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Capítulo 40

15 de mayo, 2012.

Su día había comenzado bien, muy a pesar de lo intranquila que había estado el día anterior por lo acontecido con su novio, no podía quejarse de trabajar el turno de mañana en la biblioteca, al fin y al cabo ese ingreso extra costeaba sus materiales.

Se podría decir que llevaba bien con los demás encargados, y era lo suficiente querida para que al llegar hubiera un café en su mesón.

—Señorita Marinette, buenos días.

—Buenos días. —saludó con una pequeña sonrisa, cerrando el libro que debía terminar para un exámen. —¿ya llegó la carga?

—Exactamente, ¿Dónde la dejo? —ella se levantó, rodeó el mesón blanco y uniforme, para indicarle al joven donde dejar el paquete de revistas de ese día.

—Yo ordeno todo, ve con calma.

—¿Está segura?

—No te preocupes, tengo tiempo y vas algo atrasado. —indicó el reloj en la pared alzando una ceja y el repartidor abrió sus ojos ampliamente.

—Gracias, le debo una. —se despidió rápidamente, acelerando el paso, dejando a Marinette con una carcajada entre sus labios.

La azabache negó con la cabeza y sacó la cinta que sellaba la caja, dejando al descubierto las revistas; sólo que no se esperaba que su portada le daría una punzada en el corazón, una que no estaba segura como disimular bien.

—¡Marinette! —oyó por lo alto, pero ni se inmutó. —¡Marinette! —volvieron a repetir su nombre y los acelerados pasos de alguien resonaron en el casi vacío lugar a esas horas. —Marine... —la voz de su amiga se detuvo cuando la encontró con sus ojos fijos dentro de aquella caja. —Marinette, necesito que me expliques lo que está pasando. —Fei dejó una revista sobre la caja abierta y apuntó frenética su portada. —¿Quién es esa chica y por qué está de la mano con Adrien?

—Oh, —rió un poco con la voz temblorosa. —así que ella es Kagami. —comentó con una sonrisa demasiado fingida para su gusto. —no te preocupes, Fei. Ella es la chica que te había mencionado, la que viene de Japón.

—Marinette, ¿por qué demonios lo dices tan calmada? —tomó sus hombros y los sacudió con fuerza. —¡Ella lleva el saco de Adrien y van de la mano! ¡Y lo que dice el titular!

—A la gente le gusta inventar historias, no lo tomes tan en serio. —le restó importancia. Fei no supo cómo reaccionar, sus cejas se fruncieron confusas. —además, no deberías alzar la voz así. Estamos en la biblioteca.

—A ver, espera un momento. ¿Vas a decirme que no te molesta todo lo que dice esta revista? ¡Prácticamente confirma que ellos están saliendo!

—Baja la voz, estamos...

—¡No me importa la biblioteca! —tomó su mano y la arrastró por un largo pasillo entre los estantes llenos de libros.

—¿A dónde vamos? —Marinette no forzó su agarre, sólo se dejó llevar por su alterada amiga. —lo que sea que quieras, debe tomar poco tiempo porque estoy en el turno...

—¡Ya cállate! —le gritó, sorprendiendose a si misma por tal arrebato, mas intentó no tomarle tanta importancia, así que frenó a unos cuantos metros de distancia de la biblioteca. Fei sentó a Marinette en una banca y comenzó a caminar de un lado a otro. —Ahora si podemos hablar bien, hace días que estás rara y no me dices lo que te pasa. Lo único que haces es andar de aquí para allá con Nathaniel, y yo pintada preocupada por ti. Sumándole que cuando iba camino a la cafetería, veo la foto de Adrien con esa chica, todo empapelado en una vitrina, y tú... Tú y él, ¿qué demonios pasa, Marinette?

—No pasa nada, Fei. ¿Por qué te alteras tanto?

—¡Porque no entiendo tu reacción! ¿Acaso no te molesta que digan eso de tu novio?

—¿Ves que Adrien esté haciendo algo malo? —cuestionó con calma y Fei cerró la boca al oírla. —lo único que veo es a él con esa chica vestidos para el evento que me había mencionado.

—Marinette, a mi no me puedes engañar. ¿Puedes decirme lo que realmente sucede?

—Pero es que no es nada realmente, ¿qué quieres que te diga? ¿Acaso si me molesta que Adrien sea caballero con una chica? Pues no, él es así y siempre lo ha sido, no me causa celos o algo por el estilo, conozco mi lugar y lo sabes.

—¿Conoces tu lugar? —preguntó cruzando sus brazos. —¿y esa chica conoce el suyo? Dijiste que estaba viviendo en la casa de Adrien, ¿de verdad eso no te hace sentir nada?

—Fue su compañera de esgrima hace años; Adrien sólo le ayuda a adaptarse como un favor a su padre. —Fei movió la cabeza de un lado a otro.

—¿Nathaniel tiene algo que ver con tu reacción calmada?

—¿Nathaniel? ¿Qué tiene que ver Nath en esto?

—Por favor, Marinette. —se sentó a su lado y tomó una de sus manos. —¿ha pasado algo entre Nathaniel y tu? —Marinette frunció el ceño y soltó sus manos sin comprender lo que decía, casi indignan dose con su pregunta.

—Nath y yo somos amigos, ¿qué insinúas?

—Insinuo que Nath te da la atención que Adrien no. Porque hasta yo me doy cuenta que Adrien pasa mucho tiempo ocupado y te deja de lado.

—Nathaniel es una hermosa persona, pero sólo es mi amigo.

—No digo que no, pero... El corazón es complicado, ¿estás segura que no sientes nada por él? ¿Ni siquiera un poco? —la de ojos azules formó una mueca. —pregunto porque tu reacción a esa portada es muy "da igual".

—Es que yo no puedo simplemente ponerme histérica y reclamarle algo a Adrien que es parte de su trabajo. —Fei hizo una mueca.

—Si fuera al revés, es probable que Adrien si te diría algo.

Marinette meditó sus palabras; si ella y Nathaniel se tomaran de la mano, ¿Adrien se pondría celoso? ¿Le cuestionaría algo ? No estaba segura, nunca antes lo había visto molesto con ella o con otra persona a su alrededor, nunca antes había visto a Adrien celoso en realidad. No, definitivamente eso no pasaría, ¿o sí?

—Fei, debo volver a la biblioteca. —se levantó con recato. —de verdad no tomes en cuenta todo lo de la revista, ni siquiera yo lo hago. —encogió sus hombros. —Adrien sólo hace su trabajo como siempre.

—Pero...

—Nos vemos en clases.

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—¿Me pides que mueva mis influencias con esa revista? ¿Es que acaso acabaste por perder la cabeza, Adrien?

—No es la gran cosa para ti. Es una calumnia, y claramente no te conviene que se difunda información falsa sobre tu hijo, ¿o si?

—Creo haber sido claro contigo desde el principio. —Gabriel acomodó su corbata y juntó sus manos sobre su escritorio, sin perder la seriedad en su rostro. —te advertí que no fueras a lugares concurridos con Kagami. Era de esperarse que surgieran chismes si nunca te han visto con nadie tan reconocido como ella a solas.

—Me molesta lo que dicen sobre ella y yo. No somos pareja, sólo somos amigos y compañeros, padre.

—El que nada hace, nada teme. —concluyó. —si a tu novia le molestó esto, no veo porqué debería mover un dedo al respecto, es un tema que debes resolver por tu cuenta. —Adrien rodó los ojos y cruzó sus brazos.

—Marinette no tiene nada que ver, ni siquiera me ha mencionado algo al respecto.

—Entonces no veo porqué tanto alboroto.

—¡Porque es mentira!

—Suficiente. Te estás comportando muy infantil con el asunto; sabes como son estas cosas y eres consciente que tu rostro es reconocida, obviamente se armaría un escándalo. —hizo una breve pausa, llenándolo de frustración en cada segundo que pasaba.

—¿Siempre será así? ¡Nunca te pido nada! ¡Sólo es un favor como tu hijo!

—¿No dijiste que querías irte de aquí? Pues tendrás que aprender a lidiar con las revistas y las notas amarillistas por tu cuenta. —el rubio se levantó con molestia. —no pongas esa cara, Adrien. Sólo digo la verdad, no estaré aquí siempre para cubrir tu espalda y lo sabes. Te comportas maduro para algunas cosas, pero con otras no. El mundo real es mucho más crudo y cruel de lo que crees.

—No te imaginas lo mucho que sé sobre el mundo real que mencionas, padre. —dio media vuelta y—gracias por tu ayuda. —salió por la puerta, cerrando con fuerza a sus espaldas. —gracias por nada. —murmuró apretando sus nudillos.

—¿Todo bien? —la voz de Kagami hizo eco en el vestíbulo y rápidamente él levantó la cabeza, viendo como bajaba las escaleras.

—Claro, sólo tuve una pequeña disputa con mi padre. —respondió en su encuentro, cambiando su expresión a una más amigable. —¿ya estás lista?

—Sí. ¿Vamos? Llegaremos tarde a clase si seguimos aquí. —tomó su brazo ligeramente y Adrien sólo medio sonrió saliendo con ella de la mansión.

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—¿Por qué me llamaste exactamente?

—Porque necesito saber si Marinette está bien. —Luka alzó una ceja sin comprender, se acomodó sobre el césped y miró el cielo un instante.

—A ver si entendí; quieres que llame a tu novia para preguntarle si está bien. Claro, muy normal, ya que somos amigos pero hay algo que no me cuadra del todo, ¿qué será? —puso cara pensativa. —¡Ah! ¡Ya sé! ¿Por qué demonios no la llamas tú?

—¡Porque no me responde! ¿Crees que no lo intenté? Desde anoche que no me responde los mensajes ni las llamadas. —Adrien frunció el ceño algo desesperado y arrojó su teléfono frente a él. —no sé que pasa, no entiendo que pasa.

—¿Acaso pelearon o algo así? —el azabache se enderezó, mostrandose algo más serio en la conversación con su mejor amigo.

—No, o sea... no estoy seguro. Ayer me dijo que terminaría algunos trabajos de la universidad, pero cuando fui con Kagami a la cafetería la vi ahí con Nathaniel, riendo de lo más casual y... Y cuando la llamé, le dije que quería verla, pero se negó. ¿Qué sucede, Luka? —tomó su cabeza con desespero y tiró un poco de sus mechones rubios. —nunca antes me había esquivado de esa manera.

—Tranquilo, no creo que sea algo tan grave. Lo que puedo decirte es que hables con ella.

—¿Y cómo? Acabo de decirte que no me contesta. —Luka rodó los ojos y golpeó su nuca, logrando que soltara un quejido. —¿y eso por qué?

—Porque eres tan torpe a veces. No la llames por teléfono, ve y habla con ella en persona.

—Pero es que no puedo, sabes que mi horario...

—Adrien, no digas estupideces. ¿Vas a perder la oportunidad de arreglar lo que sea que esté mal con Marinette por el horario que te impuso tu padre?

—No es eso, es que luego tengo que llevar a Kagami... —Luka lo miró con desaprobación y él calló al instante.

—Vi los medios esta mañana y lo más probable es que Marinette también lo hiciera.

—Sabes que es mentira y ella también lo sabe.

—Sí, tienes razón. Sé que no es cierto, pero eso no quita que sea molesto para tu pareja. —Adrien suspiró con cansancio. —creo que estás demasiado preocupado en cumplirle a tu padre, que te estás olvidando de Marinette y eso no está bien.

—Me da igual lo de mi padre.

—Sabes que no es así, y no intentes hacerme creer lo contrario. —Adrien guardó silencio, porque muy en el fondo sabía que su amigo tenía razón. —no quería decírtelo porque sé que no te llevas del todo con Nathaniel, pero cuando estuve con Marinette y él en su departamento, pude darme cuenta que ella le interesa. No te estoy diciendo esto para que desconfíes de Marinette, pero si para que te des cuenta que no eres el único que puede ver sus virtudes y que no eres el único que puede enamorarse de ella.

—Pero Marinette y yo nos amamos... Nosotros... —negó con la cabeza, sin aceptarlo del todo. —Marinette dijo que sólo eran amigos y le creo.

—Yo sólo te estoy diciendo la impresión que él me dio. No está bien que dejes las cosas sin resolver, que Marinette te ame no quiere decir que no se canse.

—Pero... No hemos discutido, no ha pasado nada realmente, ¿qué está mal entonces? —Luka medio sonrió y palmeó su hombro dos veces, dándole un poco de confort en toda su confusión mental.

—Mira un poco desde sus zapatos. ¿Cómo es Marinette? Tu la conoces mejor que nadie.

—Marinette es... Es maravillosa y comprensiva, ella me escucha y...

—Comprensiva. —detuvo sus palabras. —tú lo dijiste; Ella comprende todo lo que tienes que hacer, sabe que a veces te ves obligado a hacer ciertas cosas que no te agradan, por lo mismo evitará darte más preocupaciones de las que tienes, por eso debes hablar con ella de frente y hacerla sentir segura. Porque pueden tener toda la confianza del mundo, pero dime la verdad; si vieras en una revista y en la televisión, que ella y no sé... Usemos a Nathaniel como ejemplo, salen tomados de la mano y afirman que están saliendo. ¿Te molestaría?

—Yo... —guardó silencio, lo suficiente como para que Luka se sintiera un poco ansioso. —Es que no puedo hacerme una imagen mental con eso, aunque sea un ejemplo. —Luka golpeó su nuca nuevamente.

—¡Seré claro contigo! ¡Pasas más tiempo con Kagami que con tu novia y te la quieren robar! ¿Entiendes? ¡Si yo fuera Marinette ya te habría mandado a volar!

—¡Pero si yo la amo!

—¡Entonces ve y dícelo! ¡Deja de perder el tiempo hablando conmigo!

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—¡Ya para, Nath! ¡No seas malo! —Marinette se carcajeó sin pudor alguno, golpeando su brazo con poca fuerza.

—¡Pero si parecía un pato! —Nathaniel tampoco contuvo su risa, la cual se incrementaba junto a la de su amiga. —¡admite que parecía un pato su escultura!

—El arte puede ser subjetivo, tú mejor que nadie lo sabe. —cerró sus ojos, intentando mantener la seriedad tanto en su rostro como en sus palabras, pero no duró ni tres segundos, ya que ambos volvieron a estallar en carcajadas. —¡que ya!

—Tu te estás riendo. —acusó el pelirrojo, continuando con su andar a la par de ella.

—Te juro que no volveré a ver los trabajos de los demás contigo, no te callas nunca.

—Yo no soy quien se ríe de todo lo que hablo. —comentó burlón, provocando que Marinette picara con sus dedos su costado. —bueno, ya paro. ¿Dónde vamos a almorzar?

—No muy lejos de aquí porque debes volver a tu...

—¿Qué pasa? —Nathaniel la miró algo desconsertado, puesto que los ojos azules de Marinette veían fijamente hacia al frente y sus palabras parecían quedar atoradas en su garganta. —¿Marinette?

—A-adrien... Él...

El de cabello rojizo miró hacia donde ella lo hacía, encontrándose a un joven de cabello rubio y ojos verdes, caminando en su dirección con ambas manos en sus bolsillos. Sin duda alguien que reconocía y que no le traía un buen sabor de boca.

A pesar de ya saber quién era el novio de su amiga, en ese instante podía confirmarlo con sus propios ojos y muy en el fondo de su corazón deseaba que no fuera él, porque resultaría que hasta incluso en la chica de sus sueños él ganaría.

—Adrien, t-tú... Estás aquí. O sea, ¿por qué estás aquí?

—¿Podemos hablar? —Adrien tomó una de sus manos cuando llegó a su encuentro e inevitablemente acarició un instante su mejilla, casi en un roce, sólo para darse cuenta como Nathaniel miraba hacia otro lado con clara incomodidad.

—Pero ahora deberías estar en clases y yo...

—Me salté las clases, no te preocupes por eso.

—¿Que hiciste qué? ¿Por qué? Tu padre te va a...

—Vamos. —tiró de su mano, haciendo que chocara contra su torso con algo de torpeza, sus verdes vieron los ojos de Nathaniel casi como si se lanzaran fuego y luego extendió su mano, pidiéndole de manera muda que le entregara el bolso de Marinette que cargaba en su hombro.

—E-espera, yo iba... —Marinette de separó un poco y volteó repetidas veces hacia su amigo, buscando algún reclamo en su mirada, pero sólo había una mueca de aceptación. —Tengo planes con Nathaniel.

—¿Planes? —Adrien sin ser consciente del todo, sintió una molestia al oírla decir su nombre con tanta dulzura. —Lo siento, no quería interrumpir tus planes.

—Marinette, no hay problema. Yo recordé que tengo que ir por algunas copias sobre unas guías.

—Pero... —Nathaniel le extendió su bolso y ella lo tomó con desconcierto. —Nath... —él se acercó a su mejilla y depositó un pequeño beso de despedida, quedándose un segundo sólo para susurrarle.

—Habla con él, tú puedes. —se alejó con una sonrisa sincera, la cual se borró cuando Adrien la tomó de los hombros alejándola con algo de brusquedad.

—Gusto en verte, Kurtzberg. Si nos disculpas, ya nos vamos.

—Sí, claro. Lo mismo digo, Agreste.

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—Estás molesta.

—¡Por supuesto que lo estoy! ¡Apareciste de la nada y trataste a Nathaniel como si no existiera!

—Siento haber aparecido así, pero habrías sabido que iría a verte si tan sólo respondieras mis mensajes o atendieras mis llamadas, ¿no lo crees?

—Estaba en el trabajo y luego en clase, no podía responder. —Marinette cruzó sus brazos, caminando hacia el final de su sala. Adrien lo único que hizo fue mirarla con una sonrisa incrédula, mientras dejaba las llaves del departamento sobre la mesita de centro.

—Marinette, anoche tampoco respondiste.

—Estaba ocupada. —murmuró sin verlo.

—Bien, no quiero discutir. —alzó sus manos en son de paz. —Lo único que quiero es que hablemos tranquilamente, porque necesito saber lo que pasa con nosotros.

—Yo no quiero hablar. —tomó asiento en el sofá grande, viendo hacia su costado. —lo único que quiero es...

—Marinette... —Adrien se acercó a su lado, tomó sus manos con una expresión afligida en su rostro e hizo que volteara a verlo. —perdón... Yo... Lo siento, no he pasado mucho tiempo contigo y realmente es algo que deseo en cada momento del día, pero me resulta muy difícil escaparme de todo lo que tengo que hacer. Ahora mismo quisiera simplemente abrazarte y no soltarte, porque te extrañé mucho, de verdad que sí. No quiero que lo dudes siquiera un poco. —no pudo contenerse más y la estrechó entre sus brazos, cerrando sus ojos para sentir aún más vividamente el calor que le compartía.

—Y-yo... Hay algo que debo decirte.

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