette, ¿estás bebida? —preguntó el rubio frunciendo ligeramente el ceño cuando ella cubrió su boca como si hubiera hecho una travesura. —¿bebiste?
—Sólo un poquito. —le hizo la seña con sus dedos y miró a Kagami nuevamente. —no creas que suelo beber siempre, creo que fue netamente por la ocasión, de hecho es la primera vez que lo hago y todo está muy brillante. Mi muy queridisimo amigo Nathaniel —se apegó al pelirrojo abrazando su cintura. —fue tan gentil de invitarme a ver esta exposición. ¡Precioso! ¡Todo fue muy bonito! ¿No crees?
—Marinette, te llevaré a casa. —murmuró Nathaniel tomando sus hombros, siendo escuchado y observando por Adrien.
—¿Llevarla a su casa?
—Sí, llevarla a casa. —respondió más secamente el pelirrojo, comenzando una guerra de miradas con el rubio.
—¿Tú le diste alcohol? Ella nunca ha bebido nada.
—¡Aquí nadie me llevará a casa! —Marinette alzó los brazos. —¡además ahora tengo una nueva amiga! —se arrimó a Kagami, logrando que soltara a Adrien. —uy, lo siento. Ni siquiera pregunté tu nombre. —rió con algo de pena. —¡que desconsiderada soy! ¡Es que siempre soy así!
—Tsurugi Kagami. —respondió la chica un poco incómoda con la cercanía de aquella extraña.
—Amiga de Adrien. —apuntó al chico con una risa incontrolable. —que bonito.
—Su prometida, mejor dicho. —corrigió la japonesa, logrando que Marinette de repente se callara, se forzó a sonreír nuevamente y miró a su novio.
Adrien vio a Kagami con los ojos muy abiertos, sin comprender qué clase de broma estaba haciendo, luego simplemente su vista se perdió en Marinette saliendo a toda prisa del lugar.
Marinette limpió sus lágrimas con ambas manos, dejando un rastro negro y algo difuminado de maquillaje. Sintió como el frío cayó sobre sus hombros descubiertos al momento de salir hacia la calle. Respiró profundamente, dándole mil vueltas a lo que esa mujer había dicho, ¿su prometida? ¿Qué mierda?
Sintió sus piernas flácidas, todo comenzó a darle vueltas, pero se mantuvo lo más firme controlando el desesperado y agonizante latido de su corazón.
—¡Marinette! —Adrien llegó a su lado y la cubrió con el saco que traía, pero ella rápidamente se lo quitó dándole un empujón.
—¡Déjame sola! —le gritó, tratando de enfocar sus ojos en aquellos verdes que no hacían más que verla con preocupación. Derritiendola incluso en una situación así.
—Marinette, estás bebida. Por favor, déjame llevarte a casa.
—¿Llevarme a casa? —se jactó volviendo a quitar el saco qué puso nuevamente en su espalda. —¡¿vas a hacerte el tonto con esto?!
—¿Con qué? ¿Lo de kagami? Ella sólo estaba bromeando.
—Una broma, ¡ja! ¡Que gracioso! —fingió reírse sujetando su estómago y volvió a pasar una de sus manos por sus mejillas. —ahora resulta que tienes una prometida, y lo gracioso es que se supone que es una broma.
—Marinette, no estás en todos tus sentidos... No te tomes algo así en serio, porque sabes que no es cierto.
—¿Lo sé? ¿Realmente lo sé? —cuestionó con la voz rota. —escúchame una cosa, Adrien. No quiero verte ahora ni nunca más.
—Hey, ya... Por favor. —él se acercó y limpió sus mejillas envolviéndola con sus brazos. —no digas algo así. Sólo son los efectos del alcohol. Vamos, te llevaré a descansar...
—Sueltame...
—No, no pienso dejarte así.
—¡Dije que me sueltes! —lo empujó desde el pecho con todas sus fuerzas, viéndolo con la expresión más destrozada que él hubiera visto en su rostro. Tanto fue el impacto de Adrien por su reacción que no se dio cuenta cuando comenzó a caminar rápidamente por la acera dándole la espalda; iba a ir tras ella cuando la voz de Nathaniel llegó a sus oídos.
—Creo que es mejor que la dejes sola por ahora. —Adrien volteó a verlo, con una cara de muy pocos amigos.
—No te metas, Kurtzberg.
—Lo hago, Agreste. —desafió al instante. —quizás debas volver a dentro con tu 'prometida'. Quedó algo confundida con la situación.
—¿De qué demonios hablas? Sabes perfectamente que Marinette y yo somos novios.
—Si, claro, lo que tu digas. —se jactó Nathaniel colgando su saco en su hombro. —que idiota eres.
—¿Disculpa?
—¿Tienes una mínima idea de porqué Marinette estaba aquí? —Adrien se quedó en silencio. —¿sabes siquiera que día es hoy? —volvió a guardar silencio y Nath negó con la cabeza. —Domingo, hoy es domingo. Es curioso que incluso yo sé sobre hoy más que tú. Marinette estuvo todo el día esperando que la llamaras, incluso puedo imaginar que estuvo toda la tarde viendo televisión en el sofá con el celular a un lado. Esperar... Lo único que hace ella es esperar por ti y tu te la pasas en eventos sin darle el lugar que merece.
—Ella no me...
—¡Mejor cállate! Si nosotros estamos aquí es porque ella decidió no terminar de arruinar su día, que irónico que terminó por arruinarse gracias a ti para variar. Deberías hacerle un favor y de una vez ya cortar todo con ella, porque si realmente la amaras no serías un novio tan imbécil. —Nathaniel comenzó a destilar rabia y apuntó su pecho con fuerza. —si tan sólo te dieras el tiempo en tu inflexible agenda y entre el tiempo que pasas con tu ahora prometida, te darías cuenta de todo lo que Marinette ha estado sufriendo por tu culpa, ¡y si no quieres darte cuenta ya es muy tu problema! —se giró comenzando a caminar hacia donde Marinette se había marchado.
—¿A dónde vas?
—¿Qué no es obvio? Voy tras ella, porque a mi si me importa lo que le pase. Porque es mi amiga. —Nathaniel desapareció rápidamente de su vista y él sacudió su cabello con frustración.
—¿Adrien? —Kagami salió del lugar y se acercó a él un poco incomoda. —¿todo bien?
—Lo siento, Kag. Debo resolver algo, por favor ve con Gorila a casa.
—Pero...
Adrien comenzó a correr hacia donde Marinette y Nathaniel se habían ido, dejando a Kagami completamente confundida por la situación, ¿qué demonios estaba pasando?
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