Capítulo 31
23 de abril, 2021.
—Y eso es básicamente lo que hicimos, pero no te preocupes, aquí nadie sabe quién eres en realidad. —habló Bridgette, mientras monitoreaba los signos vitales de Adrien en las máquinas a su costado. —no pongas esa cara, créeme que él está bien y de seguro sigue durmiendo o distrayendose con el trabajo desde casa.
—No recuerdo mucho de lo que pasó, sólo que Félix me hablaba en algún momento y ya después nada; desperté aquí y Marinette estaba a mi lado. —La chica hizo una mueca y suspiró.
—La ví, pero como estaba con otros pacientes no tuve oportunidad de hablar con ella. Se veía bastante preocupada por ti, pero no estaba sola, ese chico y tu prima parecía que la mantenían con los pies en la tierra.
—Se veía tan triste anoche y aún así logró que me calmara. —murmuró viendo su mano izquierda detenidamente, mas no pasó mucho tiempo y Bridgette puso un anillo en su palma, logrando que Adrien levantara la cabeza en su dirección, ella sólo le sonrió.
—Félix me lo pasó, pensó que querrías tenerlo cuando despertaras. Guárdalo muy bien y ten cuidado, ni ella ni nadie de tu familia puede verlo.
—Gracias, Brid. Cuando esto acabe, no sabré como agradecerte todo lo que...
—No tienes nada que agradecer y mucho menos pagármelo de ningún modo. Soy médico, hice un juramento y sólo cumplí con mi deber cuando Félix me llamó esa noche. —sonrió de lado y sacó una linterna del bolsillo de su bata. —veamos tus reflejos. —hizo que se acomodara un poco y observó de cerca sus ojos. —al parecer todo normal por el momento, ¿sientes mucho dolor? Igual el medicamento que te administramos es muy fuerte.
—Sólo siendo molestia, pero nada más. ¿Cuando pase el sedante, dolerá?
—Es posible, pero te administraremos otro médicamento e iremos bajando la dosis paulatinamente para que no sea brusco el cambio. Pero el sólo hecho de que ya puedas hablar normal, es un buen indicio de que todo salió bien. Oficialmente en este hospital eres mi paciente, así que cualquier duda o reclamo que tengas, házmelo saber enseguida y lo resolveré.
—Está bien, gracias.
—Debo ir a ver otros pacientes, si necesitas algo llama a alguna enfermera. —Bridgette se dio media vuelta, pero se detuvo a dos pasos. —casi se me olvidaba. —sacó de su otro bolsillo una pequeña caja blanca. —toma. —se la extendió, cosa que Adrien tomó al instante. —póntelos lo antes posible o de plano todos comenzarán a cuestionar el cambio de color de ojos tan inusual que tienes.
—Cierto, lo había olvidado por un instante. —sin decir otra palabra, Bridgette salió el lugar en completa calma.
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—¿A dónde se supone que vas tan apurada? —Marinette rodó los ojos, sujetando con fuerza los archivadores en sus brazos, sin detener su andar.
—¿Qué se supone que haces aquí nuevamente, Nathaniel? —el pelirrojo la siguió detrás y se detuvo justo cuando ella entró en la oficina presidencial, pero se adentró viendo como ella dejaba los archiveros sobre el escritorio y ordenaba algunas cosas.
—Con la última junta y el sorpresivo estado de salud de Félix, todos estamos reevaluando la situación.
—Ya veo, pero está demás decir que Félix se recuperará pronto y seguirá con sus labores como siempre.
—Tienes mucha confianza eso, al parecer. —Marinette se detuvo un momento y contó hasta tres mentalmente para serenarse. —no lo digo en un mal sentido.
—¿Necesitas algo? Que ayer me llevaras al hospital no cambia nada entre nosotros y lo sabes.
Nathaniel la quedó mirando en silencio, cuestionandose muy en el fondo si hablar o de plano quedarse callado y marcharse en silencio. Cerró sus puños y respiró profundamente, no era momento para acobardarse.
—¿Y si te digo que quiero enmendar mi error del pasado? ¿Qué dirías si te digo que quiero recuperar nuestra amistad? Hay mucho que quisiera decirte... —La azabache sonrió escéptica. —nunca hablamos claramente lo que sucedió y al final preferí alejarme al darme cuenta el daño que te hice.
—Cuando una amistad se rompe, difícilmente se vuelve a confiar en esa persona.
—Sigo siendo el mismo Nathaniel que conociste, a pesar del tiempo sigo pensando en nuestra amistad y en que lo arruiné todo al pensar cosas que nunca pasarían.
—Ese es el problema, Nathaniel. Crees que todo es debido a lo que sentías por mí, pero ese no es el caso. Yo perfectamente podría haber mantenido mi amistad contigo si hubieras hecho las cosas bien, pero mentiste y por tu culpa casi pierdo a Adrien en el proceso. No respetaste mis sentimientos y decidiste por mí algo que sólo me correspondía a mí.
—¿Qué podría haber hecho? En aquel entonces... Estabas sufriendo, cada vez que lo veías con Kagami y cada vez que te dejaba sola o plantada o posponiendo alguna cita acordada. Adrien no supo darte tu lugar, yo sólo dije lo que tenía que decir para no verte sufrir más. Porque para mí era un martirio oírte llorar hasta quedarte dormida y no poder hacer nada.
—¡No tenías derecho! ¡No tenías que meterte! ¡Sabías que no podía corresponderte!
—¡Lo hice por ti! ¡No lo hice por mi! Nunca pensé que tendría el camino libre para estar conmigo como te dije esa vez, nunca fue así... Nunca pensé en intentarlo contigo cuando todo se desmoronó. Porque muy en el fondo siempre supe que no tenía oportunidad y no sabes lo mucho que me dolió perderte... El ya no tener a nadie con quien hablar, ya no poder pasar las tardes contigo o el simple hecho de que alegraras mis días con una palabra de aliento. El vacío que dejaste fue enorme, Marinette. —su voz se quebró un momento. —quizás para ti no fue tan importante. —aclaró su garganta y se giró dispuesto a irse, pero la voz de ella lo detuvo.
—Por supuesto que eras importante para mí, de no ser así no me hubiera dolido tanto. —murmuró decaída, viendo la mesa aguantando las lágrimas. —Me sentí tan mal y traicionada, fue una impotencia gigante. Depositas toda tu confianza en alguien, le cuentas cosas que sólo le dirías a tu almohada y llenas de felicidad sus días grises, pero de la nada dice algo que jamás pasó.
—Lo siento, de verdad lo siento. Era un idiota y lo sigo siendo a veces. También siento lo de la junta, lo que dije sobre tu trabajo... Fue una completa estupidez; siempre te esfuerzas por lo que haces, soy consciente de eso y sólo...
—Lo sé, te ocultas bajo esa superficialidad. Sabía que no lo decías en serio, por eso no cuestioné nada al respecto. No hay rencor en ese aspecto, ni en el pasado tampoco, ya te lo dije. —Nathaniel logró medio sonreír, bajó su cabeza un instante, manteniendo a raya el deseo de ir a abrazarla.
—Tomará tiempo, pero no me rendiré con esto.
Tocaron la puerta y luego de dos segundos se asomó la cabeza de Luka en la oficina.
—¿Marinette? —cuestionó algo perdido. —Me dijeron que estabas... Aquí. —cuando se adentró por completo, su expresión fue notoriamente cambiada por una molesta en todos los sentidos.
—Luka, hola. ¿Qué haces aquí? —el azabache cruzó sus brazos, inspeccionado a Nathaniel de pies a cabeza, volviendo a dirigir su mirada a Marinette detrás del escritorio.
—Me enteré de lo de Félix y supuse que irías a verlo, así que preferí pasar a verte e ir contigo. —Nathaniel metió las manos a los bolsillos de su pantalón y miró el suelo un momento.
—En realidad, Marinette irá conmigo al hospital. —comentó con soltura. —iba a mencionarle precisamente ahora la idea de llevarla.
—Disculpa, olvidé que estabas aquí. —se vieron con enojo y Marinette no pudo más que rodar los ojos.
—No empiecen. Además, iré por mi cuenta a ver como sigue Félix. No necesito chófer, pero gracias por el ofrecimiento. —les sonrió de manera fingida, terminando de acomodar algunos papeles y tomar la laptop de Félix. —si me disculpan. —rodeó el escritorio y caminó hacia la puerta.
—Espera, Nette. ¿Dónde llevas eso?
—Conociendo a Félix, de seguro querrá seguir trabajando desde el hospital y de alguna u otra forma conseguirá que alguien venga por sus cosas. —se encogió de hombros. —Así que ahora, como no tienen nada mejor que hacer aquí, les pido amablemente que abandonen la oficina de mi esposo y de mi cuñado. —les mostró el camino con su mano libre y una sonrisa enorme en su rostro.
Nathaniel y Luka se vieron seriamente antes de acatar con la petición de la chica; ambos salieron, pero fue Luka quien se quedó frente a ella un momento para hablarle por lo bajo.
—También venía para decirte que el agente Lahiffe me contactó hace un rato, dijo que habían acordado verse para discutir los avances del caso, pero que no apareciste, supongo que fue por lo de Félix, ¿cierto? —Marinette asintió. —ya me hice cargo de todo, así que no te preocupes. Podemos hablar...
—Ahora, necesito que me digas ahora. No importa lo que sea, sólo... —Luka sujetó sus hombros para calmarla, notando como poco a poco comenzaba a descontrolarse.
—Calma, Marinette... No hay muchos avances con su paradero, pero si pequeñas pistas sobre quién pudo ser el responsable de su ataque.
—Es que... Estoy, pienso en sí está bien, si come bien, o si... Si quiera si...
—Oye, Adrien está bien. Ya lo hablamos, él volverá y todo estará bien. —tomó su mejilla y limpió disimuladamente una de sus lágrimas para después regalarle una sonrisa de confort.
—Estaría tan preocupado por lo de Félix.
—Te creo.
—¿Vienen? —preguntó Nathaniel desde la distancia, viendo aquella pequeña escena con un sentimiento incómodo, el cual se incrementaba al no saber que tanto se susurraban.
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—Vengo a visitar a Félix Agreste.
—Se permite sólo una visita al paciente. —comentó la mujer desde el mostrador. —¿su nombre?
—Marinette Agreste Dupain.
—Ya veo. —acomodó sus lentes en el punte de su nariz y con rapidez tecleó algunas cosas en el ordenador. —su esposo está estable por el momento, ya conoce el camino hacia la habitación.
—Gra-gracias, aunque él no es mi...
—La hora de visita es limitada, así que por favor use muy bien su tiempo. Siguiente. —Luka y Nathaniel le hicieron señas algo nerviosas a la mujer, para indicar que venían con Marinette. —bien, recuerden que sólo una persona por visita.
Marinette siguió su camino hacia la habitación que recordaba era la de Félix cuando salió de la cirugía; había hablado con Chloe más temprano, ella lo visitaría por la tarde cuando acabara todo el trabajo que tenía acumulado; por ella también supo que el señor Agreste lo había visitado cuando se había ido por la noche, así que lo más seguro que podrían toparse si iba a verlo nuevamente.
Cuando llegó a la habitación, sólo le dio un pequeño vistazo a sus dos acompañantes, que parecían más sus guardaespaldas por la cara de asesinato que se cargaban, los ignoró y se adentró al lugar con cautela. El sonido de las máquinas acompañaron el silencio y lentamente se acercó a la camilla, descubriendo que Félix miraba el techo con la máscara de oxígeno en su rostro.
Los tacones de Marinette hicieron que él reaccionara, levantó un poco su cabeza y casi se desmoronó al verla, sonreía como pocas veces el último tiempo que estuvo con ella, la observó de pies a cabeza, deteniéndose en sus ojos por más tiempo del que debería según su propio subconsciente.
—Hola, ya llegó tu esposa para verte. —comentó ella con gracia, sin saber que esa simple frase lo hizo sudar frío un instante.
—¿Q-qué? —hizo una mueca cuando el dolor se hizo presente cerca de su vientre, y ella no pudo más que dejar todo lo que traía sobre una mesa a los pies de la cama, dirigiéndose a su encuentro algo exaltada.
—¿Estás bien? ¿Te duele? ¿Llamo a alguien? ¿Quieres que llame al doctor? —Adrien negó con la cabeza y con ayuda de sus brazos se acomodó en la cama, logrando quedar en una posición semiacostada. —pero...
—Estoy bien, no te preocupes. —hizo un gesto con su mano para que se calmara y así hizo. Respiró profundamente el oxígeno que se le administraba y bajó la máscara para poder hablarle bien. —¿cómo es eso de que mi esposa vino a verme? —Marinette rió en breve y le ayudó a acomodar las almohadas a sus espaldas.
—Marinette Agreste, ¿recuerdas? —sonrió de lado, sin percatarse el sentimiento que nacía en él al lograr tenerla tan cerca, en como la escencia de su shampoo inundaba su nariz por completo y lo hacía sentirse ansioso. —supongo que asumieron que era tu esposa.
—Y-ya veo. ¿Y qué haces aquí? —se recompuso cuando ella tomó distancia nuevamente y se dirigió a lo que había dejado en la mesa.
—¿Cómo que qué hago aquí? Tuviste una cirugía ayer y eres mi cuñado, ¿hay alguna razón por la cual no debería visitarte? —alzó un bolso gris para que lo viera. —traje tu laptop por si te aburres o por si quieres seguir trabajando desde aquí mientras estás hospitalizado. Por cierto, ¿cómo salió todo?
—Eh... B-bien. O sea, todo creo que está en orden. —Marinette asintió, reprimiendo un poco sus labios en el silencio que se hizo entre los dos; estaba tan raro, pero no estaba segura si era por los medicamentos o por alguna otra razón que desconocía.
—Supe que tu padre vino a visitarte. —sus grises se abrieron con algo de sorpresa. —¿pudiste hablar con él? —negó. —quizás estabas durmiendo; cuando yo me fui anoche te dejé dormido, dudo que despertaras nuevamente.
—Probablemente. —otro silencio que fue roto por él esta vez. —¿viniste sola o con Chloe? Me dijeron que ayer estabas con ella. —Marinette dejó el bolso en su lugar y rodeo la cama para sentarse en una de las sillas a su costado.
—Vine con Luka y Nathaniel; Chloe me dijo que terminaría lo antes posible su trabajo para venir a verte, quizás deberías hablar con ella para calmarla un poco y decirle que estás bien. —Adrien arrugó un poco su entrecejo, algo confundido y de manera innata preguntó.
—¿Nathaniel? ¿Acaso dijiste Nathaniel? —Marinette asintió algo nerviosa, evitando verlo. —¿por qué estabas con Nathaniel?
—No pienses cosas extrañas... Digo, lo de la junta es un caso aparte. Además, Nathaniel ya se disculpó conmigo por lo que dijo y...
—Lo de la junta... —murmuró intentando conectar con lo en algún momento Félix le mencionó al respecto. —Pero no fue cualquier cosa, él...
—Él ya se disculpó. —lo interrumpió. —quizás empezaron con el pie izquierdo, sería bueno que lo conozcas un poco. —le parecía insólito lo que su propia esposa le estaba diciendo, ¿cómo que conocerlo? ¿Acaso muy fácil se le olvidó todo lo que ese tipo hizo? ¿Qué le pasaba?
—Marinette, Nathaniel tiene otras intenciones contigo. —habló sin pelos en la lengua, logrando que ella optara por una postura más seria. —es evidente.
—Te diste cuenta. —dijo por lo bajo. —bueno, resulta que eres muy observador, no me sorprende. —él apretó una de sus manos frustrado por no poder hablar claramente como ella como le gustaría. —No te preocupes por eso; tuve una conversación con él antes de venir y creo que...
—¿Una conversación? ¿Con él? ¿Tu y él, solos? —Ella lo miró confundida por como sonaba su voz, cada vez más oscura y severa; ya no le estaba agradando su actitud para ser sinceros, más si comenzaría con sus insinuaciones otra vez.
—¿Qué te pasa? —frunció el ceño. —¿Es que acaso vas a empezar otra vez con tus acusaciones de infidelidad? Si no sabes la historia, no repartas tus ideas locas sin sentido. Falta que ahora digas que quiero tener algo con el doctor.
—No es lo que quise decir...
—Yo preocupada por ti y tú... Tú sigues con lo mismo. Creí que ya habíamos hablado todo y decidido mejorar la convivencia por Adrien, pero eres... ¡Ni siquiera sé porqué vine, si se nota a leguas que te molesto! —se levantó de la silla con brusquedad, pero él alcanzó su mano para detenerla. —Ya sueltame, no quiero ser brusca contigo si estás aquí.
—Yo no hice insinuaciones de nada. —Marinette calmó un poco su postura y dejó de hacer fuerza con su agarre. —Sólo quería saber de qué hablaron.
—Cosas que quedaron inconclusas en el pasado, nada más. Nathaniel tiene muy claro que difícilmente yo aceptaría una amistad con él otra vez. —sus piernas perdieron fuerza y simplemente se dejó caer en la silla. —no sé si en algún momento Adrien te habló de lo que pasó hace años, pero él y yo éramos muy buenos amigos.
—Me sorprende con todo lo que dijo en la junta.
—No lo dijo en serio, Nathaniel siempre hace cosas así para no mostrar lo que realmente siente. Supongo que es un mal hábito inculcado por su padre. —formó una fina línea en sus labios. —en fin, tampoco quiero que le tengas algún tipo de resentimiento por lo de la junta, por eso te digo esto. Creo que hay suficiente hostilidad con lo que está pasando, como para sumar más cosas.
—Entiendo tu punto.
Marinette bajó su vista a su mano, la cual aún era sostenida por la de él; se sintió nerviosa cuando su pulgar la acarició por inercia, así que algo incomoda se soltó de su agarre, percatandose como Félix ignoraba su acción distraído con algún punto muerto en la habitación.
—Gracias por haber venido y por traer mis cosas.
—No hay de qué. —susurró. —sólo pensé en...
—¿Qué pasa? ¿Tengo algo en la cara? —Marinette se quedó quieta, observándolo completamente perdida, lo suficiente como para asustarlo y que pasara una de sus manos delante de sus ojos. —¿Marinette?
Sin pensarlo mucho, Marinette deslizó una de sus manos por su mejilla, logrando que se quedara mudo en el acto; escudriñó su rostro detalladamente, su cabello, sus labios, sus cejas y sus ojos; ¿por qué algo muy en el fondo le decía que no se alejara? ¿Por qué no podía desacelerar su corazón cuando su cerebro le gritaba que no lo viera de una forma diferente? ¿Por qué le resulta a tan difícil aceptar que no era su esposo? Por la noche lo vio como él, la expresión que puso cuando abrió sus ojos y la pequeña sonrisa cuando peinó su cabello entre el sedante, ¿era posible que extrañara tan desesperadamente a Adrien, que lo veía en su hermano en ese instante?
—Marinette, quisiera decirte algo. —la puerta se abrió, logrando que la azabache reaccionara con sorpresa y torpeza mezcladas, se alejó del rubio al instante, aclarando su garganta y evitando su mirada en todos los sentidos posibles.
—Supe que tenías visitas, así que quería aprovechar de hablar con tu familia sobre tu estado. Espero no interrumpir—Bridgette caminó con una pequeña tablilla en sus manos y los observó con ojo crítico, luego sonriendo ampliamente. —Marinette, ¿cierto?
—Si, esa soy yo... Eh... Soy su cuñada.
—Lo sé, Félix me ha hablado algo sobre ti. —ahora miró al rubio. —¿cierto?
—Claro, si... Un poco en realidad.
—Espera... Tú eres... —Marinette comenzó a conectar sus recuerdos en cosa de segundos. —la chica de esa vez.
—Si, soy Bridgette. Supongo que ahora podemos tener una presentación más formal que esa noche. —la formalidad al hablar no le quedaba nada mal, incluso le recordaba un poco a Félix. —soy quien está a cargo de la salud de Félix en este momento. —se acercó a él por el otro lado de la cama, tomó su hombro como si tuvieran toda la confianza del mundo y arregló su máscara de oxígeno en su rostro, dejando al instante una pequeña caricia en su cabeza, una que incluso a él le sorprendió que hiciera.
—Y-ya veo... —Marinette no pudo más que sentirse pequeña en aquella pequeña sala, buscando alguna extraña respuesta a todo lo que las acciones de aquella médico indicaban, toda esa confianza, toda esa escena que parecía un marque de territorio extraño y confuso para ella. —no sabía que eras su doctora; bueno, quien lo sabría con semejante presentación rápida esa noche. —rió un poco para aligerar el ambiente y se levantó de la silla.
—¿Ya te vas? —cuestionó en un tono neutral, aunque por dentro eso sólo le causaba tristeza.
—No, sólo llamaré a Chloe para decirle que te encuentras bien y que... —miró a Bridgette. —que estás en buenas manos. —Marinette salió con una sonrisa plasmada en su rostro.
Bridgette tomó más distancia de Adrien y se cruzó de brazos cuando este se volteó a verla molesto.
—¿Qué se supone que fue eso?
—Eso quiero saber yo, ¿qué se supone que iba a pasar si yo no aparecía?
—¿Qué? Obviamente nada, Marinette sólo estaba... Estaba...
—Te recuerdo —bajó el volumen de su voz. —que ahora en este instante eres Félix y no puedes dejarte llevar por tus sentimientos. La estás confundiendo y tarde o temprano se dará cuenta de quién eres realmente, o de plano acabará enamorándose de tu hermano siendo tú.
—Eso... Ya lo sé. —bajó su mirada completamente frustrado, y Bridgette no pudo hacer más que verlo con tristeza.
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