Capítulo 4
8 de febrero, 2021.
—Félix... Estás aquí. —Amelie lo miró de la cabeza a los pies. Él no hizo más que quitar las gafas oscuras que cubrían sus grisaseos ojos, sin dejar la clase que lo caracterizaba, junto a la seriedad en su rostro.
—Por supuesto que estoy aquí, mi hermano ha desaparecido y yo me acabo de enterar después de... ¿Cuánto? ¿Tres meses? —alzó una ceja. —ya que ninguno fue capaz de avisarme. Tuve que enterarme por un mediocre periódico todo roñoso en medio de la nada.
—Tú padre no quería preocuparte. —se excusó terminando de acomodar unos documentos sobre el escritorio.
—Claro que no quería preocuparme, pero es mi hermano de quien hablamos. Adrien no se va sin decirle nada a nadie y mucho menos por tres meses, eso sólo me da dos posibles hipótesis; está muerto o no quiere que lo encontremos por alguna razón, y yo descubriré cuál de las dos es la correcta. Por ahora no es necesario que estés aquí querida tía, yo me haré cargo de la empresa mientras no sepamos el paradero de mi hermano.
—Pero... Soy la cuarta accionista mayoritaria. Tú padre me ha dejado a cargo de la empresa.
—Yo soy el segundo heredero, y cabe recalcar que la única razón por la cual Adrien quedó a cargo es porque nos llevamos dos minutos de diferencia. Yo quise respetar eso e irme a recorrer el mundo, pero ahora él no está y lo razonable es que sea yo quien se haga cargo.
—Esto hay que hablarlo con la junta.
—Perfecto, haz una reunión entonces. —se dio media vuelta y tomó su maleta dispuesto a irse. —incluso llama a la esposa de mi hermano.
—¿Marinette?
—Ella es su esposa y tiene las acciones de mi hermano, prácticamente es dueña de la silla donde estás sentada, querida tía. No nos saltemos el protocolo, me informé bastante de la situación de la empresa durante el vuelo, y muy a favor de nuestra familia no lo está.
—Bueno, cariño. Yo no me pondré a discutir nuevamente lo que hizo tu hermano cuando desapareció, suficiente tuve que lidiar con tu padre cuando me pidió que volviera a hacerme cargo de todo.
—Como sea, cita a todos. Quiero saber la postura que tiene mi cuñada con todo esto. —sacudió una de sus manos para arreglar el botón de la camisa en su muñeca.
Félix se dio media vuelta dispuesto a marcharse y dejar de perder el tiempo, pero Amelie lo detuvo antes de que saliera por la puerta.
—¿Incluyo a tu padre en la reunión? Sabes que ha estado muy delicado de salud hace un tiempo, y lo de tu hermano lo tiene peor. —él suspiró y la miró sobre su hombro hacia atrás.
—Papá será el más interesado en este asunto. —soltó una pequeña risa antes de poner nuevamente sus gafas y arrastrar su maleta fuera de la oficina. —nos vemos por la tarde.
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Marinette se sentía como un insecto rodeada de gatos al acecho, todos dispuestos a atacarla sin darle una oportunidad de escapar o de defenderse, le hubiera gustaba que Luka estuviera con ella en ese momento, así al menos se sentiría menos solitaria, pero lamentablemente no pudo hacerlo.
La sala de juntas estaba helada, no sabía si era por la gente que estaba a su alrededor o por el crudo invierno de afuera. Frente a ella una hermosa mujer de larga cabellera rubia se miraba las uñas con cansancio, probablemente era la única persona que no tenía sus ojos en ella y eso le agradaba. No podía decir lo mismo del señor Agreste en la cabecera de la mesa, con sus manos sobre la misma mantenía sus ojos fijos en cada respiro que daba, la mujer a su lado también, quien recordaba que era la tía de su esposo, Amelie Graham de Vanily, Nathalie estaba detrás de ambos con una tablet revisando algunas cosas.
Marinette se hundió más en su sitio, buscando algún lápiz en su bolso para distraerse de tanta tensión. No quería estar ahí, prefería estar en casa de sus padres esa tarde en vez de una junta empresarial de la cual no quería saber nada. Cuando ya el aire se volvió insoportable, se puso de pie dispuesta a irse y no volver jamás.
—¿Dónde crees que vas? —cuestionó Gabriel y ella se atrevió a verlo fijamente.
—Me voy a casa, yo no soy parte de esta empresa y no estoy dispuesta a quedarme aquí a esperar quien sea que tenga que venir. —acomodó el bolso sobre su hombro y caminó hacia el lado opuesto del hombre.
—Te guste o no, debes ser parte de esta junta, tienes todas las acciones de mi hijo en tu poder.
—Señor Agreste, ya le dije que nada de esto es de mi incumbencia. ¡Si quiere las acciones se las devuelvo! —agitó sus manos sin estar del todo segura que decirle. Cuando Gabriel iba a responder, alguien más tomó la batuta.
—Cariño, si mi primo te dejó todo su dinero ha de ser por algo. —habló por primera vez la rubia de ojos azules. —ni mi tío ni nadie debería atreverse a cuestionar su deseo. Adrien es una persona sensata, y todos lo sabemos de sobra. Él ha llevado la empresa a la cima en los últimos años como presidente.
—Chloe, esto no se trata sobre la capacidad que tenía Adrien para manejar los negocios. —habló Amelie.
—¡No hablen como si Adrien ya no estuviera más! —exclamó Chloe con enojo. —¡tío! —le gritó a Gabriel. —¡Es tu hijo de quien hablamos! ¡¿Qué no confías en su juicio?! ¡Si le dejó todo a ella fue por algo!
—Cuando se trata de esta mujer, —apuntó a Marinette con desprecio. —lo que menos tenía mi hijo era buen juicio. —Nathalie tomó los hombros de su superior para intentar calmarlo un poco.
—Que bonita reunión familiar. —se introdujo una quinta voz a la disputa.
Marinette dio un salto de la impresión, esa persona estaba a sus espaldas y casi pudo sentir como erizaba los vellos de su nuca por su cálido aliento chocando su cuello. Su voz fue tan familiar y lejana a la vez, su voz era como un recuerdo que cada vez se desvanecía en el aire con el pasar de los días. Ella se atrevió a voltear su cabeza y encontrarse con un hombre alto, su cebello rubio resplandecía con la fría luz de la sala de juntas, portaba un traje elegante azul marino, su corbata perfectamente ordenada y su sonrisa descarada fue como un balde de agua fría sobre ella.
—Adrien... —murmuró provocando un hipo en su garganta. Sus ojos se llenaron de lágrimas hasta derramarse por completo por su rostro. Abrazó con tanta fuerza a aquel quien creía su esposo, que un sentimiento cálido se esparció por su pecho, incluso sus mejillas lograron pintarse de rojo por la emoción de verlo otra vez, respiró profundamente en su pecho y entonces se dio cuenta que ese hombre no usaba el mismo perfume de su esposo, picaba en su nariz el olor a cigarrillo, madera y pino, incluso picaba en su garganta.
Marinette alzó la cabeza para ver mejor su rostro, él algo incómodo acabó por quitar sus gafas oscuras, sin saber como debería reaccionar ante aquel inesperado abrazo.
No eran verdes, al menos no completamente. Los ojos de Adrien eran de un verde muy intenso y los de ese hombre eran grises, casi como los del señor Agreste. Era demasiado cruel, ¿qué había hecho de malo para merecer semejante broma del destino? Esa persona era exactamente igual a su esposo, la forma de su rostro, incluso su altura y cabello, ¿acaso estaba en otro mal sueño? ¿Acaso nacía una pesadilla dentro de otra pesadilla?
—Pido disculpas. —susurró Marinette intentando asimilar la situación. Soltó la cintura del extraño y quedó perdida en la nada por unos segundos, hasta que acabó sorbiendo su nariz y limpiando su rostro con ambas manos. —eres... Me he confundido, pido disculpas. —optó por mantener todos sus sentimientos a raya, la fortaleza y determinación estarían de su lado en esa situación. Ya había hecho el ridículo frente a toda la familia de Adrien y no les daría el gusto de seguir jugando con sus sentimientos como si no valieran nada. —no se volverá a repetir.
Marinette respiró profundamente para calmar su destrozado corazón y el sofocante nudo en su garganta. Félix la observó en silencio antes de que ella decidiera que era mejor darse la vuelta y dirigirse al puesto donde estaba sentada hace unos minutos.
El incómodo encuentro calmó las aguas por la pelea reciente, mas Félix decidió romper el silencio abrumador entre todos, acomodó su traje y aclaró su garganta antes de hablar con un tono neutro.
—Comenzamos con la junta. —se sentó en el otro extremo de la cabecera de mesa y dejó unas carpetas frente a él. Optó por una postura comprensiva y dispuesto a oír todo lo que tengan que decir, pero no estaba seguro de poder seguir su propio pensamiento. —los escucho.
—Creo que lo mejor es empezar dándote la bienvenida, sobrino. —comentó Amelie con una sonrisa leve.
—Gracias, tía. Pero no creo que sea momento para eso, lo que quiero saber es que tienen planeado sobre la empresa. —respondió fríamente. Gabriel se mantuvo en silencio, dejando que dijeran todo lo que tenían que decir.
—Bien, con la ausencia de Adrien han bajado los números en los últimos meses. Los inversionistas han retirado sus fondos y es probable que...
—Creí que estabas manejando todo, querida tía. —alzó una ceja, usando un tono socarrón en cada palabra. —¿y tu Chloe? ¿Cómo vas con tu área? —ignoró a Amelie brutalmente, dejándola con las palabras en la boca.
—He intentado mantener todo estable con la ausencia de Adrien, pero es difícil si no me dan los recursos necesarios para la distribución de las telas y la importación de las mismas.
—Ya veo... En pocas palabras, si Adrien no está la empresa se va a pique. —rió un poco. —que lamentable, y me sorprende que tu no quisieras tomar el control padre. —dirigió su mirada con ironía.
—El señor Agreste no está en condiciones...
—Nathalie, gusto verte. —afirmó. —Pero mi padre tiene su propia boca para hablar. Entonces, te escucho papá.
—Estás molesto y no hablaré contigo en ese estado. —fue lo único que salió de su boca, y justo cuando acabó la frase Félix golpeó la mesa con su puño.
—¡¿Qué estoy molesto?! —espetó haciendo saltar a todos con susto. —¿y por qué piensas que estoy molesto? —bajó el tono de su voz nuevamente, controlando por completo sus emociones. —¿Porque no me dijiste de la desaparición de mi hermano? ¿O quizás porque no me llamaste para que asumiera la presidencia cuando me corresponde por derecho? ¿O tal vez porque después de tantos años no fuiste capaz de siquiera llamar una vez?
—No es algo que necesitabas saber, no es algo que necesites y no es nuestra culpa que te hayas ido a recorrer el mundo por tu cuenta.
—Oh, claro que es su culpa. La única persona en esta sala que no tiene culpa alguna es ella. —apuntó a Marinette, quien no pudo hacer más que bajar la cabeza en completo silencio, se sentía tan ajena a la situación. —ella no me obligó a irme a Londres casi la mitad de mi vida, ella no me despojó de todo lo que tenía que ver con el patrimonio, y ella no me obligó a perder el contacto con mi hermano gemelo.
—Hice todo lo necesario para que fueras una persona de bien y respetable. Alguien con estudios y un propósito en la vida, a diferencia de tu hermano no caíste enamorado de una caza fortunas.
—Como digas, padre. —le restó importancia. —lo único que vengo a hacer es ofrecerme para tomar la batuta en la empresa.
—No puedes...
—No te lo estoy diciendo a ti, tía. —la miró unos segundos para luego dirigir sus ojos a los azules de Marinette, quien en ese momento se contenía de gritarle a ese hombre que no era una caza fortunas. —se lo ofrezco a ella.
Marinette abrió más sus ojos y comenzó a balbucear en el aire, entre que aún no creía la situación y entre que ver al reflejo de su esposo la tenía shockeada con una actitud completamente diferente a la que conocía. Debía repetirse una y otra vez que él no era Adrien, él no era la persona que amaba y mucho menos era la persona que se casó con ella.
—Y-yo... No debería decidir esto. Quisiera consultar todo esto con mi abogado.
—Claro, ese abogado. —soltó Gabriel insinuando cosas que no venían al caso.
—Está bien, entonces en eso quedamos. Consulta todo lo que quieras con tu abogado y me das tu respuesta lo antes posible, te pasaré mi propuesta y todos los términos legales. —Félix se levantó. —creo que no hay nada más que discutir en esta junta. —arregló todas sus cosas y salió de la sala dejando a todos nuevamente en silencio.
—Jah, es bueno tener a mi primo de vuelta. —comentó Chloe también poniéndose de pie. —yo tengo cosas que hacer, así que me retiro. Cuidate tío. —se dirigió al mayor con respeto y marchó.
Marinette no fue capaz de decir nada, así que simplemente se levantó de su sitio y salió con los ojos de los presentes puestos en ella. Ya fuera de la empresa, soltó el aire con cansancio, observó el cielo y como la nieve no dejaba de caer, ya estaba oscuro. Acomodó su abrigo y su bufanda al rededor del cuello, sentía unas enormes ganas de llorar por tanta presión sobre sus hombros, extrañaba a Adrien más de lo que pudo imaginar jamás, y lo que más deseaba era un abrazo de su parte y que acariciara su cabeza diciéndole que todo estaría bien, que no se preocupara por nada porque se haría cargo de todo. Miró su celular por última vez si es que había algún mensaje de Luka, y si lo había.
19:40 hrs.
—¿Cómo te fue? Espero no te comieran los lobos.
20:13 hrs.
—Creo que necesitaré tu apoyo legal y moral, amigo.
20:13 hrs.
—¿Tan serio fue el asunto? No me digas que quieren que les devuelvas todo lo que te dejó Adrien.
20:14 hrs.
—Ganas no me faltaron para hacerlo.
20:15 hrs.
—Marinette, no digas locuras. Mañana iré a tu casa para que me cuentes que tal todo, por ahora espero que no hayas firmado nada.
20:15 hrs.
—Tranquilo, no hice nada. Nos vemos mañana.
La azabache guardó su celular en el bolsillo de su abrigo y se dirigió donde su auto estaba estacionado, apretó el botón del cierre centralizado y casi dio un grito cuando alguien habló a sus espaldas.
—¿Crees que tengas un minuto para hablar?
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